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Histéresis es un hecho experimental que, al aplicar un campo magnético sobre un material, éste se
perturba. Se dice que el material se imanta. Si no existen interacciones magnéticas entre los
momentos atómicos individuales, en ausencia de campo aplicado dichos momentos se
encontrarán desordenados a temperaturas distintas de 0 K. En estas condiciones, el momento
magnético total, promedio de los momentos individuales, será siempre nulo. Sin embargo, debido
a la presencia de interacciones entre los momentos individuales (interacción de canje), algunos
materiales presentan orden magnético a largo alcance por debajo de una cierta temperatura
crítica. Si la naturaleza de la interacción es tal que los momentos individuales ordenados se suman
unos a otros para dar lugar a un momento macroscópico no nulo, incluso en ausencia de campo
magnético aplicado, se dice que el material es ferromagnético. A la densidad de momento
magnético en ausencia de campo aplicado se le llama imanación espontánea y a la temperatura
por encima de la cual la agitación térmica destruye el ordenamiento magnético se conoce como
temperatura de Curie.
anula. El valor de campo necesario para anular la imanación es el campo coercitivo intrínseco, Hc.
Si se sigue aumentando el campo en sentido negativo, se alcanza el estado de saturación en
sentido contrario al inicial. Realizando la variación de H en sentido inverso se obtiene el llamado
ciclo de histéresis del material. El área encerrada por el ciclo es la energía disipada por el material
en forma de calor en el proceso cíclico de imanación al que se le ha sometido.
Los elementos ferromagnéticos más comunes son el hierro, el cobalto, el níquel y sus aleaciones.
La imanación de saturación de estos materiales toma generalmente valores alrededor de 1 T; el
valor más alto de imanación de saturación a temperatura ambiente lo tiene una aleación de FeCo
y es de 2.5 T aproximadamente. Sin embargo, se encuentran valores de campo coercitivo a lo largo
de ocho órdenes de magnitud (desde 10-7 hasta 5 T a temperatura ambiente en unidades μo H).
Esta propiedad no sólo depende de la composición del material sino también de su estructura, los
tratamientos a los que ha sido sometido el espécimen, etc.
Generalmente, el valor del campo coercitivo condiciona el rango de aplicaciones tecnológicas del
material. De esta forma se establece la siguiente clasificación de los materiales ferromagnéticos.
Aleaciones de hierro
La magnetita natural constituía el material magnético con el que se fabricaban las brújulas en la
edad media.
El material magnético empleado hasta 1910 era el acero templado, cuyos parámetros estaban
demasiado sujetos a los golpes y variaciones de temperatura.
Todos los aceros descritos hasta ahora deben sufrir un temple en aceite o aire, después de
haberlos calentado, se tiene con esto la precipitación de carburo de hierro, que provoca tensiones
internas. Se cumplen así las condiciones de máxima dureza y estabilidad, esta estabilidad no es
elevada, disminuyendo la magnetización a consecuencia de choques repetidos.
Desde 1934 se han ido difundiendo las aleaciones de hierro con aluminio y níquel, conteniendo
algunas cobalto. Estas poseen tensiones internas producidas por la dispersión de los átomos de
hierro, obtenida mediante un temple adecuado, con un revenido luego.
Generalmente la fijación de los imanes a los soportes de los altavoces se obtiene por medio de
colas a base de resinas sintéticas.
En algunos casos se emplean el hierro y el aluminio en polvo, a los que se agregan otros metales
pulverizados.
Los imanes pueden enfriarse en un campo magnético para pasar a la forma anisótropa.
Histéresis
El Vicalloy (hierro, cobalto, vanadio) tiene características similares al acero; puede ser mecanizado
y laminado.
Se pueden producir imanes por medio de óxidos de hierro y cobalto, en polvo, sintetizados, y
enfriados en un campo magnético intenso.
Ferritas al bario, los óxidos pulverizados se comprimen en presencia de un campo magnético y los
imanes se hacen enfriar en un campo magnético. Se distinguen por un valor muy elevado de la
fuerza coercitiva. Poseen, por otra, una resistividad muy elevada.
