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DESARROLLO DEL PENSAMIENTO

LOGICO

PSICOLOGIA INFANTIL
MARQUINA MILDRE
C.I V-15.074.402
DESARROLLO DEL PENSAMIENTO

LOGICO

El desarrollo del niño durante la etapa de


infancia preescolar (de 4 a 6 años) presenta
cambios en todos los niveles de su
personalidad: el niño comienza a ser más
reflexivo y a considerar los objetos como parte
de una totalidad. Del manual Psicología en la
escuela infantil de Mariano Moraleda
(coordinador), extraemos dos apartados del
capítulo “Desarrollo de la vida mental del niño
en la infancia preescolar” sobre el aprendizaje
de los puntos de referencia y su introducción
en las formas lógicas del pensamiento.

Fragmento de Psicología en la escuela


infantil.

De Manuel Deaño y Luis Vidal.

Capítulo 7

Orientación en el espacio y en el tiempo

El niño de la infancia preescolar, ayudado


(a) del adulto, pronto distingue su mano
derecha de su mano izquierda. Su mano derecha
es con la que el niño dibuja y come (si es
diestro). Sobre esta referencia, pronto el niño
ubica otras partes del cuerpo. Así, con
referencia a su mano puede decirnos fácilmente
dónde está o cuál es su pierna izquierda o su
ojo derecho. Todavía a los cuatro años no
comprende que lo que para él está situado a la
derecha para otra persona puede que esté a la
izquierda. En general, el niño de cuatro años
aprende las direcciones en el espacio a partir
de la proyección de su propio cuerpo sobre los
objetos y las cosas que le rodean. Así es como
va determinando y perfeccionando sus nociones
de delante-detrás, arriba-abajo, izquierda-
derecha. A través del desarrollo de las
actividades típicas de esta edad el niño de la
infancia preescolar aprende a ubicar los
objetos en el espacio con relación a ellos, y
así determina cuándo un objeto está delante de
otro, detrás, encima, debajo, a su derecha o a
su izquierda. Las relaciones espaciales entre
los objetos se captan cuando el niño realiza
una construcción con tacos, por ejemplo, lo que
le obliga a relacionarlos para obtener el fin
deseado. También cuando dibuja o cuando juega
con sus compañeros.

Es este un largo proceso que se va


realizando en esta etapa y en la que el niño
primero asimila la situación del objeto, por
ejemplo encima. La imagen que obtiene con su
experiencia de acción debe ser reforzada con la
designación verbal de la situación;
posteriormente el niño, basándose en esa imagen
de la situación del objeto encima, podrá
fácilmente asimilar el segundo término
situacional contrapuesto, debajo. A pesar de
estos avances necesitará todavía de muchas
experiencias de descentración para poder
comprender que cuando él cambia de posición las
relaciones entre los objetos también cambian.
Hacia el final de la infancia preescolar el
niño se manifiesta mucho más flexible en su
orientación en el espacio, independientemente
de la posición que él ocupe.

Su orientación en el tiempo es,


comparativamente con la del espacio, peor. El
niño vive el tiempo: a una hora determinada del
día se levanta, a otra tiene hambre, a otra
juega, a otra duerme etc. El tiempo corre, no
puede manejarse, las acciones se suceden en él.
Por otra parte, las designaciones temporales
son muy relativas: lo que ahora es hoy, se
convierte en ayer; lo que se decía mañana, se
convierte en hoy, etc. A través de su actuación
en el tiempo el niño aprende a hacerse una idea
de la duración y de la sucesión. Así, los niños
que fueron condicionados a realizar tareas en
tiempos medidos y controlados, tendían a
realizar las mismas u otras actividades en
periodos de tiempo aproximados. También las
principales acciones que realiza durante el día
le sirven de referente temporal: antes de
comer, después de merendar, etc., y a fijar
momentos temporales: por la mañana se levanta,
se lava y desayuna, por la tarde juega y
merienda, por la noche duerme. Utiliza la
designación temporal de hoy como punto de
referencia, y mañana y ayer, a medida que se va
desarrollando, se van enriqueciendo de
contenido y de precisión temporal.

Como afirma Secadas (1988), a la entrada


en la segunda infancia el niño no tiene de
la noción de tiempo una sensación difusa
de algo que no es el ahora, sino anterior
o posterior. Hacia los cinco años lo
concibe como anecdótico y egocéntrico, ya
que se sustenta sobre principios de
recordación, para concebirse a los seis
años como la primera forma de objetivación
efectuada sobre momentos temporales en el
transcurso de la vida cotidiana. Las
acciones que en él despliega son como
«hitos o tachuelas fijas en el curso del
día, una especie de conversión del flujo
temporal en puntos localizados, definidos
por actividades concretas. En nuestra
idea, se suprime el tiempo —se domina y
manipula— sirviéndose del espacio, más
concretamente del factor de localización o
dispersión de puntos en una superficie
imaginaria».
Adquisición de conocimientos más
generalizados y asimilación de nuevos conceptos

En la etapa de la infancia preescolar del


niño se va haciendo, pues, progresivamente con
conocimientos generalizados que se refieren a
las relaciones parte-todo y que van a ejercer
una notable influencia en su desarrollo
intelectual. Estos conocimientos que el niño
asimila se refieren a las relaciones existentes
entre los objetos y no visibles directamente.
Son expresiones mediante palabras de aspectos
esenciales de los objetos y de los fenómenos
reales, están imbricados entre sí y permiten
extraer un conocimiento de otro conocimiento y
resolver problemas sin acudir al apoyo de los
objetos o las imágenes. Conociendo la regla
general de que los mamíferos respiran por
pulmones, y sabiendo que la ballena es un
mamífero puede sacar la conclusión inmediata de
que la ballena es un mamífero. Es decir, a
medida que el niño adquiere esos conocimientos
generalizados asimila los conceptos y las
formas lógicas del pensamiento basadas en
ellos. Cuando el niño es capaz de agrupar las
figuras triangulares y cuadradas juntas,
asimila que todos los cuadrados forman parte de
los polígonos y son distintos de los
triángulos: que todos los que están en los
otros montones del ejemplo expuesto más arriba
son todos los círculos y que ninguno de los
otros triángulos ha de ser colocado en esa
colección. Cuando el niño ha aprendido que las
relaciones entre los objetos puede expresarse a
través de una unidad de medida asimila la
existencia de «más ancho que», «menos largo
que», «tan pesado como», etc.

Cuando el niño cuenta diversos objetos y


su número es el mismo con independencia del
orden en que los cuente o de la posición en que
se hallen, asimila que el número expresa una
relación cuantitativa entre objetos; en
definitiva, el concepto de número. La
adquisición de estos conocimientos
generalizados y la adquisición de una cada vez
mayor comprensión de los conceptos ayudan al
niño a pasar de las operaciones externas a las
mentales y adentrarse en las formas lógicas del
pensamiento; de manera que las acciones
externas del niño son sustituidas por
definiciones verbales. Cuando se le propone al
niño que compare mediante una medida dos
objetos, ahora ya no utiliza la medida directa,
sino que razona en base a las cantidades que
obtendría de las mediciones.

En definitiva, la palabra se va
convirtiendo en el instrumento que designa los
conjuntos en lo que los elementos se agrupan. A
través de las palabras los niños ponen de
manifiesto una comprensión elevada de
expresiones comparativas, «más que» o «menos
que», y la utilización cada vez más adecuada de
términos relacionados para describir
dimensiones diferentes. La comprensión de estos
términos es superior a su uso, esto es, muchos
niños comprenden la utilización de este tipo de
términos referenciados aunque no lo usen de
modo adecuado en la conversación (Secadas y
Barbera, 1981).
Fuente: Moraleda, Mariano (coordinador).
Psicología en la escuela infantil. Madrid:
Eudema (Ediciones de la Universidad Complutense
de Madrid), 1992.

PSICOLOGÍA INFANTIL

Estudio del comportamiento de los niños


desde el nacimiento hasta la adolescencia, que
incluye sus características físicas,
cognitivas, motoras, lingüísticas, perceptivas,
sociales y emocionales.

