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En torno al objeto de la “historia de los conceptos” de Reinhart Koselleck.

Joaquín Abellán, UCM.

A lo largo de cuarenta años Reinhart Koselleck ha escrito abundantes


reflexiones metodológicas y teóricas sobre la Begriffsgeschichte. Al mismo tiempo
ha ido realizando investigaciones propias en este ámbito en las que, a la vez que
aplicaba los criterios metodológicos por él elaborados, iba descubriendo nuevos
caminos para la reflexión teórica, que le conducían nuevamente a una revisión
casi permanente de su concepción de la Begriffsgeschichte. Desde su escrito
programático de 1967 para la edición del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe
hasta las últimas entrevistas realizadas poco antes de su muerte, ha ido
precisando su pensamiento sobre la Begriffsgeschichte y perfilando la posición de
ésta dentro de la semántica histórica, diferenciándola de otros enfoques y
mostrando las compatibilidades o coincidencias con los otros.

La Begriffsgeschichte de Reinhart Koselleck bebe de varios de sus maestros que


desempeñaron para el un papel de pioneros. Entre ellos destaca el propio
Koselleck, en primer lugar, a Otto Brunner, con su libro Land und Herrschaft; en
segundo lugar, a la tradición alemana de la historia de la filosofía que comienza
con Hegel y llega hasta Rothacker y Gadamer, y en la que sitúa en un lugar
muy importante a Heidegger, de quien también fue alumno; en tercer lugar, al
director de su tesis doctoral, Johannes Kühn, cuyo escrito de habilitación sobre
Toleranz y Offenbarung se basaba de hecho en una análisis de historia de los
conceptos; y, finalmente, a Carl Schmitt, especialmente con su libro Die Diktatur,
además de los estímulos recibidos en sus clases1 . Con esta formación de
partida, Koselleck empezó a desarrollar su concepción de la “historia de los
conceptos” en el Grupo de trabajo de historia social, creado en Heidelberg en
1957 por Werner Conze junto con Otto Brunner y Carl Jantke.

1
Véase R. Koselleck, “Begriffsgeschichte, Sozialgeschichte, begriffene Geschichte. Reinhart Koselleck
im Gespräch mit Christof Dipper”, en: Neue Politische Literatur 43 (1998), 187-205.

1
Para Koselleck, el lenguaje ofrece sólo un aspecto de lo que posiblemente es el
mundo real para los hombres. Y en ese sentido se producen de manera
permanente cambios lingüísticos en la percepción del mundo, de la misma
manera que el pasado histórico cambia también con el patrimonio lingüístico
del hombre. La intención básica de la Begriffsgeschichte para Koselleck reside en
averiguar la experiencia del pasado contenida en los testimonios lingüísticos, es
decir, en averiguar en las fuentes la articulación lingüística de los elementos
básicos de la experiencia. Las fuentes se pueden leer en un doble sentido,
primero como indicadores de algo que está fuera de ellas mismas, y, segundo,
desde cómo el lenguaje articula eso que está fuera de ellas mismas.
Precisamente por esta doble posibilidad, la Begriffsgeschichte ocupa para
Koselleck un lugar intermedio entre la historia de la realidad fáctica y la historia
de la conciencia. Es parte de la historia del lenguaje, pero con su vista dirigida
hacia fenómenos políticos y sociales de carácter extranlingüístico.

Consecuente con este planteamiento, la “historia de los conceptos” de Koselleck


se aleja expresamente de la historia de las ideas tradicional. Koselleck no
pretende hacer una historia de categorías abstractas –como, por ejemplo, la
idea del estado-poder, tal como había hecho Friedrich Meinecke en la La idea de
razón de Estado en la Edad Moderna-, sino que pretende tener en cuenta los
grupos de hablantes y sus intereses, pues la historia de los conceptos que él
pretende tiende finalmente a la historia de la realidad extralingüística. Y
precisamente por ello tendrá mucha importancia en su método el análisis de los
cambios semasiológicos y onomasiológicos 2 .

2
Un ejemplo de cómo la Begriffsgeschichte que practica Koselleck no se queda en la mera exégesis
de las fuentes, sino que hace un puente con la realidad extralingüística se puede ver en su
análisis de un pasaje del programa del reformador prusiano Hardenberg, del que cita el
siguiente pasaje: “[el programa pretende] una estructura racional que no privilegie a una clase
frente a otras, sino que asigne su lugar a los ciudadanos de todos los estamentos según ciertas
clases es una de las necesidades verdaderas y nada superficiales del Estado” (Denkschrift über die
Reorganisation des preussischen Staats (12.9.1807), en: Georg Winter, Die Reorganisation des
Preussischen. Staates unter Stein und Hardenberg, 1931, p. 316). Koselleck dice que, para entender
este programa de Hardenberg, se necesita una exégesis crítica que explique los conceptos que
ahí se utilizan: “necesidades verdaderas y necesidades superficiales”, “Estado”, “estamento”,
“clase”, “ciudadano”. Koselleck va analizando cada uno de ellos, mostrando, por ejemplo, que

2
En las páginas que siguen recojo algunas de sus observaciones metodológicas y
teóricas sobre la tarea de la Begriffsgeschichte, centrándome en el cambio de los
conceptos. Para ello analizo, en primer lugar, el concepto del concepto de que se
ocupa “la historia de los conceptos” (1), para pasar luego a las hipótesis sobre el
cambio conceptual en relación con su tesis de que los “conceptos no tienen
historia” (2) y (3). Termino con una observación sobre el carácter no normativo
de los conceptos en la Begriffsgeschichte de Koselleck, a propósito de unas
observaciones suyas sobre el quehacer historiográfico de Quentin Skinner (4)

1. El concepto del concepto en la “historia de los conceptos”.

En el escrito programático para la elaboración del Diccionario Geschichtliche


Grundbegriffe escribe Koselleck, en 1967: “Para nuestro uso se puede describir la
diferenciación entre palabra y concepto de la siguiente manera: el significado de la
palabra siempre remite a lo significado, sea esto un pensamiento o una
situación real. El significado está adherido ciertamente a una palabra, pero se
alimenta asimismo del contexto hablado o escrito, brotando al mismo tiempo de
la situación a la que se está refiriendo. Una palabra se convierte en concepto,
cuando esta relación en la que se usa la palabra y para la que se utiliza la
palabra, desemboca en la palabra. Un concepto reúne en sí mismo un montón

ciudadano es un terminus technicus, que todavía no se usaba en los textos legales prusianos, y
que contenía una alusión crítica a la sociedad estamental (“la expresión era actual, tenía gran
porvenir, indica un modelo de constitución a realizar en lo sucesivo”. Cuando utiliza “clase”
tiene presente los distintos significados de estamento (Stand). Observa que clase a veces se
solapa con estamento, pero que Hardenberg ya la está utilizando en un sentido económico. Esto
le permite afirmar que su utilización por Hardenberg está ya poniendo en juego un nuevo
modelo social que apunta hacia el futuro, mientras que el concepto de “estamento” se vincula a
la tradición, que el Allgemeines Landrecht, de 1974, había confirmado. Su conclusión es que “la
extensión del espacio semántico de cada uno de los conceptos centrales utilizados pone de
manifiesto una alusión polémica al presente, un componente de futuro y elementos
permanentes de la organización social procedentes del pasado. La conjunción de todos ellos
confiere sentido a este pasaje” (R. Koselleck, “Historia conceptual e historia social”, en: Futuro
pasado. Barcelona, Paidós, 1993, 105-126, esp. 107-110.

3
de significados; siempre es, por tanto, a diferencia de la palabra, polisémico. En
la historia de un concepto, no sólo se desplaza el significado de una palabra,
sino que cambia la composición y las referencias de todo el contexto entero que
ha ido a parar a la palabra” 3 . Y pocos años después, en la Introducción al
Diccionario escribe lo siguiente:“la diferenciación entre palabra y concepto se ha
tomado en el presente Diccionario con un criterio pragmático. Vamos a
renunciar por tanto a utilizar en nuestra investigación el triángulo de la
lingüística (palabra, significado, cosa) en sus distintas variantes. Sin embargo,
se puede mostrar desde la experiencia histórica que la mayor parte de las
palabras del vocabulario político-social se diferencian desde el punto de la
definición de esas palabras que aquí llamamos “conceptos”, conceptos
históricos fundamentales” 4

En su concepción del concepto con el que tiene que ver la Begriffsgeschichte, la


diferenciación entre concepto y palabra es el punto de partida de todas las
reflexiones de Koselleck. El modo de entender esta diferenciación, por otra
parte, no ha estado exento de críticas por parte de lingüistas y de practicantes
de otros tipos de la “semántica histórica” 5 .

