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Ficha de Lectura N°1

Nombre: David Cajas

Fecha de entrega: lunes 23 de agosto de 2010


Ideas seleccionadas:

1) “…Toda experiencia cognoscitiva involucra al que conoce…” 1 , a su estructura


biológica e historia. Esto quiere decir que nuestra percepción obedece a una
estructura que es capaz de percibir lo que está afuera de nosotros y crear una
representación dentro de nosotros, esto se transforma luego en una experiencia
que debido a nuestra capacidad de memoria y asociación, tende remos a recordar
y relacionar con experiencias posteriores, a ya sea consciente o
inconscientemente.
2) Un acto de percepción es el producto de un determinado estado del sistema
nervioso, el cual es gatillado por cambios en el medio externo del individuo.
Este estado a su vez determina una “postura” del individuo. Una secuencia de
estas posturas en un contexto determinado, al ser observada por nosotros nos
permite describir una conducta específica y juzgarla en relación a dicho
contexto. Sin embargo, la conducta corresponde a nuestra percepción el actuar
de otro y no al actuar mismo, pues nuestra descripción de este actuar añade a
todo el suceso explicado nuestra propia forma de interpretar la realidad
observada y no considera necesariamente los aspectos internos del individuo
observado sino sólo los externos.
3) La contabilidad lógica consiste en mantener 2 planos de aparente oposición
como respuestas parciales al paradigma del conocimiento. Estos 2 planos se
refieren, por un lado al medio externo, que nos brinda la información y el
contexto del que deriva nuestro conocimiento y, por el otro a la arbitrariedad de
nuestro sistema nervioso. La conjugación de estos 2 planos pretende abarcar la
dinámica del medio y de nuestro sistema nervioso dando un análisis
diametralmente distinto a cada uno de estos.

Desarrollo de idea:

El conocer es un fenómeno del que constantemente hablamos pero, sin embargo,


definirlo y aun más explicarlo resulta muy complejo, pues involucra una enorme
cantidad de procesos y de variables que no conocemos del todo. Se puede hacer un
acercamiento diciendo que es una forma de almacenar información, de contener todo lo
que nos percatamos del mundo, pero sabemos que esta información se relaciona de
algún modo dentro de nosotros se procesa. Sólo en esta descripción intuitiva tene mos
muchas cosas esenciales por describir, comenzaremos por algo muy particular que los
autores se empecinan en señalar, y es que todo esto ocurre dentro de nosotros. ¿Cómo es
eso? No estamos seguros de la forma en que se da, pero sabemos que algo ocurre,
aparentemente dentro de nuestro cerebro, que nos permite reconocer, identificar e
incluso describir no sólo objetos o entidades físicas, sino también sucesos y cosas
mucho más abstractas.

1 a
Maturana, Humberto y Varela, Francisco. El árbol del c onocimiento.7 Ed. Santiago de Chile,
Universitaria, 1990, 7 p.
El conocer se caracteriza por ser un fenómeno que se produce dentro de nosotros pero
que tiene su origen en un hecho que ocurre fuera de nosotros. Frente a esto observamos
que no es posible correlacionar, por ejemplo, un color determinado (una luz de longitud
de onda dada) con la experiencia de ver ese color pero sí es posible relacionarlo con una
actividad neuronal específica en el individuo, vale decir, con un estado interno
específico. Esto se demuestra fácilmente con algunas experiencias ópticas peculiares
que hacen dar cuenta de estos rasgos de nuestra percepción, el clásico juego de las
“ilusiones ópticas”, lo que creemos que vemos pero no vemos. Al entrar en este juego
nos damos cuenta de que el conocer un objeto se basa en nuestra capacidad de percibir
cualidades que le son propias, fenómeno que en sí depende de la percepción. Pero
sabemos que nuestra percepción es subjetiva y depende de una infinidad de variables
que incluyen desde nuestra genética hasta nuestro estado de ánimo al momento de la
experiencia, sin embargo, creemos en el conocimiento como algo certero y casi
absoluto, ¿Cómo puede ser que algo que representa la objetividad misma esté basado en
parámetros tan subjetivos? Nos resulta incluso irónico, pero si le damos otra vuelta de
tuerca encontramos que el hecho de que nosotros conozcamos las manzanas se debe a
que ya hemos visto una, es decir, a que ya hemos tenido la experiencia de verla,
saborearla, olerla, etc. Entonces el conocer la manzana no es más que recordarla. En
efecto, y es que la experiencia del conocer es “traer un mundo a la mano” 2 , es la acción
de reconocer algo y asimilarlo, y digo reconocer porque esto requiere recordar todo lo
ya conocido para buscar y encajar la nueva experiencia, este nuevo conocimiento, donde
“creemos que va”, es como colocarlo en un campo semántico imaginario junto co n las
demás cosas que sabemos que se parecen. Notamos entonces que se almacena esta
información en una increíble herramienta que llamamos memoria. La memoria
representa otro pilar sobre el cual se sustenta el conocimiento, pues sin ella no
podríamos conocer sino sólo vivir determinadas experiencias sin relacionarlas entre sí
para armar lo que acabamos de describir, una falencia de este tipo representa una grave
amenaza contra la subsistencia del individuo. Si bien existen varios tipos de memoria
esto se sale del contexto de este ensayo, explicaremos una simplificación usando la
memoria de largo y corto plazo, ocuparemos como ejemplo un caso particular, la
enfermedad de Alzheimer. Estas personas parten olvidando elementos que conforman la
memoria a largo plazo, lo cual deriva en una pérdida de conocimiento y deficiencia en
la asimilación de cosas, el enfermo es sólo capaz de hacer y recordar aquello que es
parte de su rutina, sin embargo, estas personas terminan por perder la memoria de corto
plazo y con esto pierden habilidades básicas como prepararse comida, recordar donde
viven o incluso su nombre o el de sus seres queridos. Esta enfermedad pone en
evidencia la importancia de la memoria en la subsistencia de todo ser vivo y en la
capacidad de retener conocimiento, si bien los autores no ahondan mucho en este tema
este es un pilar fundamental para entender el conocimiento.