DESARROLLO DEL PENSAMIENTO LÓGICO

El desarrollo del niño durante la etapa de


infancia preescolar (de 4 a 6 años) presenta
cambios en todos los niveles de su
personalidad: el niño comienza a ser más
reflexivo y a considerar los objetos como parte
de una totalidad. Del manual Psicología en la
escuela infantil de Mariano Moraleda
(coordinador), extraemos dos apartados del
capítulo “Desarrollo de la vida mental del niño
en la infancia preescolar” sobre el aprendizaje
de los puntos de referencia y su introducción
en las formas lógicas del pensamiento.

Los psicólogos infantiles intentan


explicar las semejanzas y las diferencias entre
los niños, así como su comportamiento y
desarrollo, tanto normal como anormal. También
desarrollan métodos para tratar problemas
sociales, emocionales y de aprendizaje,
aplicando terapias en consultas privadas y en
escuelas, hospitales y otras instituciones.

Las dos cuestiones críticas para los


psicólogos infantiles son: primero, determinar
cómo las variables ambientales (el
comportamiento de los padres, por ejemplo) y
las características biológicas (como las
predisposiciones genéticas) interactúan e
influyen en el comportamiento; y segundo,
entender cómo los distintos cambios en el
comportamiento se interrelacionan.

TEORIAS EVOLUTIVAS DEL DESARROLLO

Una teoría del desarrollo debe reflejar el


intento de relacionar los cambios en el
comportamiento con la edad cronológica del
sujeto; es decir, las distintas características
conductuales deben estar relacionadas con las
etapas específicas del crecimiento. Las leyes
que regulan las transiciones entre estas
diferentes etapas del desarrollo también deben
identificarse. Las principales teorías
evolutivas son la teoría freudiana de la
personalidad y la de la percepción y cognición
de Piaget. Ambas explican el desarrollo humano
en la interactividad de las variables
biológicas y ambientales.

La teoría de Freud sostiene que una


personalidad sana requiere satisfacer sus
necesidades instintivas, a lo que se oponen el
principio de realidad y la conciencia moral,
representados desde una perspectiva estructural
por las tres instancias de la personalidad: el
ello (fuente de los impulsos instintivos), el
yo (instancia intermedia, que trata de
controlar las demandas del ello y las del
superyó adaptándolas a la realidad) y el
superyó (representación de las reglas sociales
incorporadas por el sujeto, especie de
conciencia moral).

El centro fisiológico de los impulsos


instintivos se modifica con la edad, y los
periodos de los diferentes centros se denominan
etapas. El ‘ello’ de los recién nacidos, por
ejemplo, alcanza la máxima satisfacción al
mamar, actitud que define la etapa oral,
primera etapa de las cuatro que permiten llegar
a la sexualidad adulta. Freud integró así en su
teoría las variables biológicas y las
ambientales.

Por su parte, Piaget basa sus teorías


sobre el supuesto de que desde el nacimiento
los seres humanos aprenden activamente, aún sin
incentivos exteriores. Durante todo ese
aprendizaje el desarrollo cognitivo pasa por
cuatro etapas bien diferenciadas en función del
tipo de operaciones lógicas que se puedan o no
realizar:

En la primera etapa, la de la inteligencia


sensomotriz (del nacimiento a los 2 años
aproximadamente), el niño pasa de realizar
movimientos reflejos inconexos al
comportamiento coordinado, pero aún carece de
la formación de ideas o de la capacidad para
operar con símbolos.

En la segunda etapa, del pensamiento


preoperacional (de los 2 a los 7 años
aproximadamente), el niño es capaz ya de formar
y manejar símbolos, pero aún fracasa en el
intento de operar lógicamente con ellos, como
probó Piaget mediante una serie de
experimentos.

En la tercera etapa, la de las operaciones


intelectuales concretas (de los 7 a los 11 años
aproximadamente), comienza a ser capaz de
manejar las operaciones lógicas esenciales,
pero siempre que los elementos con los que se
realicen sean referentes concretos (no símbolos
de segundo orden, entidades abstractas como las
algebraicas, carentes de una secuencia directa
con el objeto).

Por último, en la etapa de las operaciones


formales o abstractas (desde los 12 años en
adelante, aunque, como Piaget determinó, la
escolarización puede adelantar este momento
hasta los 10 años incluso), el sujeto se
caracteriza por su capacidad de desarrollar
hipótesis y deducir nuevos conceptos, manejando
representaciones simbólicas abstractas sin
referentes reales, con las que realiza
correctamente operaciones lógicas.

DESARROLLO INFANTIL

Los diversos aspectos del desarrollo del


niño abarcan el crecimiento físico, los cambios
psicológicos y emocionales, y la adaptación
social. Muchos determinantes condicionan las
pautas de desarrollo y sus diferentes ritmos de
implantación.

1. ¿Herencia o ambiente?

Todos están de acuerdo en que las pautas


del desarrollo del niño están determinadas
conjuntamente por condiciones genéticas y
circunstancias ambientales, aunque subsisten
vehementes discrepancias sobre la importancia
relativa de las predisposiciones genéticas de
un individuo. La investigación de este problema
ha sido abordada varias veces a través del
estudio comparativo de las semejanzas y
diferencias entre gemelos monocigóticos
(univitelinos), que crecen en ambientes
distintos, y gemelos que han crecido juntos.

La hipótesis subyacente a estos estudios


es que si la carga genética es determinante,
los gemelos que han sido separados serán tan
similares en la mayoría de los aspectos medidos
como los que han vivido juntos. Esta hipótesis
asume la existencia de una clara diferencia
entre los ambientes de los gemelos separados,
algo que parece bastante cuestionable. Excepto
en algún caso en el que el entorno sea
especialmente hostil, las pautas y las medidas
del desarrollo físico y motor parecen estar
genéticamente controladas, pero las
investigaciones también indican que ambas
variables, genéticas y ambientales, contribuyen
al comportamiento intelectual.

También existe un componente genético en


los caracteres de la personalidad como la
introversión/extroversión, nivel de actividad o
predisposición a las psicosis. Con relación a
este último aspecto, debemos señalar que,
aunque se ha avanzado bastante en la
identificación de las causas genéticas de las
enfermedades mentales, aún es necesaria una
mayor investigación para comprender mejor cómo
actúan los condicionantes genéticos en los
niños normales.

2. Crecimiento físico

Por lo general, un recién nacido pesa 3,4


kilos, mide 53 centímetros y presenta un tamaño
de cabeza desproporcionadamente mayor que el
resto del cuerpo. En los tres primeros años el
aumento de peso es muy rápido, después se
mantiene relativamente constante hasta la
adolescencia, momento en el que se da el
‘estirón’ final, menor, no obstante, que el de
la infancia. Los estudios realizados muestran
que la altura y el peso del niño dependen de su
salud, disminuyendo durante las enfermedades
para acelerarse de nuevo al restablecerse la
salud, hasta alcanzar la altura y el peso
apropiados. Entre el nacimiento y los 2 años
tienen lugar los cambios más drásticos en este
terreno. El niño pasa de los movimientos
descoordinados del recién nacido, en el que
predomina la actividad refleja, (por ejemplo,
el reflejo de prensión, que si se roza provoca
el cierre involuntario de los dedos de la mano
formando un puño), a la coordinación motora del
adulto a través de una serie de pautas de
desarrollo complejas. Por ejemplo, el caminar,
que suele dominarse entre los 13 y los 15
primeros meses, surge de una secuencia de
catorce etapas previas.

La investigación muestra que la velocidad


de adquisición de las capacidades motoras es
determinada de forma congénita, y que en su
aprendizaje no influye la práctica. No
obstante, si el sujeto es sometido a
restricciones motoras severas, se alterarán
tanto la secuencia como la velocidad de este
proceso.

Después de adquirir las capacidades


motoras básicas, el niño aprende a integrar sus
movimientos con otras capacidades perceptivas,
especialmente la espacial. Ello es crucial para
lograr la coordinación ojo/mano, así como para
lograr el alto nivel de destreza que muchas
actividades deportivas requieren.

3.- Actividad motora

Entre el nacimiento y los 2 años tienen


lugar los cambios más drásticos en este
terreno. El niño pasa de los movimientos
descoordinados del recién nacido, en el que
predomina la actividad refleja, (por ejemplo,
el reflejo de prensión, que si se roza provoca
el cierre involuntario de los dedos de la mano
formando un puño), a la coordinación motora del
adulto a través de una serie de pautas de
desarrollo complejas. Por ejemplo, el caminar,
que suele dominarse entre los 13 y los 15
primeros meses, surge de una secuencia de
catorce etapas previas.

