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Los Antecedentes Inmediatos

La crisis del capitalismo internacional de 1929. al reflejarse en México, había


provocado entre otras muchas consecuencias el abatimiento del poder adquisitivo
de amplias capas de la población. Otro de los efectos de la misma era en 1933 la
masa de 300 mil trabajadores desempleados, cifra sin precedente en los anales
económicos de esa etapa.

La conflictiva situación por la cual atravesaba el país, se agudizaba por el dominio


que los inversionistas extranjeros ejercían prácticamente sobre todas las fuentes de
riqueza indispensables para el desarrollo capitalista de la nación

Al iniciarse la tercera década del presente siglo, la deuda externa de México estaba
constituida principalmente por los compromisos con Francia, Inglaterra y Estados
Unidos, potencias a las que en conjunto se les debía mil setenta y nueve millones y
medio de pesos, lo cual equivalía al 77.4% del monto total adeudado por los
gobiernos emanados de la revolución1

El desarrollo económico del país era dependiente, puesto que de 1931 a 1934, la
importación de objetos manufacturados representó el 59*4% del consumo total,
mientras que del volumen de las materias primas producidas se exportó el 75 %,
constituido sobre todo por minerales y energéticos

La burguesía nacional incrementó su riqueza, pero su dependencia hacia los países


altamente industrializados fue cada vez mas notoria El sector obrero y campesino
tenía motivos suficientes para demostrar su desacuerdo con los regímenes
postrevolucionario, pues los principales dirigentes de éstos, en su afan de
enriquecimiento, olvidaron el cumplimiento de las promesas sociales, postuladas
por ellos tanto en leyes, como en campañas políticas.

Además, a nivel internacional, hubo cambios políticos sustanciales. En Italia, el


régimen fascista de Mussolini se afianzó en el poder y recibió un apoyo de gran
importancia con el establecimiento del gobierno nacional socialista de Alemania; en
contrapartida, los movimientos de masas con profundo sentido anticapitalista
lograban posiciones de poder en nuestra América; tales fueron los casos de Grau
San Martín en Cuba y de Marmaduke Grove, en Chile, donde estableció en 1932
una República Socialista de efímera duración. También Agustín Farabundo Martí
conmocionó a la región centroamericana con su rebelión proletaria armada, la que
no obstante haber sido ahogada en sangre por la burguesía salvadoreña, tuvo un
impacto de gran trascendencia en el movimiento revolucionario latinoamericano.

Aunado a esto, el arribo de Franklin Delano Roosevelt a la Presidencia de Estados


Unidos marcó e! inicio de una etapa nueva en las relaciones de Iberoamérica con
su poderoso vecino del norte.

En especial, dentro de nuestro país, algunos sectores de la burguesía estrecharon


aun más sus nexos políticos, comerciales y financieros con los monopolios
norteamericanos aunque por otro lado, la innegable influencia ideológica y política
que la Unión Soviética irradiaba sobre amplios sectores de la población, fueron
algunos de los factores determinantes en la radicalización de grupos -pequeño-
burgueses incon formes con la política seguida por los regímenes del maximato.

a) El Plan Sexenal

Desde la fundación de! Partido Nacional Revolucionario (PNR) el Estado mexicano


adquirió cohesión, puesto que los caudillos y agrupaciones electorales de carácter
regional se integraron a este organismo, el cual adopta Toda una plataforma
principista de claro perfil demagógico entre cuyos postulados reclamaba como parte
de su ideología el constitucionalismo y sobre todo, una ambigua reiteración de
lucha a favor de los obreros y campesinos

En el PRN -se agruparon todos aquellos caudillos militares sobre los que debía
ejercerse un control político eficaz. Este logro del general Calles marcó la plenitud
de Maximato. No obstante, la hegemonía que ejercían los callistas sobre la
dirección del PNR subsistían en su interior diversos grupos pequeño burgueses que
no habían sucumbido ante la corrupción del maximato. y que, al contrario, se
planteaban medidas de carácter democráticos, capaces de transformar la situación
económica y social de las amplias masas Urbanas u campesinas

Estos sectores, • pesar de sus reiteradas declaraciones de, fidelidad a la unidad de


la "gran familia revolucionarla", en la práctica dirigían sus criticas a la política
oficial y de manera sutil al control que sobre dicha organización ejercía Plutarco
Elías Calles

En esta corriente de opinión destaco el Secretario de Guerra del gobierno de


Abelardo Rodríguez, el general Lázaro Cadenas del Rio quien además, desempeño
entre otros cargos, el de gobernador de Michoacán y el de presidente del PNR

En torno a el se reunieron personajes de la más variada tendencia política, desde


los revolucionarios consecuentes con su pensamiento, como fue el caso de
Francisco j. Múgica, hasta oportunistas de la talla del conocido "maquiavelito" de la
política nacional de ese entonces, Emilio Portes Gil

Los primeros meses de 1933 se caracterizaron por una gran actividad política entre
los militantes del PNR, puesto que se acercaba la renovación del poder federal y era
necesario eligir, entre los miembros de esa organización, al candidato a la
Presidencia de la República.

Al parecer, los tres más destacados integrantes del PNR en ese momento eran:
Manuel Perez Treviño, Carlos Rivapalacios y Lázaro Cárdenas, Quienes
extraoficialmente contaban con el visto bueno del "Jefe Máximo"

Los primeros días de mayo. a iniciativa de Graciano Sánchez se reunió en San Luis
Potosí una convención agraria, en donde Surgió la Confederación Campesina
Mexicana cuya finalidad política especifica fue publicar un manifiesto en el que
postuló la candidatura del general Lázaro Cárdenas

Esta postulación, y el apoyo indirecto de Plutarco Elías Calles por medio de su hijo
Rodolfo, obligo a los otros contendientes a declinar sus aspiraciones políticas y
presentarse unidos a la Convención del PNR, que se efectuó del 3 al 6 de diciembre
de 1933, en la Cd. de Querétaro. En las sesiones plenarias de esta reunión política,
además de promover a Lázaro Cárdenas como candidato a la presidencia de la
República, se discutio el Plan Sexenal de Gobierno, entre -cuyos principales
postulados se destacó pugnar Por resolver los problemas agrarios de
comunicaciones y transportes, de salud pública, de relaciones exteriores, de
hacienda y crédito público así como el laboral y de manera sobresaliente el
educativo

A pesar de la gran publicidad que ha recibido este documento en los decenios


posteriores al régimen cardenista, sus postulados e iniciativas no fueron más allá
de los principios políticos reformistas pequeñoburgueses en la Constitución de
1917 asi, por ejemplo, reiteraba, en materia agraria la propiedad privada como
garantía de los individuos y estipulaba la el estricto Apego a la pequeña propiedad.
No Obstante, esta plataforma política sirvió de apoyo al gobierno cardenista en los
momentos de relaciones tensas con algunos sectores de la burguesía nacional e
internacional

b) La campaña presidencial

Los sectores laborales del campo y la ciudad asistieron asombrados a un nuevo


concepto de política electoral: el candidato Cárdenas viaja por toda la República,
escucha, dialoga, discute y, sobre todo, atiende peticiones, quejas y protestas. Se
compenetra de la problemática nacional y se apresta a afrontarla con audacia, Pero
siempre dentro de los límites del capitalismo dependiente, que norma las relaciones
políticas y productivas del México postrevolucionano.

El dirigente michoacano busco presuroso a las masas y se ligo estrechamente a


ellas; utílizo su gira electoral como un medio Objetivo y claro de Jerarquizar las
necesidades mas Urgentes de las comunidades. También sus continuos viajes le
permitieron impartir educación politica y social de manera directa al pueblo: sobre
todo colocaba su enfasis en los derechos y obligaciones de los ciudadanos, quienes
convencidos de esto, aceptaban cooperar de manera entusiasta y decidida con el
próximo gobierno.

Sus oponentes políticos Adalberto Tejeda Antonio I. Villareal y Hernán Laborde en


conjunto solo obtuvieron 33044 votos, que contrastaron con los mas de dos
millones que de manera relativamente fácil, obtuvo el general Cárdenas con su
original campaña política.

En esas circunstanciar el primero de diciembre de 1934 asume la Presidencia de la


República un elemento surgido de la mejor tradición reformista del constituyente de
1917 quien estaba claramente convencido de poder transformar las relaciones de
producción, sin cambiar la estructura capitalista de la sociedad.

II inicio de Cardenismo

Al asumir la Presidencia de la República Cárdenas dio a conocer su gabinete de


gobierno en el cual incluyo a connotados elementos del callismo tradicional (Los
elementos adictas al Jefe máximo eran Tomás Garrido Canabal, en Agricultura;
Rodolfo Elías Calles, en Comunicaciones; Juan de Díos Bojorquez, Gobernación;
Pablo Quiroga en Defensa; Abraham Ayala González, en Salubridad, Aaron Sáenz
En el Departamento Central.) quienes estaban decididos seguir la línea política
trazada por el "Jefe máximo".

Sin embargo, desde el principio de su gobierno, el general michoacano mostró su


decisión de cumplir las promesas vertidas durante su campaña electoral

Dos días después de que asumió el poder ordeno el cierre de los casinos en toda la
República y clausuró en forma definitiva el del Palacio de: las Bellas Artes. Estas
medidas afectaron los intereses económicos de un importante sector de la
burguesía nacional, entre los que destacaba el expresidentes Abelardo Rodríguez,
quien tenía cuantiosas inversiones en el negocio de los juegos de azar.

Dos conflictos sobresalieron en los primeros meses del gobierno cardenista; el


primero era real. Sus trabajadores acudían a la lucha de clases para mejorar su
precaria situación por lo que el numero de movimientos huelguísticos se incrementó
notoriamente; el segundo era ficticio, los elementos de la burguesía callista, en un
intento por no verse rebasados por la política de reformas sociales que anuncio el
régimen, recurrieron a su vieja táctica de lucha anticlerical con la finalidad de crear
problemas al .gobierno y sobre todo aparecer ante las masas trabajadoras como los
campeones del radicalismo.

En esta actividad destacaron los camisas rojas, Adictas al secretario de agricultura


Tomas Garrido Cañabal, las cuales con un lenguaje jacobino, que en la practica
resultaba extravagante, innecesario y contraproducente se dedicaron a crear
conflictos con las agrupaciones católicas llegándose a convertir en desmanes de
gran violencia, como fueron los casos de Cuernavaca y Coyoacán, lugar este último
donde los enfrentamientos del 30 de diciembre de 1934 dejaron un saldo de siete
muertos.( Las provocaciones de los Garridistas, llegaron al exceso de premiar en
las exposiciones ganaderas a los animales por su nombre. así los triunfadores eran
el toro "Dios Padre"» el asno "Jesucristo", el cerdo "El Papa" y así con los demás
santos de la Iglesia)

El mandatario federal ordenó encarcelar a cuarenta militantes de las camisas Rojas


lo que desató una violenta respuesta política de los elementos simpatizantes del
general Calles.

La lucha por la hegemonía en el poder estatal se habia iniciado, la burguesía callista


no estaba dispuesta a ceder sus privilegios económicos ni su influencia política.
Ante esta acometida, Cárdenas intentó llegar a soluciones mediadoras, al declarar
que su gobierne no perseguía a los católicos, pero culpaba a ciertos grupos de esta
religion de !os encuentros violentos que se habian escenificado en Coyoacán.

Sin embargo, era imposible la coexistencia entre dos corrientes que buscaban el
control del aparato gubernamental las camisas rojas proseguían su actividad
provocadora y sus manifestaciones creaban problemas al incipiente gobierno
cardenista.

El aumento de los conflictos laborales era visto por el "Jefe máximo" como síntoma
de franca debilidad del titular del Ejecutivo Federal, razón por la que el general
Cárdenas concedió una entrevista al senador Ezequiel Padilla el 13 de abril de
1935, en la cual expresaba su lealtad a los principios de la Constitución de 1917,
así como al programa de gobierno implícito en el Plan Sexenal, pero quizá lo mas
interesante de esta entrevista fue su deslinde respecto de la "doctrina comunista
ta", de la cual se declara ajeno.

No obstante las opiniones del Presidente de la República, el sector callista tomo la


iniciativa e inició el enfrentamiento, pues consideraba necesaria una redistribución
de las zonas de influencia del poder económico y político del Estado

El 12 de jumo de 1935 se publicó una entrevista que el general Calles había


concedido a un grupo de senadores encabezados por Ezequiel Padilla, titulada "El
general Calles señalando rumbos".

En el texto de sus declaraciones el "Jefe máximo se lanzó contra las huelgas, contra
los dirigentes obreros, contra el creciente poder político de los asalariados e
indirectamente contra la tolerancia -y a veces ayudo- que el mandatario ofrecía a
los trabajador» en cha. 13

Lo más sobresaliente de las opiniones del "jefe máximo" se concentran en la velada


amenaza que se encontraba latente en la frase "esta ocurriendo exactamente lo
mismo que ocurrio en el periodo del presidente Ortiz Rubio".14 La situación era
clara, los campos de lucha se delimitaban: por un lado la burguesía nacional, con
franca dependencia económica y política del imperialismo internacional, y por el
otro, la burguesía nacionalista, dispuesta a realizar reformas sociales y sobre todo a
buscar el apoyo de los sectores populares.

Pronto, las declaraciones del general Calles fueron apoyadas por diferentes sectores
del país, como la Cámara Nacional del Comercio, la Federación de Empresarios, la
Comisión Permanente del Congreso de la Unión, la CROM, el dirigente obrero Luis
Araiza y los latifundistas. En pocas palabras, los enemigos constantes del
movimiento democrático y progresista de la nación hacían gala de su adicción al
"jefe máximo".

Es en este momento que la tendencia del régimen se inclina hacia una mas
estrecha vinculación con los sectores obrero y campesino en lucha, y no vacila en
desplazar de posiciones clave a todos aquellos partidarios de una política de
entrega a los intereses del capital financiero internacional. La lucha fraccional entre
la burguesía mexicana se había desatado, la victoria sería del más hábil en el
manejo de las fuerzas políticas y sociales.

b) El movimiento obrero en el inicio del cardenismo

La última etapa del maximato se caracterizo por la intensificación de la insurgencia


obrera. Así, de 13 huelgas efectuadas en 1933 el número aumentó a 202 en el
siguiente año

El descontento de los trabajadores se debió principalmente al descenso vertiginoso,


del poder adquisitivo del salario pero, sobre todo al poco control que la oficialista
CROM podía practicar sobre el grueso de las clases trabajadoras El declive político
del moronismo se inició en 1929, año en que la confederación obrera mayoritaria
del país sufre una grave escisión, pues los tristemente célebres "Cinco lobitos" 15)
Los "Cinco Lobitos" (que de una u otra manera han controlado el movimiento
obrero organizadores de los años 30 fueron: Fernando Amilpa, Jesús Yuren, Alfonso
Sánchez Madariaga Luis Quintero y el inefable Fidel Velázquez (N. del A.)
decidieron. separarse y formar la Federación Sindical de Trabajadores del Distrito
Federal por su lado Alfredo Pérez Medina en 1932,estableció, con agrupamientos
desgajados de la CROM una organización que nombro en forma ostentosa Cámara
del Trabajo; también en esta etapa rompió con Luis N. Morores, uno de sus más
allegados colaboradores, Vicente Lombardo Toledano hombre oportunista,
acomodaticio y de gran habilidad política, que había desempeñado diversos cargos
públicos en el gobierno federal, y que en los últimos años fungió como oficial mayor
de la CROM. Fidel Velazquez, Blas Chumacero, Fernando Amilpa, Vicente Lombardo
Toledano y otros connotados burócratas de la antigua CROM, deciden, formar la
Confederación General de Obreros y Campesino de México (CGOCM)

La CGOCM estableció de manera declarativa sus intenciones de no participar en


política electoral y además se pronuncio por la no intervención del Estado en las
relaciones obrero-patronales 17 La practica política de esta singular Asociación de
"representantes de trabajadores" demostró en los años siguientes los alcances de
sus posiciones demagógicas.

Por otra parte, el Partido Comunista Mexicano, por obra de una errónea política
ultra-izquierdista, fue objeto de brutal represión por los regímenes del maximato y
su actividad se dio en algunas circunstancias en la clandestinidad; sin embargo, su
organización obrera de este coyuntural periodo, la Confederación Sindical Unitaria
de México (CSUM), logró tener destacada influencia en algunos sindicatos
importantes como los de mineros, metalúrgicos, electricistas y ferrocarrileros.

La práctica sindical de la CSUM se dio en condiciones adversas, pues sus militantes


eran obstaculizados y reprimidos físicamente por el Estado y combatidos
políticamente por las agrupaciones obreras en las que Lombardo Toledano tenía
influencia. Este singular dirigente, al caracterizar a los integrantes del PCM dé esa
etapa, decía," Los comunistas no deben merecer de los trabajadores mexicanos
sino, el calificativo de agitadores perversos, de hombres poco honrados y de falsos
líderes"18

Este era el panorama de las organizaciones proletarias y sus pugnas por el control
del movimiento obrero, al iniciarse el régimen presidencial de Cardenal. Durante su
campaña electoral, el divisionario michoacano había puesto especial énfasis en que
se respetaría el derecho de los trabajadores a crear sus propias organizaciones
sindicales y sobretodo a ejercer la huelga

Los primeros núcleos en tomar la iniciativa de lucha en el sexenio cardenista fueron


los trabajadores del puerto de Tampico, quienes el 12 de diciembre de 1934
efectuaron un paro general que afectó los transportes la energía eléctrica; en
seguida, otros sectores Iniciaron movimientos huelguísticos de gran envergadura,
entre ellos destacaron los obreros petroleros de las compañías El Águila y Huasteca
Petroleum Co; los asalariados textiles de once entidades federativas pararon la
producción; y semejante actitud asumieron también los tranviarios, los electricistas
y taxistas del Distrito Federal. En una palabra la movilización obrera irrumpió en
todo el territorio nacional, pues durante 1935 estallaron 642 huelgas que fueron
apoyadas por 149 mil 212 trabajadores que demandaban por lo general aumento
de salarios y el establecimiento del contrato colectivo de trabajo.

Las juntas de conciliación emitieron fallos, la mayoría de las veces, favorables e los
movimientos huelguísticos, con la airada oposición de los empresarios, sector
tradicionalmente amparado por los gobiernos postrevolucionarios.

