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Talleres en la escuela infantil

Mariano Hernán García

Descripción de diversos talleres, rincones y recursos didácticos en la Escuela Infantil.

Escuela Infantil, práctica pedagógica, rincones, talleres

Analizando la actividad del niño, deducimos que ésta puede presentarse de diversos modos. Hay un tipo de
actividades en las que el niño es el receptor de las normas, planes e ideas emanadas del conocimiento del adulto;
los aprendizajes se realizan por transmisión verbal, y el maestro y el niño son, a su vez, el transmisor y el receptor.
En otras actividades, el alumno practica los aprendizajes siguiendo códigos concretos, diseñados por el maestro;
rellena, con sus actuaciones, los ejercicios, juegos, fichas, etc., que el adulto elabora en función de los objetivos
que tiene previsto conseguir. Y, por último, encontramos otras actividades que se basan en el intento de alcanzar
unos objetivos previstos por el niño o por el adulto, y en las que aquél estructura su propia actividad para intentar
conseguirlos; esta forma de aprender, en la que el niño es francamente activo por su propia voluntad, conlleva un
determinado tipo de organización y el planteamiento de una serie de objetivos y recursos didácticos; de ellos nos
ocuparemos en las siguientes líneas. Su puesta en marcha servirá para crear una dinámica en la que el niño cons-
tituya la parte fundamental de la acción educativa.

¿UNA CLASE O UN TALLER?

Al diseñar el espacio de trabajo, debemos partir de un modelo; nosotros optamos por aquel que nos parece
más cercano a la realidad.
Contaremos con una clase de unos 30 m2 en el interior, y unos 250 m2 de patio, jardín o calle sin tráfico, en
el exterior. Será necesario un maestro para atender a los treinta y cinco niños que compondrán el grupo. Esta no es,
por supuesto, la situación ideal, pero recurrimos a ella basándonos en la experiencia obtenida del diálogo con los
maestros de párvulos que suelen tender a la rutina, apoyándose en la falta de recursos espaciales y en la quimera
de la proporción ideal niño-educador.
Debemos desatornillar los bancos del suelo, manteniendo el mobiliario mínimo para proporcionar funcionalidad
y clima cotidiano al espacio.
Preparar un rincón (Figura 1) con
un espejo (1) de un metro de ancho por
medio metro de alto, a un metro y medio
del suelo, en su borde superior; cerca del
espejo, un cesto (2) con ropas para dis-
frazarse y un recinto enmoquetado,
plastificado o pintado (3) que sirva para
sentarse en corro y relajarse o charlar, ver
cuentos, etc; esta parte del aula deberá
tener seis u ocho metros cuadrados. En
otro lugar, pondremos un armario o es-
tanterías (4), para guardar el material, los
juegos, y los útiles de los talleres, así como
un archivador que, en su parte inferior,
sea accesible a los niños; así podrá corresponderle una casilla a cada niño, para guardar en ella sus trabajos, tesoros
particulares, bocadillo, etc. Las ventanas (5) nos servirán para colocar plantas, herbarios, termómetros, semillas
para germinar, botes de bichos, etc. Habilitaremos un lugar con agua, pila o barreño (6), para utilizarla en las
diversas actividades de conocimiento físico y de expresión. Tres mesetones o varias mesas (7) cambiarán el volu-
men y el área de la clase, según el gusto del grupo o las necesidades de la actividad y servirán para comer o
trabajar. Una estantería (8) con cuentos, tebeos, libros. A la altura de los niños pondremos juguetes de uso muy
común: coches, construcciones, parchís, etc., en mesas o cajas (9) que también usaremos para colocar el papel, los
rotuladores, la plastelina y los materiales de uso cotidiano. Una pizarra (10) y un tablón de corcho (11) estarán
situados en un lugar cercano y visible desde el corro. Y, por último, contaremos con una zona en la que los niños
puedan jugar en la intimidad, esconderse y desarrollar todos sus movimientos.