La investigación muestra que la velocidad


de adquisición de las capacidades motoras es
determinada de forma congénita, y que en su
aprendizaje no influye la práctica. No
obstante, si el sujeto es sometido a
restricciones motoras severas, se alterarán
tanto la secuencia como la velocidad de este
proceso.

Después de adquirir las capacidades


motoras básicas, el niño aprende a integrar sus
movimientos con otras capacidades perceptivas,
especialmente la espacial. Ello es crucial para
lograr la coordinación ojo/mano, así como para
lograr el alto nivel de destreza que muchas
actividades deportivas requieren.

4 .- Lenguaje

La capacidad para comprender y utilizar el


lenguaje es uno de los principales logros de la
especie humana. Una característica asombrosa
del desarrollo del lenguaje es su velocidad de
adquisición: la primera palabra se aprende
hacia los 12 meses, y a los 2 años de edad la
mayoría de los niños tiene ya un vocabulario de
unas 270 palabras, que llegan a las 2.600 a la
edad de 6 años. Es casi imposible determinar el
número de construcciones posibles dentro del
lenguaje individual. No obstante, los niños
construyen frases sintácticamente correctas a
los 3 años y construcciones verbales muy
complejas a los 5 años.

Este extraordinario fenómeno no puede


explicarse simplemente desde la teoría del
aprendizaje, lo que ha llevado a establecer
otras hipótesis. La más destacada es,
posiblemente, la del lingüista estadounidense
Noam Chomsky, quien planteó que el cerebro
humano está especialmente estructurado para
comprender y reproducir el lenguaje, por lo que
no requiere aprendizaje formal, y se desarrolla
al entrar el niño en contacto con él. Aunque
los psicolingüistas del desarrollo no están de
acuerdo con todos los conceptos de Chomsky, sí
aceptan los sistemas lingüísticos mentales
especiales. Aún hoy, los teóricos del lenguaje
especulan con la relación entre el desarrollo
cognitivo y el lenguaje, asumiendo que éste
refleja los conceptos del niño y se desarrolla
al mismo tiempo que sus conceptos son más
profundos.

5.- Formación de la personalidad

Las teorías de la personalidad intentan


describir cómo se comportan las personas para
satisfacer sus necesidades físicas y
fisiológicas. La incapacidad para satisfacer
tales necesidades crea conflictos personales.
En la formación de la personalidad los niños
aprenden a evitar estos conflictos y a
manejarlos cuando inevitablemente ocurren. Los
padres excesivamente estrictos o permisivos
limitan las posibilidades de los niños al
evitar o controlar esos conflictos.

Una respuesta normal para las situaciones


conflictivas es recurrir a los mecanismos de
defensa, como la racionalización o la negación
(por ejemplo, rechazando haber tenido alguna
vez una meta u objetivo específico, aunque sea
obvio que se tuvo). Aunque todos hemos empleado
mecanismos de defensa, debemos evitar
convertirlos en el único medio de enfrentarnos
a los conflictos. Un niño con una personalidad
equilibrada, integrada, se siente aceptado y
querido, lo que le permite aprender una serie
de mecanismos apropiados para manejarse en
situaciones conflictivas.

6.- Inteligencia y aprendizaje


La inteligencia podría definirse como la
capacidad para operar eficazmente con conceptos
verbales abstractos. Esta definición se refleja
en las preguntas de los tests de inteligencia
infantiles. Dos de los más conocidos, el
Stanford-Binet y el Weschler Intelligence Scale
for Children (más conocido por WISC, versión
infantil de la WAIS -Weschler Adult
Intelligence Scale-, la prueba individual de
inteligencia más famosa) se usan tanto para
medir el desarrollo intelectual del niño como
para predecir sus resultados académicos. Debido
a que el aprendizaje escolar depende, al
parecer, de la capacidad de razonamiento
verbal, el contenido de estos tests es muy
apropiado, como demuestra la relación que hay
entre los resultados de los tests de
inteligencia y el éxito escolar. Sin embargo,
las predicciones basadas exclusivamente en los
tests de este tipo resultan imperfectas, porque
no miden la motivación y el conocimiento sobre
las capacidades necesarias para el éxito
escolar es incompleto. Por otro lado, se ha
cuestionado que los tests de inteligencia sean
apropiados para niños de minorías étnicas, que
pueden no responder adecuadamente a ciertos
ítems debido a diferencias culturales o a la
falta de comprensión del lenguaje empleado, más
que por una deficiencia intelectual. Por ello,
los tests de inteligencia deben interpretarse
con sumo cuidado, dentro de un proceso de
evaluación psicológica completo y profesional,
y nunca de forma aislada, con capacidad
explicativa y/o predictiva absoluta.

7.- Relaciones familiares

Las actitudes, valores y conducta de los


padres influyen sin duda en el desarrollo de
los hijos, al igual que las características
específicas de éstos influyen en el
comportamiento y actitud de los padres.

Numerosas investigaciones han llegado a la


conclusión de que el comportamiento y actitudes
de los padres hacia los hijos es muy variada, y
abarca desde la educación más estricta hasta la
extrema permisividad, de la calidez a la
hostilidad, o de la implicación ansiosa a la
más serena despreocupación. Estas variaciones
en las actitudes originan muy distintos tipos
de relaciones familiares. La hostilidad paterna
o la total permisividad, por ejemplo, suelen
relacionarse con niños muy agresivos y
rebeldes, mientras que una actitud cálida y
restrictiva por parte de los padres suele
motivar en los hijos un comportamiento educado
y obediente. Los sistemas de castigo también
influyen en el comportamiento. Por ejemplo, los
padres que abusan del castigo físico tienden a
generar hijos que se exceden en el uso de la
agresión física, ya que precisamente uno de los
modos más frecuentes de adquisición de pautas
de comportamiento es por imitación de las
pautas paternas (aprendizaje por modelado).

8.- Las relaciones sociales

Las relaciones sociales infantiles suponen


interacción y coordinación de los intereses
mutuos, en las que el niño adquiere pautas de
comportamiento social a través de los juegos,
especialmente dentro de lo que se conoce como
su ‘grupo de pares’ (niños de la misma edad y
aproximadamente el mismo estatus social, con
los que comparte tiempo, espacio físico y
actividades comunes). De esta manera pasan,
desde los años previos a su escolarización
hasta su adolescencia, por sistemas sociales
progresivamente más sofisticados que influirán
en sus valores y en su comportamiento futuro.
La transición hacia el mundo social adulto
es apoyada por los fenómenos de liderazgo
dentro del grupo de iguales, donde se atribuyen
roles distintos a los diferentes miembros en
función de su fuerza o debilidad. Además, el
niño aprende a sentir la necesidad de
comportarse de forma cooperativa, a conseguir
objetivos colectivos y a resolver conflictos
entre individuos. La conformidad (acatamiento
de las normas del grupo social) con este grupo
de pares alcanzará su cota máxima cuando el
niño llegue a la pubertad, a los 12 años
aproximadamente, y nunca desaparecerá del
comportamiento social del individuo, aunque sus
manifestaciones entre los adultos sean menos
obvias.

Los miembros de los grupos de pares


cambian con la edad, tendiendo a ser homogéneos
(del mismo sexo, de la misma zona) antes de la
adolescencia. Después pasan a depender más de
las relaciones de intereses y valores
compartidos, formándose grupos más
heterogéneos.

9.- Socialización

El proceso mediante el cual los niños


aprenden a diferenciar lo aceptable (positivo)
de lo inaceptable (negativo) en su
comportamiento se llama socialización. Se
espera que los niños aprendan, por ejemplo, que
las agresiones físicas, el robo y el engaño son
negativos, y que la cooperación, la honestidad
y el compartir son positivos. Algunas teorías
sugieren que la socialización sólo se aprende a
través de la imitación o a través de un proceso
de premios y castigos. Sin embargo, las teorías
más recientes destacan el papel de las
variables cognitivas y perceptivas, del
pensamiento y el conocimiento, y sostienen que
la madurez social exige la comprensión
explícita o implícita de las reglas del
comportamiento social aplicadas en las
diferentes situaciones tipo.

