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EDUCAR EN VALORES, un compromiso de la educación de nuestro siglo.

SOCIEDAD, VALORES Y EDUCACIÓN


Fuente inicial: Ponencia de Ramón PÉREZ JUSTE
Adaptación y complementación temática: Lic. Julia Irene Segovia

1. INTRODUCCIÓN

¿Cuáles son los valores que deben ser objeto de la Educación Superior?

La educación en valores juega un papel preponderante en el concepto de integralidad,


nota de una educación de calidad merced a la cual los valores son elementos constitutivos
de la acción educativa que el profesorado debe brindar al alumnado.

En la actualidad la educación ya no es solo información, es esencialmente,


FORMACIÓN.

Tres son las grandes cuestiones a plantear, todas ellas teniendo a los valores como eje de
referencia:

a) ¿Qué características de la sociedad actual representan una exigencia a los


sistemas educativos para que asuman la educación en valores?

c) ¿Qué relación se da entre la educación en valores y la educación superior de


calidad?

d) ¿Qué líneas de acción pueden configurar un sistema de educación en valores en


las aulas universitarias?

2. CARACTERÍSTICAS DE LA SOCIEDAD ACTUAL: RAZONES PARA


UNA EDUCACIÓN EN VALORES

Caracterizar la sociedad actual es un punto de partida importante para educar en valores.


En tal sentido vamos a abordar cuatro grandes aspectos relacionados con la sociedad,
cualquiera sea su contexto.

a) La rapidez y profundidad con que avanza el saber así como las nuevas demandas
de formación.

b) Algunos de los cambios que ha experimentando la institución familiar

c) Los avances en la comunicación y en las tecnologías de la información.

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d) Las tensiones que se aprecian en la humanidad, que corre a pasos agigantados


hacia la aldea global a la vez que los pueblos experimentan la necesidad de
autoafirmación para no diluir la propia identidad en el mar de la uniformidad.

Junto a ello, y como telón de fondo, la demanda generalizada de Calidad, demanda que ha
llegado con fuerza al ámbito de lo educativo.

A) Las nuevas demandas de formación


En la actualidad se destacan avances espectaculares en el saber, así como una enorme
productividad científica, técnica, filosófica y literaria.

El avance del saber a una rapidez vertiginosa hace muy difícil a los propios especialistas
estar al día. No debe extrañarnos, pues, que el saber adquirido en el sistema educativo
pueda quedar obsoleto apenas unos años después de haber concluido los estudios.

Junto a ello, las demandas sociales, cada vez más complejas, exigen unos aprendizajes que
pocas veces se abordan en las escuelas; se trata de aprendizajes para "responder a las
mutables situaciones que se nos presentan, es decir, más que aprendizaje de conductas es
conveniente el aprendizaje de actitudes y valores". No sólo el conocer sino además el
aprender a conocer. Poseer herramientas esenciales para seguir aprendiendo durante toda la
vida.

Del mismo modo, esas circunstancias de nuestro tiempo exigen aprendizajes innovadores,
capaces de anticiparse a los problemas, además de implicarse en su solución. El primer
aspecto tiene relación con el denominado pensamiento divergente, habitualmente poco
cultivado, al menos en relación con la presencia y atención prestada al pensamiento
convergente. Mientras el segundo se aprecia en tareas con una única solución correcta, el
primero se abre a las ideas nuevas y se relaciona con la creatividad. Por ello el
APRENDER A CONOCER es un pilar fundamental de la educación contemporánea
puesto del conocimiento de habilidades no sólo para la profesión, sino para la vida misma,
depende el éxito personal y profesional del egresado universitario. Más allá de la
creatividad para ejercer con éxito la profesión, es fundamental la creatividad para vivir
mejor y ser felices.

Estos hechos aconsejan que, además de capacitar a las personas para afrontar situaciones
nuevas, las instituciones educativas deban dotar a las nuevas generaciones de herramientas
de formación intelectual, esto es, de medios para seguir aprendiendo una vez que se
abandona el sistema educativo. Es la única forma de que las personas puedan acomodarse a
esas circunstancias cambiantes que caracterizan a los nuevos tiempos, además de poder
actualizar sus conocimientos y formación durante toda la vida.

El actual interés por los programas de enseñar a pensar podría inscribirse en esta línea de
pensamiento. Aportaciones como las de Reuven Feuerstein con su Programa de
Enriquecimiento Intelectual, el Proyecto Inteligencia de la Universidad de Harvard, o
Aprender a pensar, del profesor De Bono, son ejemplos a tener en cuenta.

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Evidentemente, no es posible o al menos no


tiene sentido, formar la mente sin servirse de contenidos
a aprender, o acudir a tareas meramente formales que
pongan en ejercicio las capacidades de referencia; pero
sí puede ponerse el énfasis más en la formación o en la
adquisición de saberes.

Pues bien, parece adecuado dar preferencia a


aquella sobre esta, seleccionando los contenidos que
contribuyan en mayor medida a su logro a la vez que
aportan saberes necesarios y útiles a los aprendices.
Esta opción, por otra parte, como veremos más
adelante, repercute positivamente en el logro de una
verdadera formación integral en la que los valores
jugarán un importantísimo papel.

La Educación en la actualidad no debe [ SOLAMENTE LA EDUCACIÓN


plantearse sólo como una cuestión en términos del
binomio instrucción formación intelectual, sino que se PODRÁ SALVAR AL MUNDO. ]
debe ir más allá, extendiendo la preocupación hasta
alcanzar la meta de una verdadera formación integral,
de calidad: formar personas con la autonomía necesaria para saber definir su propio
proyecto de vida, para comprometerse con él una vez apreciada su valía, y para ser capaces
de hacerlo realidad, de vivirlo en libertad. Esto puede resumirse en la expresión:

Personas útiles para sí mismas y para toda su sociedad.

