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[antología

FÉLIX.LUIS.VIERA
La que se fue es la noche de relámpagos distantes,
casi susurros visibles, que enceguecen por su belleza
inmarcesible.
Como si los poemas se convirtieran en la
amada, avanzamos sonámbulos, descubriendo una
naturaleza virgen, inocente, a través de la niebla, que
termina rendida en nuestros brazos.
La poesía de Félix Luis Viera se convierte en el
baño frío caliente que nos seduce en la penumbra, hasta
alumbrar, con el rosicler del aliento, la soltura de una
flor en el abismo. Una lluvia sensible floreciendo
en un bosque que huele a manzanas, a hierbas y
tierra mojada, mientras el horizonte es el contorno,
a lo menos la sombra, de una mujer; la feminidad
poseída, comprendida desde siempre.

Red de los poetas salvajes Victor Ibarra, 1 de mayo de 2008


reddelospoetassalvajes@gmail.com

© La que se fue , antología de Félix Luis Viera.


Portada: Víctor Ibarra
ISBN: 978-607-00-0044-7
Impreso en México DF. 2008
Nosotros le decimos: ¿por qué tornas
A mi nieto Didier, a punto de nacer a la morada vieja?

Antonio Machado
Lluvia de verano
(Mayo de 1967)

Mientras afuera llueve sonora y sorpresivamente


desde aquí aseguro el naufragio, en el gris de
costumbre, del arco iris que hace dos minutos
agradecimos sujetos al marco abismal de la
ventana.

a Adivino los botes borrascosos como arrepentidos


mordiendo sus sogas desesperadamente,
el pinar aullando de puro arrepentimiento.
UNA MELODÍA SIN TON NI SON BAJO LA Pero busco tu mano, nombro tu aire
LLUVIA y quiero fatigarme en ti. Como otras veces
(Premio David de Poesía 1976) dondequiera que me ataca la lluvia,
necesito tus gestos, tus palabras
y esa manera tuya que está muy lejos
siquiera de intuir
precisamente que te necesito,
de intuir este sano, humano, reverendo deseo
de gritarte que está lloviendo,
que la lluvia me golpea los ojos y el
recuerdo,
que si llueve mi corazón se inunda,
se desborda, me hala hacia ti
con la fuerza de mil bueyes románticos.

Este deseo de decirte, de aseverarte


ese cuadro de pinos, botes y arco iris Marianela
y alcantarillas asfixiadas (Agosto de 1968)

que estoy observando a través de la pared.


Te esperaba como a la mieldeabeja
Pero como siempre que llueve y estoy contigo porque al principio me bañabas
sólo voy a pedirte que bajes el telón con una dulzura caliente.
para entrar hacia ti como una flecha Me derrites. Me haces un animal
para que me arrulles este corazón y tragues perfecto
esta sed por obra y gracia de tu estilo
para que llueva cuando te desnudas y avanzas;
torrencialmente en mí tu alma. pero más por tu espalda
que al comienzo concibo espiritual
y que se aleja, ardiendo en ascenso,
ante mis ojos
y es al instante una manzana de fuego,
un bosque para pacer como un
búfalo herido.

Por eso temblaba como con un frío


caliente
cuando te esperaba, consumiendo
cigarros, salivas y paciencia
como un condenado a no morirse.
Por eso cuando llegabas era igual
que si se abrieran
las puertas de todas las iluminaciones y
victorias
y constataba que era un zar terrible

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un aguacero de ladrillos Clara
una espada autómata en busca de tu (Enero de 1969)

sangre.
Clara siempre tuvo deseos de morir de amor,
Pero siempre al final, cuando huían probablemente desde que era simple semen.
los dos círculos del trópico, Fue –¿es todavía?– un híbrido de
se metía la calma, la soledad recíproca Lope de Vega, bufo y circo.
(la real verdad como una bofetada de agua Pero sus mejores actuaciones eran sin duda
fría). las de despedida y las de los toques
Y después de rebato: cuanto entraba
te observaba disminuir a través de la como una fiera poseída jurándole por las
ventana estrellas, el eslabón perdido y los
y verifico que de pies a cabeza todo tibores mágicos
se moría que lo amaba más que Dios a su Séptimo Día.
para renacer en el próximo encuentro. Eso decididamente lo defraudaba, lo
deprimía como una flor de papel
y le bajaba la mirada y continuaba como un
sordo
bajando el ron con agua mineral
que por entonces era su gran descubrimiento.
Pero al fin él se dijo ésta es la última vez:
y la miró fijo a su mirada negra,
le dio tres segundos para que se hiciera humo,
para que se hiciera nada en el recuerdo.

