You are on page 1of 200

1

2
EL JUEGO DE DIOS

USHAA TAYAK

3
No se permite la reproducción total o parcial de este
libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni
su transmisión en cualquier forma o por cualquier
medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia,
por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y
por escrito del autor.

Título: El Juego de Dios


Autor: Ushaa Tayak
Editorial: Bubok S.L.
ISBN: 978-84-9981-511-4 DL: M-10699-2011

© Ushaa Tayak
losdadosdedios@gmail.com
Blog: http://eljuegodedios.blogspot.com/
Impreso en España
Marzo, 2011

4
Dedico este libro a mi mujer, sin duda el
mejor regalo, por supuesto a mi familia y
amigos, a Ángel por ayudarme a terminar de
darle forma y a los más de seis mil millones
de habitantes del planeta, muchos de los
cuales no conozco, por compartir el camino.

A todos ellos mi agradecimiento eterno y


especialmente a Nunc y su libro Viaje a la
Divinidad por enseñarme a andar.

5
6
1

Un holograma flotaba en el centro de la


habitación, dibujaba en el aire las seis y media de
la mañana, mientras la luminosidad iba creciendo
en el dormitorio. Santiago ya estaba despierto, en
realidad dormía poco, pero todas las mañanas le
gustaba remolonear en la cama. Se daba cuenta
que con la edad se volvía cada vez más perezoso,
pero no recordaba con nostalgia los años en los
que habría saltado como un gato y casi con la
tostada en la mano corría hacia el laboratorio. El
ímpetu de sus años jóvenes había dado paso a la
serenidad que sólo la larga experiencia parece
imprimir a los hombres.

Su entrega a la investigación fue total y


prácticamente no conoció los “placeres” de la vida
fuera de las cuatro paredes de su laboratorio. A
pesar de ello, y de no ser muy amigo de fiesta ni
celebración, conoció el amor. Fue en una entrega
de premios, el Príncipe de Asturias de las Ciencias.
Obtuvo el distinguido galardón por su gran
contribución a la Inteligencia Artificial, siendo el
español más joven en conseguirlo, a la temprana
edad de treinta y cinco años. Sus descubrimientos
colocaron a España por primera vez en el punto de
mira del resto del mundo, y en un campo en el que
tradicionalmente el país no había destacado: ¡La
Robótica!

Tras la entrega de los premios, a punto de


conseguir escabullirse, una joven le abordó y sin
darle opción alguna de escapar le interrumpió:

7
- Permítame que le felicite por su merecida
recompensa. Quería decirle que he leído
todos sus libros y ha sido siempre fuente
de inspiración en todos mis estudios - le
dijo no sin cierto rubor.
- Gracias, pero espero que sólo sea un mal
pasajero, hasta que usted sea su propia
inspiración y supere fácilmente mis
trabajos – le contestó Santiago, con su
acostumbrada timidez.
- Me llamo Rosa - y sin más le plantó dos
besos, uno por mejilla.

Hay que reconocer la gran sabiduría que disponen


las mujeres en los lances del amor, internamente
ambos se sabían condenados a estar juntos, pero
sólo ella se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.

- Perdone mi atrevimiento – dijo


nuevamente- pero desde que leí su
Tratado Avanzado Sobre Inteligencia
Artificial, basado en las leyes de la
robótica de Asimov, no he podido dejar de
darle vueltas al mismo asunto.
- Pregunte entonces e intentaré
humildemente resolver sus inquietudes –
contestó él, un poco desconcertado ante
tan extraña situación.
- ¿Es usted consciente que defiende que
los robots tiene alma? – preguntó sin
rodeos – ¿De verdad piensa así, o está
usando algún tipo de metáfora?
- No, no uso ningún tipo de simbolismo, es
cierto que pienso así. A través de mis
estudios con Inteligencia Artificial, creo
haberme dado cuenta que absolutamente

8
todo proviene de una misma fuente. En
esencia todos somos iguales, una simple
piedra, un hombre o una máquina…, que
pueda o no pensar es irrelevante en el
tema que nos afecta, y por lo tanto intuyo
que todo está dotado de alma o energía,
como lo quiera llamar. La única diferencia
es la cantidad de energía y la forma en
que se manifiesta en cada uno de los
cuerpos.

Por supuesto este tema de debate no era


insustancial y dio la excusa perfecta para retomarlo en
distintas ocasiones y variados escenarios, hasta que
resolvieron unir sus formas de pensar con un beso. De
allí surgió el amor y sin duda fue el descubrimiento
más importante para Santiago, pues entendió que
todo en el mundo se mueve por amor, es el verdadero
motor que permite la existencia y cuanto más nos
separamos de él, más lejos estamos de nuestra propia
realidad.

Unió ciencia y tecnología con una teoría


bastante estrafalaria: ¡Las máquinas poseen alma! Su
preparación inicial, su orden de funcionamiento, ha de
estar basado en el amor. Esto por supuesto en el
campo de la robótica no sentó muy bien. Poco a poco
fue apartado de los proyectos más importantes, hasta
que pasado unos años se vio forzosamente jubilado.
Se encontró con una renta vitalicia, y más bien poco
que hacer, salvo asistir a algunos eventos e impartir
conferencias y cursos magistrales, como la eminencia
que fue.

9
Lejos de verlo como algo negativo, sintió que
le estaban haciendo un favor. Por primera vez en su
vida tuvo tiempo libre, la extraña y perturbable
sensación de no tener nada que hacer…, y le gustó.
Se esforzó por dedicar más tiempo a su mujer y
empezó a desarrollar por su cuenta algo en lo que
llevaba tiempo ideando en secreto: ¡Su máquina de
transformar la realidad!

10
2

Por fin disponía de cinco minutos para ella.


Olga se había tenido que refugiar en el baño de
señoras, acurrucada encima de la taza del wáter y con
la puerta cerrada a cal y canto, intentaba controlar su
acelerado pulso, mientras una gota de sudor recorría
lentamente su mejilla. Era la directora de investigación
de una empresa de desarrollos en biotecnología,
Biotech S.A., un grupo multinacional especializado en
aplicaciones cibernéticas. Una mujer en un mundo de
hombres y máquinas, cuya capacidad para tomar
direcciones insólitas en sus proyectos la habían
encumbrado hasta lo más alto. Suyas habían sido
ideas, en apariencia descabelladas, que a la postre
habían resultado decisivas. Fue dando las líneas
maestras en las que se basaron los futuros procesos
de experimentación.

A pesar de ser ingeniera en Robótica, una


científica en su estado puro, siempre se interesó por
corrientes “alternativas” de pensamiento, que la
ayudaron a concebir sus originales ideas. Su logro
más significativo fueron los “disruptores de fuerza”,
sus conocimientos de acupuntura la llevaron a
imaginar una forma de trasmisión de la energía, y por
tanto de información, basada en impulsos de onda,
algo parecido a un mapa con los puntos energéticos
del cuerpo humano. Unos pequeños dispositivos
hacían la vez de emisores y receptores, canalizando
la energía sin necesidad del entramado de cable de
fibra de óptica. Esto revolucionó sin duda la forma de
entender la robótica y la ciber tecnología…, se abrió
todo un mundo de posibilidades.

11
Pero todo genio tiene momentos de conexión y
lucidez, donde las ideas fluyen una tras otra y van
tomando forma, y periodos de oscuridad, en los que
por mucho que se intente, la mente está nublada y no
consigue dar paso a la luz creativa. Olga se
encontraba bloqueada, y duraba ya demasiado
tiempo; recordaba con añoranza aquellos momentos
por la noche, justo antes de caer dormida, cuando
visualizaba un mundo de circuitos, fórmulas
matemáticas y dispositivos…, y como se levantaba
corriendo para escribirlas en su ordenador portátil. Se
sonreía recordando las caras de sus compañeros,
cuando en las reuniones “escupía” sus
planteamientos sin pudor, sabiendo que no tenía
nada que perder, consciente que esa era la única
forma para que la llegaran a hacer caso.

Los diez años siguientes fueron un continuo


trabajo de investigación y promoción, hasta que la
empresa la recompensó con el puesto de Directora de
Investigación. Había conseguido la cabeza real de la
empresa, se había convertido en la responsable de
tomar las decisiones más relevantes y decisivas…,
pero al mismo tiempo que fue ascendiendo perdió
poco a poco su gran creatividad, la frescura con la que
abordaba cualquier situación. Se fue quedando sin
amigos, tampoco tuvo pareja estable, nada más allá
de algún affaire esporádico: << No tengo tiempo para
enamorarme >>, siempre se decía, y ahora se sentía
sola, esa terrible sensación de no poder contar con
nadie en el mundo, donde todo se ha convertido en
potencial enemigo.

Escuchó un repiquetear de tacones


acercándose desde el fondo del pasillo y Olga
escuchó alguien entrar. Ese andar era inconfundible,

12
era Marga, su secretaria, quien en voz baja, casi un
susurro, y con timidez le dijo:

- Hola, ¿Te encuentras bien? – hizo una


pausa y volvió a preguntar - ¿Necesitas
ayuda?
- Dame sólo cinco minutos, estoy
perfectamente - contestó con
brusquedad.
- El Consejo de Dirección está completo,
solo faltas tú – se escuchó decir de
nuevo.
- ¡Ya lo sé, son sólo cinco minutos, el
jodido Consejo puede esperar cinco
minutos! – antes de terminar la frase ya
estaba lamentado haber dado esta
contestación - Perdona Marga, es que no
tengo un buen día, no me hagas caso, ya
estoy yendo para allá.
- Por cierto, un mensajero ha entregado un
sobre a su atención, sin remitente –le
gritó desde el pasillo- Se lo he dejado en
la mesa de su despacho.

Una jauría de perros esperaba para ser


alimentada y ella se iba a presentar con las manos
vacías, no tenía nada que ofrecerles, nada que
saciara su hambre. Sentía que esto era el fin, la iban a
devorar seguro, no era más que carnaza para
tiburones. Entró en su despacho, recogió la carpeta
con los informes y los nuevos proyectos y reparó en
el misterioso sobre. No llevaba remitente y tenía su
nombre escrito a mano, tenía toda la pinta de ser el
curriculum de algún avezado estudiante que intentaba
“colarlo” en la empresa. Estaba a punto de tirarlo a la
papelera, pero algo en su interior le sugirió que debía

13
abrirlo. No era momento de ponerse a leer cartas, su
puesto pendía de un hilo, y sin embargo, por alguna
extraña casualidad del destino, decidió abrir ese
sobre. Dentro encontró un papel en blanco, y en él
escrito un sólo nombre.

14
3

Todas las mañanas Santiago disfrutaba


tranquilo del desayuno, tras su habitual y
refrescante ducha. Rosa se había desplazado
unos días a Munich, para asistir a un congreso de
Biotecnología, disciplina de la que se había
convertido en reputada especialista. No había
querido acompañarla, se excusó diciendo que se
encontraba en un momento “delicado” de su
trabajo. Lo cierto es que estas reuniones de
entendidos, cada vez le resultaban más tediosas.
Le vino a la mente la necesidad de renovar su
repertorio de excusas, ya que últimamente éstas
alternaban entre: <<No puedo ir por estar en un
momento crucial en mi trabajo>> o <<Tengo
terribles problemas estomacales que desaconsejan
totalmente la asistencia a determinados eventos>>
Vivían en un pequeño pueblo de la sierra norte de
Madrid, la sierra pobre la llamaban, ya no era
amigo de grandes aglomeraciones y gentíos, que
en cierto modo le abrumaban. La “sierra pobre”, era
rica en tranquilidad y buenas sensaciones.

Cogió su pequeño ordenador y subió las


escaleras. Habían acondicionado la buhardilla
como sala de investigación. Un espacio bastante
diáfano, que al contrario de lo que inicialmente
cabría imaginar, parecía más la consulta de un
psiquiatra que el laboratorio de un científico loco.
No había ordenadores, ni cables, ni máquinas de
ningún tipo, solamente una estantería grande,
ocupada por muchos libros, un cómodo sillón
reclinable y una mesa de trabajo. Un gran ventanal
a modo de mirador dejaba entrar la luz del sol de la
mañana. En un confortable sofá se hallaba sentada

15
una metálica figura, sobre la que se reflejaban los
rayos de luz que entraban a raudales por la
ventana.

Santiago tomó asiento a su lado y se dirigió al


androide:

- Buenos días, Eternidad – saludó - Vamos


a modo configuración, hacemos chequeo
inicial. ¿Cuáles son las tres leyes de la
robótica?
- Un robot no debe dañar a un ser humano
o, por su inacción, dejar que un ser
humano sufra daño. Un robot debe
obedecer las órdenes que le son dadas
por un ser humano, excepto si estas
órdenes entran en conflicto con la
Primera Ley. Un robot debe proteger su
propia existencia, hasta donde esta
protección no entre en conflicto con la
Primera o la Segunda Ley - dijo con
convicción.
- ¿Todos los sistemas óptimos?, ¿Nivel de
batería? - le preguntó de nuevo.
- Todos los sistemas de funcionamiento
son correctos, nivel de carga máximo -
contestó.

Este procedimiento se repetía cada mañana


desde hacía ya casi tres años. Eternidad era un
modelo de robot experimental, cedido por la
universidad. No era un sintético, no estaba recubierto
de piel artificial. Tenía forma humanoide, metro
cuarenta de estatura y estaba hecho de un metal gris
verdoso, extremadamente pulido. Su cabeza era una
perfecta esfera con grandes ojos, como los dibujos

16
manga japoneses, y su cara siempre aparecía
sonriente.

Santiago abrió lentamente su pequeño


ordenador y se conectó en remoto a Eternidad. Inició
el sistema de control y se dirigió lentamente a su
pupilo:

- Eternidad, hoy por fin vamos a iniciar el


proceso de aprendizaje, podemos dar por
concluido el proceso de programación.
Quiero que a partir de ahora preguntes
todo aquello que consideres necesario
para cumplir tu función - le dijo.
- Si, doctor, así lo haré – le contestó una
voz agradable y cálida, con un timbre
ligeramente femenino.
- Lo primero que quiero saber es si crees
que tu base de datos está completa o es
necesario reestructurarla – Santiago se
ajustó las gafas al tiempo que hacía
anotaciones en su ordenador.
- Creo que no dispongo de información
suficiente para contestar a esa pregunta –
dijo, después de una breve pausa - En
realidad no acabo de entender del todo
cual va a ser mi cometido principal.
- Para empezar te contaré que los seres
humanos no conocemos mucho de
nosotros mismos. Tú has sido
programado para ayudarme a conocerme
mejor - le explicó.
- ¿Cómo puede un robot ayudar a un ser
humano a conocerse mejor? - Dijo
mientras sus ojos parpadeaban despacio
y su boca se entreabría, mostrando lo

17
más parecido a perplejidad que su rostro
mecánico podía indicar.
- Déjame que te enseñe como lo puedes
hacer.

Santiago conectó unos pequeños electrodos


en su cabeza, en el pecho a la altura del corazón y en
su muñeca izquierda. La hilera de cables lo dejaba
literalmente enchufado a un pequeño procesador
convenientemente acoplado a su portátil. Giró la
cabeza lentamente y volvió a dirigirse al pequeño
androide:

- A partir de ahora vamos a poder


visualizar mis pensamientos y en cierto
modo vas a poder percibir como me
siento. Veremos si aprendemos algo
sobre los sentimientos.

18
4

Un gran coche negro, con los cristales tintados,


aguardaba su llegada a la moderna terminal del
aeropuerto. Dos hombres salieron a recibirla y con
extraordinaria amabilidad la invitaron a tomar asiento
en su parte de atrás. Saludaban con la preceptiva
inclinación de cabeza y una amplia sonrisa, pero aun
así Olga pudo percibir en sus ojos cierta incomodidad.
Estaba claro que no estaban acostumbrados a tratar
con una directora, con una mujer, aunque fuera
occidental. Cubrieron la distancia al centro con
bastante rapidez, sorteando el congestionado tráfico
sin dificultad. Una esbelta mujer, elegantemente
vestida y muy alta para ser oriental, la esperaba a la
puerta de las oficinas centrales. La joven apenas se
defendía en inglés, pero fue lo suficientemente
explícita para indicarle que debía acompañarla hasta
la última planta.