Debe quedar clara constancia de que esta opción ha de tener importantes


repercusiones para el desarrollo de la actividad académica. En efecto, estos planteamientos
implican que los tradicionales contenidos son medios no fines para la formación intelectual,
e incluso integral, y, en modo alguno, el centro de la actividad académica. Así pues, lo
importante para el profesor no sería "dar el programa", desarrollar el temario, sino formar la
mente y la persona toda de los educandos a través de la actividad académica.

El entusiasmo del docente por su tarea formadora marca la diferencia. Los maestros que
enseñan con el ejemplo construyen personas íntegras, capaces de amarse a sí mismos y
proyectarse en forma positiva hacia los demás.

Por otro lado, esta opción sí permite el denominado aprendizaje significativo,


recomendación técnica de la Educación Reformada.

El aprendizaje humano en terminología del profesor García Hoz que sostiene que como
docentes estamos llamados a formar no solamente recursos humanos, sino sobre todos,
SERES MÁS HUMANOS.

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B) Los cambios en la familia.

La familia es considerada como la célula básica de la sociedad y como el elemento


fundamental tanto en la creación de lo que Rof Carballo llama el cimiento básico de la
personalidad como resultado de la socialización primaria.

Los problemas que afectan a la familia dejan huellas notables en sus miembros,
especialmente en los los hijos, que en todas las edades necesitan de la seguridad que brinda
la familia.

Sin embargo, como todos sabemos, la familia ha evolucionado notablemente con el tiempo,
siendo de destacar los cambios que ha ido experimentando en las funciones que le son
reconocidas.

La familia ha avanzado en un proceso de especialización de funciones; de ser prácticamente


autosuficiente durante siglos, ha ido pasando, mediante un proceso de progresiva
especialización, a delegar, al menos parcialmente, determinadas funciones en la sociedad.
Ya Smelser mantenía que el paso de la familia tradicional a la moderna consiste en un
proceso de diferenciación y de especialización: la familia habría evolucionado de una
situación de multifuncionalidad (funciones como la económica, la profesional, la educativa)
a una clara especialización, en concreto en la "gratificación afectiva de sus miembros y en
la socialización de las nuevas generaciones en las normas y valores culturales vigentes en la
sociedad"

Hoy pocas personas reclamarían para la familia la formación profesional de sus miembros,
al igual que la formación cultural. Sin embargo, se mantiene la necesidad de que la familia
siga asumiendo la formación moral y religiosa, la educación en cuanto socialización básica
(hábitos, formas educadas...) y, desde luego, el desarrollo de la afectividad, el control de los
instintos.

Tamaño y componentes
Pero la familia viene experimentando algunos cambios significativos en las últimas
décadas, cambios todos ellos con notorias repercusiones; uno de ellos tiene que ver tanto
con los componentes como con su propio tamaño.

De la familia extensa, donde abuelos, padres e hijos formaban una unidad, una unidad
amplia que le daba sentido de profundidad, que aseguraba las raíces, que facilitaba la
transmisión de las tradiciones..., se ha ido pasando a los diversos tipos de familias que
conocemos hoy en la sociedad.

Es responsabilidad de la familia brindar la primera formación ética a los hijos. Los buenos
hábitos se aprenden en la familia. Es esencial reconocer que mucho de lo que viven los
padres y las madres cultivan luego los hijos. El hogar es la primera escuela, nuestros
primeros educadores son nuestros padres esencialmente. El ambiente familiar es la primera

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determinante circunstancial que abre caminos. Valoremos el papel de la familia en la


educación en valores de los hijos, luego ciudadanos honorables.

C) Un mundo tecnológico y sin barreras

El mundo de final del segundo milenio es muy diferente del de apenas cincuenta años atrás;
los cambios son muchos, muy profundos y se producen con enorme rapidez, sin apenas
tiempo para poder asimilarlos.

Las nuevas tecnologías


Uno de los campos en que los cambios son más significativos para nosotros es el de las
nuevas tecnologías, sobre todo por lo que representan para la comunicación, el aprendizaje,
la información y el saber. Las tecnologías traen consigo notables repercusiones para el
trabajo, la ciencia y el progreso en general.

En las sociedades modernas, las nuevas tecnologías representan formas de influencia de


enorme potencial, capaces de irrumpir en la vida personal de modo subrepticio,
modificando las posiciones y valores propios. Será necesario contar con formación
suficiente para defenderse de tales intromisiones, no quedando inermes ante ellas.

De entre las múltiples aportaciones de las tecnologías conviene destacar lo que están
representando para la comunicación: hoy es fácil saber, casi de inmediato, lo que ocurre a
miles de kilómetros, a la vez que podemos desconocer lo que acontece en nuestro propio
bloque de vecinos.

Muchos pueden ser los efectos derivados, algunos, evidentemente, muy positivos; sin
embargo, la posible pérdida de identidad, la dificultad para poseer planteamientos propios,
la pérdida de sensibilidad ante acontecimientos por graves que sean... deben ser
considerados en el debe o, al menos, en el platillo del potencial riesgo.

Falta de tiempo, de serenidad y la prisa.

Curiosamente, cuando más disponible está la información es cuando la Humanidad se


encuentra con menos reposo y tranquilidad para hacerse cargo de toda esa montaña
inmensa de conocimientos disponibles.

El ser humano se ve bombardeado por la información, pero no tiene tiempo para asimilarla.
Esto puede ser un elemento muy peligroso ya que nos movemos en un mundo de
consumismo. Todos quieren llamar la atención de los lectores, oyentes y televidentes, y lo
hacen en los titulares de las noticias, de los reportajes..., justo donde el informante pone su
intención, donde se da en menor grado la objetividad y en mayor cantidad la subjetividad
desde la propia ideología, desde el grupo al que se pertenece...

La posibilidad de que los "media" configuren nuestra manera de pensar, nuestra ideología,
es mucho mayor en nuestro tiempo que en la primera parte del siglo actual, sin ir más lejos.