Pero, quizá, la huelga que agudizó las contradicciones entre las fracciones
burguesas mexicanas fue la que estalló el 22 de mayo de 1935 en la Mexican
Telephone and Telegraph. En esta empresa el general Calles tenía gran cantidad de
acciones y, debido a ello, le contrarió sobremanera la lucha que habían iniciado los
obreros telefonistas. Aunque la huelga fue decretada inexistente el 6 de junio, el
"jefe máximo" realizó sus famosas declaraciones en las que dio a conocer su
inconformidad con los procesos de insurgencia proletaria.

El día que aparecieron publicadas las opiniones del general Calles, Francisco Breña
Alvírez, secretario general del Sindicato Mexica no de Electricistas, convocó a un
mitin en su local con la finalidad de organizar la contra ofensiva. Acudieron la
CGOCM y la CSUM, además de vanos sindicatos nacionales de industria. En este
acto de masas no estuvieron presentes representantes de la CROM, ni de la ex
radical anarquista CGT, quienes habían tomado partido a favor de la fracción
burguesa del jefe Máximo.

El acuerdo principal de esta reunión obrera fue hacer público un manifiesto de


repudio a la política callista, y asimismo reiterar que defenderían los derechos
elementales de las clases trabajadoras, como eran la huelga, la asociación sindical
revolucionaria y la oposición a la implantación de un régimen fascista en México.

Ante la actitud beligerante del sector callista, los representantes obreros decidieron
constituirse en asamblea permanente hasta el 15 de junio, cuando firmaron un
Pacto de no Agresión y de Ayuda Solidaria Mutua, constituyendo el Comité Nacional
de Defensa Proletaria CNDP. (Las organizaciones de asalariados fundadoras del
Comité Nacional de Defensa Proletaria fueron la Alianza de Obreros y Empleados
de la Compañía de Tranvías de México, S-A, ; la Alianza de Uniones y Sindicatos de
Artes Gráficas; la Cámara Nacional del Trabajo de la República Mexicana: la
Confederación General de Obreros y Campesinos de México, la Confederación
Sindical Unitaria de México, la Federación de Sindicato de Obreros y Empleados de
la Compañía de Tranvías de México; el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de
la República Mexicana; el Sindicato Nacional de Telefonistas; el Sindicato Industrial
de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana y el
Sindicato mexicano de Electricistas.).

También la Confederación Campesina Mexicana (CCM) por medio del profesor


Graciano Sánchez, otorgó su respaldo al general Cárdenas. Por su parte, las
Juventudes Socialistas publicaron un manifiesto en el que, además de darle su
apoyo, lo invitaban para que encabezara la formación de un frente único que
pugnara por desplazar a hombres y grupos políticos adversos al régimen.

Como una respuesta a la actividad unitaria de los enemigos del "Jefe máximo", los
dirigentes de la CROM y la CGT, así como una fracción de la Cámara del Trabajo,
decidieron formar la Alianza Nacional de Trabajadores Unificados (ANTU) de franca
tendencia anti-comunista y que pronto se vio aislada de los grandes núcleos
proletarios.

De igual forma, los empresarios afectados por las medidas del gobierno cardenista
se aprestaron a crear la organización Acción Revolucionaria Mexicana, cuyos
miembros recibían instrucción par a militar y se autonombraban Las camisas
doradas. Estos tuvieron grandes enfrentamientos con los destacamentos proletarios
durante los últimos meses de 1935.

Por su parte, Cárdenas aprovechó las declaraciones callistas para solicitar la


renuncia de su gabinete en pleno» "con el propósito de orientar la marcha del
gobierno federal", y de esa manera pudo colocar en puestos neurálgicos a gente de
su confianza, como era el caso de Silvano Barba González en Gobernación y el de
Francisco J. Múgica en Comunicaciones.22

Plutarco Elias Calles perdió este primer enfrentamiento y realizó declaraciones que
denotaban una franca retirada política. Se trasladó a su finca “El causal” en Sinaloa,
y viajó posteriormente a Estados Unidos.

La burguesía cardenista había salido airosa del enfrenta miento, pero era claro que
este triunfo parcial sólo fue posible por la gran actividad solidaria de los amplios
contingentes obreros y campesinos, que unificaron su lucha a la del sector pequeño
burgués que pugnaba por reformas sociales a la estructura capitalista de nuestro
país.

b) La fundación de la CTM

La gran fuerza que demostraran los contingentes obreros en el enfrentamiento con


Calles, no pasó inadvertida al sector reformista estatal, quien, en unión de la
dirección política del CNDP, se encargó de apoyar las huelgas obreras, pero puso
marcado interés en que todas las movilizaciones proletarias se dieran en el marco
de apoyo al ideario cardenista.

Se iniciaba así de manera sorprendente la pérdida de la independencia orgánica de


las agrupaciones de trabajadores con respecto Estado, y, lo más asombroso, con el
beneplácito de sus dirigentes.

Durante 1935, el CNDP apoyó, dirigió y promovió todo tipo de manifestaciones


obras, desde mítines hasta huelgas, sin olvidar las movilizaciones y la lucha contra
los resabios anarcosindicalistas de la CGT, así como contra la corrupta CROM. De
igual forma encabezo el combate activo contra las agrupaciones fascistas,
principalmente las camisas doradas.
El 22 de diciembre de 1935, el CNDP convoco a una manifestación con el propósito
protestar contra el regreso del general Calles a México. Ochenta mil participantes
entre obreros, campesinos y estudiantes recorrieron las principales avenidas de la
ciudad e irrumpieron combativamente en la plaza de la Constitución. Donde
expresaron su apoyo al Presidente de la República y exigieron la expulsión del "jefe
máximo". En forma simultánea se realizaron manifestaciones similares en otras
ciudades de la nación.

Con esta masiva muestra de apoyo de las masas organizadas del país. Cárdenas
consolidó su política. Su discurso de aquella jornada contenía numerosas
expresiones que identificaban el rumbo de su gestión con los intereses proletarios,
atacó a los sectores callistas acusándolos de tránsfugas de la Revolución, y terminó
diciendo que "Calles y sus partidarios no constituían ningún problema para el país".
(El 7 de abril de 1936, es dinamitado el tren México-Veracruz en la estación Paso
del Macho; se culpa de ello a los elementos callistas y como consecuencia.
Cardenas ordena el destierro de Luis N. Morones, Luis L. León, Melchor Ortega y
Plutarco Elias Calles, las cuales abandonan el país rumbo a Estados Unidos, el 10 de
abril de 1936, dándose así por concluida la crisis burguesa del régimen cardenista.
N. del A.)

De esta forma, la amenaza callista sirvió indirectamente para estimular a los


trabajado res y sus diversas organizaciones hacia el apoyo y respaldo de la política
de un gobierno que se reclamaba partidario de los intereses obreros y campesinos,
pero que en la práctica solo perseguía corno principal finalidad, agilizar el desarrollo
de la economía mexicana sin abandonar el marco estructural del sistema capitalista

Uno de los ejes políticos de la campaña electoral de Cárdenas fue el de impulsar un


frente Único de los trabajadores, de tal forma que las movilizaciones obreras de
1935, así como los esfuerzos del CNDP, tenían como perspectiva inmediata la
creación de una organización sindical que aglutinara a todos los sectores del
proletariado nacional, pero, sobre todo, que sirviera de base de sustentación a la
serie de acciones reformistas que el régimen impulsaba en todo el país.

El potencial de las masas en pleno movimiento fue encauzado de manera


institucional. Así, con esta perspectiva, el CNDP convoca a un Congreso de Unidad a
celebrarse en febrero de 1936.

En forma paralela, la CGOCM efectuó entre el 17 y el 20 del mismo mes su segundo


Congreso, en el cual acordó disolverse con le finalidad de incorporar sus efectivos a
la nueva central que estaba en proceso de formación.

Al congreso constitutivo de la Confederación de Trabajadores de México (CTM),


asistieron más de 4 mil delegados, los que representaban a un número aproximado
de 600 mil obreros.25 Sin embargo, desde un principio, la política oportunista de
Lombardo y los "Cinco lobitos" empezó a chocar con los militantes del PCM, así
como con los integrantes de los sindicatos independientes. El problema Inicial fue la
repartición de las carteras en el Comité Ejecutivo. Cuando se toco lo relativo a la
Secretaría general, solo existió una débil oposición de Alfredo Navarrete a la
candidatura de Vicente Lombardo Toledano. Pero, donde la discrepancia se agudizó
fue en el nombramiento para ocupar el importante cargo de secretario de
Organización. Propaganda y Acuerdos, pues los miembros de la CSUM proponían
a Francisco Breña Alvírez, quien decliné a favor de Miguel Angel Velasco, dirigente
del PCM. Ante esto la CGOCM, de Lombrado fiel a su tradición, oportunista
aprendida en sus largos años de militancia en la CROM, exigió la cartera de
Organización para Fidel Velazquez, pues ésta Posición Clave en la nueva central
permitiría controlar a la militancia real de la incipiente, confederación obrera.

Ante la duplicidad de candidaturas se decide consultar a las organizaciones que


habían constituido el CNDP y de manera sorprendente el Sindicato Mexicano de
Electricistas el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, el Sindicato Industrial de
Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, la Cámara Nacional de Comercio, el Sindicato
de Trabajadores Petroleros la Alianza de Tranviarios, la Confederación Nacional de
Trabajadores de la Enseñanza y el Sindicato de Trabajadores de Artes Graficas dan
su apoyo al candidato comunista, Miguel Ángel Velasco; solo la CGOCM, votó a
favor del discípulo de Lombardo Toledano.

La presión que ejercieron Lombardo y sus aliados sobre los -militantes—del PCM,
así como los continuos llamados a no romper la unidad de la central en gestación,
pero también la proclividad de la dirigencia comunista llegar a compromisos con la
fracción de Lombardo y socios, los hizo aceptar las carteras de Acción Campesina y
la de Educación, dejando en poder de Fidel Velázquez la de Organización.

Esta medida fue de gran trascendencia pues dicho cargo le dio una proyección nació
nal al exdirigente de los lecheros del Distrito Federal

No obstante que la oposición a Fidel Velazquez predominaba en el congreso


constituyente de la CTM, esta organización lo incluyo en su primer Comité Ejecutivo
Nacional que estuvo integrado por Vicente Lombardo Toledano, secretario general:
Juan Gutiérrez secretario del trabajo y conflictos; Fidel Velazquez., secretario de
organización, propaganda y acuerdos; Carlos Samaniego, secretario de finanzas;
Pedro A. Morales, secretario de Acción Campesina; Francisco Zamora, secretario de
estudios técnicos; Miguel Ángel Velasco, Secretario de educación y problemas
culturales.

El lema de la naciente institución proletaria fue "por una sociedad sin clases" y
planteaba como táctica de lucha: la "alianza de la clase obrera con los campesinos
y con todos los sectores democráticos susceptibles de actuar en “común". Este
criterio daba vigencia a la posibilidad de amplios acuerdos con los sectores de la
burguesía nacional y extranjera, que en esa etapa mostraban actitudes favorables a
realizar .algunas reformas de carácter económico y social, pero, en la política,
limitaron la capacidad de acción de los contingentes proletarios, y dio
posibilidades a la camarilla de Lombardo Toledano a acrecentar su poder, en la
medida que, suspendió el movimiento obrero organizado a los intereses del Estado
burgués mexicano.

III. El agrarismo, aspecto fundamental régimen cardenista

Un eje prioritario de la campaña electoral del generall Cardenas fue proponer una
serie de soluciones al problema agrario, incluso se comprometió a impulsar los
mecanismos necesarios para que, en los dos primeros años de su gestión, se
resolviera Ia conflictiva situación prevaleciente en el campo mexicano.

El Impulso a la transformación del agro mexicano fue de tal intensidad que,


mientras en 1930 sólo el 13% de' total de las explotaciones agrícolas estaban
constituidas por ejidos al término del régimen cardenista. esta forma organizativa
ocupaba ya el 47% de las mismas Un dato revelador del profundo efecto
socioeconómico es el siguiente hacia 1940 el 50% de la población rural se había
encuadrado dentro de la estructura ejidal.

La política gubernamental consideraba de vital importancia la creacion de


cooperativas agrícolas, que servirían, según su puntos de vista, para estimular e l
desarrollo del mercado Interno e independizar al campesino del trabajo
remunerado en las haciendas, así como para mejorar las condiciones de visa del
trabajador agrícola.

Sin embargo, estas Iniciativas dejaban traslucir la dualidad de Intereses del Estado
Mexicano, ya que, por un lado, Impulsaba sistemas de producción parecidos al
koljos soviéticos y, por el otro, garantizaba legalmente la existencia de pequeñas
explotaciones inafectables, que podían abarcar una extensión de hasta 150
hectáreas.

Las antiguas haciendas, que insistían en conservar modelos de producción


semifeudales, se vieron obligadas a transformarse de manera vertiginosa en
cultivadores capitalistas; además, gran número de latifundistas, ante el avance de
la reforma agraria, fraccionaron sus propiedades y las vendieron a presta nombres,
De esa manera conservaron en la práctica la unidad de producción hacendaria.

Paradójicamente, la pequeña propiedad Inalienable creció vigorosamente durante el


sexenio cardenista, pues de 610 mil unidades inafectables que existían en 1930
ascendieron a1 millón 211 mil en 1940.

Las duras leyes del sistema capitalista condenaron al fracaso a la mayoría de los
ejidos, sus poseedores se enfrentaron a las condiciones violentas de un mercado
interno dominado por la ley de la oferta y la demanda; los, créditos -no obstante
que el Estado instituyó el Banco de Crédito Ejidal- sólo beneficiaban a un 10% del
total de los ejidatarios, lo que obligó a muchos de sus integrantes a rentar de
manera disimulada sus tierras, así como acudir a las haciendas vecinas a vender su
fuerza de trabajo, porque el producto de la parcela no alcanzaba a cubrir las más
elementales necesidades.

Además, en la práctica, la organización interna de los ejidatarios los unció al carro


estatal, pues los comisariados ejidales dependían de manera predominante, no de
Sus asambleas, sino del gobierno federal y de caciques locales.

También las leyes que preveían la dotación de ejidos, así como los pasos que se
debían cumplir para el otorgamiento de áreas cultivables, se convirtieron en un
subterfugio legaloide a la justa insurgencia de los campesinos que aspiraban a
tener tierra. De esto manera, el ejido cardenista se convirtió con el tiempo en uno
de los principales organismos de control por parte del Estado.

a) Las organizaciones campesinas en la etapa cardenista

Antes de iniciarse el régimen del general Lázaro Cárdenas, tres organizaciones


campesinas destacaban en el ámbito nacional, la lombardista (CGOCM) la CCM. de
Graciano Sánchez y la Liga Nacional Campesina "Ursulo Galván".

De estas agrupaciones campesinas la más consolidada era la CCM y que controlaba


a comunidades agrarias de Tlaxcala, Michoacán, Chihuahua, México, San Luis Potosí
y Tamaulipas. Su fuerza política emanaba de haber sido la primera organización
que Impulso de manera pública la candidatura a la presidencia del divisionario
michoacano

Una vez iniciado el sexenio cardenista, los nexos del presidente con los campesinos
se estrecharon; en sus declaraciones reiteraba su apoyo a los sectores agrarios,
quienes "lo sostenían en el presente y lo defenderían en el futuro". Estos conceptos
vertidos por el primer Jefe de la Nación servían para atraer toda una comente de
simpatía, de parte de la mayoría de los habitantes del campo. Incluso llevó a la
práctica, aunque de manera parcial, su célebre promesa de que entregaría los
máuseres a los campesinos para que con ellos defendieran "la Revolución, el ejido y
la escuela". Así, al finalizar su periodo gubernamental, la reserva rural estaba
integrada por 60 mil hombres armados.31

No siempre estas agrupaciones militares campesinas servían para los fines que
fueron creadas: en ocasiones fungían como instrumentos de los propios caciques y
hacendados, quienes las utilizaban como verdaderas fuerzas de choque contra los
trabajadores agrarios solicitantes de tierra- Tal fue el caso de Saturnino Cedillo,
que logró tener bajo su control a gran número de rurales, con los que se dedicó a
perseguir a la insurgencia agraria del estado de San Luis Potosí.

Al mismo tiempo, el régimen cardenista nunca aprobó la posibilidad de una alianza


entre los trabajadores del campo y de la ciudad, por el peligro potencial de que"
ésta rebasara, la capacidad de control que el Estado fuera capaz de desplegar.

El gobierno impulso y estimuló la creación de la CTM. pero se opuso decididamente


a que los trabajadores agrarios se unieran en una sola organización con el
proletariado urbano, Cárdenas -con la finalidad de impedir esa fusión-
argumentaba que la distribución de las tierras, el crédito, la organización de los
campesinos en unidades colectivas autosuficientes, así como el posterior desarrollo
de la producción agrícola, sería responsabilidad específica del gobierno
revolucionario y que por lo tanto, era el único que podía sugerir y aprobar lo
conducente para constituir agrupaciones de campesinos.

Acorde con este criterio, sobre todo por la manifiesta incapacidad de las
organizaciones existentes para llevar a buen fin la unidad orgánica de los
trabajadores del campo, el gobierno cardenista expidió un decreto el 9 de junio de
1935, en el que autorizó a partido oficial (PNR), para que impulsara la unificación
del campesinado, pues si no se avanzaba en este punto, la reforma agraria se
vería obstaculizada en su cumplimiento.

Meses después, en junio de 1936, Emilio Portes Gil, presidente del Comité Ejecutivo
Nacional del PNR, informó de la existencia de 14 ligas de comunidades agrarias en
el país. A finales de 1937, Silvano Barba González que sustituyó en el cargo a
Pones Gil, anuncia la creación de otras 14 organizaciones campesinas en la
Republica.

Finalmente, e1 28 de agosto de 1938 en la ciudad de México, se fundó la


Confederación Nacional Campesina con la representación de 37 ligas de
comunidades agrarias, así como varios sindicatos Campesinos En Este acto, los
gremios de azucareros, henequeneros y algodoneros, que pertenecían a la CTM
abandonaron la CTM y se unieron a la naciente CNC. Estar organización eligió
como su primer secretario general al profesor Graciano Sánchez, cuyo Comité
Ejecutivo Nacional fue reconocido de inmediato reconocido por el gobierno.

