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- EL IMPERIALISMO
INTRODUCCIÓN
NACIMIENTO Y DESARROLLO DE UN CONCEPTO
EL Larousse du XXe siècle, publicado en 1931, define así el término
imperialismo: “Opinión favorable al régimen imperial. //Doctrina política dirigida a
estrechar los lazos que unen Inglaterra a sus colonias, y a la expansión del poder
británico. // Doctrina acerca de la expansión territorial de un Estado o de su supremacía
sobre los demás.”
Como se ve, el concepto de imperialismo tiene distintos sentidos que expresan
asuntos relativamente heterogéneos. Además, esta definición es incompleta porque –
como lo señalaremos a continuación– la palabra imperialismo tiene ya en los comienzos
del siglo XX sentidos diferentes. Sin embargo, cualquiera que sea la definición que se
adopte, debe recordarse que este vocablo es de aparición tardía. En efecto, si el término
imperio tiene una larga historia, el de imperialismo es –paradójicamente– de origen muy
reciente. Al parecer, surge por primera vez en Francia bajo la Monarquía de julio para
designar a los partidarios del bonapartismo, es decir, a un tipo de régimen político
imperial1. No obstante, su uso es poco frecuente. Se le reencuentra bajo el Segundo
Imperio, con una connotación a menudo polémica. Tiende entonces a designar la
política de Napoleón III. El Littré de 1873 introduce la palabra al referirse a los
partidarios del régimen político del emperador Napoleón I y, de su dinastía,
mencionando también bajo esa rubrica a la opinión de los partidarios del antiguo
Imperio de Alemania.
Sin embargo, es en Inglaterra donde el término imperialismo toma su verdadero
desarrollo. En los años de 1850 se designa como imperialismo –en Gran Bretaña– al
régimen autocrático y despótico de Luis Napoleón, basado en el prestigio militar y la
gloria nacional. No es sino a Partir de 1870 cuando el vocablo es empleado para
designar los lazos de la Gran Bretaña con su imperio2. En efecto, en esa época es
cuando se desarrolla un verdadero sentido del Imperio británico y de su integridad, y el
concepto imperialismo aparece en adelante asociado a estas preocupaciones. La
expresión imperialismo se difunde más entonces, y en un sentido ante todo polémico ,ya
que es utilizado por los liberales, guiados por Gladstone, como una consigna contra la
política colonial de Disraeli. Gladstone no se opone al principio mismo del Imperio
británico, pero combate lo que considera una concepción fastuosa, militarista y
patriotera del Imperio. Así, se reencuentra en esta crítica de la política “imperialista” un
residuo de la. polémica contra el bonapartismo.
No obstante, y progresivamente, el vocablo imperialismo es también empleado
para defender una concepción humanista y democrática del Imperio, más tarde, y
después de los fracasos de la política imperial de Gladstone, para traducir la excesiva
afición que se desarrolla con respecto a toda política en .favor del Imperio. Hacia finales
del siglo XIX ese sentimiento imperialista, al que se adhieren los propios liberales, y
que se expresa en Salisbury y Chamberlain, recubre una valoración del expansionismo
imperial. Desde entonces, el término imperialismo ya no expresa tan sólo la idea de
relaciones estrechas entre la metrópoli y sus colonias sino también una política de
desarrollo y de esplendor imperial. “En 1898, el imperialismo habla alcanzado un alto
nivel de respetabilidad, y de entusiasmo popular. Reflejaba la sensibilidad política y
moral de finales de la era victoriana y la filosofía política de esa época”.3
La guerra de los Boers (1899-1902), sin embargo, cuestionará esta valoración del
concepto de imperialismo ya que conmueve, por su violencia y su duración, los
fundamentos de la confianza en la expansión imperial. Después de este conflicto, al que
asistió como periodista, John Hobson escribe la obra, que se hizo famosa, titulada
Imperialism: A Study, que constituye la primera tentativa de dar a la expresión
imperialismo una base teórica rigurosa. Esta obra marcará la mayor parte de las
tentativas posteriores de definición y análisis del Imperialismo.
Sólo a finales del siglo XIX se extiende ampliamente por el continente europeo la
noción de imperialismo. El imperialismo designa entonces generalmente, la política de
expansión británica, a. la que se considera como una forma arrogante de nacionalismo.
Pronto se le asociará con cualquier política de expansión colonial.