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La ruptura del ámbito de intimidad

Las tecnologías, por otra parte, se han convertido en intrusos en nuestro mundo
reservado: ni las paredes nos aíslan de la intromisión de la TV, de la radio, del fax, de los
correos electrónicos, redes sociales por internet, celulares y otros adelantos de la tecnología
que son verdaderos espías en nuestras vidas.

El bombardeo de ideas, doctrinas, posiciones fundadas o infundadas... es continuo,


reiterada e intensamente manipulando las mentes de los seres humanos, en especial de los
más jóvenes, de los menos formados, de los más inexpertos.

Violencia, sexo, intolerancia, injusticia, se mezclan sin solución de continuidad con


ejemplos de entrega, de respeto, de amor..., pero no siempre se está en condiciones de
valorar con objetividad los mensajes de uno y otro tipo.

La sociedad vive modelos de vida relativos en los que las diversas formas de vivir
se justifican con la falta de tiempo, la democracia mal entendida que nos permite hacer
todo lo que queremos y no lo que debemos, las necesidades que cada vez son mayores, los
conflictos sociales, las ansias de poder, de dominación, de falta de espiritualidad. Vivimos
en un mundo donde todo se justifica, sólo basta decir: La persona y sus circunstancias.

D) Entre el ciudadano del mundo y la lucha por la identidad.

Al igual que la información fluye con rapidez y rompe todo tipo de barreras, las
comunicaciones, rápidas y al alcance de muchos, están rompiendo tabúes, prejuicios...
acercándonos a diversas realidades. El turismo ha supuesto en este punto un elemento clave
para el conocimiento de la Humanidad, para la comprensión, el respeto y la tolerancia de la
diversidad, de la diferencia.

Las migraciones
Sin embargo, junto al turismo, fenómeno transitorio y periódico, se dan las migraciones,
interiores y exteriores, forzadas por las guerras, la carencia de trabajo, el hambre, las
injusticias, las necesidades extremas, la desesperanza, el abandono, la irresponsabilidad de
los gobernantes, y esto ocurre en momentos en que los países receptores se encuentran con
el fenómeno del paro y otras medidas de presión como situaciones límites propias de
nuestro tiempo.

La lucha por el puesto de trabajo hace que muchos inmigrantes, aparte de ser explotados
por quienes les reciben, susciten movimientos de rechazo, de racismo, de intolerancia, la
xenofobia propia de los países poderosos económicamente hablando. Estas situaciones dan
lugar a acciones crueles, violentas y sistemáticas contra el extranjero, contra las personas de
otra raza, color, religión o ideología, procedencia. Se vive el fenómeno social de la
explotación del poderoso al débil o la persecución de los indocumentados.

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Nacionalismos y multiculturalismo.

Las migraciones están dando lugar a sociedades multiculturales; no es raro que en


determinados países convivan personas de raza, cultura y religión muy diversas.

La diversidad no siempre es vista como un bien, como una riqueza; en ocasiones se percibe
como amenaza lo que origina movimientos de defensa, cuando no de rechazo. En ocasiones
se plantea su aceptación desde una posición de superioridad: se habla de la tolerancia
entendida como aceptación benévola, como condescendencia, como consentimiento...

La educación debería dar un paso más, encaminado al respeto del otro y hasta a la
valoración positiva de las diferencias como elemento enriquecedor del yo para
convertirlo en un nosotros más completo.

Un fenómeno de nuestro tiempo es el nacionalismo exacerbado. Frente a la


tendencia a la aldea global, a considerarse ciudadano del mundo, cada vez más extendida
como consecuencia de los avances económicos, tecnológicos y políticos, se produce el
efecto contrario, de autoafirmación de la propia identidad.

La afirmación de la propia identidad nada tiene de reprobable, más bien todo lo


contrario; otra cosa es que esto se lleve a cabo maximizando lo diferente y minimizando lo
común, expulsando del sistema al que "no es de los nuestros", discriminando al otro si no se
deja asimilar...

El extremo de estos planteamientos lleva a la guerra, a las limpiezas étnicas, a las


masacres de decenas de miles de personas, al exterminio del rival...

Otros aspectos podrían considerarse, pero parece innecesario. Basta con dejar
constancia de los problemas que afectan a las nuevas generaciones y que requieren alguna
repuesta formativa: las drogas, los fundamentalismos, el suicidio, el abandono, la
mendicidad, la explotación infantil... para que quede patente la necesidad de abordar las
respuestas educativas más adecuadas.

E) Consecuencias para la educación.

La Inteligencia emocional pone de relieve el progresivo reconocimiento de la


importancia de la formación integral frente a los tradicionales productos de los centros de
formación sistemática. La capacidad para conocerse, aceptarse, enfrentarse a problemas,
sintonizar con las preocupaciones de los demás, autocontrolarse... son competencias cada
vez más reconocidas cuya influencia, sobre el éxito profesional y hasta sobre la satisfacción
personal, no se pone en duda.

Ahora bien, si la familia, tradicional recinto de la formación básica de las nuevas


generaciones, como consecuencia de los cambios en su tamaño, composición y roles
desempeñados por el padre y la madre, no está en condiciones de asumir funciones hasta
ahora privativas de ella y, necesita ayuda y colaboración por parte de otras instituciones; si

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los cambios derivados del avance de las nuevas tecnologías representan potenciales
peligros para la configuración de la propia identidad, para la posesión de criterios propios,
coherentes y adecuados; si el mundo moderno pone a las jóvenes generaciones ante
problemas cada vez más difíciles y complejos, cuya solución requiere de formación y
criterio propio, parece lógico llegar a dos tipos de conclusiones:

 *Las jóvenes generaciones deben recibir formación, y no sólo información, para


mantener su identidad ante estímulos externos que pueden ejercer influencias
poderosas sobre ellas
 *La escuela, como institución educativa sistemática en cualquiera de sus niveles
educativos, incluyendo a las universidades, debe asumir la gran responsabilidad e
FORMAR ciudadanos, aptos para vivir en sociedad, que se amen a sí mismos y se
proyecten con identidad propia hacia las nuevas culturas.