Las organizaciones del campesinado, tanto en los ejidos como en la CNC, desde sus
orígenes nacieron supeditadas al PNR, y luego al PRM; y por consiguiente a los
interés del Estado capitalista.

b) Les principales repartos agrarios

La dualidad del gobierno cardenista lo llevó a radicalizar su política agraria en


algunas regiones del país: lugares en los que incluso el choque con los intereses
económicos trasnacionales se volvió en ocasiones violento, pero la actitud del
régimen de Lázaro Cárdenas fue la de brindar apoyo amplio a los sectores
Campesinos en la lucha, sin dejar de buscar la conciliación de las clases sociales en
pugna.
Entre las principales confrontaciones por la posesión de la tierra destacaron las
siguientes:

La Laguna: En esta región de Coahuila, las inversiones de las compañías


estadounidenses Tlahualillo y Purcell Co .habían convertido la zona en un emporio
algodonero y triguero, Las comunicaciones y las obras de irrigación emprendidas
"atrajeron a miles de campesinos de la República que solicitaban empleos

Las innovaciones tecnológicas y la sobre producción facilitaron a los dueños de las


compañías extranjeras y de las haciendas, el platear la expulsión de 15 000 familias
y conservar únicamente a sus tradicionales peones acasillados, con sus exiguos
salarios

Ante la agresión a los trabajadores laguneros, el PCM, funda la Federación Regional


Trabajadores afiliada a la CTM. Dicha representación sostuvo el argumento de que
si no se aceptaba aumentar los salarios y firmar el contrato colectivo de trabajo, la
tierra debería de ser repartida entre los campesinos de esa zona.

Una característica peculiar el conflicto de la Laguna, fue que en un principio la


lucha de los trabajadores agrarios estaba orientada hacia la obtención de un
mejor salario y no como aspirantes a poseer tierra.

El conflicto en campo estalla, el gobierno cardenista apoya incluso con el ejercito a


los Jornaleros y, finalmente, y noviembre de 1936 el régimen inicia la expropiación
y reparto de la tierra que afecto a 128 00 has de riego y temporal en beneficio de
34mil 734 labriegos. Estos, organizaron 185 ejidos a los que se otorgó crédito de
inmediato.

Yucatán: En el estado los, Intereses económicos de los hacendados henequeneros,


coincidían col los postulados anarquistas de la CGT los dos sectores se oponían a la
aplicación de la reforma agraria en su región; Incluso los actos públicos de la CTM
fueron atacados con violencia.

Esta resistencia de los grandes propietarios a perder sus tierras y con ello sus
privilegios. obligó a presentar una abierta oposición a la política del gobierno
federal.

No obstante la reiterada rebeldía de la burguesía agraria yucateca el 8 de agosto de


1937, un decreto presidencial ordenó que pasaban a poder de los campesinos la
mayoría de los terrenos de las zonas henequeneras. Así el 80% de las tierras
cultivables, el 74% de tos terrenos en explotación y el 97% de las superficies sin
cultivar pasaron al poder de los ejidatarios; pero una vez más sobresalió la dualidad
de intereses del Estado mexicano, quien en su afán conciliador dejo en poder de los
hacendados además de las mejores tierras, todo el equipo y maquinaria de
desfibración del henequén, con lo que la "casta divina", prosiguió con el monopolio
de la producción.

Lombardia y Nueva Italia: El italiano Dante Cussi había creado la compañía


Negociación Agrícola del valle del Marques, cuya extensión era de 29 000 Has., que
comprendían dos grandes haciendas de Michoacán, en Lombardia y Nueva Italia

Los jornaleros de esta empresa habían obtenido gracias a su combatividad


demostrada a partir de 1933, un aumento del 25% en sus salarios, así como el
reconocimiento de su sindicato pero el hacendado extranjero de manera paulatina
anulaba aquellas conquistas sociales.
Los campesinos reiniciaron su lucha y lograron a fines de 1938 que cerca de 2 000
peones acasillados pasaran a la condición de ejidatarios. Acción que conntó con el
más amplio respaldo político y económico del gobierno Cardenista.

Valle de Mexicali: las 35 mil 235 hectáreas del Valle de Mexícali, Baja California
Norte, fueron Concesionadas por el régimen del Porfiriato a la Colorado River Larnd
Co. empresa que durante muchos años impulsó la contratación de jornaleros
chinos, hindúes, japoneses y de otras nacionalidades, con la finalidad da que los
trabajadores mexicanos estuvieran en minoría y no se organizaran para "exigir"
mejores salarios. De igual modo esta táctica les permitía sentirse a salvo del
reparto agrario.

La inconformidad campesina había crecido de manera notoria y el 27 de enero de


1937 un grupo de labriegos dirigido por Hipólito Renteria, Ignacio Sánchez y
Francisco Contreras Invadieron tierras propiedad de la empresa estadounidense.
Los líderes fueron encarcelados, pero ante la presión de los miles de trabajadores
agrícolas y el apoyo de la CTM, el régimen de Cárdenas se vio obligado a ordenar
su liberación y decretar la suspensión del contrato existente con la Colorado River
Lard Co. Finalmente en diciembre de 1937. se organizaron 44 ejidos dotados con
90 mil 500 hectáreas. De manera simultaneare, entregaron 60 mil 460 hectáreas a
pequeños propietarios y colonos agrícolas, los cuales pronto tuvieron graves
conflictos con los ejidatarios, porque en la práctica enfrentaban dos concepciones
diferentes de obtener la producción y comercialización de las cosechas agrícolas.

El Mante: En esta región tamaulipeca el principal conflicto fue despojar a los


partidarios de Calles, entre los que destacaba Aarón Sáenz, quien tenia una
importante participación en los destinos de la Compartía Azucarera El Mante.

La expropiación dictada contra esta empresa en 1938, tuvo como finalidad


inmediata el terminar con las últimas posiciones de poder que aun conservaban los
políticos del máximato El ingenio y las tierras de El Mante, se entregaron a los
obreros y campesinos de la región, quienes de inmediato iniciaron el proceso
productivo en forma cooperativa con participación estatal.

Los Mochis: En esta zona agrícola la United Sugar Co., captaba la producción de las
haciendas diseminadas por el valle que eran propiedad de latifundistas destacados.

Ante el impetuoso avance de la reforma agraria, los Jornaleros se agruparon en la


Unión de obreros y Campesinos del Norte de Sinaloa afiliada a la CTM, quienes
solicitaban al régimen cardenista la expropiación de las haciendas y del ingenio
propiedad de estadounidenses.

La solución que adopta el gobierno mexicano es ambigua, por un lado reparte las
tierras a los campesinos en calidad de ejidatarios, quienes crean la Sociedad de
Interes Colectivo Agrícola Ejidal (SICAE) y por otro permite que permanezca en
poder del capital extranjero el ingenio. Ante esta medida los obreros que laboraban
en la empresa norteamericana se organizan en la sección 12 del Sindicato de
Trabajadores de la Industria Azucarera.

La solución conciliadora que adoptó el régimen, en la práctica convirtió a los


ejidatarios en peones de la United Sugar Co., pero sin contrato colectivo.

Valle de El Yaqui: los jornaleros sonorenses asesorados por el gobierno integraron


sociedades colectivas de crédito ejidal con 2500 miembros que en un principio se
afiliaron a la CTM y, posteriormente, se incorporaron a la CNC. 36
El Soconusco;- La mayoría de las haciendas de esta región del Soconusco, eran
propiedad de alemanes, las cuales fueron expropiadas durante el sexenio
Cardenista, por su parte, los indígenas chamulas y trabajadores guatemaltecos
inmigrantes se organizaron en un sindicato que contaba con una membresía 8500 y
que integraron a la CTM

Sin embargo, una vez más el régimen Cardenista trató de mediar los intereses en
pugna y otorgó a los hacendados el derecho a conservar la propiedad sobre 300
has., así como retener su maquinaria, plantas eléctricas, herramientas y otros
implementos de trabajo; con esta medida los ejidatarios se ven obligados a alquilar
ese equipo a los terratenientes además de venderles sus cosechas, conservándose
en la practica los monopolios café taleros que se pretendieron destruir con las
medidas gubernamentales.

De tal forma que, en Chiapas, la reforma agraria perjudicó con el tiempo al sector
campesino de esa región.

En resumen se puede afirmar que la Política agraria del sexenio cardenista, dotó al
gobierno de una base de apoyo social, que mostraría su efectividad militante en los
regímenes posteriores, sin embargo, su trascendencia histórica y social forma parte
actuante histórica y social forma parte actuante de la realidad del país

c.) El reparto agrario, una realidad cardenista

El periodo de 1934 a 1940, tuvo como eje aglutinador el reparto de tierras, la


actividad desplegada por las comisiones agrarias superó con mucho a los
-gobiernos que antecedieron- al régimen Cardenista, las estadísticas de esta
sorprendente política asi lo demuestran:

Presidente Final de su Duración en meses Total de hectáreas


mandato distribuidas

V. CarranZa 21/V/1920 66.5 167936


A. De la Huerta 30/XI/1920 6.0 33696
A. Obregón 30/XI/1924 48.0 1100117
P. E. Calles 30/XI/1928 48.0 2 972876
C. Portes Gil 4/II/19.30 14.1 1 707750
P. Ortíz Rubio 3/IX/1932 30.8 944538
A. Rodríguez 29/XI/1934 27.0 790694
L. Cardenas 29/XI/1940 72.0 17 506429

De los datos anteriores .se deduce lo siguiente: el número de meses que


gobernaron los presidentes de Venustiano Carranza hasta Abelardo Rodríguez fue
de 240.4, lo que rebasa con mucho el tiempo que Lázaro Cárdenas lo ejerció solo
en 12 meses, esta simple diferencia da un indicador de la verdadera pasión por
repartir tierra que desplegó la política gubernamental, las administraciones
postrevolucionarias otorgaron en conjunto a los trabajadores agrarios 7 millones
717 mil 607 ha, y solo el sexenio de mandatario michoacano entrego 17 millones
906 mil 429 ha. Los números son elocuentes la dotación se llevo acabo de la
siguiente manera

Año Numero de beneficiados Superficie entregada


1935 178995 2900226
1936 198878 3303787
1937 184457 5016312
1938 115014 3206772
1939 65976 1746890
1940 71818 1716581

En el periodo cardenista se dio a cada solicitante de tierra 5.75 has. lo que


contrastaba con la pequeña propiedad inalienable que podía llegar hasta 150 has. ,
además no siempre las tierras eran repartidas eran de riego, ya que estas por lo
general quedaban comprendidas en aquellos lotes inafectables que los hacendados
habían reservado pasa sí, conforme a la ley.

Al no llevarse hasta las ultimas consecuencias la política de dotación de tierras a los


ejidatarios -en los últimos tres años del régimen cardenista, la repartición de
tierras se vio frenada sobre todo a causa de las represiones internas y externas que
llevaba acabo el imperialismo con la ayuda de la burguesía nativa- lo único que se
logro fue que los partidarios de una reforma acorde con las necesidades del gran
capital vieran satisfechas sus expectativas, debido a la introducción de cambios en
el agro mexicano, sobre todo en los años siguientes.

No obstante el énfasis que se imprimió a la política agraria, al finalizar el sexenio,


en 1940, el gobierno acepto que México continuaba "siendo por la concentración de
la propiedad, un país esencialmente latifundista....y que por lo tanto, se podía
caracterizar como latifundista el régimen de propiedad imperante en la República"

IV. El auge de las luchas proletarias en el sexenio cardenista

El desarrollo del capitalismo durante el periodo que abarcó la administración del


genera Lázaro Cárdenas, requerían la toma de medidas políticas que impulsaran la
producción del campo, como en los sectores industriales por eso se impugnó de
manera tenaz la existencia de latifundios que entorpecían el rendimiento agrario;
con el mismo propósito se impulsó el establecimiento de empresas con capital
foráneo e interno, que acrecentaron el desarrollo estructural del sistema económico
dominante en la Nación

Entre los principales impedimentos a los que se enfrentó el crecimiento de las


fuerzas productivas en esta etapa, figuraron las pugnas intergremiales de los
diferentes sectores obreros que colocaban de manera prioritaria sus diferencias y
dejaban en segundo terminó su organización sindical

Cárdenas insistió desde su campaña electoral en la necesidad de que el proletario


mexicano se uniera en una sola federación, ya que argumentaba, de esta manera
sería posible obtener con facilidad las demandas que los sectores obreros
reclamaban con mayor énfasis, tales como salario mínimo, habitación higiénica,
seguro de vida, contrato colectivo indemnización jubilación y otras.

Con esta política impulsada por el gobierno, los trabajadores mexicanos fueron
organizados "desde arriba", principal razón para que las agrupaciones obreras que
surgieron o se consolidaron durante este periodo, enfocaron sus mejores esfuerzos
a mantener la estabilidad política y económica que el estado burgués requería para
su desarrollo capitalista.

El impulso que se dio a las organizaciones de masas durante el cardenismo nunca


rebasó el control del Estado y sólo en algunos casos se le imprimió a las luchas un
carácter político, pues la gran mayoría de los movimientos huelguisticos de esa
etapa se rigieron por el economicismo y siempre estuvieron supeditadas a las
centrales obreras adictas al régimen (CTM, CGT, CROM) o en algunos casos al
partido oficial (PNR).
La transformación económica y política del país, por ningún motivo fue conducida
por el gobierno cardenista hacia el establecimiento del modo de producción
socialista, aunque esta idea fue introducida en forma tendenciosa por algunos
dirigentes como Vicente Lombardo Toledano; este razonamiento de tendencia
demagógica encontró auditorio receptivo en amplios sectores obreros, que sin duda
no habían tenido oportunidad de estudiar a fondo lo que implicaba establecer
nuevas relaciones sociales, políticas y de producción en el ámbito nacional,
conocimiento que de haberlo tenido, habría llevado a estos grupos de asalariados a
la conclusión de que el régimen cardenista no impulsaba la instauración del sistema
socialista en nuestro país.

Sin embargo, esta táctica política rindió sus frutos, pues numerosos contingentes
de obreros industriales apoyaron de manera franca al régimen del general Lázaro
Cárdenas

En suma lo que la dirigente michoacano le interesaba era fortalecer el estado


surgido del movimiento armado revolucionario, convertirlo en una potencia social,
que fuera capaz de llevar a buen termino las transformaciones que el país requería,
con la finalidad de consolidar los postulados sociales implícitos en la constitución de
1917, y esto solo se lograría "unificando y organizando a las masas bajo la
dirección del propio estado".

Con esta política de control obrero el régimen cardenista se enfrento a los sectores
burgueses que se oponían al los cambios que la nación precisaba, de tal forma que
las luchas y movilizaciones de asalariados la mayoría de las veces estuvieron
respaldadas por el estado y, en la practica el proletariado organizado del pais se
erigio como el principal impulsor de las medidas reformistas que el gobierno se
empeñaba en realizar, dentro de la visión histórica de promover en capitalismo
vigoroso que se convirtiera en base de apoyo de la burguesía nativa.

a) el conflicto de la vidriera de Monterrey

La potente burguesía regiomontana había creado en unión con dirigentes pro-


empresariales, la Federación de Sindicatos Independientes de Nuevo León (FSINL),
organización seudo proletaria que funcionaba con estrecha colaboración con los
dueños de los medios de producción; inclusive los lideres de los asalariados de
Monterrey, se jactaban sin rubor porque desde la fundación del organismos de
trabajadores no se habífa declarado ningún paro de labores.

En febrero de 1936, los obreros de la Vidriera de Monterrey emplazaron a huelga a


la empresa, tras haber logrado fundar su sindicato. La naciente organización era de
clara tendencia democrática y su línea político-sindical chocaba con la cotidiana
corrupción que imperaba en la FSINL: entre las principales exigencias de los
asalariados estaban: el reconocimiento de su organización laboral el pago del
séptimo dia 44 y la revisión anticipada del contrato colectivo de trabajo que vencía
en 1937 45

La familia Garza Sada principal accionista de la fabrica, al enterarse de que el


movimiento huelguístico había sido declarado legal, impulso una reunión urgente
de los sectores burgueses mas influyentes con la finalidad de enfrentarse a las
disposiciones laborales del gobierno local.

Consecuentemente el 5 de febrero de 1936, los industriales regiomontanos


convocaron a una manifestación de repudio a la junta de Conciliación y Arbitraje
que había declarado la existencia legal de la huelga; en este acto una de las
consignas que más se corearon fue la destitución de las autoridades estatales que
encabezaba el gobernador Morales Sánchez.

En aquella jornada reaccionaria de la clase patronal se vio "ondear en los


establecimientos industriales y comerciales, así como en casas particulares, la
bandera de las tres garantías indicando que la población repudiaba al comunismo
del Centro Patronal de Monterrey impuso -además- entre sus socios el uso de los
colores nacionales en las solapas".

Con estas medidas pensaban desatar todo un sentimiento anticomunista en amplias


capas de la población. (La escalada antiobrera del clero católico y del patronal
regiomontana, asumió características de franco enfrentamiento así lo refleja la
propaganda repartida en esos días "Alerta cristianos" La ACJM Sociedad de Damas
Católicas y el Supremo Consejo de Caballeros de Colon, recuerda a sus asociados la
obligación de definirse y de asistir a la manifestación en defensa de nuestra santa
religión y contra los ataques de los herejes y ateos movidos por el ORO RUSO se
verificará el día 5 de Febrero. No temas regiomontano. Lucha en contra de los
comunistas que no creen en Dios, ellos están condenados a morir por las acciones
de la justicia eterna, ¡Salvemos a nuestros hijos!.)