Después, solitario con su botella, pensó


que había sido un espectador indolente,
un cooperario de ese reguero mental,

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un casi traidor por no haberle gritado eso Poema a la despedida
mismito (Enero de 1971)

mucho pero mucho tiempo antes.


Beatriz, ya junto al estribo
y contradiciendo increíblemente sus
anteriores
palabras, vacilante
me besó la mejilla,
subió al ómnibus rojo
y empañó el cristal de extremo a extremo
al restregarme una mirada de ternura.

Luego, otra vez resuelta como dice que


estaba
giró al frente su soberano rostro
y no volvió a mirar.

Y yo como al desgaire
aferrado a que éste era uno más de sus
teatros.

De eso hace poco más de cien años.


¿Cuántos hijos tendrá? ¿Dónde goza?
¿Dónde se pudre?

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Esta mujer esta compañera,
(Febrero de 1974) que llevo siempre prendida en mis costillas,
aprehendiéndome el corazón, palpitando
Parece haber decidido no ser una mujer gafas en la memoria,
último grito en dondequiera que me encuentre.
(pero la siento clásicamente sencilla como el
agua)
parece no entender los más novedosos afeites:
sombra en sus ojos, color en sus mejillas
(pero la siento incalculable y bella como la
luz)
parece decidida a no ceñirse telas estelares,
sedas, pañuelos, trapos a colores que ubiquen
la atención.
Les hablo de esta
mujer que se me incrusta en el costado
con palpitaciones de labriega, de fábrica
perfumada,
que me bifurca el aliento con una palabra
más grande que yo mismo,
que se escurre entre mis tenazas
y parece volar a motor apagado cuando anda.
Les hablo de esta mujer que tiene algo de poema
social,
de poema tinto en sangre.
De esta mujer,
esta muchacha,
esta dama,

16 17
b

PREFIERO LOS QUE CANTAN


(1988)

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Dama de la noche
(Noviembre de 1979)

Habita afuera la dama de la noche,


lleva cortinas portátiles prontas
a incendiarse
Tiene rajaduras de estrellas,
va con andar de danzarina, miel
en cada poro,
violines y guitarras en su voz.
Habita afuera la dama de la noche.
Hay que buscarla.
No hay viento ni paredes ni árbol ni adoquines
que no perfume con su aire.

Para los que ahora piensan en ella,


solos y cerrados en la noche,
aviso que está ahí
que habita afuera la dama de la noche,
todos pueden verla fácilmente
pero no vayan a tocarla
porque entonces se rompe
y hay que empezar de nuevo.

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De noche a punto de llover La lluvia inició su percusión en los tejados.
(Abril de 1977)

Se fue y parecía un poema diluyéndose en la noche.


Esta vez dijo que No y dijo para siempre.

Sin embargo, mirándola bien, estaba


y parecía no estar.

Para más suerte


la noche traía el viento a golpes húmedos:
iba a llover y su pelo olía a las primeras gotas.

Ahí tienen
que el aguacero se cerraba sobre nuestras cabezas
y yo ansioso de devorarla entre todas las lluvias.

Volvió a decir que No y a decir para siempre.

Sin embargo, mirándola bien, tenía


cierto sabor a fresa en la mirada,
se le presentía agazapado algo así
como un brinco perfecto.

Pero otra vez dijo que No y dijo para siempre

Y al fin
como para poner los documentos en regla
lloró a todo fragor como un verso romántico

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Casa Romántico número 9
(Mayo de 1977) (Octubre de 1977)

Esta es la casa donde no habitamos Muchacha,


Esta es la casa con su jardín elemental, la llave
aquí el librero, la lámpara de los sueños,
a la medida de inmensas jornadas de lectura, los ríos,
aquí los muebles; en el centro –o ya los vientos,
no sé si en una esquina, no recuerdo– las aguas a colores,
un haz de flores (naturales, claro) la custodia tu primera palabra
Esta es la casa donde no habitamos,
discreta y honda hacia la sangre como un verso, Muchacha
la casa sencilla,
donde dos –o tres, ya no recuerdo– niños terneza del rocío,
ensayan sus colores brújula
Esta es la casa donde no hay un gesto de agua,
que no haya partido del amor humedecido
Aquí su dormitorio, sus sábanas azules –o pasto
blancas, no recuerdo– donde abreva la mirada
donde no nos acostamos
Esta es la casa que dibujamos de memoria, Muchacha
la que hoy apenas podríamos (tú o yo) describir, que
la que ha quedado indetenible
como una semilla rota al borde del camino. rompes tu última presencia

