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Matrimonio y Divorcio

Todo pastor sabe cuán seria es la amenaza al matrimonio hoy en día en la iglesia. Que el matrimonio está en
problemas en el mundo, apenas necesita ser demostrado pues muchas personas viven sin casarse y miran al
matrimonio con desprecio. Otros se divorcian y vuelven a casarse. El matrimonio recibe también ataques en la
iglesia, ninguna denominación o congregación está exenta.
El ataque al matrimonio en la iglesia es hecho a través del divorcio. Dos que se convierten en uno en el matrimonio
se vuelven a dividir otra vez en dos. Ya sea la esposa deja al marido o el esposo abandona a su esposa, o llenan el
archivo para un divorcio legal.
Hoy es evidente en muchas congregaciones que hay serias amenazas contra la institución matrimonial porque
compañeros miembros están obteniendo el divorcio, cosa que no se escuchaba ni se pensaba. Solo el pastor sabe
cuanto más peligro hay detrás del escenario, mientras que los problemas en el matrimonio no son sospechados por
los miembros de la iglesia.
Cada pastor también sabe cuán enredados y horribles se vuelven algunos matrimonios debido a los pecados del
esposo y de la esposa. Estos son matrimonios de la iglesia.
A pesar de que viven juntos, por lo menos bajo el mismo techo, algunos esposos y esposas pecan de tal manera en
contra del otro por un período de tiempo tan largo que su matrimonio es una burla a los lazos de unión y placer
descritos en la Escritura; bien porque que el esposo es un hombre frío, sin sentimientos que gobierna
tiránicamente, o la esposa está siempre peleando y constantemente contradiciendo a su esposo.
Todo pastor siente en su difícil trabajo con los casados, que la única vía posible es el divorcio, eso sería de hecho
un acto de misericordia el aconsejarles que se divorcien pero ¡ay de él! si es que sigue sus sentimientos en lugar de
la palabra de Dios.
Aunque el pecado complica el asunto, la Palabra de Dios nos da instrucción concerniente al matrimonio y al
divorcio. En efecto, la verdad es tan simple que hasta un niño puede entender. La Palabra tiene mucho que decir
acerca del matrimonio, porque el matrimonio es importante.
Lo que dice es claro. La Palabra habla de cada aspecto del matrimonio: su origen e institución, su naturaleza, su
propósito; y cómo debemos vivir juntos. Ninguna persona casada puede apelar a la ignorancia para violar al
matrimonio.
Debemos dejar que las Escrituras gobiernen en lo que respecta al matrimonio. Como cristianos nuestra confesión
es: solamente la escritura. No nuestros sentimientos; no nuestras circunstancias, ni siquiera nuestras "tiernas
misericordias", pueden ser determinantes aquí. El objetivo de la iglesia en lo que respecta a su significativo papel
en la defensa del matrimonio es esta: Hablará ella la palabra de Dios y disciplinará de acuerdo a la palabra, o ¿no?
¿Qué nos enseñan las escrituras?
La prohibición bíblica del divorcio y su excepción.
El matrimonio es una institución de Dios. Dios estableció el matrimonio al sexto día de la creación, cuando él hizo a
la mujer del hombre y la dio a él como su esposa (Gen. 2:18-25; Cf. Ef. 5:31). Debido a que ha sido instituido por
Dios, el matrimonio está sujeto a la voluntad de Dios.
El matrimonio no es solamente un arreglo humano que se hace, se rompe y se ajusta a nuestra conveniencia,
porque su sentido y forma de gobierno fué revelado por el Creador desde el principio.
Repetidamente, Cristo y los apóstoles derivan su enseñanza sobre matrimonio, desde esa institución original.
Cuando los Fariseos le preguntaron a Jesús en Mateo 19 si es correcto divorciarse por cualquier razón, el contesta
"¿No habéis leído que él los hizo al principio, varón y hembra los hizo...?", cuando después de un momento ellos
mencionaron el desvío de la Ley del matrimonio en el Antiguo Testamento (el permiso al divorcio de Moisés), la
respuesta de Jesús es: "Pero al principio no era así".