En el acto marcharon unidos los comercites, "las damas de sociedad", los dueños
de empresas, banqueros, la Acción Cívica Nacionalista y los obligados obreros de la
FSINL. Como muestra de solidaridad con estas acciones los integrantes del sector
burgués norteño amenazaban con realizar un paro nacional, si la política
gubernamental seguía apoyando los emplazamientos huelguísticos. De inmediato el
Comité Nacional de Defensa Proletaria comisiono a Valentín Campa, dirigente de la
CSUM y al secretario general de sindicato minero metalúrgico Agustín Guzmán,
para que se que se trasladaran a la ciudad norteña e iniciara la lucha contra la
ofensiva fascista que contaba además con el beneplácito del clero católico
regiomontano (47)

El apoyo que de brindo a los trabajadores de la Vidriera fue nacional. Los militares
de la CGOCM, organismo al que se habían afiliado los obreros en huelga,
desarrollaron una gran actividad de solidaridad; la central exigió al gobierno una
respuesta inmediata que detuviera el avance de los que llamaron "burguesía
reaccionaria". Ante esto, el Presidente de la Republica se dirigió a Monterrey, lugar
donde declaro su posición favorable a los trabajadores e incluso condenó a los
grupos burgueses pro fascistas, que habían proliferado de manera notoria en ese
populoso centro urbano industrial (48)

Las masas obreras decidieron demostrar su fuerza y el 10 de febrero, realizaron


una manifestación en la que participaron más de 20000 asalariados. Encabezaban
la marcha los dirigentes nacionales de la CGOCM y del CNDP. Cárdenas contemplo
desde un balcón del palacio de gobierno el paso de los contingentes obreros; en ese
acto “las banderas nacional y rojinegra desfilaron juntas…. De igual forma se
entonaron los himnos nacional e internacional (49); después el presidente reitero
su apoyo a los obreros en lucha y su llamado a que se unificaran los trabajadores
de toda la Nación. Este ideal político de la pequeña burguesía radical pronto se
vería cristalizado; efectivamente días después de estas declaraciones se fundo la
CTM en la Ciudad de México.

El ideario del dirigente michoacano ante la problemática obrera quedó plasmado en


un documento dado a conocer en Monterrey y que fue una respuesta del gobierno
federal a los empresarios. Contenía catorce puntos y en ellos se planteaba lo
siguiente: necesidad de establecer la cooperación entre el régimen y los factores
que intervienen en la producción; ratificaban su propuesta de crear la central única
de trabajadores industriales; afirmaba el principio de que el estado era el único
arbitro y regulador de la vida social: aseguraba que las demandas obreras serian
planteadas dentro del margen de las posibilidades económicas de las empresas;
negaban la facultad que se había abrogado los dueños del capital de participaren
las organizaciones sindicales de los obreros; recomendaba a la burguesía industrial
que ejerciera su derecho a constituirse en una asociación patronal nacional;
aclaraba que las agitaciones sociales se debían a necesidades y aspiraciones de las
masas trabajadoras y no de pequeños grupos de comunistas cuya “acción en
México –decían- no compromete la estabilidad de nuestras instituciones”, además
planteaba que más daño hacían a la nación los fanáticos que se oponían a la
Revolución.. Terminaba el documento con la sentencia: “los empresarios que se
sientan fatigados por su lucha social, pueden entregar a sus industrias a los obreros
o al gobierno. Esto seria patriótico el paro no. (50)

El conflicto en la vidriera de Monterrey sirvió para que el presidente aprovechara la


oportunidad de hacer públicos los principales lineamientos de su política laboral,
sobretodo enfatizo especialmente en que estas medidas tenían el propósito de
beneficiar al Estado y que por lo tanto no habría retrocesos en las relaciones
obrero-patronales que se impulsaban.

En un lapso relativamente corto, esta burguesía -aparentemente derrotada – que


tanto se opuso a la política de reformas impulsada por el régimen cardenista, se
convertiría en un principio promotora, pues poco tiempo después los rendimientos
inmediatos del afianzamientos del capitalismos en México así lo recomendaron e
impusieron.

b) la huelga del Sindicato Mexicano de Electricistas

El gobierno de Venustiano Carranza había demostrado, el 1916, que la burguesía


nacional no estaba dispuesta a otorgar a los trabajadores electricistas concesiones
políticas ni economistas que fueran del menoscabo del dominio que el Estado
mexicano había logrado consolidar sobre las organizaciones proletarias.

Después de la dura represión sufrida por el SME, a manos del ejército


constitucionalista, había ido conformándose toda una tradición de lucha y
resistencia democrática entro los asalariados de la Mexican Light Co.

El SME, sindicato cuyos orígenes se remontaban a la Casa del Obrero Mundial,


decide el 20 de febrero de 1936 demandar la revisión del contrato colectivo de
trabajo.

Los dirigentes de la empresa –ingleses y canadienses – aceptaron iniciar las


pláticas con los representantes electricistas. El 16 de marzo se estableció la
Asamblea General Legislativa del SME, la que acordó presentar un proyecto de
contrato que planteaba entre otras cosas la jornada laboral de 42, 29 y 36 horas
para turnos matutino, mixto y nocturno, respectivamente; que no se despidiera a
los trabajadores incumplidos y que en todo caso, se les bajara de categoría si su
falta lo ameritaba, vacaciones anuales de acuerdo a la antigüedad; jubilaciones e
indemnizaciones por accidentes de trabajo; exclusividad en la contratación de
personal; aumento de salarios; servicio médico; fondo de ahorro y otras
reivindicaciones de carácter general.

El total de las demandas presentadas por los trabajadores electricistas, equivalían


aproximadamente a 13 días de ingresos de la empresa lo que solo representaba el
35% de las ganancias totales de Mexican Light Co. en el año 1935. (51)
No obstante lo moderado de las reivindicaciones presentadas por el SME, la
administración de la compañía extranjera se negó a conceder las peticiones e inicio
toda una campaña periodística en contra de los trabajadores electricistas.

De inmediato, el SME solicito la solidaridad de la CTM y de otras agrupaciones


laborales. Asimismo, los militares sindicales se dieron a la tarea de explicarle al
pueblo los motivos de su lucha, la respuesta fue positiva, amplios sectores
participaron en mítines y marchas de apoyo a las acciones emprendidas por los
electricistas; pronto el conflicto adquirió dimensiones de “una lucha general entre la
clase de los empresarios y la clase de los trabajadores”

Los obreros del SME retardaron en varias ocasiones el estallido de la huelga – 30 de


abril, 30 de mayo y 15 de junio -, con la finalidad de llegar a concertar acuerdos
con los representantes de la compañía trasnacional, incluso acudieron a dos
entrevistas con el general Cárdenas quien los insto a realizar su máximo esfuerzo
para evitar el paro de labores. Sin embargo, las pláticas nos prosperaron, pues la
empresa sólo concedía 600 000 pesos anuales de aumento, lo que contrariaba la
exigencia que era de 980 000 pesos (53)

Así el 16 de julio de 1936 se inicio, una de las huelgas más importantes de esta
etapa, cuya principal característica fue la demostración de la existencia de un
profundo sentimiento antiimperialista en el movimiento obrero organizado.

De inmediato las posiciones más conservadoras inmersas en el gobierno cardenista


se pronunciaron, por voz de Emilio Portes Gil, en contra del movimiento
huelguístico y urgían al Presidente de la República para que intervinieran en el
conflicto y detuvieran lo que a su juicio era la dañina agitación obrera, que
perjudicaba la marcha democrática del país. (54)

La ofensiva que los enemigos del sindicalismo insurgente trataban de impulsar, no


logro el apoyo del gobierno federal. Este, por el contrario, declaró legal el 17 de
julio, a través de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, la huelga de los
obreros electricistas.

La solidaridad del pueblo con los trabajadores del SME no se hizo esperar y el 19 de
julio marcharon unidos los contingentes de la CTM y amplios sectores urbanos y
campesinos; la actitud antiimperialista asumida por el proletariado mexicano
tomaba forma en una consigna que coreaba la mayoría de los manifestantes y que
consistía en la exigencia al régimen cardenista de que nacionalizara las empresas
extranjeras. (55)

La disposición que la patronal durante el conflicto electricista consistió en presionar


al Estado, a los obreros y al pueblo en general, de diversas maneras, como por
ejemplo negarse a pagar los sueldos de aquellos asalariados que holgaban debido a
que sus funciones laborales estaban ligadas al fluido eléctrico, con esto pensaban
enfrentarlos a los sindicalistas del SME; también los hospitales privados pusieron
gran énfasis en los daños que la huelga les acarreaba.

Como propuesta a tales posiciones demagógicas, los obreros electricistas,


respondieron que se dotaría de corriente, con la única condición de que el servicio
otorgado por los sanatorios particulares fuera gratuito; como es lógico suponer los
empresarios de la medicina privada no aceptaron la oferta del SME. También los
dueños de pasteurizadotas impulsaron la campaña contraria al movimiento
huelguístico, sobre todo con planteamientos de que la escasez del fluido eléctrico
afectaba la elaboración de leche y que esto redundaba de manera negativa en la
nutrición de los niños del centro del país. EL SME realizó de manera ágil una
investigación y comprobó públicamente que el costo de litro de leche era de 9
centavos y no de 198 como lo ofrecían los productores al pueblo y propuso que se
conectaría la corriente eléctrica a las empresas pasteurizadotas, si estas ofrecían su
producto a mitad de precio. La presión popular obligó a los dueños de la industria
lechera a vender su mercancía a ese costo; con esa conquista momentánea creció
la popularidad del movimiento electricista. (56)

No obstante las múltiples presiones, los militantes del SME mantuvieron la huelga y
supieron conducirla hasta la victoria total. Durante ella las fuerzas internas del
sindicato se tensaron, la disciplina de sus miembros fue notoria, su decisión de
mantener la independencia de su organización con respecto a la burocracia
cetemista y con el mismo estado fue ejemplar.

A los propietarios de la Mexican Light Co. ; no les quedo otro recurso que ceder a
todas las exigencias del SME. El 25 de julio, 10 días después de haber comenzado
la huelga, las instalaciones eléctricas reiniciaron su funcionamiento. El Comité
Ejecutivo del SME, presidido por Francisco Breña Alvírez, dio a conocer un boletín
de prensa en el que agradecía la solidaridad de la CTM, del Partido Comunista
Mexicano, del Frente Popular Mexicano y de todos los sectores que habían apoyado
y demostrado su simpatía con los huelguistas. (57)

Este victorioso movimiento se convirtió en el ejemplo más acabado de la lucha


independiente que el proletariado mexicano sostuvo durante el gobierno cardenista.

c) La nacionalización de los ferrocarriles

El 10 de enero de 1933 se constituyó el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros


de la Republica Mexicana (STFRM). Desde que se fundo, esta agrupación obrera se
distinguió por su aporte a la formación de una conciencia de clase entre los
trabajadores del país pues su carácter democrático era un ejemplo a seguir por
amplias capas de asalariados nacionales.

Este sindicato de empresas obtuvo el reconocimiento oficial el 11 de junio de 1934,


merced al laudo presidencial emitido por Abelardo Rodríguez. Posteriormente, al
iniciarse el sexenio cardenista, los ferrocarriles se convirtieron en instrumento
prioritario para lograr el desarrollo económico que requería la burguesía aglutinada
en torno al general michoacano, por esta razón se empezó a considerar como algo
factible el que todo el sistema ferroviario quedara bajo control absoluto del estado.

Los integrantes del SMFRM decidieron emplazar a huelga, para el 18 de mayo de


1936, a la administración de los ferrocarriles que se encontraban bajo un control
considerable del capital extranjero. Destacaban entre las exigencias proletarias, el
pago del séptimo día, aumento de salarios, otorgamiento de empleos de base a los
trabajadores eventuales.

Pronto la empresa manifestó su incapacidad para cubrir las exigencias de los


trabajadores debido, sobre todo, a la situación deficitaria que padecían los
ferrocarriles. Con el fin de no conceder los aumentos a las percepciones de los
trabajadores ferroviarios, la compañía argumentaba -como ejemplo de insolvencia
económica- que el simple pago del séptimo día representaba una erogación de 6
millones de pesos, cantidad que según los patrones, era imposible de pagar y en
consecuencia declaraban su incapacidad para satisfacer las otras demandas del
STFRM.
Se requirió incluso la intervención del Presidente de la República para que mediar
en el conflicto. Sin embargo, la participación con tendencia arbitral del jefe del
Ejecutivo obtuvo resultados no satisfactorios para los afiliados del STFRM.

Ante la negativa patronal el sindicato ferroviario se lanzó a la lucha, no solo por


reivindicaciones de carácter económico sino lo más sobresaliente era que este
movimiento de asalariados tenía como tinte distintivo toda una tendencia
antiimperialista.

Sin embargo, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje declaró ilegal la huelga y


el STFRM, por medio de su principal dirigente Juan Gutiérrez tuvo que aceptar el
regreso a labores con el fin de evitar la represión por parte del ejército, así como el
uso de esquiroles.

El representante ferrocarrilero reiteró en una asamblea efectuada en la Arena


Nacional que los integrantes del sindicato no habían sido derrotados por la actitud
del gobierno si no que al contrario emergía de la confrontación con un alto espíritu
de lucha y, sobre todo, con la más amplia solidaridad de extensos sectores
populares.(58)

La constante crisis de funcionalidad que padecían los ferrocarriles convenció al


presidente Cárdenas de que era urgente la nacionalización de esa empresa, así el
23 de julio de 1937 tomó esa trascendental medida que dejo en poder de la nación
todos los materiales fijos y rodantes que pertenecían a compañías trasnacionales:
el 49% del total de las acciones. En el mismo acto expropiatorio se planteo que de
manera inicial los ferrocarriles serian manejados por un organismo que dependería
directamente del poder ejecutivo.

Posteriormente, se anuncio en noviembre de 1937 que el gobierno estaba dispuesto


a ceder la administración de los ferrocarriles al STFRM; así el primero de mayo de
1938 se constituyó la Administración Obrera de los Ferrocarriles Nacionales de
México y se preservaba la personalidad jurídica del STFRM, que seguiría su lucha a
favor de sus agremiados.

Sin embargo, la bancarrota en que se encontraban los Ferrocarriles Nacionales se


constituyo en un obstáculo insalvable para la obtención de las metas
administrativas que se habían fijado los representantes de los afiliados del STFRM,
convertidos por la medida presidencial en administradores de la empresa
ferrocarrilera.

Además el material con el que funcionaban los ferrocarriles, el servicio de talleres,


las herramientas, las vías, en una palabra todo, estaba en pésimas condiciones.

Esta anómala situación de funcionalidad que existía en el sistema ferroviario y que


había sido heredada por la incipiente Administración Obrera, hacía casi imposible
cumplir con las condiciones de la nacionalización que obligaban a la recién
constituida empresa a pagar una deuda de varios millones de pesos a las
compañías trasnacionales afectadas por la medida presidencial; todo esto sin dejar
de cubrir puntualmente con el pago de sus impuestos al gobierno mexicano. Como
consecuencia lógica la gestión obrera no pudo cumplir con los compromisos
contraídos por el gobierno y los ferrocarriles siguieron funcionando de manera poco
eficaz y con una deuda que aumentaba constantemente.

Aunado a todo esto, la problemática laboral de los trabajadores ferrocarrileros no


mejoro así en cambio se volvió mas inestable, pues con la nueva situación,
derivada de la administración proletaria, las demandas sindicales de hecho no
tenían ninguna perspectiva, puesto que al frente de la empresa se encontraban
connotados dirigentes del STFRM.

Esta dualidad de funciones de los trabajadores ferrocarrileros sirvió al gobierno


cardenista para afianzar su control sobre uno de los gremios que mas
independencia de clase había demostrado desde sus orígenes. La entrega a los
obreros del riel de una empresa prácticamente en quiebra frustro los esfuerzos y
sacrificios de los trabajadores, quienes a pesar de la situación catastrófica en que
recibieron la compañía, demostraron su capacidad para dirigir en la adversidad y
bajo las innumerables presiones políticas y económicas a que se vieron sometidos
durante los 30 meses en los que controlaron la administración de los Ferrocarriles
nacionales.

Finalmente en 1940, el recién inaugurado gobierno del general Manuel Ávila


Camacho decreto la desaparición de la Administración Obrera y convirtió a los
Ferrocarriles Nacionales en Empresa descentralizada.

d) La expropiación de la Industria petrolera

Durante la administración del general Manual González, en 1884, se promulgo el


Código de Minas, en cuyo contenido se daban amplias facilidades a las empresas
transnacionales para que explotaran las riquezas del subsuelo, aunado a esto,
durante las décadas siguientes el régimen del general Díaz aplico una política de
puertas abiertas a la penetración de capital imperialista. Con estas medidas pronto
se establecieron en nuestro país filiales de los grandes consorcios financieros
trasnacionales.

En los primeros lustros del siglo XX los intereses económicos y políticos de la


Standard Oil Co. y de la Royal Dutch Shell, empresas de capital estadounidense y
anglo-holandés respectivamente, que se dedicaban a la explotación de
hidrocarburos, habían crecido de forma impresionante, sobre todo a partir de la
gran demanda que estos productos adquirieron durante y después de la Primera
Mundial.

Al promulgarse la Constitución Política de 1917, el contenido del artículo 27 fue


duramente criticado por los sectores financieros adictos a los grandes capitales
internacionales, negándose éstos de manera sistemática a reconocer el derecho de
la Nación mexicana a ser dueña originaria de las riquezas del subsuelo.

En la práctica las compañías petroleras funcionaban como un Estado dentro de otro


Estado. Ellas eran las que decidían quienes podían transitar por sus territorios y de
que manera se aplicaba la ley; la muestra de ellos es que durante el periodo de la
lucha armada -1910 a 1919 – sus actividades apenas se vieron afectadas por la ola
revolucionaria.

Durante los gobiernos de los caudillos sonorenses, así como en la etapa del
maximato, los grandes consorcios trasnacionales dejaron sentir todo su influencia y
de hecho nulificaron la posible aplicación de lo establecido en el texto del artículo
27 constitucional. Esta situación adversa obligo al general Cárdenas a plantearse
una nueva política con respecto a las compañías explotadoras de hidrocarburos,
razón por la cual adoptó una táctica diferente que consistía en apoyar y encauzar
las inquietudes de los obreros de la industria petrolera e incluso facilitarles los
medios adecuados para su organización.

Cerca de 16 000 personas trabajaban en la extracción de carburantes en 1934,


agrupados en 21 sindicatos independientes, cada uno de los cuales tenia su propio
contrato de trabajo con su respectivo patrón. En total existían aproximadamente 15
compañías petroleras y tres navieras, todas afiliadas de una forma u otra con los
intereses monopólicos de la royal Dutch Shell y la Standar Oil Co.

