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La atmósfera primitiva

Al formarse la Tierra, hace unos 4 600 millones años, se halló rodeada por una atmósfera primitiva, que
tenía una composición parecida a la nebulosa inicial, constituida esencialmente por los restos no
condensados de la nebulosa primitiva como hidrógeno, helio, metano, amoniaco, gas carbónico, vapor
de agua, etc. Esa atmósfera primitiva ha evolucionado desde entonces como consecuencia de procesos
que son perfectamente conocidos. Por una parte, los gases ligeros como H2 y He, en un proceso
llamado desgasificación, han ido disipándose en el espacio interplanetario porque sus moléculas, al
chocar entre si, alcanzaron, unas tras otras, la velocidad de liberación. Por eso la atmósfera terrestre
carece hoy casi de hidrógeno, mientras que el helio, gas también ligero pero no tanto como el
hidrógeno, ha podido subsistir en íntimas proporciones, así como también los llamados gases nobles
(argón, criptón, neón y xenón).
La atmósfera perdió sus elementos volátiles y los sustituyó por los gases invernadero procedentes de
las emisiones volcánicas del planeta, especialmente CO2, dando lugar a una atmósfera de segunda
generación. Los volcanes constituyeron un aporte de vapor de agua, dióxido de carbono, dióxido de
azufre y nitrógeno.
En dicha atmósfera son importantes los efectos de los gases de invernadero emitidos de forma natural
en volcanes y sumideros termales. Por otro lado, la cantidad de óxidos de azufre y
otros aerosoles emitidos por los volcanes contribuyen a lo contrario, a enfriar la Tierra. Del equilibrio
entre ambas emisiones saldrá un balance radioactivo determinado.
Otro proceso fue la condensación. Al enfriarse, la mayor parte del vapor de agua de origen volcánico se
condensó, dando lugar a los antiguos océanos. También se produjeron reacciones químicas. Parte del
dióxido de carbono debió reaccionar con las rocas de la corteza terrestre para formar carbonatos,
algunos de los cuales se disolverían en los nuevos océanos.
Con la aparición de la vida, la Tierra sumó un nuevo agente estabilizador el total de organismos vivos,
la biosfera. Mas tarde, cuando evolucionó en ellos la vida primitiva capaz de realizar la fotosíntesis, los
organismos marinos recién aparecidos empezaron a producir oxígeno. Se cree que casi todo el oxígeno
que en la actualidad se encuentra libre en el aire procede de la combinación fotosintética de dióxido de
carbono y agua. Hace unos 570 millones de años, el contenido en oxígeno de la atmósfera y los
océanos aumentó lo bastante como para permitir la existencia de la vida marina y la evolución de
animales terrestres capaces de respirar aire.
Inicialmente, los organismos autótrofos por fotosíntesis o capturaron gran parte del abundante CO2 de
la atmósfera primitiva, a la vez que empezaba acumularse Oxígeno (a partir del proceso abiótico de la
fotólisis del agua). La aparición de la fotosíntesis oxigénica, que realizan las cianobacterias y sus
descendientes los Plato, dio lugar a una presencia masiva de oxígeno (O2) como la que caracteriza la
atmósfera actual, y aun superior. Esta modificación de la composición de la atmósfera propició la
aparición de formas de vida nuevas, aeróbicas que se aprovechaban de la nueva composición del aire.
Aumentó así el consumo de oxígeno y disminuyó el consumo neto de CO2 llegándose al equilibrio o
clímax, y formándose así la atmósfera de tercera generación actual. Este delicado equilibrio entre lo
que se emite y lo que se absorbe se hace evidente en el ciclo del CO2, la presencia del cual fluctúa a lo
largo del año según las estaciones de crecimiento de las plantas.

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