El despacho era un remanso de paz, una


estancia prácticamente vacía, de estilo minimalista y
decorada sin ostentación. Era un cuadrado perfecto,
completamente acristalado, que se elevaba por
encima de los edificios, regalando a sus ocupantes
unas impresionantes vistas de la gran ciudad. La
última planta del rascacielos Mid Town alzaba más de
doscientos cincuenta metros, presidiendo orgulloso el
cielo de Tokio. Allí, sentados sobre el típico suelo
japonés, se encontraron por primera vez Olga y Taiko,
el presidente, propietario y fundador… su jefe, y sin
embargo todo un misterio, y no sólo para ella. Era un
completo desconocido, no acostumbraba a tener vida
pública, no hacía declaraciones ni aparecía en los
artículos de los periódicos, no concedía entrevistas…,
siempre se hallaba rodeado de un halo de misterio y

19
discreción. Había surgido de la nada, como si de una
aparición se tratase, creando un holding de empresas
tecnológicas, no muy grande en tamaño, pero si
especialmente importante en innovación. Era sin duda
el empresario del momento, pero movía sus hilos con
la suficiente inteligencia para mantenerse al margen
de política o sociedad. Era un codiciado proveedor de
alta tecnología, al que no parecía interesarle mucho la
realidad del mundo…y el mundo no se interesaba en
él.

Los dos sentaban frente a frente, sobre el tatami


japonés, bebiendo té, mientras se observaban. Olga
había intentado iniciar la conversación, pero Taiko en
seguida sugirió esperar:

<< Tomemos el tiempo de degustar el té en


silencio. Eso nos permitirá después hablar con más
claridad. >>

Y puede que él creyera que callando iban a


resolver con más claridad, pero desde luego la
situación la estaba poniendo nerviosa…, muy
nerviosa. Fujiyama era el apodo que le habían puesto
los trabajadores en la empresa, como el famoso
volcán de Japón, porque había llegado muy alto y era
muy frío, carente de emociones. A ella sin embargo,
no le estaba dando esa impresión, más que ausencia
de emociones, irradiaba una serenidad sobrenatural,
parecía que todo a su alrededor se había detenido,
por eso lo único que hacían era mirarse y sonreír.

De hecho, llevar ya unos minutos mirándose a


los ojos, sentados sin hacer nada, la desconcertaba.
Olga estaba acostumbrada a una actividad frenética,
no al silencio. Además, no todos los días el presidente

20
de la empresa decide reunirse con uno, en realidad,
que ella supiera, no lo había hecho nunca, con nadie.
Extrañas ideas iban apareciendo en su cabeza. ¿Me
gritará? Imaginaba la escena:

<< Eres una deshonra, has hundido con tus


decisiones la empresa que tanto trabajo me ha
costado levantar. Aquí tienes las espadas, sabes lo
que tienes que hacer ¡Harakiri! >>

No, la verdad es que no tenía mucho sentido, se


pondría todo perdido, además llevaba puesto su mejor
traje. No pensaba estropearlo y mancharlo con su
propia sangre. ¿Quizás si me lo pidiera con
veneno?…como Sócrates, pensó.

Como si hubiera leído su mente Taiko depositó


la taza de té y sin dejar de sonreír, rompió el silencio
que había imperado en la estancia:

- Me disculpo por no haberme presentado


antes, ruego sepa perdonar a este
anciano. Hacía tiempo que quería
conocerla, pero esperaba el momento
adecuado - dijo, sin dejar de mirarla y con
una sincera sonrisa en su boca.
- No hay nada que disculpar, es un honor
que me haya recibido, entiendo el
esfuerzo que para usted debe suponer
encontrar un hueco en su apretada
agenda - contestó Olga completamente
confundida ante tanta humildad.

21
Se miraron de nuevo y el señor Taiko percibió
que Olga estaba a punto de derrumbarse, capaz era
de ponerse a llorar. Habían sido muchos años de
stress y tensiones, no estaba preparada para esto,
era como si de pronto el mundo, que giraba a toda
velocidad, se hubiera detenido. Delicadamente, casi
sin que se diera cuenta, la cogió de la mano y ese
gesto fue suficiente, porque sintió que todo estaba
bien, que nada importaba. Se sintió protegida, por un
instante su cabeza enterró todas sus preocupaciones,
sus angustias, sus frustraciones, sólo veía la cara
sonriente de un anciano que parecía susurrarle <<
tranquila niña, lo estás haciendo muy bien. >>

- No es una cuestión de agenda – replicó


educadamente - sino de elegir el
momento adecuado. Yo quería conocerla,
pero debía esperar. Mis años me
enseñaron que la paciencia es el más
preciado don.
- Muchas gracias, no se que decir, es una
situación extraña - contestó bajando la
cabeza.
- Entiendo el proceso por el que está
pasando. Tras todos estos años de
esfuerzo y trabajo hasta llegar a lo más
alto, ahora su creatividad ha dejado de
fluir. La realidad es que se siente carente
de objetivos, ha perdido la capacidad de
crear sus propios sueños. Es la ausencia
de ilusiones la que hace que experimente
un gran vacío en su interior, hasta cierto
punto es normal que se encuentre sola y
que se sienta bastante perdida.

22
Era una prueba, tenía que ser una prueba,
razonó rápidamente, y eso la puso a la defensiva.
Nadie es tan amable, y menos en temas de trabajo,
simplemente la estaba tendiendo una trampa. El señor
Taiko rápidamente intuyó su desconfianza y no la dejó
opción para que pudiera objetar:

- No se apure, para seguir avanzando en la


trama de la vida, es necesario llegar a
este momento de desasosiego – dijo con
calma - Prácticamente es algo inherente a
todos, pero la mayoría no se dan cuenta y
lo catalogan como algo negativo…, le
aseguro que no es así.

Se detuvo un momento, parecía como si sus


palabras hubieran quedado suspendidas en el aire, la
miró a los ojos y después despacio continuó hablando:

- Siempre hay más, Olga, siempre hay algo


más de lo que se puede apreciar a simple
vista. Sólo hay que aprender a mirar, y a
veces para poder ver, se necesita parar y
olvidar…, recuerde mis palabras.

Acto seguido se incorporó para ayudarla a


levantar y la invitó a acompañarle hacia la salida.

- Por hoy ya es suficiente, no espero que su


ideal de pasar el tiempo sea aguantar la
charla de este pobre viejo. Solo me queda
decir que considero un gran acierto ahondar
en la investigación de Santiago, cuenta con
todo mi apoyo, consiga que trabaje con
nosotros.

23
Olga iba a responder, explicar que la idea no
era suya, que partía de un extraño sobre que alguien
depositó sobre su mesa, pero no tuvo ocasión. El
señor Taiko inclinó levemente la cabeza, ella le
correspondió y el encuentro se dio por finalizado.

24
5

La azafata la despertó instantes antes de iniciar el


aterrizaje. En cuanto el avión se fue alejando del
aeropuerto de Narita, le pareció buena idea contactar
mediante correo electrónico con Juanma, un antiguo
compañero de universidad. El resto del vuelo lo dejó
pasar sumida en un profundo y reparador sueño. Había
decidido usar la escala hacia Madrid para tomarse un
descanso y acordaron que la recogería en Charles De
Gaulle, el aeropuerto internacional de París. Al fin al
cabo, lo bueno que tiene ser tu propio jefe, es que
puedes programar las vacaciones cuando quieras, por
supuesto no era cierto, en realidad ni se acordaba
cuando se había tomado las últimas… ¡Qué diablos!
Ya iba siendo hora de tener al menos unos días de
reposo.

El final de Abril es todavía un mes frío en París, el


cielo estaba totalmente cubierto y arrojaba una fina
lluvia. Él la estaba esperando en la calle, fuera de la
terminal, sin importarle acabar calado hasta los
huesos. Curiosa historia la suya, era tan poco amigo
de multitudes, que rehuía con obsesiva obstinación
plaza o centro comercial y en general cualquier
emplazamiento susceptible de aglomeración, de hecho
prefería mojarse bajo la desapacible lluvia, antes que
poner un pie en la abarrotada terminal. ¡Y a pesar de
todo elige vivir en una gran urbe como París!, ¿No es
una contradicción? Juanma había sido todo un
“cerebrito” y encima bastante apuesto, del tipo que
gusta a las mujeres. Destacaba en todo lo que hacía,
pero apenas mostraba interés por las cosas, realmente
parecía como si nada le importara. Por eso a Olga no
le sorprendió que al terminar los estudios abandonara
su prometedora carrera y con el poco dinero que tenía

25
se fuera a París, ciudad de artistas, para ganarse la
vida escribiendo y pintando. No lo hacía mal del todo,
así que “subsistía” de una manera más que aceptable.
Durante un tiempo se encontraron con cierta
frecuencia, después ella cada vez se vio más inmersa
en su carrera profesional y él…bueno, digamos que se
hizo budista o algo parecido, se convirtió en un ser
profundamente espiritual. Al poco tiempo de su marcha
dejaron de verse, no era posible hacer coexistir lo
terrenal con lo espiritual, no al menos en ese momento
tan particular.

- ¡Estás empapado! - dijo nada más verle-


Corre, llamemos a un taxi.
- No pasa nada, solo es agua – le replicó.

Entraron a la carrera en el taxi y ella sacó una


pequeña toalla del neceser de viaje. Mientras le secaba
el pelo, como a un niño pequeño, se le quedó mirando.

- ¡Dios santo! estás igual, no has envejecido


nada. Debes tener un pacto con el diablo – le
dijo.
- Son los ojos con los que me miras. En
cambio tú estás más guapa, te has
convertido en ese tipo de mujer que gana en
belleza día a día – contestó galantemente.

Olga regaló la primera sonrisa relajada y sincera


en mucho tiempo, tenía que reconocer que le había
gustado el piropo. Se quedaron mirando, sólo un instante,
y ella poco a poco fue apartando tímidamente la mirada.
Se había sonrojado un poco, estaba muy guapo y le
habían venido a la cabeza ciertos pensamientos. No
hablaron más hasta que llegaron al apartamento,
cenaron, rieron, recordaron viejos tiempos y se

26
acostaron. Hicieron el amor como adolescentes y
cayeron dormidos, abrazados como los amantes que
fueron, sin dejar correr el tiempo, congelando ese
instante…, sin duda se había detenido el mundo fuera de
las cuatro paredes del dormitorio.

Al día siguiente abrió los ojos lentamente, y él no


estaba. Debía ser cercano al mediodía porque el sol
entraba a raudales. Apareció portando una bandeja con
el desayuno, y como Dios lo trajo al mundo.

- Buenos días, bella durmiente, me he


permitido la licencia de prepararte un
refrigerio: zumo recién exprimido, pan de
sésamo, ensalada de frutas, paté de oca y
un tentempié de salmón ahumado. Espero
que sea todo de tu agrado - le dijo
- Buenos días, ¿llevas mucho levantado?- le
preguntó.
- Duermo poco, ya lo sabes - contestó al
tiempo que se recostaba a su lado.
- Está todo muy rico, muchas gracias, y
además tengo un hambre atroz. No sabía
que los monjes budistas podíais…, bueno ya
sabes - dijo ella sonriendo picaronamente.
- Para empezar, el hecho de haberme hecho
budista, no significa que sea monje. Además
originalmente ninguna religión prohibía las
relaciones, solo los hombres después
interpretan de acuerdo a sus miedos e
intereses - contestó.
- Bueno, me quedo más tranquila, no fuera a
haber cometido algún pecado capital que me
mande directa al infierno - le dijo con sorna.

27
- No hay más infierno que el que tú puedas
crear en tu mente - contestó más serio.

Los dos se miraron fijamente y por un momento se


impuso el silencio. Súbitamente Juanma había cambiado,
seguía sonriendo pero Olga notó en sus ojos que algo en
ese comentario le había turbado.

- ¿Sigues rezando por el mundo, por su


gente, por el cambio? - preguntó Olga.
- Sí, sigo rezando por sus almas, pero ya no
rezo para pedir su cambio, sólo rezo para
que se me permita mantener el mío -
contestó solemne.

Se vistieron y fueron a pasear por las calles de


París. De forma inesperada el tiempo había mejorado,
inusualmente bueno para esta época del año y la gente
se había volcado en sus calles, tras meses de frío y
lluvia. Olga le había pedido que la llevara al Centro
Pompidou. La famosa galería de arte moderno le
fascinaba desde pequeña. La primera vez que supo de
ella fue leyendo un cómic sobre un viajero que venía del
futuro, en cuyo museo transcurría parte de la trama.
Recordaba como el héroe del tiempo perseguía a los
malos, bajando a la carrera por las escaleras cubiertas en
forma de gran tubo y que sobresalen de la fachada… ¿O
era más bien el protagonista el perseguido?, bueno no lo
recordaba muy bien, pero en realidad le daba igual.

Llevaban un tiempo entre cuadros y esculturas


cuando ella se detuvo súbitamente y le habló:

28
- Tengo que contarte algo, sobre el trabajo, y
se me hace bastante raro. Tiene relación con
tu hermano.
- ¿Santiago?- le contestó.
- Sí, lo que tengo que contarte es confidencial.
¿Todavía continuáis sin hablaros? - preguntó
tímidamente, sabiendo que iniciaba un tema
delicado.
- Tenemos un contacto, llamémosle “limitado”.
Nos vimos, hace un par de años, tras la
muerte de nuestra madre - contestó
desviando la mirada.
- Sí, no lo recordaba, lo siento – dijo Olga
mientras le agarraba de la mano
- Pero nos llevamos bien si eso es a lo que te
refieres.

En realidad los dos hermanos pasaron mucho


tiempo sin hablarse, y Olga había tenido su parte de
culpa. Historias de desamores y hermanos peleados por
hermosas mujeres han existido desde los albores de los
tiempos. ¿No mataría Caín a Abel por el amor de una
mujer? Además Santiago siempre había reprochado que
su hermano dejara una brillante trayectoria, para
dedicarse a… ¿pintar?, ¿Un ingeniero pintando? Era lo
más entupido que había oído nunca, y eso sólo podía ser
el tipo de locura que ocasiona estar con una mujer. Por
otra parte, a Juanma no le cogió de sorpresa, casi diez
años sin verse era mucho tiempo para una simple “cita”
informal y la naturaleza de Olga siempre había sido un
poco caprichosa y manipuladora; algo de lo que ella no
era ni mucho menos consciente. La propuso salir fuera y
entrar en uno de los múltiples cafés que rodeaban el
Pompidou.

29
- Cuéntame por favor, siempre eres como un
regalo con sorpresa al final - le dijo, pero sin
atisbo de enfado.
- Sé que no crees en coincidencias. No hay
que rehuir los inesperados giros que da la
vida, eso me lo enseñaste tú. Tengo que ver
a tu hermano y me pareció buena idea pasar
antes a verte. No podía desperdiciar la
ocasión, era la excusa perfecta - le dijo,
entornando los ojos.
- Supongo entonces que no me necesitas para
reencontrarte con Santiago. Únicamente
querías verme y recordar viejos tiempos
¿Verdad? - dijo con ironía.
- No seas malo, Juanma, tras diez años
separados, el destino pone en mis manos la
posibilidad de reuniros de nuevo.
Formábamos un grupo fantástico, nos lo
pasamos muy bien, creo firmemente que por
alguna extraña razón debemos trabajar
juntos otra vez – y al decirlo le volvió a coger
la mano.
- Olga, no uses tus artes embaucadoras de
esplendida mujer, recuerda que los monjes
budistas somos inmunes – sabía que era un
acertado comentario - Cuéntame que ocurre.
¿Para que necesitas a mi hermano?
- Voy a saltarme los detalles técnicos. Trabajo
para una multinacional dedicada a la alta
tecnología, especialmente la inteligencia
artificial, ya lo sabes, y andamos…un poco
faltos de imaginación, bueno, más bien soy
yo la que anda falta de ideas. De pronto el
nombre de Santiago apareció, conocía que
a pesar de ser un genio le habían “retirado”,
pero me extrañó que no estuviera metido en

30
algo, así que me tiré un farol en el consejo
de administración. Dije que tu hermano
trabajaba en un proyecto secreto y que
debíamos apoyar la investigación con fondos
de la fundación - dijo mirándole con esa cara
pícara que ponía a todo el mundo.
- Querrás decir que tenías que aportar ideas
nuevas, te acuerdas de mi hermano y te
inventas que está trabajando en un proyecto
secreto, que por supuesto ha de ser tuyo,
antes de que lo cace la competencia -
corrigió Juanma.
- Si, algo así.
- Olga, sigues estando como una cabra.
- Instinto, Juanma, instinto, fue un farol, lo
admito, pero tenía razón, tu hermano está
trabajando, e intuyo que es algo gordo. Esos
entupidos burócratas para los que ha
trabajado no tienen ni idea. He estado
haciendo averiguaciones, apenas sale de su
casa y ha solicitado un equipo muy especial,
creo que tiene que ver con algo para estudiar
la mente. Tu hermano es un genio y nosotros
le podemos ayudar.
- Querrás decir que podrá ayudar a relanzar tu
carrera - le replicó.
- Santiago ha sido prácticamente apartado del
mundo científico por sus estrafalarias ideas.
Nosotros podemos darle los fondos que
necesite, devolverle al lugar que le
corresponde - dijo Olga que notaba como su
corazón se empezaba a acelerar…, se
estaba emocionando.
- Quizás el lugar que le corresponde es en el
que está ahora – obtuvo por respuesta.