En los medios socialistas, esta noción es empleada esencialmente para
estigmatizar la política agresiva de las grandes potencias. Más tarde, en los comienzos
del siglo XX, y sobre todo entre la extrema. derecha, se tiende progresivamente a
relacionar el imperialismo con la política mundial del capitalismo, y en particular con la
lucha por la conquista de mercados y de esferas de inversión.4 La cuestión, imperialista
provocó vivos debates en el seno de la II Internacional. Así, en la corriente del
pensamiento socialista aparece entonces toda una serie de teorías sobre el imperialismo,
que relacionan la expansión colonial y la política de enfrentamiento de las grandes
potencias con el. desarrollo del sistema capitalista. Se pueden citar aquí los trabajos de
Otto Bauer, Karl Kautsky, Rudolf Hilferding, Rosa Luxemburgo, Nicolás Bujarín y
Lenin.
La obra de Lenin El imperialismo, etapa superior del capitalismo es la más
conocida. Gracias al destino político de su autor, este análisis, que está lejos de ser el
más original o el más sistemático, se convirtió en la principal referencia del
pensamiento marxista ortodoxo acerca de la cuestión imperialista. Ese libro, que es ante
todo un panfleto político, establece una verdadera ecuación entre el imperialismo y el
capitalismo que llega a la última fase de su desarrollo: la de los monopolios. En 1916,
cuando lo escribe, Lenin tiene por finalidad explicar no solamente el origen del
conflicto mundial sino también la traición de una parte de la clase obrera europea en
1914. Mediante esta obra él espera explotar todas las posibilidades revolucionarias de la
situación mundial. Busca sobre todo demostrar la necesidad de la revolución.
Inmediatamente después de la primera Guerra Mundial aparece con el economista
austriaco Joseph Schumpeter, una corriente de pensamiento que define al imperialismo
como la conducta expansionista de un Estado más allá de sus límites territoriales, y que
fundamentalmente cuestiona el vínculo establecido por los marxistas entre imperialismo
y capitalismo.
En esta etapa, y durante todo el período comprendido entre las dos guerras, la
apelación al término imperialismo pone de manifiesto a la vez una pretensión científica
y una intención polémica. Tanto los marxistas como los autores que, como Hobson y
Schumpeter, rechazan. la identificación entre imperialismo y capitalismo, se esfuerzan
por trabajar científicamente. Estas dos corrientes de pensamiento, que se articulan
alrededor de dos definiciones distintas del imperialismo, están sin embargo marcadas
por el origen polémico del término, y por los compromisos políticos que representan.
Por otra parte, la expresión imperialismo aparece tanto más cargada emocionalmente
cuanto que se convierte en un instrumento de propaganda de las ideologías comunista y
fascista contra la estructura del sistema internacional en el período, que va de una a otra
de las dos guerras mundiales.
Esta tendencia polémica es particularmente señalada en el seno del mundo
comunista. Se asiste a una degeneración de la teoría marxista del imperialismo, que es
vaciada de una gran parte de su esencia para servir cada vez más a fines
propagandísticos. En efecto, y paradójicamente, la tesis de Lenin sobre el imperialismo
no impulsa un verdadero desarrollo en Rusia después de la revolución bolchevique. No
se encuentra en la literatura soviética un verdadero intento por validar la teoría de Lenin
a partir de direcciones empíricas nuevas, que traduzcan la evolución del capitalismo y
de las relaciones internacionales entre las dos guerras. Por lo demás, los trabajos que se
ocupan directamente de ciertos aspectos del imperialismo, como la colonización o la
exportación de capitales, no siempre son compatibles con la teoría de Lenin.5 En efecto,
en el pensamiento soviético la idea de imperialismo tiende muy rápidamente a cubrir la
de capitalismo. Es. así, un instrumento de propaganda. La doctrina de un mundo
polarizado, dividido en dos campos irreductiblemente opuestos (el del imperialismo y el
del socialismo) constituye una expresión de esta realidad. El término imperialismo se
convierte así en el antónimo de socialismo. A un mundo imperialista, minado por sus
contradicciones, e inevitablemente desgarrado por conflictos internos y por guerras, se
opone –por definición– un sistema socialista en desarrollo, por definición pacifista.