La socialización también incluye la


comprensión del concepto de moralidad. El
psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberghas
demostró que el pensamiento moral tiene tres
niveles: en el inferior las reglas se cumplen
sólo para evitar el castigo (nivel
característico de los niños más pequeños), y en
el superior el individuo comprende
racionalmente los principios morales
universales necesarios para la supervivencia
social. Hay que tener en cuenta que la
comprensión de la moralidad a menudo es
incoherente con el comportamiento real, por lo
que, como han mostrado algunas investigaciones
empíricas, el comportamiento moral varía en
cada situación y es impredecible.

TENDENCIAS ACTUALES

Los psicólogos infantiles continúan


interesados en la interacción de los
condicionantes biológicos y las circunstancias
ambientales que influyen en el comportamiento y
su desarrollo, en el papel de las variables
cognitivas en la socialización, especialmente
en la adopción del rol sexual correspondiente,
y en la comprensión misma de los procesos
cognitivos, su adquisición y evolución.
Actualmente, los psicólogos están de acuerdo en
que determinados factores biológicos de riesgo,
como el peso escaso en el momento del
nacimiento, la falta de oxígeno antes o durante
el mismo y otras desventajas físicas o
fisiológicas son importantes en el desarrollo y
en el comportamiento posterior del individuo.
Diversos estudios longitudinales tratan de
determinar cómo los factores de riesgo afectan
a las experiencias infantiles, y cómo las
diferencias en estas experiencias afectan a su
comportamiento. Estas investigaciones aportarán
nuevos métodos de ayuda a los niños con
factores de riesgo para un mejor desarrollo.

Por otro lado, la función de las variables


cognitivas en el aprendizaje de los roles
sexuales y los estereotipos sobre las
diferencias sexuales entre los niños están en
proceso de investigación, aunque sólo se han
localizado pequeñas diferencias: por ejemplo,
las niñas suelen ser mejores en las actividades
que requieren capacidades verbales, y los niños
en las que dependen de capacidades matemáticas;
tampoco está claro cómo interactúan las
condiciones innatas con las circunstancias
ambientales para producir tales diferencias.
Los roles sexuales se han definido nítidamente
en nuestra cultura, pero la presión favorable
para el cambio de estas pautas está rompiendo
poco a poco los estereotipos, permitiendo que
un individuo, con independencia de su sexo,
cambie o adapte su comportamiento a las
exigencias de las situaciones específicas con
las que se enfrenta.

Gran parte de las investigaciones actuales


en psicología del desarrollo o evolutiva tratan
de identificar los componentes cognitivos (la
memoria o la capacidad de atención) empleados
en la resolución de problemas. Algunos
psicólogos estudian la identificación de los
procesos que se presentan durante la transición
de un nivel de pensamiento a otro en el
desarrollo del individuo. Otras áreas de
investigación hacen referencia a los
componentes cognitivos de la lectura y el
cálculo.
Se espera que todas estas investigaciones
conduzcan a la mejora de los métodos de
enseñanza escolar y de educación especial.

MALTRATO INFANTIL

Maltrato infantil, uso intencionado de la


fuerza física u omisión de cuidado por parte de
los padres o tutores que tienen como
consecuencia heridas, mutilación o incluso la
muerte del niño.

.- TIPOS DE MALOS TRATOS

El término maltrato infantil abarca una


amplia gama de acciones que causan daño físico,
emocional o mental en niños de cualquier edad.
Sin embargo, el tipo de maltrato infligido
varía con la edad del niño. Los malos tratos en
bebés y niños en edad preescolar suelen
producir fracturas, quemaduras y heridas
intencionadas. En casi todos los casos de acoso
sexual el agresor suele ser un hombre y la
víctima una niña en edad escolar o adolescente.
Sin embargo, en los últimos tiempos está
aumentando el número de niños varones en edad
preescolar que sufren este tipo de maltrato.

Tal vez el tipo más común de malos tratos


es el abandono, es decir, el daño físico o
emocional a causa de deficiencias en la
alimentación, el vestido, el alojamiento, la
asistencia médica o la educación por parte de
los padres o tutores. Una forma común de
abandono entre los niños es la subalimentación,
que conlleva un desarrollo deficiente e incluso
a veces la muerte.

.- MALOS TRATOS POR PARTE DE LOS PADRES

Los estudios han revelado que la mayor


parte de los padres que abusan de sus hijos,
habían sufrido ellos también la misma situación
por parte de sus progenitores. Algunos
investigadores afirman que este tipo de padres
presentan una personalidad infantil, mientras
que otros opinan que éstos esperan de forma
poco realista que sus necesidades psicológicas
sean cubiertas por sus hijos y que al no ver
cumplidas estas expectativas experimentan un
gran estrés y se vuelven violentos en las
relaciones con sus hijos (véase Violencia
doméstica). A pesar de este enfoque
psicopatológico, pocos padres de este tipo
pueden ser considerados verdaderos sicóticos o
sociópatas, dado que en otras facetas de la
vida funcionan sin distorsiones sociales y
psicológicas. Véase también Enfermedades
mentales.

Casos de malos tratos se dan en todos los


grupos religiosos, étnicos y raciales, y en
todas las áreas geográficas. La gran mayoría de
casos de maltrato infantil se dan en las
familias con menos recursos, tal vez debido a
la falta de oportunidades educativas para poder
manejar las frustraciones emocionales y
económicas.

PREVENCIÓN

La preocupación generalizada, sobre todo


en Occidente, ante el creciente número de
denuncias de malos tratos infantiles ha llevado
a aprobar leyes específicas que pretenden
identificar, registrar y tratar este tipo de
casos, aunque cada vez la atención está más
enfocada a la prevención. Véase Derecho
infantil.

La puesta en marcha de soluciones a corto


plazo para el cuidado de niños y de servicios
de ayuda a los padres, ha puesto de relieve que
los malos tratos infantiles a menudo tienen
lugar cuando los padres se encuentran bajo una
fuerte y continua tensión producida por
problemas familiares que no pueden controlar.
Para impedir la división de las familias e
intentar resolver el problema de los niños
maltratados es necesario que la sociedad
entienda mejor el papel vital que juegan aquí
las fuerzas sociales y económicas. La
prevención eficaz requiere un cambio
fundamental de los valores sociales y de las
prioridades públicas que permita aliviar las
condiciones de pobreza, desempleo, vivienda
inadecuada y mala salud de la gran mayoría de
familias con este tipo de problemas. También es
necesario poner un mayor énfasis en los
derechos de los niños y en las
responsabilidades de los padres hacia sus
hijos.

Derecho infantil

Derecho infantil, legislación destinada a


proteger los derechos del menor. En el marco de
la ley, los niños están considerados bajo dos
aspectos: en cuanto individuos, siempre han
gozado de una posición especial, en particular
en lo relativo a lo que se les consiente hacer.
Dentro de la familia, sin embargo, se ha tenido
que esperar hasta el siglo XX para que el
Derecho interviniera en sus vidas, ya que en
otro tiempo eran los padres (y el padre por
regla general) los que regían las vidas de sus
hijos.

LA RELACIÓN PADRES-HIJOS

En la mayor parte de los sistemas legales


desarrollados, los intereses del menor
prevalecen sobre cualquier otra cuestión. La
relación entre padres e hijos queda reflejada
en el plano legal en la expresión
‘responsabilidad de los padres’ para con el
hijo, responsabilidad que conlleva una serie de
obligaciones, como la educación del hijo y la
decisión de a qué escuela va, aunque el énfasis
primordial recae sobre el deber de criar al
niño. Esto amplía la postura legal anterior más
elemental —el deber que existe en Derecho penal
a no dañar ni descuidar a un niño— a todos los
aspectos asociados a la condición de ser
padres. Desde el momento en que los padres
reconocen a su hijo, adquieren esta
responsabilidad, y la seguirán teniendo aunque
se divorcien o separen.

En caso de conflicto, aunque no esté


reconocida por la ley esta responsabilidad, se
puede acudir a un tribunal para solicitar que
se otorgue el reconocimiento. Si el hijo es
ilegítimo, la responsabilidad corresponde sólo
a la madre, aunque el padre puede acudir a un
tribunal para pedir que se le otorgue esta
responsabilidad.

LOS NIÑOS COMO MOTIVOS DE DISPUTAS

Este tipo de disputas surge cuando los


padres comienzan a tener dificultades dentro de
su relación. En tales casos los tribunales
tienen el poder para determinar lo que sucederá
con los hijos. Un principio importante, sin
embargo, es que el tribunal no debe
pronunciarse si es posible resolver la cuestión
por medio de un acuerdo entre los padres, ya
que se considera que esto es lo mejor para el
niño.