Suerte muchacha tan sencilla como una peluquería


que la vida medieval
se hace también de las cosas que no fueron. la fantasía te viene desde el primer parto con

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mis ojos Descubrimiento
Muchacha (Septiembre de 1980)

te amo
por la aproximación de un decreto histórico y Y harto y extenuado y empolvado por tan extenso
fantástico recorrido
por eso buscando la tierra indescubierta
nadie o quién sabe si la ruta más cercana
podrá quebrar nuestros sueños ni nuestros entre las manos y al exactitud del sueño
vestidos he aquí que de pronto alguien desde mi propio
ni habrá bomba capaz de detener nuestros palo mayor
relojes grita “tierra” y sucede que enquillo
al menos hasta que hayamos escanciado todas las –cuando ya no quedaba ni siquiera hambre en
vasijas las bodegas–
violenta, inesperada, sorpresivamente en tus
Muchacha arenas
y véote y créote efectivamente como la tierra que
ven buscaba
y dígome es ella al fin después de tanta ruta
salta y te desembarco y jamás ojos humanos
dentro de mí tocaron tanto trino
antes de que la brisa doble tus tallos más sensibles ni jamás antes que yo, el descubridor,
y ponme sintió tanto recorrido
los ojos por primera vez de flauta en su mirada
y ponte tus ojos y tu carne por primea vez ni vio nunca tanto pájaro suelto cantador
y pon tus ojos y tu carne por primera vez dulcemente enfurecidos de colores
donde por primera vez llevo los ojos. y toqué tu tierra, tus minerales,
y las ramificaciones inalcanzables de tus árboles
y había y vi que los nidos y las colmenas

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se multiplicaban a cada toque del sol en tus laderas
y fue así cuando ya cansado de la boga
más bien esperaba el arrullo mortal de la
última tormenta
alguien desde mi propio palo mayor dijo
“tierra”
y sobrevolé tus nidos y bebí de tus colmenas
y a días de andar alelado
como descubridor y descubierto
comprobé que tu cielo si acaso tronaba c
era con amorosos relámpagos
y fue así que decidí e hice zozobrar mi
embarcación y clavé mi tronco CADA DÍA MUERO 24 HORAS
eternamente en tu subsuelo (1989)
y para que no ocurriese como en otras ocasiones
no dije a Reyes ni Reinas ni cortesanos el hallazgo
no hice poner en latitudes exactas tu presencia
sino que enterré mi tronco eternamente en tu
subsuelo
y ellos que me den por náufrago totalmente
digerido,
yo mejor cierro bien los bloques del secreto
y así ningún libro te dará por existente,
ningún mapa dibujará tus formas, tus puntos
interiores y exteriores
y así ningún sediento excepto yo, el descubridor,
podrá beber en tu tierra la vida hasta la muerte.

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Nunca al fin
(Febrero de 1981)

Afirmo que hay una casa pequeña en un


claro de bosque,
flores alrededor, tomeguines
que cantan desde el ramaje todo el día.
Va hacia la casa un camino que se abre
entre el follaje.
La luz trasciende los verdores, toca tierra
y es como si floreciera la luz desde la
propia luz.
La pequeña casa dentro del pequeño pai-
saje es azul pálido, blancas
sus puertas y ventanas.
Y en la puerta una mujer se asoma
al final de la tarde
esperando
al hombre que a esa hora regresa
diariamente.

Afirmo que es mentira.


No hay casa ni flores ni tomeguín ni
bosque
ni camino.
Ni luz ni ventanas blancas.
Afirmo que es mentira,
nunca al fin hubo nada de esto

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ni lo habrá. Como si volviera después de tanto tiempo y nos
Afirmo que es mentira, encontrara llorando
yo nunca regresaré al atardecer A Rafael Altuna
y tú nunca me esperarás en puerta alguna. (Diciembre de 1980)

La “colegiala” viene nuevamente


con sus ojos redondos y castaños,
pregunta por mi nombre, comprueba
el santo y seña,
y al sentarse abanica con su informe –azul y blanco–
el espacio a mi lado, en esta banca.

Yo la recibo llorando, claro; han pasado


tantas lloviznas y gorriones sobre este parque,
banca.