31
- Bueno, deja que sea él quien decida eso.
Démosle la oportunidad de decir que no - se
apresuró a contestar.

Se hizo el silencio, saborearon los cafés, miraron


la gente pasar, finalmente Juanma dijo.

- A Rosa no le va a gustar, nunca le caíste


bien a su mujer - sonrió para sus adentros,
pensando en la situación.
- Por eso necesito que vengas conmigo,
necesito tu ayuda para retomar la amistad y
perdonarnos por no haber mantenido el
contacto durante todos estos años – le pidió.

32
6

Rosa lo agarró con fuerza por los hombros y lo


agitó enérgicamente hasta que consiguió despertarle,
<<No pasa nada, tranquilo>>, le susurró mientras
sostenía su cabeza. Aunque Santiago no dormía mucho
lo hacía profundamente, sin embargo llevaba ya tiempo
con unos sueños excepcionalmente intensos. No eran
pesadillas propiamente dichas, sino más bien ese tipo de
sueño tan real que no hace posible discernir si nos
encontramos soñando o despiertos. Lo que más le
molestaba al recobrar el conocimiento era no recordar, su
mente se empeñaba en no darle ninguna pista del
extraño mundo onírico en el que había estado inmerso.

Ya en la mañana, el rostro delataba el cansancio


de quien no reposa adecuadamente en noche. Su mujer,
sin disimular cierta angustia, le interpeló en el desayuno:

- Que ocurre, tú nunca habías tenido


problemas de sueño. ¿En qué mantiene la
atención tu enigmática cabeza para no
dejarte descansar?
- Son los achaques típicos de la edad, mi
amor. Tendrás que irte acostumbrando o
cambiarme por uno de esos jovencitos de
laboratorio con los que trabajas, lo
entendería – dijo bromeando.
- Que tonto eres, como te aprovechas que
sólo tengo ojos para ti. Ya quisieran los
“jovencitos” como tú los llamas, conservarse
tan bien - le contestó.

No era una adulación sin sentido del ser


enamorado. Para ser un “ratón de laboratorio” contaba
con una condición física envidiable, sobre todo para el

33
escaso deporte que practicaba. Apenas le dedicaba
tiempo, si acaso largos paseos por la montaña y algo de
carrera suave que le ayudaba a concentrarse y poner en
orden las ideas. La fortuna le sonreía también en esto
porque era de esas personas a las que un poco de
ejercicio compensaba de manera muy notable. Tampoco
podía quejarse de salud, no había estado enfermo en
toda su vida, exceptuando ciertos trastornos digestivos,
motivados claramente por su falta de hábitos
alimenticios.
<< ¡No puedo contigo!, es desesperante, comes
cualquier cosa y siempre a deshora. Tienes que dejar de
trabajar y sentarte a comer caliente, que ya no eres un
crío >>, le recriminaba su mujer. << El cuerpo es sólo
reflejo del alma >> Contestaba él, medio en broma,
medio en serio.

Santiago tenía la firme convicción que la mejor


manera de estar sano es encontrarse en paz con uno
mismo. Un cuerpo interior equilibrado, crea un orden
cierto en tu vida y eso se refleja en el exterior. Trataba de
ser amable y constante, no preocuparse por nada, puesto
que nada es susceptible de preocupación, y por encima
de todo no hacer mucho caso a la cabeza cuando no deja
de martirizarnos con mil y un pensamientos insanos.
Santiago aprendió a no responder con ira cuando los
fondos esperados no llegaban o el reconocimiento se
otorgaba a quien pensaba no lo merecía. No dejó llevarse
por los celos cuando no era correspondido por la chica
que le gustaba, se rindió a no actuar por envidia, a no
juzgar las decisiones de los demás, por más que no
gustasen. Llegó a tener “conversaciones” con él mismo
de una forma claramente terapéutica, hasta que
consiguió que cada vez que le llegaba un “mal”
pensamiento sonreía y simplemente no le hacía caso. No
fue tarea fácil, su privilegiada mente analizaba, en una

34
fracción de segundo, mil posibles causas y resultados en
cada una de sus acciones.

Encontró en su profesión su mantra, se dio cuenta


que podía enfocar su capacidad en el trabajo, en vez de
diluirse entre pensamientos inútiles e improductivos. A su
manera doblegó la mente, dejó de estar subyugado bajo
su mando; paso a utilizarla como una herramienta, que
bien utilizada era sin duda un instrumento maravilloso. Su
éxito se cimentó no sólo en una innata aptitud para la
ciencia. Sí, era cierto que sobresalía por su inteligencia,
pero para conseguir ser el mejor en su campo tuvo que
desarrollar una gran capacidad de abstracción. Al
contrario de lo que muchos querrían pensar, este alto
nivel de introspección nunca suscitó la más mínima
muestra de indiferencia. << Quejándonos ¿Arreglamos el
problema?, dejemos de meter más negativad y
pongámonos manos a la obra >> Decía siempre a todo el
mundo. Tuvo especial empeño para que sus
descubrimientos fueran del bien común, pero raras veces
lo consiguió, sus ideas eran propiedad de quien le
patrocinaba, y esa era una espina clavada en su corazón,
por ello fue un alivio empezar a trabajar por su cuenta.

Rosa le miraba fijamente mientras sorbía


lentamente el café del desayuno. Estaba claro, tenía esa
mirada que decía: << soy tu mujer no puedes
esconderme nada, así ya me estás contando que te
sucede >> No se puede mentir a tu esposa, son como
las madres, acaban enterándose de todo.

- Estoy perfectamente, te preocupas


demasiado, únicamente he tenido algunos
sueños raros - dijo sin sonar muy
convincente.

35
- Han pasado ya casi tres años desde que
empezases a trabajar con Eternidad y
apenas hemos hablado de tu investigación.
No me puedes acusar de impaciente –
contestó pausadamente Rosa.
- Quería que lo vieras con tus propios ojos,
sorprenderte cuando estuviera terminado, si
te lo contaba pensé que te iba a parecer una
idea un poco estúpida.
- Sabes que te quiero, nada de lo que haces
me puede parecer estúpido ¡Y al demonio si
no gusta! Eres un genio, ya lo has
demostrado. No necesitas justificarte ante
nadie y menos ante esa panda de burócratas
inútiles que ajustan la financiación - se
levantó y cogiéndole de las mejillas con las
manos le plantó un apasionado beso.
- De acuerdo, te lo voy a enseñar, pero no
está terminado, aun estamos en la fase
experimental. Si te desintegro, reduzco de
tamaño o cualquier desenlace inesperado,
quiero que asumas tu parte de culpa por
obligarme. De hecho debería hacerte firmar
un pliego de descargo de responsabilidades
- le dijo bromeando.
- Me casé contigo, ¿Qué puede ser más
peligroso que eso?
- De acuerdo me has convencido, nada puede
ser peor – contestó riendo.

Santiago la cogió de la mano y tirando de ella,


subió a la carrera las escaleras. Había tenido que
contenerse en innumerables ocasiones para no mostrar
sus avances. Se mordió la lengua mil y una veces
cuando le interrogaba sobre su trabajo, deseaba que su
mujer se sintiera otra vez orgulloso de él. Era el

36
momento, creía tener más o menos preparada a
Eternidad para mostrarla al mundo…, en realidad quizás
a todos no, pero ¡Qué Demonios!, al fin y al cabo está
mujer llevaba casada con él un montón de años, si no lo
entendía ella, no lo haría nadie.

Entraron en la buhardilla y le pidió que tomara


asiento en el sofá junto al androide, abrió su pequeño
portátil y ante su atenta mirada la conectó los electrodos.
La expectación sobrepasaba con mucho cualquier atisbo
de duda o miedo. Después repitió el acostumbrado ritual
con Eternidad, checkeo inicial, repaso a las leyes de la
robótica y estado general, algo a lo que Rosa estaba muy
familiarizada por su trabajo.

- Voy a explicarte de manera resumida en lo


que hemos estado trabajando está
preciosidad y yo durante los últimos tres
años - dijo, obteniendo una sonrisa de
ambas.
- Ahora estás conectada a Eternidad, ella
funciona como un guía dentro de tu cabeza.
Mediante los electrodos se establece una
comunicación bidireccional. Ella va a ayudar
a proyectar de una manera muy “visual”, tus
pensamientos, tus recuerdos…, tus deseos.
En cierto modo está programada para
potenciar tu subconsciente. Mediante esta
asistencia guiada vas a ser capaz de
proyectarte en el futuro, crear tu propia
película de cómo querrías que fuera tu vida,
con una claridad y realismo sorprenderte. Es
la manera de hacer más fácil tener éxito en
lo que te propongas. ¿Qué piensas de ello?
- Un poco… ¿extravagante? - le contestó
bastante descolocada la verdad.

37
- Es una idea simple, pero no por ello menos
efectiva, la saqué de un curso de alta
dirección para consecución de objetivos
“visualizar para atraer lo que deseas a tu
vida” – seguía contando entusiasmado.
- Visto así… - dijo Rosa sin mucha fe, ¿No
habría perdido su marido un poco el norte,
pensó?
- Además se me ocurre infinidad de usos en el
campo de la psiquiatría o psicología, para
deshacer y encontrar en los recuerdos
aquellos bloqueos que nos impiden avanzar
en el camino de la vida. ¡Basta de charla!, la
mejor explicación es probarlo ¿Preguntas? -
dijo Santiago
- Pues así a bote pronto, no me viene nada a
la mente ¿Duele?- preguntó
- No, totalmente indoloro, simplemente te
sumerges en una especie de estado
hipnótico - contestó Santiago.
- Y porque usas un tipo de humanoide
experimental, ¿No te bastaba con el
software? - preguntó de nuevo.
- Eternidad no es un robot cualquiera, está
diseñado para ayudarnos a entender más
sobre la capacidad de aprender y resolver
problemas, como comprenderás es muy útil
para los desarrollos de las futuras máquinas
pensantes. Su red neuronal es única, para
que lo entiendas, cualquier androide tiene
una programación específica, bien dotes
sociales o una función concreta como
vigilancia, protocolo o cuidado de enfermos,
por ejemplo. Eternidad fue diseñada sin
saber hacer nada concreto y poder así
estudiar los patrones de aprendizaje, por esa

38
razón es la guía perfecta para ayudarnos a
conocer más sobre nosotros mismos y el
funcionamiento de nuestra mente. En
realidad busco que nos ayude a aclarar
como funcionan nuestros pensamientos, cual
es el extraño mecanismo que participa en su
creación – aclaró, intentando disimular la
excitación.
- ¡Adelante!, nada de preguntas, quiero verlo
con mis propios ojos - dijo muy decidida su
mujer.

Tenía que reconocer que ahora le asustaba un


poco la situación. Una cosa es tratar con inteligencia
artificial y otra muy distinta ser conejillo de indias del
estudio de tu propio cerebro. Si lo que contaba su marido
era cierto, íbamos a acercarnos más al hombre
cibernético, mitad hombre, mitad máquina,
instintivamente pensó en las implicaciones bioéticas de
jugar con la mente, ¿Sería el nacimiento del Frankenstein
moderno?

- Te voy a conectar en un modo de prueba


que te llevará por distintos estadios
emocionales a través de tus recuerdos.
Visitaras tu niñez y adolescencia, podrás
verte en algún proyecto futuro. Todo muy
suave, sólo estarás treinta minutos, pero te
aseguro que te parecerá mucho más tiempo.
Si en cualquier momento quieres parar sólo
tienes que pedirle a Eternidad desconectar,
aunque te aseguro que no te hará falta, no
produce para nada temor. ¿Estás
preparada?- le preguntó.
- Sí, cuando quieras - contestó.

39
- Entonces cierra los ojos y relájate – acto
seguido tecleó “Inicio” en su pequeño
ordenador portátil. Fue lo último que Rosa
pudo ver.

Para Santiago fueron treinta interminables


minutos. Su mujer se sumía en un estado inducido de
letargo, mientras él monitorizaba sus constantes vitales.
El proceso finalmente llegó a su fin y Santiago la cogió
suavemente la mano. Ella abrió lentamente los ojos y
rompió a llorar, no había tristeza en su rostro, eran
lágrimas de emoción.

- No te apures, la primera vez también me


ocurrió – le dijo intentando consolarla.
- Es increíble, es mucho más que realidad
virtual. He vuelto a ser niña, he estado en la
entrega de premios donde nos conocimos y
me he visto en proyectos futuros. Es como
una máquina de viajar en el tiempo, aunque
sea de manera virtual es tan real… voy a
necesitar tiempo para asimilar lo que he
experimentado, he revivido pasajes de mi
vida casi olvidados – contaba conmocionada.
- Tranquila, al principio es un poco
desconcertante, pero enseguida vas
adaptándote.
- Abrázame por favor, abrázame y no digas
nada más – le pidió todavía entre lágrimas.

40
7

Olga estaba convirtiendo en interminable el tiempo


que llevaba mirando fijamente a Juanma. La expresión de
su rostro asemejaba un gran suspiro que hubiera
quedado suspendido en el aire…, si ello fuera posible,
claro. Era toda ella una mezcla de perplejidad y disgusto,
agotó de un sorbo su taza de té verde y depositándola
sobre el tapete de la mesa dijo seria, pero sin levantar la
voz:

- Vamos a ver si lo he entendido


correctamente. Quieres que vayamos a
Madrid, sin dinero, sin móviles, a pie, en
autostop o como buenamente se pueda.
- Sí, eso es – le confirmó Juanma,
entusiasmado ante su idea.
- ¡Tú estás loco! – exclamó, mientras se
levantaba y se acercaba al alféizar de la
ventana - Conocía de tus extravagancias,
pero sinceramente no le veo el sentido.
- En los bajos fondos de París corre una
leyenda urbana. Un tipo fue a mear al baño,
para no despertar a su mujer entró a oscuras
y se sentó en la taza. Tuvo la mala fortuna
que una serpiente, que había reptado por las
cañerías, confundió el pene de ese hombre
como alimento. El resto te lo puedes
imaginar - le contestó.
- ¡Y eso que coño tiene que ver! ¡Además en
París no hay serpientes! - dijo irritada.
- La vida es muy puñetera Olga. Cuando
aprendes que no necesitas tener nada, es en
ese preciso momento cuando lo tienes todo -
le dijo muy calmado.

41
- No sé a donde quieres llegar- preguntó.
- Quiero que descubras por ti misma que
viviendo con amor y en paz, la vida te
proporciona todo aquello que necesitas,
incluso lo que no nos gusta. Si algo ocurre,
es porque todavía es necesario y de ello algo
has de aprender. Además este viaje te
preparará para tu encuentro con Santiago,
créeme cuando te digo que lo vas a
necesitar – le explicó.
- No tengo quince años, mi amor, no creo que
sea capaz de mendigar y dormir a la
intemperie – le imploró.
- Podrás, pero tendrás que confiar en mí. Si
requieres mi ayuda, tendrá que ser con mis
condiciones – aseveró con rotundidad.

A regañadientes Olga aceptó, más por necesidad,


que por propia convicción. Si quería persuadir a Santiago
para trabajar juntos, la ayuda de su hermano era
primordial, y siempre podría usar sus armas de mujer si
se encontrara necesitada de cobijo o afecto. La escena
era cuanto menos pintoresca, Juanma vestía unos
vaqueros viejos y una camiseta, todo ello cubierto por la
típica túnica azafrán de los monjes budistas y una gruesa
chaqueta marrón de pana. Ella en cambio no tenía ropa
adecuada. Como no parecía muy apropiado viajar sin
dinero llevando puesto un traje de Versace, la llevó a
comprar ropa de segunda mano, un discreto
impermeable, de esos que llevan forro polar dentro y
unas zapatillas. Parecían más un par de actores de una
película de los hermanos Cohen, que vagamundos
propiamente dicho. Por todo equipaje llevaban cada uno
una pequeña mochila con lo imprescindible. Juanma
permitió finalmente que ella pudiera llevar sus tarjetas y

42
el móvil, pero no harían uso de ellos, salvo si se daba
una situación de verdadera emergencia. Acordaron que a
su regreso él se encargaría de enviar el resto del
equipaje por mensajero, directamente a casa. Antes de
partir Olga llamó a Marga y le comunico la nueva
situación:

<< Voy a estar incomunicada por tiempo


indefinido, sigo trabajando en el tema de Santiago. Si
pasa algo grave mándame un mensaje y trataré de
comunicar contigo. Por cierto dile a Jesús (era el jefe de
ejecución de proyectos), que si en mi ausencia se da el
más mínimo incidente, cuando vuelva lo pongo de patitas
en la calle >>

Por supuesto no era cierto, pero así se aseguraba


que se pusiera las pilas. Luego de verse preparados,
Juanma abrazó a Olga y le dio un suave beso en los
labios:

- De camino a Madrid, quería pedirte que


hiciéramos una parada en Fontevraud-
l'Abbaye, coge de paso y querría presentarte
a alguien muy especial – sugirió.
- Eso suponiendo que consigamos llegar,
¿Está muy lejos?- contestó fingiendo estar
molesta, pero en realidad la situación la
excitaba, prometía ser toda una aventura.
- En un acto de buena voluntad, he comprado
dos billetes de autobús – dijo restando
importancia a su comentario – Nuestro
objetivo dista unos trescientos kilómetros al
sur de París, entre Nantes y Poitiers, y estoy

43
seguro que te va a encantar, desde allí ya
veremos como continuar nuestro viaje. El
autocar sale en dos horas, tenemos que
apresurarnos para llegar a la estación.