En tales casos, la cláusula más importante


es la de residencia, que determina dónde han de
vivir los hijos. En la gran mayoría de los
casos se concede a la madre, aunque algunos
niños residan con el padre, siendo posible
dividir la residencia entre ambas partes. Este
tipo de cláusula suele venir acompañada de una
cláusula de contacto, que permite que el
progenitor que no vive con los niños pueda
verlos de forma periódica y con regularidad.

Otras cláusulas hacen referencia a temas


específicos y son utilizadas para resolver
desacuerdos concretos, como el tipo de escuela
a la que asistirá el niño. Las cláusulas de
medidas prohibidas, que se utilizan casi
siempre en los casos de mayor dificultad,
pueden impedir que uno de los padres se lleve
al niño al extranjero si existe el temor de que
no tenga intención de regresar.

En todos los casos en que los niños sean


parte implicada, el tribunal está obligado a
considerar el bienestar del niño como primer
elemento a tener en cuenta. En estos casos no
se siguen las reglas estrictas de presentación
de pruebas, tomándose en consideración
cualquier factor relevante antes de adoptar una
decisión.

LA PROTECCIÓN DEL MENOR

Una parte esencial de las leyes de


protección al menor hace referencia a las
competencias de que disponen las agencias
estatales (por lo común los servicios locales
de asuntos sociales o instituciones benéficas)
para intervenir cuando se cree que los niños se
encuentran en una situación de riesgo. Estas
agencias corren el peligro, por una parte, de
ser criticadas por no tomar ninguna medida que
hubiera podido evitar daños graves al niño, o
incluso su fallecimiento, y por otra, de ser
acusadas de exceso de celo profesional al
apartar a los niños de sus familias. Este
segundo aspecto ha dado como resultado la
restricción, en el Derecho contemporáneo, de
los amplios poderes discrecionales con que
cuentan los asistentes sociales y la
participación de los tribunales, en una etapa
bastante temprana del problema, para dictar
medidas que debían aplicar dichos asistentes.
La ley refuerza asimismo la política de los
servicios sociales de intentar resolver los
problemas sin romper la familia. Con este fin
se utiliza por lo general la cláusula de
supervisión, que proporciona una base formal a
la labor del asistente social.

Los casos más serios pueden necesitar una


cláusula de asistencia, que deja la
responsabilidad de los padres en manos de la
autoridad local, lo que conllevará que el niño
sea apartado de su familia y enviado con otra.
Si los problemas se resuelven el niño volverá
con su familia, pero si no es así, se pedirá al
tribunal que permita que el niño pueda ser dado
en adopción, si es pequeño, o pueda ser
ingresado en alguna institución de auxilio a la
infancia hasta que alcance la mayoría de edad.

En los casos urgentes, el tribunal


determinará una cláusula de protección de
emergencia para posibilitar que el niño sea
apartado de un entorno que se considera
peligroso. En circunstancias extremas la
policía puede ejercer este poder durante un
corto periodo de tiempo antes de acudir al
dictamen del tribunal. El conocimiento reciente
de la amplitud del abuso sexual infantil ha
proporcionado especial trascendencia a estas
decisiones. Lo que en muchas instancias se
consideraba una injusta acusación de los
padres, de acuerdo a lo establecido por el
viejo sistema legal, ha desembocado en una
mayor participación de los tribunales en el
marco legislativo actual. El problema además
empeora porque a menudo la única prueba para
establecer que se trata de un caso de abuso la
constituyen declaraciones efectuadas por niños
muy pequeños.

Para los casos más difíciles se ha


mantenido la antigua jurisdicción de tutela del
Tribunal Supremo, lo que confiere a este órgano
la responsabilidad de los padres y será quien
trate de forma detallada el futuro y bienestar
del niño.

LA MANUTENCIÓN DE LOS HIJOS

Recientemente se ha producido un avance en


el derecho estableciendo los mecanismos
jurídicos, que garantizan que, en el caso de
que los padres estén separados, el progenitor
que no viva con el niño pague el costo de la
manutención y educación del hijo,
reemplazándose así los inadecuados métodos
aplicados hasta entonces. Este nuevo régimen ha
recibido numerosas críticas. Los padres o
madres ausentes se quejan de que las cláusulas
que se aplican imponen exigencias que son
desproporcionadas y onerosas, sobre todo para
aquéllos que tienen ya una segunda familia.

DERECHO INFANTIL INTERNACIONAL


En 1989 la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas aprobó la
Convención de los Derechos del Niño, que exige
que todas las medidas adoptadas por un Estado
en relación con los niños deberían tener como
consideración fundamental favorecer los
intereses del menor. La Convención proporciona
a los niños los mismos derechos fundamentales y
libertades públicas que tienen los adultos en
la mayoría de los países desarrollados, exige
una protección para los niños contra toda clase
de maltrato y pide para éstos un nivel de vida
adecuado, una buena formación, asistencia
sanitaria e incluso diversión. La Convención no
es directamente ejecutoria, pero los gobiernos
que la firman y ratifican deben presentar
informes sobre el progreso efectuado en el
cumplimiento de tales objetivos, a un comité de
las Naciones Unidas dedicado a velar por los
derechos del menor.

Estrés o Stress

Estrés o Stress, en medicina, proceso


físico, químico o emocional productor de una
tensión que puede llevar a la enfermedad
física. Una eminente autoridad en estrés, el
médico canadiense Hans Seyle, identificó tres
etapas en la respuesta del estrés. En la
primera etapa, alarma, el cuerpo reconoce el
estrés y se prepara para la acción, ya sea de
agresión o de fuga. Las glandulas endocrinas
liberan hormonas que aumentan los latidos del
corazón y el ritmo respiratorio, elevan el
nivel de azúcar en la sangre, incrementan la
transpiración, dilatan las pupilas y hacen más
lenta la digestión. En la segunda etapa,
resistencia, el cuerpo repara cualquier daño
causado por la reacción de alarma. Sin embargo,
si el estrés continúa, el cuerpo permanece
alerta y no puede reparar los daños. Si
continúa la resistencia se inicia la tercera
etapa, agotamiento, cuya consecuencia puede ser
una alteración producida por el estrés. La
exposición prolongada al estrés agota las
reservas de energía del cuerpo y puede llevar
en situaciones muy extremas incluso a la
muerte.

Violencia doméstica

Violencia doméstica, actos violentos


cometidos en el hogar entre miembros de una
familia. En la década de 1970 las feministas
analizaron el alcance de la violencia doméstica
(considerada como un fenómeno exclusivamente
masculino) y se crearon centros de acogida y de
ayuda para las mujeres maltratadas y para sus
hijos. La violencia doméstica también está
relacionada con los niños maltratados (muchas
veces, aunque no siempre, por abuso sexual) y
con acciones verbales y psicológicas que pueden
ser cometidas tanto por mujeres como por
hombres.

Algunos autores buscan el origen de los


conflictos subyacentes a la violencia doméstica
en las rutinas del hogar adaptadas a una fuerza
de trabajo exclusivamente masculina, que ha
dejado de monopolizar los ingresos económicos
de la familia con la incorporación de la mujer
al trabajo, la pobreza y la escasa movilidad
social.

A lo largo de la historia, el patriarcado,


según el movimiento feminista, ha puesto el
poder en manos de maridos y padres en cualquier
relación conyugal o de pareja. El suttee entre
los hindúes (que exige que la viuda se ofrezca
en la pira funeraria de su marido), el
infanticidio femenino en la cultura china e
india dominadas por hombres, los matrimonios
concertados entre los musulmanes, que pueden
llevar al asesinato o a la tortura de la mujer,
y la esclavitud doméstica en el nuevo hogar
indican la presencia endémica de sexismo y
violencia doméstica masculina.