El concepto es ciertamente una palabra, pero no es solamente una palabra: todo


concepto está adherido a una palabra, pero no toda palabra es un concepto
político o social, pues los conceptos políticos y sociales pretenden tener un

3
R. Koselleck, “Richtlinien für das Lexikon politisch-sozialer Begriffe der Neuzeit”, en: Archiv für
Begriffsgeschichte 11 (1967), 81-99, p. 86
4
R. Koselleck, “Einleitung”, en: Geschichtliche Grundbegriffe. Vol. 1, Stuttgart, 1972, p. xxii
5
Lingüistas como Dietrich Busse critican la teoría del concepto de Koselleck por considerarla
poco clara desde el punto de vista de la Lingüística.(Historische Semantik. Stuttgart, 1987, p. 80 y
ss.). El historiador Hans-Erich Bödeker hace la observación de que Koselleck no siempre sigue
su propia diferenciación entre concepto y palabra, pues a veces los sitúa al mismo nivel, aunque
como signos distintos, y piensa que la relación entre concepto, significado y uso no está bien
aclarado (“Reflexionen über Begriffsgeschichte als Methode”, en: H.E. Bödeker (ed.),
Begriffsgeschichte, Diskursgeschichte, Metapherngeschichte, Göttingen, 2002, 75-121, pp. 87 y ss. ).
Posición crítica respecto a la concepción de los conceptos de Koselleck la mantiene también Rolf
Reichardt, pues para él los conceptos no tienen menor realidad que las situaciones materiales
(“Einleitung”, en: R. Reichardt/E. Schmitt (eds.), Handbuch politisch-sozialer Grundbegriffe in
Frankreich 1680-1820, Munich, 1985, 39-148, p. 53).

4
carácter general y son siempre polisémicos 6 . Lo que distingue al concepto de la
palabra es esa su capacidad de significar algo, pero la multiplicidad de sentidos
político-sociales de los conceptos no es lo mismo que la multiplicidad de
significados lingüísticos de la palabra. En el análisis de la Begriffsgeschichte es
algo secundario que la palabra tenga o no una pluralidad de significados desde
el punto de vista lingüístico, pues el concepto extrae su multiplicidad de
sentidos de su carácter como instrumento o como indicador de la acción política
o social. Esto es lo que quiere decir Koselleck con que los conceptos son
“concentrados de muchos significados que se introducen desde la situación
histórica en la palabra”, por lo que sólo pueden interpretarse, a diferencia de las
palabras, que pueden definirse 7 . Una palabra se convierte en concepto cuando
se introduce en ella el contexto de significados y experiencias político-sociales
en el que la palabra se usa y para el que se usa 8 . O en términos similares escribe
que sólo hay concepto –y no mera palabra- cuando lo significados de los
distintos términos que denominan una misma realidad se reúnen y se reflejan
más allá de la mera función de denominar una realidad 9 . El significado de los
conceptos con los que opera la Begriffsgeschichte no se disuelve totalmente en la
situación en que se usa, sino que su “exceso de significado” connota un
determinado ámbito de experiencias y de situaciones más allá de lo que denota.
En virtud de las connotaciones de los conceptos se puede organizar
intelectualmente la realidad y los conceptos pueden desempeñar un papel
activo en la comunicación político-social como condición de la experiencia y de
su mediación. Al responder a sus críticos, en 1996, Koselleck precisa que “in our
method, concepts are treated as more than meanings of the terms that can be
unambiguously defined. Rather political and social concepts are produced by a
long-term semiotic process, which encompasses manifold and contradictory
experiences” 10

6
R. Koselleck, “Begriffsgeschichte und Sozialgeschichte”, en: P. Christian Ludz (ed.), Soziologie und
Sozialgeschichte. Aspekte und Probleme. Opladen, 1972, 116-131, pp. 123-124.
7
R. Koselleck, “Richtlinien”, (como en nota 3), 86
8
R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 6), 124
9
R. Koselleck, “Einleitung” (como en nota 4), xxiii
10
R. Koselleck, “ A Response to Comment on the Geschichtliche Grundbegriffe”, en: Hartmut
Lehmann/Melvin Richter (eds.), The Meaning of Historical Terms and Concepts. New Studies on

5
El concepto en la “historia de los conceptos” no es una categoría lingüística,
sino una haz de experiencias y de expectativas, de visiones de la realidad
histórica y de pautas explicativas de la misma. Por ello, para la Begriffsgeschichte
es concepto es concepto entre conceptos. Un concepto concreto no se puede
entender realmente sin referencia a otros conceptos. Desde sus primeros
escritos programáticos y teóricos, Koselleck insiste en que el concepto está de
antemano en una constelación de conceptos, es decir, que la “historia de los
conceptos” tiene que vérselas con estructuras relacionales de conceptos. Los
conceptos se interpretan y se explican en una relación de reciprocidad, dentro
de un campo semántico, aun cuando casi siempre se una sola palabra la que
funciona como nombre del campo. La Begriffsgeschichte va claramente no sólo
mas allá de la historia de la palabra, sino también más allá del concepto
individual y quiere descubrir estructuras semánticas. Analiza tanto las
expresiones paralelas, las próximas o las contrarias a la palabra/nombre
investigada como si los usos del concepto tienen carácter competitivo o
estratégico, es decir, las intenciones de quienes lo utilizan.

En su concepción del concepto destaca Koselleck la diferenciación de los que él


llama “conceptos fundamentales” respecto a los otros conceptos. Los conceptos
concretamente del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe fueron elegidos
atendiendo a la significación que tenían en las fuentes y, concretamente los que
habían llegado a nuestra época procedentes del pasado europeo y “que
registraban el cambio hacia la modernidad o adaptaban su significado a las
condiciones cambiantes” 11 . Los “conceptos fundamentales” destacan por su

Begriffsgeschichte. Washington, 1996, 59-70, p. 64. Aplicando las categorías de Austin, Palonen indica
que la polisemia de las palabras es locucionaria, mientras que la de los conceptos es ilocucionaria o
perlocucionaria (desde el punto de vista de la recepción). Véase Kari Palonen, Die Entzauberung der
Begriffe. Das Umschreiben der politischen Begriffe bei Quentin Skinner und Reinhart Koselleck.
Münster, 2004, p. 257.
11
R. Koselleck, “Richtlinien” (como en nota 3), 82. En la “Einleitung” al Diccionario distingue:
conceptos constitucionales básicos, términos clave de la organización política, económica o social, las
denominaciones de las ciencias, los conceptos clave de los movimientos políticos, las denominaciones de
las profesiones dominantes y de la estructura social, los conceptos centrales de las ideologías que
interpretan el mundo del trabajo (como en nota 4, xiv). Desde el punto de vista de su significado, y

6
complejidad y por su carácter indispensable para formular los temas más
sobresalientes de una época determinada. En la respuesta a sus críticos, en 1996,
resume así su posición: “basic concepts combine manifold experiences and
expectations in such a way that they become indispensable to any formulation
of the most urgent issues of a given time. Thus basic concepts are highly
complex; they are always both controversial and contested. It is this which
makes them historically significant and sets them off from purely technical or
professional terms. No political action, no social behaviour can occur without
some minimum stock of basic concepts that have persisted over long periods;
have suddenly appeared, disappeared, reappeared; or have been transformed,
either rapidly or slowly. Such concepts therefore must be interpreted in order to
sort out their multiple meanings, internal contradictions, and varying
applications in different social strata” 12 .

En la concepción koselleckiana del concepto hay que analizar igualmente la


relación del concepto con la realidad, con la situación histórica. En este punto
Koselleck no acepta las tesis de los estructuralistas, pues él considera que
disuelven la realidad en el discurso. Este punto de la relación entre concepto y
realidad es clave, como veremos, para poder precisar de qué se hace la historia
en la “historia de los conceptos”.

Como ya hemos mencionado, para Koselleck el concepto es quien establece la


relación entre una palabra y una situación histórica. Los conceptos son vistos
por la Begriffsgeschichte desde su función político-social, y no en su función
lingüística 13 , y por eso pretende investigar la relación de los conceptos con las
palabras y con la realidad histórica. La perspectiva en la que se mueve la
Begriffsgeschichte es conocer la realidad histórica como una unidad hecha por el
lenguaje y que sólo de esa manera le es accesible. En esta relación lenguaje-

atendiendo no sólo a su función teorética sino también a su función pragmática Koselleck habla de
“Kampfbegriffe”, Zukunftsbegriffe, Erwartungsbegriffe, Aktionsbegriffe (Richtlinien, 92 y ss.)
12
R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), 64
13
R. Koselleck, “Einleitung” (como en nota 4), xxi

7
realidad, Koselleck destaca permanentemente las dos caras del lenguaje. Por un
lado, el lenguaje es receptivo y registra lo que sucede fuera de sí mismo,
descubriendo aquello que se le impone sin ser en si mismo lingüístico, el
mundo pre-lingüístsico. Por otro lado el lenguaje, en su función activa, asimila
todos estos contenidos extralingüísticos 14 . Pero Koselleck avisa igualmente de
manera continua que la relación entre lenguaje y realidad no es una relación de
identidad: “el significado y el uso de una palabra nunca establece una relación
de correspondencia exacta con lo que llamamos la realidad. Ambos, conceptos y
realidades, tienen sus propias historias que, aunque relacionadas entre si, se
transforman de diversas maneras. Ante todo, los conceptos y la realidad
cambian a diferentes ritmos, de modo que a veces nuestros conceptos de la
realidad dejan atrás a la realidad conceptualizable, o al contrario” 15 . La relación
entre lenguaje y cosa no sólo no es de identidad, sino que más bien es de
tensión, una tensión que a veces se llega a superar, o que se presenta de nuevo o
que parece irresoluble. 16 Los cambios en la realidad y los cambios en los
significados de las palabras no siempre se corresponden. Por eso, el análisis de
esos cambios precisará de la semántica y de la onomástica, para poder
determinar si hay cambios de significado en la misma palabra o si hay un
cambio de nombre para una situación real que ha experimentado una
transformación o si hay cambios de denominación para una situación que no se
ha alterado.