Pero ella, hoy por la tarde, ha decidido llegar otra vez


y me enseña, como ayer, hace mil años, sus cuadernos,
su letra casi vertical, casi sonora
y otra vez huele a madera perfumada su pañuelo
y otra vez le miro el rostro como una cúpula de
llamas
sobre la blusa blanca
y deposita en su regazo –¿cómo flores– las libretas
y me mira, como ayer, hace mil años, me mira
como quien mira al fondo de un pozo iluminado
y otra vez siento que perezco dulcemente dentro de ella
cual un animalito de cristal y vuelan

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los gorriones asustados de tanto amor bajo sus alas Cuento para niños
y otra vez dedo con dedo nuestras manos para Luis y Trilce
como si cantaran una canción febril, indetenible, a toda (Noviembre de 1980)

sangre (o sea, esa canción que nos arde en todo el


cuerpo) y otra vez Mamá parecía entonces un tibio venado
huelen sus senos a cierta humedad tierna, distante; entre las ramas.
y ya, de pronto, como ayer, hace mil años, Parecía un brinco de luz en el recodo más
es el momento de irse bajo las luces que se abren, oscuro del río.
de irse bajo la sombra de mis ojos que la siguen No recuerdo cuántas tardes la vi, pero sí
como si fuera un viento bicolor, como si fuera les aseguro
el único viento que conozco. que mamá era la tarde, era ella misma
tarde,
Es la “colegiala”, amigo mío, que hoy por la indiscutiblemente.
tarde Entonces, le veía rayos de sangre debajo
ha llegado nuevamente –con sus cuadernos, sus libretas, de los ojos, del cabello, y
su uniforme y los labios, decía yo, eran frutas imprevis-
sobre todo (no olvidar) con sus ojos redondos y castaños– tas, indescubiertas
y se encuentra aquí, en esta misma banca por marinos, botánicos, científicos.
de ayer, hace mil años, Mamá era entonces un insoportable sobre-
con un hombre solo llorando cuerpo, río, salto cada vez
mar adentro. que la pensaba, y desde la noche antes
de verla
mañana por la noche,
un grito corría por mis dedos.
Es que entonces
mamá era el amor, furioso como una bes-
tia herida,
tierno como una nubecilla húmeda posán-

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dose en los ojos. Desnuda
Es que era, les repito, (Noviembre de 1980)

el amor.
Ustedes dos: Desnuda sugieres enormes bocanadas,
no lo olviden: torreones humeantes, impactos
el amor. de mayúsculos ejércitos.

Gracias que existen el mundo y las


paredes;
gracias que existes tú dentro del
mundo y las paredes;
gracias que existen las puertas, las
llaves, la penumbra;
gracias que existes tú después de las
puertas, las llaves;
gracias que existes tú dentro de la
penumbra
desnuda
como el grito de una flor que se deslíe,
como un balazo personal bajo la carne.

Desnuda sugieres la guerra inacabable,


el mar de octubre, los cohetes
estrellados, los caballos
reventados en las largas marchas de la
Historia.

Gracias que existe el mundo y tú

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dentro del mundo, Leyenda
desnuda como el agua. para A.M.
(Diciembre de 1980)

Y gracias, sobre todo,


que aún mi corazón procesa con eficacia Cierta vez, hace milenios según los historiadores (o
sus latidos, los rapsodas o los acuñadores de mitos) salieron
que aún mis brazos y mis piernas todos los hombres de la Tierra
se mueven a velocidades aceptables, que –casi toda vegetación, bestias y pájaros entonces–
aún a buscar la ternura que, según ellos, no había sido incluida
no se me fuga todo el aire, que aún en la receta por quien los inventara.
jadeo normalmente. Naturalmente, como eran hombres sin ternura, eran
todos bárbaros, tercos, sólo colmillos y diatribas, garrotes,
eructos y palabras obscenas (que ya
en aquel tiempo se decían).
Salieron estos hombres en busca de la ternura, porque
aun sin haberla sentido nunca la sabían ausente, según
comprobaban cuando al mirar las pestañas de un niño nada
comprendían, cuando
miraban, insensibles, los pétalos que corren
por las mejillas de una mujer enamorada.
Es decir, que estos hombres bárbaros así, piedras
andantes así como eran, no obstante
intuyeron que les faltaba un ingrediente, pues
además,
convenían,
no era normal que ante ellos
se abriera un lirio y no pasara nada, si
acaso