Se desconoce si este tipo de violencia es


un fenómeno en alza o en baja, incluso en
países donde hoy existe un mayor número de
denuncias y de registros que en épocas
anteriores. Por un lado, es probable que haya
una mayor predisposición a denunciar estos
hechos al existir una mayor independencia
femenina, más oportunidades de trabajo fuera
del hogar, mayor conciencia feminista y más
posibilidades de anticoncepción. Por otro lado,
la motivación para la violencia es menor al
existir una mayor libertad de elección de
compañero, menos matrimonios forzados y una
mayor emancipación de la mujer en cuanto a
propiedad, estudios y divorcio. Ninguno de
estos elementos puede ser evaluado con
exactitud. La tecnología de la información
actual ayuda a recopilar datos, pero en cambio
resulta difícil conocer los procesos y los
antecedentes. Algunas feministas radicales
opinan que es la familia la raíz del problema y
que la solución está en liberarse del hombre,
mientras que en el extremo opuesto otros opinan
que la mujer debe limitarse a su papel de ama
de casa y madre.

Aunque no puede afirmarse que toda la


violencia sea cometida por hombres, sí ocurre
así en la mayoría de los casos. A veces son el
padre y la madre juntos quienes cometen las
agresiones, como en el caso de malos tratos a
los hijos. La patología del maltrato infantil,
desgraciadamente, no tiene fin.
El fratricidio, asesinato de un hermano,
también ha sido un hecho frecuente en las
sociedades con derechos de primogenitura. Las
herencias de coronas y títulos y las herencias
de propiedades han dado origen a fraudes y
asesinatos. Los hermanos varones, que han
constituido a veces grupos de venganza en
sociedades poco estructuradas, aún siguen
operando en el mundo de la mafia y en círculos
criminales.

Acoso sexual

Acoso sexual, comportamiento ofensivo que


consiste en solicitar favores de tipo carnal o
sexual para el autor o para un tercero,
prevaliéndose de un contexto de superioridad
laboral, docente o análoga, a modo de
contrapartida de un trato favorable en el
ámbito de esa relación, o con el anuncio
expreso o tácito de una conducta desfavorable
si no se accede a los mismos.

Si en todos los delitos y faltas contra la


libertad sexual suele existir cierta reserva de
la víctima a denunciarlos, en el caso del acoso
la situación se complica aún más. Hay que
recordar que en muchas ocasiones el acoso
sexual se produce en el centro de trabajo, por
lo que la persona agredida puede tener el temor
de perder su puesto, por lo que en la práctica
no es inhabitual que este tipo de conductas se
denuncien una vez que ha concluido la relación
laboral. Por último, hay que señalar que el
acoso sexual está empezando a ser contemplado
como delito en diversos países, junto a las
figuras tradicionales de los abusos deshonestos
y la violación, pero en general las soluciones
legales no han logrado ser aún las más
apropiadas para prevenir y sancionar este tipo
de comportamientos.
Violación

Violación, delito contra la libertad


sexual cuya acción consiste en el acceso carnal
llevado a cabo en circunstancias tipificadas
por la ley. Por ejemplo, cuando se usare fuerza
o intimidación, cuando la persona violada se
hallare privada de sentido, cuando se abusare
de su enajenación o bien al tratarse de un
menor.

Sujeto pasivo del delito de violación


puede serlo tanto un hombre como una mujer.
Asimismo, la condición de cónyuge tampoco
excluye la posible existencia de un delito de
violación. El delito de violación concurre con
frecuencia unido a otros delitos como el de
homicidio o el de lesiones.

Debe distinguirse la violación del


estupro, pensado para cualquier tipo de acceso
carnal, mediando engaño o prevaliéndose el
autor del hecho de su situación de superioridad

Delitos contra la libertad sexual

Aquellas acciones tipificadas por la ley


que atacan la libre disposición del individuo
sobre su sexualidad. Cuando en los diversos
países se va admitiendo una pluralidad de
concepciones sociales diversas sobre la moral
sexual, adquiere importancia el concepto de
libertad sexual (frente al anterior de moral
sexual), a la que se impone ciertos límites
para su ejercicio. Los principales límites al
ejercicio de la libertad sexual tienen su
fundamento en el respeto a la libertad sexual
de otros, en las situaciones de inmadurez o
incapacidad mental que impide a ciertas
personas tener suficiente autonomía en su
decisión y conocimientos para orientar y regir
sus comportamientos sexuales (casos en los que
se habla de indemnidad o intangibilidad sexual)
y otras conductas que sin afectar de forma
directa a la libertad e indemnidades sexuales
encuentran una gran reprobación social, como
son el fomento o explotación comercial de
actividades como la prostitución, para evitar
que el tráfico carnal se convierta en fuente de
ganancias para personas ajenas (los
proxenetas). Bajo la denominación ‘contra la
libertad sexual’ se suelen encontrar
tipificados, en consonancia con lo ya indicado,
delitos como la violación, las agresiones
sexuales, el exhibicionismo, la provocación
sexual, el estupro y el rapto. El bien jurídico
protegido es por tanto la libertad sexual, el
ejercicio libre de la propia sexualidad, y no
la deshonestidad considerada en sí misma.

Enfermedades mentales

Enfermedades
mentales, afecciones o síndromes psíquicos y
conductuales, opuestos a los propios de los
individuos que gozan de buena salud mental. En
general, son causa de angustia y deterioro en
importantes áreas del funcionamiento psíquico,
afectando al equilibrio emocional, al
rendimiento intelectual y a la adaptación
social. A través de la historia y en todas las
culturas se han descrito diferentes tipos de
trastornos, pese a la vaguedad y a las
dificultades que implica su definición.

A lo largo de la historia, y hasta tiempos


relativamente recientes, la locura no era
consideraba una enfermedad sino un problema
moral —el extremo de la depravación humana— o
espiritual —casos de maldición o de posesión
demoníaca. Después de unos tímidos inicios
durante los siglos XVI y XVII, la psiquiatría
empezó a ser una ciencia respetable en 1790,
cuando el médico parisino Philippe Pinel
decidió quitar las cadenas a los enfermos
mentales, introdujo una perspectiva psicológica
y comenzó a hacer estudios clínicos objetivos.
A partir de entonces, y desde que se inició el
trabajo en los manicomios, se definirían los
principales tipos de enfermedades mentales y
sus formas de tratamiento.

CLASIFICACIÓN

La clasificación de los trastornos


mentales es todavía inexacta y varía según las
escuelas y doctrinas psicopatológicas. Para
uniformar criterios, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) creó la DSM, clasificación
universal de los trastornos mentales que ha
conocido hasta la fecha varias versiones.

La mayoría de los sistemas de


clasificación reconocen los trastornos
infantiles (por ejemplo, el retraso mental)
como categorías separadas de los trastornos
adultos. Igualmente, distinguen entre
trastornos orgánicos, los más graves provocados
por una clara causa somática, fisiológica,
relacionada con una lesión estructural en el
cerebro, y trastornos no orgánicos, a veces
también denominados funcionales, considerados
más leves.

Partiendo de la distinción en función de


la gravedad y de la base orgánica, se
diferencian los trastornos ‘psicóticos’ de los
‘neuróticos’. De forma general, psicótico
implica un estado en el que el paciente ha
perdido el contacto con la realidad, mientras
que neurótico se refiere a un estado de
malestar y ansiedad, pero sin llegar a perder
contacto con la realidad. En su extremo, como
formuló Sigmund Freud, el fundador del
psicoanálisis, todos somos “buenos neuróticos”,
en tanto que los casos de psicosis son
contados. Los más comunes son: la
esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos
neurológicos y cerebrales (demencias) y las
formas extremas de la depresión (como la
psicosis maniaco-depresiva). Entre las
neurosis, las más típicas son las fobias, la
histeria, los trastornos obsesivo-compulsivos,
la hipocondría y, en general, todos aquellos
que generan una alta dosis de ansiedad sin que
exista una desconexión con la realidad.

TRASTORNOS INFANTILES

Algunos trastornos mentales se hacen evidentes


por primera vez durante la infancia, la
pubertad o la adolescencia.

El retraso mental se caracteriza por la


incapacidad para aprender con normalidad y
llegar a ser independiente y socialmente
responsable como las personas de la misma edad
y cultura. Los individuos con un cociente
intelectual inferior a 70 se consideran
retrasados en cuanto a su inteligencia.

La hiperactividad, desorden que parte de


un déficit en la atención y la concentración,
se traduce en un exceso de ímpetu en el
individuo que la padece, haciéndole incapaz de
organizar y terminar su trabajo, de seguir
instrucciones o perseverar en sus tareas,
debido a una inquietud constante y patológica.

Los trastornos ansiosos comprenden el


miedo a la separación (abandono de la casa o de
los padres), a evitar el contacto con los
extraños y, en general, un comportamiento
pusilánime y medroso.