Por su parte el Estado había fundado Petromex S.A., con la finalidad de explotar
por parte del país y para beneficio del mismo los recursos petroleros, sin embargo
la potencialidad real de esta compañía, de capital estatal, era reducida y no tenia
influencia decisiva en la producción de hidrocarburos en la nación (60).

Hasta antes de 1935, la organización sindical de los trabajadores petroleros


consistía en pequeñas agrupaciones la mayoría de ellas controladas por las
empresas. Sin embargo la política laboral unitaria que propugnaba el gobierno
cardenista, los llevo a construir el 20 de agosto de 1935 con el apoyo de los
sindicatos de mineros, ferrocarrileros, electricistas y sobre todos del Estados, el
Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), el cual se
encargaría de organizar las luchas reivindicativas de los obreros en contra de los
abusos y arbitrariedades que cotidianamente llevaban a cabo las compañías
extranjeras.

Así, el 20 de julio de 1936 se reunió en la ciudad de México la primera asamblea


Nacional del STPRM, en representación de casi 18 000 trabajadores. Los delegados
iniciaron sus trabajos ratificando la decisión de pertenecer a la recién constituida
CTM (61), y posteriormente se abocaron a la discusión y redacción de los que se
convertiría en le primer proyecto de contrato colectivo de trabajo, el cual se
presento a las empresas el 3 de noviembre del mismo año. Dicho documento
constaba de 24 capítulos, 240 cláusulas y estaba contenido en 165 páginas, de
manera simultanea a la entrega de las demandas laborales, se emplazaban a
huelga a las compañías trasnacionales en un plazo de 10 días, según los estipulaba
la ley.

Entra las principales demandas que los obreros recién sindicalizados presentaba a
las empresas, sobre salían: aumento de salarios y pago especial por razones
peligrosas en zonas insalubres: remuneración doble por horas extras de trabajo;
incremento de vacaciones; servicios médicos, jubilaciones expeditas,
construcciones de casas habitación o en su lugar ayuda económica para renta:
establecimiento de bibliotecas; bandas de música; remoción de todos los técnicos
extranjeros, los cueles deberían ser sustituidos por mexicanos en un plazo de 3
años; además se pidió que los empleados de oficina pertenecieran al sindicato.

Las exigencias obreras, en algunos renglones aparentemente exageradas, tenían un


propósito político: permitir al sindicato un cómodo margen de negociación. Sin
embargo las demandas de los trabajadores fueron rechazadas enérgicamente por
los representantes de las compañías petroleras, quienes argumentaron de manera
reiterativa que las empresas no tenían la capacidad económica para cubrir las
peticiones del STPRM.

Ante la inminencia del estallido de la huelga, Intervino el Departamento del Trabajo


que consiguió de la dirigencia del STPRM que se pospusiera el inicio del movimiento
huelguístico hasta el 29 de noviembre. No obstante las dos posiciones seguían
manteniéndose, por un lado los trabajadores exigían un aumento que representaría
una erogación adicional de 474 840 pesos anuales; mientras que por el otro, las
empresas consideraban que este incremento elevaría el costo del factor trabajo en
500%, por supuesto que lo demandado por el STPRM, les acarrearía gastos por de
aproximadamente 300 millones de pesos al año, motivo por el que no estaban en
condiciones económicas para conceder el aumento salarial solicitado y lo que mas
podían ofrecer era una mejora de 14 millones de pesos anuales.
Ante la imposibilidad de lograr un rápido acuerdo, el presidente Cárdenas solicito a
las partes en conflicto constituirse en una convención obrero-patronal que
presentara sus acuerdos en un plazo perentorio. La proposición gubernamental fue
aceptada por ambos bandos y se transfirió el posible estallido de huelga hasta el 28
de mayo de 1937.

Las discusiones se hicieron interminablemente agresivas y hasta cierto punto


confusas, de tal forma que el 27 de mayo, 24 horas antes del inicio del movimiento
huelguístico, las dos partes se habían puesto únicamente de acuerdo en 21 de las
240 cláusulas, pero la mayoría de los puntos en que convergían las opiniones eran
de carácter secundario.

Bajo estas circunstancias, estallo la huelga en la industria petrolera el 28 de mayo


de 1937, la cual abarco a todas las empresas extractoras de hidrocarburos, con
excepción de Petromex, que se mantuvo al margen.

De inmediato las presiones económicas de monopolios petroleros se empezaron a


dejar sentir, primero redujeron el abasto de gasolina y después aumentaron su
precio, con la obvia finalidad de generar repulsa de los sectores populares y medios
hacia el movimiento huelguístico.

El 29 de mayo, el STPRM redujo sus exigencias a 34 puntos, los cuales nuevamente


fueron rechazados por las empresas, con lo que el conflicto amenazaba con
prolongarse.

El 30 de mayo, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje declaro la existencia


legal de la huelga. No obstante esta medida de apoyo táctico por parte del
gobierno, la Presidencia de la República presionaba de manera constante a la
dirigencia sindical para que solucionara el conflicto a la brevedad posible.

La solidaridad nacional se volcó a favor de los petroleros, la CTM, la CROM, el


Partido Comunista Mexicano y las más variadas capas de la población realizaron
marchas, mítines y todo tipo de actos políticos en apoyo a la lucha del STPRM(62)

La confrontación de tácticas y estrategias sindicales hacia el interior del STPRM,


pronto se dio de manera abierta. Tres eran las posiciones con respecto al futuro de
la huelga que se expresaron en el seno de la organización: un grupo creía necesario
importar combustible para no perjudicar a la población, ni causar antipatía por la
huelga: esta corriente de opinión se ubica en el centro del movimiento sindical.
Otra se pronunciaba a favor de la continuación de la lucha hasta conseguir la
victoria total y recomendaba acudir a los sindicatos de la industria para que se
decretara una huelga general de solidaridad, esta actitud revolucionaria se ubicaba
a la izquierda de l STPRM. Finalmente existía un tercer planteamiento que era
impulsado por los seguidores de Vicente Lombardo Toledano, quienes proponían el
cese de la huelga, y abocarse a estrechar de inmediato la colaboración con le
gobierno de Cárdenas, para luchar en contra de la compañías petroleras(63), esta
posición política a todas luces oportunista y conciliadora fue la que se impuso en los
acalorados debates que se efectuaron en el congreso del STPRM. En consecuencia
se acordó levantar la huelga el 9 de junio y demandar de inmediato el inicio de un
“conflicto económico”(64), contra las corporaciones petroleras, lo que abriría las
puertas a la participación arbitral del gobierno cardenista , por medio de la Junta
de Conciliación y Arbitraje.

Los trabajadores volvieron a sus labores y la JFCA procedió a nombrar a su vez a


la comisión que estuvo integrada por el subsecretario de Hacienda y Crédito
Público, Efraín Buenrostro, el secretario de Economía Nacional, Mariano Moctezuma,
y le consejero del secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog.
Los Peritos cuya participación prescribe la ley nombraron a un centenar de
auxiliares técnicos en distintas disciplinas -contadores, calculistas, estadígrafos,
mecanógrafas, ingenieros, abogados y otros- que se integraron a la comisión que
rindió 30 días después de un informe detallado de 27000 cuartillas donde había
quedado plasmada la concepción del gabinete sobre la industria petrolera.

El informa culminaba con 40 conclusiones , entre las que destacaban los siguientes
conceptos : las empresas que explotaban los hidrocarburos en nuestro país
pertenecen a grades consorcios ingleses y norteamericanos: la política de las
compañías no ha sido favorable para el desarrollo de México; las ganancias que
obtienen son de gran envergadura, pues se calcula 3en 56 millones 260 mil 176
pesos como promedio anual entre los años de 1934 y 1936; los salarios reales de
la gran mayoría de los trabajadores petroleros son inferiores a los que obtienen
los mineros y ferrocarrileros; el porcentaje de las ganancias en las empresas sobre
el capital invertido de 1934 a 1936, ha sido del 16.53%, 17.82% y 16.05%
respectivamente, lo que permite asegurar que los inversionistas tienen por lo
menos una década de haber recuperado hasta el último centavo invertido en
nuestro país; las compañías petroleras venden a México sus productos más caros
que en el extranjero. El informe final con la aseveración de que las empresas
trasnacionales “están perfectamente capacitadas para acceder a las demandas del
STPRM hasta por una suma anual de alrededor de 26 millones de pesos”. (65)

La respuesta de los consorcios fue intransigente, no podían acatar el informe de la


comisión, simplemente por su incapacidad económica, pues era imposible pagar los
26 millones de pesos.

La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, tomando como base el informe rendido


por la comisión, dictó el 18 de diciembre de 1937 un laudo favorable al STPRM.

Las compañías petroleras se declararon en desacato ante la resolución tomada y


recurrieron a la Suprema Corte de Justicia con la finalidad de obtener un amparo
federal. Paralelamente a estas medidas llevaba toda una campaña nacional e
internacional de desprestigio contra el STPRM, contra el pueblo de México y en
especial contra los dirigentes sindicales y los gobernantes de nuestro país.

En contraposición, la solidaridad de los obreros, campesinos y sectores populares


con el STPRM, se hizo patente de manera vigorosa durante los primeros meses de
1938, en que la Suprema Corte de Justicia estudiaba la procedencia o
improcedencia de la solicitud de amparo que habían realizado las trasnacionales;
finalmente el primero de marzo de 1938 se negó el amparo solicitado y se confirmo
el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en todas sus partes.

Las compañías no aceptaron el fallo y se declararon en franca actitud de rebeldía al


gobierno; todavía Cárdenas Intento mediar en el conflicto e incluso se propuso
como aval, en el sentido de que los obreros no harían reclamaciones mayores a los
26 millones de pesos fijados por la jaca, sin embargo, la intervención presidencial
no fue aceptada, pues la actitud de las compañías era altiva y provocadora,
inclusive la disposición negociadora del gobierno fue interpretada erróneamente
como signo de debilidad.

Ante la intransigencia demostrada por la empresas para dar cabal cumplimiento a


los dictado por la Suprema Corte de Justicia, lo dirigentes de STPRM, acudieron el
16 de marzo a la JFCA con la finalidad de solicitar la cancelación de los contratos
colectivos de trabajo que hasta entonces habían normado las relaciones con las
empresas petroleras; esta solicitud les fue aprobada, por lo que no existiendo
ningún impedimento legal, el sindicato acordó suspender las actividades laborales
el 18 de marzo.

El presidente Cárdenas aceptó el reto que hacían a su institucionalidad los


consorcios trasnacionales y ese mismo día emitió un mensaje radial a todo el país
en el que declaraba: “expropiados, pro causa de utilidad pública y a favor de la
nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de
almacenamiento, vías de comunicación, carros tanque, estaciones de distribución,
embarcaciones y todos los demás bienes muebles de las compañías: Mexicana de
Petroleo El aguila; Naviera de San Cristóbal, S.A.; Huasteca Petroleum Corporation;
Sanford and Company, S. en C.; Penn Mex Fuel Campany; Richmond Petroleum
Campany de México; California Standard Oil Company of México; Compañía
Petrolera el Agwi, S.A.; Compañía de Gas y Combustible Imperio; Consolidated Oil
Company of México; Compañía de Valores San Antonio, S.A.; Sabalo Transportation
Company; Clarita S.A.; en cuento sean necesarios, a juicio de la Secretaría de
Economía Nacional para el descubrimiento, refinación y distribución de los
productos de la industria petrolera”. (66)

En el decreto de la nacionalizaci´n que habia sido redactado por el general


Francisco J. Múgica, se encargaba a la Secretaría de Hacienda, tomara las medidas
conducentes, para que se cumplieran las compensaciones a las que tenían derecho
las compañías expropiadas, conforme al espíritu del artículo 123 constitucional, así
como alas artículos décimo y vigésimo de la ley de expropiación vigente y en un
plazo no mayor a 10 años.

El conflicto laboral había amenazado el interés nacional tanto en su aspecto


económico como en el político; la decisión del gobierno fue tomada sobre todo,
porque no podía permitir que la actitud de las trasnacionales socavara la soberanía
del Estado sobre los recursos de la Nación que la pequeña y gran burguesía se
empeñaba en consolidar desde 3el punto de vista del sistema capitalista.

Las empresas petroleras hicieron un tardío intento para detener el decreto


expropiatorio, algunos minutos antes de que el presidente diera lectura radial al
documento. Efectivamente los representantes de las trasnacionales hicieron publica
su decisión de acatar el contenido del laudo decembrino; sin embargo, la posición
del presidente y del movimiento obrero en su conjunto era la de llevar hasta sus
ultimas consecuencias el problema laboral en la industria petrolera, y no se
dejaron sobornar por el tardío acto de contrición realizado por las compañías
extranjeras.

Los consorcios acudieron de inmediato –como era de esperarse – a la protección de


sus respectivos gobiernos. Las presiones de fuera iniciaron de inmediato, el boicot
internacional a los hidrocarburos mexicanos, el retiro masivo de capitales, la
negativa de las compañías navieras a transportar los productos de la recién
constituida empresa estatal PEMEX, S.A., la aplicación masiva de tácticas
neofascistas del rumor catastrofista e incluso los intereses económicos y políticos
del imperialismo anglo-estadounidense llegaron el extremo de alentar de manera
abierta rebeliones armadas en contra del régimen instituido; tal fue el caso de la
insurrección del general Saturnino Cedillo, exsecretario de agricultura en el
gabinete cardenista , asonada que fue sofocada en SLP por el propio presidente de
la república.

El 18 de marzo de 1938 representa el punto mas lato del enorme ascenso que las
luchas proletarias experimentaron en al década de los treintas; es indudablemente
que la expropiación y nacionalización de la industria petrolera no se hubiera
efectuado sin la combativa participación de la clase obrera mexicana en su conjunto
y, en especial de STPRM, quien asumió la vanguardia de esta trascendental lucha;
de igual manera coadyuvaron al éxito de esta medida las necesidades del gobierno
de contar con recursos basicos para la industria y otras determinantes externas
como la coyuntura favorable abierta por la Segunda Guerra Mundial. Estos fueron
en conjunto algunos de los principales factores que posibilitaron la expropiación y
no la voluntad de un solo hombre como la historia oficial lo señala en las escuelas
primarias y secundarias de este país. Además este acto se convirtió en el factor
clave en el proceso de desarrollo capitalista de la nación y con esta acción los
sectores burgueses, que impulsaban y sostenían la ideología cardenista, lograban
los tres principales objetivos de su política: primero: fortalecer al estado capitalista;
segundo, establecer de manera implacable un control ideológico y orgánico sobre
los trabajadores y en tercero fijar las bases económicas para el posterior
desarrollo del país, siempre dentro de los esquemas dictados por la poderosa
banca internacional

V. La educación socialista

Es quizá en la educación socialista que se implantó durante el sexenio que presidio


el general Cárdenas, donde se expresa la ideología pequeñoburguesa del sector
social que controló en gran medida el aparto estatal.

Lo ambiguo de la doctrina educativa de esta etapa, tiene sus orígenes en el Plan


Sexenal que el PNR aprobó en la ciudad de Querétaro en 1933. Ahí se leía: “La
educación primaria y la secundaria se impartirán directamente por el Estado o bajo
su control y dirección, y… la educación en esos grados deberá basarse en las
orientaciones y postulados de la doctrina socialista que la revolución mexicana
sustenta“(68).

El párrafo anterior es ilustrativo de la confusión que reinaba entre los políticos de


PNR, ya que por un lado introducían elementos liberales clásicos con respecto a la
supremacía del Estado en cuento al control de la educación y, por otro lado,
planteaba de manera esquemática supuestos principios doctrinarios de contenido
socialista en el movimiento armado de 1910-1919. Esta absurda contradicción
normo la aplicación de la escuela socialista durante el sexenio cardenista.

Es indudable que en los acuerdos tomados por los miembros del PNR se reflejaba la
influencia de las doctrinas colectivistas, muy en boga en Europa, ejercían sobre
diversos núcleos de inquietos intelectuales mexicanos, entre los que destacaban
Narciso Bassols, Rafael Ramírez, Moisés Sáenz, quienes a su manera y desde su
particular óptica impulsaban transformaciones en el proceso educativo.

Después de haber acordado en Querétaro que la educación se basaría en la doctrina


“socialista de la revolución mexicana”, lo conducente era transformar el texto del
artículo tercero constitucional.

De inmediato surgieron entre los diputados del Congreso de la Unión, tres


concepciones diferentes de “socialista”, Para unos debía incluir en la redacción el
término “socialismo mexicano”, de hecho esta era las posición más conservadora;
existía otra corriente de opinión, que jefaturaba el legislador Manlio Fabio
Altamirano, la cual exigía se incluyera el termino “socialismo científico”. En la
argumentación del inquieto político veracruzano se caracterizaba el Estado
mexicano como burgués y capitalista; consecuentemente decía que la educación
socialista sería solo una medida de transición para “echar las bases de la verdadera
revolución social de México”, desde esa perspectiva proponía que el texto debería
redactarse así: “la educación que imparta el Estado estará basada en el socialismo
científico” (69). Finalmente, la tercera interpretación la sostenían políticos callistas
integrados al aparato burocrático estatal quienes argumentaban que únicamente
debía ser incluido el término “socialista”.

Durante varios días las discusiones efectuadas en la Cámara de Diputados atrajeron


el interés de diferentes sectores de la población. Algunos organismos sindicales se
pronunciaron a favor de que le texto se redactara con la formula “socialismo
científico”, tal fue le caso de la Confederación General de Obreros y Campesinos
de México, entre cuyos firmantes adictos al “socialismos científico”, destacados la
rúbrica de Fidel Velázquez.

Así, después de un acalorado debate en el recinto legislativo se decidió, por una


votación de 96 votos a favor de la palabra “socialista” y únicamente con 26 a favor
en apoyo al término “socialista científico”, en el artículo tercero constitucional se
redacto de la siguiente forma: “la educación que imparta el Estado será socialista, y
a demás de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismos y los prejuicios
para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y enseñanzas de forma que el
permitan crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la
vida social” (70)

El flamante apartado socialista era una hibridación política entre las posiciones
anticlericales de los seguidores de Calles, por una parte; y por la otra se
encontraban las concepciones colectivistas agrarias que tanto auge tendrían e el
sexenio 1934-1940.