LOS RINCONES

Seguidamente describiremos nuestro modo de entender la actividad, partiendo de un concepto espacial: el


rincón. La pretensión final será concebir globalmente el trabajo, intentando pasar del rincón estático a la actividad
globalizada. Los rincones servirán de referencia para la actividad del niño y, él mismo o el grupo las conectará
entre sí, trabajando de modo simultáneo en ellas, según los requerimientos y la complicación de las mismas. Los
rincones servirán para crear el clima de actividad en el aula

Rincón de diálogo

Es el lugar en el que el niño puede relajarse, ver cuentos e interpretar imágenes, materializar el interés por el
cuerpo, tomando conciencia del esquema corporal, y aprender a dialogar. El niño se promocionará en el dominio
del lenguaje y el interés por la palabra y la idea. Aquí se realiza la asamblea o corro, elemento motivador para el
desarrollo del lenguaje oral, como vehículo de información y creación. La asamblea propiciará la estructuración
del pensamiento, aprendiendo a escuchar, asimilar y expresarse, siguiendo un proceso racional para la construc-
ción del conocimiento. Mediante el corro, aprenderán a expresar realidades vividas anteriormente, utilizando el
lenguaje oral y gestual.
Y, planificando colectivamente el trabajo, resolverán conflictos y se establecerán pautas de convivencia, y
normas para la vida del grupo.

Rincón para el pensamiento simbólico

Intentaremos favorecer la imitación, la creatividad representativa y la imaginación, así como la expresión


oral de éstas. Contaremos con dos bloques de actividades: las domésticas, como muñecas, tienda, cocinita y obje-
tos familiares, y las puramente representativas a nivel de la imaginación y la creatividad dramática, como disfra-
ces, títeres, teatro, composiciones musicales, etc. Las actividades de este rincón se conectarán con las de otros, y
podrá ser compartido con el espacio del rincón de diálogo.

Rincón para el pensamiento lógico-matemático

La lógica o las matemáticas impregnan gran parte de las actividades que realiza el niño, en un aula que base
su trabajo en la actividad estructurante como medio para el aprendizaje. Al elaborar los objetivos de la programa-
ción, y al pensar en los recursos didácticos, no debemos olvidar esta idea que, a su vez, es extensible a otras áreas
del conocimiento. Citaremos algunos aspectos que centren la idea de este bloque de actividades. Utilizaremos el
material didáctico común: bloques, construcciones, rompecabezas, dominós, juegos de asociación, parchís, oca,
etc. Servirán todos aquellos objetos y juegos que sean susceptibles de clasificación, seriación, encaje, cuenta,
estructuración, tomando como base sus relaciones. Y también aquellos que propicien el planteamiento de proble-
mas de origen simple, en el que la operación que se origine tenga, entre su planteamiento y la conclusión, una
mecánica de razonamiento simple. Podremos aprender a sumar con piedras y un bote; en la tienda pesaremos los
kilos o el número de patatas; en la cocinita colocaremos unos botes junto a sus semejantes o mezclaremos cantida-
des concretas de líquidos. Los juegos de reglas no deberán circunscribirse a un único espacio, debido a la evidente
variedad de ellos.

Rincón de conocimiento físico y de la naturaleza

Basaremos las actividades en el análisis de las propiedades o cambios de los objetos, su posibilidad de acción
o movimento y las categorías de conocimiento que se basan en las propiedades y los movimientos de los objetos,
de modo simultáneo. Introduciremos al niño en el trabajo con la naturaleza, los bichos las plantas, la tierra, el
fuego, el agua, etc., así como las actividades de cocina y experimentación, entendida ésta como el tanteo experi-
mental y no como la pura transmisión de conocimientos científicos.

Rincón de actividad gráfica

La naturaleza de este bloque de actividades está condicionada por su división en dos claras vertientes:
- el interés por la letra; cuentos, revistas, tebeos, álbumes, etc.;
- la producción gráfica; colecciones, copias, sistemas de signos y señales, etc.
Contaremos con un cajón o biblioteca con cuentos en los que predomine la imagen y la asociación de ésta a
las palabras que aparecen en el texto, eligiendo aquellas en las que el mensaje aparezca de modo parecido a como
lo hacen los niños al hablar. Dispondremos también de revistas viejas para recortar sus imágenes y letras; tebeos
que permitan la asociación entre la imagen y el «bocadillo» que hay sobre el personaje. Pondremos en marcha la
creación de colecciones de cromos, etiquetas, envolturas, envases, etc.; o los conjuntos de símbolos que formen
una clase, por ejemplo, la de todo aquello que contenga leche, las cosas que sean dulces o las señales de tráfico,
etc.

Rincón de expresión

El niño podrá experimentar y crear con materiales propios del mundo plástico: pinceles, ceras, lápices,
rotuladores, papel, cartón, anilinas, telas, materiales reciclados, etc. Del área dramática: disfraces, decorados,
construcciones, marionetas, etc. Y del área musical y dinámica: construcción de instrumentos, ritmos, etc.
Para llevar a cabo su labor, los niños partirán de ideas propias u originariamente propuestas por el adulto y,
combinándolas en una dinámica de cooperación, crearán y expresarán formas estéticas. En el apartado de
manualidades, el niño podrá realizar aquellas tareas que aglutinen los diversos materiales y actuaciones, en las que
el proceso de manipulación, construcción o elaboración sea la base de la actividad. Aprenderán a tejer y bordar, a
trabajar la madera, el barro, etc.