Otros trastornos mentales se caracterizan


por la distorsión simultánea y/o progresiva de
varias funciones psíquicas, como la atención,
la percepción, la evaluación de la realidad y
la motricidad. Un ejemplo es el autismo
infantil, trastorno caracterizado por el
desinterés del niño hacia el mundo que le
rodea.

Algunos problemas del comportamiento


pueden ser también trastornos infantiles: la
bulimia, la anorexia nerviosa, los ‘tics’, la
tartamudez y demás trastornos del habla y la
enuresis (incapacidad de controlar la micción,
generalmente por las noches).

TRASTORNOS ORGÁNICOS MENTALES

La enfermedad de Alzheimer

En el artículo El aluminio y la enfermedad


de Alzheimer se analiza la relación existente
entre la enfermedad de Alzheimer y la
exposición al aluminio. En este fragmento se
recoge la controversia sobre la toxicidad del
aluminio, surgida hace más de 15 años, y
ciertos estudios epidemiológicos que se han
producido durante este tiempo.
Abrir Lectura adicional

Este grupo de trastornos se caracteriza


por la anormalidad psíquica y conductual
asociada a deterioros transitorios o
permanentes en el funcionamiento del cerebro.
Los desórdenes presentan diferentes síntomas
según el área afectada o la causa, duración y
progreso de la lesión. El daño cerebral procede
de una enfermedad orgánica, del consumo de
alguna droga lesiva para el cerebro o de alguna
enfermedad que lo altere indirectamente por sus
efectos sobre otras partes del organismo.

Los síntomas asociados a los trastornos


orgánicos mentales podrán ser el resultado de
un daño orgánico o la reacción del paciente a
la pérdida de capacidades mentales. Ciertos
trastornos presentan como característica
principal el delirio o un estado de
obnubilación de la conciencia que impide
mantener la atención, acompañado de errores
perceptivos y de un pensamiento desordenado e
inadaptado a la realidad.

Otro síntoma frecuente de los trastornos


orgánicos como la enfermedad de Alzheimer, es
la demencia, caracterizada por fallos en la
memoria, el pensamiento, la percepción, el
juicio y la atención, que interfieren con el
funcionamiento ocupacional y social. La
demencia senil se da en la tercera edad y
produce alteraciones en la expresión emocional
(apatía creciente, euforia injustificada o
irritabilidad).

ESQUIZOFRENIA

La esquizofrenia abarca un grupo de


trastornos graves, que normalmente se inician
en la adolescencia. Los síntomas son las agudas
perturbaciones del pensamiento, la percepción y
la emoción que afectan a las relaciones con los
demás, unidos a un sentimiento perturbado sobre
uno mismo y a una pérdida del sentido de la
realidad que deteriora la adaptación social. El
concepto de ‘mente dividida’, implícito en la
palabra esquizofrenia, hace referencia a la
disociación entre las emociones y la cognición,
y no, como vulgarmente se supone, a una
división de la personalidad que, más bien, hace
referencia a otro tipo de trastornos como la
personalidad múltiple o psicopatía, denominada
así por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin.

TRASTORNOS DE LA AFECTIVIDAD

Son aquellos trastornos en los que el


síntoma predominante es una alteración del
estado de ánimo. El más típico, la depresión,
se caracteriza por la tristeza, el sentimiento
de culpa, la desesperanza y la sensación de
inutilidad personal. Su opuesta, la manía, se
caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo,
megalomaníaco y también cambiante e irritable,
que se alterna casi siempre con el estado
depresivo.

TRASTORNOS PARANOIDES

Su síntoma principal son las ideas


delirantes (creencia falsa, firmemente
asentada, y resistente por ello a la crítica) y
las más típicas son las de persecución (se
considera víctima de una conspiración), las de
grandeza (el sujeto se cree de ascendencia
noble, principesca, santa, genial e incluso
divina) o las celotípicas (celos desmedidos).
En cualquier caso, la personalidad paranoide es
defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica,
por lo que tiende a aislarse y puede llegar a
ser violentamente antisocial. Este trastorno
normalmente suele iniciarse en la mitad o al
final de la vida, destruyendo las relaciones
sociales, sobre todo las de pareja.

TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La ansiedad es el síntoma predominante en
dos casos: los desórdenes que suponen pánico
ante situaciones concretas y los trastornos
ansiosos generalizados.

En las fobias y las neurosis obsesivo-


compulsivas, el pánico aparece cuando el
individuo intenta dominar otros síntomas: el
miedo irracional, desmedido, a una situación,
objeto o animal concretos que altera su vida
cotidiana. Entre las más perturbadoras está la
agorafobia, miedo a los espacios abiertos o muy
cerrados (claustrofobia), tras el cual se
oculta en realidad un miedo desmedido a la
muerte o al propio pánico, y que impide a los
que la sufren salir a la calle. Por otro lado,
las obsesiones, neurosis cada vez más
frecuentes (frente a la histeria, que ha ido
disminuyendo su frecuencia), consisten en
pensamientos, imágenes, impulsos o ideas
repetitivas y sin sentido para la persona, que
se ve sin embargo sometida a ellos. Por último,
la compulsión es la tendencia irrefrenable a
repetir mecánicamente comportamientos inútiles,
rituales de comprobación o de previsión (por
ejemplo, lavarse las manos más de treinta veces
al día o revisar una y otra vez la llave de
paso del gas).

OTROS TRASTORNOS NEURÓTICOS

Doble personalidad

Además de la depresión neurótica y otros


trastornos ansiosos, hay diversas situaciones
que tradicionalmente se han considerado
neuróticas, como la histeria, las reacciones de
conversión (de un conflicto psíquico a una
enfermedad orgánica irreal), la hipocondría y
los trastornos disociativos.

Los llamados trastornos psicosomáticos se


caracterizan por la aparición de síntomas
físicos sin que concurran causas físicas
aparentes. En la histeria, las quejas se
presentan de forma teatral y se inician, por lo
general, en la adolescencia, para continuar
durante la vida adulta. Es un trastorno que se
ha diagnosticado con mayor frecuencia en
mujeres que en hombres, y en su extremo —la
histeria de conversión— aparecen parálisis que
imitan trastornos neurológicos, de modo similar
al dolor psicogénico que no presenta una causa
física aparente. Por último, en la hipocondría
el síntoma dominante es el miedo irracional a
la enfermedad.

Entre las formas disociativas de trastorno


mental están la amnesia psicológica y la
personalidad múltiple (antaño conocida como
histeria de la personalidad alternante), una
extraña enfermedad en la que el paciente
comparte dos o más personalidades distintas,
alternando el predominio de una o de otra (es
el caso de la obra de Robert Louis Stevenson
Dr. Jekyll y Mister Hyde y de la película de
Alfred Hitchcock, Psicosis).

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

A diferencia de lo episódico de los


trastornos neuróticos e incluso de algunos
psicóticos, los trastornos de la personalidad
duran toda la vida; determinados rasgos de la
personalidad del enfermo son tan rígidos e
inadaptados que pueden llegar a causar
problemas laborales y sociales, daños a uno
mismo y probablemente a los demás.
La personalidad paranoide se caracteriza
por la suspicacia y la desconfianza. La
esquizoide ha perdido la capacidad e incluso el
deseo de amar o de establecer relaciones
personales, mientras que la esquizotípica se
caracteriza por el pensamiento, el habla, la
percepción y el comportamiento extraños. Las
personalidades histriónicas se caracterizan por
la teatralidad de su comportamiento y de su
expresión, relacionadas en parte con el
siguiente tipo, la personalidad narcisista, que
demanda la admiración y la atención constante
de los demás.

Las personalidades antisociales (antes


conocidas como psicopatías) se caracterizan por
violar los derechos de los demás y no respetar
las normas sociales. Este tipo de personalidad
es inestable en su autoimagen, estado de ánimo
y comportamiento con los demás, y los
‘evitadores’ son hipersensibles al posible
rechazo, la humillación o la vergüenza. La
personalidad dependiente es pasiva hasta el
punto de ser incapaz de tomar una decisión
propia, forzando a los demás a tomar las
decisiones en su lugar. Los ‘compulsivos’ son
perfeccionistas hasta el extremo e incapaces de
manifestar sus afectos. Por último, los
‘pasivos-agresivos’ se caracterizan por
resistirse a las exigencias de los demás a
través de maniobras indirectas, como la
dilación o la holgazanería.