La posición de Koselleck sobre esta cuestión de la relación entre el lenguaje y la


realidad queda muy clara en un escrito suyo, en el que, con el ejemplo de la
Revolución Francesa, sistematiza las tres posibilidades que caben en la relación
entre lenguaje y realidad. a) La primera posibilidad es entender el lenguaje

14
R. Koselleck, “Historia de los conceptos y conceptos de historia”, en: Ayer.Revista de Historia
Contemporánea 53 (2004), 27-45, p. 30
15
R. Koselleck (como en nota 14), p. 36.
16
En la tensión existente entre la realidad histórica y su registro lingüístico, que estalla
repetidamente en la historia, encuentra Koselleck un reto intelectual: cualquier historia, incluso
después de ser establecida y registrada, ha de ser siempre reescrita, aunque esto no sea
sinónimo de un relativismo sin límites(R. Koselleck, como en nota 14, p. 40)

8
como algo instrumental e investigar entonces la función que desempeña para
determinados grupos de acción política; el lenguaje siempre quedaría como un
epifenómeno de la llamada historia real. b) La segunda posibilidad es poner al
lenguaje y a la realidad en una relación de reciprocidad, pero con diferencias
determinantes, sin que el uno puede ser reducido a la otra y viceversa. Se
refiere Koselleck a T. Luckmann, para quien el mundo de significados del
lenguaje, por un lado, posibilita las experiencias en el mundo real y, por el
otro, pero al mismo nivel, las limita. c) La tercera posibilidad se opone
frontalmente a la primera, y en ella se considera a los textos como la realidad
misma. Es la posición de Foucault, que, según Koselleck, ha radicalizado
Jacques Guilhaumou.

Koselleck siempre ha señalado el aspecto dual del lenguaje para la


Begriffsgeschichte, en la que la formación de los conceptos son las dos cosas:
factor en los movimientos históricos e indicador de estos movimientos. La
realidad siempre está transportada por el lenguaje, lo que no excluye que haya
también otros elementos constitutivos de la realidad de carácter no lingüístico.
De la tercera posición antes mencionada dice: “Al neutralizar la clasificación
social de los textos y al equiparar desde el punto de vista del conocimiento
todas las informaciones de los textos, reducen el texto al texto sin que puede ser
leído como fuente para algo. Este enfoque de Guilhaumou es
metodológicamente coherente, pero deja algunas cuestiones abiertas. Esto
significaría que la historia sólo está unida al lenguaje. En ese caso sería
asimismo coherente que no sería posible hacer historia alemana sobre textos
franceses y al revés. Se correría el peligro de concebir la historia sólo como
historia de la conciencia. Los textos serían mudos...., “ 17 . En estos últimos
Koselleck advierte el peligro de que la historia se disuelva en el discurso,
mientras que para él ningún acto de habla es la acción misma, que aquel ayuda
a preparar, desencadenar o realizar” y si bien todo acto de habla es una acción,

17
R. Koselleck, "Probleme der Relationsbestimmung der Texte zur revolutionären Wirklichkeit",
en: R. Koselleck/R. Reichardt (eds.), Die Französische REvolution als Bruch des gesellschaftlichen
Bewusstseins, , Munich, 1988, 664-666, p. 664

9
no todo hecho es un acto de habla 18 . Y en su Respuesta a sus críticos, Koselleck
vuelve a insistir en su posición: “And analysis of concept requires command of
both linguistic and extralinguistic context, including those provided by
discourses. Only by such knowledge of context can the analysis determine what
are a concepts-multiple meanings, its content, importance, and the extent to
which it is contested” 19 . Al aspirar a articular la conexión entre el contexto
lingüístico de las fuentes y la realidad política y social, la Begriffsgeschichte no se
puede confundir con la “historia de las ideas”, que tenía que ver con “ideas”
que, como tales, estaban situadas en un nivel de abstracción, que poco tiene que
ver con el análisis del uso de un lenguaje específico en situaciones específicas.

18 R. Koselleck, “Feindbegriffe”, en: Jarhburch der Deutschen Akademie für Sprache und Dichtung,
1993, 83-90, p. 84 (citado en H.E. Bödeker, “Reflexionen”, como en nota 5, p. 114). Bödeker
destaca la contradicción en Koselleck de clasificar como extralingüística la realidad que ha de
ser explicada en términos conceptuales, a la vez que señala que las situaciones históricas sólo
surgen como situaciones conocidas a través de los usos de las palabras. (“Reflexionen”, p. 115).
La crítica de Reichardt a Koselleck se mueve en esta dirección, como hemos mencionado antes,
en el sentido de que los conceptos son realidades, que no son meros indicadores, sino que son
factores dados, previos a la conciencia y a la acción colectiva. Los conceptos son entonces sobre
todo factores de creación de la conciencia y de disposición para la acción. Si, para esta línea de
pensamiento, la “realidad” no es nada más que un sistema de conocimiento, es lógico que no
tenga sentido reconstruir la realidad pasada de forma independiente de su representación
contemporánea. Y no todos los historiadores aceptan este planteamiento. Véase, a este respecto,
Lucian Hölscher, “Hacia un diccionario de los conceptos políticos europeos”, en: Ayer 53 (2004),
97-108, p.103
19
R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), 65

10
2. Las hipótesis sobre el cambio en los conceptos

Partiendo de la ausencia de una identidad permanente entre lenguaje y realidad


y de la tensión entre ambos, se plantea la cuestión de cómo se expresan los
cambios inevitables en la relación entre ambos lados (si con nuevas palabras, si
con la acuñación de nuevos conceptos, si con la integración de nuevas
referencias de índole temporal en las palabras/conceptos viejos). El estudio de
esos cambios se convierte en objeto central de la “historia de los conceptos”,
pues ésta tendrá que averiguar precisamente si los cambios lingüísticos y
conceptuales son indicadores o factores de las transformaciones de la realidad
social extralingüística y tendrá que poner al descubierto los distintos estratos de
significado de tiempos distintos existentes en los conceptos.

La tesis más conocida de Koselleck sobre el cambio de los conceptos es


probablemente la de que en un cierto periodo de tiempo, en el ámbito de lengua
alemana, se atravesó un umbral en el que los conceptos políticos-sociales
fundamentales adquirieron contenidos y referencias “modernos”. El término
Sattelzeit acuñado por Koselleck para denominar este fenómeno de que, entre
1750 y 1850, se produjo este importante cambio en los conceptos está presente
en sus escritos desde las Richtlinien de 1967 hasta la Einleitung al primer
volumen de los Geschichtliche Grundbegriffen, de 1972, y su ensayo sobre la
escasez de teoría en la ciencia histórica, también de 1972 20 . En sus distintas

20
En 1967, en “Richtlinien” (como en nota 3) se delimita la época de investigación del
Diccionario entre 1700 y 1900, y se dice que, entre 1750 y 1850, se produce un cambio en los
conceptos (p. 81).
En el ensayo Über die Theoriebedürftigkeit der Geschichtswissenschaft” se puntualiza que la
transformación de algunos conceptos políticos fundamentales se produce en torno a 1770: “viejas
palabras, como democracia, libertad, estado, denominan desde alrededor de 1770 un nuevo
horizonte de futuro, que delimita el contenido semántico de otra manera. Topois tradicionales
tienen ahora referencias al futuro, algo que antes no tenían. Un común denominador del
vocabulario político-social consiste en que surgen cada vez mas criterios de movimiento (...) A
pesar de las viejas palabras, se trata casi siempre de neologismos, que adquieren desde
aproximadamente 1770 un coeficiente de temporalización (Über die Theorie...., Stuttgart, 1972,p.
119).
En la Introducción al Diccionario se citan de nuevo las dos fechas de 1750 y 1850, pero se
relacionan de otra manera algo distinta: “Una pregunta todavía sin respuesta clara es si este
cambio de significado esbozado en el ámbito del vocabulario político-social, que se registra de
manera análogo a en todas las épocas-umbral, se aceleró en torno a 1750. Hay muchos indicios a
favor de una respuesta positiva. En ese sentido, la Edad Moderna (“Edad nueva” literalmente

11
contribuciones al Diccionario, Koselleck va registrando con exactitud en qué
años aparecen estos cambios, siendo el año 1770 especialmente significativo.

De todos modos, dice Koselleck años después que no hay que exagerar
realmente la tesis del Sattelzeit. En 1996, en su respuesta a sus críticos dice: “In
any case, hypotheses about the existence of such a period play no part in the
method used in Begriffsgeschichte.. The sattelzeit is neither an ontological notion
nor is it tied to a single national language. The periodization is but one means of
narrowing the Geschichtliche Grundbegriffe’s focus and making its goals more
manageable 21

En conexión con su tesis del Sattelzeit presenta Koselleck las hipótesis o


criterios en virtud de los cuales se puede estructurar el proceso de cambio a
largo plazo. Se trata de los conocidos cuatro criterios, que en la Introducción al
Diccionario, denomina “Democratización”, “Politización”, “Ideologización” y
“Adquisición de una dimensión temporal” 22 . Por “democratización” entiende
Koselleck el fenómeno de que el vocabulario político y social se amplia y aplica
a otros ámbitos distintos. Por “politización” de los conceptos entiende el
fenómeno de que los conceptos van incluyendo referencias relativas a un

en alemán, JA) habría sido experimentada también como una “edad nueva” gracias a este
cambio acelerado. De repente, las nuevas transformaciones que se mantienen mueven el ámbito
de la experiencia, al que se refiere toda la terminología, especialmente sus conceptos relevantes,
de manera reactiva o provocativa. Al principio es llamativo y un resultado confirmado por el
Diccionario, que desde 1770 surgen un montón de nuevos significados, testigos de una nueva
manera de captar el mundo, que inducen a todo el lenguaje. Viejas expresiones se enriquecen
con contenidos que no solo forman parte del campo anterior al clasicismo y al idealismo sino
que dan un nuevo perfil de igual modo a la terminología política y social , como estas mismas
denominaciones” (“Einleitung”, como en nota 4, p. Xv)
21
R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), p. 69. Cuando Koselleck acuñó el término de
Sattelzeit no tenía la intención de asociar a él un planteamiento teórico. Fue un concepto
espontáneo, que quería mostrar que hacia 1800 hay un “umbral” en la historia alemana, sobre la
base de los trabajos históricos que él y Werner Conze ya habían realizado. Luego se fue
mostrando la capacidad para un planteamiento teórico que había implícita en este término,
pues realmente hubo en este umbral hubo un cambio de ritmo distinto a lo que había habido
antes. (R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 1), p. 194-195.
22 En “Richtlinien”, (como en nota 3) los denomina: Ideologisierung, Manipulierbarkeit,

Polemisierung, Standortbezogenheit, pp. 91-92; En la Introducción al Diccionario los denomina


Demokratisierung, Politisierung, Ideologisierbarkeit y Verzeitlichung, respectivamente
(“Einleitung”, como en nota 4, p. xvi-xix).