LOS TALLERES

Una vez descrito el ambiente, podemos pasar a construir las ideas de los talleres y sus tipos. Para que sea
efectiva la unión entre el clima que hemos descrito y la actividad que realiza el niño por medio de los talleres, serán
necesarias algunas condiciones que están siempre en función del ambiente y de la escuela en la que se desarrolle
dicha actividad.
Sin embargo, una de esas condiciones puede considerarse de carácter general: el maestro debe ser capaz de
prescindir de los criterios rígidos de áreas de aprendizaje (lenguaje, matemáticas, plásticas...) y promocionar el
desarrollo en una situación en la que el niño, el adulto, el espacio, los materiales y el estímulo ambiental actúen de
modo simultáneo. Ello constituirá la motivación de la actividad y el elemento básico para el aprendizaje globalizado.
Podríamos entender por taller aquella actividad que se realiza para percibir o recibir y expresar alguna idea,
teniendo como soporte unos materiales y la normativa mínima para su uso.

El espacio del taller

Aceptada la posible distribución espacial de la clase (ver croquis) y entendida la idea de rincón como la de
un recurso didáctico, podremos pasar a delimitar el espacio de los talleres. Utilizaremos los mesetones, el suelo, la
pared, caballetes, etc. La localización de estos soportes podrá realizarse dentro o fuera del aula, en el patio,
situándose de tal modo que no entorpezca la libre circulación de los niños y la posible simultaneidad de activida-
des. Es necesario contar con los mínimos medios, no muy distintos de los que necesita un adulto, para trabajar
cómodamente: buena luz, buen ambiente, y material accesible y apropiado a la edad. Algunos lugares o zonas de
la escuela servirán para ir exponiendo los trabajos; el niño contará con un sitio donde poder archivarlos individual-
mente y, por supuesto, tendrá libertad para llevarse algunos de ellos.
La principal idea con respecto al espacio viene condicionada por una premisa: que sirva para lo que se
pretende hacer en él. La carestía económica de esta idea es ínfima, si se compara con lo que puede costar a nivel
didáctico no contar con los medios para que el niño tenga la libertad de actuar funcionalmente en el espacio del
taller.

El tiempo

Podríamos llevar a cabo diferentes talleres dos veces al día; una después de haber charlado un rato por la
mañana, y otra, a continuación de la actividad relajada que se realice en la sobremesa.
El niño necesita un tiempo para realizar una obra de expresión, creación, manipulación, invención o conoci-
miento, y, por tanto, no podemos obstaculizar la actividad con continuas propuestas. Debe dársele ese tiempo
englobado dentro de la dinámica de trabajo diario; si optamos por distribuir el tiempo en trabajo y recreo, perdere-
mos la posibilidad de que cualquier aprendizaje incluido dentro de la dinámica global de la clase esté precisamente
motivado por la vida cotidiana.

El maestro

Este es el responsable de proporcionar materiales por los que se sientan atraídos los niños, iniciándoles en
sus posibilidades de uso, así como de sus normas básicas de utilización. Es responsable de que se inicien las tareas,
presentándolas y dejando actuar a los niños. Deberá ponerse en el lugar del niño, actuando y viendo cómo piensan
ante los problemas que se plantean. Es el animador de la cooperación y el encargado de encauzar la visión global
de la actividad. El maestro debe propiciar el análisis de los efectos y las conclusiones posteriores.

Las dificultades

De una mala distribución del tiempo y del espacio, se desprenderá un funcionamiento de los talleres caótico
y crispado. El miedo al ruido y el «descontrol» producen, como rebote, la tensión y la ausencia de una sistemática
en el niño, que pretenderá, así, encontrar el antagonista que le reprima. Del adulto pasivo y no creativo es imposi-
ble conseguir una clase activa. El maestro, con los niños, debe interesarse por encontrar materiales en la ferretería,
los desvanes, las carpinterías, las tiendas del barrio, las casas de los niños, reciclando materiales de desecho e
intentando crear con ellos nuevas ideas.
Si se opta por que el niño sea activo en clase y estructure su trabajo en los talleres, será imprescindible llevar
al día una observacíón rigurosa de los niños, analizando sus posibilidades particulares y motivándolos; es necesario
elegir un método para evaluar el trabajo colectivo, el progreso individual y la actividad como concepto global.
Vamos a describir algunas características materiales y la forma de desarrollar diversos talleres, que podrán ir
introduciéndose en una clase de párvulos. Al enumerar los materiales, los dividiremos en dos o tres clases, según la
utilidad que tienen en el taller respectivo. Cuando digamos que el material sirve como «base», nos referiremos a las
materias que utilizamos para que manipulándolas, el niño pueda llegar a un fin. Si utilizamos el concepto «sopor-
te», nos estaremos refiriendo al lugar, material u objeto que servirá para recoger la materia manipulada. En el
supuesto de que citemos «útiles», nuestra pretensión será proponer instrumentos posibles para manipular la base y
aplicarla al soporte.

