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13: 95103 (primavera 2008) ARTÍCULOS ISSN: 15788946
Maurice Halbwachs: Oficialidad y
clandestinidad de la memoria
Maurice Halbwachs. Official and hidden
memory
Angel Enrique Carretero Pasin
IES Pintor Colmeiro/USC
quiquecarretero@terra.es
Resumen Abstract
Este trabajo pretende mostrar, en lineas generales, la This article tries to show, in general terms, how Maurice
presencia y vitalidad atribuidas por Maurice Halbwachs, Halbwachs has discovered presence and vitality in the
un digno continuado del pensamiento durkheimiano, a collective memorieswhich have been excluded from the
las memorias colectivas excluidas del campo sociallyinstitutionalized world. In order to decipher his
socialmente institucionalizado. Para el desvelamiento opaque writing, one should try for a sociology of the
de su opaca operatividad, sugiere optar por una depths, for a sociological look that, separating itself
sociología de las profundidades, por una mirada from the dominant positivism of the social sciences,
sociológica que, desmarcándose del positivismo manages to penetrate the hidden logic that permanently
dominante en las ciencias sociales, logre penetrar en la underlies social life. This article seeks to uncover the
permanente lógica subterránea que actúa siempre en la nature of a collective memory that respects the
vida social. De este modo, busca radiografiar la vicissitudes of time, as well as its difficult relations both
naturaleza de una memoria colectiva que consigue with official memory and with the dominant historical
pervivir a los avatares del tiempo, así como sus tensas record.
relaciones tanto con la memoria oficial como con la
temporalidad histórica dominante.
Palabras clave: Memoria colectiva; Sociología de lo Keywords: Collective Memory; Sociology of daily life;
cotidiano; Tiempo; Memoria histórica Time; Historical Memory
¿Cómo una sociedad cualquiera podría existir, subsistir, tomar conciencia de ella misma si no
abrazara en una mirada un conjunto de acontecimientos presentes y pasados, si no tuviese la
facultad de remontar el curso del tiempo y de repasar sin cesar sobre los trazos que ha dejado de si
misma?.
Maurice Halbwachs (1997, p. 192)
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Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria
La memoria y la opaca omnipresencia de una vida social
subterránea
La sociología de la memoria de Maurice Halbwachs abre una sugerente línea de investigación en el
terreno de las ciencias sociales en torno a la oculta operatividad de ciertas creencias y representaciones
colectivas supuestamente desterradas del universo social dominante. El análisis de la memoria
halbwaschiano nos permite vislumbrar la trascendencia sociológica de un depósito cultural solapado, con
una vida latente y soterrada, anclado en lo más profundo del alma colectiva, que actúa con una vida
autónoma y alternativa a las representaciones del mundo socialmente institucionalizadas. Halbwachs nos
alienta a adentrarnos en la elucidación de la naturaleza de un insinuante murmullo colectivo, de la huella
de una temporalidad olvidada, ubicada fuera de las fronteras del espacio central de la sociedad, nos da
una pista inmejorable para desentrañar el insobornable eco de un tiempo pasado que se filtra por los
subterfugios, por los hiatos, de una siempre hegemónica textura simbólica elaborada por la cultura
oficial. De un modo análogo a como, al decir de Sigmund Freud, el lapsus nos dejaba entrever la
dinámica de una oculta vida inconsciente que afloraba precisamente a través de éste y de un modo
incontrolado en la vida consciente. Se trata del hormigueante y nunca defenestrado rumor de las
memorias excluidas, reprimidas, por la memoria institucionalizada. La obra de Halbwachs nos exhorta,
así, a estar prevenidos, frente a la indolencia ante el olvido, enfatizando el relevante significado
sociológico de una memoria que habita, si el término lo conseguimos liberar del reduccionismo propio de
encorsetamientos categoriales, en el inconsciente colectivo, de un continente de acogida de una
1
urdimbre fantasmática, imaginaria, inmaterial, constitutiva de todo legado cultural .
El acceso a la visualización de la subterránea operatividad de la memoria colectiva requiere adoptar
como perspectiva teórica la de una socioantropología de las profundidades que posibilite ir más allá de
una óptica positivista dominante en las ciencias humanas y sociales. Para ello es preciso dejar
apuntalado que la sociedad real difícilmente se ha identificado nunca con la sociedad institucionalizada.