12
número cada mayor de personas. Que los conceptos se “ideologizan” significa
para Koselleck que se transforman en fórmulas abstractas o vacías, que se usan
de manera distinta según los intereses o la clase social de los hablantes. Con
“adquisición de una dimensión temporal” (Verzeitlichung) denomina Koselleck
el proceso de cambio en el que los conceptos incorporan referencias temporales,
relativas a expectativas de un futuro mejor o a diferencias entre un “antes” y un
“después” que ha de venir. Koselleck ha intentado siempre mostrar estos
criterios de cambio en sus investigaciones. A modo de ejemplo, traemos a
continuación los resultados a este respecto de sus investigaciones sobre algunos
conceptos fundamentales en el Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe. Se trata
de sus estudios sobre los conceptos Emanzipation, Fortschritt (Progreso), Staat y
Volk.

Emancipación 23

La primera constatación que presentan Koselleck y Grass, autores de la


investigación sobre este concepto, es el hecho de la generalización del uso del
término Emanzipation desde 1830 aproximadamente. El término, que era usual
originalmente en el vocabulario jurídico para expresar la situación de las
personas que se liberan de la dependencia de otra, pasa a otros ámbitos de la
vida y adquiere nuevos contenidos que no estaban presentes en él
originariamente. Emanzipation comienza a emplearse ya para referirse a las
clases bajas, a grupos sociales determinados, al pueblo y a la humanidad, que
son entendidos ahora como sujeto de la emancipación o como objeto de la
misma. Se habla de estar viviendo en una época de emancipación. De esta
manera, Emanzipation se convierte en un indicador de luchas de liberación en el
ámbito social y político y en un factor lingüístico a favor de esas luchas. Hacia
1840, dicen Koselleck y Grass, el concepto Emanzipation adquiere el contenido

23
R. Koselleck/Karl-Martin Grass, “Emanzipation” en: Geschichtliche Grundbegriffe 2, 153-197.

13
moderno que nosotros podemos entender hoy, sin necesidad de ninguna
“traducción”, con sus elementos utópicos incluidos 24 .

A lo largo de la investigación de los textos, los autores muestran, efectivamente,


esta generalización del uso del término y los cambios semánticos que incorpora.
Si, por ejemplo, Kant todavía no utiliza este término fuera de su reducido
ámbito jurídico originario y no lo utiliza para definir la Ilustración –que el
concibe, como sabemos, como un proceso de abandono de la minoría de edad-
ni tampoco para aplicarlo en su filosofía de la historia, Wieland, por el
contrario, se resiste expresamente a utilizarlo en ese sentido nuevo, criticando el
uso del término fuera de su sentido originario que estaba ligado a la situación
jurídica de las personas. Georg Forster, sin embargo, lo utiliza en 1792 con un
sentido positivo, como el que había tenido en la Ilustración inglesa del l7.

El artículo de Geschichtliche Grundbegriffe dedica muchas páginas al uso que de


Emanzipation hacen determinados grupos sociales, a la que asociaban que
asociaban ilusiones y expectativas de futuro muy concretas. Los autores
analizan textos alemanes relativos al fenómeno reivindicativo de la
emancipación de los católicos irlandeses, otros textos sobre emancipación de
los judíos, sobre la emancipación de la mujer y de la carne (Heine), sobre la
emancipación del trabajo y de los trabajadores y sobre la emancipación de la
esclavitud de los Estados Unidos 25 .

Los autores constatan cómo el concepto “emancipación”, que evidentemente se


había utilizado desde el final del siglo l8 desde la perspectiva de la filosofía de
la historia, se convirtió en la cuarta década del siglo l9 en el concepto principal
para la interpretación de la historia. Con Emanzipation se interpretaba ahora
toda la historia pasada y el futuro que había de venir. El concepto se convirtió
así, sin abandonar sus implicaciones de tipo jurídico, en un concepto de

24
“Emanzipation” (como en nota 23), pp.153-154
25
“Emanzipation” (como en nota 23), pp. 176-197

14
movimiento, es decir, en un denominador común de todas las reivindicaciones
dirigidas a la eliminación de las desigualdades de todo tipo. Y de esta manera
se convirtió en un concepto con una connotación antiestamental, crítico, por
tanto, con la situación real existente. El concepto formulado con esas
connotaciones se pudo interpretar tanto desde una perspectiva liberal como
democrática y, posteriormente, socialista 26 .

Progreso

En el artículo Fortschritt (Progreso) 27 , señala Koselleck que la acuñación de la


palabra sucedió de manera casual, pero que la acuñación del concepto como tal
fue el resultado de un profundo cambio en la experiencia, en el que se
incorporó una referencia temporal explícita, que no tenían los conceptos
anteriores de “Fortgang” o “Progreß”. Esta dimensión de temporalidad, de un
antes y de un futuro distinto, está en el núcleo de “Fortschritt”. Los textos de las
fuentes que investiga Koselleck le llevan a afirmar que el nuevo concepto
abarca –simultánea o sucesivamente- un conjunto de estructuras de movimiento,
que Koselleck califica de estructuras modernas. En los resultados de la
investigación, Koselleck va dando cuenta de los cuatro criterios del cambio,
aunque no los trate separadamente:
1. El progreso se refiere a una única humanidad (Menschheit) como sujeto que
hace su propia historia, convirtiéndose el progreso en un concepto de la
filosofía de la historia universal.
2. El progreso sigue estando referido, de todos modos, con frecuencia a algunos
sectores concretos o algún tipo de acciones concretas, en donde se pone de
manifiesto una tensión temporal: a cada “antes” le corresponde un “después”o
algún postulado para recuperarlo o superarlo. Progreso se convierte en un
concepto de “partido” o de acción.

26 “Emanzipation”, (como en nota 23), p. 166

27
R. Koselleck, “Fortschritt”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 2, 351-353, 363-423

15
3. El progreso mismo se llega a convertir en sujeto de sí mismo, con lo que el
“movimiento” queda referido a si mismo. De esta manera, la expresión se sitúa
en un plano superior de abstracción y puede utilizarse ideológicamente por
distintos grupos que recurran al mismo concepto.
4. Aunque el término describa a veces un proceso hacia algo peor, por regla
general progreso significa un movimiento hacia algo mejor. Progreso se convierte
casi en un concepto religioso, de esperanza religiosa.
5. El progreso apunta hacia un movimiento que no se piensa en términos
circulares, al contrario que los modelos antiguos, que presuponían su
repetibilidad. En el lenguaje, el progreso tiene su concepto contrario en el
retroceso, pero la teoría moderna del progreso afirma que los retrocesos siempre
son más cortos que los avances. El progreso tolera ciertamente discontinuidades,
pero siempre se mueve en una dirección lineal.
6. El objetivo final del progreso oscila entre conseguir la perfección final, que es
algo inalcanzable, o una permanente posposición en el tiempo, porque los
objetivos que el progreso tiene que alcanzar se conciben a su vez como
progresivos. El progreso se convierte en un concepto con una perspectiva
temporal, y, hablando más estrictamente, en un concepto para orientar o
planear el futuro.
7. Progreso indica frecuentemente una aceleración que, a diferencia de la
aceleración física, sólo puede ser desencadenada y sólo puede hacerse
consciente por fuerzas históricas concretas. Cuando estas fuerzas se definen
como “progresistas”, el progreso se está convirtiendo en un concepto de
legitimación histórica 28 .

Staat
En el análisis de los cambios relacionados con el concepto Staat (Estado),
Koselleck constata la transformación de este concepto en un concepto central en

28
Ibidem, 352-353. Después de este resumen de las transformaciones que se producen en el
concepto de progreso, Koselleck señala que este concepto es un indicador y un factor de la
industrialización, que se va abriendo camino y avanza con rapidez, cambiando muchas de las
condiciones de la vida política y social o creando otras nuevas.