En el pensamiento no marxista, desde 1920 hasta nuestros días, el concepto de
imperialismo es empleado con algunas reticencias, en vista de su fuerte carga emocional
e ideológica, carga que proviene de su uso por la propaganda soviética y por las tesis
que lo reivindican en Occidente. Empero, algunos historiadores apelan al concepto
esencialmente para nombrar la expansión colonial de finales del siglo XIX, la cual
intentan explicar. Las causas del imperialismo actualizadas en esos distintos trabajos
son de variada naturaleza. Aunque muchas de esas explicaciones sean de tipo
económico, el imperialismo no es considerado como una consecuencia inevitable del
desarrollo del sistema capitalista.
El concepto de imperialismo. no aparece con frecuencia en el estudio de las
relaciones internacionales contemporáneas, y en particular en el campo politológico.
Ciertamente, se le emplea para calificar a la expansión colonial en el pasado. En
cambio, se considera que no permite comprender la evolución reciente de las relaciones
internacionales, con excepción de algunos fenómenos parciales –y eso porque a los ojos
de numerosos investigadores, su carga emotiva y su empleo muy ideológico y polémico
lo hacen sospechoso.
Sin embargo, la herencia de Lenin no deja influir en ciertos medios académicos.
En los años cincuenta se desarrolla –en efecto– una corriente de pensamiento
neomarxista que cuestiona la realidad de la descolonización, y que se esfuerza por poner
en evidencia la supervivencia del imperialismo en las relaciones internacionales
contemporáneas. Este acercamiento subraya, particularmente, la relación de
dependencia del Tercer Mundo respecto a los países capitalistas industrializados, y
demuestra la existencia de un lazo entre el imperialismo y el subdesarrollo.
Surge claramente, de esta breve introducción, que el concepto de imperialismo no
es fácil de aprehender. Por un lado, desde sus orígenes y hasta nuestros días, su empleo
en parte es polémico. En efecto, el término imperialismo fue utilizado con fines
políticos desde su aparición. Todavía hoy es suficiente abrir un periódico para volver a
encontrar en vivo su naturaleza polémica, pues se apela muchísimo a este vocablo con
fines propagandísticos, en especial para calificar la política internacional del adversario.
Por otro lado, no es posible sino sorprenderse por el carácter polisémico del término. En
efecto, en las teorías que tienen pretensión científica, y que aparecen desde los
comienzos del siglo XX, no se encuentra acuerdo alguno sobre una definición común
del imperialismo. Existen divergencias importantes acerca del propio objeto que
abarcaría el concepto y también sobre las causas, los mecanismos y las consecuencias
del fenómeno imperialista.
Igualmente, se advierte que toda definición de imperialismo comprende, ya en si,
un concepto del mismo. Así, por ejemplo, la concepción marxista, según la cual el
imperialismo es la expresión de la evolución del sistema capitalista en una determinada
etapa de su desarrollo, introduce ya –por propia definición– un cierto modelo
explicativo. Al contrario, la definición de imperialismo, que concibe esencialmente este
fenómeno como la política expansionista de un Estado que busca someter políticamente
a otro, anuncia una explicación que no se basa en el análisis del modo de producción
capitalista.
De ahí que sea imposible presentar al imperialismo como un fenómeno en sí. Y
por eso deberemos presentar, en esta obra, una escala de concepciones y de
interpretaciones diferentes del imperialismo.
La historia del concepto de imperialismo nos muestra sin embargo, que cuando se
apela a él se piensa esencialmente en dos periodos de la historia contemporánea. En
efecto, la mayor parte de las teorías sobre el imperialismo se centran en el periodo de la
expansión colonial de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por otra parte, algunos
análisis se centran en el período que sigue a la descolonización. Esa es la razón por la
cual esta obra comprende dos partes que abarcan dicha división cronológica.
Notas:
1 Ver Richard Koebner, Helmut, Dan Schimidt, Imperialism. The Study and
Significance of a Political World, 1840-1960. Cambridge, At The Universíty Press,
1964, pp. 2 y 342.
2 Ibid, P. 29.
3 Ibid, p. 219.
4 Ver George Haupt, Le Congrés manqué. L‟Internationale á la veille de la
Première Guerre mondiale, París, Maspero, 1965, p. 83, n. 4.
5 Ver sobre este punto James V. Roberts, “Lenin‟s Theory of Imperialism in
Soviet Usage”, Soviet Studies, 1977, vol. 29, pp. 353-372.
