Se conoce por "disputa del positivismo" a la controversia que surgió a
raíz del congreso de Tubinga, que tuvo lugar en octubre de 1961 en la Sociedad Alemana de Sociología, que versó sobre la lógica y la fundamentación de las ciencias sociales. La controversia la iniciaron primero Adorno y Popper, y la continúan Habermas (alumno de Adorno) y Albert (discípulo de Popper), después. Esta polémica representa un enfrentamiento entre la epistemología del racionalismo crítico (representado por Popper y Albert) y la dialéctica de la escuela de Frankfurt (en Adorno y Habermas). La disputa se inscribe en el marco general del problema del método científico de las ciencias sociales, y hasta de la legitimidad de la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu (siguiendo la afortunada distinción de Dilthey). Las ciencias de la naturaleza se basan fundamentalmente en el método hipotético deductivo, cimentado en el criterio neopositivista de explicación, según el cual explicar un hecho consiste en deducirlo de una argumentación compuesta por leyes y condiciones iniciales; así, toda predicción científica sigue el mismo modelo deductivo. Por el contrario, las ciencias sociales no pueden atenerse a este modelo nomológico de explicación y predicción, ya que las regularidades que se observan son, por la naturaleza de la materia de que tratan difícilmente predecibles. Tradicionalmente se adscribe a las ciencias de la naturaleza la función de describir y explicar hechos, mientras que se atribuye a las ciencias sociales la función de aplicar valoraciones o valores. En esta disputa percibimos, pues, la clara contraposición entre la epistemología que defienden algunos de los principales teóricos de la Escuela de Frankfurt y el racionalismo crítico popperiano. El Congreso fue abierto con dos ponencias que pusieron sobre el tapete el asunto, la primera debida a Popper y la segunda Adorno. Popper se refirió a la Lógica de las ciencias sociales, donde sostuvo la unidad del método científico, que puede ser aplicado tanto a las ciencias naturales como a las ciencias sociales, sin que existe división metodológica científica entre ambos grupos de disciplinas. Ese método único consiste en la experimentación de intentos de solución de sus problemas, donde se proponen soluciones y se las critica. Esa prueba puede conducir a la confirmación (siempre provisional y nunca definitiva, según Popper) de la teoría que se comprueba. En ambos grupos de ciencias aprendemos gracias a nuestros errores. La objetividad de las teorías equivale a su controlabilidad o falsabilidad. Según Popper, todas las ciencias tanto las de la naturaleza como las de la sociedad, deben atenerse al mismo 2
método: 1) Proposición de hipótesis; 2) Contrastación por los hechos (es
decir, falsación). Y las hipótesis que no superan la prueba de los hechos han de ser desechadas como no científicas. Por el contrario, los dialécticos de la Escuela de Frankfurt, representados en ese Congreso por Adorno, rechazan la imposición positivista a la sociología de los métodos propios de las ciencias de la naturaleza. Para éstos la sociedad no es un objeto de la naturaleza y tiene sus propias características: es una totalidad, que ha de captarse en su globalidad, puesto que es contradictoria en sí misma, racional e irracional a un tiempo; la reflexión que sobre ella se hace no tiende simplemente a conocerla, sino a transformarla y toda teoría social es también práctica; de ella nos interesa primariamente no lo que es verdadero o falso, sino lo que es bueno o justo. Adorno entiende la lógica de la investigación científica de una manera más amplia de como la concibe Popper. Para Adorno es el modo concreto como debe proceder la sociología, más que un conjunto de normas generales de pensamiento o de una disciplina deductiva. La sociología no posee, hasta el momento, un sistema de leyes tan patentes y claras como las que tienen las ciencias naturales, por lo que es inútil pensar que la unidad del método entre las ciencias sociales sirva para remediar la separación que de facto existe entre ambas ciencias. Las ciencias naturales estudian un objeto definido, que puede ser abordado de forma inmediata, pero la sociedad no es un objeto que esté ahí, tal cual, para ser examinado, sino que ni es neutral ni es coherente; la sociedad es contradictoria, y en ella coexiste lo racional y lo irracional. Por consiguiente, el método de la sociología debe tener esto en cuenta. Si no es así, un purismo metodológico que repugne lo contradictorio (lo dialéctico) entonces la sociología se encontrará en sí misma con una contradicción: la que existe entre su estructura formal (el método sociológico) y la estructura de su objeto (la sociedad). Así como sea el objeto, así será el método, indica Adorno. Además, la sociología será también una crítica de la sociedad, una crítica social, versando el auténtico conocimiento sobre la totalidad social que entiende las partes como un todo dialéctico. La sociedad sólo es "problema" únicamente para aquella persona que pueda pensar una sociedad distinta de la que existe. Pero renunciar a una teoría propia de la sociedad (como hace Popper según Adorno) es una actitud conservadora y de resignación: no se atreve a pensar el todo social porque no cree poder transformarlo. No existe, pues, una ciencia puramente objetivista de la sociedad, ya que la sociología empírica es una investigación objetiva de opiniones subjetivas; la sociología (si tuviera razón Popper) estudia lo que la gente piensa, cree y hace, pero no se preguntaría por qué las personas piensan, creen y hacen eso concretamente, por lo que lo básico de la crítica al positivismo sociológico es, según Adorno, la consideración según la cual éste veda la experiencia de la totalidad ciegamente dominante. Pero la totalidad es necesariamente dialéctica, y ésta es una 3
teoría que describe las contradicciones objetivas y reales de una