16
Alemania en el período posterior a la Revolución Francesa 29 . Los cuatro
criterios de la transformación que ha señalado en los otros conceptos, los
encuentra asimismo corroborados en los cambios conceptuales de Staat. El
concepto se convierte en “ideologizable”, en el sentido de que se convierte en
un concepto que logra un nivel de abstracción tal que excluye parcial o
totalmente cualquier otra alternativa al “Estado” y, por tanto, puede ser
utilizado desde intereses distintos. El concepto “se politiza” en cuanto que
todos los aspectos de la vida –jurídicos, morales, nacionales, humanos- quedan
absorbidos en el “Estado”. El concepto “se democratiza” en cuanto que Staat
pierde el significado de poder de índole personal, refiriéndose ahora a un poder
impersonal, que más adelante es concebido como derivado del pueblo. El
concepto, por último, adquiere también una dimensión temporal. Destaca
Koselleck que Staat, asimismo después de la Revolución Francesa, adquirió una
estructura interna temporal en la que se ponía en relación el pasado y el futuro
de una manera asimétrica: el Staat se entiende ahora como un sujeto activo de
una dinámica que le obliga a emprender reformas, a hacer progresos, a volcarse
hacia el futuro. El concepto de Staat se va entendiendo como un “organismo”
dotado de un impulso para desarrollarse de manera permanente. Esta
concepción del Estado como “organismo”, y el abandono y rechazo explícito del
uso de la metáfora de la máquina para referirse al Estado, es un indicio de esta
nueva manera de entender al Estado como un sujeto personal que tiene que
desarrollar proyectos de progreso 30 . En los textos de filósofos idealistas
alemanes, entre otros, encuentra Koselleck formuladas las nuevas demandas al
Estado como sujeto activo, basadas en la razón o en la historia. Si Kant habla del
“Estado en su idea”, del Estado como tal y lo deduce como un a priori necesario
31 , en Fichte el Estado aparece vinculado a la tarea de realizar la libertad 32 y

29
R. Koselleck, “Staat und Souveränität”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 6, 1-4, 25-64. En Francia, sin
embargo, señala Koselleck que, en la misma época, era más frecuente el uso de “Republique” o
“Empire” que de “Estado”.
30
Koselleck ejemplifica esta dimensión con un texto del príncipe Karl August von Hardenberg, en el que
pone de manifiesto el nuevo papel del Estado hacia el futuro. Se trata del Denkschrift über die
Reorganisation des preussischen Staats (12.9.1807). En: Ibidem, p. 30
31
En su Metafísica de las costumbres (1797), párrafo 45
32
Fichte, Beiträge zur Berichtigung der Urteile des Publikums über die Französische Revolution (1793),
en: Sämtliche Werke, vol. 6 (1845, reimpr. 1968), p. 103

17
testimonios parecidos se encuentran en otros muchos textos que Koselleck
aporta. En la filosofía de Hegel, es la “idea general del Estado como género” la
que ejerce un poder absoluto contra los Estados concretos para realizar la
libertad, no siendo tampoco el Estado real y concreto la última instancia de la
historia universal 33 .

Volk
En el concepto de Volk (Pueblo) también se pueden corroborar los cuatro
criterios de transformación en los conceptos 34 . La “democratización” del
concepto Volk se produce, por supuesto, escribe Koselleck, desde la Ilustración
de base iusnaturalista y por la Revolución francesa. Desde entonces, Volk se
entiende como abarcante básicamente de todos los miembros de un “pueblo”,
de la misma manera que la “nation” en francés o más aún el “peuple” jacobino
absorben –como “pueblo del Estado”- todas las diferencias secundarias
existentes entre las personas. Aunque el concepto democrático de pueblo no se
realiza en Alemania inmediatamente, pues hasta 1918 sigue siendo un concepto
de “partido” político, señala Koselleck que, sin embargo, su nueva aspiración a
integrar las diferencias en un único “pueblo estatal” indica un camino nuevo,
así como su aspiración a integrar una población con diferencias sociales y
jurídicas 35 .

Por lo que respecta a la “politización” del concepto Volk, Koselleck apunta que
el término incorpora desde entonces significados referidos a muchos y distintos
ámbitos o grupos sociales. Con Volk se forman numerosos compuestos en
alemán que “politizan” la vida cotidiana: desde Volksgeist hasta Volksküche
(cocina popular) pasando por Volksarmee (ejército popular) y otros muchos 36 .

33
Koselleck remite a la Filosofía del derecho, párrafo 259.
34
R. Koselleck, “Volk, Nation, Nationalismus, Masse”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 7, 142-151,
380-431
35
Ibidem, p. 147
36
Ibidem, p. 148

18
La “ideologización” de Volk la encuentra Koselleck en el uso generalizado de
Volk o Nation, con las matizaciones y las diferenciaciones que ponen los
distintos grupos sociales, que, aunque pretendan excluirse mutuamente los
unos a los otros, se están refiriendo, sin embargo, al mismo concepto
fundamental de “pueblo” que todos usan. Así constata las expresiones “pueblo
cristiano”, “pueblo liberal”, “pueblo demócrata” que, dentro de su
intencionalidad diferenciadora, no dejan de utilizar el concepto “pueblo”, lo
cual les permite criticarse unos a los otros, reprochándose mutuamente un uso
parcial o inadecuado del concepto “pueblo” 37 .

La adopción de la dimensión de temporalidad en el concepto Volk la constata


Koselleck igualmente. A Volk se le van asociando expectativas de futuro y se lo
pone en relación con otros conceptos de dimensión temporal como
“movimiento”, “progreso”, “historia”, “desarrollo”. Aunque al concepto de
Volk no le correspondiera todavía una experiencia en la vida real, se fue
convirtiendo en un concepto con esa orientación hacia el futuro, que podía ser
utilizada política e ideológicamente 38 .

La hipótesis del Sattelzeit fue importante para la elaboración del Diccionario


Geschichtliche Grundbegriffe. Pero, como hemos mencionado antes, el propio
Koselleck no la consideraba años después tan fundamental en el método de la
Begriffsgeschichte. Las cuatro hipótesis/criterios que hemos mencionado en las
líneas anteriores son, sin duda, más importantes. Como más importante es, en
relación al cambio en los conceptos, la constatación de Koselleck de que
determinados sustantivos utilizados normalmente en plural se convierten , a lo
largo de un período de tiempo, en “singulares” (Kollektivsingular), registrándose
ahí un cambio fundamental. El ejemplo paradigmático de este descubrimiento

37
Ibidem, p. 148. Este proceso de politización e ideologización de Volk es analizado por Koselleck hasta
bien entrado el siglo XX, pues desde comienzos del siglo observa nuevas transformaciones con nuevos
significados y denominaciones.
38
Ibidem, 148-149.

19
es para Koselleck lo ocurrido en el concepto Geschichte (Historia) 39 . En el
cambio de uso del plural –die Geschichten- al singular – die Geschichte- hay un
cambio que se realizó, dice Koselleck, de modo expreso en el último tercio del
siglo l8. La “historia”, en singular, designó desde entonces la suma de las
historias individuales, pero esto significaba además que se abría un nuevo
mundo de experiencia: el mundo de la historia, precisamente. Indicios de esta
transformación son las formulaciones que Koselleck encuentra en los textos de
ese último tercio del siglo 18: “la historia en y para sí”, la “historia en si”, la
“historia misma” o la “historia como tal”. Hasta entonces había sido imposible
pensar el término “historia” sin sujeto. La historia se refería a personajes o a
países, a Carlomagno o a Francia, etc... 40 . Las cosas, sin embargo, cambiaron,
señala Koselleck, cuando los historiadores ilustrados intentaron captar “la
historia misma”. Entonces pudo pensarse la “historia como tal”, sin un objeto, o
sujeto, particular. En relación con la facticidad de los personajes o de los
acontecimientos, este concepto nuevo de la historia era mas bien un
metaconcepto. Al hablarse de la historia en singular, la historia recibía un
ámbito propio, que se convertiría en director de toda la compleja experiencia
humana. La historia como sustantivo singular puso las condiciones para que se
pudieran hacer las historias particulares. 41 Todas las relaciones político-sociales
en este mundo se entenderían como historia en todas sus prolongaciones
temporales: “donde antes se hablaba de derecho o de sanción, de violencia, de
poder, de providencia o de casualidad, de dios o del destino, desde finales del
siglo l8 se podía remitir a la historia” 42 . El concepto de historia, en singular, “se

39
Véase R. Koselleck, “Geschichte, Historie”, en: Geschichtliche Grundbegriffe2, 593-595, 647-718. El
descubrimiento de este cambio, del singular colectivo, lo aplica Koselleck también a otros conceptos,
como el de Staat..
40
El pasaje que recoge Koselleck de J. M. Cladenius es muy ilustrativo al respecto: “Los eventos, y con
ellos también la historia, son cambios. Pero éstos, sin embargo, presuponen un sujeto, una esencia o
substancia permanente” (Allgemeine Geschichtswissenschaft, worinnen der Grund zu einer neuen
Einsicht in allen Arten der Gelehrtheit gelegt wird. Leipzig 1752, p. 11). Vid. “Geschichte, Historie”,
(como en nota 39), p. 649.
41 Koselleck trae a este respecto el siguiente texto de G. Droysen: “Por encima de las historias

está la historia, así resumía Droysen en 1858 el nuevo mundo de experiencia de la historia (J.G.
Droysen, Historik, Darmastad 1960, 4ª ed., p. 354) Geschichtliche Grundbegriffe 2, 652 (como en
nota 39, p.652).
42
Ibidem, 594

20
politiza”, es decir se convierte en un concepto central aplicable a muchas cosas.
Y se convierte en el marco, no superado, del pensamiento histórico moderno 43 .