La auténtica vida social se dirime en dos planos diferentes que se retroalimentan en una dialéctica
permanentemente. Por una parte, un plano de la vida social que bien podríamos catalogar como oficial,
aquel circunscrito al mundo socialmente institucionalizado. Este es un régimen de lo social que se
correspondería con la actuación de las diferentes instituciones, bien sean políticas, económicas,
educativas, culturales o religiosas, en donde se entreteje y despliega la actividad global de una sociedad.
Es el espectro central de la sociedad en donde gobierna lo institucional y en el que, al menos en
apariencia, reina la transparencia. Ahora bien, es importante subrayar que la vida de una sociedad no se
constriñe exclusivamente a este plano central. Por el contrario, hay un plano de la vida social, si se
quiere marginal, con una vida propia, y en ocasiones en tensa y conflictiva oposición, en relación a la
sociedad institucionalizada. En toda sociedad existe una permanente vida subterránea, sorda, oculta,
que no se deja ver ni atrapar con facilidad desde una mirada institucional. Su vida independiente nace de
su rechazo a ser plegada, urbanizada, encorsetada, en última instancia vampirizada, desde los
1
No en vano, Halbwachs, pese a su explícito distanciamiento paulatino de su maestro Henri Bergson,
guardará, no obstante, fidelidad al rechazo del materialismo de éste. Como es sabido, Bergson insistía
en que el ámbito de la memoria nos introducía en el genuino dominio del espíritu. Véase (Bergson,
1959).
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La socioantropología de las profundidades anteriormente mencionada, vía de acceso privilegiado a la
persistente presencia de la memoria halbwachsiana, tiene como objetivo radiografiar la opacidad de la
vida social y exige un distanciamiento del positivismo. Tan sólo una sociología de lo cotidiano
plenamente distanciada del marco teóricoepistemológico de la sociología positivista ha posibilitado el
acceso al desvelamiento del peculiar modus operandi de esta vida social, por así decirlo, clandestina,
que no se deja ver. Las perspectivas en torno a lo cotidiano propuestas al unísono, a final de la década
de los setenta del pasado siglo, por Michel de Certeau y Michel Maffesoli se presentan como dos
modelos teóricos semejantes que, por una parte, ejemplifican una genuina óptica desde la que afrontar el
estudio de lo cotidiano a partir de una sociología de las profundidades y que, por otra parte, permiten
también ubicar correctamente la auténtica naturaleza y actividad atribuida por Halbwachs a la memoria.
2
Así, De Certeau ha sabido mostrar toda una constelación de minúsculas prácticas diseminadas en el
orden de lo cotidiano, arts de faire, mediante las cuales la astucia inherente a la cultura popular ha
logrado sortear y substraerse a la microfísica de actuación del poder institucional. Así, alude a una
marginalidad masiva, en referencia a un conjunto de subterráneas prácticas cotidianas enraizadas en el
universo popular que, a modo de «fondo nocturno de la actividad social», constituyen el rumor sordo de
una sociedad, el ser y el actuar de una «mayoría silenciosa». En su terminología, la noción de táctica
condensa un conglomerado de prácticas cotidianas ligadas a través de un nexo prácticamente orgánico
con el espacio de lo local. A diferencia de las tácticas, las estrategias representan las distintas variantes
de una racionalidad formal, objetiva, de un saber/poder, expresado en términos políticos, económicos o
científicos, sobreimpuesto sobre la experiencia social. No obstante, De Certeau revela como el
desorbitado énfasis de la razón científicotécnica por imponerse y llegar a colonizar toda la riqueza de la
existencia cotidiana, por organizarla de acuerdo a los parámetros de la racionalidad estratégica, nunca
llega a fructificar totalmente. El hombre ordinario no es un mero receptor pasivo de las estrategias
dominantes, recurre a tácticas que le sirven de resistencia silenciosa frente al imperialismo del saber
dominante. De manera que, retomando el hilo discursivo de nuestro trabajo, la memoria colectiva de
Halbwachs se debiera incluir en el espectro social de las tácticas a las que hace mención De Certeau.
2
Véase (De Certeau, 1990: Xxxv68).
3
Véase una formulación de la noción de centralidad subterránea en (Maffesoli, 1992, p. 149185). Una
buena muestra de las manifestaciones de su operatividad en el orden de lo cotidiano puede encontrarse
en (Maffesoli, 1998).