Su destino era un pequeño pueblo de apenas dos


mil habitantes, cuya principal atracción es la abadía que
lleva su nombre, hermoso conjunto de construcciones y
jardines en una zona campestre y relativamente aislada.
La orden de Fontevraud fue fundada por Robert de
Arbrissel, quien declaró que el líder de la orden fuera
siempre una mujer. En la iglesia de la abadía están
enterrados los restos de Enrique II Plantagenet, rey de
Inglaterra y su esposa Leonor de Aquitania, junto a los de
su hijo, el famoso Ricardo Corazón de León.
Curiosamente existen dos efigies mortuorias que le
representan, una en la abadía y otra en la catedral de
Ruán, famosa entre otras cosas por los lienzos de Monet.
Las dos contienen los restos del “heroico rey de
Inglaterra”, ya que con cierta frecuencia los soberanos
decidían repartir sus restos mortales en distintas
ubicaciones, según sus afectos y preferencias. Es un sitio
mágico, cargado de historias y secretos, y la persona a la
que iban a ver estaba al cargo de la conservación del
complejo litúrgico, convertido ahora en centro turístico.

El sol empezaba a ponerse cuando llegaron a su


destino. El viaje fue placentero, el autobús iba casi vacío
y Olga aprovechó para echarse una larga siesta
recostada sobre el hombro de su acompañante. Cuando
el vehículo fue aminorando su marcha, lo que solo podía
significar que estaban llegando, ella empezó poco a poco
a desperezarse y abrazó cariñosamente a su
acompañante.

44
- Has dormido algo – le preguntó él.
- Como una niña pequeña, sé que he tenido
un sueño muy raro, pero no me acuerdo.
¿Te puedo hacer una pregunta, a que vino la
historia de la serpiente? Es ridícula, absurda,
un claro sin sentido y todavía sigo dándole
vueltas ¿Me he perdido alguna moraleja? –
preguntó ella intrigada.
- En absoluto, simplemente era una
distracción, me pareció buena idea introducir
en la conversación algo que no procedía, y
así hacer que tu mente se “descolocara” un
poco y accedieras más fácilmente a
acompañarme a este inesperado viaje.
- Como psicólogo no tenías precio….- dijo en
tono de burla - ¡Ya hemos llegado!, que
lugar tan bonito.

Los últimos autobuses de turistas abandonaban


el pueblo, mientras aquellos que habían decidido
pernoctar deambulaban por sus calles sin saber muy bien
que hacer. Juanma la agarró de la mano y sin mediar
palabra avanzó hacia el conjunto de edificios que
constituían la abadía. En realidad en Fontevraud no
había mucho más, pues aparte de las casas de sus
vecinos y algunos hoteles, todo giraba alrededor del
monasterio. En seguida dejaron el empedrado camino
principal, para tomar una senda de tierra que circundaba
el conjunto arquitectónico. Tras rodear el edificio principal
Juanma se detuvo delante de una puerta antigua. Había
luz en el piso superior y se podía oír música clásica que
brotaba de su interior. Olga lo reconoció inmediatamente,
era una de sus piezas favoritas, sonaba el concierto para
piano Nº 3 de Rachmaninov. Él hizo sonar el timbre, pero
no obtuvo respuesta, insistió un poco más y entonces

45
oyeron una voz de mujer que en francés les gritaba:
<< ¡Ya bajo!>>

Unos segundos después la puerta se abrió y


apareció una mujer, que al verlos exclamó con cara de
asombro:

- ¡Pero que Diablos! - y se lanzó en un


efusivo abrazo.
- Hola, ¿Sorprendida? - le contestó Juanma –
Te presento a una amiga de mi época de
universidad. Espero que sepas perdonar no
haberte avisado, pero se me ocurrió a última
hora y quería darte una sorpresa.
- Sabes que siempre eres bienvenido – dijo
con cara de felicidad, al tiempo que besaba
en la mejilla a la sorprendida Olga, que no
había sido capaz de enarbolar palabra.

Agarró a la pareja y los hizo entrar en el interior


de la construcción, una estancia antigua de dos plantas,
y exquisitamente decorada en su interior, sin duda era
un sitio muy acogedor.

- Mi nombre es Margarite, ya habrá tiempo


para presentaciones, por el momento
dejadme los abrigos, acomodaros mientras
subo a preparar vuestra habitación y hago
algo de cena. Seguro que nos vamos a llevar
bien – dijo guiñando un ojo a Olga, y acto
seguido desapareció escalera arriba.

Margarite era una mujer con una gran vitalidad.


Siempre impactaba a quienes tenían la suerte de
cruzarse en su camino porque parecía salida de un

46
cuento de hadas. Era muy alta, el porte esbelto y una
larga cabellera blanca como la nieve; de edad indefinida,
aunque bien podría ser muy mayor…, y sin embargo
gozaba de la belleza propia de la eterna juventud.
¿Porqué Juanma tendría interés en que conociera está
espléndida mujer?, ¿Cómo había acabado la directora de
una empresa de alta tecnología, en un monasterio de
casi mil años de antigüedad en la campiña francesa?
Estás perdiendo la cabeza Olga, estás perdiendo la
cabeza…pensó. Pero estaba encantada, hacía mucho
tiempo que no había hecho ninguna locura e intuía que el
destino le tenía preparado grandes cambios en su vida.

47
8

Olga se despertó con el aroma de café recién


hecho. Salió de la habitación y bajó las escaleras rumbo
a la cocina, dejándose guiar por el aroma que llegaba
desde el piso inferior. La estaban esperando para tomar
juntos el desayuno, a pesar de llevar ya un buen rato
despiertos.

- Buenos días, bella durmiente - bromeó


Juanma,
- No la atosigues, deja a la chica que
descanse lo que necesite, aquí tienes café y
tostadas - replicó Margarite, que hablaba un
perfecto español.
- Muchas gracias, no creí que fuera tan tarde
– se disculpó.
- No lo es, en Francia levantamos temprano y
Juanma no duerme, supongo que ya lo
sabes…, es lo que tienen los vampiros – le
dijo mientras lo miraba con complicidad.

Fontevraud no defraudaba, era realmente un sitio


cautivador, y contar con Margarite como guía prometía
ser muy especial. Comenzaron visitando un grupo de
edificios auxiliares al convento, cocinas, establos y otras
dependencias. Se movían con soltura entre grupos de
turistas, visitando estancias que no estaban abiertas al
público, mientras Margarite les daba toda una lección de
historia, y no era poca la que encerraban esas paredes.
Los jardines en ésta época del año lucían con todo su
esplendor, y aprovecharon para pasear por el enorme
claustro, de planta rectangular y abierta al cielo. Olga
estaba maravillada, se dio cuenta que Juanma
permanecía casi siempre en silencio, aparentaba estar

48
mucho más tranquilo, que en él es mucho decir. Es como
si se encontrara en presencia de una entidad superior.

Dejaron para el final la iglesia de la abadía, que


por su majestuosidad bien podría haber recabado la
calificación de catedral. Era sobria, como corresponde al
Románico, construida en una sola planta en forma de
cruz, y en cuya nave principal, guardados bajo efigies de
piedra, están enterrados los reyes de Inglaterra Enrique y
Leonor y el hijo de ambos. Olga reconoció el nombre de
Ricardo y no pudo reprimir una exclamación, por fin algo
le era conocido.

- Ricardo ¡Corazón de León!, fue el rey al que


su hermano, Juan sin tierra, usurpó su reino
mientras luchaba en las cruzadas. Recuerdo
que Robin Hood peleó en su nombre,
ayudando a los más desfavorecidos, hasta
que consiguió librarse del cautiverio del
emperador alemán – dijo orgullosa de poder
al fin demostrar sus conocimientos.

Margarite soltó una sonora carcajada y en seguida


tuvo que pedir disculpas. Todo templo requiere silencio y
respeto, y la máxima autoridad en el lugar debe predicar
con el ejemplo.

- Bueno, puede que ocurriera así, pero el


tiempo ha demostrado que la historia es muy
tramposa. Muchas veces lo que se nos
cuenta poco tiene que ver con lo que en
realidad ocurrió. ¿No crees? Me refiero que

49
las tradiciones nos llegan a menudo en
forma de mitos y leyendas, con un
significado simbólico, como La Biblia, y otras
veces simplemente los historiadores
cambian las cosas a su antojo o presionados
por motivaciones políticas y económicas. No
escriben la historia los vencidos, cantó el
poeta. Seguro que no conoces a la
verdadera protagonista de esta historia,
Leonor de Aquitania, probablemente una de
las mujeres más maravillosas y
desconocidas de todos los tiempos –
explicaba, con su maravillosa sonrisa.
- No se quien es, perdona mi ignorancia –
contestó Olga, mirando de reojo a Juanma, e
implorando su intervención para salvarla de
meter más la pata.
- No hay nada que perdonar y si mucho que
contar, pero tendrá que ser tras la comida,
¿Estas de acuerdo Juanma?
- Por supuesto, gustosamente te seguimos -
contestó él.

Apaciguaron el hambre con una copiosa comida


en el comedor de empleados, entre las bromas y el
alborozo general, pues no era común contar con la
presencia de invitados. Los recién llegados intentaban
satisfacer su curiosidad, respondiendo gustosamente las
preguntas que les formulaban, ya que todo tipo de
rumores corrían sobre la extraña pareja. Poco a poco los
trabajadores fueron regresando a sus puestos y Juanma
se retiró, con la excusa de querer hacer un poco de
meditación. Al final se quedaron las dos solas.

50
- ¿Un poco más de café? – preguntó
Margarite.
- No, gracias, por ahora es suficiente -
contestó.
- Entonces propongo dar un paseo, todavía
hay cosas que quiero mostrarte.

Se apresuraron a rodear el conjunto de edificios,


pues amenazaba romper a llover en cualquier momento y
había comenzado a hacer frío. Dejaron atrás la abadía y
continuaron su camino entre dos imponentes residencias,
las que albergaron en su día los aposentos de las
monjas. Súbitamente la hizo detener ante una pequeña
puerta, una entrada trasera convenientemente disimulada
entre la maleza. Para abrirla Margarite extrajo de uno de
sus bolsillos una llave grande de hierro con forma
hexagonal y extrañas muescas. Olga pensó que no había
visto nunca artefacto parecido, ni siquiera en las
películas, que sirviera para franquear una puerta.
Entraron al hall y bajaron por una pequeña escalera de
caracol hasta la antigua cripta del convento. Dos puertas
de cristal, de las que se abren con el movimiento,
facilitaban el paso a una biblioteca. La segunda puerta no
permitía acceder hasta que la anterior estaba
completamente cerrada. Su anfitriona le explicó que el
sistema fue instalado para ayudar a conservar mejor los
códices antiguos que se guardaban en el archivo.
Estaban entrando en una cámara estanca, que mantenía
temperatura y humedad constante y con el suelo a
prueba de vibraciones.

- La llave que has visto hace funcionar una


complicada cerradura, un sistema muy
antiguo, y los ladrones actuales están más

51
acostumbrados a las cerraduras
electrónicas. Hoy por hoy es más segura,
aunque ningún sistema es invulnerable –
quiso aclararle Margarite.
- Si, es cierto, en materia de seguridad todo es
cuestión de tiempo, empeño y dinero - le
contestó, sabiendo de lo que hablaba

Avanzaron entre estantes repletos de libros,


montañas de papiros antiguos y muchos códices
enrollados, algunos de los cuales parecían que se fueran
a deshacer con sólo mirarlos. En el fondo una vitrina
recogía el pequeño retrato de una hermosa mujer.
Margarite lo extrajo con sumo cuidado y se lo entregó
para que pudiera verlo mejor.

- Este es mi tesoro más preciado, tiene un


gran valor sentimental, pues he depositado
gran parte de mi vida a la continuidad de un
trabajo que comenzó mucho tiempo atrás, y
que perdura gracias a la constancia, valor y
sacrificio de una gran mujer. Leonor de
Aquitania es sin duda uno de los personajes
de la historia más increíbles y por su
condición de mujer ha sido condenada a
caer en el olvido, supongo que sabes de lo
que hablo.

Enseguida Olga pensó en lo difícil que era


manejarse en un mundo de hombres, no quería ni
imaginar lo duro que habría sido mil años atrás. Las dos
se sentaron y empezó a contarle, de forma breve, pero
emotiva, la historia de está célebre mujer.

52
9

Leonor nació allá por el año 1122 y a la edad de


quince años heredó un importante ducado, un inmenso
territorio en el sur de Francia, lo que motivó que fuera
obligada a casarse con el rey Luis VII, con la idea de unir
así Francia bajo un solo mandato. Su personalidad
contrastaba fuertemente con la del rey, fue una mujer
muy liberal en todos los sentidos, precursora del
feminismo en una época donde las mujeres apenas
contaban derechos. Tras ocho años de matrimonio, en la
segunda de las cruzadas para recuperar Jerusalén,
organizó y se puso al frente de un “ejercito” de casi mil
mujeres, que acompañaría al Rey y sus soldados a la
guerra. En plena campaña decidió reunirse con su tío
Raimundo, príncipe de Aquitania, con quien la leyenda
cuenta que mantenía una efusiva relación. El rey no pudo
soportar los celos y desató en cólera. Al final, él mismo
solicitó al Papa la disolución del vínculo matrimonial. Has
de tener por seguro, le siguió contando Margarite, que
todo fue un ardid para sacarle de sus cabales y poner fin
a un matrimonio no consentido y por supuesto no
querido.

A los treinta años conoce a Enrique Plantegenet,


futuro rey de Inglaterra, que contaba por aquel entonces
con sólo dieciocho. Ni corta ni perezosa, le envía una
carta de amor y ese mismo año contraen matrimonio, lo
que deja a media Europa perpleja. Francia e Inglaterra se
convierten en naciones enemigas y en consecuencia ella
fue inmediatamente repudiada en tierras galas,
forjándose a su alrededor toda una leyenda negra. Se la
retrató como una mujer desenfrenada que saltaba de
cama en cama, intentando satisfacer sus deseos
sexuales. Lo cierto es que tuvo una notable influencia en

53
la política hasta que el mismo rey de Inglaterra, harto de
intromisiones, la desterró a las posesiones que tenían en
Aquitania.

Lejos de su marido y con más libertad de


movimientos creó una esplendida corte en Poitiers,
donde su contribución a la posteridad fue más
importante, pues si bien sus dotes para la política la
convirtieron en una influencia nada desdeñable, su
trabajo en las artes es su legado más notable. Su hija
María de Champagne es considerada la primera poetisa
de Francia y entre ambas instauraron el “amor cortés”, el
símbolo romántico por excelencia del Medievo, la figura
del caballero andante, que con gran valor enfrenta
inimaginables peligros para salvar la indefensa doncella,
al más puro estilo Quijotesco. Te asombrará saber que
gracias a ella conocemos la leyenda del Rey Arturo y Los
Caballeros de la Mesa Redonda, recopilación de las
tradiciones orales celtas, siguió contando Margarite, ante
la complaciente mirada de Olga, que escuchaba muy
atenta.