3. Los conceptos no tienen historia, aunque contienen historia.

A la vez que Koselleck escribía sus trabajos para el Diccionario, continuó su


labor de reflexión sobre los conceptos y el cambio en los conceptos como objeto
de estudio de la Begriffsgeschichte. En 1983 escribió un artículo que arroja nueva
luz sobre su propia tarea realizada en los Geschichtliche Grundbegriffe y que
contribuye a precisar cuál es realmente el objeto de la “historia de los
conceptos” 44 . La tesis de este artículo es que los conceptos no cambian, no
tienen historia, sólo pueden envejecer. Volcada esta afirmación sobre los
cambios investigados y reflexionados teóricamente por él –de los que hemos
dado alguna cuenta en el apartado anterior- surge de nuevo la pregunta de cuál
es el objeto de la “historia de los conceptos”, si éstos no tienen historia. ¿Qué
historia realmente la Begriffsgeschichte? Las precisiones que aporta Koselleck en
este artículo perfilan su concepto del concepto y aporta algo más sobre cuáles
son los cambios de que se puede ocupar la “historia de los conceptos”.

En el artículo de 1983 Koselleck afirma, expresamente contra Nietzsche, que


“los conceptos como tales no tienen historia. Contienen historia, pero no tienen
historia. Sólo pueden envejecer, afirmar algo que ya no sea acertado. Lo que
cambia entonces es el contexto, pero no el concepto envejecido” 45 . Una vez que
se ha formado un concepto, es decir, una vez que se ha sellado la relación entre

43El pasaje de J.Chr. Adelung que reproduce Koselleck es claro a este respecto: “la expresión
(Geschichte) tiene tres significados de igual rango, que ya no ha perdido desde entonces: 1. Lo
que ha sucedido, una cosa sucedida..., 2. La narración de esta historia o de los eventos
acontecidos; la Historia (Historie)....3.El conocimiento de los eventos acontecidos, la ciencia de
la historia; sin plural.” (Versuch eines vollständigen grammatisch-kritischen Wörterbuchs der
hochdeutschen Mundart, 5 vols, Leizpig, 1774-1786, vol. 2, 1775, pp. 600 y s.), en: Koselleck, como
en nota 39, p. 657)
44
R. Koselleck, “Begriffsgeschichtliche Probleme der Verfassungsgeschichtsschreibung”, en: Der Staat
Beiheft 6, 1983, 7-21, Aussprache 22-46.
45
Ibidem, p. 14

21
una palabra y una realidad específica con un significado determinado, se
convierte en algo único 46 . Y “una vez que se ha acuñado un concepto como tal
se sustrae al cambio”. Cuando se “ha llevado algo al concepto”, es decir,
cuando determinados fenómenos o situaciones han sido reunidos bajo una
palabra con un significado determinado ya no son susceptibles de cambio.
Aquello a lo que el concepto se refiere específicamente al construirse el
concepto ya no puede cambiar: el concepto de politike koinonia de Aristóteles o
el concepto de res publica de Cicerón tiene un carácter único, aunque la realidad
sobre la que versan sea algo permanente o algo que se repite en el tiempo. La res
publica de Cicerón, por ejemplo, se refiere, a la sociedad romana de época y a
su concepto de “hombre”. La politike koinonia de Aristóteles sólo puede ser
entendida en relación con la forma de organización política de su época, la polis.
Lo que ahí es único, es decir, que está referido a una realidad específica, no
puede cambiar a lo largo del tiempo. Una vez que se ha hallado un concepto
pensado de manera específica, aunque fuera con una palabra previamente
existente, se sustrae al cambio. Lo que sí puede cambiar es la realidad que el
concepto ha “conceptualizado”, de modo que la formación posterior de un
concepto se adecue a aquélla, cambiando entonces al compás de la realidad. Lo
que tiene historia es todo aquello que “se ha llevado” a un concepto 47 .
Siguiendo con el ejemplo de Aristóteles, su concepto de politike koinonia no
puede cambiar, insiste Koselleck. Lo que realmente ha ocurrido es que los
lectores posteriores de Aristóteles le dan un significado distinto y una
aplicación distinta. El concepto de Aristóteles como tal no tiene ninguna
historia, pero sí la tiene la recepción de ese concepto 48 .

La rotundidad con que Koselleck afirma que los conceptos como tales, una vez
formados, no tienen historia le lleva incluso a plantearse si la denominación de

46
Pocos años después lo repetiria: “What matters here is that as son a word is used with a specific
meaning and with reference to a specific reality, it is unique” (“Some Reflections on the Temporal
Structure of Conceptual Change”, en: W. Melching/W. Velema (eds.), Main Trends in Cultural History.
Amsterdam, 1994, 7-16, p. 8.
47
Ibidem, 14
48
R. Koselleck, “Hinweise auf die tempooralen Strukturen begriffsgeschichtlichen Wandels”, en: Hans-
Erich Bödeker (ed.), Begriffsgeschichte (como en nota 5), 31-47, p. 34

22
“historia de los conceptos” es una denominación adecuada para la tarea
historiográfica que el realiza. El reconoce que la denominación Begriffsgeschichte
contiene una cierta laxitud lógica, habida cuenta que los conceptos no tienen
historia, pero considera que es una expresión cuyo uso ya se ha generalizado y
resulta, por tanto, difícil cambiarla. De todos modos, la propia denominación
“historia de los conceptos” no deja de lanzar un reto científico para precisar de
qué se ocupa realmente la Begriffsgeschichte. Señala Koselleck que el que los
conceptos no tengan historia no excluye que las palabras que los transportan
puedan adquirir nuevos significados, que hay que investigar en una “historia
de los conceptos”. Investigar, por tanto, si, adheridos a palabras viejas, se
forman conceptos nuevos con nuevos contenidos distintos a los que
transportaban esas palabras viejas. Y esta historia puede ocuparse igualmente
de las nuevas palabras que se forman para denominar nuevas realidades o para
denominar estados de cosas en principio idénticos. La semasiología y la
onomasiología, por tanto, son claves en el quehacer de la “historia de los
conceptos”. Lo que Koselleck deduce del hecho de que los conceptos envejecen
y de que se forman nuevos conceptos, pero que los conceptos no tienen historia,
es que nosotros tenemos que definirlos para nosotros mismos si queremos
utilizarlos históricamente; tenemos que “traducirlos” para poder entenderlos,
siendo por tanto conscientes de la distancia existente entre los dos momentos.
Ahí es donde la “historia de los conceptos” realiza una tarea historiográfica,
pues ella muestra la historia de la acuñación de los conceptos, de sus usos y de
los cambios que experimentan todos aquellos elementos que “han sido
llevados” al concepto 49 .

Las reflexiones de Koselleck sobre los cambios semasiológicos y


onomasiológicos son numerosas, pero para clasificar las distintas posibilidades
de cambio en la relación concepto-realidad acude, en repetidas ocasiones, a la
clasificación que hizo hace varios años Heiner Schultz 50 .

49
Ibidem, 15
Heiner Schultz, “Begriffsgeschichte und Argumentationsgeschichte”, en: R. Koselleck (ed.),
50

Historische Semantik und Begriffsgeschichte. Stuttgart 1979, 43-74, esp. 64-67. Koselleck se refiere a

23
1) La primera posibilidad de que habla Schultz es que el concepto y la realidad
permanezcan idénticos, tanto diacrónica como sincrónicamente. En este
supuesto hay que demostrar empíricamente la identidad con la realidad pasada
en cuanto a sus elementos espaciales, personales, estructurales o situacionales.
Schultz señala que si un concepto ha permanecido idéntico sería fundamental
preguntarse qué aporta para la explicación del cambio en otros ámbitos 51 .
Koselleck piensa que es muy raro que el significado de las palabras y la
situación real se correspondan entre si de manera duradera, y más raro todavía
es que cambien en paralelo y en el mismo sentido. Hay palabras y situaciones
que han permanecido constantes, como sucede con muchos conceptos
relacionados con el conocimiento de la naturaleza y con la vida de los
campesinos y los artesanos, que son áreas de actividad sujetas a una continua
repetición 52

2) La segunda posibilidad es que el concepto permanezca idéntico y cambie la


situación real, aunque este caso no parece previsto en la Einleitung (1972) al
Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe 53 , pues allí se habla de que el cambio del
significado de la palabra y la situación sucedan a la vez, aunque en cada lado se
produzca de manera distinta. Koselleck, por su parte, como ejemplo de esta
segunda posibilidad, menciona el caso del marxismo soviético. Para el
marxismo soviético, el capitalismo era la última etapa antes de la ruptura
revolucionaria final. En la realidad irrumpieron el fascismo y el
nacionalsocialismo –algo no previsto antes de la primera guerra mundial-, y
entonces para salvar las expectativas revolucionarias, el fascismo fue redefinido
conceptualmente, de manera poco conforme con la realidad, como la fase mas
avanzada del capitalismo. Y después de 1945, la ortodoxia soviética

esta clasificación, por ejemplo, en “Hinweise” (como en nota 48, p. 34-35) y en “Historia de los
conceptos y concepto de historia”, en: Ayer.Revista de Historia Contemporánea 53 (2004), 27-45, p. 31)a
51
H. Schultz, como en nota anterior, p. 65
52
R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 48), 31-32
53
Schultz se refiere a “Einleitung” (como en nota 4), xxiii. Schultz hace la observación de que uno se
puede imaginar perfectamente que un usuario insista en el uso de un concepto por no haber
notado cambio relevante o porque, habiéndolo notado, no quiere notarlo ....(íbidem, 65/66).

24
consideraba que los Estados Unidos y Alemania eran países pertenecientes al
capitalismo monopolista, agresivo, militarista, es decir, fascistas. Y todo ello
con vistas a conservar los viejos significados de esa filosofía de la historia
utópica 54 .