Las escuela socialista expresó el concepto de transformación social que impulsarían


los integrantes del equipo gubernamental cardenista. En teoría su finalidad era
desarrollar la revolución mexicana hasta que desembocara en un gobierno obrero y
campesino, al que por consecuencia lógica asumiría el socialismo como sistema
político. Sin embargo, se concebía ese cambio como un proceso evolutivo dirigido
por el Estado, el cual conduciría paulatinamente a las amplias masas hacia el
socialismo a través del proceso educativo. En esta concepción pequeño burguesa
nos existían las organizaciones sindicales independientes, ni el partido obrero y
mucho menos la lucha de clases. Pare el aparato estatal, lo único convincente era el
cambio social a largo plazo impulsado y dirigido por la burguesía radicalizada,
detentora del poder, esta incongruencia ideológica se reflejo de manera constante
en el desarrollo y aplicación de la política educativa de ese sexenio.

Las posibilidades reales de aplicación de esta educación socialista más definida eran
escasas, pues el primer obstáculo al que se enfrentaría era la falta de planes que
condujeran a la socialización de los sistemas económico y político, razón por la que
toda la teoría educativa que se impulsó encontró como muro de contención la
realidad objetiva del país, que se basaba en las relaciones de producción
capitalista.

La enseñanza que promovió el estado dio especial preferencia a la escuela rural. Ya


desde el plan sexenal se proveía el aumento de presupuesto educativo cada año,
así en 1934 la proporción adjudicada sería del 15%; en 1935 del 16%; en 1936, el
17%; 1937, el 18%; en 1938, el 19% y en 1939, el 20%. De igual forma se fijaba
el mínimo de escuelas rurales que construirían durante ese mismo lapso; se
proyectaba erigir 1000 en 1934; 2000 por período escolar durante los años de
1935,1936, 1937 y 1938; finalmente se preveía el levantamiento de 3000 edificios
para el año 1939.

En realidad estos objetivos no se cumplieron, pero el impulso que se dio al


establecimiento de centros escolares en las zonas rurales fue formidable, pues de
7963 escuelas que había en 1934, creció su número a 12208 en 1939. Este
acelerado crecimiento en la estructura educativa del así también se reflejó en el
número de maestros, lo que en conjunto rebasaba con amplio margen todo lo
hecho por los gobiernos posrevolucionarios como los demuestra el cuadro siguiente.

Año Escuelas Rurales Maestros Rurales Alumnos


1922 309 399 17925
1923 1023 876 50000
1924 1089 1146 65329
1925 2001 2360 108440
1926 2572 2916 183861
1927 2577 3203 199823
1928 3270 4098 278137
1929 3457 4086 306387
1930 6132 6504 324798
1931 6380 7486 425193
1932 7070 8842 441876
1933 7369 10291 525894
1934 7963 11432 545000
1935 8067 13677 598546
1936 9582 16079 615085
1937 11046 16339 660578
1938 12095 17047 683432
1939 12208 15616 (72)

La ecuación de la etapa cardenista se distinguió pro centrar todos sus esfuerzos en


la educación rural y, sobre todo, se privilegió a las regiones con notoria densidad
demográfica indígena, con la finalidad especifica de pugnar porque la enseñanza
que se impartiera ayudara a los habitantes de esas apartadas comunidades a
satisfaces sus necesidades mas apremiantes y no como se había intentado en el
pasado en el sentido de pretender integrar al indígena a la sociedad urbana
capitalista. (73)

Los encargados de promover la innovadora política educativa que plateaba el


Estado, fueron los maestros, quienes se convirtieron en un factor básico en la
propagación de la nueva teoría pedagógica. La realidad fue que la gran mayoría de
los docentes en servicio ignoraban los principios elementales del materialismo
histórico y dialéctico; no obstante se hicieron algunos esfuerzos es las escuelas
normales existentes por dotar de un bagaje cultural de izquierda a sus egresados;
fue tal el caso de la Escuela Nacional de Maestros que desde el inicio del años
escolar de 1935 introdujo a sus programas materias de contenido socialista o por
lo menos socializante, tales como derecho agrario, derecho obrero, derecho civil
educativo, teoría del cooperativismo y una de nombre bastante sugestivo: arte y
literatura al servicio del proletariado. También a los maestros en servicio del medio
rural se les hizo llegar la nueva disposición educativa por medio de las Misiones de
Orientación Socialista, las cuales recorrían el país adoctrinando a los maestros en la
nueva interpretación filosófica del Estado. En esta etapa también se impulsa la
creación de escuelas regionales campesinas que dotaron al régimen cardenista de
un verdadero ejército de profesores rurales con vastos conocimientos de la
problemática agrícola, así como de algunos oficios artesanales.

El campesinado debía prepararse pera recibir las tierras que el gobierno estaban
entregándoles, motivo por el que la educación socialista y la reforma agraria
marcharon unidas durante todo el sexenio de 1934 a 1940, Los maestros rurales
llegaron a convertirse en verdaderos lideres de las comunidades en que laboraban.
La concepción cooperativista agraria que sustentó el régimen encontró en el
profesorado a su más ferviente impulsor, no existió prácticamente ningún acto de
masas en el campo donde el magisterio regional no hiciera acto de presencia y
siempre con actitudes solidarias con las luchas de los trabajadores agrícolas.

Fueron los docentes quienes, a pesar de sus limitaciones culturales, económicas y


políticas, aceptaron de mejor agrado las tesis educativas del régimen presidido por
el divisionario mexicano.

No obstante la cantidad de problemas: oposición de la jerarquía católica, oposición


de sectores financieros, rechazo de la educación socialista por sectores campesinos
y otros a quien se enfrento el proyecto de establecer la educación socialista en una
sociedad capitalista , sí dejo frutos de gran importancia, sobre todo en los mentores
que la impulsaron decididamente. Se pueden destacar algunos beneficios de este
interesante experimento: primero, muchos profesores se convencieron de la
necesidad de unirse a los campesinos y obreros para tratar de resolver su
problemática común; segundo, el magisterio se convirtió en la punta de lanza de
los planteamientos socialista de esta etapa; tercero, una corriente de opinión entre
los maestros pugnó, a partir de esta experiencia, por organizarse en un marco
sindical y al margen de Estado; cuarto, la politización de amplias capas de
trabajadores de la enseñanza se convirtió en un factor de poder, cuya importancia
se deja sentir hasta la actualidad.

La paulatina pérdida del poder adquisitivo de los profesores, así como la baja
sensible en su actividad política, fueron algunos de los aspectos que enfrento el
sector educativo en su conjunto después de los primeros meses de 1938 en que el
Estado, obligado por las presiones económicas y políticas del imperialismo,
disminuyo la aplicación de sus programas sociales, sobre todo en el último año.
Esto se plasmo en un descenso notorio en el ritmo que se imprimía a la
implantación de la escuela socialista.

Posteriormente el gobierno del general Ávila Camacho a pesar de haberse


comprometido en el Plan Sexenal de impulsar el contenido del artículo tercero
constitucional, desde los inicios de su régimen abandonó ese proyecto educativo.

a) Las organizaciones sindicales del magisterio durante el cardenismo.

No obstante la participación destacada del magisterio en las reformas cardenistas,


los trabajadores de la educación carecían de una representación nacional que
asumiera la defensa política y económica del gremio en su conjunto.

Organizaciones de profesores municipales, regionales, estatales y en algunas


ocasiones intentos de federaciones; se habían creado en nuestro país desde 1915;
sin embargo las pugnas políticas y la lucha entre los intereses creados de grupos de
poder hicieron que la unificación de maestros en una sola institución sindical se
convirtiera en un verdadero problema nacional.

La política impulsada por el gobierno cardenista entre los obreros y campesinos


también se trato de hacer extensiva al sector magisterial, sin embargo, no culminó
en la creación de un organismo único, como fue le caso de la CTM y la CNA.

La tendencia a sostener organizaciones diferentes de acuerdo a su ideología fue


constante entre los mentores de la etapa cardenista. Descartaban algunas
agrupaciones tales como la Confederación Mexicana de Maestros (CMM), dirigida
por Ramón G. Bonfil, Celerino Cano, Eliseo Bandala y otros altos funcionarios
educativos del Estado, En contraposición a este sindicato blanco se había fundado
el Frente Único de Trabajadores de la Enseñanza (FUNTE), con marcada tendencia
hacia la izquierda, posteriormente esta agrupación se transformo en la
Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (CNTE). De igual forma al
amparo de la educación socialista, surgían pequeños sindicatos magisteriales en
toda la República; tal era el caso de Yucatán donde solamente en 1935 se crearon
el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, el bloque de Maestros y la Unión de
Trabajadores de la Enseñanza; también en esa región surgió la Confederación
Unitaria del Sureste de Trabajadores de la Educación, la cual intento agrupar
dentro de sus filas a profesores de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y Tabasco.
En 1936, en Guanajuato, existía la Federación de Maestros Socialista de
Guanajuato y lo mismo sucedía en Jalisco, Michoacán, Morelos, Guerrero.
Prácticamente en toda la nación vieron la luz organizaciones de maestros que se
reclamaban defensores de los intereses profesionales del magisterio.

En la ciudad de Querétaro, un año después, se trato de unificar a los diferentes


grupos magisteriales con la fundación de la Federación Mexicana de Trabajadores
de la Enseñanza (FMTE). A pesar del interés gubernamental, no fue posible la
centralización de todos los maestros del país en esta federación; cabe señalar que
los militantes del Partido Comunista Mexicano tuvieron presencia importante en
aquel propósito.

Posteriormente, en 1938, Vicente Lombardo Toledano con la finalidad de menguar


la Influencia del PCM y de algunos grupos de izquierda independiente entre los
maestros, promovió la creación del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la
República Mexicana (STERM), cuyo primer secretario general fue Octaviano Campos
Salas. Esta organización se plegó desde su nacimiento a las disposiciones de
Estado.

A finales del gobierno cardenista los docentes no habían logrado unificarse,


existían tres grandes tendencias bien delimitadas entre sus integrantes: una que
planteaba la necesidad de organizarse de manera independiente del estado, y en la
que destacaban intelectuales, militantes de PCM y de algunos grupos de la
izquierda independiente; otra cuyo principal ideólogo era Vicente Lombardo
Toledano, quien sostenía la tesis de que solo con el apoyo al Estado mexicano podía
solucionar la conflictiva situación del magisterio y que por lo tanto la organización
debía realizarse de acuerdo con el gobierno; y finalmente una tercera corriente se
agrupaba bajo las siglas del Sindicato Autónomo de Trabajadores de Educación
Pública, cuyos cabecillas sustentaban posiciones anticomunistas, proempresariales
y en contra de la política educativa del régimen.

La unificación de los maestros en un solo sindicato nacional no se logro durante el


sexenio cardenista, a pesar de los esfuerzos numerosos que se hicieron en ese
sentido; sin embargo, la experiencia obtenida por los grupos de profesores se haría
sentir de manera evidente en los siguientes periodos gubernamentales.

VI. EL FRENTE POPULAR EN EL SEXENIO CARDENISTA

En el VII Congreso y último de la Internacional Comunista Efectuado en 1935 en la


capital de la URSS, se tomaron decisiones de gran trascendencia política que
rectificaban radicalmente la línea ultraizquierdista que los integrantes de la
Internacional habían sostenido de 1928 a 1933. Uno de los principales acuerdos
tomados en Moscú, estipulaban que la tarea prioritaria de sus militantes era
constituir un amplio “frente antiimperialista”, donde convergieran todas las
corrientes políticas y sociales que tuvieran como objetivo común oponerse al
totalitarismo nazi-fascista. Para la conformación de este frente popular se
recomendaba establecer alianzas con sectores de la “burguesía progresista” y,
también, con gobiernos de carácter democrático. Esto daba una vuelta de 180° a la
concepción que sostuvieron durante un lustro, los integrantes de los partidos,
comunista de todo el orbe, quienes de manera indiscriminada habían caracterizado
como fascistas a todos los estratos no proletarios y por consecuencia a los
regímenes de sus países.

En México, los resolutivos de la internacional Comunitaria fueron conocidos


fundamentalmente por una carta enviada al Comité Central del Partido Comunista
Mexicano, a finales de 1935 , por los delegados al VII Congreso de la I.C., Hernán
Laborde, Miguel Ángel Velasco y José Revueltas, en ella se auto criticaban de su
incomprensión del carácter de la revolución mexicana la que ahora definían como
democrático burguesa, de haber analizado deficientemente la composición social de
partido en el poder (PNR) de igual forma de carácter de un juicio correcto sobre el
enfrentamiento que el régimen había sostenido con el callismo; así como una
evaluación errónea de la política que estaba aplicando el general Cárdenas.

Con el fin de corregir esas “fallas tácticas”, los formantes de la misiva proponían a
los integrantes de PCM los siguientes cambios sustanciales en la política de su
organización: primero, lograr la unidad de los obreros y asalariados agrícolas a
través de los sindicatos, para lo cual impulsarían la creación de una central única
de trabajadores; segundo: se abocarían de inmediato a lograr la alianza entre los
sectores obrero, campesino y el PNR, quienes junto con el PCM, constituirían el
frente popular antiimperialista.

Esta nueva actitud política que se basaba en el impulso al frente popular y, por
consiguiente, a las burguesías nativas, se convirtió en con tiempo en un obstáculo
para el mismo PCM, pues su acción quedó constreñida al estrecho marco de la
Constitución de 1917 y prácticamente subordinó sus intereses de partido a
objetivos programáticos del PNR; inclusive la meta inmediata del PCM, en esta
etapa fue “derrotar a la contrarrevolución fascistizante y hacer del gobierno un
gobierno democrático, dejando relegada la dictadura del proletariado a los azares
de un nebuloso futuro (75).

Este cambio en la política del PCM, coincidió con las tesis de un nuevo edicto al
marxismo, Vicente Lombardo Toledano, quien había anunciado “su cambio de la
filosofía idealista a la filosofía materialista dialéctica, a la avanzada edad de 40
años” (76), recién llegado de un viaje por la Unión Soviética en el año de 1935.
Este carismático dirigente dedico sus esfuerzos a lograr “la colaboración del
movimiento obrero y campesino con el gobierno que luchaba contra el feudalismo
(sic) y trataba de hacer pasar al país a una nueva etapa de desarrollo económico y
político” (77)

Con esta convergencia de argumentos entre el PCM y Vicente Lombardo Toledano,


pronto se vieron aliados en acciones políticas en las que no siempre Lombardo
actuó de manera leal, pues en muchas ocasiones prefirió privilegiar su apoyo a la
burocracia que encabezaban los “cinco lobitos” en detrimento de las posiciones
sindicales y políticas del PCM.

La burguesía cardenista recibió un gran apoyo, pues la política que impulso


Lombardo y el PCM en los últimos años de su gobierno, estuvo encaminada a no
perturbar las relaciones hacia el interior del hipotético frente popular.

a) La política de la unidad a toda costa


Al celebrarse el IV Consejo Nacional de la CTM, en abril de 1937, los integrantes del
Partido Comunista abandonaron la central como protesta por los métodos
antidemocráticos puestos en práctica por la mayoría del Comité Ejecutivo Nacional
que presidía Vicente Lombardo Toledano, también expusieron como motivo de sus
salida el oportunismo electoral que los dirigentes de la confederación obrera
desplegaban.
La desbandada fue numerosa, 23 organizaciones se solidarizaron con los
secretarios de Trabajo y Conflictos, Educación y Cultura y Acción Campesina, Juan
Gutiérrez, Miguel Ángel Velasco y Pedro A. Morales, respectivamente, en su salida.
Sindicatos como el de ferrocarrileros y electricistas no dudaron en apoyar a la
fracción disidente de la dirección nacional de la CTM, lo mismo sucedió con la
Federación Regional de Trabajadores de la Comarca Lagunera, así como la
Federación Obrera de Nuevo León. En total los trabajadores escindidos sumaban
una membresía de aproximadamente 322 mil asalariados.

No obstante su fuerza real, pronto fueron disciplinados los dirigentes comunistas,


debido sobre todo a la intervención de Earl Browder miembro del secretariado de la
Internacional Comunista y secretario general del Partido Comunista en E. U. A.,
quien acudió presuroso la llamado de Vicente Lombardo Toledano que acusaba de
sectarios y ultra izquierdistas a los inconformes. Después de tener diversas
entrevistas con los dirigentes comunistas, así como con el presidente Cárdenas,
logro que en junio de 1937 al celebrarse la reunión del Comité Central del PCM,
este acordara que “para evitar la división -de la CTM- nuestro partido debió estar
siempre dispuesto a hacer concesiones” por lo que decidieron, sin no pocas
presiones exteriores e interiores aplicar la línea política de la “unidad a toda costa”.
Con este resolutivo el PCM justificaba la política oportunista y mediatizadota de
Vicente Lombardo Toledano y sus “cinco lobitos”, además atribuía toda la culpa de
la escisión a una “orientación izquierdista” (sic) de la dirección del Partido
Comunista Mexicano. (78)

Los contingentes comunistas regresaron a la CTM, pero no les fueron devueltos sus
cargos en la dirección nacional y, en forma paulatina, la burocracia de Fidel
Velázquez los fue restringiéndolos en sus funciones, hasta que años después los
expulsó de la central.

El frente popular sirvió a Cárdenas para llevar adelante sus proyectos de gobierno,
primero le permitió lograr la unificación de los trabajadores y, segundo,
reestructurar de manera corporativa al partido oficial. En esta tarea que se había
impuesto el sector burgués que controlaba el Estado, fueron de gran importancia
las contribuciones políticas del PCM, y de Lombardo, quienes a partir de la “unidad
a toda costa” no escatimaron esfuerzos en fortalecer al gobierno del general
michoacano.

Así, de manera paulatina y en forma incongruente, los dirigentes de los obreros


mexicanos los llevaban paso a paso por la pérdida de su independencia de clase y a
su adhesión a los intereses del proyecto cardenista.

No obstante, esta política demostró ser útil cuando se necesito apoyar al régimen
en su enfrentamiento con el imperialismo anglo norteamericano con motivo de la
expropiación de la industria petrolera; la CTM, el campesinado y los sectores
populares brindaron solidaridad al gobierno que asumió actitudes progresistas.