Pintura y estampados
Material. Base: Témperas, anilinas, pinturas de dedos, pigmentos naturales, serrín, cola, agua, etc.
Soportes: papel de diversos tamaños y colores (embalar, folio, tiras, rollos, etc.), cartulinas, cartón, telas,
paredes, trabajos de otros talleres, etc.
Útiles: pinceles de distintos calibres, bastoncillos higiénicos, bolas de algodón, trozos de esponja, cordones,
patatas, zanahorias, manos, cualquier instrumento que deje huella.
Al principio, trabajaremos con los colores básicos y con un instrumento para cada color (un pincel en cada
vaso); utilizaremos como soporte el folio o las unidades de papel más conocidas por el niño. Seguidamente pasare-
mos a encontrar los colores secundarios y usaremos otros formatos de papel o soporte, pasando, por último, a
utilizar cualquiera de los soportes, útiles, o materiales básicos citados.
Este taller puede usarse como auxiliar de los otros, pintando o estampando trabajos realizados en los otros.
Puede llevar a cabo con todo el grupo a la vez, o, mientras unos niños pintan, otros realizan actividades en los
diversos rincones de la clase.

Plastilina y barro

Material. Base: plastilina, barro de la tienda o del patio, arena fina, agua, etc.
Útiles: manos, palos, chapas, puntas de lápices, tijeras, o cualquier otro elemento que modele o grabe.
Soportes: tablas, tapaderas de bote, paredes del patio, etc.
Los niños conocen el barro después de las lluvias, lo producen mojando la tierra después de haberla molido
muy fina; la aplastan en la tapadera de un bote, de tal modo que consiguen un flan que luego suavizan con el
polvillo de arena que ellos han molido en un perfecto trabajo de cadena arcaica de producción. El barro lo usare-
mos para hacer figuras, decorados, collages o para moldear cualquier idea y hacer bajos relieves. Luego lo pinta-
remos usando otro taller auxiliar.
Si la actividad se realiza en el interior, no deben mantenerse otros talleres, debido a la complejidad del barro
y del agua que precisa una gran atención del adulto. Seguirán funcionando los diversos rincones; en ellos los niños
que no están en el taller podrán realizar las actividades que no precisen la atención continua del adulto.
La técnica del amasado del barro servirá para los talleres de cocina en los que se elabore pan o cualquier
masa similar.

Tejido y costura

Materiales. Base: lanas, telas, cintas hechas con recortes de telas, cuerdas, etc.
Soportes: cartulina, telares, bastidores, telas, etc.
Útiles: palos de polo, agujas de lana, agujas de tejer, tijeras.
Con los bastidores empezaremos a trabajar, después de haber utilizado cartulinas pintadas por los niños.
Estos irán bordando siguiendo la línea trazada por el esquema del dibujo. Más tarde introduciremos el bastidor, en
el que los niños pintarán previamente el esquema que van a seguir con la lana.
Una vez adquirido el mecanismo de la costura mediante el bastidor, iremos cosiendo telas de diversos tama-
ños; construiremos bolsas, cuadros, murales, etc.
La técnica de los telares la introduciremos partiendo de la alternancia que se da al pasar una lana por la
trama cuadrada de la tela metálica. Posteriormente usaremos un telar grande (60 x 40) en el que la urdimbre la
formen cuerdas gruesas
y bien separadas; el niño irá introduciendo la lana con las manos, aprendiendo la alternancia base del tejido,
y pasaremos posteriormente al uso del palo a modo de aguja. Puede usarse un peine de púas separadas o un
tenedor para apelmazar el tejido. Una vez adquirida cierta destreza, pasaremos al uso de telares pequeños y a los
fabricados en la propia clase con cajas de cartón (zapatos, cerillas, etc.) o creando el propio cuadro en el taller de
carpintería.
Este taller debe realizarse en aquellos momentos en los que el grupo esté jugando al aire libre o en la clase y
el maestro pueda ocuparse de un reducido grupo de niños, ya que, por sus características, la actividad requiere la
atención casi constante del adulto.