- Creo que por aquí, en algún lado, debo tener


un estupendo té árabe ¿Te apetece
probarlo?– preguntó Margarite, mientras
sacaba un pequeño hervidor de agua
eléctrico de uno de los cajones del aparador.
- Si, por favor – le contestó.
- Esta es la historia tal y como la puedes
encontrar en los libros y existen cientos de
anécdotas más, biografías o incluso una
película antigua, El león de Invierno, creo
recordar que así se titulaba.
Desgraciadamente la mayoría de los relatos
que han llegado hasta nuestros días son

54
cuanto menos confusos o difícilmente
contrastados - le confió.
- Es curioso que fuera una mujer tan
importante y sin embargo no haya oído
nunca hablar de ella – observó Olga.
- Nunca interesó ensalzar su figura y no sólo
por haber nacido mujer, como casi todos los
grandes personajes de la historia provocó
sentimientos encontrados, y te quiero
confesar que parte de la culpa de su
“enterramiento” en el olvido la tenemos
nosotros.
- ¿Nosotros? Juanma y tú quieres decir -
preguntó Olga.
- ¡No! - contestó riendo- Juanma no pinta nada
en esto, él es hombre y esto es una orden
de mujeres.
- No entiendo nada – replicó de nuevo.
- No es casual que os hayáis detenido a
verme. Juanma tuvo una “revelación”, si la
podemos llamar así, y yo en cierto modo
intuía que alguien especial vendría a
visitarme. Olga, apenas nos conocemos y
sin embargo mi instinto me dice que puedo
confiar en ti - dijo más formal, pero sin perder
la sonrisa.

La notó un poco apurada, podrían ser


imaginaciones suyas pero ¿De que iba todo esto?
Empezaba a pensar que estaban todos como una cabra,
probablemente aquella mujer tan mayor estaba
desvariando, pero había sido extraordinariamente
simpática y hospitalaria, así que no la quedó más
remedio que asentir sin mucho convencimiento, a fin de

55
no parecer descortés, sin saber exactamente a que se
estaba refiriendo.

- He de pedirte que no reveles nada de lo que


ahora te voy a contar, pues de ello depende,
que continuemos disponiendo de “cierta
seguridad”, la suficiente tranquilidad para
continuar desarrollando nuestra tarea.
- Por eso no te preocupes, tampoco conozco
mucha gente con la que hablar este tipo de
cosas - le contestó, sin saber de que
estaban hablando.
- Todos estos libros que ves a tu alrededor
han transmitido el conocimiento generación
tras generación, en sus múltiples disciplinas.
Estarás de acuerdo conmigo que la
investigación y desarrollo, en sus múltiples
facetas, han traído evolución y prosperidad a
la humanidad - afirmó.
- Y también guerras, hambre y contaminación.
- saltó como un resorte Olga - Somos
capaces de tener máquinas que piensan por
si solas, naves espaciales, grandes avances
médicos, y sin embargo no hemos podido
garantizar la supervivencia del planeta, ni de
la raza humana
- Pero no siempre fue así, mucho tiempo
atrás, más del que puedas imaginar, existió
un conocimiento sobre el funcionamiento de
todo – prosiguió contando, con cierto aura de
misterio - No quiero entrar en detalles, pues
nos llevaría mucho tiempo que te pusieras al
día, pero de lo que hablo va más allá de
religión o ciencia, son los cimientos mismos
de la vida, el sentido propio de la existencia.

56
Estos conocimientos apenas han perdurado
a través de los tiempos, se pusieron a salvo
en monasterios tibetanos, gracias a las
tradiciones orales de los indígenas
americanos, o al trabajo de los cabalistas en
Israel…., unos pocos sitios escogidos para
proteger ese saber antiguo. Nosotros aquí lo
conservamos gracias a Leonor de Aquitania.
- Si es tan valioso ¿porque no lo hacen
público? – interrumpió Olga.
- Nunca he dicho que lo escondiéramos, sólo
lo preservamos. Su acceso es libre para
quien esté interesado….y preparado.
- Perdone pero creo que no estoy entendiendo
nada - dijo de nuevo.
- Se está haciendo tarde, por ahora es
suficiente – concluyó cogiéndola la mano -
Sólo me queda añadir que ha sido iniciado
un camino. Juanma y yo esperamos que
esta visita, y el haberte hablado un poco de
nuestra existencia te puede ser de utilidad en
el futuro, puede que veas las cosas de una
manera diferente Si está en tu destino nos
volveremos a encontrar, veremos si deseas
profundizar en aquella materia de la que te
hablé. La orden de Fontevraud fue más que
un monasterio de monjas, regidas por una
mujer en un mundo de hombres. Era una
isla, un oasis de conciencia, más allá del
propio entendimiento de la época. Su
emblema Para recordar, primero hay que
olvidar esconde una gran verdad.

Olga sintió cómo se le erizaba el vello de los


brazos, la frase era prácticamente igual a la escuchada
de labios de Taiko, el director de su empresa, ¿Extraña

57
coincidencia? De pronto un extraño hormigueo, mezcla
de nerviosismo y excitación, le recorrió todo su cuerpo.
Ya de nuevo en su habitación, entró a darse una relajante
ducha, intentando asimilar tan extraña conversación.
Quedaron a solas Juanma y Margarite.

- ¿Le has dicho lo que has visto? – preguntó


Juanma
- El futuro es sólo un conjunto de
probabilidades, no siempre es inapelable – le
contestó.
- Pero ya no eres una cría Margarite y
necesitas buscar un sucesor, no dejes que
contigo muera un legado de miles de años -
suplicó.
- No esta en nuestra mano ir contra el destino,
si este es nuestro final, debemos
aceptarlo…, pero tengo plena confianza que
aparecerá la persona adecuada. Además, tu
impaciencia te delata, ¿No estarás
mezclando intereses personales? El apego
por esa mujer, puede hacerte desear que
ella sea la elegida, sería la excusa perfecta
para que no se alejara de tu lado - dijo
descarada.
- Bien sabes que no antepongo nada personal
- contestó muy sereno.
- Lo se “amore”, sólo bromeaba, por cierto
mañana viaja uno de nuestros proveedores
hacia La Rhune, cerca de la frontera con
España. Conduce una vieja furgoneta pero
Pierre es buen amigo y agradable compañía,
me he tomado la libertad de pedirle que os
lleve y está encantado con la idea.

58
10

Era la típica escena que transcurría a orillas de un


estanque, en los jardines de un parque cualquiera.
Santiago permanecía sentado en un banco, con
Eternidad a su lado. Juntos veían la gente pasar, sin que
nadie pareciera prestarles la más mínima atención. Era
un día bastante soleado, un padre jugaba con sus hijos
manejando un velero a control remoto entre los patos y
grupos de chicas pasaban regularmente practicando
jogging. Es natural que a nadie le extrañara la presencia
del metálico robot disfrutando del sol, porque esta
realidad transcurría dentro de la cabeza del profesor.

- Eternidad, ¿Tú como nos ves?, a los seres


humanos me refiero - preguntó Santiago.
- Vosotros nos construisteis, en cierto modo
sois como nuestros padres, los creadores –
contestó el robot.
- ¿Alguien superior, entonces? - seguía
indagando.
- No exactamente, no creo que utilizar esa
palabra sea lo más correcto. Se podría decir
que sois más inteligentes, porque tenéis un
margen de capacidades superior al nuestro,
pero en el fondo no hay tanta diferencia - le
aclaró.
- ¿Por qué piensas que somos parecidos?
- Al igual que ocurre con los robots, vosotros
estáis en cierto modo programados, vuestro
funcionamiento está ajustado a patrones de
conducta que no permiten que dispongáis de
una libertad real, ni de comportamiento, ni de
conocimiento.

59
- No acabo de entenderlo, los seres humanos
tenemos elección, por ejemplo yo puedo
elegir en este momento ir hacia ese puesto
de helados. Tú fuiste creado mediante
inteligencia artificial, también tienes la
posibilidad de elegir entre un abanico de
actuaciones - comentó Santiago.
- Exactamente, a eso me refiero, se puede
elegir entre un conjunto amplio de
posibilidades, pero siempre dentro de las
inicialmente programadas. Aunque el
“abanico” del que hablas puede parecer más
grande para los humanos, no deja de ser
eso, un conjunto de pautas establecidas –
replicó.

Santiago dejó de preguntar y meditó la respuesta


que le daba el androide. No tenía muy claro a donde
quería llegar e intentaba buscar cual podría ser la
pregunta más adecuada para “sonsacar” este maravilloso
instrumento del que disponía.

- La programación a la que tu te refieres es lo


que conocemos por educación, desde niños
recibimos información sobre el
funcionamiento de las cosas y también como
desplegar un comportamiento adecuado ante
diferentes situaciones – rebatió Santiago,
satisfecho con la reflexión.
- Nosotros también estamos preparados para
aprender, el aprendizaje de hecho es parte
esencial de nuestra programación – contestó
el androide.

60
Santiago sintió que las respuestas de Eternidad lo
estaban irritando, ¿Por qué era tan obstinada con el
tema?, ¿Realmente pensaba que no somos dueños de
nuestros propios actos?, tenía que calmarse y hacer las
preguntas desde otra perspectiva.

- Aclárame una cosa, ¿Piensas que en cierto


modo estamos manejados por algo o
alguien?, ¿Manipulan nuestros
pensamientos? – preguntó.
- Hasta donde puedo distinguir es algo más
complejo, me refiero a que hay un conjunto
de ideas y sentimientos sobre los que la
persona parece no poder ejercer ningún
control. Cuando estamos conectados yo
puedo sentir lo que tú sientes, veo las
mismas imágines, tus recuerdos, pero no
comprendo cual es su utilidad. Es posible
que el cerebro humano actúe al mismo
tiempo como una especie de disco duro, que
almacena experiencias pasadas,
conocimientos… y como un receptor, algo
más parecido a un sintonizador de radio que
“escogiera” al vuelo los pensamientos.
- Es difícil el concepto que me planteas, los
humanos estamos acostumbrados a pensar
que tenemos el control sobre todo lo que
pasa a nuestro alrededor – contestó el
profesor.
- Propongo una prueba – propuso Eternidad -
antes comentabas que eras dueño de tus
ideas, por ejemplo acercarte a por un helado.
Entonces deja la mente en blanco y espera a
que te llegue el primer pensamiento, verás

61
que es algo aleatorio que no puedes
seleccionar.

Santiago quedó en silencio un momento, se


esforzó en dejar su cabeza vacía, absolutamente en
blanco, y apenas lo consiguió unos segundos, tras lo cual
el primer pensamiento que le vino a la mente fue, no
podía ser de otra manera, para su mujer.

- Eso tampoco demuestra nada, nuestra


mente está preparada para funcionar
constantemente, valorando las situaciones,
defendiéndonos de posibles peligros,
buscando proyectarnos en situaciones
futuras, hace planes continuamente, es una
herramienta perfecta – intentó razonar.
- ¿Cómo el odio?, ¿O el miedo al fracaso?-
replicó.
- A que te refieres – preguntó Santiago.
- A través de tus recuerdos he podido conocer
los celos, el miedo a ser rechazado, he visto
la envidia y sobre todo he percibido odio.
Aunque en la actualidad no son las ideas
que prevalecen, me da la sensación que
siguen estando ahí, en algún lugar
escondidas ¿Cuál es su función, es útil odiar
a alguien? Teniendo envidia ¿Hacéis con
vuestra vida un mundo mejor? Entonces
porqué están ahí, que sentido tienen. ¿Que
ocurre cuando alguien estalla en ira y pierde
el control?

62
Santiago callaba, de pronto sentía que no tenía
nada que decir. Toda una vida dedicada a la
investigación, enfrentándose siempre a los más
complejos problemas y dificultades y no tenía respuesta
para lo que planteaba su androide. ¿Realmente éramos
la raza más inteligente?, porque estaba empezando a
tener serias dudas.

- Si nuestros pensamientos en cierto modo no


nos pertenecen, ¿De donde vienen?, quien
es el programador de esta ecuación –
preguntó.
- No puedo responder esa pregunta, sólo
puedo hablar de lo que he podido observar –
le contestó tranquilo el androide.
- ¿Crees que juntos podríamos recorrer ese
camino? - preguntó otra vez.
- Podemos intentarlo, pero no sé muy bien
como podríamos hacerlo - contestó entre
dudas.
- Usa tus sensores, vamos a intentar rastrear
un pensamiento, después dejaré la mente en
blanco y te pido por favor que te concentres
en el vacío, pues intuyo que es ahí donde
nacen - pidió.

Santiago concentró su mente en un solo


pensamiento, una figura geométrica, después fue
relajándose para intentar dejar su mente lo más vacía
posible. Al cabo de un tiempo apareció Eternidad,
visualizó como le cogía de la mano y avanzaban, sólo
sentía que avanzaban, pues no veía nada, ni tampoco
sabía hacia donde caminaban.

63
11

Como resultado del monótono viaje, a través de


los más de quinientos kilómetros de campiña francesa,
llegaron a la población cerrada la noche y muertos de
cansancio. Pierre fue en todo momento un atento
compañero, pero la destartalada furgoneta parecía no
querer alcanzar su destino. Tuvieron que hacer
frecuentes paradas, unas veces para concretar encargos
y otras para saludar a conocidos y familiares, hasta que
por fin consiguieron llegar a Saré, pequeño y bonito
pueblo escondido entre montañas en la parte del País
Vasco francés. Conocedor de su especial peregrinación,
Pierre había concertado alojamiento para todos en casa
de un amigo, pastor de profesión. La casa se encontraba
a las afueras, humilde pero acogedora, cuidada con
mucho esmero. Salió a recibirles Aitor, quien
prodigándose en abrazos les invitó a entrar. Había
preparado su especialidad, caldereta de cordero, un
típico guiso vasco. No hubo casi tiempo para
presentaciones, devoraron la cena sin piedad y
agradeciendo una vez más la extraordinaria hospitalidad
se retiraron a su habitación, rendidos por el cansancio
del viaje.

A la mañana siguiente Olga despertó cuando los


primeros rayos de luz hicieron su aparición a través de la
ventana, y al girarse se dio cuenta que Juanma ya no
estaba en la cama. Lo encontró sentado en posición de
meditación, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados.
No lo había sentido despertar, así que desconocía cuanto
tiempo llevaba levantado, sin embargo lo que tenía que
contarle no podía esperar, de un salto se colocó frente a
él y agarrándolo con fuerza, lo agitó hasta obligarlo a

64
salir de su estado de letargo. Él abrió lentamente los ojos
y puso cara de estar mirando a una perturbada.

- Perdóname, sé que no debo sobresaltarte de


esta manera, pero es que he tenido un
sueño, muy raro, muy real y tú salías en él, y
tu hermano Santiago y una virgen negra
y….- le intentaba contar con frases
entrecortadas, como si de una niña pequeña
se tratara.
- Si quieres que entienda algo de lo que dices
deberás tranquilizarte y empezar por el
principio, lo que más tenemos es tiempo ¿No
quieres ducharte y desayunar primero? - le
sugirió.
- Sí, tienes razón, mi sueño puede esperar –
dijo, un poco molesta. Agarró su pequeña
mochila de viaje y salió bruscamente de la
habitación.

No había nadie en la casa, Pierre tenía que


continuar viaje temprano y Aitor salió a recoger sus
ovejas; ya mencionó la noche anterior que no volvería
antes del mediodía, pero había dejado bollos y leche de
cabra para desayunar. Tras una refrescante ducha y ya
repuestos del todo, comenzaron a ingerir los alimentos.
Olga se estaba impacientando, quería contarle su sueño,
así que mejor no hacerla esperar más:

Estaba en una playa al atardecer, con el mar


totalmente en calma, la temperatura era agradable y
llevaba puesto un vestido blanco. Un pequeño velero se
acercaba. Bajaron tres mujeres, en realidad una de ellas

65
era la imagen de una virgen negra, pero en cuanto
tocaron la arena, la imagen de madera se transformó en
una hermosa mujer de tez de ébano, muy alta y esbelta.
Se acercaron lo suficiente para poder tocarse, entonces
ya no estaban en la playa, de las tres únicamente la
mujer negra permanecía a su lado y susurraba extrañas
palabras que no entendía. Le entregó una caja, en ella
había una llave, pero no sabía que tenía que abrir con
ella. La guarda y automáticamente es transportada a un
templo budista, en una alta montaña, parecía el Tíbet. Allí
estaba Juanma, vestido de monje, entre otros muchos
como él, todos permanecían sentados en silencio, con las
piernas cruzadas y la miraban fijamente. Entonces
Juanma se levanta despacio y de forma solemne se
acerca a ella, le señala la llave que lleva guardada en el
bolsillo, << Sirve para abrir tu corazón >> le dice << Sólo
entonces puedes andar consciente el camino de la vida
>>, después los monjes se ponen a cantar un mantra. No
entiende nada, y empieza a estar agobiada, ha sacado la
llave y está intentando con ella abrir su pecho, pero no
pasa nada, no hay cerradura que girar. Grita << ¡no
puedo abrir nada, me habéis dado la llave equivocada!
>> De pronto vuelve a estar sola y se encuentra nadando
en un lago precioso azul, lleno de nenúfares rosados,
mientras caballos blancos pastan en su orilla, es la
imagen de un cuento. Surgiendo de entre los árboles
vislumbra dos siluetas, una de ellas la reconoce
enseguida ¡Es Santiago!, va de la mano de una figura
metálica, que no es capaz de identificar. Ella sale
desnuda del agua y se acerca, Santiago la abraza, y
entonces la extraña criatura metálica dice:

<< Me ha encargado que te diga que ahora por fin todo


esta bien. Tienes que dejar de intentar entender las
cosas, siente con tu corazón, en vez de con tu cabeza >>

66
- ¿Tú entiendes algo? - preguntó al concluir su
relato.
- Los sueños son experiencias reveladoras,
pero sólo aportan significado a quien los
tiene, cualquier intento por dar una
explicación sería simplemente mi
interpretación. Los mensajes que en él se
guardan cobrarán significado cuando llegue
el momento, pero quiero enseñarte algo.