sociedad. Si queremos evitar caer en la razón instrumental, entonces la totalidad debe ser una conciencia de la ciencia, en cuanto conciencia de los infinitos modos que revista una sociedad. La totalidad es asimismo una categoría crítica, un ataque a la prohibición positivista en tanto que ésta imposibilita la fantasía, el pensar lo nuevo. El positivismo, finalmente, al estudiar la sociedad como un objeto similar al fisico cósico, olvida que existen multitud de intereses creados que hacen que una sociedad se configure de una determinada forma; pero si no se recurre al método dialéctico y a la separación entre ciencias sociales y ciencias naturales, entonces estos intereses no serán percibidos. Crítica de Popper a la Fundamentación última: En la tradición del empirismo lógico, la idea de fundamentación última ha recibido un severo ataque a partir de la teoría del conocimiento científico de Popper, expuesta en su obra Logik der Forschung (193 5). Todavía el empirismo lógico de Russell, el Tractatus de Wittgenstein y el primer Carnap creían poder fundamentar de forma definitiva el saber, al menos el saber científico, a través del carácter indubitable tanto de la lógica como de la observación inmediata. El único problema irresuelto era el de la fundamentación definitiva del proceso inductivo, necesario para todo saber que aspire a formular enunciados universales a partir de observaciones particulares. Contrariamente, Popper no alberga ninguna esperanza de que la inducción pueda recibir algún tipo de justificación por ejemplo, a partir de una teoría de probabilidades y por eso prefiere aceptar los límites del conocimiento científico, integrándolos en una nueva concepción del mismo mediante una reformulación de las nociones de verdad, significatividad y teoría. La verdad de una teoría ya no es la afirmación apodíctica de su correspondencia con la realidad. Utilizando su conocido ejemplo: el valor de verdad del enunciado "todos los cisnes son blancos" no es otro que el de la afirmación de que hasta el momento ninguna experiencia ha desmentido falsado este aserto. El carácter sensato de un enunciado se medirá por su capacidad de ser confirmado/falsado. Finalmente, la construcción de una teoría científica se desarrolla en dos fases: la elaboración propiamente dicha de la teoría, que es obra del genio creador del investigador, y su contrastación o puesta a prueba. De estas dos fases, la verdaderamente científica es la segunda: el intento de falsación. Una teoría será tanto más válida cuento más confirmada sea, es decir, cuento más exitosamente haya resistido todos los intentos de falsación, de demostrar que es falsa. Por tanto, una teoría no puede ser nunca definitivamente justificada, sino sólo confirmada en un mayor o menor grado. El desarrollo consecuencia de estas ideas lleva a Popper en La sociedad abierta y sus enemigos (1945) a negar radicalmente la posibilidad de una fundamentación última de carácter intuitivo, posición que es calificada de pseudorracionalistay a la que se opone lo que desde 1960 será llamado racionalismo crítico. 4
El Trilema de Münchhausen: Este planteamiento ha sido vigorosamente
desarrollado en los últimos años por H. Albert, quien le ha dado una formulación que, por su plasticidad, se ha hecho célebre con justicia. En efecto, Albert ha resumido las alternativas posibles en esta cuestión en lo que ha llamado el trilema de Münchhausen, que dice así: "Si exigimos para todo una fundamentación, debemos exigirla también para aquellos conocimientos a los que hemos reconducido a la proposición que tratábamos de fundamentar. Esto lleva a una situación con tres alternativas, que son igualmente inaceptables; por tanto, a un trilema que, por la analogía entre nuestro problema y el del famoso barón, propongo llamar al trilema de Münchhausen. Pues sólo podemos elegir entre tres alternativas": 1. Un regresum ad infinitum, que viene dado por la necesidad de ir cada vez más atrás en la búsqueda de fundamentos, pero que no puede llevarse a cabo en la práctica, por lo que no nos proporciona ninguna base segura en el conocimiento. 2. Una circularidad lógica en la deducción, que surge cuando en el proceso de fundamentación se recurre a enunciados que previamente habían aparecido como necesitados de fundamentación círculo que, al ser lógicamente incorrecto, no conduce a ningún fundamento seguro. 3. Una interrupción del procedimiento en algún momento concreto, que es, ciertamente, realizable en principio, pero que lleva consigo la suspensión arbitraria del principio de fundamentación suficiente. Esto deja claro que Albert, al igual que Popper y otros, rechaza como ¡legítima la exigencia de una fundamentación última. Lo único de que disponemos es del "principio de crítica", que, en virtud de sus propios postulados, no puede ser justificado, sino sólo asumido mediante una "decisión" en favor de la razón, que es un "acto de fe" y, en cuanto tal, "irracional"; se trata del "decisionismo" que critica Habermas. Racionalismo crítico versus dialéctica de la Teoría crítica: Popper considera que el método dialéctico, defendido por los frankfurtianos, es una nefasta interpretación del método estrictamente científico. En éste, contra lo que defienden los frankfurtianos, no existe una necesidad de la síntesis, así como tampoco está clara la posición ni de la tesis ni de la antítesis. El método dialéctico es irrelevante científicamente y no explica nada, pues o es meramente tautológico o es tan omniexplicativo que no explica nada, pues no está sujeto a la fuerza probatoria de la experiencia, ya que no es falsable. En Popper apreciamos, por tanto, una crítica del holismo historicista; Popper defiende que existe una básica unidad entre la metodología de las ciencias sociales y las ciencias naturales, La ingeniería social es gradualista y "reformista". Pero los defensores del historicismo dialéctico, los frankfurtianos, las ciencias sociales deben percibir la evolución histórica humana de tal forma que podemos prever sus consiguientes avances. Pero Popper cree que esto se asemeja a la profecía, pero que no es ciencia, pues el historicismo ignora lo siguiente: 5
