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THE CULTURAL DYNAMICS OF ORGANIZING AND CHANGE

Mary Jo Hatch
En Ashkanasy, Wilderom y Peterson (2000): Handbook of organizational culture and climate.

Bases teóricas del modelo:


- Construccionismo.
- Tradiciones interpretativas.
Modelo simbólico-interpretativo.
Líderes como artefactos culturales.

Weber (’78)  todo cambio en la K se origina de la introducción de nuevas ideas por una figura
carismática, pero el cambio a nivel de la vida cotidiana sigue la senda de la rutinización de esta
influencia carismática.
Teoría de Weber (Schroeder ’92) descansa en 3 pilares: la rutinización del carisma, la
diferenciación de las etapas de la vida y la lógica interna de las visiones de mundo.
Weber fue críptico sobre cómo ocurre la relación carismática.
La revolución y la reorientación ocurren después de la introducción de la influencia revolucionaria
de un líder carismático en una K. Weber propone procesos de sistematización y acomodación para
explicar cómo el carisma se rutiniza.

Hatch se basa en Schein, Berger y Luckmann, y Ricoeur.


Influencian el desarrollo de la perspectiva simbólico-interpretativa dentro de la teoría de la KO.
Se dirige a los aspectos subjetivo (creación de significados) y de objetivación (producción de
artefactos) del proceso cultural.
El modelo de dinámicas culturales integra el modelo conceptual de tres niveles de Schein de
artefactos, valores y supuestos, con el concepto de símbolos e identifica 4 procesos relacionados
con ese fenómeno: manifestación, realización, simbolización e interpretación (fig. 15 pág. 250).
Definiciones:
- Supuestos: creencias dadas por ciertas sobre la realidad y la naturaleza humana.
- Valores: principios, filosofías, metas y estándares sociales que se considera tienen un valor
intrínseco.
- Artefactos: resultados visibles, tangibles y audibles de la actividad, grounded in valores y
supuestos.
- Símbolos: cualquier cosa que represente una asociación consciente o inconsciente con algún
significado o concepto más amplio, usualmente más abstracto.

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La distinción entre artefactos y símbolos, apunta a la pregunta de cómo los artefactos se usan para
hacer y comunicar significado, relacionando así lo objetivamente observable a sus interpretaciones
simbólicas.
Procesos de Manifestación y Realización:
Schein (1991a) se refiere a los valores y conductas como “manifestaciones observadas de la esencia
de la K” que el llama supuestos básicos. Este centro de supuestos se relaciona a valores y normas de
conducta que, a su vez, influencian las acciones de los miembros dentro del dominio de la K. La
Manifestación ocurre cada vez que valores o normas de conducta específicos son evocados
perceptual, cognitiva o emocionalmente. La Realización sigue a la manifestación sólo cuando tales
evocaciones encuentran su expresión en resultados o actos. Los valores y normas culturales
entonces, llegan a realizarse en productos de acción culturalmente influenciada. Esos productos son
llamados artefactos. Es decir, los artefactos realizan valores y supuestos de base, en el sentido de
que son hechos realidad (tangible, explícitos, materiales) por medio de acciones que son formadas y
dirigidas culturalmente. Los procesos de realización se refieren a hacer algo realidad, no en el
sentido de leyes de conocimiento causal que garantizarán su ocurrencia, sino más bien en el sentido
de traducir desde el dominio de de imaginación o expectativa dentro de la esfera de la realidad
social o material (Czarniawska-Joerges & Joerges, 1990).
Esto no significa sugerir que las imágenes o expectativas son irreales, sino más bien que los que en
lenguaje cotidiano llamamos realidad difiere de ellas de formas importantes. Por ejemplo,
insistimos que nuestros niños distingan entre lo que han imaginado (ej., monstruos bajo la cama) y
lo que es “real”. Es esta distinción de sentido común a la que me refiero cuando contrasto
manifestación y realización. Sin embargo, la realización está además cercanamente relacionada a la
manifestación por una lógica diferente: lo que no puede imaginarse no puede ser considerado real.
Así, en algún grado, la manifestación lleva la semilla de la realización dentro de si.
Sin embargo, existe una amplia razón para distinguir entre los procesos de manifestación y
realización. Primero, la manifestación puede distinguirse de la realización como la preparación para
la acción puede distinguirse de la acción en si misma. Muchas cosas son imaginadas y nunca
actuadas (ej., nuevos objetos, conductas o maneras de hablar). Por supuesto, ellas pueden nunca
aparecer como artefactos, simplemente ser reemplazados en el mismo punto por otras
manifestaciones. A causa de que la posibilidad de que una manifestación dada nunca pueda
realizarse, es útil mantener la distinción entre estos procesos. Una segunda razón para la distinción
es que cuando los artefactos de otras culturas se encuentran con y son absorbidos dentro de la
cultura focal, aparecen en un estado realizado principal al estas conectados a los supuestos y valores
culturales. Como esta conexión toma lugar principalmente a través de simbolización e
interpretación.
Procesos de Simbolización e Interpretación
Un símbolo siempre tiene un significado que va más allá de su forma o existencia física. Como
cuando una obra de arte trasciende el medio de su expresión (ej., pintura y lienzo) para comunicarse
con su audiencia. En adición al significado comunicado y expresado, los símbolos tienen el poder
de “evocar emociones e impulsar a los hombres a la acción” (Cohen, 1976, p. 23). Este poder se ha
encontrado en el rol provocativo y creador de significado de los símbolos. Un artefacto llega a ser
un símbolo cultural cuando es utilizado por los miembros de la cultura para hacer significado
(Ortner, 1973). Por ejemplo, la bandera de una nación llega a ser un símbolo siempre y cuando
alguien la saludos, la ondee o la quema. Un símbolo es un artefacto en uso (creando-significado).