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deseos de morderlo, machacarlo, hacerlo
jugo.
Y así estos hombres que parecían anatemas
–pero, aun sin ternura, indiscutiblemente nobles si
atendemos a la sublime divisa que los guía– partieron
hace milenios en su busca
sin saber adónde estaba y mucho menos cómo era,
pero firmemente esperanzados.
Y así continuaron según los historiadores
(o los rapsodas o d
nosotros los fabricantes de mitos)
varios milenios más en pos de la ternura,
de manera Y ME HAN DOLIDO LOS CUCHILLOS
que quienes, al fin, la encontraron, eran (1991)
remotos descendientes
de aquellos los primeros que fueron a buscarla.
De eso del hallazgo también hace milenios, pero
menos, claro. Y me han dolido los
Y estos los halladores les contaron a los de más acá cuchillos
(a los rapsodas, los historiadores, los poetas, los de esta mesa en todo el paladar.
locos de más acá) César Vallejo
que la ternura estaba sentada, hacía milenios, en una
piedra alta, visible
desde todas las esquinas de la Tierra. O
sea, que tú,
estabas sentada sobre esa piedra,
hacía milenios.

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Claro que necesito algo
(Diciembre de 1982)

En mi misma mesa de un pequeño restaurante de Erfurt


ella sonríe
mientras él le narra algo que naturalmente no
comprendo.
Él pide una cerveza y ella le dice
–pasándole la mano por el pelo, el
aliento por la cara–
que no, que no debe mezclar –creo entender–
el coñac con la cerveza;
pero él se ríe y ya la copa está servida.
Ella tiene pecas –simétricas, clarísimas–
alrededor de la nariz
y sus ojos son también clarísimos, simétricos
y miran constantemente al mundo, es decir, a él.

Si corro un poquito la cortina


puedo ver afuera la calle, tan estrecha,
que algunos –muy pocos– transeúntes
recorren, despacio. Hay viento.
Hay gris. Hay frío. Hacia la ventana
veo venir una muchacha gruesamente vestida de
azul
que se detiene junto a mí, a un paso de mí
pero tras el cristal; un muchacho
vestido de negro

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la recoge y parten en la moto fieramente Dejadla así
acelerada, aunque, claro, (Octubre de 1988)

no escucho el ruido.
Suelto la cortina. Él sigue Dejadla así, allá, en el tiempo,
alternando el coñac con la cerveza, ella como una copa
bebe un vino casi transparente y cada vez que a medida que resplandece va
se dejan caer más uno contra el otro. En eso ascendiendo.
se acerca la camarera No la llamen
y me pregunta, nada menos, que siquiera
si necesito algo. con el pensamiento, con
un verso,
con la brisa más leve.
Allá, en el tiempo, dejadla
para siempre
como una copa
mínima y brillante
hacia el cielo de todas las tardes.
Dejadla así, hermanos,
para siempre,
allá,
en el tiempo.

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Despedida un aire que se pierde en el aire
(Noviembre de 1982) un corazón que grita en busca de su cuerpo
un ala que se parte entre dos vientos
Nada Nada
barco que se hunde con el puerto a la vista nada
peldaños que caen por cuenta propia nada
casa vacía telarañas que desmotan el piso
calles que de pronto son callejones sin salida
noche
noche
noche concreta como un abismo bajo la
techumbre
Nada
Estrictamente nada
un hombre solo orinándose en la oscuridad de un
vacío
una vía donde de pronto se desploman los
semáforos donde
un animal casi humano con su dolor se arrastra
solitario
donde los carros y la gente de pronto se diluyen
por la vía las calles la noche la tierra
de nadie
Nada
Estrictamente nada
un techo
un piso
que se aflojan y se buscan

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Distancia la Poesía, no:
(Noviembre de 1980) pregúntenle a sus ojos cuando le regalo una
mariposa,
Esta mujer que no sabe nada de Poesía, pregúntenle a sus entumecimientos cuando se
que tomaría símil por un nombre clínico, asoma un arco iris,
que daría serventesio por una anguila prehistórica. pregúntenle a mi porción de la cama cuando
Esta mujer que duerme mientras yo me fumo falto, a sus manos
el último cigarro cuando le envío un papelito desde lejos;
convencido de que no he encontrado la palabra aunque ella piense que eso –eso que siente–
virgen, no tiene nada que ver
mientras yo me pierdo en connotaciones, en con un poema, con una imagen que demore tres
matices, años en acostarse con nosotros; más bien
en la telilla de sangre que cubre cada una de las lo que ocurre, amigos, es que así de distante
infinitas posibilidades de un vocablo, están a veces el poema y la Poesía.
mientras yo bebo lentamente un litro de sangre
con azúcar y
sigo desafiando a la madrugada, llenándola
de amenazas, estropeándole el sueño a la
madrugada
con el fuego en mis papeles,
esta mujer que encima de eso no se preocupa
por leer los
poemas de mis amigos, ni los míos, y
y desconoce por tanto la llamada o mal llamada
moribundez endecasílaba, la perruna
vida de perro de un verso libre cojo, la
amenazante casicrisis coloquial; pues
no vayan a creer, por eso, que no va con ella