Dibujo y grafismo

Materiales. Base: lápices, tizas, rotuladores, ceras, palos quemados, etcétera.


Soportes: pizarra, telas, diversos papeles, cartulina, cartón, suelo del patio, etc.
Casi diariamente nos plantearemos una actividad de este tipo. Puede realizarse simultáneamente a otras más
complicadas. Mientras un grupo de niños trabaja colectivamente, otros pueden realizar dibujos individuales. Par-
tiendo de la propuesta de ideas, realizaremos álbumes colectivos de dibujos sobre temas concretos, por ejemplo: la
familia, los animales, las frutas, etc. Construiremos cuentos realizados colectivamente o de forma individual. Ese
taller servirá para fomentar el interés por la letra.

Taller de manualidades y recuperación de materiales

Los niños y el maestro crearán formas, estructuras, composiciones y mecanismos, en los que la recuperación
de materiales desechados, así como el complemento entre ellos y los materiales propios de la plástica será la base
en la que se apoyen los objetivos de este taller. Para su funcionamiento necesitaremos el auxilio de otros talleres;
al principio,
introduciremos como actividad el collage propiamente dicho, cuando el niño tenga recursos suficientes para
dominar las tijeras, el papel, el pegamento, etc. Luego pasaremos a introducir otros elementos de volumen y color,
hasta llegar a crear estructuras con más materiales y utensilios; por ejemplo, una casa de cartón, un decorado, un
robot, instrumentos musicales, o mecanismos simples con una base física o dinámica (algo que produzca sonido,
un mecanismo que, pese, etc.).
La gran variedad de materiales que pueden introducirse en este taller hace imposible su listado. Podremos
contar con aquellos que reciclaremos de las casas de los niños; los que traigamos de las excursiones al campo o a
los alrededores de la escuela; los que nos den los padres de sus lugares de trabajo (tubos, botes de muestra, cajas de
cartón, tornillos y tuercas, máquinas inservibles, etc.); los que compremos en las tiendas (pajitas de horchata,
corcho, madera de balsa, etc.).

Taller de carpintería

Materiales. Base: tablas, tacos, palos, listones.


Útiles: clavos, martillo, tenazas, destornillador, pegamento.
Realizaremos construcciones y formas, así como pequeñas estructuras mecánicas; las decoraremos
auxiliándonos del taller de pintura y aportaremos a la dinámica del aula un clima de intercambio entre los talleres
de manualidades y conocimiento físico.
Comenzaremos pegando trozos de madera; posteriormente los clavos y las piedras servirán para clavar y,
por último, cuando la técnica esté adquirida, introduciremos el martillo y otras herramientas.

Taller de cocina

Amasar pan, galletas, pastas, etc., hacer compotas, ensaladas y otros platos sencillos constituirán la tarea
primordial.
Materiales. Básicos: harina, azúcar, lechuga, tomate, zanahoria, fruta, etc.
Utensilios: cuchillos para cortar, cucharas para mover y medir, tazas para mezclar y medir, tenedores para
mezclar, pinchar y dar formas, fuentes para contener y medir, platos para servir y contener.
Este taller puede realizarse con todo el grupo de niños, dividiendo las funciones, o en cadena: lavar, pelar,
cortar, etc.
Primero introduciremos el amasado y las técnicas básicas, sin utensilios; posteriormente, pasaremos a la
creación de platos que precisen cortar, batir, mezclar y medir; por último, coce-
remos o utilizaremos el fuego.
De cada plato, y auxiliándonos con el taller de dibujo (Figura 2) construi-
remos la receta mediante pequeños símbolos comprensibles por todo el grupo.
Existen otros muchos talleres que el maestro podrá introducir en el aula,
así como las diversas técnicas simples que podrán aplicarse en dichos talleres.
Su selección dependerá del medio escolar y de las posibilidades del grupo; es
necesario no olvidar las dificultades que deberán abordarse por haber optado
por un tipo de actividad, ya que en ella el niño estructurará, en gran parte, sus
aprendizajes.

- Actividades en talleres para guarderías y preescolar. Du Saussois Nicole. Ed. Cincel-Kapelusz.


- El Arte en el niño en edad preescolar. C. Cherry. Ed. Ceac.
- El conocimiento físico en la educación preescolar. Kamii C. y Devries R. Ed. siglo XXI.

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