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VALORES, algunas pautas para abordar el tema

1 Voluntad y Valores

A diferencia de los animales, predeterminados (“programados”), el obrar


humano puede nacer de las decisiones de la voluntad, iluminadas por la
inteligencia.

Decir que el hombre tiene voluntad, equivale a afirmar que es capaz de


percibir valores y hacerlos propios.

¿Qué son los valores? ¿Qué es lo que hace que las cosas resulten
valiosas?

No podemos desligar los valores de las personas. Las cosas están


“revestidas de valor” en la medida en que merecen nuestra estima, nos
agradan, nos resultan útiles, bellas, amables, verdaderas, saludables,
dignas de aprobación, apetecibles, deseables…

Los valores no son puramente subjetivos. No es el hombre quien determina


en forma caprichosa y autónoma el valor de las cosas. Independientemente
del sujeto una fruta tiene valor nutritivo; no, en cambio, una piedra. Ciertas
acciones son “dignas” del hombre, otras no.

El valor, para existir, tiene que encarnarse en el ser: lo que existe es


siempre “la cosa valiosa”, lo que se denomina un bien. Un reloj, un libro,
una flor… son bienes.

Los ingredientes del valor son: de parte del objeto su utilidad, su


importancia; y de parte del sujeto, la necesidad y la estimación (el aprecio).

Llamamos VALOR a lo que es capaz de sacar al hombre de su


indiferencia y provocar en él una actitud de estimación,
porque contribuye de alguna manera a su realización
personal, respondiendo a algunas de sus necesidades:
necesidades vitales, intelectuales, afectivas, estética, etc.
Cuando nos referimos a “la realización de la persona”, hablamos de una
vida en plenitud que afecta todas las dimensiones de la persona, incluso su
dimensión trascendente. Los valores son medios para lograr esa vida en
plenitud.

Citamos, a título de ejemplos, algunos valores concretos:

• Vitales: un alimento, el ejercicio físico, una medicina, abrigo, etc.

• Económicos: el dinero, un cheque, etc.

• Materiales: una computadora, una casa, un reloj, etc.

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• Espirituales: las ciencias, la reflexión filosófica, las artes, etc.

• Éticos y/o morales: la solidaridad, la honestidad, etc. Abarcan al


hombre en su totalidad. El ubicar éstos últimos en la cúspide de una
“jerarquía” depende de la cosmovisión, de la visión global del mundo
y de la vida, de cada persona y de cada grupo social.

2 Libertad y Valores Éticos

¿Qué son los valores éticos y/o morales?

Muchos valores perfeccionan al hombre en alguna zona de su


personalidad: inteligencia, sensibilidad, sentido estético, contextura física,
etc., pero no lo afectan de tal manera que por ellos se convierta en “hombre
bueno” u “hombre malo”.

En cambio existen valores que afectan la persona en su totalidad, afectan


al hombre en cuanto hombre; valores que le llevan al desarrollo y
realización plena de su ser propiamente humano. Son los valores morales,
valores por los cuales el hombre se hace no sólo un buen músico, un buen
deportista, un buen médico…, es decir, no sólo se hace “bueno” en este o
aquel sector particular de la actividad humana, sino que se hace hombre
bueno, una persona que en lo esencial de su ser humano ha llegado a su
realización.

Uno puede ser un excelente relojero, pero si falta a la verdad, si explota a


sus clientes, no es un “hombre bueno”.

Los valores éticos y morales, suponen la libertad. Sin libertad se pueden


dar actos útiles, actos bellos –como el abrirse de una flor-, pero no actos
moralmente buenos…, como no es moralmente “buena” la lluvia que
fecunda la tierra, ni moralmente malo el rayo que mata a un hombre.

Los valores morales provocan, como respuesta específica, la experiencia


de la obligación, del “tú debes”. Afectan al nivel práctico de la acción
humana libre, no al nivel teórico, artístico, técnico, etc. A ellos debe ajustar
su acción el hombre si quiere realizarse como persona. Son un cauce que,
sin forzarla, orientan el ejercicio de la libertad y la defienden de los engaños
de otros bienes apetecibles.
“Los VALORES son criterios
ordenadores de la vida”

3 Asumir los Valores

Así, pues, el hombre que quiere realizarse tiene que optar libremente por
los valores, asumirlos y encarnarlos en su obrar.

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Es verdad que el hecho de ser persona, autoconsciente y libre, es el
supremo valor. Pero la persona, además de ser valiosa en sí misma, se
enriquece y se vuelve más digna de ser apreciada cuando adopta una
actitud positiva frente a los valores y, al apreciarlos interiormente, los vive y
los realiza.
“Dime lo que estimas como valioso y te diré
quién eres” (Spranger)

La libertad le permite al hombre asumir los valores y realizarse. Su


“angustia existencial” radica especialmente en que debe cargar con su
propio destino, sin que esa carga le ayude nadie a llevarla, al menos en lo
que tiene de más decisivo.

(extraído de “El Hombre, un misterio” de Ítalo Francisco Gastaldi)

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