3. LA EDUCACIÓN DE CALIDAD

La calidad es una demanda generalizada por parte de las sociedades avanzadas. La


organización y estructuración de la sociedad permite la exigencia de calidad a los bienes,
productos y servicios que prestan las personas, los grupos y las organizaciones. Razones de
competitividad, de supervivencia de las organizaciones, y de superación personal y
profesional de quienes ofertan tales productos, bienes y servicios, pueden explicar tan
elevada preocupación por este tema.

Los movimientos en pro de la calidad


El interés y la preocupación por la calidad, puede apreciarse claramente en una serie de
movimientos que han dado importantes frutos. Basta referirnos a las aportaciones de
Deming, seguidas especialmente en el Japón, al modelo americano de calidad (CWQC), a
las propuestas de la International Standard Organization, con sus normas ISO y,
específicamente en Europa, al modelo de calidad de la European Foundation for Quality
Management [Fundación Europea para la Gestión de la Calidad (EFQM)], fundada con el
apoyo de J. Delors, el 15 de septiembre de 1985.

La calidad como preocupación en el ámbito educativo

La preocupación por la calidad también ha llegado al mundo de la educación;


probablemente, toda la teoría pedagógica ha tenido siempre en su punto de mira el tipo de
educación que ahora denominamos "de calidad"; pero la realidad de la educación prestada
en los centros educativos ha distado bastante de las formulaciones teóricas, unas veces por
carencia de medios o por una demanda social reductiva, otras por falta de formación del
profesorado, otras por la poca exigencia de los destinatarios de la acción educativa. Bien
sabemos que en este tiempo, el alumnado no siempre se exige a sí mismo y menos al propio
sistema educativo.

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La preocupación por la calidad ha alcanzado al ámbito de lo normativo. La actual


Reforma educativa, regulada por la Ley General de Educación del Paraguay 1264/98,
menciona claramente calidad de la enseñanza, incluyendo temas como la cualificación y
formación del profesorado, la orientación educativa y profesional, la programación docente,
la innovación e investigación y la evaluación del sistema educativo. Esta ley contempla no
sólo a los niveles iniciales de educación, sino además, a los niveles medio y superior,
incluyendo a las universidades.

En el ámbito de la educación universitaria también se están tomando iniciativas en este


sentido. Bien sabemos que la ley 2072/03 De evaluación y acreditación de la Educación
Superior, crea la ANEAES, Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la
Educación Superior en el Paraguay cuya tarea esencial es velar por la calidad de los
procesos de formación brindados por las universidades en nuestro país.

Una posible explicación


Como ya se ha señalado, una posible explicación a tan gran y extendida
preocupación puede hallarse en los movimientos de competencia entre empresas, en la
lucha por la supervivencia y hasta en la organización de los consumidores, exigiendo cada
vez más calidad a los productos, bienes y servicios que se les ofrecen.

La educación de calidad
Mientras las concepciones reductivas de la educación limitan la acción perfectiva de
ésta a la transmisión del saber acumulado por la Humanidad y, últimamente, ponen énfasis
en la formación intelectual del alumnado, en cuanto capacita para seguir aprendiendo,
para estar al día una vez se abandona la escuela, la Educación se enfrenta con el
perfeccionamiento de la persona en su totalidad, sin dejar dimensión alguna sin la debida
atención en su proceso de optimización, de mejora continua, de planificación, de
realización profesional y personal.

Obviamente, este planteamiento supone asumir la necesidad de una acción


educativa orientada a la formación intelectual y a la transmisión / adquisición del saber,
pero la enriquece al incorporar como campos de actuación sistemática dimensiones como la
educación física, estética, social, moral, espiritual trascedente.

Si bien la religión en la educación superior es un factor netamente filosófico y


confesional, que puede formar parte de la formación de los universitarios según los dogmas
y orientaciones de la propia institución, sabemos que la educación pública se estructura
sobre la libertad de culto, entonces solo resta mencionar la gran importancia de formar a los
futuros profesionales en su dimensión trascendente, basados en la cultura de la fe y la
esperanza en su propio ser, en su sociedad, en su país, en el bien común que puede practicar
en el ejercicio de su profesión. Hacer el bien es una forma de trascender, el bien personal y
el bien común. Educarlos para alcanzar la felicidad es un desafío de la educación actual.

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Esta preocupación por la formación de la persona en toda su plenitud, en todas sus


dimensiones constitutivas, no es garantía plena de calidad. La formación intelectual y la
correspondiente al resto de ámbitos ético, social, estético, físico, religioso, trascendental
deben mantener adecuadas relaciones de armonía y coherencia.

Hay que lograr que la educación que se imparta en un centro educativo responda a
un proyecto educativo, proyecto que no puede ser ajeno a una concepción del ser a educar,
esto es, de la persona humana. Para ello, el proyecto, por ser uno, deberá estar adornado de
armonía y coherencia entre sus partes ya que, de no ser así, podríamos estar hablando no de
proyecto sino de proyectos, con todo lo que ello representa. La unidad de criterio y la
coherencia son factores fundamentales para educar en valores.

El mejor medio para lograrlo es el planteamiento integral e integrado, esto es, una
forma de enfrentar la educación en la que todas las acciones sistemáticas programadas
cobren sentido en su contribución a una gran meta final o fin de la educación. Básicamente,
la integralidad equivale a la armonización de las actuaciones de todos los miembros de la
comunidad educativa, de forma que todos ellos contribuyan a un proyecto común, esto
es, que hagan posible el logro de los objetivos generales por los que se lucha.