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balbuceantes manifestaciones cotidianas en las que la existencia social logra evadir la lógica de una
triunfante racionalidad instrumental colonizadora de las distintas instituciones. La centralidad subterránea
es, entonces, el privilegiado escenario en donde van a cuajar y desenvolverse las libertades
intersticiales, los microespacios cotidianos en los que el hombre ordinario sortea, utilizando recursos
como la astucia o el doble juego, la omnipresencia de control y de la dominación social. De modo que
solamente una sociología de las profundidades sería la actitud intelectual pertinente para poner de
relieve la silenciosa vida de las sociedades, para desentrañar una cenestesia social que estaría siempre
actuando en el trasfondo de la trama social. En lo que atañe específicamente al objeto de nuestro
estudio, la naturaleza y operatividad de la memoria halbwachsiana tendrían su razón de ser y su
específica ubicación, asimismo, en la centralidad subterránea resaltada por Maffesoli.
La pluralidad de memorias colectivas. La oculta vitalidad del
tiempo pasado
La gran intuición que recorre el pensamiento sociológico de Halbwachs ha sido la de hacernos ver que la
memoria, tanto individual como colectiva, no existe con independencia de unos preexistentes marcos
sociohistóricos. Este planteamiento incita a considerar el pasado como algo irremediablemente
interpretable, condicionado por las coordenadas de un espacio/tiempo presente y motivo de una nunca
acabada redefinición. El análisis de La memoria colectiva religiosa es un excelente testimonio, tomando
como punto de partida la religión antigua, de cómo diferentes planos de la memoria religiosa llegan a
entrecruzarse y a yuxtaponerse históricamente uno sobre otro. Halbwachs pone al descubierto cómo la
cristalización de una religión oficial se lleva a cabo en detrimento de un acerbo religioso tradicional
sólidamente enraizado en la conciencia colectiva. No obstante, como en el símil freudiano, el pasado
sepultado y suplantado por la memoria religiosa oficial nunca perece, subsiste en estado latente y
retorna como síntoma, constantemente, sobre la escena central de la sociedad.
“Pero, en el entorno de la sociedad, o mejor en las partes de ésta que fueron sometidas
débilmente a la acción del sistema religioso establecido, algo de estas religiones
subsiste fuera de la «memoria» de la sociedad misma, la cual no conserva más que lo
que es incorporado a sus instituciones actuales. Subsiste en otros grupos que han
permanecido fieles a lo que eran en otro tiempo, es decir que se encuentran todavía
comprometidos en cierta medida en una parte del pasado.” (Halbwachs, 1994, p. 183).
Se trataría de una auténtica «resurrección del pasado», del despertar del aletargamiento de una
memoria aparentemente soterrada, clandestina, pero que curiosamente, en determinadas circunstancias
históricas, penetra y se readapta para llegar a establecer una compleja simbiosis con la religión oficial,
aquella intencionadamente alimentada por los grupos socialmente dominantes. Una de las grandes
virtudes de Halbwachs es, entonces, el ayudarnos a descubrir que la llama de ninguna memoria colectiva
se apaga por completo, el reconocimiento de que la memoria cultural puede poseer vida al margen de
los linderos territoriales demarcadores del mundo significativamente institucionalizado.
Por otra parte, el horizonte intelectual abierto por la obra de Halbwasch inspira una de las temáticas
nucleares de la socioantropología interesada en descifrar los mecanismos de actuación del andamiaje
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“En el interior de la memoria colectiva cristiana existen también memorias colectivas
igualmente y de las cuales cada una pretende reproducir con más fidelidad que las
otras lo que es su objeto común, la vida y la enseñanza de cristo. La iglesia, en sus
comienzos, ha conocido bien conflictos de este género. Bajo formas atenuadas, las
escuelas místicas reproducen unas herejías antiguas o se parecen a herejías
recientes.” (Halbwachs, 1994, p. 216).