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Última canción del caminante tu cuerpo es como la bujía solitaria en una
(Mayo de 1990) pared solitaria
de cierto pueblito solitario,
Haría falta llegar hasta ti tu cuerpo es también solitariamente una bujía
y me siguieras. y se parece al agua que corre por las tejas.
He visto los pececillos de luz ardiendo en tu Cuando pregunto por mí todo desaparece, no
vientre hay mí
cuando la noche apenas alcanza para el fragor ni nadie que responda,
de mi mano. he perdido la Rosa de los Vientos, el sentido de
Dulce es tu boca, dulce quilla,
como un solo compás que llena por completo las aves de la costa.
el pentagrama. Haría falta que las aves volaran y piaran
En el camino perdí el sombrero, anunciando una costa que es la tuya.
se me cuarteó la piel, también me creció la Desde un balcón te miro pasar desnuda en una
ponzoña y también carroza de girasoles
la perdí; qué recia brega. en la que vas sola y mis manos son el único
En tus ojos vi que quedaba una curva en el aplauso
camino, y el mundo está solo y sigue solo.
haría falta llegar hasta ti Hay un silencio como de pájaro que está
y consumirla. naciendo
Alguna vez tuve suerte y se me fue en una cuando abrevo en tu piel,
baraja marcada, cuando en ella me lavo los ojos y las rajaduras
me quedé sin suerte y sin metal y con una del cansancio
pizquita de alma y sé que debajo hay una campana que es mía
y una amargura tan parecida al resquemor, que y que no es,
augura espanto. que se va y se empequeñece tocando a rebato
Tu cuerpo es hermoso y perfecto porque tiene en una breve
el justo alcance de mi lengua, nube que está naciendo allá en lo alto

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y que se va. haría falta hacer del ahora todo el tiempo,
El jugo de tu entraña tiene un sabor agridulce, el minuto eterno que ni el tiempo podría detener.
un sabor
a despedida que llega, a bienvenida que parte.
He de lamerte y te lamo como a un sueño cierto
del que me alejo,
me alejan.
Tus seno son la alcancía donde ya no hay nada
que depositar,
o quizás algo: la moneda que se diluye entre los
dedos,
tus senos son la sincronía que el pincel no puede
componer
y también la dinamita que sólo mi boca rectifica.
El vaivén de tu figura es la hoja que el viento
mueve después
de hacerse humano y sabio y lascivo
y por eso las perforaciones que me quedan
luego del Encuentro.
Cuando te penetro sé que hay un cometa que
se va,
y un cometa que nace y que yo nunca veré.
La levadura que me depositas es de un pan que
se cocerá a destiempo.
Mas ya sin suerte, sin sombrero,
sin metal, sin costa ni quilla ni Rosa de los Vientos
haría falta llegar hasta ti
y me siguieras,

52 53
e

POEMAS DE AMOR Y DE OLVIDO


(1994)

54
Quiero que se haga leyenda
(Noviembre de 1980)

Era una calle estrecha de adoquines gastados,


casi hundidos,
y tenía la calle a cada lado una hilera de álamos.
De manera que todo estaba dispuesto para la
nostalgia;
más cuando ocurrió en un crepúsculo frío
de noviembre
y eran las nubes oscuras y macizas.
Ella iba sola, prácticamente sola, pues aunque
junto
a mí,
eran mis pasos los pasos del ausente.
Al final de la calle se abría una suerte de plazuela
natural
de yerba y roca, y luego
el mar.
Había una lancha.
Del mar venían voces que parecían una manada
de perros lagrimeando.

El adiós no se vio, ya estaba completamente


oscuro.

Ahora, no parece realidad, por eso


quiero que se haga leyenda.