INCIDENCIA Y DISTRIBUCIÓN

Es imposible saber con exactitud cuántos


individuos padecen trastornos mentales, aunque
según un informe de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) publicado en 2001, unos 450
millones de personas en todo el mundo sufren
algún trastorno mental o neurológico. Aunque
existen tratamientos eficaces para muchas de
estas enfermedades hay un amplio número de
personas afectadas que nunca acuden a un
profesional.

De estos últimos, la mayor parte presenta


trastornos menores, ya que el riesgo de sufrir
una esquizofrenia alguna vez en la vida es de
un 1%, mientras que el de sufrir una depresión
—el trastorno mental más común en la
actualidad, e incluso el motivo de consulta
médica en atención primaria más frecuente— es
de un 10%. Actualmente existe una preocupación
cada vez mayor por los trastornos mentales
orgánicos, puesto que inciden con más
frecuencia en las personas mayores, un sector
de población que está aumentando
vertiginosamente en los países más
desarrollados.

FORMACIÓN PROFESIONAL

Formación Profesional, actividad cuyo


objetivo es descubrir y desarrollar las
aptitudes humanas para una vida activa,
productiva y satisfactoria. La Formación
Profesional es una actividad educativa que se
orienta a proporcionar conocimientos,
habilidades y destrezas necesarios para un
correcto desempeño profesional y laboral. Posee
componentes tanto teóricos como prácticos, pero
con mayor peso de los segundos en comparación
con otras formas de educación. Conlleva un
carácter marcadamente laboral, no sólo dado por
sus contenidos técnicos, sino también porque
prepara a las personas para insertarse dentro
de determinadas relaciones de trabajo.

El concepto de formación profesional es


dinámico, su significado y lo que se entiende
que ella comprende ha variado históricamente y
continúa haciéndolo actualmente ya que guarda
una relación directa con el cambio social y con
las políticas económicas y de empleo.

En las sociedades agrícolas las


profesiones solían ser hereditarias (el trabajo
reconocido en la mayor parte de las sociedades
era el realizado por los hombres) y las
habilidades propias de cada una de ellas se
transmitían de padres a hijos. Más tarde, los
gremios que surgieron proporcionaron amplios
contactos entre las personas dedicadas al mismo
tipo de profesión, estableciendo distintos
niveles de habilidades y utilizando también un
sistema propio de evaluación teórica y
práctica.

En el siglo XIX, con la llegada de la


industrialización, muchos abandonaron los
trabajos tradicionales para formar parte de la
amplia —y a veces no tan hábil— fuerza de
trabajo industrial. Dados los bajos niveles de
capacitación exigibles en muchas empresas, la
formación se desarrollaba en el propio lugar de
trabajo, ya que las nuevas exigencias requerían
un periodo de aprendizaje. La gestión de este
aprendizaje la solían realizar los graduados
que habían seguido una educación tradicional
académica. Durante todo este periodo, y quizás
hasta finales de la década de 1960, la
Formación Profesional en las escuelas europeas
fue reducida a actividades como ‘corte y
confección’ o ‘cocina’ para las mujeres, y
‘carpintería’ o ‘metalistería’ para los
hombres, además de estar limitada a aquellos
jóvenes cuyos resultados académicos eran más
bajos o que procedían de ámbitos sociales
inferiores, para de esta forma mantener y
reforzar los roles sociales y la categoría de
ciertas profesiones.

Con la llegada de las nuevas tecnologías,


de los ordenadores o computadoras y de otras
máquinas programables, el nivel y el tipo de
habilidad requerida por la mayoría de las
profesiones cambió de forma significativa. En
especial, el desarrollo de Internet y de otros
medios de comunicación ha permitido facilitar
el intercambio entre las diferentes culturas y
pueblos, más allá de las fronteras. Estas
nuevas tecnologías están provocando un profundo
cambio en los métodos de trabajo, en la
estructura de las empresas, en la naturaleza
del trabajo y en la misma sociedad.

En líneas generales, los gobiernos y los


centros educativos han sido lentos en sus
respuestas a estos rápidos cambios, en la
identificación de las nuevas estructuras
socioeconómicas y en las formas de educación y
de formación para atender a la sociedad
emergente. La mayor parte de los estudiantes de
Europa y América, y muchos de Asia, han
reconocido la importancia de los ordenadores en
sus vidas y han tenido acceso, al menos, a
alguna formación básica.

Sin embargo, aún existe un cierto desfase


entre la necesidad cada vez mayor de los
empresarios de tener empleados que sepan
resolver problemas técnicos y que posean otras
habilidades transferibles, y los estudiantes
recién graduados que les ofrecen las escuelas y
las instituciones académicas superiores. Con el
declive de las profesiones u oficios
tradicionales (como la carpintería) y la
necesidad cada vez mayor de aprender nuevas
habilidades, se está desarrollando una subclase
con aquellos que no pueden ingresar en el
ámbito de las profesiones actuales. Sin una
formación apropiada y flexible, su número
aumentará con consecuencias sociales
considerables. Los tradicionales planteamientos
prácticos en las escuelas han intentado por sí
mismos satisfacer las necesidades del empleo, y
numerosos países han desarrollado un currículo
educativo en el que los oficios tradicionales
se integren en apartados donde predominen
aspectos como el diseño y la tecnología.

Más allá de la escuela, los estudios de


Formación Profesional se desarrollan en
instituciones especiales y en escuelas técnicas
especializadas en actividades concretas. En los
últimos años, los sistemas de formación que
combinan la teoría con la experiencia práctica,
mediante acuerdos entre la administración y las
organizaciones empresariales (públicas o
privadas), han sido efectivos en la mejora de
los niveles de habilidad y en el tiempo exigido
para trabajar con nuevas clases de maquinaria.

También es frecuente que la Formación


Profesional esté presente en las escuelas
técnicas, una vez concluida la enseñanza
secundaria, y en institutos politécnicos, así
como en el lugar de trabajo. Numerosas escuelas
o politécnicos han pasado hoy a tener rango
universitario, proporcionando cursos
profesionales y académicos en frecuente
contacto con los colegios profesionales
locales, con otros centros de enseñanza
superior y con organizaciones empresariales.

Por otro lado, hoy se desarrollan nuevos


métodos de aprendizaje utilizando las ventajas
de la moderna tecnología, lo que permite
perfeccionar la educación a distancia y
estimular el estudio individual. De esta
manera, está desapareciendo la línea de
separación entre la Formación Profesional y la
académica, que podría considerarse como una
‘reliquia’ de las exigencias de la sociedad
industrial inicial, con sus necesidades
laborales asociadas y una estructura de clases
resultante (cuya raíz establecía una línea
divisoria entre trabajo intelectual y manual).

La Formación Profesional en América Latina


y el Caribe se ha transformado actualmente en
un factor de suma importancia ante el
advenimiento de nuevas formas de organizar y
gestionar la producción y el trabajo. La
Formación Profesional no se encuentra ya
dirigida a calificar para el desempeño de un
puesto de trabajo específico, sino que se
orienta a enseñar y potenciar competencias
aplicables a una variedad de situaciones
laborales y áreas de ocupación. Ya no es
concebida como una etapa acotada y previa a la
vida activa, sino como parte de un proceso
permanente de formación a lo largo de la vida
de las personas. La responsabilidad por la
Formación Profesional se comparte entre
diversos actores y es asumida como un desafío
de toda la sociedad.

Hoy en día es considerada un tema propio


de los sistemas de relaciones laborales y en
virtud de ello, una materia que es objeto de
negociación.

En España, la introducción de la Ley


Orgánica de Ordenación General del Sistema
Educativo (LOGSE) intenta proporcionar una
estructura de recorrido profesional desde la
escuela hasta los estudios de posgraduado para
igualar la estima con la vía académica
tradicional, lo cual indica el reconocimiento
del necesario cambio, aunque aún combina
difícilmente las dos rutas. En la práctica, las
dificultades en el desarrollo de la ley y en el
establecimiento de sus relaciones con los temas
académicos tradicionales, muestra que aún se
necesita realizar un gran esfuerzo. Aun así,
las decisiones tomadas por los jóvenes de forma
creciente, combinando aspectos de lo académico
y de lo profesional, en módulos que comprenden
un curso completo, refleja el momento del
cambio.

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