3) La tercera posibilidad es que cambie el concepto, pero la situación siga igual.


Lo que plantea Schultz para el caso de esta tercera posibilidad es que habría que
ver si se empieza la formación de un segundo concepto, o si es irrelevante para
el concepto un cambio en la forma de expresión. Hay que ver si las nuevas
expresiones para la misma situación están ocultando las expresiones
peyorativas, etc... Y hay que preguntarse entonces quién y en qué situación
cambia el concepto o lo abandona por otro. Aquí cabe pensar dos casos: o se
cambia el concepto aunque no cambie la situación para algunos, pero para otros
sí, de modo de que el cambio en el concepto es una respuesta que hay que
averiguar en qué consiste realmente; o el concepto se cambia porque para el
usuario la realidad había cambiado, aunque la reconstrucción que hacemos hoy
demuestre que la situación no había cambiado y que el usuario se había
engañado al respecto por algún motivo 55 . Para ejemplificar este tercer supuesto,
Koselleck aduce el ejemplo del concepto de revolución: el concepto cambia,
pero la secuencia de revoluciones, en tanto que acontecimientos históricos,
sigue sucediéndose de la misma manera o similar. La “revolución” se entiende
desde el siglo l8 en términos de un proceso de carácter único, capaz de deparar
de una vez por todas, con menor nivel de violencia, un futuro pacífico. Este
nuevo significado omitía, dice Koselleck, el hecho de que esas revoluciones
conducirían inevitablemente a la guerra civil, tal como sucedió en la realidad en
la mayoría de los casos. Definición utópica de la “revolución”, aunque la
realidad presentaba otras características. El asesinato, la violencia y la guerra
estaban siempre presentes a despecho de los programas utópicos 56 .

54
R. Koselleck, “La historia de los conceptos” (como en nota 50), 32
55
H. Schultz (como en nota 50), 66-67
56
R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 50), 32-33

25
4) La última posibilidad que señala Schultz es que se produzca una
discontinuidad en el concepto y en la situación. Sería el caso contrario del
primer ejemplo. Cada lado cambia a su ritmo, alterándose la relación existente
entre ambos. Aunque en los cuatro supuestos se plantea la cuestión de la
explicación causal de cada supuesto de cambio, en este último caso la necesidad
es mayor. Aquí hay que explicar el cambio de los conceptos por el cambio en la
realidad, y, algo que se suele hacer menos, explicar el cambio en la realidad
por el cambio en los conceptos. 57 Para ilustrar esta cuarta posibilidad de
cambio, Koselleck elige los cambios efectuados en la historia del concepto
Staat/status y su asincronía en relación con la historia de la construcción real del
Estado en Alemania. En el caso alemán concretamente, la historia de la
formación del Staat real no se ajusta, ni siquiera discurre paralelamente, a la
formación del concepto Staat. A este respecto indica Koselleck cómo Staat,
durante los siglos l7, l8 y los comienzos del l9, significaba “posición social”,
estamento, el estado del príncipe (la posición del príncipe). Pero hacia 1800, en
pocas décadas se produjo un cambio radical en el lenguaje jurídico, hasta el
punto de que Staat fue entendido con un significado totalmente distinto al de
Stand-estamento. El Staat se entendió como soberano, con todos los atributos
que antes habían sido adjudicados al príncipe, redefiniéndose a los antiguos
súbditos como ciudadanos del Estado, dentro de unas fronteras determinadas.
El Estado, como un singular colectivo, incorpora ahora muchos significados en
un solo nombre abstracto. Este singular excluyó todos los demás significados
que habían estado vigentes con “estado”, y sobre todo al de Status que se refería
a una sociedad de sociedades plurales, de plurales corporaciones. Decir que se
convirtió en un concepto histórico fundamental es decir que se convirtió en un
concepto que “dirige e informa completamente el contenido político y social” en
una lengua, en este caso, la alemana. 58

57
H. Schultz (como en nota 50), 67
58
R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 50), 34-36. En Francia ocurre de manera
distinta. Ya en el siglo 17 se habla del état souverain en abstracto, cuya traducción sólo se encuentra en
Alemania en el siglo l9. “Soberanía” –como última instancia de decisión- era en Francia acorde con la
realidad histórica desde Luis XIV, mientras que en Alemania era un concepto al que se tendía, pero sin
darse en la realidad: ni eran soberanos los Príncipes de los Estados territoriales que componían el Reich –
aunque les gustase llamarse así- ni lo era el Kaiser, pues estaba vinculado jurídica y políticamente al

26
Con todos ejemplos de cambio, Koselleck precisa algo más sus reflexiones sobre
la relación entre el carácter único de un concepto y los cambios que se pueden
registrar en los elementos que se “han llevado al concepto”. Se trata de que los
conceptos contienen varios estratos de significado procedentes de distintos
tiempos, que, a su vez, tienen un ritmo distinto de duración: algunos matices
de su significado anterior han desaparecido, pero otros han seguido. Si no se
puede hacer ciertamente la historia de un concepto concreto, sí se puede hacer,
sin embargo, la historia de los distintos estratos temporales que ha tenido. En el
transcurso del proceso histórico, un concepto puede ir obteniendo otros
significados o borrando algunos otros, y de estos estratos temporales sí se
puede escribir su historia. Es más, hay otros conceptos que no sólo tiene
estratos de diferentes épocas, sino que en algún momento adquieren una
remisión al futuro, como ocurrió con republicanismo, cuando comenzó a ser
entendido no ya como una referencia a la realidad presente, sino como un deseo
o una expectativa para el futuro. Este concepto y los ismos del lenguaje político
moderno demuestran que el significado de los conceptos puede contener, con
distinto grado de combinación, experiencias del pasado, realidad actual y
esperanzas o expectativas de futuro. La “historia de los conceptos” tiene que
poner al descubierto los elementos del pasado, del presente y del futuro que
contengan los conceptos-clave del vocabulario político y social 59 .

Con dos ejemplos concreta Koselleck su reflexión sobre los estratos temporales
de los conceptos. El primero de ellos es el viejo concepto aristotélico de la
politike koinonia. Fue traducido al latín como societas civilis.. Ambos se referían a
ciudadanos de pleno derechos, dejando fuera de la “comunidad política” a los
esclavos. Pero, aún así, esta teoría de la politike koinonía contiene otros elementos
que todavía son relevantes en la discusión actual sobre la determinación de la

Reichstag y a los príncipes electores. La suma de Kaiser, Reichstag y los Príncipes nunca llegó a ser una
unidad que actuara con soberanía. El Reich en ese sentido nunca fue un Estado en sentido francés del
concepto. Véase R. Koselleck, “Staat und Souveränität”, en: Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 6, 1997,
1-154, pp. 1-4.
59
R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 38-39

27
“vida buena”, por ejemplo. En un cierto sentido, la teoría de Aristóteles está
todavía viva. Hay seguidores, por ejemplo, de la reflexión aristotélica de que un
requisito necesario para un orden político estable es la distribución
relativamente igual de la riqueza entre los ciudadanos. Pero, por otro lado,
también está claro que desde el momento en que se traduce la politike koinonia
por societas civilis cambia su significado original de manera fundamental.
Societas civilis se usa al comienzo de la edad moderna para una sociedad
organizada en estamentos, es decir, para una sociedad con un estructura
jerarquizada y no igualitaria. Después de la Revolución francesa, la societas
civilis – o bürgerliche Gesellschaft-, sin embargo, se usa para una sociedad
caracterizada por sus exigencias de libertad e igualdad. La misma expresión,
por tanto, tiene significados distintos en la Edad antigua, en los comienzos de la
Edad Moderna y en la Edad Contemporánea. El concepto tiene muchos estratos
de significado de distintos tiempos. Algunos de esos significados son todavía
actuales y los podemos entender. Otros han desaparecido. Esto es lo que quiere
decir que el concepto “sociedad civil” tiene distintos estratos temporales y que
cada uno de ellos tiene una distinta duración 60 .

El segundo ejemplo es el concepto de Bildung. En su significado encuentra


Koselleck igualmente muchos niveles temporales, que proceden de una
tradición específicamente alemana. Bildung tiene connotaciones medievales y
modernas, y llegó a convertirse en un concepto fundamental de la identidad
cultural de los alemanes. Uno de los significados dominantes en Bildung es de
índole religiosa; es decir, ser “gebildet” es poseer una determinada actitud
religiosa, pero, hacia 1770, observa Koselleck, se puede constatar que la
religiosidad que se considera parte integral de la Bildung es de carácter secular.
Por eso el concepto de Bildung, el núcleo de cuyo significado gira en torno al
cultivo o formación de sí mismo, no se puede “traducir” ni por educación ni por
cultura. Ni tampoco, apunta Koselleck, sería adecuado hacerlo corresponder
con “civilización”, pues este concepto en francés o inglés contiene una

60
R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), p. 37

28
referencia de una u otra manera a la “sociedad civil”, es decir, a las cualidades
del “civis”, algo siempre presente en el vocabulario ilustrado. Bildung, por el
contrario, se sitúa en el ámbito de la autonomía moral del individuo, sin
referirse a la dimensión política o social que pueda tener el individuo 61 .