La preocupación de Cristo por la institución original del matrimonio es celo por Dios. El no responde las preguntas
acerca del matrimonio de manera que favorezcan al hombre sino que las aclara deseando agradar a su Padre.
En el principio, Dios hizo el matrimonio como un lazo de la más íntima relación de amor entre una mujer y un
hombre. Los dos se vuelven una sola carne. Tal es la declaración de Dios en Gen. 2:24 citados por Pablo en Ef.
5:31.
En la creación, como en los gobiernos, cuando dos personas utilizan esta institución, están unidas por Dios. Por lo
tanto de acuerdo a Cor. 7:12-17, el matrimonio de un creyente con un no creyente es un matrimonio válido que
deberá mantenerse. Un esposo y su esposa experimentan y expresan la intimidad del matrimonio como un amor y
una comunión únicos.
Existe una unión corporal en la relación sexual, pero también una unidad de espíritu, las personas casadas
comparten una vida. El Señor Jesús enfatizó esto en Mateo 19:6, "Así que ya no son más dos, sino una sola
carne". Esta unión de hombre y mujer es obra de Dios en cada matrimonio. El matrimonio es una institución de
Dios, de por vida. Solamente Dios debe y solamente Dios puede dividir lo que El ha unido.
Dios hace esto con la muerte "Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras este vive; pero si el
marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será
llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido no
será adúltera". Rom. 7:2-3 y I Cor. 7:39 enseñan: "La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive;
pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor."
En armonía con la verdad del matrimonio, las Escrituras prohíben el divorcio. El divorcio es pecado. La infidelidad
de un hombre o de una mujer, por ejemplo el odio por su pareja produce rebeldía hacia el Dios que los ha unido en
matrimonio. Esta es la doctrina radical de Cristo en Mateo 19.
Aún la separación está prohibida. Una esposa no debe dejar a su esposo (I Cor. 7:10) ó el esposo a su esposa, ni
siquiera aún cuando su pareja no sea creyente (I Cor. 7:2-12 ). El matrimonio es una comunión: los dos deben vivir
juntos. "Dejar que el marido cumpla con su esposa el deber conyugal (literalmente, "la deuda"): asimismo, la mujer
con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni tampoco tiene el marido
potestad sobre su cuerpo, sino la mujer: no os neguéis el uno al otro..." (I Cor. 7:3-5).
Existe una excepción en la Escritura a la prohibición del divorcio, la "fornicación". De acuerdo a Mateo 5:31-32, un
hombre no peca si es que él deja a su mujer porque ella vive en adulterio con otro hombre. Esto demuestra la
gravedad del adulterio. Muchas personas se lo toman de manera ligera.
Se hacen bromas acerca de ello. Es como un juego para los hombres que se distraen con las películas, revistas y
novelas que presentan al adulterio como una manera de vida atractiva y aceptada.
Aparte de esto no existe causa para el divorcio, no existe la crueldad mental o incompatibilidad, una mala esposa o
un esposo miserable, nada. En el matrimonio nos tomamos el uno al otro (como los papeles indican) "Para bien o
para mal, en riqueza o pobreza, en salud y enfermedad". Todo lo que los hombres y mujeres inventan para justificar
una ruptura es la demostración de una falta de compromiso, de falta de decisión (porque amar es una decisión),
debilidad de carácter para luchar por un buen fin.
Guardando la doctrina del matrimonio así como la prohibición del divorcio, la Palabra también prohíbe casarse
nuevamente mientras uno de los esposos (el original) aún vive. Esta es la implicación de la institución del
matrimonio. Un hombre y una mujer están unidos por Dios como una sola carne, por vida. Sólo Dios disuelve esta
unión y eso lo hace con la muerte. El matrimonio con otra persona, antes de la muerte de su pareja produce un
adúltero o adúltera según Lc 16.18 y 1 Co. 7.10-11.