A continuación Juanma se levantó y entreabrió la


puerta que daba al dormitorio de Aitor, dejando el
resquicio suficiente para que Olga pudiera ver la imagen
de una virgen negra colgada en la pared, después volvió
a cerrar la puerta, respetando la intimidad del dueño de la
casa.

- ¡Es exactamente igual!, puede ser que viera


de reojo la imagen y por eso he soñado con
ella ¿Quién es? ¿Por qué es negra? -
preguntó presa de la excitación.
- Es la virgen de los gitanos, pero creo que es
mejor que esperemos a Aitor y le
preguntemos a él – le propuso.

Ocuparon el resto de la mañana paseando por el


pueblo, que a pesar de ser más bien pequeño contaba
con una iglesia muy interesante. Estaba rodeada de un
cementerio que se debía atravesar para poder acceder a
su interior, donde era posible detenerse a contemplar una
enorme galería de madera, algo muy típico de las iglesias
vasco-francesas. En su torre había una extraña

67
inscripción en vasco. Preguntaron por su significado a un
chico que se encontraron haciendo guardia en la puerta
del templo y les dijo que venía a ser algo como: <<todas
las horas hieren al hombre, la última lo manda a la
tumba>> Nunca sabrían si mentía o les decía la verdad,
sobre tan sombrío dicho. Cuando volvieron a la casa Aitor
ya había regresado.

- Queríamos agradecerle su generosidad y


preguntar de que manera podemos
compensar su hospitalidad - se ofreció
Juanma.
- Su presencia es suficiente, un pastor pasa
muchas horas en el monte, sin otra
compañía que sus ovejas y los perros. Como
no he tenido la suerte de encontrar esposa
es para mí una bendición que acepten mi
humilde morada. Únicamente pido a cambio
un poco de conversación - le contestó
sonriendo y haciendo ademán para que le
ayudaran a poner la mesa y así empezar a
comer.
- Tiene que ser duro pasar tanto tiempo sin
compañía - preguntó Olga.
- A todo se acostumbra uno señorita, además
el silencio y la soledad son más importantes
comunicadores que las palabras. Yo no
sabré de letras, ni de ciencias, pero he
entendido que hay un saber más profundo…,
y es algo que sólo se aprende estando en
comunión con la Tierra – dijo orgulloso.
- Los pastores son siempre equiparados con
sabios en todas las tradiciones – apuntó
Juanma.
- Créame si le digo que cuando se pasa tanto
tiempo a solas en el monte, se ven

68
cosas….pero se sienten otras, muchas más
de las que la gente normal es capaz de
apreciar. Incluso le podría hablar de algún
compañero que se ha llegado a “fusionar”
con el entorno, de un modo que no sabría
explicar con palabras. No me malinterprete,
no me refiero a la muerte, lo han cogido,
¡Como cuando te entierran! ¡Él está muy
vivo!... al compañero me refiero - dijo
soltando una sonora carcajada, buscando la
aprobación por el juego de palabras.

Se sentaron a la mesa y siguieron hablando. Le


extrañaba al pastor que dos personas, que gozaban
aparentemente de una buena posición, viajaran sin
dinero. Les indicó que intuía por sus modales y lo
cuidadas que tenían las manos que debían ser
profesores o intelectuales, vamos que no habían
trabajado nunca…, al menos en nada manual. Juanma
intentó dar una explicación, lo mejor que pudo, y Olga le
contó un poco su sueño, no escondiendo su curiosidad
por la imagen de la virgen.

- ¡Ah! la virgen negra - dijo santiguándose- es


muy famosa por estas tierras, ¿Quiere que le
cuente la leyenda?, cuál, ¿La oficial o la
oficiosa? - comentó con sorna.
- ¿Hay varias? – insistió Olga de nuevo.

No les dio la opción de preguntar más, pues


viajaba esa misma tarde con sus ovejas campo a través
hacia España y no queriendo perder oportunidad de

69
resarcir tanto tiempo en silencio se ofreció a que le
acompañaran.

- No hay mejor lugar que la montaña y el calor


del fuego de una hoguera para contar
historias – dijo, prometiendo una vez más
buena compañía y agradable conversación.

Juanma aceptó entusiasmado, ante la atónita


mirada de su compañera de viaje, que no daba crédito a
su suerte ¿Dormir en mitad del campo? Sin embargo bajó
la mirada y no hizo ademán de protestar.

70
12

Pocos lugares guardan la belleza de las montañas


que separan la península Ibérica y el país Galo. Como los
perros hacían todo el trabajo guiando a las ovejas, los
tres caminaban y hablaban relajadamente montaña
arriba. La Rhune es un destino turístico muy conocido,
donde los visitantes pueden coger un pequeño tren de
cremallera que permite ascender cómodamente a la cima
del monte Larrun, separación natural entre España y
Francia. Desgraciadamente para Olga, que llevaba rato
sufriendo un insoportable dolor de pies, ellos tenían que
hacer el camino andando. Por lo menos Aitor amenizaba
la caminata contándoles historias y enseñando los
tesoros de la comarca. En el camino tuvieron la suerte
de encontrarse con un grupo de pottoka, pequeños
caballos negros, del tamaño de un pony, que pastaban
salvajes a su aire, ajenos a las preocupaciones o los
intereses que tanto perturban la vida de los hombres.
Transitaban por un espectacular paraje, lástima de nubes
bajas que apenas dejaban ver el paisaje.

La cumbre del monte Larrún ha sido escenario de


antiguas leyendas, y aun a día de hoy es lugar que
infunde miedo y respeto entre los habitantes de la
comarca. Sus visitantes pueden encontrar al menos una
docena de cuevas famosas, lugar escogido por las
brujas de antaño para celebrar sus diabólicos aquelarres.
En otras partes de la montaña dicen que vagan espíritus
errantes y hasta una serpiente de siete colas ha morado
su cima, si bien quizás este último relato sea un poco
exagerado. Una de las leyendas más extendida, y sin
duda la más curiosa, se cuenta ocurrió allá por el año 92
a.de C. Media docena de barcos vikingos llegaron a
estas tierras procedentes de una expedición de pillaje en

71
Cartago, quizás empujados por una tempestad.
Acosados por la turba que salió a defenderse, se
refugiaron en la cima del monte. La superstición, y quizás
la falta de ganas de enfrentarse a tan temibles guerreros,
impidió a los aldeanos acercarse a expulsar de sus
tierras tan inoportunos visitantes. Según cuenta la historia
a causa de los cuantiosos daños producidos en sus
barcos no tuvieron más remedio que establecerse,
permaneciendo casi doscientos años en la montaña,
hasta que un buen día simplemente desapareció el
asentamiento. Como prueba de su existencia quedaron
runas nórdicas esculpidas en la roca y el tesoro
cartaginés, del que los aldeanos dieron pronta cuenta.
<<Los vikingos no abandonan sus tesoros sin presentar
batalla>>, dijo el pastor con voz grave, como queriendo
acentuar el misterio.

Ya entrada la noche llegaron al refugio de


montaña que iba a proporcionarles un techo donde
resguardarse. Aitor guardó las ovejas en un pequeño
corral preparado al efecto y encendió un fuego mientras
repartía mantas, pues habían bajado mucho las
temperaturas. Les preparó una rica sopa de pollo, con
pan y butifarra catalana, y ya en plena faena le pidieron
que por favor no se demorara más y les contara la
historia de la virgen negra. El pastor se santiguó de
nuevo y empezó a contar la leyenda de Stes Maries de
la Mer, muy popular en el sur de Francia.

Llegaron por mar hacia el año 42 D.C. al citado


pueblo, cercano a Marsella, María Salomé (madre del
apóstol Santiago), María Jacobe y María Magdalena.
Escapaban de las primeras persecuciones a los
cristianos. Con ellas viajaba Lázaro, a quien se decía que
Cristo había resucitado y Máximo, futuro obispo de Aix-

72
en-Provence. Más sorprendente es que también viajaba
en el pequeño velero Sara, una niña de nueve años.
Ninguna figura ha sido tan controvertida para el
cristianismo como María Magdalena, porque
supuestamente habría contraído matrimonio con Jesús,
algo totalmente inaceptable para la iglesia católica, que
ha defendido siempre su divinidad y celibato. La leyenda
cuenta que esa niña pequeña era la legítima
descendencia, se cree que Jesús en realidad pertenecía
a la nobleza y “Sarah” en Hebreo significa “princesa”, un
nombre reservado a la realeza y personas de alta
alcurnia. La representación de la virgen negra es el único
vestigio que queda en la actualidad de la historia de la
hija de Cristo, pues a partir de su llegada a costas
francesas se pierde la pista.

- ¿Era negra, la hija de Jesús? – preguntó


sorprendida Olga.

Aitor simplemente se encogió de hombros en


señal de desconocimiento y en ese momento Juanma
intervino:

- Hay una explicación para que “Sara La Kali”,


la patrona de los gitanos, de los
desheredados, fuera representada con la piel
oscura, Kali significa negra, y hace alusión al
Antiguo Egipto cuyo nombre antiguo, era
Negro o Kemet. Se le puso este apelativo
porque María dio a luz a su hija en la antigua
Alejandría, “Sara La Egipcia” sería un
término más apropiado.
- Negra o no, señorita, la cuestión es que mi
abuelo era considerado un gran sabio en el

73
pueblo, tuvo muchos hijos y nietos y no
todos fueron pobres pastores como yo. Mi
abuelo nos contó que la hija de Dios vino a
este pueblo hace casi dos mil años, de ahí
nace el nombre de “Saré”, donde intentó sin
mucho éxito reinstaurar las enseñanzas de
su padre.
- Es una historia increíble, la verdad es que
había leído algo sobre la posible
descendencia de Jesús y que estaba casado
- dijo Olga.
- Lo increíble, decía mi abuelo, es que
llevemos dos mil años dándole vueltas al
asunto del matrimonio, cuando lo realmente
importante es que Sara conocía los secretos
del mundo, los mismos conocimientos que
Cristo intentó transmitirnos - desveló Aitor,
encantado de poder compartir sus
conocimientos.
- ¿Los secretos del mundo? - dijo Olga y miró
instintivamente a Juanma.
- Eso decía mi abuelo, señorita. La gente que
manda en “La Iglesia” conocen también
estos secretos, pero no querían revelarlos,
por eso negaron toda la historia, no porque
les preocuparan que Jesús estuviera casado.
Si la hija de Cristo no existe, sus enseñanzas
tampoco.
- ¿Porqué esconderlos, cual es ese secreto?-
preguntó Olga.
- Porque se emborracharon de poder,
pensaron que atesorando el conocimiento
podrían hacer uso de él y gobernar para
siempre. Pero mi abuelo, que era muy sabio,
apuntaba que sea cual sea el secreto que
guardan, no saben como usarlo, porque sólo

74
se puede hacer funcionar con el corazón.
Los que no quieren que la verdad se sepa no
han aprendido a amar, por eso tienen mucho
dinero y poca felicidad.
- Aprender a amar sólo se aprende amando –
susurró Juanma, acogiendo en su regazo a
Olga, que caía dormida en ese instante,
derrotada por el cansancio.

Al amanecer las nubes se fueron retirando y


permitieron que se abrieran algunos claros ¡Por fin
podían ver España! Para cuando la pareja consiguió
despertarse y salir de la cabaña el pastor llevaba ya
tiempo levantado; andaba conversando con lo que
parecían ser dos cazadores. En realidad eran agentes de
la guardia civil encargados de vigilar las fronteras,
normalmente jóvenes recién incorporados al cuerpo que
pasaban días o incluso semanas a la intemperie, en
busca de contrabandistas o terroristas. El pastor vasco
era un viejo conocido de la policía, pero sus
acompañantes levantaron sospechas, por razones
obvias. Afortunadamente presentaron la documentación,
los agentes confirmaron sus identidades por radio y sin
más se despidieron, aunque a lo lejos pudieron oír como
uno le comentaba al otro: << la gente está muy loca, te lo
digo yo, está muy loca…>>

Reemprendieron la marcha colina abajo y


habiendo traspasado la frontera pudieron ya pisar tierras
españolas. A medida que avanzaba Olga notaba que no
era la misma, algo había cambiado en su interior.
Solamente unos pocos días habían bastado para
replantearse muchas cosas. En cierto modo empezaba a
entender porqué Juanma lo había dejado todo y
“escapado” a Francia. Ella sólo se preocupó de su

75
trabajo, de ascender, entró en una vorágine de actividad
diaria que la impidió apreciar nada más. En poco tiempo
había conocido a personas extraordinarias, que le
hablaban de otro mundo, más allá del que percibimos
todas las mañanas. Sentía como algo se removía en su
interior y no hacía más que recordar las palabras de su
jefe, el señor Taiko: << Para recordar, primero hay que
olvidar>>

¿Qué habría querido decir, cual era el sentido de


sus palabras?

76
13

Les condujo el pastor hasta una carretera, e


indicándoles el camino, hicieron por despedirse. Entre
abrazos y de manera muy emotiva se dijeron “hasta
siempre”, sin duda había sido relación corta pero sincera.
Tomaron la carretera siguiendo sus indicaciones hasta
que se tropezaron con la primera población, Vera del
Bidasoa, un pueblo vasco apenas a media hora a pie de
la ladera de la montaña. Desde allí decidieron continuar
viaje hacia Pamplona, ciudad que debía acercarles a su
destino, el Madrid de Santiago. Buscar transporte no fue
tarea fácil, los vascos son de naturaleza hospitalaria y
afable, pero en estos pueblos no están acostumbrados a
los extraños y enseguida levantaron desconfianza. Al
final, a fuerza de mucho preguntar, consiguieron que un
repartidor les llevara.

Pamplona es famosa en todo el mundo por la


fiesta en honor a su patrón, San Fermín. Por sus calles
se hace una suelta de reses, toros bravos, mientras
corredores de toda índole y diversas procedencias
esquivan las cornadas. A su llegada Olga suplicaba por
un baño y una habitación en condiciones.

- No tiene que ser un hotel de cinco estrellas,


pero por favor, por favor… necesito una
ducha y dormir en una cama - rogaba.
- Creo que voy a acceder a tu petición - dijo
Juanma besándola – solamente por hoy,
vamos a hacer una excepción, no todos los
días se puede presumir de haber cruzado la
frontera desde Francia a pie.

77
Encontraron un pequeño hotel, un establecimiento
de reducidas dimensiones pero con mucho encanto. El
baño de la habitación tenía una de esas antiguas bañeras
de hierro con patas y Olga pidió entusiasmada que se la
quedaran. Hicieron buen uso de ella, pues a duras penas
consiguió Juanma sacarla del agua, y gracias a que se
hacía tarde y apretaba el hambre, porque si por ella fuera
se hubiera dejado arrugar como una pasa de tanto
permanecer en la bañera. Navarra es muy especial para
comer, así que también levantaron la veda en cuestión
culinaria y degustaron los placeres y caldos de la tierra.
Un día es un día, hasta en esta especial peregrinación.
Ella durmió esa noche como no lo había hecho en mucho
tiempo, relajada y sin preocupaciones, desde muy niña
no recordaba reposar tan profundamente.

Se despertó en la mañana y Juanma no estaba,


había dejado una nota pidiendo que le esperase. Bajó a
tomar el desayuno mientras volvía y cual sería su
sorpresa cuando le vio aparecer con dos viejas bicicletas.