1. La ciencia se desenvuelve por desarrollos no siempre previsibles.
2. El historicismo confunde las leyes científicas con simples tendencias (éstas, en realidad, deben ser explicadas por leyes). 3. La historia del hombre no tiene un sentido concreto; el único sentido que posee es el que el hombre le dé. 4. La historia juzga al hombre, pero no nos justifica. La "totalidad" es la concepción que pretende captar la completud de un objeto o de un acontecimiento o de una sociedad. Pero Popper considera que es un lamentable error metodológico afirmar que el hombre puede comprender la "totalidad", sino que las teorías científicas lo único que pueden entender son aspectos concretos y delimitados de la realidad y que esos aspectos son infinitos, De esta forma el holismo se desvanece en un peligroso utopismo (en lo tocante a la ingeniería o tecnología social) o se convierte en un lamentable totalitarismo (en lo que concierne a la práctica política). De esta forma Popper critica al historicismo y al holismo en tanto que sostiene la unidad del método científico, que es el mismo tanto para las ciencias naturales como para las sociales. Tanto unas como otras deben adecuarse al falsacionismo, expuesto por Popper en su obra La lógica del descubrimiento científico Para Popper la contraposición entre ambas ciencias únicamente tiene sentido cuando se malinterpreta el método científico. El hecho de que las ciencias sociales tengan la misma naturaleza que las ciencias naturales y físicas, significa que en el plano de la ingeniería social se proceda a solucionar los problemas más importantes acudiendo también a "experimentos", adecuadamente planteados con el propósito de corregir medios y objetivos, basándose en los resultados concretos obtenidos. Popper considera el historicismo como una ideología que considera que la historia del hombre se desarrolla de acuerdo con férreas leyes. Este historicismo lo contempla Popper en el pensamiento de la antigüedad en la obra de Platón, que es el exponente de una sociedad cerrada, estructurada en una rígida división de tres clases sociales (filósofos reyes, guardianes y comerciantes). Esta concepción es un totalitarismo cerrado, que no admite reforma posible y que es una falsa idea de la democracia, comparando el diálogo La República con El Capital de Marx y con Mein Kampf de Hitler. Este historicismo también es perceptible en el idealismo absoluto de Hegel, que concibe la historia como un férreo e inexorable desarrollo del Espíritu Absoluto, que se encarna en un Estado totalitario y prepotente, que no es otra cosa sino una apología del Estado prusiano en el que Hegel vivió. Su filosofía representa una de las mayores falsedades que ha contemplado la historia, siendo la fuente de inspiración de todos los totalitarismos de la Modernidad, tanto del fascismo, el nazismo y el marxismo dogmático. Precisamente la crítica a Marx la inscribe Popper en este contexto. Pese a que no discute el interés ético que movió la obra de Marx, éste es en realidad un "falso profeta". Sin embargo, la 6
crítica que Marx realiza al capitalismo totalitario es perfectamente
aceptable para Popper; el laissez faire capitalista es completamente repudiable. Pero la postulación de la sociedad comunista le parece a Popper una expresión paradigmática del historicismo totalitario, que posee una fe en leyes económicas e históricas absolutas que cree en el advenimiento de un paraíso en la tierra. Pero la tierra no es un paraíso; y la función de la política no es ninguna panacea pelagiana. El marxismo "científico" está muerto y bien está muerto; pese a esto, la radicalidad de la crítica moral marxiana puede defenderse con tal de que se inserte en las condiciones de una sociedad no dogmática ni cerrada.
Miguel Giusti, Gustavo Gutiérrez, Elizabeth Salmón - La verdad nos hace libres_ Sobre las relaciones entre filosofia, derechos humanos, religion y univer-Fondo Editorial de la Pontificia Universidad C