Pero qué del nuevo matrimonio de uno que se divorcia de acuerdo al punto bíblico del adulterio? Un pasaje en toda
la escritura, parece a primera vista permitir el nuevo matrimonio de alguien divorciado por causa de fornicación y es
el que está en Mateo 19:9, "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación y se
casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera".
Si esta fuera la interpretación correcta del texto, existiría una y solamente una razón para el nuevo matrimonio, el
adulterio de la otra persona. La persona inocente quedaría libre para casarse con otro.
Estas líneas hacen un camino angosto al Reino, para hombres y mujeres en lo que respecta al matrimonio y no es
ninguna sorpresa que sólo pocos lo encuentren. Pero éste es el camino hacia el Reino; ningún adúltero podrá
entrar. Esto es lo que la iglesia tiene que predicar en público y en privado, y cuando lo hacemos, estamos
defendiendo al matrimonio de todos los asaltos al mismo hoy en día.
El llamado de la iglesia a defender el matrimonio.
La iglesia debe condenar agudamente el divorcio en términos que no sean dudosos y con ello, la consecuencia del
nuevo matrimonio. Ahora es el tiempo de que la iglesia llame al divorcio lo que es: pecado. La iglesia en su
predicación debe adoptar la actitud y juicio de Dios en lo que respecta al divorcio: "Porque Jehová Dios de Israel
ha dicho que él aborrece el repudio"(Mal. 2:16). El divorcio es la desobediencia a la ley de Dios y un acto de
violenta rebelión hacia su institución del matrimonio. Es odio hacia Dios.
El divorcio es también odio hacia la pareja de uno y a sus hijos. El divorcio causa cruel sufrimiento, es la
destrucción de la pareja y de la familia. Dios lo llama deslealtad, en Malaquías 2: "Y no seáis desleales para con la
mujer de vuestra juventud" (v. 15).
Esto es deslealtad. El pecado en contra de la pareja cometido por el hombre o mujer que se divorcia o abandona es
que está exponiendo a la otra persona a la tentación del adulterio. Esta es la condenación de Cristo hacia el
divorcio en Mat. 5:32 "Quien repudia a su mujer... hace que ella adultere...". Nosotros fuimos hechos con
necesidades; necesidades sexuales y de compañía; el hombre que se divorcia de su esposa es responsable de
ponerla a ella en circunstancias en las que ella pueda pecar, haciendo así que vaya hacia la amenaza de la
condenación. Este no es el comportamiento del amor.
La onda del divorcio que se mueve por todo el mundo y por las iglesias hoy en día no se debe en la mayor parte a
complicados factores psicológicos tales como "mi esposa no me comprende". En el caso de muchos varones se
debe al deseo desordenado: "Los sacié y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías. Como
caballos bien alimentados cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo" Jer. 5:7, 8. Si la iglesia odia el divorcio y
lo condena, ella deberá disciplinar al culpable.
En el Antiguo Testamento, Israel tenía que matar al adúltero y a la adúltera; hoy en día, es necesario que la iglesia
los ponga fuera del reino de los cielos y que lo que sea atado en la tierra, será atado en el cielo. Existe siempre la
posibilidad del arrepentimiento; en realidad, el arrepentimiento es la meta de la disciplina; pero este arrepentimiento
debe incluir la ruptura con el pecado; por ejemplo arrepentirse, pedir perdón, romper una relación adúltera y volver
con la pareja demostrando frutos de arrepentimiento (Hechos 26:20).
La oposición total de parte de la iglesia al divorcio tiene resultados prácticos en la congregación. Si se abre la
puerta al divorcio solo un poquito, la gente se apresurará a ir por ahí, porque es más fácil el divorciarse que
arrepentirse, confesar, perdonar y reconciliarse.
Mantengamos la puerta cerrada tan fuerte como lo hizo el Señor, y los santos con problemas maritales se darán
cuenta que la única salida es la reconciliación y ellos se esforzarán por reconciliarse. Por lo tanto, el fruto de la
oposición al matrimonio serán hogares sólidos y más estables y muchas bendiciones para la iglesia.