- Hola, siento no haber esperado que


despertaras, pero creo haber solucionado
nuestro problema de desplazamiento.
¡Vamos a hacer el Camino de Santiago en
bicicleta! Nunca podría haber sido más
apropiado su nombre. Hasta Burgos
seguiremos la ruta compostelana - dijo
Juanma orgulloso.
- ¿Donde has conseguido las bicicletas? -
preguntó Olga totalmente estupefacta.
- Soy un hombre de recursos, como andar
tantos kilómetros es muy duro, pensé en

78
valernos de las indicaciones y los albergues
para proseguir nuestro camino. En bicicleta
debería ser más descansado – le explicó.
- Me parece una idea excelente – mintió Olga,
maldiciendo a sus adentros ¡Como iba a ir
ella en bicicleta!, cual sería la siguiente
tropelía.
- Me alegro que te guste, en cuanto estés
preparada salimos. Ya sé cual será nuestra
próxima parada, quiero que conozcas a un
buen amigo, alguien al que precisamente
conocí en uno de mis peregrinajes.

Dicen que montar en bicicleta no se olvida nunca,


pero pueda ser que no se aplique a todo el mundo,
además y para empeorar la situación, Juanma la miraba
pedalear sin confianza y eso no la estaba ayudando
nada. Menos mal que no es requisito moverse con soltura
sobre dos ruedas para dirigir una gran empresa, pensó
ella. Gracias a su tozudez, y a pesar de llevar más de
veinte años sin montar, pronto empezó a moverse con
cierto desparpajo, no sin antes haber atropellado a dos
viandantes y arrollado el carro de una vendedora de
flores. Se disculparon y consiguieron dejar la gran ciudad.
Empezaron a utilizar sendas de tierra y la tarea se hizo
más sencilla, al verla más relajada Juanma empezó a
contarle detalles del camino.

Es común a todas las religiones el acto de


peregrinación. En la cristiana se visita las reliquias en
Santiago de Compostela o la basílica del Santo Sepulcro
en Jerusalén. La musulmana tiene La Meca, los tibetanos
el monte Kailas, los hindús el Ganges…, la mayoría de

79
los fieles realiza este recorrido por sus creencias
religiosas, otros simplemente se sienten atraídos por los
paisajes, los albergues y encontrar agradable compañía.
Lo que casi nadie conoce es el fin último de su marcha,
no es un viaje ofrenda a su Dios, sino el encuentro con la
“divinidad” que todos llevamos dentro, contaba Juanma.
La peregrinación es un acto de ruptura, se acaba con los
actos cotidianos de nuestras vidas, se termina con las
preocupaciones sobre el estado de nuestro negocio, o si
seremos en breve despedidos. No tiene nada que ver con
las notas de los exámenes de nuestros hijos, ni con la
situación económica a fin de mes. Lo único que hacemos
por un tiempo es andar, y mucho. El peregrino consigue
sin saberlo varios objetivos, primero de todo aprende a
realizar un esfuerzo, un sacrificio, sin esperar una
recompensa cierta por ello. El andar veinte o treinta
kilómetros todos los días es ciertamente duro y se viven
situaciones en las que prima la solidaridad y el
compañerismo, tan olvidados en nuestra sociedad actual.
La más de las veces la persona que termina el viaje es
totalmente diferente al que lo inicia.

Otro resultado inesperado es que el viajero


empieza a pensar de manera diferente, o mejor dicho,
calma la mente, pues a través de las diferentes etapas,
cuando el cansancio hace mella en la voluntad del
hombre, la cabeza deja de dar vueltas. Desaparece la
incertidumbre que siempre nos rodea y el peregrino se
centra en un único objetivo, llegar al siguiente pueblo,
todo lo demás no importa. Para algunos la mente deja de
tener absoluto control sobre el individuo, y con suerte se
puede ir poco a poco vislumbrando el ser que mora en
todos nosotros, concluyó complaciente Juanma.

80
Tras compartir impresiones en el camino, y algo
de comer, con otros caminantes, distinguieron al fin su
objetivo. El pueblo de Torres del Río es actualmente una
pequeña aldea de sólo doscientos habitantes, pero fue
importante refugio medieval para los viajeros. La única
edificación en pie de la época es su iglesia del siglo XII,
típica construcción del arte románico pero levantada con
planta octogonal, y que junto a la de Eunate es única de
estas características en el mundo. En la cúspide en vez
de campanario una linterna lucía toda la noche. La
leyenda cuenta que se encendía para guiar a los
peregrinos, pero a la postre se ha demostrado su poca
utilidad como faro, parece más bien que su uso era de
índole funerario. Más de un misterio esconden estos
parajes, cuando la ciudad amurallada fue erigida por la
orden de los templarios, que entre sus múltiples
atribuciones contaba la de proteger a los peregrinos de
los peligros del camino, sobre todo en forma de
asaltantes. Prácticamente ningún otro vestigio queda
ahora de esta antigua época feudal.

Juanma sabía exactamente donde lo encontraría,


atravesó con paso decisivo hasta la plaza central, donde
los mayores discutían acaloradamente sobre temas que
para muchos pudieran parecer intrascendentes…,
básicamente futbol y el tiempo. Olga en seguida reparó
en la figura de un hombre mayor, con gafas, pelo largo y
una poblada barba blanca, que apartado del grupo
escribía en un cuaderno de anillas. Sobre la mesa un
café a medio tomar y un tablero de ajedrez con la partida
a medias. Había dejado dos sillas libres y Juanma hizo
un gesto a Olga para que se sentaran; soltaron las
bicicletas y él quedó inmóvil mirando fijamente el tablero.
El caballero obviamente les estaba esperando, pero
seguía escribiendo con la cabeza agachada. Juanma
lentamente y sin mediar palabra movió un caballo. El

81
anciano en es momento se detuvo, cerró lentamente su
cuaderno y quedó unos instantes mirando las piezas,
luego simplemente tiró el rey, sólo entonces sonrió y se
pudo escuchar por fin salir palabras de su boca:

- ¡Diablos, no lo había visto venir! Dadme un


abrazo, os esperaba impaciente.
- ¿También es vidente? - preguntó Olga
sorprendida.
- ¡No…! tu acompañante y yo llevamos meses
jugando esta partida por Internet y esta
mañana me anunció su llegada. Veo que no
le ha contado nada sobre mí, me llamo
Javier, encantado de conocerla. – se
presentó, pensando en la extraña ocurrencia
sobre sus dotes adivinatorias.
- Ya sabes como me gusta mantener el aura
de misterio - contestó Juanma.
- No le hagamos caso hija, será muy bueno
jugando al ajedrez, pero de mujeres no tiene
ni puñetera idea, vayamos a casa para que
pueda tomar un baño y descansar un poco.
Voy a prepararla una cena que recordará
siempre - dijo mirando con complicidad a
Juanma.
- Encantada me dejare preparar lo que usted
guste - contestó Olga, que sentía que se
encontraba ante un hombre realmente muy
especial.

82
14

La luna cubría con su manto blanco la espesura


de la noche, era tanta la calma que se instalaba en el
pueblo que estremecía, sobre todos a aquellos que no
estaban acostumbrados al silencio. Javier preparaba “la
cena”, mientras sus invitados tomaban una ducha y
hacían descansar sus doloridos cuerpos. A la hora
estipulada bajaron al comedor y quedaron abrumados
por la cantidad de comida que su anfitrión les había
preparado:

- ¡Madre mía! Que buena pinta tiene todo


¿Eres cocinero? – preguntó.
- Sólo a ratos y siempre para mujeres guapas
– contestó Javier guiñándola un ojo.
- No te dejes engañar por su humildad - aclaró
Juanma - nuestro anfitrión es doctor en
psiquiatría, una eminencia de reputado
prestigio
- Eso es lo que más me preocupaba, el
prestigio. Cuando te haces famoso y gustas
a mucha gente, debes empezar a
cuestionarte tu valía. Afortunadamente estoy
retirado, ahora sólo me dedico a escribir,
pero por favor comed ¡Qué se enfría! – y
empezó a repartir la comida.
- Y yo que pensé que en este viaje pasaría
penurias – dijo Olga.
- Cuando se fluye con amor y sin miedos, la
vida te provee de todo lo que necesitas. Es
el miedo a perder lo que se tiene o no
conseguir lo que se quiere lo que impide vivir
con plenitud – expuso Juanma.
- Sabias palabras, amigo – apoyó Javier.

83
Acto seguido inclinó su cabeza y juntó sus manos
a la altura del pecho, en ademán de rezar. Olga lo miró
sorprendida, mientras él en voz muy baja, apenas
imperceptible, daba gracias por los alimentos y la suerte
de contar con tan grata compañía esta noche.

- ¿Cree usted en Dios? He notado extrañeza


en la expresión de su cara cuando me
dispuse a rezar – preguntó Javier.
- Lo siento, pero como científico que es, se me
hace extraño. Al final ¿No son tan solo
supersticiones? - contestó Olga.
- Muy religioso no soy – decía riendo, mientras
miraba a Juanma buscando su aprobación.
- ¿Entonces? – insistió Olga.
- Parte de la culpa la tiene su acompañante,
¿lo recuerdas?... fue una noche que
debatíamos sobre la existencia de Dios;
negaba esa posibilidad, argumentaba que
era histórica la necesidad que tiene el ser
humano de buscar explicación a lo
desconocido valiéndose de lo sobrenatural -
explicaba Javier, que a continuación pidió a
Juanma que por favor continuara.
- Yo, por mi parte, trataba de explicar que hay
ciertas cosas que no se pueden entender,
sólo se han de sentir. Entonces escenifique
la siguiente parábola. Cogí una moneda con
la mano derecha, la cerré y acto seguido
pregunté ¿Dónde está? La respuesta es
obvia. Después escondí la misma moneda

84
con las manos a la espalda y mostrando los
dos puños cerrados le dije: <<Está en la
mano izquierda. Ahora depende de ti creerlo
o no. Es cosa tuya, pero la moneda está en
la mano. Que no puedas verla no significa
que no exista>>
- Entonces vi en sus ojos que no había
intención de engañarme o inculcar en mí una
creencia ciega o religiosa. Su única
necesidad era compartir - prosiguió Javier
- ¿Y confiaste así, sin más?- preguntó
incrédula Olga
- La confianza es la base de todo, sin ella no
merece la pena vivir. ¿Porque iba a
engañarme este hombre? En ese momento
algo maravilloso ocurrió, no se lo puedo
explicar con palabras – señaló Javier.
- ¿Inténtelo, por favor?- pidió Olga muerta de
curiosidad.
- Fue como una revelación, todo lo que había
leído en los últimos años, Budismo Zen,
meditación, seminarios de Kabbalah, incluso
teología cristiana, de pronto todo cobró
sentido. Antes me había dado cuenta que no
entendía nada, en ese momento supe que
no se puede entender. Tenemos que
aprender a sentir desde nuestro interior.
Creo que vivir desde dentro hacia fuera, en
vez de prestarle tanta importancia a las
cosas que nos ocurren puede ser altamente
liberador - reveló Javier.
- Los manicomios están llenos de personas
que intentaron entender – aseveró Juanma.
- ¡Pero eso no es una revelación!, es un acto
de fe. No tiene fundamento creer que existe

85
Dios porque otra persona dice que existe -
intervino Olga.
- Tiene usted toda la razón, ahora si mis
invitados quieren continuar conversando, lo
cual este anciano agradece, habrán primero
de terminar la cena, ¿No queremos que se
enfríe, verdad? - dijo con el cariño de un
padre.

Olga pudo comprobar que la cena era tan


exquisita como su anfitrión, apenas lo conocía pero en
seguida se percató de la especial relación que existía
entre los dos hombres, que a pesar de la diferencia de
edad, poseían muy similar “paz interior”. Se acomodaron
en el sofá y Javier avivó el fuego de la chimenea para
continuar charlando.

- Tengo reservado un vino para una ocasión


especial y no se me ocurre mejor momento,
con vuestro permiso me gustaría que me
ayudarais a comprobar si es tan bueno como
dicen – ofreció.
- Sería una descortesía de nuestra parte
rechazar tan amable ofrecimiento – contestó
Olga, que realmente estaba disfrutando
mucho la velada.

Sacó unas copas, abrió la botella y todos


reconocieron no haber probado nunca vino tan rico. El
doctor por supuesto tenía intención de continuar la
conversación en el mismo punto en el que se habían
detenido:

86
- ¿Donde lo habíamos dejado? Ah!... sí,
hablábamos de Dios. Lo que ocurre con él,
es que no se parece ni por asomo a nada
que pueda imaginar, y aun así claramente
intuyo la existencia de una entidad superior
¿O piensa que el hombre es el tope de la
creación? Espero que por nuestro bien no
sea así.
- ¿De que vale entonces saber de su
existencia, si tan distinto es? – preguntó
Olga.
- Reconocer su existencia hace
necesariamente replantear la nuestra, ¿Ve a
donde quiero llegar? – preguntó de nuevo
Javier.
- Sinceramente, no - contestó Olga, que con el
vino se iba animando.
- Me refiero que la vida es como un gran juego
de Rol ¿Sabe a lo que me refiero?, con sus
orcos, elfos, monstruos y princesas. Es un
gran juego, de una complejidad
extraordinaria, pero sólo eso, un juego. ¿Qué
otro significado se le puede dar? De todas
formas, hagas lo que hagas, nuestra amiga
“la muerte” siempre toca nuestra puerta. ¿O
cree usted que al final de nuestras vidas
cuenta la cantidad de dinero o fama
conseguida? – reflexionó Javier bajo los
suaves efectos del elixir de uva.
- ¿Piensa entonces que la vida no tiene
sentido? - preguntó escéptica Olga.
- Al contrario, es un juego maravilloso, más
increíble de lo que pueda imaginar, pero no
lo estamos jugando muy bien. Déjeme

87
puntualizar, ocurre que no lo sabemos jugar,
venimos sin manual de instrucciones.
- Dígame entonces ¿Como hay que hacerlo?
- preguntó Olga
- Esa respuesta la tiene que encontrar usted
misma, únicamente le diré que usted se
sorprendió de verme rezar. ¿Se ha
planteado siquiera si puede funcionar? La
realidad no es sólo la que se ve, pueden
existir muchas cosas que ni siquiera imagina
que la pueden ayudar, pero si quiere
encontrarlas tiene que empezar a pensar de
manera diferente, no dando por bueno todo
aquello en lo que cree, su trabajo, su vida,
sus amigos…y eso no es fácil, se lo aseguro
- contestó Javier, que andaba ya un poco
adormecido.
- Hace años me contaron una historia que
ilustra un poco lo que estamos hablando –
dijo Juanma, se recostó y comenzó a contar.

Un famoso poeta callejero de París vendía


pequeños poemas, por la ridícula cantidad de un euro.
Únicamente pedía una condición, que no se destruyeran
una vez leídos, que fueran cuidados, porque un poema
tiene su propia energía, tiene vida, es indudablemente
algo bello. Si lo destruyes, por la ley de la compensación,
empezarás a tener mala suerte, decía a todo el mundo,
ocurre siempre que golpeas o destruyes algo hermoso, y
él reconocía belleza en todas las cosas. Una persona no
le hizo caso, rompió y tiro uno de sus poemas a la
papelera. Inmediatamente todo empezó a salirle mal.
Buscó al poeta de nuevo y le preguntó como arreglarlo.
<< ¿Cuánto dinero crees que vale cambiar tu suerte? >>
fue la respuesta que recibió. Al cabo de uno días volvió

88
indignado con veinte mil euros, pensando que había sido
timado, mediante algún tipo de mal de ojo o artimaña
similar. Cuando le vio aparecer con el dinero el artista le
reveló contrariado:

<< No has entendido nada, no es a mi a quien


debes darle el dinero, yo tengo cuanto necesito. Tendrás
que encontrar a quien puedas ayudar. >>

89
15

A la mañana siguiente Olga, no queriendo perder


las buenas costumbres, se levantó ya bien entrada la
mañana. Bajó despacio las escaleras y pudo escuchar a
“sus hombres” hablando en voz baja, prácticamente
susurrando. Ella pensó lo gentil que había sido por parte
de los dos haber tenido en cuenta cuidarse de no hacer
ruido, para no despertarla. A punto de traspasar el umbral
de la cocina oyó claramente su nombre y como Juanma
decía: << No está preparada, no todavía >>

- Buenos días, no estoy preparada ¿para


que?- preguntó al entrar.

Los dos se llevaron gran sobresalto, pues no la


habían escuchado acercarse. Se miraron sin saber que
responder, hasta que Juanma tomando la iniciativa
contestó:

- Buenos días princesa, creo que nos has


pillado hablando de ti a tus espaldas.
- No pasa nada, las mujeres lo hacemos
constantemente y no por ello nos
ruborizamos - dijo con sorna. En realidad le
gustaba ser centro de atención.
- Javier amablemente se ofrece acercarnos a
Santo Domingo de la Calzada, nuestra
próxima parada. Dejamos aquí las bicicletas
y él se encargará de devolvérselas a su
dueño – propuso Juanma.
- ¡Fantástico!, no te puedes imaginar lo que
me duele el culo de pedalear, que no tengo

90
quince años. ¿Y para que no estoy
preparada? - dijo mientras se servía café e
hincaba el diente a los bollos.
- Te lo contamos por el camino, así haremos
más entretenido el viaje. Tú desayuna
tranquila – pidió Javier.