Las estructuras temporales de los conceptos remiten, según Koselleck, a la


existencia de una semántica previa, que se caracteriza ante todo por su carácter
de repetibilidad. La semántica la define como la posibilidad de repetición, pues
para que un acto de habla único sea comprensible, todo el patrimonio
lingüístico ha de estar disponible como algo dado. La comprensión es posible
gracias a la recurrencia del lenguaje, que es “actualizado” una y otra vez en el
momento de hablar y que se modifica a sí mismo lentamente 62 . Y las estructuras
de repetición –no sólo la del lenguaje- remiten a la existencia de depósitos de
experiencia que estaban disponibles antes de las generaciones contemporáneas y
que seguirán actuando después de las generaciones contemporáneas. Pues bien,
la semántica, que favorece un determinado camino para organizar y dirigir los
pensamientos y las experiencias, y de la que depende cada acto de habla
individual, “establece una estructura interna de carácter temporal en cada
concepto que usamos” 63 .

Y, para terminar este apartado, hay que referirse también a las innovaciones. La
diferenciación entre múltiples estratos temporales en los significados tiene que
ver con la continuidad semántica. ¿Pero es posible una innovación lingüística?
¿Es un proceso rápido o lento? Koselleck responde, como es usual en él, con un
ejemplo. Se trata, esta vez, del concepto Bund, importante sin duda en alemán, y
que no es una traducción de ninguno de los términos latinos que podrían estar
próximos, como foedus, conferatio, unio o liga. 64 El término se acuñó al final de la

61
R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 40-42. Véase Rudolf Vierhaus, “Bildung”, en:
Geschichtliche Grundbegriffe , Vol. 1, Stuttgart 1972, 508-551.
62
R.Koselleck, “Estratos del tiempo”, en: Estratos del tiempo: estudios sobre la historia. Barcelona,
2001, 35-42, p. 38
63
R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 41
64
R. Koselleck, “Bund”, en: Geschichtliche Grundbegriffe, Vol. 1, Stuttgart, 1972, 582-671

29
edad media. Al principio se utilizó en expresiones verbales, “wir verbinden
uns” y sólo después se usó el sustantivo Bund. Y con el sustantivo ya se pudo
formular alguna teoría coherente sobre este fenómeno de “unirse”, “asociarse”.
Pero durante la Reforma, Lutero utilizó Bund como traducción del berith hebreo
del Antiguo Testamento. Entonces Bund se cargó con una connotación teológica
y no se utilizaba en el contexto político. Incluso la conocida “Schmalkaldischer
Bund” de los enfrentamientos religiosos del siglo XVI nunca se llamó “Bund”,
precisa Koselleck. Bund, por tanto, siguió siendo un concepto del ámbito
religioso, que se refería a una unión creada por Dios. Y esta interpretación
teológica dominó hasta bien entrado el siglo l9. Incluso Marx y Engels
conocieron este significado antiguo. Y cuando se les pidió un escrito
declaratorio para el “Bund der Kommunisten” se les pidió que hicieran una
“declaración de fe” (Glaubensbekenntnis), es decir, un concepto del ámbito
religioso. Pero en vez de redactar un catecismo, hicieron un “manifiesto”. Esto
fue una innovación y duradera. Actualmente han desaparecido de Bund todas
sus connotaciones teológicas.

4. Observación final.

En las páginas anteriores hemos intentado precisar algunos de los elementos


fundamentales de la Begriffsgeschichte de Reinhart Koselleck: el concepto del
concepto, su relación con la realidad, sus tesis sobre el cambio conceptual. A
modo de resumen aproximativo de las reflexiones de Koselleck se podría decir
que su “historia de los conceptos” busca el uso concreto de la lengua en la vida
social, política o jurídica, midiendo el mundo de la experiencia real y de las
expectativas por sus registros en el lenguaje. Lo que pretende Koselleck es una
historia de cómo se produce un significado a través del lenguaje, mostrando la
articulación que pone en relación los textos de las fuentes y la realidad política
y social. La “historia de los conceptos” va, por tanto, más allá del análisis de los
conceptos para llegar a ser una historia de la experiencia. Pero la historia de la

30
realidad, por supuesto, sigue siendo un nivel independiente desde el punto de
vista metodológico, que no se puede confundir con el nivel de su articulación
lingüística en las fuentes y en sus conceptos. La Begriffsgeschichte, que comienza
con el análisis de los correspondientes conceptos-palabras, no se detiene ahí
sino que los pone inmediatamente en relación con otros conceptos próximos o
antónimos, pues a la Begriffsgeschichte le interesa el “vocabulario” de un sector
de la lengua, no los lexemas particulares. En definitiva, puede decirse que la
Begriffsgeschichte considera a los conceptos como reflejos de la sociedad en
cuanto que acuñan significados para la interacción social entre las palabras y la
realidad. Y como la relación entre lenguaje y realidad se altera
permanentemente, generándose cambios semasiológicos y onomasiológicos, la
“historia de los conceptos” encuentra ahí su objeto de análisis, pues los
conceptos como tales no tienen historia, aunque sí contengan historia, es decir,
estratos de significados de distintos tiempos y de distinta duración.

Algunos investigadores consideran que la intención del proyecto de Koselleck


no está tan alejada de los enfoques anglo-americanos y franceses de la
semántica histórica 65 . El propio Koselleck ha reconocido que su proyecto no es
incompatible con la historia del discurso. Y algunos investigadores se han
adentrado ya en el análisis de esta compatibilidad entre los dos caminos de
hacer historia del lenguaje político y en la comparación en concreto entre
Reinhart Koselleck y Quentin Skinner 66 . Aunque no este el momento para hacer

65
Véase Hans-Erich Bödeker, “Reflexionen” (como en nota 5), especialmente pp. 116-121, y
“Ausprägungen der historischen Semantik in den historischen Kulturwissenschaften”, en:
Begriffsgeschichte (como en nota 5), 12-22.
66
Véase, sobre todo, la aportación de Melvin Richter “Pocock, Skinner and Begriffsgeschichte”, en: The
History of Political and Social Concepts. Oxford, 1995, 124-142. Kari Palonen ha realizado un amplio y
detallado estudio comparativo sobre Q. Skinner y R. Koselleck en Die Entzauberung der Begriffe. Das
Umschreiben der politischen Begriffe bei Quentin Skinner und Reinhart Koselleck, Münster 2004. Su
tesis fundamental es que Q..Skinner mantiene una perspectiva retórica en el cambio de los conceptos,
mientras que la perspectiva de Koselleck se basa en una teoría del tiempo.
En la tesis de que los “conceptos no tienen historia” cabe constatar, sin duda, una gran proximidad entre
Koselleck y Skinner. En “Reply to My Critics” escribe Skinner: “I can best restate my objection by
observing, in Wittgensteins’s phrase, that concepts are tool. To understand a concept, it is necessary to
grasp not merely the meanings of the terms used to express it, but also the range of this things that can be
done with it. This is why in spite of the long continuities that have undoubtedly marked out inherent
patterns of thought, I remain unrepentant in my belief that here can be no histories of concepts; there can

31
ninguna reflexión comparativa, sólo me referiré -para terminar- a dos
observaciones que el propio Koselleck hace, dentro de esa compatibilidad de
enfoques señalada, sobre dos diferencias específicas entre su manera de
entender la “historia de los conceptos” y la que tienen los historiadores del
discurso anglo-americanos. La primera observación tiene que ver con la óptica
desde la que consideran el lenguaje. Según Koselleck, los historiadores del
discurso cultivan básicamente la vieja exégesis de textos y no siguen el hilo rojo
de los conceptos fundamentales centrales. Para él, sin embargo, el carácter
específico de la Begriffsgeschichte está en encontrar esos conceptos centrales sin
los que no es posible (organizar) la experiencia, es decir, su Begriffsgeschichte
presupone el carácter no intercambiable de esos conceptos fundamentales y
luego los busca y averigua por qué son cuestionables o no son cuestionados.
Precisamente porque no son intercambiables, muchos hablantes los usan con la
pretensión de establecer qué es el verdadero Estado, qué es la emancipación,
qué es la sociedad. 67 La segunda observación tiene que ver con el carácter
normativo de los conceptos. En una de sus últimas entrevistas, realizada en
Madrid en el mes de marzo de 2005, Koselleck afirma que la verdadera
diferencia que tiene con el quehacer historiográfico de Quentin Skinner es que
éste vuelca sus análisis hacia lo normativo68 . Alude concretamente a sus análisis
de los conceptos de freedom y liberty y le parecen muy normativos, comparados
con el lenguaje vehemente de los teólogos presbiterianos y los argumentos de
los revolucionarios británicos de los años de la guerra civil, impregnados de
teología. Koselleck no opera, como historiador, con conceptos normativos. Cree
que no se puede retrospectivamente la normatividad implícita en los conceptos
del último siglo, haciendo análisis históricos a partir de ellos: “tengo que
escuchar lo que dijeron las gentes del pasado e intentar ver cuáles se supone

only be histories of their uses in argument” (en: James Tully, ed., Meaning and Context. Quentin Skinner
and his Critics. Cambridge, 1988, 231-288, p. 283
67
R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 1), 193
68 “Historia conceptual, memoria e identidad (I). Entrevista a Reinhart Koselleck”. Por J.

Fernández Sebastián y J.F. Fuentes, en: Revista de Libros de la Fundación Caja Madrid 111 (2006),
19-22.

32
que fueron sus intenciones originales, aunque las respuestas a esa clase de
cuestiones sólo podré encontrarlas si desarrollo hipótesis adecuadas” 69 .

69Íbidem, p. 22. Koselleck puntualiza que cuando habla de prescindir de conceptos normativos
se refiere a su tarea de historiador Otra cosa es si se entrara en el terreno de la política.

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