La peculiar labor de una memoria colectiva sorda, instalada en la trastienda soterrada y aparentemente
olvidada de la escena histórica, se refleja en el examen de la relación existente entre las clases sociales
y sus particulares tradiciones. Se trata, en este caso, de deshilvanar las claves explicativas del peso
imaginario, ideacional, ejercido por el mundo de los muertos sobre la actividad cotidiana del mundo de
los vivos. Halbwachs subraya, pues, la existencia de, por así decirlo, la memoria inconsciente de una
colectividad, de una memoria sumamente resistente a los avatares, sinuosidades y erosiones del
acontecer histórico. El registro temporal en donde ésta tomará cuerpo no se corresponde con el
epidérmico registro habitual en donde se despliega la historicidad. Más bien, nos encontraríamos ante
una dimensión del tiempo pasado fuertemente enquistada en lo más profundo de la existencia social y
que escapa, no obstante, incluso al propio actuar consciente y racional de los miembros que integran la
sociedad. El reconocimiento de este registro hace que, en Halbwachs, pasado y presente, régimen
feudal y sociedad moderna por ejemplo, no vayan a guardar una relación de discontinuidad, de tajante
ruptura. El flujo del tiempo pasado pervive y se va a prolongar, en una suerte de continuidad histórica,
sobre el tiempo presente, se va a perpetuar y va a penetrar en la actualidad, de tal modo que el presente
siempre va a contener una huella operativa del pasado; dicho de otro modo, lo antiguo va a estar
permanentemente presente en lo nuevo. De modo que el pasado, en definitiva, nunca muere y, es más,
se reincorpora y juega un papel destacado en el discurrir consiguiente de toda sociedad. Pese a las
dificultades que entraña su radiografía para una estrecha lectura de la historia en la que prime el valor
del acontecimiento histórico concreto y puntual, la evolución y el progreso de la vida social se halla, para
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Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria
Halbwachs, inevitablemente condicionada por un reservorio pasado, por un indómito poso cultural, por
un enraizado legado tradicional, que le va a servir de cobertura y andamiaje. No hay modificación
estructural de la sociedad, pues, en donde no se halle involucrada una eficacia de un subterráneo y
blindado tiempo pasado. Es más, en este sentido, la tradición atesorada por una colectividad será incluso
un preciado recurso cultural del que ésta dispone en el momento de enfrentarse a un proceso de
adaptación a emergentes realidades, a un mundo nuevo que pugna por abrirse paso.
“Así, la estructura nueva se elabora bajo la estructura antigua. Podría decirse que las
nociones nuevas sólo se liberan después de haber tomado durante un largo tiempo la
figura de nociones antiguas: las instituciones actuales se construyen sobre un fondo de
recuerdos, y, para muchas de entre ellas, para ser aceptadas no es suficiente
demostrar que son útiles: es necesario que, de algún modo, se oculten para mostrar las
tradiciones que están tras ellas y que ellas aspiran a reemplazar, con las cuales
esperan confundirse.” (Halbwachs, 1994, p. 228).
Así pues, el espíritu de la memoria colectiva, aletargado en un estado de latencia, ajeno al transcurrir de
la trama histórica, sale a relucir, se amalgama con el presente y cobra un especial brillo en determinadas
4
coyunturas históricas en las que el cambio de las estructuras sociales es especialmente pronunciado .
Temporalidad y memoria colectiva
La comprensión de la naturaleza de la memoria colectiva, de su obstinada y connatural resistencia a ser
degradada o manoseada por el devenir histórico, exige una previa delimitación de dos órdenes
diferenciados de la temporalidad histórica que, en ocasiones, llegan a provocar una perniciosa confusión,
entrecruzamiento o conflicto. A este respecto, Halbwachs propone una clara distinción categorial entre
dos vertientes distintas del tiempo histórico: la memoria histórica y la memoria colectiva. Resuena en
esta distinción, por otra parte, el eco de otra, en este caso célebre, distinción formulada con anterioridad
por su maestro, Henri Bergson, la que distinguía la idiosincrasia del tiempo de la ciencia de la del tiempo
de la vida. El móvil que guía, en este sentido, el pensamiento de Halbwachs será el de reivindicar la
originalidad y sustantividad de una memoria colectiva substraída al espectro en donde se construye la
especificidad del tiempo propio de la historia. En efecto, Halbwachs entiende que el reconocimiento de la
trascendencia socioantropológica de la memoria colectiva pasa necesariamente por otorgarle a ésta una
entidad cualitativa bien diferenciada con respecto de la historicidad, por mostrar su irreductibilidad con
respecto a la particularidad del tiempo histórico. El pasado, entonces, es algo bastante más fecundo que
la mera historia, no se deja aprisionar exclusivamente en una simple reconstrucción de una serie
ordenada de relevantes acontecimientos históricos contemplados desde la distancia propiciada por la
4
A este respecto, Georges Balandier, una de las escasas figuras en el panorama global de las ciencias
sociales que ha dedicado su atención a la memoria colectiva, ha afirmado: «Las memorias colectivas
poseen una asombrosa capacidad de resistencia a los asaltos de la historia. Durante los peores periodos
se protegen, replegándose en una vida subterránea. Han sobrevivido al ataque y a las manipulaciones
de los totalitarismos. Cuando estos se acaban, surgen y acceden a una existencia tanto más explosiva
en la medida en que fueron ocultadas durante un largo periodo» (Balandier, 1994, p. 114).