Pero eso no es todo, los autores nos señalan que el conocer es una característica de
todos los seres vivos y que se aloja en una estructura biológica determinada, esto
provoca una inevitable variabilidad que hace de cada experiencia cognoscitiva única y,
por lo tanto, nunca será igual el conocimiento que yo tenga de algo con el de otra
persona, mis apuntes no van a ser nunca iguales a los de mi compañero aunque estemos
en la misma clase y sentados juntos. Esto porque cada conocimiento tendrá impregnada
la esencia del aparato que lo desarrolla. En palabras de los autores “…es que toda
2 a
Maturana, Humberto y Varela, Francisco. El árbol del conocimiento.7 Ed. Santiago de Chile,
Universitaria, 1990, 13 p.
experiencia cognoscitiva involucra al que conoce de una manera personal, enraizada
en su estructura biológica, donde toda experiencia de certidumbre es un fenómeno
individual ciego al acto cognoscitivo del otro…”3 , pero dijimos antes que la percepción
depende también de factores propios del momento en que se da, ¿Será entonces el
conocimiento tan variable como nuestro estado de ánimo? En efecto, nuestra estructura
biológica, si bien está en algún grado determinado por lo que llamamos nuestra
genética, no es un pilar inmóvil, es el producto de una historia determinada y como tal
la estamos modificando, consciente o inconscientemente, a cada momento. Es por eso
que podemos leer un libro hoy y darnos cuenta de cosas que no habíamos notado hace 3
años cuando lo leímos, la experiencia nueva incluye una serie de otras experiencias que
la anterior no tenía, un nivel de educación distinto, una etapa emocional diferente,
conocimientos del autor que antes desconocíamos, etc. Notamos que Este fenómeno
comienza por la percepción, ligado a nuestra estructura biológica, pero continua con una
interpretación, donde entran en juego comparaciones, razonamientos y un sinfín de
procesos que realizamos para ensalzar la experiencia y darle una explicación que nos
permita manejarla en aspectos del lenguaje 4 .

Ahora caemos en otro punto, esta vez menos universal que el anterior pero igualmente
válido para nosotros, el lenguaje es parte de esencial de nuestro ser humano, nos
movemos, pensamos, comunicamos todo en términos del lenguaje, esta herramienta que
le ha valido grandes logros a la humanidad resulta ser ahora parte de nuestra maldición.
No podemos desligarnos del lenguaje, incluso ahora nos estamos explicando mediante
el lenguaje, esto de por sí es extremadamente complejo, pues “utilizar el instrumento de
análisis para analizar el instrumento de análisis” 5 incorpora una especie de error
experimental que no podemos flanquear pero que sabemos forma parte de la esencia de
nuestro conocimiento, pues para demostrarlo vasta pedir que se piense en algo sin usar
el lenguaje.

En resumen, toda la serie de elementos descritos, junto a muchos más que no se


alcanzan a analizar en este texto, nos muestran que este fenómeno se basa en la
representación del mundo exterior en forma de lenguaje como medio para transformar
toda la información recibida en una sola. La representación así formada es filtrada y
distorsionada por nuestra estructura biológica de tal forma de hacerla encajar de una
manera que nos parezca lógica en nuestra memoria y así alojarla para ser usada en el
futuro. Todo esto permite atribuir el conocimiento a un estado específico en el que
confluyen tanto el medio representado (externo), como el medio biológico (interno) del
individuo y sus respectivos contextos en el espacio y tiempo específicos. Conjugación
de factores que nos permite hablar de una temporalidad del fenómeno cognoscitivo y
variabilidad del mismo no sólo de individuo en individuo (o de especie en especie),
sino en un mismo individuo en momentos o contextos diferentes.

3 a
Maturana, Humberto y Varela, Francisco. El árbol del conocimiento.7 Ed. Santiago de Chile,
Universitaria, 1990, 7 p.
4 a
Maturana, Humberto y Varela, Francisco. El árbol del conocimiento.7 Ed. Santiago de Chile,
Universitaria, 1990, 88 p. En esta figura se representa muy bien el proceso explicado.
5 a
Maturana, Humberto y Varela, Francisco. El árbol del conocimiento.7 Ed. Santiago de Chile,
Universitaria, 1990, 12 p.

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