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Con el tiempo, las críticas vienen desde quienes creen que sólo se debe
estudiar la Tierra como habitat de la humanidad y quienes creen que las
relaciones entre el hombre y la Tierra sólo deben centrarse en el medio ambiente
natural. Por ejemplo, Demageon creía que el objeto de la geografía era “estudiar
en una región, geográficamente definida, las relaciones entre la naturaleza y el
hombre”. Más elaboradas y recientes son las concepciones que consideran el
espacio como una abstracción y las que equiparan medio geográfico con medio
físico y medio físico con medio natural.
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Sólo con el desarrollo de las tendencias radicales en los años sesenta y setenta
se consolida la visión del espacio geográfico como un producto social y de la
geografía como una ciencia social entre otras muchas, abordando la vida en
sociedad desde una preocupación centrada en los aspectos territoriales.
El propio paisaje, como explica Milton Santos, se aleja cada vez más de un
mundo natural prácticamente reducido a cada vez más escasos lugares para
convertirse en un “conjunto de formas heterogéneas, de edades diferentes,
pedazos de tiempos históricos representativos de diversas maneras de producir
las cosas, de construir el espacio”; por eso cree que debemos superar el análisis
del aspecto del paisaje para llegar a entender su significado.
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procesos de diferenciación espacial, la vinculación entre grupos sociales y
fragmentos del territorio cobran cada vez mayor importancia.
A finales del siglo XIX, Ratzel expuso el método para estudiar los problemas de
la geografía humana, describiendo la distribución de los seres humanos sobre la
Tierra y explicando estas distribuciones en función de la historia y de las
condiciones físicas, valorando las influencias que los elementos naturales
ejercieron sobre las sociedades. Eran los tiempos del determinismo.
El determinismo
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El determinismo era excesivamente simplista, reduccionista del carácter complejo
de las relaciones espaciales, pero introdujo en la geografía un método científico, el
hipotético-deductivo, y convirtió a la geografía en una ciencia puente entre la
naturaleza y la cultura.
La alternativa anarquista
Son aquellas que surgen como reacción frente al determinismo, por su dificultad
de contrastar sus leyes universales con las investigaciones concretas. La
corrientes clásicas –entre las que destaca la posibilista o historicista de influencia
francesa- se identifican con las geografías regionalistas y del paisaje, destacan el
papel del sujeto, se interesan por lo único y singular y reconocen la dificultad de
alcanzar leyes generales.
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El concepto de ciencia de lo único y singular –que dio lugar a multitud de
estudios regionales y monografías concretas- convertía a la disciplina en una
ciencia sui generis, con problemas de identidad graves para mantener su status
científico.
La geografía cuantitativa
Como reacción a las corrientes clásicas, pronto surgió una corriente que afirmaba
que la geografía no era una disciplina singular o excepcional sino que debía
utilizar el método científico como cualquier ciencia. Surge así la denominada
“Nueva Geografía”, también conocida como teorética o cuantitativa, aunque estos
términos no son equiparables: la geografía teorética es abstracta y busca una
teoría general y la formación de un cuerpo de leyes; la geografía cuantitativa se
refiere a la aplicación de técnicas numéricas y estadísticas en el análisis de los
fenómenos, independientemente de su enfoque teórico o no. Adoptaban los
métodos normales de investigación científica y trataban de encontrar explicaciones
geográficas a la distribución y localización de las actividades humanas.
Sus críticos afirman que se preocuparon más por las técnicas analíticas que por
el desarrollo y profundización de una auténtica teoría geográfica; también creen
que se centraron en aspectos formales y concretos alejándose de los auténticos
problemas relevantes; finalmente, se les acusa de caer en el llamado fetichismo
espacial, convirtiendo el espacio en un objeto geométrico, teórico, separado de la
vida concreta de la gente, justificadora del orden social existente y carente de una
dimensión ética. Pero revitalizaron la geografía, cuestionando los principios
básicos de esta ciencia, aportaron enfoques analíticos innovadores, multiplicaron
las técnicas para obtener información y aplicaron la geografía a ámbitos diferentes
a los militares y docentes.
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La geografía radical
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Asumen que la actitud neutral es imposible y se sumergen en la investigación
mostrando cierta empatía con el objeto investigado. Para ellos el hombre es el
actor, y el lugar su espacio de vida: el mundo vivido es concebido como un
conjunto de hechos y valores, construido a través de la experiencia cotidiana.
Los postmodernismos
Aunque todavía son teorías escasamente consolidadas, las críticas les han
llovido desde todas partes: se les acusa de incapacidad para establecer reglas
claras y postulados homogéneos, de que su decostrucción de conceptos y
categorías permite cualquier interpretación del mundo por inmoral que sea y se
duda de su carácter científico. Algunos creen que, bajo sus grandes postulados y
su oscura terminología, sólo existe un lenguaje vacío y una profunda ignorancia de
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la ciencia. Sin embargo, es indudable que han obligado a reflexionar sobre la
teoría geográfica, han fomentado interrogantes y han impulsado la renovación de
la geografía. Tal vez, sólo se trate de una actitud defensiva de una ciencia
epistemológicamente en construcción en unos tiempos de crisis y cambios
acentuados.