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objetividad . La memoria colectiva es, por su propia naturaleza, un componente esencial de un pasado
que no se deja constreñir, someter o doblegar por la circunscripción impuesta por la memoria histórica,
puesto que inevitablemente la traspasa. Es el tiempo cuya peculiaridad esencial es la de hundir sus
raíces en el mundo de la vida.
“La historia no es todo el pasado, pero no es, tampoco, todo lo que queda del pasado.
O, si se quiere, al lado de una historia escrita, hay una historia viviente perpetuada,
renovada a través del tiempo y donde es posible reencontrar un gran número de
corrientes antiguas que no habían desaparecido más que en apariencia. Si no es así,
tendríamos el derecho de hablar de memoria colectiva y que servicio nos podrían dar
unos marcos que no subsistirían más que en el estado de nociones históricas,
impersonales y desarraigadas?” (Halbwachs, 1997, p. 113).
Según Halbwachs, dos rasgos, en síntesis, diferenciarían a la memoria colectiva de la memoria histórica.
La memoria colectiva, por una parte, siguiendo a Bergson, se caracterizaría, en contraste con la memoria
histórica, porque, en especial, «no retiene del pasado más que lo que se halla todavía vivo o capaz de
vivir en la conciencia del grupo que la mantiene» (Halbwachs, 1997: 131), y, por otra parte, porque, a
diferencia de la historia que se contemplaría tradicionalmente como memoria universal del género
humano, poseería una dimensión siempre local, «tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y
en el tiempo» (Halbwachs, 1997: 137). De esta manera, la historia, al modo en como es concebida por
Halbwasch, no sería más que una relectura a posteriori de tiempos precedentes que buscaría fijar su
interés sobre ciertos acontecimientos, fechas o sucesos especialmente señalados para la objetividad
científica que establece el análisis del historiador. Ahora bien, en ocasiones, la perseverante presencia
de la memoria colectiva se encuentra solapada, cuando no reprimida, por la historia institucionalizada. La
vitalidad de la memoria colectiva pervive, pues, al uso que la historia trata de hacer del pasado.
Conviene tener presente, asimismo, que Halbwachs aborda el tiempo, y por ende la memoria, desde una
perspectiva eminentemente sociológica. Bergson, con su concepción de la durée, lo había abordado con
anterioridad, pero desde una óptica todavía especulativa, abstracta. Emile Durkheim, en el último periodo
de su itinerario intelectual, había sugerido ciertas pistas para acometer una sociología del tiempo
desligada del tradicional andamiaje filosófico. Pero va a ser Halbwachs quien realmente comenzará a
percatarse de la radical importancia del tiempo como objeto de estudio propiamente sociológico. El
tiempo social, siguiendo la estela abierta por las intuiciones durkheimianas expresadas en las
conclusiones a Las formas elementales de la vida religiosa, obedece siempre a una determinada
representación colectiva en donde se enmarca. No hay, por consiguiente, una experiencia universal de la
temporalidad, sino, más bien, una gama múltiple de tiempos sociales. Cada sociedad, e incluso cada
grupo social, organiza, estructura, y lógicamente reglamenta, el tiempo de acuerdo a parámetros
específicos, institucionaliza, a su modo, un régimen de temporalidad mediante el cual el tiempo se sujeta
a unas pautas de medida siempre relativas. En suma, Halbwachs profundiza en la idea de que el tiempo
es, en última instancia, una construcción social.
5
Pese a que la obra de Halbwachs no está imbuída del evidente ingrediente mesiánico tan acentuado de
la de Walter Benjamin, hay una cierta similitud, en este punto, con la anamnesis planteada por Benjamin
como liberación de la oculta memoria de los vencidos del dominio del historicismo. Véase (Benjamin,
1990).