Los objetivos generales tienen así un peso importante, un papel rector o directivo
sobre toda la actividad escolar, de modo que todo cuanto se organice y cuanto se planifique
de forma específica sirva a su consecución; es más, que cuanto ocurra en el aula y el centro,
se reoriente, se reconvierta, se aproveche, para tales logros.

Obviamente no podemos limitar la formulación del fin de la educación a enunciados


genéricos, con los que todo el mundo puede estar de acuerdo: perfeccionamiento de la
persona, plenitud del ser, ... Debemos formularlo en términos que especifiquen su
naturaleza, de forma que sea posible aceptarlo o rechazarlo; pero, una vez aceptado,
asumirlo como propio y trabajar en pro de su logro.

Analicemos los FINES de la Educación Paraguaya que orientan el sistema educativo


en nuestro país. Corresponden a todos los niveles educativos, desde la Educación Inicial
hasta la Educación Superior Universitaria.

La educación paraguaya busca la formación de mujeres y varones, que en la


construcción de su propia personalidad logren suficiente madurez humana, que les
permita relacionarse comprensiva y solidariamente consigo mismo, con los demás, con la
naturaleza y con Dios, en un diálogo transformador con el presente y el futuro de la
sociedad a la que pertenecen, y con los principios y valores en que esta se fundamenta.

Al garantizar la igualdad de oportunidades para todos, busca que varones y mujeres, en


diferentes niveles, conforme con sus propias potencialidades, se califiquen
profesionalmente para participar con su trabajo en el mejoramiento del nivel y calidad de

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vida de todos los habitantes del país.

Al mismo tiempo, busca afirmar y dinamizar la identidad de la nación paraguaya y de


sus culturas, en la comprensión, la convivencia y la solidaridad entre las naciones, en el
actual proceso de integración regional, continental y mundial.

La educación paraguaya busca que:

Estos fines determinan el tipo de persona que desea formar el proceso educativo en nuestro
país, es por ello que revisten gran importancia. Veamos entonces qué cualidades deberá
poseer la persona que egresa de nuestro sistema educativo.

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Un fin de esta naturaleza requiere la capacidad de seleccionar metas, algo con un


fuerte componente intelectual, la estimación o valoración positiva de las mismas y la
voluntad, la fortaleza, para hacer del proyecto una realidad.

Las dos últimas dimensiones no son cognitivas o, mejor, no son plena y totalmente
cognitivas. La valoración, en efecto, nace de un conocimiento en profundidad de las cosas:
no es posible apreciar lo que se desconoce, pero, a la vez, hay cosas que se conocen y se
menosprecian o desprecian, o simplemente no se aprecian.

La fortaleza es una virtud que requiere esfuerzo, repetición de actos, creación de


hábitos, una vez existe el convencimiento de que algo es bueno y merecedor de tal
esfuerzo.

El desafío para el logro de los fines es amplio y podemos estudiarlo desde tres puntos de
vista:

a) Encontrar los medios adecuados para logro de una meta muy elevada y, por tanto,
difícil de alcanzar.

b) Identificar los medios que cumplan con el principio de integralidad, de forma


que contribuyan a un único proyecto educativo y lo hagan desde la diversidad de
planteamientos y objetivos de los diferentes profesores y educadores.

c) Que se trate de medios educativos y nunca manipulativos, esto es, que


contribuyan a la planificación del tipo de persona que se desea formar y no a su
degradación (falta de autogobierno debido a la manipulación).

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4. LA EDUCACIÓN EN VALORES COMO RESPUESTA

La respuesta a tan difícil cuestión radica en una educación integral que haga de los
valores el punto de referencia, su núcleo esencial.

De una parte, la educación en valores es una de las dimensiones de una educación


completa; por tanto no debe obviarse, dejarse de lado, ni incorporarse en forma reductiva,
como un mero apéndice o como un elemento colateral.

La posesión de una escala de valores parece ser un elemento nuclear de la


personalidad, de la madurez humana, capaz de dar sentido unitario a la vida, de contribuir a
su madurez personal. Los valores, en efecto, son organizadores de la personalidad, a la que
dotan de las herramientas necesarias para afrontar los problemas, diseñar acciones
destinadas a su solución y dotar de la energía necesaria para llevarlas a la práctica.

Pero es que, además, hay planteamientos metodológicos capaces de afrontar la tarea


de la educación en valores de modo integrado; es importante mencionar que hay formas de
trabajar que permiten que cada educador, desde su específica posición, y a partir de las
acciones encaminadas al logro de sus objetivos particulares, pueda estar contribuyendo al
logro de esa meta final unificadora, que da sentido unitario a la vida de cada persona.

Por último, esa metodología a la que nos vamos a referir, se sustenta en el fomento
y en el respeto a la autonomía, siendo la antítesis de la manipulación. En efecto, su
elemento constitutivo nuclear se centra en la reflexión y en el espíritu crítico como
objetivos a cultivar, lo que sirve de contrapeso a la influencia externa de los educadores, ya
que son herramientas por las cuales la persona hace propias o rechaza las influencias
externas. Si las hace propias con plena conciencia ya no son manipulativas. Se trata, por
tanto, de compaginar la influencia de en qué consiste todo acto educativo con la
capacitación para defenderse de toda acción manipuladora.

5. LA PROPUESTA METODOLÓGICA

La educación en valores, como influencia optimizadora de las personas, debe llevarse a


cabo sobre la base de ciertos principios:

 La influencia ha de ser directa y manifiesta, y nunca realizarse de modo


encubierto, con ocultación maliciosa, como corresponde a los influjos
manipuladores.
 Ha de promoverse el análisis reflexivo y crítico de las propuestas realizadas por los
educadores.
 Trabajar por la formación de una personalidad consciente, sobre lo meramente
emocional y poco reflexivo, porque debemos apuntar a formar personas autónomas
y autogestivas.

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 La educación en valores supone aunar, de modo armónico, la formación de las


dimensiones intelectiva, estimativa o valorativa y volitiva a través de los
diferentes actos educativos.