La iglesia tiene otra razón especial para proclamar y defender el matrimonio: testificar acerca del evangelio. La
verdad del matrimonio es parte importante de la doctrina de Jesús que El nos ha comisionado para enseñar a
guardar esto en todas las naciones (Mat. 28: 19-20). El matrimonio es el símbolo de la relación de amor entre Cristo
y su iglesia, el símbolo del pacto de la gracia de Dios.
Efes. 5 nos enseña esto: Del verso 22 en adelante, el Espíritu Santo indica el comportamiento de la esposa hacia
su esposo, de la manera que la iglesia se comporta con Cristo; y al hombre a comportarse con su esposa como
Cristo lo hace con su iglesia, porque el matrimonio es el cuadro primario de la relación espiritual o un lazo entre el
Novio celestial y Su esposa.
Cristo nunca se divorcia de nosotros, mucho menos toma a otra. Por el poder de su amor tan eficaz, la iglesia
nunca lo deja, se da así misma a El y lo desea solamente a El. Su canción de amor es: "Solo Cristo". Por la gracia
de Dios este pacto se caracteriza por la fidelidad. Una iglesia que no predica contra el divorcio demuestra que es
infiel también a Cristo su esposo. El divorcio representa ruina y miseria ahora y eternamente. El matrimonio, aún
uno difícil, significa alegría y por sobre todo y en cualquier caso, es el conocimiento de la aprobación de Dios.
El llamado de los santos a defender y conservar el matrimonio
Cada persona casada está llamada a mantener el matrimonio, especialmente en estos días en que el matrimonio
está siendo socavado. Esto lo hace él, viviendo de una manera activa, energética, viviendo con su pareja desde el
primer día del matrimonio de la manera descrita por la palabra de Dios, la Santa Escritura, por ejemplo, de acuerdo
al patrón de Cristo y la iglesia.
El esposo debe amar a su esposa día tras día, después de que el romance con ojos estrellados se ha terminado,
con un amor que nutre y que aprecia (Ef. 5:25 ). Vive con ella, dice la palabra (I Ped. 3:7), vive toda tu vida a través
de tu esposa (I Cor. 11:12), sé comprensivo (I Ped. 3:7), que no haya independencia, ni tiranía, ni amargura (Col.
3:19) como Cristo se comporta con su iglesia...
La esposa debe sujetarse reverenciando a su esposo (Ef. 5:22 ); viviendo su vida como "ayuda" de su esposo,
preguntándose ¿cómo puedo agradar a mi esposo? (Cor. 7:34). Los dos comparten dedicación mutua y de ser
posible realizaciones conjuntas. La mujer a diferencia de muchas esposas inconversas deberá hacer planes con su
esposo para evitar "independencias" engañosas que minan la unidad y el respeto.
Pensemos: ¿Vive la iglesia alguna parte de su vida independientemente de Cristo?. El momento que lo hacemos,
encontramos "realización" con algún otro dios, esto es lo que les sucede hoy en día a muchas esposas que
terminan "realizadas" en los brazos de otro hombre, porque ese es el trasfondo de la mundana filosofía occidental
promovida por el consumismo.
En los momentos difíciles (y ningún matrimonio está exento de problemas) los santos casados deben recordar que
existe sólo una posibilidad: la reconciliación a través del arrepentimiento, confesión, perdón y remoción del pecado
que divide.
Las personas casadas apoyan al matrimonio enseñando a sus hijos acerca del mismo con su ejemplo como
pareja. Los padres también son responsables ante Dios de vigilar el noviazgo y la elección de una pareja para el
matrimonio de sus hijos.
El llamado a mantener el matrimonio se extiende finalmente a los jóvenes solteros de la iglesia. En una gran
medida la batalla se pierde o se gana el día en que uno se casa. Si él se casa con una compañera creyente "una
hermana" de acuerdo a I Cor. 9:5, con la cual él es uno en el Señor, y si se casan conscientemente "en el Señor",
tendrán la bendición del Padre. Aunque sufran "problemas y aflicciones" como lo indican nuestras cláusulas de
matrimonio, ellos tendrán asistencia y serán guardados por la gracia de Dios.

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