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Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria
En consonancia con lo anterior, para Halbwachs, en una misma sociedad cohabitan distintas
modulaciones temporales que no necesariamente debieran entrar en conflicto. Cada uno de los grupos o
comunidades albergados en el conjunto de una sociedad poseerá una particular representación del
tiempo. En aquellos procesos de transformación social en los que se ve afectada directamente la
estructura básica de la sociedad, la institucionalización de un tiempo nuevo no significa, sin embargo, la
absoluta desaparición de un tiempo antiguo. El tiempo antiguo queda solapado por el nuevo, pero, no
obstante, aquel se conserva vivo en la conciencia del grupo de referencia, sin dejarse absorber por el
registro temporal emergente. La existencia de tiempos múltiples implicará, en definitiva, el
reconocimiento de que el pasado subsiste, impenetrable, a los envites de lo actual, de que nunca se ve
del todo disuelto por el presente. La memoria posibilita, por otra parte, la pervivencia del tiempo pasado a
través de una experiencia de inmovilización del tiempo, de un ilusorio sentimiento de congelación del
tiempo más allá del fluir temporal. Para Halbwachs, la ciudad será, en este sentido, un calidoscopio
privilegiado para redescubrir los vestigios que dan cuenta de la persistencia de un tiempo pasado inscrito
en el corazón de un cristalizado tiempo presente.
“Mientras el grupo no cambia sensiblemente, el tiempo que su memoria abraza puede
alargarse: es siempre un medio continuo que nos es accesible en toda su extensión.
Cuando se transforma, un tiempo nuevo comienza para el y su atención se desplaza
progresivamente hacia lo que ha sido y lo que no es ahora. Pero el tiempo antiguo
pude subsistir al lado del tiempo nuevo, e incluso en este, para aquellos de sus
miembros a los que una tal transformación le halla afectado menos, como si el grupo
antiguo rechazase el ser totalmente absorbido en el grupo nuevo nacido de su
sustancia.” (Halbwachs, 1997,p. 184).
La aportación socioantropológica de Halbwasch podría condensarse en un móvil fundamental: incidir en
la intransigencia de la memoria colectiva a los avatares del destino histórico. Su mirada sociológica
vuelca una especial atención en desenterrar del olvido y mostrar el dinamismo de un tiempo pasado
aparentemente defenestrado por la realidad socialmente institucionalizada. Busca adentrarse en el
desvelamiento de un terreno opaco, sombrío, específicamente impermeable a las perentorias
construcciones sociales de la realidad dominantes en un modelo social en donde, en cada vez mayor
medida, ha ido primando una totalitaria hegemonía de lo actual. En todo tipo de sociedad, existe una
“economía sumergida”, difícilmente radiografiable desde el marco de una ciencia social que, en nombre
de una endiosada objetividad, reduce su campo de estudio al nivel meramente epidérmico de la
existencia social. Del mismo modo, existe también una “temporalidad sumergida”, oculta, arrinconada por
el universo central de la sociedad, cuyo funcionamiento no resulta fácilmente visualizable desde el
paradigma de cientificidad reinante en las ciencias sociales. La sociología del tiempo de Halbwachs, por
el contrario, se distancia de las estrecheces de este paradigma, indagando en las profundidades de una
vida social en la que redescubre la silenciosa vitalidad del tiempo perdido, del olvidado, de las memorias
colectivas que son suplantadas por la historia institucionalizada y perviven ajenas al discurrir de ésta.
Referencias
Balandier, Georges (1994). Le dedale. Pour en finir avec le Xxe siècle. París: Fayard.
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Angel Enrique Carretero Pasin
Benjamin, Walter (1990). Tesis de Filosofía de la historia en Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus.
Bergson, Henri (1959). Matière et mémoire. París: PUF.
De Certeau, Michel (1990). L’ invention du quotidien. 1. arts de faire. París: Gallimard.
Halbwachs, Maurice (1994). Les cadres sociaux de la mémoire. París: Albin Michel.
Halbwachs, Maurice (1997), La mémoire collective, París, Albin Michel.
Maffesoli, Michel (1992). El conocimiento ordinario. Compendio de sociología comprensiva. México:
F.C.E.
Maffesoli, Michel (1998). La conquête du présent. Pour une sociologie de la vie quotidienne. París:
Desclée de Brouwer.
Historia editorial
Recibido: 11/07/2007
Primera revisión: 27/01/2008
Aceptado: 23/02/2008
Formato de citación
Carretero, Angel(2008). Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria. Athenea Digital,
13, 95103. Disponible en
http://psicologiasocial.uab.es/athenea/index.php/atheneaDigital/article/view/419.
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