PRIMERA PARTE
LA ERA DE LOS IMPERIALISMOS: LA EXPANSION COLONIAL DE LOS
SIGLOS XIX Y XX
En la última parte del siglo XIX asiste, en Africa y en Asia, a un prodigioso
movimiento de expansión colonial europea.. En algunos decenios, las tres quintas partes
de las tierras emergidas del globo pasan a ser controladas directamente por Europa.
Otros países, en vias de industrialización., corno Estados Unidos y Japón, participan
también en este gran movimiento expansionista.
Es evidente que la construcción de grandes imperios no data de finales del siglo
pasado. Desde la más remota antigüedad, y todo a lo largo de la historia., innumerables
imperios vieron la luz del día. La construcción de esos imperios implicó, con frecuencia
la colonización de territorios próximos o lejanos.
En la era moderna., a principios del siglo XVI, el imperio colonial europeo nace
con la conquista de América y, el establecimiento de las primeras sucursales en Asia y
en África. Ese movimiento, que se prosigue de manera discontinua, con fases de
expansión, y de retraimiento, hasta el siglo XVIII, lleva a la creación de imperios
europeos de cierta importancia. Así, por ejemplo, a comienzos del siglo XIX, la
dominación británica se extiende a una buena parte de la India, África del Sur, y
Canadá. Además también dispone de posesiones coloniales en Australia, Nueva
Zelandia, en el Caribe y en América Latina (Guyana). Asimismo., Holanda cuenta con
importantes colonias en Indonesia. Por otra parte, Francia, España y Portugal conservan
aún, de sus antiguos imperios, algunos territorios dispersos por el mundo.
Desde los comienzos del siglo XIX se asiste a una nueva fase de expansión
colonial. Gran Bretaña prosigue una Política de penetración en Asia., sobre todo en la
India., mientras que Francia se establece en África del Norte y emprende en el Sudeste
de Asia expediciones que crearán las bases de su nuevo imperio.
No obstante, es a partir de 1870, sobre todo a comienzos de los años 1880 ,cuando
se origina un gran movimiento de expansión . europea que dará como resultado el
reparto de Africa y la construcción definitiva de los imperios coloniales de la época
contemporánea. El término imperialismo estuvo estrechamente vinculado a este
movimiento expansionista.
Si nos limitamos a las principales etapas de esta colonización de finales del siglo
XIX, recordaremos que Gran Bretaña ocupa Egipto desde 1882 reforzando así su
imperio en una. región que podía asegurarle el control de la ruta de las Indias. Por su
parte, Francia trata de, consolidar sus posesiones en África del Norte estableciendo un
protectorado en Túnez (1881). Hacia la misma época, Gran Bretaña organiza una serie
de bastiones protectores en torno a la India. Ésa es la razón por la cual establece un
protectorado en Baluchistán (1879) y consolida también su dominación sobre Birmania
(1885). Además, Francia continúa su expansión en Indochina con Protectorados en
Anaam y Tonkin (1883).
No obstante., es en África donde el movimiento de expansión colonial se
desarrolla en todo su esplendor. Dicha colonización tiene generalmente como punto de
partida misiones exploratorias, empresas misioneras y la actividad directa de las
compañías privadas. Sin embargo sobre todo a partir de 1880, los gobiernos europeos se
ven progresivamente implicados en actividades coloniales La conferencia de Berlín
constituye un giro importante en este sentido. Convocada por iniciativa de Bismarck,
reunió desde noviembre de 1884 a febrero de 1885 a los representantes de las potencias
europeas que tenían intereses en África. Intentó solucionar los problemas provocados
por las iniciativas. privadas del rey Leopoldo II en el Congo, y canalizar las ambiciones
económicas y políticas suscitadas por la actividad del rey de los belgas. También trató
de definir las condiciones en que se ocuparía África. Retrospectivamente, se verá esta
conferencia como el punto de :partida de un vasto. movimiento para repartirse el África
negra. Desde este momento., se acelera “el reparto de África. Se modifica el carácter de
la expansión colonial. El imperialismo geográfico o económico queda relegado ante el
imperialismo “militar”,. Las adquisiciones se multiplican febrilmente y todos los países
participan en la competición, animados por un nacionalismo nuevo”.1
A comienzos del siglo XIX, Europa domina toda África con excepción de Etiopia
y Liberia. Francia controla una parte importante del Magreb y del África occidental.