57
No todo lo que brilla es cuando, de pronto, apareció un príncipe azul
(Febrero de 1984) con un auto, un salario paradisiaco, una casa
que merecía una postal
Ella te traía flores todas las mañanas, y otras menudencias
decía que las robaba de los jardines callejeros y enseguida olvidara
y parecía cierto porque eran rosas múltiples, las cuestiones del alma, del espíritu,
margaritas, mariposas, aun olvidara tu poesía, tus poemas, la Poesía.
una vez te trajo una vicaria,
aun una vez te trajo una orquídea. Entonces cómo no as a asombrarte, hermano,
y de paso aprender
Tu mesa de trabajo cada día tenía alguna de que no todo lo que brilla es.
estas flores.

Por otra parte, ella se consternaba con tus versos,


decía amarte porque decía que eras un tipo todo espíritu.
Tú estabas seguro de que no era adicta a los asuntos
materiales
o al menos éstos quedaban supeditados a los valores
del alma.

Leyendo tus poemas muchas veces lloraba


y te afirmaba que contigo era capaz
de vivir en una nube vacía sobre la punta
de una aguja, pero contigo, sólo
contigo, la vida y el amor.

Ahhh, entonces,
cómo no vas a asombrarte, hermano,

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El tiempo, la vida, ah, la vida, el tiempo y con el que consiga varios hijos
(Mayo de 1985) que luego buscarán muy paternal y
maternalmente
Buscando en una gaveta me di cuenta de que ya no me al jardín infantil.
escribe.
Me olvidó y yo no me acordaba. Repito que sólo teníamos presente y el amor se
Han sido meses y meses de tantos contratiempos y hace de futuro.
además
–cada día lo compruebo mejor– mi memoria Ruego porque mi recuerdo la proteja.
mi memoria aumenta su falla de hora en hora. Ruego porque me olvide para siempre.
En realidad lo nuestro era algo sólo Ruego porque no tengamos que llorar
con presente, eso lo sabíamos y a veces cada cual por su parte
lo conversábamos –sin hablarlo a las claras– en una tarde por venir.
en los hoteles y buhardillas, malecones, parques, bares
que fuimos desangrando en el camino.
En fin, ha hecho bien en olvidarme, o por lo
menos
en expresarme con su silencio epistolar
que está dispuesta a olvidarme.
También hago bien yo en no exigirle
que me escriba, en dejarla que
–aun con cierta amargura– que vuele –o que ya
esté volando o posada en otros ojos, en otro
corazón.
Que busque y halle un hombre
con el que compre una lámpara de noche, un
mantel,
copitas, platos, cubiertos, sofás, etcétera,

60 61
Para Elisa Cuando mi espalda por fin termine de encorvarse
(Agosto de 1983) y mis piernas –estas piernas de peatón
inclaudicable– comiencen a fallar en las largas
Cuando mis ojos necesiten cristales de +225 o tal vez más, tiradas, tu espalda todavía y por mucho tiempo
tus ojos aún y por mucho tiempo será esa especie de relámpago fijo y tus piernas
seguirán perforando a otros con esa luz que yo todavía y por mucho tiempo ese dúo de compases
vi en ellos la primera vez que te vi. por el que rige el mundo o al menos por el que
Cuando mis carnes comiencen a caer debería regirse.
–ineluctablemente hacia abajo– y mis músculos Cuando estas arrugas que vienen avanzando sobre
ya no respondan en uno de esos momentos en que sobre todo en la periferia del ojo derecho sean
hace falta un salto ágil para esquivar cualquier grietas que no soportarían la foto, la TV, el
obstáculo, espejo en primer plano,
tus carnes y tus músculos estarán aptos tu cara aún y por mucho tiempo serán esa que
–flamantemente aptos– para crear esa sensación comparé con el agua ardientemente congelada
de invencibilidad que yo sentí en tus carnes y la la primera tarde que te vi.
de resorte finísimo en tus músculos la primera Cuando mis dientes –estos dientes que he
vez que los tuve. defendido por más de 30 años salvando el
cuando mis huesos comiencen a sonar digamos insalvable miedo a la silla del odontólogo–
herrumbrosamente en una de esas paradas comiencen a abandonarme
intempestivas necesarias o en uno de esos tus dientes –ah, tus dientes, propios para una
esfuerzo imprescindibles de la vida, tus huesos exposición del género– serán aún y por mucho tiempo
todavía tendrán ese viso de elástico dulcemente los dientes de una dulce tigresa.
azogado que les otorgué la primera vez que
estuvieron bajo de mí. Y así hasta que
Cuando mi cabello sea mi cabello sólo en las fotografías cuando quizás mis poemas no me importen,
lejanas, tu cabello aún y por mucho tiempo tendrá cuando mis poemas sean por fin anatemizados
esa rispidez hermosa de espiga naciente de maíz mortalmente, cuando ya esté abatido y cansado
que le metaforicé la primer tarde que lo vi. y la poesía me interese lo que hoy me importa