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La simbolización es el proceso cultural que relaciona a artefactos y significados a través del
reconocimiento de la significancia personal y social que se refleja en objetos, actos, sentimientos,
cogniciones o respuestas estéticas. Este es un proceso auto-envolvente que se conoce por sus
señales emocionales, cognitivas, estéticas y conductuales. En el ejemplo de la bandera, la
transformación de “bandera como artefacto” a “bandera como símbolo” ocurre cada vez que los
individuos interactúan con su bandera. La simbolización de la bandera puede estar acompañada por
un nudo en la garganta (señal emocional), pensamientos sobre patriotismo (señales cognitivas y
morales), ponerse de pie y saludar (señales conductuales) y/o experiencia de belleza y confianza
(señales estéticas). Estas señales dan evidencia de los procesos de simbolización y pueden
describirse en términos de experiencia de significado.
Para el individuo, el patrón particular de señales de conducta, estética, cognición y emoción (de la
experiencia de significado en un momento dado en el tiempo) entrega la base para una
interpretación de un símbolo, pero no es en si mismo la interpretación. Mientras la simbolización
transforma artefactos en símbolos a través de la experiencia e significados, la interpretación
especifica aquellos significados. La interpretación especifica significados al localizar la experiencia
inmediata asociada con un símbolo dentro del más amplio contexto de una historia de significados
culturales y una geografía de artefactos culturales. Como la simbolización, la interpretación también
involucra emoción, cognición, estética y conducta, pero es además un conjunto de emociones,
cogniciones, respuestas estéticas y conductas que van más allá de la experiencia de significado para
articular el significado de una experiencia (simbólica) particular.
Hasta ahora, he descrito la simbolización y la interpretación como fenómenos que ocurren
solamente a nivel de análisis individual. Mientras los actos de producción y manipulación de
símbolos se localizan dentro de los individuos, la simbolización afecta y es ampliamente afectada
por su contexto social (Morgan et al., 1983). Los símbolos aparecen en la superficie de la cultura
como artefactos y así están públicamente disponibles a la interpretación por personas distintas a las
que los produjeron. Como Salancick y Pfeffer (1978) destacaron en su teoría de procesamiento de
información social, la gente observa las actividades interpretativas de otros y hacen comparaciones
con sus propias interpretaciones. Estas comparaciones constituyen un proceso social a través del
cual el significado cultural llega a construirse intersubjetivamente (Berger y Luckmann, 1967). La
interpretación crea y es creada dentro de un dominio localizado among y between las experiencias
de los miembros de la cultura y sus símbolos y supuestos.
Las dinámicas de la manifestación, la realización, la simbolización y la interpretación
En la teoría de Schein, los artefactos localizados en la superficie de una cultura son realizaciones de
valores de base que son manifestaciones de supuestos más profundos. Entretanto, desde la
descripción de la visión interpretativa, los significados asociados con los supuestos y valores
culturales imbuyen artefactos transformándolos vía simbolización en símbolos. Cuando se
interpretan, esos símbolos (re)constituyen y, por lo tanto, tienen la capacidad para alterar los
supuestos iniciales. Tomados juntos, esos cuatro procesos describen un estado dinámico continuo
dentro del cual los miembros forjan sus influencias culturales y responden a ellas (ver fig. 15.1).
Debe quedar claro para la discusión que ninguno de los procesos es causal, aunque todos son
lógicos. Por ejemplo, los valores y supuestos no fuerzan su camino hacia la superficie cultural en
formas predecibles. Por el contrario, los mismos supuestos pueden, y lo hacen, apoyar (a través de
asociación más bien que de causalidad) una amplia variedad de valores y artefactos que pueden
interpretarse como compatibles, contradictorios o ambiguos. (La evidencia empírica sobre la

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ocurrencia de una variedad de valores, incluyendo algunos en conflicto, todos remontados al mismo
conjunto de supuestos es entregada por Schultz, 1995). Una mejor manera de pensar sobre esas
relaciones es respecto a los artefactos y símbolos como expresiones de supuestos y valores más bien
que como sus resultados.
Por supuesto, hay una vuelta atrás en los procesos, un aspecto retrospectivo o retroactivo (las
flechas en sentido contrario a las agujas del reloj en la fig. 15.1) que humedece las fuerzas para el
cambio entregadas por los aspectos preactivos o prospectivos de los procesos (las flechas en sentido
de las agujas del reloj en la fig. 15.1). Es decir, los supuestos existentes predisponen ciertas
interpretaciones. Esas predisposiciones constriñen los rangos de significados que atan a los
artefactos (that attach to artifacts) en la construcción de símbolos. Esto guía a una distribución de
material artefactual que tiende a normalizar el significado cultural al asegurar que el material
favorezca los supuestos existentes y valores excedidos en número que favorecen cualquier otra
visión de mundo (¿?). Este sustento en los procesos de manifestación y realización retroactivos que
tiende a confirmar, a través de la experiencia sensorial directa, la existencia de supuestos y valores
por el puro (empinado) volumen de artefactos apoyando el estatus quo en cualquier momento del
tiempo (¿?). Es decir, los procesos de manifestación y realización retroactivos tienden a confirmar
los supuestos existentes a menos que exista un cambio revolucionario en los procesos de
interpretación y simbolización retrospectivos mediante los cuales se les dé de una vez nuevos
significados a un vasto número de artefactos existentes (ej., vía influencia de un líder carismático,
un cambio de paradigma).
Los aspectos retrospectivo/retroactivo de los procesos dinámicos culturales son equivalentes a lo
que Weber describió como rutinización.

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