VII. SURGIMEINTO DEL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA.

A partir de 1934, el PNR entró de hecho en una nueva etapa de su existencia, ya


que durante un lustro (1929-1934) su función primordial había consistido en
detener y centralizar las luchas e inquietudes de los caudillos y los partidos políticos
regionales.

Al advenir Lázaro Cárdenas al poder, el partido impulso una estrategia política


diferente que se caracterizó por el impulso y la implantación de los sistemas
colectivistas o cooperativistas en todos los sectores de intervención estatal.
Con esta concepción distinta, la participación de PNR en la estructuración y
fundación de organizaciones de masas, como la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Federación de
Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), fue de importancia
singular aunque no fundamental, pues en algunos casos las presencia del PCM y de
Vicente Lombardo Toledano y sus “cinco lobitos”, opacaron las intervención del
partido oficial.

DE 1935 a1938, el PNR fue dirigido por Matías Ramos, Emilio Portes Gil y Silvano
Barba González, quienes lograron imbuir de manera paulatina entre sus militantes
las idea de crear un partido organizado sobre una base compuesta por sectores
(obrero, campesino, popular y militar). Esta concepción que difundieron las
directivas cardenistas de los tres primeros años de su sexenio, tenían como
sustento principal a las masas que congregaron en torno a las nuevas centrales de
trabajadores como la CTM, la FSTSE y la CCM, en una de sus primera etapas y
después las CNC (79)

De manera simultánea, se impulsaba la política del frente popular en la que


participaban unidos, desde febrero del 1937, la CTM, la CCM y el PNR, En el frente
se tomaban acuerdos de corta nacionalista burgués, los cuales eran de observancia
obligatoria para los integrantes del organismo, en no pocas ocasiones los
resolutivos rebasaron la capacidad de acción real de la dirección nacional del PNR.
Por ellos, el Frente Popular Antiimperialista de mostró de manera ostensible la
escasa funcionalidad de un partido organizado en torno a personalidades locales y
no en base a grandes núcleos de obreros, campesinos y clases medias.

El PNR no estuvo a la altura de las grandes movilizaciones del cardenismo, en la


práctica fue la CTM quien de manera destacada asumió el papel de organizador de
aquellas manifestaciones de apoyo popular que requería la política presidencial.

Esta debilidad del partido oficial fue observada con preocupación por el primer
mandatario, quien el 19 de diciembre de 1937, lanzó un manifiesto a la Nación
que planteaba la necesidad de reformar al PNR en un organismo donde confluyeran
los campesinos, los obreros, las clases medias y los integrantes del ejercito;
además ponía espacial énfasis en la participación orgánica de los jóvenes y las
mujeres. Con esta integración, el partido de trabajadores. Para las direcciones de la
CTM y el PCM, estas declaraciones del Presidente de la República abrían la
posibilidad de construir en forma definitiva el gran frente popular antiimperialista.

El 30 de marzote 1938, 12 días después de que se había nacionalizado la industria


petrolera se efectuó en la ciudad de México la convención constitutiva del Partido
de la Revolución Mexicana.

El PRM tuvo como principal característica desde su génesis el ser una organización
vertical, en que las decisiones importantes se tomaban “desde arriba” sin permitir
en las mesas integradas al partido su participación real en el poder.

La CROM, la CGT, la CTM, el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros y el


Sindicato Mexicano de electricistas conformaron el sector obrero, el más importante
del nuevo partido. Las ligas de comunidades agrarias, la Confederación Campesina
Mexicana, así como los sindicatos asalariados agrícolas integraron el sector
campesino. Los trabajadores independientes, estudiantes, artesanos, comerciantes,
cooperativistas, empleados públicos, profesionistas liberales y otros, formaron el
sector popular y, finalmente los miembros del ejercito formaron una sección militar.

Cada uno de los agrupamientos que constituyeron al PRM tuvieron desde sus inicios
autonomía política, no obstante se les delimito claramente su radio de acción, de tal
manera que las organizaciones de obreros no podían contar entre sus miembros
con campesinos y viceversa; de igual forma esta disposición era válida para el
sector popular y de manera indiscutible para militares.

Así surgió el PRM con un profundo carácter corporativo, por obra del cual se
acentuó el centralismo y el control político que el Estado ejercía sobre los
trabajadores organizados del país.

El Programa y la Declaración de principios estuvieron rebosantes de frases


demagógicas y socializantes que iban de acuerdo con las actitudes populistas del
sexenio, de tal forma que el PRM proclamaba “la existencia de lucha de clases
como fenómeno inherente al régimen capitalista” y se planteaba la “preparación
del pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores que condujera a
la instauración de “régimen socialista” (80)

Con semejante “plataforma de principios” de la burguesía mexicana, los dirigentes


políticos de los obreros se aprestaron a brindar todo su apoyo al naciente partido
oficial.

El secretario general del CTM calificaba a la nueva organización como “un verdadero
Frente Popular” y el líder principal de los comunistas mexicanos Hernán Laborde, en
su intervención como “delegado fraternal” ante la convención de PRM expresó a
nombre de la PCM la exigencia de “que se nos señale el sitio y las condiciones en
que, dentro del gran Partido de la Revolución Mexicana podamos cumplir nuestro
deber” (81)

No obstante la táctica solicitud de ingreso sin condiciones que le PCM hacia al


partido oficial, la dirección del recién constituido organismo político rechazó la
petición pro considerar que no existía similitud en sus pragmáticos.

De esta forma la clase obrera, los campesinos y los sectores medios de la población
fueron integrados a un partido corporativo donde serían acalladas todas las voces
discrepantes de la política del Estado.

Por su parte el PCM, a raíz de sus erróneas políticas como esta de la etapa
cardenista (abandono de la CTM, proclamación política de la unidad a toda costa,
solicitud de ingreso al PRM y otras) fue cayendo en un periodo de crisis interna que
duro varios lustros.

El PRM, que enarbola como plataforma de principios un proyecto de “capitalismo de


estado, nacionalista, antimonopolio, antifeudal y popular (82)”, de manera
incongruente con sus postulados teóricos, sostuvo en el siguiente proceso electoral
la candidatura a la presidencia de la República de un hombre moderado, quien se
encargaría de borrar durante los siguientes 6 años de gobierno (1940-1946) toda
huella del proyecto que sirvió como eje político del gobierno cardenista

LA POLITICA INTERNACIONAL DE CARDENAS

El 18 de junio de 1936, el general Francisco Franco, declaraba el estado de guerra


en Tenerife, la mayor de las Islas Canarias y daba a conocer en una proclama
dirigida al pueblo que “se sublevaba para llevar la justicia, la igualdad y la paz a
todos los españoles” a quienes les “garantizaría…la… fraternidad, libertad e
igualdad…” 83. Con esta proclamación, se inicio la guerra civil española, conflicto
que durante más de tres años tenso las relaciones políticas de las principales
potencias industriales del mundo.
La actitud de régimen cardenista fue desde un principio, brindar el más amplio
respaldo a la lucha que sostenían los republicanos españoles. Por su parte, las
principales “democracias capitalistas” (Inglaterra, Francia y EUA) asumieron una
política de “no intervención” en la conflagración hispana en la conflagración
hispana, la que se caracterizaba como “conflicto interno” ya que desde su punto de
vista debían ser los propios afectados los que encontraran la mejor solución; con
semejante actitud, en realidad solo dejaban las manos libres a las dictaduras
fascistas para intervenir sin cortapisas.

Alemania e Italia, aprovecharon la pasividad de las potencias occidentales para


volcarse en un apoyo masivo a los falangistas; durante todo el conflicto las tropas
de Franco recibieron pertrechos materiales y humanos en gran escala, que
provenían fundamentalmente de los estados nazi-fascistas.

El proletariado mundial acudió en defensa de España. En su apoyo se organizaron


brigadas internacionales, en las que hallaron cabida numerosos combatientes por la
libertad, entre ellos voluntarios mexicanos como el pintor David Alfaro Siqueiros.

La URSS otorgo apoyo material consistente en armas y ayuda económica. En la


política Internacionalista siguió impulsando por medio del Partido Comunista de
España, la táctica de frente popular antiimperialista

En nuestro país la actitud del general Cárdenas fue clara al expresar: “el gobierno
mexicano reconoce que España, Estado miembro de la sociedad de las naciones,
agredida por las potencias totalitarias: Alemania e Italia tiene derecho a la
protección moral, política y diplomática, y a la ayuda material de los demás
estados” 84, Consecuentemente con sus declaraciones, pronto iniciaron su arribo al
frente republicano las ametralladoras y rifles de fabricación mexicana. El STPRM y
el STFRM brindaron su apoyo solidario; el primero, acordó enviar 40 000 barriles de
crudo mensual y el segundo, decidió transportar gratis todas las mercancías que
tuvieran el mismo destino. De igual forma los trabajadores de la industria azucarera
aportaron casi 100 000 toneladas de azúcar a los combatientes de la República.

Sin embargo, a pesar de la solidaridad internacional la consigna de “no pasarán”


fue derrotada y los franquistas asumieron el control de España.

Los pirineos fueron cruzados por más de medio millón de republicanos que huían
del terror falangista; el gobierno mexicano se pretor ofrecer asilo a 20 000
exiliados, que se integraron a la vida nacional. Con los exiliados españoles llego
toda una “generación de intelectuales que renovó la filosofía que se enseñaba en
las universidades, se entrego a la ciencias, estableció colegios, escribió libros y
edito sus propias editoriales. Los numerosos profesionistas practicaron
generosamente la medicina, la ingeniería y la arquitectura.85

El apoyo del gobierno cardenista al régimen republicano español recogió lo mejor


de la tradición diplomática de México: la actitud intransigente sobre le derecho a la
autodeterminación del pueblo hispano para decidir su propia forma de gobierno, fue
una constante en la política nacional de la Nación durante la presidencia del general
Cárdenas.

Igual actitud asumió el gobierno mexicano ante la invasión de la que fue victima
Abisinia hoy Etiopía, por parte del ejercito fascista de Mussolini; a ese respecto el
presidente fue claro al expresar: “en el caso de Abisinia México reconoce que ese
estado ha sido victima de una agresión a su autonomía interna y a su
independencia de Estado soberano por parte de una potencia interventora”; 86 y
daba instrucciones al representante mexicano ante la sociedad de las Naciones con
sede en Ginebra Suiza,, para que levantara una enérgica protesta por la violación
que a la soberanía del país estaba perpetrando los contingentes militares de la
Italia fascista.

a) El asesinato de Lev Davidovich Bronstein

El fundador del ejercito rojo (base fundamental del poder soviético) fue un
revolucionario ruso que ha pasado a la historia con el seudónimo de León Trotsky.
Aun no transcurría una década del triunfo bolchevique, cuando alcanzaron extrema
gravedad numerosos discrepancias acerca de la conducción del gobierno soviético
y sobre la línea política del movimiento revolucionario mundial, entre el jerarca
recién elevado al poder José Stalin y León Trotsky.

Lenin había muerto y Stalin apoyado por una naciente burocracia había logrado
tomar su lugar frente del nuevo Estado al cual imprimió nuevo rumbo a pesar de la
inconformidad de una parte significativa del Comité Central del Partido Comunista
(Bolchevique) de Rusia.

El destierro a Liberia fue la culminación de una seria de medidas represivas


infringidas al viajo estratega, posteriormente sufrió la expulsión del territorio
soviético y fue arraigado en la isla turca de Prinkipo, lugar al que arribo en los
primeros meses de 1929. Sin embargo, aquel destierro solo fue el punto de partida
de un penoso itinerario de Lev Davidovich Bronstein (este era su nombre real)
recorrería y que incluyo Dinamarca, Francia y Noruega, estancias en las cuales
siempre estuvo protegido por partidarios de sus posiciones políticas, militantes
resueltos a evitar que el revolucionarios bolchevique cayera victimado por al
vengativa insidia de al persecución estaliniana.

En 1936 el gobierno noruego cedió ante la presión diplomática y económica del


régimen de Stalin y acepto confinar al exiliado ruso en Sundby pequeño poblado al
norte de Olso. Ante el inminente peligro de que las autoridades socialdemócratas
noruegas capitularan a las presiones soviéticas y repatriaran al disidente
revolucionario, algunos mexicanos partidarios suyos entre los que destacaban
Antonio hidalgo y el pintor Diego Rivera lograron que el presidente Lázaro Cárdenas
otorgara asilo político a la familia Bronstein (87). De inmediato. Trotsky se acogió a
la hospitalidad de México y a bordo del vapor noruego “Ruth” arribo el 9 de enero
de 1937 al puerto de Tampico, de donde fue trasladado en el tren presidencial ala
ciudad de México. Allí fijó temporalmente su residencia en la casa de Frida Kahlo.

La CTM exigió de inmediato al gobierno la expulsión de León Trotsky, por medio


del su secretario general Vicente Lombardo Toledano., quien se había especializado
en la provocación y delación policíaca hacia aquellos militantes revolucionarios que
no concordaban con sus particulares interpretaciones políticas. Pronto denuncio
ante la prensa lo que el consideraba la misión de León Trotsky en México: Bronstein
venia, según Lombardo, a proponer “la inmediata insurrección armada y el
establecimiento de la dictadura del proletariado”. (88)

Es impresionante la actitud medrosa del dirigente de la CTM, quien se


autonombraba “marxista leninista” y sin embargo, se aterraba con la solo presencia
en nuestro país de un revolucionario que osara, hipotéticamente, plantear el
establecimiento de la dictadura del proletariado.

Esta aparente incongruencia política tenia fines bien delimitados, pues el dirigente
de la organización obrera mayoritaria del país no deseaba la intromisión de ninguna
corriente de opinión que entorpeciera las excelentes relaciones entre la burguesía
radical cardenista, la dirección de la Internacional Comunista y el movimiento
obrero mexicano, controlado por este carismático líder.
Mítines, manifestaciones, desplegados públicos y otras medidas políticas fueron
utilizadas por la dirigencia de la CTM y del PCM para exigir al gobierno mexicano se
retirara el derecho de asilo a León Trotsky. No obstante las presiones internas y
externas, el general Cárdenas sustito su firme posición a pesar de los conflictos que
esto le acarreaba, pues por una parte de la burguesía imperialista no aprobaba la
política del Estado mexicano a favor del revolucionario ruso y por la otra la
dirigencia soviética no perdía ocasión de exigir al gobierno mexicano la salida de
Trotsky de nuestro país; incluso llego a tener dificultades con algunos miembros de
su gabinete que no aceptaban la presencia del marxista ruso en nuestro territorio.
Cardenas no cedió ante las presiones y mantuvo en lato la tradicional política
internacional de México, consistente en brindar apoyo y solidaridad a los
extranjeros perseguidos por sus ideas políticas.

La muerte de León Trotsky había sido decretada en Moscú, por lo que solo era
cuestión de tiempo en que los agentes estalinistas lograran su objetivo; el primer
intento se efectuó en la segunda quincena de mayo de 1940, un grupo de
individuos irrumpió en las habitaciones de la famita Bronstein, disparando y
retirándose de inmediato, este atentado fue dirigido por el pintor militante del PCM,
David Alfaro Sequeiros. (89)

De este intento salio ileso Trotsky, su nieto Esteban Sedov, en cambio, resulto
herido en una pierna.

No obstante las precauciones que se tomaron en la residencia de las calles de Viena


en Coyoacán, el 20 de agosto de 1940, un español, Ramón Mercader del Río, quien
se hacia pasar como belga y usaba el nombre de Jacques Mornard, logro asestar un
golpe con un piolet en la cabeza del líder bolchevique. La herida tuvo un efecto
mortal y el intelectual revolucionario falleció 24 horas después.

El estalinismo había logrado uno de sus negros designios: el último agente de los
dirigentes del octubre del revolucionario, yacía en la morgue. El general Cárdenas
al conocer la noticia escribió en su diario: “hoy falleció el C. León Trotsky a
consecuencia de la agresión que sufrió ayer por Jacques Mornard… Mornard resulta
un fanático al servicio de los enemigos de Trotsky … las causas o ideales de los
pueblos no se extinguen con la muerte de sus lideres… la sangre de Trotsky será un
fertilizante en los corazones de su patria (90)

IX. El final del cardenismo 1938-1940

Los últimos años del periodo cardenista se vieron inmersos en toda una conjunción
de intereses antagónicos, a tal grado de que la presión ejercida por el imperialismo
anglo-norteamericano sobre todas las instancias gubernamentales se reflejaría en
el descenso notorio de la exportación de productos mexicanos. Asi el boicot
aplicado al petróleo, la plata y a otros importantes artículos de exportación básicos
para el desarrollo de la economía nacional, forzaron al régimen del divisionario
michoacano a estrechar sus nexos comerciales con los gobiernos fascistas de Benito
Musolini y Adolfo Hitler, intercambiando productos textiles y energéticos
fundamentalmente. Sin embargo, a raíz de la Segunda Guerra Mundial las ventas a
estos países fueron canceladas bruscamente.

De manera simultanea, las organizaciones empresariales que proliferaron durante


esta etapa (91) no perdían ocasión para desatar toda una andanada política en
contra del gobierno cardenista, sobre todo lo referente al apoyo que prestaba a
los republicanos españoles que combatían el terror fascista implantado por
Francisco Franco
91 “La federación de la Clase media, Acción Cívica Nacional, el Partido
Antirreleccionista, le comité Nacional Pro Raza, la Unión de Comerciantes
Mexicanos, la Juventud Nacionalista Mexicanas, el Partido Cívico de la Clase Media,
el Partido Socialista Demócrata, el Frente de Comerciantes y Empleados del D. F.,
la Liga de la Defensa Mercantil y la Unión Nacional de Veteranos de la Revolución y
desde luego la Concamin y la Concanaco.”

La actitud más virulenta en contra de las medidas sociales adoptadas por el general
Cárdenas, estuvo a cargo de la Unión Nacional Sinarquista, fundada en mayo de
1937 por Helmut Oscar Sreiter, José Antonio Urquiza, Manuel Torres Bueno y otros
destacados miembros del Centro Anticomunista, agrupación que sumaba bastantes
adeptos en la región del Bajío.