La voluntad se educa y resultado de la educación adecuada de la voluntad es la


persona con deseos de progresar, de ser mejor, de vivir plenamente, de superar
obstáculos, de adaptarse fácilmente a los cambios y a las situaciones que le plantea la
vida, porque tiene la voluntad para ser feliz.

 La formación intelectual concede al hombre obrar de modo inteligente, reflexivo,


plenamente personal, orientándole en sus múltiples decisiones.
 La estimativa hace posible sentirse a gusto con su proyecto personal de vida,
valorado como bueno, deseable, digno de ser llevado a la práctica.
 Y la volitiva permite hacer realidad ese proyecto considerado digno y deseable,
merced a la fortaleza, a la fuerza de voluntad para superar las dificultades que se
presenten en su realización.

Por ello, nuestra propuesta se estructura en torno a los siguientes puntos:

a) Integración de las dimensiones intelectiva, estimativa y volitiva en


un único proyecto educativo.

b) Desarrollo del juicio ético con el rigor de una sólida formación


intelectual, donde la filosofía y el método científico deben jugar un
importante papel. Su meta será la formación del espíritu crítico.

b.1.Integrando los objetivos de la formación ética en el


contenido ordinario de las materias en busca de un auténtico
aprendizaje significativo.

b.2.Realizando actividades sistemáticas específicas de


desarrollo ético.

b.3.Aprovechando las situaciones ordinarias de la vida de los


Centros para reafirmar los valores propuestos.

c) Creación de un clima institucional coherente, en el que los valores


propuestos por el personal educador se vivan efectivamente.

Los ejes de este clima son:

* Confianza.

* Libertad.

* Responsabilidad.

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d) La práctica cotidiana de los valores por parte del alumnado, según


la propia realidad del centro educativo.

En particular, se espera que los alumnos:

*Tengan ocasión de elegir y comprometerse.

*Sean responsables ante el grupo y el profesor del ejercicio de


su libertad.

*Se esfuercen en la realización correcta de las actividades (sólo


educa lo bien hecho).

e) Conexión de la institución educativa con la comunidad para el


ejercicio de los valores seleccionados, todo esto por medio de las
actividades de Extensión Universitaria.

Se pretende que los educandos:

* Conozcan la realidad de la sociedad en la que viven.

* Analicen y valoren sus características y necesidades.

* Tengan ocasión de comprometerse en actividades de


voluntariado social en las que puedan ejercer su liderazgo
personal, profesional y social, siempre en la búsqueda del bien
común.

6. DESARROLLO DE LA PROPUESTA

A continuación desarrollaremos las propuestas mencionadas en el cuadro anterior

a) Integración de las dimensiones intelectiva, estimativa y volitiva en


un único proyecto educativo.

La mayor reserva de los profesores a la educación en valores es la de que siendo


ellos docentes algunos utilizan el término "enseñantes" deban ir más allá de la docencia, de
la transmisión del saber. Otros ponen el acento, sea por convencimiento o como excusa, en
el riesgo de manipulación.

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EDUCAR EN VALORES, un compromiso de la educación de nuestro siglo.

Es necesario que hoy, los docentes asuman el compromiso de ser educadores, no


simples transmisores de saberes. La educación actual ha pasado de la mera
información a la verdadera formación del alumnado, pues está comprobado que el
ser humano es un ser racional pero sobre todo es esencialmente un ser emocional.

En la medida en que se asuma que el docente de hoy no puede limitarse a trasmitir


el saber existente sino a formar intelectualmente al educando para que sea capaz de seguir
aprendiendo de modo autónomo al margen de él, sobre todo cuando ese educando abandone
la educación sistemática, su tarea va más allá de la simple explicación para abarcar la
dirección del aprendizaje, de un aprendizaje que, en su momento, deberá llegar a ser
autónomo.

Su tarea, además de centrarse en que sus alumnos adquieran el saber de los libros de
modo más o menos comprensivo, deberá llegar a estimular y desarrollar determinadas
funciones mentales, como las de observación, clasificación, ordenación, relación,
análisis, argumentación, interpretación, razonamiento, elaboración, creación,
recreación…

En esa preocupación por la autonomía intelectual podemos diferenciar una meta y


un camino; la meta es la formación del espíritu crítico, y el camino la función mental de la
reflexión. El aprendizaje es tanto más humano cuanto más personal, algo que se aleja
notablemente de un aprendizaje memorístico.

La memoria, importantísima en el proceso de saber, debe cultivarse tras una etapa


reflexiva, y no al contrario; se debe memorizar aquello que ha sido recibido y
comprendido. La reflexión permite que uno tome conciencia, postura personal frente a los
contenidos de aprendizaje: yo puedo conocer teorías marxistas y no aceptarlas, o ser un
experto conocedor de la Teología y ser ateo. Pero es mi posición personal, no la que otros
me han inculcado. Para ello va a ser necesario poner énfasis en ir dotando a los educando
de los adecuados criterios, gracias a los cuales podrá ir sometiendo a análisis y valoración
cuantos contenidos de aprendizaje se les exijan.

La clave, como se ve, está en la promoción y estímulo hacia un tipo de aprendizaje,


profundamente humano, significativo y no superficial. En este punto estimo que todo el
profesorado debe encontrarse de acuerdo, aunque sea consciente de que es difícil de llevar a
la práctica. De hecho, me resisto a creer que haya profesores que, conscientemente, asuman
que su única tarea es conseguir que sus alumnos memoricen determinados saberes; cuando
menos, entiendo, esperan de su alumnado una comprensión de la realidad aprendida y una
cierta capacidad para valerse de lo aprendido en la vida diaria.