También se establece en Madagascar y en el África ecuatorial. Gran Bretaña posee
asimismo un vasto imperio africano, que se articula esencialmente en torno al eje que va
del Cairo a Ciudad de El Cabo; controla Egipto, Sudan, Uganda, Kenia, Somalia,
Rodesia y todo el África del Sur. En África occidental, domina Nigeria, Costa de Oro,
Sierra Leona y Gambia. Aparte de estos dos grandes imperios, francés e inglés,
Alemania posee Togo, Camerún y las colonias del sudoeste africano y del África
oriental. Bélgica ocupa también un vasto territorio en el centro de África con su colonia
del Congo. Portugal extiende su control sobre el conjunto de Angola y Mozambique;
dispone también de una colonia en Guinea. En cuanto a Italia., posee Libia, Eritrea y
una parte de Somalia.
Este movimiento de expansión colonial es indisociable de, las grandes rivalidades
entre potencias, las cuales adquieren cada vez mayor amplitud entre 1870 y 1914. Los
apetitos coloniales y la búsqueda de esferas de influencia avivan las rivalidades
tradicionales en Europa y en el mundo; provocan crisis a veces agudas entre las grandes
potencias imperialistas. La crisis de Fachoda, en 1898, entre Francia e Inglaterra, y
sobre todo las que estallan en 1905 y en 1911 entre Alemania y Francia a propósito de
Marruecos, son sólo algunos de los episodios importantes de estos enfrentamientos y
amenazas de guerra, que tienen lugar entre las potencias europeas, y cuyo origen son las
rivalidades coloniales. Por añadidura la carrera armamentista, y en particular, el
desarrollo de una competencia cada vez mayor entre las marinas inglesa y alemana, son
en parte la consecuencia de ese movimiento.
En 1898. se desarrolla el imperialismo norteamericano en las Antillas y en las
Filipinas, gracias a una guerra contra España. Este último, también hacia finales del
siglo XIX ataca directamente los intereses de Alemania y de Inglaterra en. América
Latina. En Asia, donde Japón se afirma como un rival, de peso de. las naciones
imperialistas occidentales, las ambiciones coloniales de las grandes potencias y su
búsqueda de esferas de influencia son la causa de rivalidades y conflictos de
importancia. China se convierte en el objetivo privilegiado de esos enfrentamientos. La
guerra ruso-japonesa de 1904-1905 es la manifestación mas grave de las tensiones
engendradas por estos imperialismos rivales.
La expansión colonial y los enfrentamientos de potencias tienen por tela de fondo
el desarrollo prodigioso de la civilización industrial occidental, y en particular la de
Europa. Los progresos técnicos son importantes y provoca transformaciones profundas
en los campos industrial y militar. La utilización de nuevas fuentes de energía y el
perfeccionamiento de nuevas técnicas de fabricación aseguran a la producción industrial
un desarrollo importante. Los medios de transporte evolucionan muy rápidamente. Se
asiste., en particular., al desarrollo de. los ferrocarriles y de los barcos de vapor Y., de
manera general, al acrecentamiento de la velocidad horaria. Estos cambios favorecen
una ampliación de los mercados a una disminución de las tarifas de transporte. Por otra
Parte, constituyen para las grandes naciones industriales nuevos instrumentos de
conquista y de poder. Además, el progreso de la medicina., que permite luchar contra
las enfermedades tropicales, hace posible la penetración en vastos territorios de
ultramar, particularmente en África.
Las importantes ganancias, debidas al auge industrial, así como las
transformaciones del sistema de crédito –con el desarrollo de las sociedades por
acciones y los grandes bancos de negocios y depósito– producen una enorme
concentración de capitales. –Se tiende cada vez más a invertir estos últimos, fuera de
Europa.
Este período se caracteriza también por un fuerte crecimiento demográfico ya que,
de 1850 a 1900, la tasa de crecimiento de la. población europea es de alrededor del
50%.
De manera general, estos factores económicos y demográficos, que aparecen al
mismo tiempo que la afirmación de las grandes ideologías conquistadoras, son otras
tantas manifestaciones del expansionismo occidental que caracteriza este período de la
historia contemporánea, definido generalmente como la “era de los imperialismos”.
Notas:
1 Jean–Louis Miège, Expansion européenne et décolonisation de 1870 à nos jours,
París, Presses Universitaires de France, 1973, p. 181, colección “Nouvelle Clio”, núm.
28.
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