62 63
un juego de fútbol, tú aún y por mucho tiempo Imposible, poeta, imposible
verás en mis poemas lo que yo ya he dejado (Mayo de 1988)

en la distancia,
tú verás en ellos quizás el único valor Buscándote escribí cientos de cuartillas,
de mí, en mí, creyéndote posible le conté a mis amigos
el único valor para amar a ese señor que ya se de tus virtudes y defectos, les hablé de tus dones
te hace como una piedra de agua marina, como de tu amor por la poesía y por los niños.
un collar de cuatro vueltas, como un sostén, un Creyendo que te había encontrado proclamé
brasier imposibles de llevar a esas alturas. tu nombre y te llevé a reuniones y conciertos,
envié cartas donde daba fe del hallazgo.
Y entonces… entonces lo más probable es que… Pensando que eras Tú me acosté contigo
y sentí que copular era precisamente eso:
la consecución de una verdadera religión para los
hombres.
Como estaba seguro que existías me emborraché
contigo,
bebí contigo en cantinas y bares peseteros,
canté para ti boleros, tangos y baladas, te leí
poemas de Vallejo.

Decenas de cuartillas escribí afirmando que ahora


sí.

Hoy mi costado se nubla


me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta
final.

64 65
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como
quería.

66
Índice

UNA MELODÍA SIN TON NI SON BAJO LA LLUVIA


Lluvia de verano 9
Marianela 11
Clara 13
Poema a la despedida 15
Esta mujer 16

PREFIERO LOS QUE CANTAN


Dama de la noche 21
De noche a punto de llover 22
Casa 24
Romántico número 9 25
Descubrimiento 27

CADA DÍA MUERO 24 HORAS FÉLIX . LUIS . VIERA


Nunca al fin 31 (Santa Clara, Cuba, 1945)
Como si volviera después de tanto tiempo y nos encontrara
llorando 33
Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía
Cuento para niños 35
Desnuda 37 sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la UNEAC, 1976,
Leyenda 39 Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión,
Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me
Y ME HAN DOLIDO LOS CUCHILLOS
Claro que necesito algo 43 han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba) y Poemas de amor y de
Dejadla así 45 olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba); los libros de cuento: Las llamas en
Despedida 46 el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la
Distancia 48
Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986. ) y Precio del amor
Última canción del caminante 50
(1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio
POEMAS DE AMOR Y DE OLVIDO Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988.
Quiero que se haga leyenda 57
Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones
No todo lo que brilla es  58
El tiempo, la vida, ah, la vida, el tiempo 60 Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y
Para Elisa 62 la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997,
Imposible, poeta, imposible 65
68
reediciones 2003 y 2005), traducción al italiano por Il Foglio Letterario,
2008.
Esta obra se terminó de imprimir
Su libro de cuentos Las llamas en el cielo es considerado un clásico
en el año 2008, en México.
de la literatura de su país. Varias de sus creaciones han sido traducidas en los talleres de ©Editores Buena Onda, S.A de C.V.
a diversos idiomas y forman parte de diversas antologías publicadas en
Se utilizó tipografía
Cuba y en el extranjero. En su país natal recibió diversas distinciones
Garamond 10 y 12, y Quartermain.
por su labor en favor de la cultura. Fue director de la revista Signos, de
proyección internacional y dedicada a las tradiciones de la cultura. Su
más reciente novela, Un ciervo herido -que aborda el tema de las Umap,
eufemísticamente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción
y, en realidad, campos de trabajos forzados establecidos en Cuba en la
década de 1960-, ha recibido un notable reconocimiento de la crítica y
de los lectores y ha circulado en España, Puerto Rico, México y otros
países. Recientemente ha concluido su novela El corazón del rey, que
refleja los primeros pasos de la instauración del socialismo en Cuba, en
la década del 60, y actualmente trabaja en el poemario La patria es una
naranja, inspirado en la añoranza de su tierra natal y en sus vivencias en
México, donde radica desde 1995. En México, ha colaborado en diversos
periódicos con artículos de crítica literaria y de contenido cultural en
general, ha impartido talleres literarios y conferencias, y asimismo se ha
desempeñado como asesor de variadas publicaciones periódicas.
CIUDAD DE MÉXICO
http://reddelospoetassalvajes.blogspot.com

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