El logro de adecuados niveles de capacidad reflexiva y espíritu crítico resulta


fundamental para una educación en valores no manipulativa, para una educación, sin más,
no manipulativa. Pero, a la vez, es la base de una sólida educación moral, y ello, al menos,
por tres importantes razones:

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 * Porque conduce a la autonomía intelectual, que precede a la autonomía ética y


moral según las concepciones de psicólogos como Piaget o Kohlberg.
 * Porque la educación ética necesita de opciones personales, tomadas libremente.
 * Porque para comprometerse con unos determinados valores es necesario
apreciarlos, y el primer paso para apreciar algo es conocerlo, y conocerlo en
profundidad, no sólo en sus aspectos superficiales.

El papel estelar de la reflexión en este tipo de aprendizaje, por otra parte, no es algo
alejado de las teorizaciones del aprendizaje.

Las teorías cognitivas, al exigir la integración de los nuevos saberes en base a los
conocimientos previos, demandan ese tipo de análisis reflexivo. De no ser así, el saber es,
con frecuencia, algo muy superficial, únicamente útil en el marco de las instituciones
educativas para superar los exámenes. Estaríamos ante una UNIVERSIDAD que sólo
prepara para el éxito dentro de su propio marco y no para tener oportunidades de lograrlo
en la propia vida.

Es más, en algunas taxonomías, como en la de Bloom, difícilmente pueden alcanzarse


objetivos de cierto nivel en realidad, todos menos los de conocimiento, los más bajos en la
escala sin el ejercicio de la reflexión, de la toma de conciencia de lo que se está haciendo.

b)Desarrollo del juicio ético con el rigor de una sólida formación


intelectual, donde la filosofía y el método científico realicen sus
aportaciones. Su meta será la formación del espíritu crítico

b.1.Integrando los objetivos de educación ética en el contenido


ordinario de las materias en busca de un auténtico aprendizaje
significativo.

b.2.Realizando actividades sistemáticas específicas de


desarrollo ético.

b.3.Aprovechando las situaciones ordinarias de la vida de los


Centros para reafirmar los valores propuestos.

De todos los componentes de la educación ética, el más ligado a la educación en


sentido tradicional tiene que ver con el juicio moral.

No debe olvidarse que el elemento clave, diferenciador del ser humano, específico
suyo, es la capacidad intelectual, de pensar, de razonar y sobre todo de sentir.

Para el desarrollo del juicio moral se han ideado metodologías específicas, como
puede ser la discusión de dilemas morales, debida a Kohlberg. Sin embargo, cabe
preguntarse si no es posible conseguir los mismos resultados planteando la enseñanza de
forma que se cultive ese juicio moral al hilo de la actividad ordinaria en las aulas.

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Y esto es uno de los elementos nucleares de la propuesta. Sea cualquiera la materia


del currículo que se enseñe, cabe plantearse objetivos que se limiten a la mera
incorporación del saber conocer, o que alcancen la comprensión de lo estudiado, su
aplicación, su valoración... Pues bien, en la medida en que, con un adecuado plan, en cada
asignatura se plantee la posibilidad de que el alumno llegue al nivel de valoración, se
estará poniendo en ejercicio el juicio que, si se refiere a cuestiones éticas, será el juicio
ético.

Obviamente, este planteamiento no se opone en modo alguno a que haya actividades


específicas centradas en el desarrollo del perfil ético de futuro profesional, sean estas
sistemáticas y, por tanto, planificadas, o bien realizadas con motivo de acontecimientos o
circunstancias concretas de la vida del centro o de la comunidad que conviene aprovechar
para conseguir los objetivos.

c) Creación de un clima institucional coherente, en el que los valores


propuestos por el personal educador se vivan efectivamente.

Los ejes de este clima son:

* Confianza.

* Libertad.

* Responsabilidad.

La institución del nivel superior es un ambiente educativo; el ambiente,


obviamente, ejerce una acción envolvente que, en muchas ocasiones, resulta negativa y va
contra la acción sistemática de la educación.

Pero también el ambiente puede "construirse" de forma que constituya un conjunto


de estímulos positivos que, de una parte, faciliten la acción sistemática y, de otra, por sí
mismos resulten educativos.

El carácter de constitutivo del proyecto educativo exige que resulte coherente con
los objetivos, de forma que, mutuamente, se refuercen los efectos. De no ser así, muchos de
los esfuerzos sistemáticos de los educadores pueden verse profundamente limitados cuando
no anulados.

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d) La práctica cotidiana de los valores por parte del alumnado, según


la propia realidad del centro educativo.

En particular, se espera que los alumnos:

*Tengan ocasión de elegir y comprometerse.

*Sean responsables ante el grupo y el profesor del ejercicio de


su libertad.

*Se esfuercen en la realización correcta de las actividades (sólo


educa lo bien hecho).

Si, desde un primer momento, hemos planteado la necesidad de integrar las


dimensiones intelectiva, apreciativa y volitiva, la vida de los Centros debe ser el marco
adecuado para esta última dimensión.

El ejercicio de la decisión necesita de ocasiones para la repetición de actos, hasta


llegar a los hábitos. Y la vida de los centros debe crear oportunidades de decidir tras un
proceso intelectivo de análisis de la situación, de valoración de alternativas, de compromiso
con las decisiones y, con posterioridad, de exigencia de responsabilidades.

La misma actividad académica debe permitir opciones y dar ocasión y estímulo a la


decisión personal. En tal sentido, al lado de los objetivos de aprendizaje de carácter
obligatorio, mínimos, deben aparecer los objetivos optativos, donde la opción se da entre
varias alternativas en función de los intereses personales. Pero, además, y atendiendo a las
propias capacidades, debe animarse a los alumnos a elegir objetivos libres, de forma que su
rendimiento pueda ser valorado en función de sus aptitudes.

Rendir de acuerdo con las capacidades es un elemento de educación ética; en efecto,


bastaría recordar la parábola de los talentos para entender lo que tal hecho significa, aunque
puede acudirse, desde otra posición ideológica, al sentido de la responsabilidad con la
sociedad de la que se forma parte y de la que se recibe el bien de una educación gratuita o
ampliamente subvencionada. Sin embargo, es muy frecuente que en los Centros se dé un
planteamiento conformista con todos aquellos educandos que logran la suficiencia en las
diferentes materias.