Procedimientos de magnetización
Por la elevada fuerza coercitiva de los materiales magnéticos es necesario emplear campos
magnetizantes.
El empleo de un electroimán es especialmente indicado cuando este último es corto, o bien en los
que su forma puede ser adaptada a expansiones polares especiales.
El flujo empleado en saturar el imán, corresponde a una proporción baja del flujo producido por el
electroimán.
En teoría, la magnetización tiene lugar instantáneamente, pero en algunos casos necesita un cierto
tiempo, una fracción de segundo. Es necesario que la corriente alcance el valor máximo en el
arrollamiento del electroimán y esto puede requerir un tiempo superior de magnetización.
Cuando se interrumpe la corriente que circula por el electroimán se tiene una extratension y se
inicia un fenómeno oscilante; la magnetización del electroimán se invierte.
Para reducir la corriente oscilante, durante el primer semiperiodo que sigue a la interrupción,
cuando tiene la máxima intensidad y la máxima acción desmagnetizante, se conecta en paralelo al
electroimán, una resistencia, que impida un valor excesivo de la extratensión.
Son necesarios valores muy elevados de fmm para magnetizar aleaciones especiales que tienen
una fuerza coercitiva elevada.
Se hace uso, a menudo, de un transformador reductor de tensión, cuyo primario está conectado a
una batería de condensadores. El secundario está conectado al arrollamiento magnetizante. Dada
la relación de transformación, la corriente secundaria resulta superior a la interrumpida por el
interruptor.
Con este sistema tienen lugar igualmente fenómenos oscilantes, que son reducidos de amplitud
por medio de un rectificador conectado en paralelo al primario.
Para producir anisotropía en algunos materiales, estos se hacen enfriar desde una temperatura
suficientemente elevada en un campo magnético. Los imanes conseguidos de esta forma son
generalmente cortos.
Estos imanes son desmagnetizados antes de ser puestos al comercio, pero la orientación dada a
los granos permanece invariable.
Estabilización o envejecimiento
En muchas aplicaciones es necesario que las características de un imán permanente sean lo más
constantes posible durante un notable número de años.
Los antiguos imanes de acero al tungsteno eran introducidos en barriles, con piedras para ser
sometidos a gran número de golpes.
Para estabilizar los imanes modernos contra la influencia de eventuales campos magnéticos
externos, una vez montados en los instrumentos, se someten a un campo desmagnetizante
exterior que reduce su inducción
Histéresis
Los imanes del tipo alcalino tienen una gran estabilidad respecto a las variaciones de temperatura,
dado el recocido experimentado durante varias horas, como proceso final de elaboración.
Cinta magnética
La cinta magnética empleada en el magnetofón está construida por una fina cinta de acetato de
celulosa, sobre una de cuyas caras se ha depositado una capa de barniz, que contiene oxido de
hierro. Además se emplea el polivinilo, con él oxido contenido en la misma masa de la resina.
Él oxido férrico magnético puede cristalizar en el sistema cubico o regular, es la forma más
adecuada para la fabricación de cintas magnéticas, con la condición de que la orientación sea en el
mismo sentido de deslizamiento de la cinta. Esta orientación se obtiene por medio de un campo
magnético.
Se hace girar el molino durante alguno días, para obtener la mayor reducción posible en las
partículas de oxido.
La cinta atraviesa unos secadores y una laminadora para ser aplanada y alisada y luego es cortada
constituyendo las cintas de longitud normal.
Las cintas producidas son controladas en lo que se refiere a sus propiedades magnéticas, como
elevada fuerza coercitiva, mínimo rumor debido a la granulosidad de las partículas de hierro,
mínimo efecto de impresión, sensibilidad uniforme. Interesan muchas características mecánicas
como la adherencia del barniz al soporte, la resistencia al uso, la flexibilidad, la mínima tendencia a
la producción de descargas estáticas sobre la superficie del soporte.