La UNS agrupaba a numerosos contingentes campesinos, con notoria influencia de


la jerarquía católica; estos destacamentos de trabajadores rurales estaban
inconformes por no haber recibido beneficios de las reformas cardenistas,
sobresalían entre ellos muchos peones, arrendatarios, aparceros que se dedicaban
a denunciar con vehemencia la forma poco democrática que se había utilizado para
efectuar el reparto agrario; también destacaban en la propaganda de los
sinarquistas de repudio a la política cooperativista que el gobierno llevaba acabo y
en contraposición llamaban a los trabajadores del campo a exigir la propiedad de la
parcela, pues de otra manera pasarían a trabajar, según su argumento, “para el
patrón mas poderoso e injusto: El estado”

Los sinaquistas postulaban la unión de trabajo y el capital, en lugar de la lucha de


clases y contraponían la fuerza del espíritu, así como la voluntad de Dios, a toda
confrontación de carácter social. El sinarquismo mexicano desde principio enseño
sus múltiples coincidencias con los movimientos fascistas muy en boga durante
esos años en el viejo continente.

Para colmo las relaciones del gobierno cardenista con los obreros y campesinos en
general, sufrieron deterioros sobre todo en los dos últimos años del sexenio.

Pro ejemplo, los puntos elaborados por el presidente de la Republica y que estaban
encaminados –según la óptica del gobierno- a reorganizar el funcionamiento de los
recién estatizados ferrocarriles, fueron rechazados por los trabajadores y la
empresa, creándose automáticamente una confrontación entre estas dos partes.
Además el sindicato ferrocarrilero tuvo que bregar solo en su enfrentamiento con el
Ejecutivo Federal, ya que la CTM encabezada por Lombardo Toledano como
secretario general, brindo todo su apoyo al gobierno. Este conflicto persistió de una
u otro forma hasta finalizar el periodo gubernamental cardenista.

Semejante problemática enfrento al gobierno con el sindicato petrolero, ya que a


poco mas de un año del celebre decreto expropiatorio, Cárdenas les propuso a los
trabajadores un plan de reajuste de personal y de sueldos así como suprimir ayuda
para renta de casa y un nuevo reglamento escalafonario. La respuesta obrera fue
tajante: no aceptaba las iniciativas presidenciales y en apoyo a su posición llegaron
incluso a plantear una huelga de protesta contra las medidas reorganizativas
gubernamentales. En marzo de 1940 se efectuó una entrevista poco cordial entre
las partes del conflicto y el Presidente no solo se negó a aceptar las contra
demandas del sindicato sino que exigió el despido inmediato de 2592 trabajadores
de reciente ingreso y la restauración de 22 mil millones de pesos que según el
general se habían perdido “por la corrupción e ineficiencia del sindicato”.
Posteriormente el conflicto fue turnado a la Junta Federal de Conciliación y
Arbitraje, que emitió su veredicto a favor de la posición gubernamental; en esta
confrontación la actitud asumida por la dirección de la CTM fue similar a la que
sostuvo durante el conflicto ferrocarrilero.
También existieron serias diferencias con el gobierno cardenista de parte de
algunos sectores campesinos como los de La Laguna, Yucatán, Chiapas, Sinaloa y
otros, pues planteaban la exigencia de poseer la tierra a como diera lugar y que de
igual modo cambiara la política del Banco de Crédito Ejidal. Estas demandas se
contraponían a la táctica agraria utilizada por Cárdenas en los últimos años de su
gobierno, la cual se caracterizo por el descenso notorio en el reparto de tierras y
del crédito para los trabajadores del campo.

Sin embargo, para mediatizar estos conflictos el Primer Magistrado se apoyo en la


poderosa Confederación Nacional Campesina, que tenia como unos de sus objetivos
centrales el organizar el más amplio respaldo al Estado. Pronto, esta organización
de trabajadores agrícolas logró diluir las diferencias entre algunos sectores agrarios
y el régimen cardenista, utilizando para ellos promesas de solución, cuya obtención
dependía de inagotables trámites burocráticos.

Entre toda esta conflictiva social destaca la actitud del PCM en esta etapa, el cual
en virtud de su línea política de “unida a toda costa”, cometio una seri de errores
que lo llevaron a una seria descomposición interna. Su asimilación a la política
cardenista llego a tal grado que el secretario general del PCM, Hernán Laborde,
declaro con motivo de la fundación del PRM que esta partido “era la forma
específica del frente popular en México”, no importándole al dirigente comunista
que por esos días los delegados que constituían el PRM estuvieran votando por la
exclusión de los miembros del PCM de esa nueva organización.

Tanto errores y tantos giros en su táctica política, hicieron que al finalizar el


periodo cardenista, el PCM estuviera con una influencia de masas menguada, con
un prestigio deteriorado y con una militancia escasa y con muestras de gran
proclividad a sumarse de lleno al aparato estatal que conducía la burguesía
nacionalista. Durante años Laborde, Velasco, Sequeiros y otros connotados
dirigentes se habían dedicado a explicar a los militantes del PCM, al movimiento
obrero y al campesino en general que Cárdenas y su gobierno era la realización del
“Frente Popular”, eje central que la política internacional comunista impulsaba
desde 1935, en que se realizo su VII u último congreso. La confusión existente en
la filas del PCM se tradujo en una marcada impotencia para elaborar tácticas
adecuadas que llevaran a los trabajadores del país a la consecución de una vida
sindical independiente de los intereses del Estado y su burguesía dirigente.

En medio de esta agudización de las contradicciones de clase, se iniciaron las


presiones externas e internas para nombrar sucesor al cargo que ostentaba el
general Cárdenas.

a) El almazanismo.

Juan Andrew Almazán, general revolucionario, ejemplo, clásico del oportunismo


político, quien transito del campo maderista la huertista y posteriormente se unió al
zapatismo, para después abjurar de el y sumarse finalmente a los gobernantes
sonorenses a principios de la década de los 20’s, se convirtió, merced da grandes
especulaciones financieras, en un rico y prospero industrial del norte de la
República. Su capital en 1939 era estimado en 30 millones de pesos, La
candidatura presidencial para el lapso 1940-1946 de este prominente hombre de
negocios, fue respaldada por un amplio sector de terratenientes, grandes
comerciantes, grupos importantes de la burguesía industrial y, sobre todo, por
algunos significativos monopolios estadounidenses que mantenían diferencias
notorias con la burguesía cardenista, debido particularmente a las medidas
reformistas aplicadas durante el sexenio que finalizaba.
También sostuvieron la candidatura almazanista, el Partido Revolucionario de
Unificación Nacional, que había surgido en 1940 de la fusión efectuada entre la
Unión de Pequeños Propietarios de la Tierra, la confederación de Cámaras
Comerciales e Industriales y la Confederación de Partidos Independientes. En esta
nueva organización política destacaban personajes de la talla de un Antonio Díaz
Soto y Gama, de un Ramón Iturbe, del hermano de Francisco I. Madero se dejara
de mencionar a Diego Arenas Guzmán, Melchor Ortega, Miguel Alesio Robles y
otros.
Soto y Gama se convirtió pronto en uno de los principales oradores de la campaña
almazanista, utilizando portentosa verborrea igualo ante los mexicanos que acudían
a escucharlo, a Dios con el candidato Almazán pues –según el inquieto abogado
potosino – ambas personas se oponían a la implantación del comunismo soviético
en tierras mexicanas, igualmente en sus múltiples discursos pronunciados durante
sus giras, otorgaba de manera reiterada el titulo de “heredero del manto de
Zapata” el multimillonario Almazán

Por su parte el recién formado Partido Acción Nacional (PAN), fundado en


septiembre de 1939 y dirigido por el antiguo militante vasconcelista Manuel Gómez
Morin, decidió sumar sus fuerzas a la candidatura del general Almazán. De esta
manera amplios sectores de la burguesía financiera, comercial e industrial
empezaba a dejar ver que sus intereses económicos requerían cada vez con mayor
fuerza de la toma del poder político, para lo cual ya no utilizarían métodos
anacrónicos -como fue el levantamiento de Cedillo- si no ahora participarían con
las mismas reglas del juego que la fracción burguesa dueña del control estatal.

Pero la mayor fuerza del almazanismo estuvo localizada en los miles de campesinos
afiliados al sinarquismo que se unieron decididamente al candidato empresarial. El
anticomunismo militante de este amplio sector agrario se manifestaba en su
propaganda que planteaba frente al grito comunista de TODOS PROLETARIOS, (la
UNS) opone su postulado salvador TODOS PROPIETARIOS, en abierta contradicción
con la consigna marxista “Cada hombre debe convertirse en proletario”, muy en
boga durante la etapa populista del sexenio motivo de esta estudio.

No obstante el radicalismo conservador del almazanismo, pronto se iniciaron las


convergencias, entre los dos sectores de la burguesía encontrados en esta
contienda política. Por ejemplo, los miembros del PRUN señalaban de manera
reiterada su apoyo a las reformas sociales efectuadas, así como su disposición a
que las clases oprimidas obtuvieran mejores ingresos; lo único que no aceptaban
decían, eran los métodos utilizados por el gobierno cardenista para llevar a cabo
sus acciones.

En contra partida el candidato del PRM no perdía ocasión para reiterar su


anticomunismo y su firme intención de no profundizar mas en las formas de su
antecesor sino únicamente consolidarlas, de tal forma que las posiciones de los
contendientes solo dejaron ver diferencias de matiz en el proceso electoral de 1940.

b) Manuel Ávila Camacho, candidato del PRM.

Hacia el interior del PRM existían dos claras tendencias con respecto a la orientación
que debería imprimirse al gobierno en el siguiente sexenio. Una de ellas
representada por el general Francisco J. Múgica, quien sin lugar a dudas encarnaba
al sector mas progresista de ala izquierda gubernamental. Múgica, hombre de
costumbres espartanas y con amplia visión política, era a juicio de un importante
sector del PRM el más adecuado sucesor del general Cárdenas.
El trascendente papel que desempeño en la expropiación de la industria petrolera
lo convirtió en indeseable para los personeros de las fuerzas retardatarias
nacionales y también ante la posible nominación como candidato a ocupar la
presidencia de la republica, los principales monopolios anglo-estadounidenses no
dejaron de oponerse con todo su energía a que el previsible sucesor del gobernante
michoacano, estuviera políticamente mas a la izquierda que le propio Cárdenas.

No obstante las múltiples presiones que se ejercieron en torno a la participación del


general Múgica, este decidió intervenir en la campaña preelectoral para obtener la
postulación como candidato del PRM a la Presidencia de la República. Durante le
primer semestre de 1939, en forma decidida, visito fábricas, ejidos, ciudades,
escuelas y en la mayoría obtuvo muestras de simpatía hacia su candidatura; pero la
burocracia que se había apoderado de la dirigencia del PRM decidió virar a la
derecha con la finalidad de conservar sus privilegios, inclinándose por un candidato
moderado que garantizara la “estabilidad” y o se opusiera de manera frontal a los
intereses económicos del imperialismo.

En la toma de esta decisión contraria a Múgica, jugo un papel trascendental el


secretario general de la CTM que supedito la central obrera a los intereses
electorales del grupo de los “cinco lobitos”. Incluso Lombardo Toledano que conocia
perfectamente a Manual Ávila Camacho, pues habia sido discípulo suyo en Puebla,
no tuvo ninguna objeción a su postulación y en cambio lo llamó “amigos de los
ideales de los trabajadores”

Sin embargo, a pesar de las directivas de la CTM que llamaba a brindar el apoyo al
general Ávila Camacho, algunos sectores obreros entre los que destacaron los
ferrocarrileros, los electricistas, los petroleros y los trabajadores de la enseñanza
decidieron abstenerse de votar como gremio y dejaron en libertad a sus miembros
de optar por el precandidatos que mejor conviniera a sus intereses políticos.

También la actitud del PCM ante la contienda electoral es un ejemplo de la errónea


conducción política de esta agrupación durante el cardenismo, pues fieles a la
consigan de “unidad a toda costa” optaron por apoyar al candidato conservador del
PRM, a pesar de la inconformidad de algunos sectores de la base del partido.

Francisco j. Múgica al perder las posibilidades de recibir el apoyo que necesitaba de


la dirigencia del PRM y del propio presidente de la república, renuncio a su
precandidatura y en le texto público que presento a la militancia del PRM
denunciaba: “hemos visto, también, como culminación de esta desorientación social
que la fuerzas de izquierda de México, que el Partido Comunista, escudado tras un
sofisma trivial de táctica de lucha, olvido su misión histórica de vanguardia”

Al retirarse Francisco J. Múgica de la contienda electoral, el camino quedo abierto


para la otra tendencia del PRM, la conservadora, la que no aceptaba mas reformas
sociales y que incluso manifestaba sus deseos de dar marcha atrás en algunos
logros significativos del régimen cardenista.

De tal forma que los generales Rafael Sánchez Tapia, Francisco Castillo Nájera y
Gildardo Magaña fueron fácilmente derrotados en le interior de PRM en sus
aspiraciones presidenciales, por el secretario de la Defensa Nacional Manuel Ávila
Camacho quien no perdía ocasión para ratificar su catolicismo militante.

El candidato del PRM, si bien tuvo como base de su campaña un segundo plan
sexenal un poco mas moderado que el de su antecesor no tardo en realizar
declaraciones durante sus giras que lo fueron identificando cada vez mas con los
intereses de la derecha, no obstante los esfuerzos que realizaron la CTM y la CNC
por crearle una atmosfera pública de apoyo campesino y obrero. Pronto se
evidencio la tendencia política y social que asumiría el nuevo gobierno.

Años después, al ser inquirido el general Cárdenas con respecto a por qué no había
apoyado a Francisco J. Múgica en sus aspiraciones presidenciales, contesto: “Quiero
decir que si no lo hice… fue por problemas de carácter internacional que lo
impedían”

Así, le primero de diciembre de 1940, después de un conflictivo proceso electoral,


asumió la Primera Magistratura de la República el general Manual Ávila Camacho, el
cual tomaría durante su gobierno medidas contrarias al espíritu de las reformas
sociales que había impulsado el cardenismo.

A manera de conclusión

El cardenismo representa el más acabado esfuerzo por institucionalizar el desarrollo


capitalista en el México de la tercera década del presente siglo. En este empeño
colaboró eficientemente la pequeña burguesía radicalizada, la cual se permitió que
se imprimiera a las acciones gubernamentales un cariz popular que disfrazó las
actividades políticas del régimen.

Lázaro Cárdenas se propuso establecer un control férreo de parte del Estado sobre
las fuerzas sociales de connotada presencia en la vida política del país. Para lograr
este objetivo era necesario fortalecer, o crear en su caso, las organizaciones
sindicales, ejidales, cooperativistas o patronales en un numero suficiente y que
respondieran con lealtad a las necesidades políticas del gobierno.

Durante le sexenio cardenista se aceptó la existencia de la lucha de clases e incluso


en algunas ocasiones se alentó el estallido de conflictos laborales y agrarios, los
cuales nunca traspasaron los límites que el estado imponía. En ningún momento,
durante este periodo, se cuestiono la propiedad privada de los medios de
producción, al contrario se educo políticamente a los trabajadores asalariados en la
colaboración con el patrón-gobierno, a pesar de la fraseología socialista muy de
moda en las declaraciones programáticas de esa época.

Cárdenas impulso la creación de dos grandes organizaciones: una obrera (CTM) y


otra campesina (CNC), pues en la práctica siempre se opuso a que se efectuara
una alianza de intereses entre los trabajadores urbanos y rurales; el gobierno les
brindo apoyo y las dejo crecer e incluso les permitió en algunos casos darse una
estructura interna bastante radical, pero el Estado no perdió en ningún momento el
control sobre dichas agrupaciones de masas.

No obstante el impulso solidario que recibieron los más importantes sectores de la


burguesía durante el cardenísimo, algunos grupos empresariales no comprendieron
la película que impulsaba el gobierno y tuvieron continuos choques con éste,
sobretodos los primeros tres años del sexenio.

La reforma agraria, efectuada en gran escala y de manera constante, debilitó pero


no eliminó en algunas regiones, el poder económico y políticos de las élites
latifundistas y a la vez el régimen atendió las demandas de miles de solicitantes de
tierras, con lo que obtuvo el apoyo de amplios sectores de campesinos.

La mayoría de los trabajadores del campo fueron disciplinados y encuadrados


dentro de las organizaciones progubernamentales como la Confederación
Campesina Mexicana (CCM) primero, y la Confederación Nacional Campesina (CNC)
después, la situación que limitó de manera tajante las posibilidades de participación
política independiente para amplios sectores del proletariado rural.

La creación de la CTM, así como la nacionalización de la empresas ferroviarias


(1937) y petroleras (1938), permitieron al gobierno de Cárdenas reorganizar la
dinámica del crecimiento capitalista del país, pues a cada expropiación procedía la
creación de empresas estatales, lo cal iba delineando con precisión los objetivos del
régimen que consistían en implantar las bases estructurales de un capitalismo
monopolista de Estado.

En 1938 se decidió sustituir al PNR por una organización más dinámica, que
estuviera de acuerdo con los requerimientos de desarrollo político, económico y
social que imponía el afianzamiento del capitalismo mexicano. El PRM surgió sobre
la base de de cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar; este nuevo
partido aglutinó desde su nacimiento a la CTM y a la CNC, con lo que el movimiento
obrero y campesino renuncio tácitamente a la independencia de clase y quedo en la
practica sometido políticamente a la dirección de la burguesía nacional.

En suma puede decirse que el populismo gubernamental de 1934 a 1940, impulso


la creación del Estado capitalista moderno, sentó las bases constitucionales del
“apoyo a masas” que han gozado regímenes postcarednistas creo también este
gobierno toda una corriente de interpretación nacionalista de la realidad objetiva, la
cual aunada a las actitudes antiimperialistas que asumió en su momento el general
Cárdenas, ha dado origen a diversos agrupamientos políticos de innegable
presencia en los sexenios posteriores.

Finalmente, sin lugar a dudas, la herencia más rica del régimen cardenista fructifico
en el magisterio, sector de la pequeña burguesía radicalizada que asimiló y llevó
acabo la política educativa del Estado. Fueron necesarias incontables represiones en
los siguientes sexenios que la mística de la “educación socialista” fuera abandonada
paulatinamente por los mentores esparcidos por todo el país

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