La convivencia como objetivo y como medio para los valores sociales.


La convivencia entre los miembros de la comunidad educativa, algo ordinario y
natural, es la ocasión paralela a las situaciones de aprendizaje en el ámbito intelectual. Si el
profesor debe preparar aquéllas para facilitar la formación intelectual, y de su riqueza y
calidad depende el grado de significación del aprendizaje más o menos superficial o

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significativo de la convivencia se espera que los alumnos aprendan a vivir en comunidad,


ámbito privilegiado para realización de los valores morales.

En ese vivir en comunidad es preciso que impere la disciplina asumida


personalmente por los miembros del grupo; tal disciplina, si lo es en verdad y profundidad,
nace del autodominio, de la confianza en que, de la puesta en juego de las propias fuerzas,
se sigue el éxito en las metas. La autodisciplina, apoyada y estimulada por el profesorado,
es la forma fundamental de cultivar lo que hemos denominado la dimensión volitiva en la
formación profesional.

En el marco de la convivencia se pueden practicar toda una serie de valores éticos a


la vez que se aprende a vivir. Valores como el trabajo cooperativo, la solidaridad, la
tolerancia y el respeto, el saber escuchar, dialogar, discutir y disentir, el defender los
propios derechos y puntos de vista sin agresividad utilizando la fuerza de la razón... tienen
en ese marco el medio por excelencia para su vivencia.

Un aspecto problemático de la convivencia es la falta de disciplina; como afirma


García Hoz, no se trata de un mero problema de orden externo sino, como en cualquier
cuestión educativa, "de un problema ético en última instancia". La falta de disciplina
perturba el orden y la convivencia; con ella, la persona indisciplinada no sólo no se
forma sino que, a la vez, perjudica a los demás.

Ambos hechos deben tener el adecuado tratamiento; en efecto, de una parte, será
necesario restaurar el orden alterado, sobre todo en la medida en que ese orden haya sido el
fruto del convencimiento y aceptación por parte del grupo. De otra, esa restauración debe
intentarse que sea formativa para el propio alumno. Para ello conviene utilizar
preferentemente los medios positivos (refuerzos) antes que los negativos. Pero, además, y
teniendo en cuenta que tales acciones indisciplinadas tienen siempre sus causas, es
recomendable:

*Promover la toma de conciencia por parte del educando de su indisciplina y del mal
que produce (para él y para el grupo).

*Estimular el diálogo tutorial en busca de la identificación de las causas.

*Procurar la búsqueda conjunta de posibles soluciones para resolver el problema.

*Estimular el cambio y la rectificación. El apoyo externo tutor, familia, amigos a la


mejora aceptada y deseada, al menos a nivel intelectual, resulta esencial.

*Implicar activamente al educando en su proceso de mejora conductual.

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e) Conexión del Centro educativo con la comunidad para el ejercicio


de los valores seleccionados.

Se pretende que los educandos:

*Conozcan la realidad de la sociedad en que viven.

*Analicen y valoren sus características y necesidades.

* Tengan ocasión de comprometerse en actividades de


voluntariado social o similares.

La educación en valores, lo hemos dicho reiteradamente, supone vivir de


conformidad con aquéllos que cada uno, tras una opción personal libre, ha decidido
comprometerse. Como acabamos de ver, la vivencia tiene un importante campo en los
propios Centros, pero no tendría sentido que, fuera de su ámbito, o del familiar, se viviera
de forma incoherente con las opciones personales tomadas en un ambiente educativo.

En tal sentido, parece razonable, y hasta conveniente, que los Centros creen
oportunidades para que sus educandos puedan ejercitar los valores en el marco de las
necesidades de la comunidad, siendo uno de los campos más propicios el del voluntariado
social.

Conviene dejar constancia de que tal vivencia debe ser integrada y no convertirse en
un apéndice meramente yuxtapuesto a todo lo demás. No parece difícil constatar que
materias como Filosofía, Ciencias Sociales, Ciencias Exactas, Ciencias del ámbito
financiero, permitan la incorporación de valores durante desarrollo de sus clases, sin
embargo sabemos que estas ciencias preparan para la vida profesional y, sobre todo, para la
vida personal exitosa. Es por ello que se impone la necesidad de incorporar valores en
todos los ámbitos del saber, a fin de formar a los futuros profesionales integralmente.

CONCLUSIÓN

La educación en valores es un componente clave de la educación de calidad; la


educación reglada no puede dejar de lado su responsabilidad en este punto tanto por las
exigencias y demandas de nuestro tiempo cuanto por los cambios que viene
experimentando la familia, recinto tradicional de este importante ámbito de formación.

Los riesgos reales, de que el influjo de los educadores pueda deslizarse desde una
acción perfectiva a otra de carácter manipulativo, deben reducirse y, hasta eliminarse de
raíz, acudiendo a metodologías respetuosas con la dignidad de las personas, orientadas a
promover su autonomía en lugar de producir su gobierno exterior, por nobles y elevados
que sean los objetivos a conseguir.

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La responsabilidad de las autoridades políticas y educativas radica en la formación


del profesorado; en la actualidad se da una clara fractura entre el tipo y nivel de formación
que se exige a quienes ejercerán la educación y el tipo de actuación profesional que se les
demanda. De una formación generalmente académica en cuestiones puramente disciplinares
(licenciado en ...) se pasa, en ocasiones sin apenas formación específica a profesor de, para
culminar, y aquí sin formación alguna, en la exigencia de que sean educadores. Este salto
es tan elevado que, por sí sólo, puede explicar con facilidad la falta de eficacia de la
institución educativa en las tareas más nobles y elevadas de entre las que se le han
encomendado.

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