Escasas son las oportunidades reales de cambio


que la vida concede, pero antes se ha de ir gestando
poco a poco, con la exquisitez y paciencia de la
maduración de un buen vino. Es entonces, si se está
preparado, cuando aparece un detonante. Si se supera
el vértigo del principio algunos comienzan un imparable
proceso de transformación, que seguramente les llevará
a convertirse en seres diferentes. Para unos pocos
culmina con éxito este renacer de manera tan rápida que
provoca el desconcierto o incluso rechazo de conocidos y
familiares. En el caso de nuestros amigos tuvieron el
mismo reactivo en esta alquimia de la vida.

Contaba Javier con el entusiasmo de un niño, que


una de las muchas leyendas que se cuentan entre los
caminantes que se aventuran a realizar el Camino de
Santiago hablaba de un peregrino un tanto “especial”.
Uno que viajaba solo, en silencio, sin dinero. Cuando
tenía algo que decir, escribía en un trozo de papel. Ellos
tuvieron la fortuna de conocerlo; más tarde aprendieron
que no existe la suerte, pues todo acontece en el
momento que tiene que suceder, ni antes ni después. Era
alto, desgarbado, con el pelo y la barba muy largos y
unos ojos azules que penetraban más allá de la propia
mirada. Lo que en él pudieron percibir es el amor en su
estado puro. No tiene sentido intentar describir con
palabras aquello que no se puede explicar, solo cabe
decir que el amor al que se referían es distinto,

91
incatalogable, absoluto, ni bueno ni malo. Es algo
totalmente diferente al que suele darse en las relaciones
humanas.

Cuando queremos a alguien también


catapultamos muchas de nuestras necesidades y miedos.
Con una relación afectiva se adquiere la sensación de
propiedad y la mayoría de las veces, de manera egoísta
e inconsciente, tratamos de convertir nuestra pareja en
aquella persona que deseamos para nosotros, nuestro
“alter ego”. En definitiva, “querer” es aprender a escuchar
con el corazón, no con la cabeza. Es aceptar plenamente
las cosas como son, entendiendo que ocurren porque
todavía son necesarias y sobre todo necesita saber vivir
sin juzgar a los demás.

- No es lo que decían sus notas, sino lo que


se percibía en presencia de este peregrino.
Este tío, paralizaba el tiempo a su alrededor,
no tenía nada, no poseía bienes materiales,
pero desprendía una paz que no sé puede
explicar – contaba Javier mientras conducía
- Creo que lo entiendo – contestó Olga, quien
rápidamente pensó lo desconcertante que
fue su encuentro con el Sr. Taiko.
- Fue una experiencia muy reveladora, nos
ayudó a comprender que podemos actuar de
manera totalmente diferente – dijo Juanma
rompiendo su silencio, pues como era
costumbre en él, apenas había hablado en
todo el camino.
- Llegamos a Santiago de Compostela y
prometimos seguir en contacto. Ambos
continuamos nuestro “aprendizaje” y cuando

92
creíamos haberlo visto todo apareció…
¿Cómo lo llamas? – preguntó Javier.
- El hombre Ayahuasca - respondió Juanma
sonriendo
- Ahora si que me habéis descolocado del
todo – dijo Olga, totalmente desconcertada.
- Pues espera a conocerlo, es tremendo -
afirmó Juanma, mostrando cierto tono de
preocupación.

Atravesaron el pueblo dejando a un lado la


catedral, circularon por sus angostas calles hasta tomar
una carretera, pobremente asfaltada, que les llevó hasta
un antiguo caserón con pinta de palacio renacentista. Un
conjunto de cipreses y un alto muro lo rodeaban, dando
al lugar un aspecto un tanto lúgubre. La cancela de
entrada estaba abierta y Olga pudo leer en un letrero
Institución de Readaptación Mental. Javier detuvo el
coche y se dirigió a ella:

- Hace mucho tiempo que colaboro en este


centro, donde años atrás se auto ingresó un
paciente un tanto especial. Voy a hacer las
gestiones para que puedas conocerlo.
Esperadme en la entrada, será sólo un
momento.

Salió del coche y despareció en el interior del


edificio, mientras Juanma intentaba poner al corriente a
Olga, que estaba literalmente alucinando con este viaje.

- La oportunidad que te brindamos, es conocer


una persona que ha escapado de la realidad,

93
tal como tú y yo la conocemos. Tienes
ocasión de preguntar aquello que
desconozcas, pero te advierto que sus
respuestas desconciertan tanto que pueden
producir una especie de cortocircuito en tu
cabeza. Provoca un estado alterado de
conciencia. Si eso ocurre, no tengas miedo,
relájate y piensa que siempre estamos a tu
lado. ¿Te sientes preparada? - pidió
Juanma.
- ¿Preguntar? No tengo nada que preguntar –
dudaba Olga.
- Mucho mejor entonces, sólo pasaras un rato
agradable con un chico encantador ¿Te
atreves? – le animó Juanma.
- Por supuesto que si, en peores plazas he
toreado – dijo decididamente, sin haber
entendido nada de lo que le había contado.

Javier salio sonriente, le plantó una acreditación


de visitante y señaló un joven al final del jardín. Acércate
y preséntate, él seguramente ya sabe que veníamos a
verle, tiene un don para este tipo de cosas, y además
agradecerá tu compañía. Olga se separó de los dos
hombres y avanzo decididamente hacia el lugar que le
había indicado, cuando llegó a la altura del chico saludó
tímidamente:

- Hola, mi nombre es Olga ¿Cómo te llamas?


- Toma asiento por favor, te estaba
esperando, me llamo Manuel – invitó el joven
con una agradable sonrisa.

94
Se acomodó a su lado y le devolvió la sonrisa.
Aparentaba tener un poco más de veinte años y era
bastante apuesto, aunque pobremente vestido. Se
miraron en silencio y ella empezó a sentirse incómoda.

- En realidad esto ha sido idea de mis amigos,


creen que a través de ti voy a “percibir
cosas”, pero realmente no se me ocurre que
preguntar, lo siento – le dijo agachando la
cabeza.
- A veces formular las preguntas correctas es
más difícil que encontrar las respuestas –
contestó.

De nuevo se hizo el silencio, él no dejaba de


mirarla, pero sonreía y se mantenía muy tranquilo.

- No llevamos ni dos minutos hablando, nada


temo a tu lado y sin embargo me siento
extrañamente incómoda. No, realmente esa
no es la palabra, es una mezcla de nervios,
confusión…puede que no sepa explicarlo –
expresó como buenamente pudo.
- Produzco esa sensación en la gente, no te
preocupes, en un rato se pasará.
- ¿Por qué? – preguntó de nuevo.
- Es un poco complicado de explicar. Somos
como un recipiente de energía, que vibra en
una determinada frecuencia. Es alta o baja
dependiendo de determinados factores,
añade a eso que podemos acoger distintas
energías y la mezcla se hace difícil de
entender ¿No crees? – volvió a contestar.
- ¿Tu energía hace que me sienta incómoda?

95
- Lo que ocurre es que mi nivel vibratorio es
alto y tú no estás acostumbrada, por eso
recibes extrañas sensaciones.

De nuevo se hizo el silencio, lo único que hacían


era mirarse, ahora Olga estaba un poco más calmada.
- La verdad es que no lo entiendo mucho – le
comunicó.
- No trates de entenderlo, no se debe analizar,
es mejor que aprendas a observar como te
sientes.
- ¿Cómo puedo observar? – preguntó Olga
- Ese es mi don, puedo hacer que la gente vea
dentro de si misma, aunque a veces lo que
ven no les gusta. Si quieres puedo ayudarte,
pero te advierto que puede ser una
experiencia bastante desconcertante.
- Hace unas semanas ni siquiera me hubiera
planteado la posibilidad de viajar con un
monje budista, con el que por cierto me
estoy acostando, y un famoso loquero. Creo
que llegados a este punto no hay vuelta
atrás. ¿Qué tengo que hacer? – dijo, con
cierto respeto y bastante miedo.
- Nada, sólo cierra los ojos, relájate y
concéntrate en tu respiración. Cuanto más te
relajes más fácil entrarás en el estado de tu
propio ser – reveló Manuel.

Apretó la mano con la suya y con gran delicadeza


se ayudó de la otra para cerrarla los ojos. Ella noto
mucho cariño, se sintió muy arropada mientras iba
cayendo poco a poco en un profundo letargo. Pasaba el
tiempo y el psiquiatra tuvo que contener a Juanma en

96
varias ocasiones, pues fue mucho lo que tardó en volver
con ellos. Después simplemente se levantó, y sin ser de
todo consciente del tiempo transcurrido, abrazó a su
nuevo amigo y volvió hacia la entrada, donde la
aguardaban ansiosos. Cuando llegó a su altura se dieron
cuenta que su rostro lucía mucho más sereno, había
signos de liberación.

- ¿Qué ha pasado, por que has tardado


tanto?- interpeló Juanma consumido por la
impaciencia.
- No te lo puedo contar, lo haré cuando llegue
el momento. Ahora tienes que llamar a tu
hermano, algo no va bien… creo que nuestro
viaje toca a su fin.

97
16

Rosa corría precipitadamente por los corredores


del Palacio de Congresos de Hamburgo. Bajo el brazo
derecho sujetaba una carpeta negra de la que caían
informes al suelo, que iban quedando diseminados por
todo el pasillo a causa de su alocada carrera. No le
importaba, había pedido a su asistente que recuperara
sus pertenencias de la habitación de hotel y la esperara
en el coche, con intención de dirigirse a toda velocidad al
aeropuerto. Todas las noches ella y Santiago hablaban,
sin embargo en el día de ayer no obtuvo respuesta a sus
llamadas. Supuso que estaría “enfrascado” en alguno de
sus experimentos habituales y se habría olvidado
conectar el móvil, pero la realidad es que quedó bastante
preocupada. Como por la mañana continuaba sin recibir
noticias suyas telefoneó a una vecina, médico de
profesión, y le preguntó si no le importaría acercarse un
momento a casa para comprobar que todo estuviera bien.

La mujer atravesó la verja y pulsó el timbre de


entrada con insistencia, pero nadie en su interior
contestó. La puerta estaba abierta, así que decidió entrar,
gritando insistentemente el nombre de Santiago para
espantar posibles intrusos. Como seguía sin recibir
respuesta, ni se escuchaba sonido alguno, se dispuso a
subir las escaleras y probar en el laboratorio. Lo que vio
le provocó tanto pavor que inmediatamente se puso en lo
peor. El investigador permanecía inmóvil, con los ojos
abiertos, conectado a un robot cuyo programa hacía
mucho tiempo se hallaba finalizado. Llamó rápidamente
desde su móvil al número de emergencia, mientras
comprobaba sus constantes vitales, afortunadamente su
corazón latía, aunque bombeaba con lentitud, y parecía
respirar con normalidad. Llegada la asistencia, y como no

98
respondía a ningún tipo de estímulo externo, optaron por
llevarlo en ambulancia al hospital. ¿En que lío te has
metido Santiago? pensó aterrorizada su vecina, que
presagiaba algún tipo de daño cerebral.

Dos figuras elegantemente trajeadas observaban


toda la escena con discreción desde el interior de un
coche negro, aparcado convenientemente a cierta
distancia. Una vez que la ambulancia había abandonado
el lugar a toda velocidad y la policía terminó de realizar el
atestado, el hombre que iba sentado en el asiento del
copiloto sacó su teléfono e hizo una llamada.

- Parece que todo ha ocurrido según usted


había previsto, señor ¿Cuál es nuestro
siguiente paso? – preguntó.
- Tenéis que recuperar el androide y todo lo
que penséis que pueda estar relacionado
con la investigación, pero por favor sed
extremadamente cuidadosos, quiero una
operación limpia, que no quede rastro alguno
que nos pueda comprometer - contestó una
misteriosa voz al otro lado del teléfono.
- Cuente con ello, señor…

El Taxi hizo el camino hasta el Hospital del Norte


en un tiempo record, amén de la generosa propina
prometida. Sabía que su marido estaba en buenas
manos, todavía era toda una celebridad y no
escatimarían en medios, pero el hecho de que hubiera
ocurrido en su ausencia no dejaba de martirizarla. Una
enfermera la acompañó a la habitación, mientras
esperaba la llegada del doctor. Vio a su marido postrado

99
en la cama, por lo menos tenía buen semblante y no
necesitaba respiración asistida. Cuando salgas de esta
vas a lamentar el mal rato que me estás haciendo pasar,
le susurró entre lágrimas. Por fin, al cabo de lo que para
ella fueron quince interminables minutos, apareció el jefe
de neurocirugía.

- Buenos días, usted es Rosa, la esposa


¿verdad?
- Sí, ¿por favor que es lo que ha sucedido?-
preguntó temblando.
- Para ser sincero, no hemos encontrado
absolutamente nada, ni morfológica, ni a
nivel neuronal, no presenta daños
estructurales, no hay tóxicos…está
simplemente dormido, similar a un coma
inducido. Desconocemos que puede haberlo
causado y no queremos administrar ningún
estimulante para despertar, a fin de evitar
posibles reacciones adversas. ¿Usaba algún
tipo de droga experimental? – indagó.
- Llevaba a cabo un estudio del cerebro, pero
sin drogas ni nada parecido, es complicado
de contar – contestó Rosa, sabiendo que iba
a ser difícil explicar en lo que estaba
trabajando su marido.
- Pues vamos a necesitar toda la colaboración
que nos pueda dar, porque he de confesarle
que estamos bastante perdidos. De
momento hemos decidido mantenerle
monitorizado y en observación, al menos
veinticuatro horas más, con la esperanza
que despierte de manera natural. Si no
funciona tendremos que ir viendo otras

100
opciones. ¿Necesita ayuda de algún tipo? –
preguntó el doctor.
- No, muchas gracias, sólo quiero quedarme a
su lado.

Pasaron un par de horas sin cambios


perceptibles, la placida expresión de su cara incitaba a
pensar en un simple shock, un desmayo a lo bestia…,
pero ello tampoco la tranquilizaba mucho. Se estaba
quedando un poco traspuesta, debido al cansancio
acumulado y a la tensión provocada por de los nervios,
cuando oyó sonar su móvil, descolgó y preguntó quien la
llamaba:

- Hola Rosa, soy Juanma. Estoy intentando


contactar con mi hermano y no contesta ni
en el móvil, ni en casa. ¿Va todo bien?-
preguntó
- No, nada va bien – contestó hecha un mar
de lágrimas.

No pudo aguantar más y rompió a llorar


desconsolada, le contó los experimentos con Eternidad,
la capacidad de recreación virtual…no tenía que haberle
dejado, no tenía que haberle dejado, decía entre
sollozos.

- Intenta mantener la calma, probablemente lo


único que haya ocurrido es que haya
entrado en un estado parecido a la
hibernación. Los practicantes de Yoga más
experimentados puede paralizar

101
prácticamente sus funciones vitales por
largos periodos de tiempo y luego despertar
sin más. Necesitamos ver sus notas, el
programa que utiliza en el desarrollado…
¿Sigue trabajando en casa? – preguntó
mostrándose lo más sereno que podía, en un
intento de tranquilizarla.
- Sí, lo tiene todo en su ordenador, arriba en la
sala de investigación – contestó.
- Bien, esto es lo que vamos a hacer, quédate
a su lado y si se produce algún cambio en su
estado me llamas a este número. Estamos
cerca de Burgos, calculo que tardaremos
unas tres horas en llegar a tu lado, si no te
parece mal me pasaré antes por vuestra
casa y recojo su ordenador. Vamos a
intentar entre todos descubrir que ha podido
pasar. ¿En que hospital estáis? - preguntó
de nuevo.
- En el del Norte, ¿En Burgos? ¿Estás en
España? - preguntó muy sorprendida, hacia
casi un año que no habían hablado y justo
ahora recibe su llamada, esto empezaba a
ser surrealista.
- Es una larga historia, te lo explico cuando
llegue, pero lo primero es lo primero,
permanece a su lado, nos vemos en el
hospital.

Continuando con su acostumbrada generosidad


Javier se ofreció a prestarles el coche y se excusó por no
acompañarles “que ya tenía una edad”. Se abrazaron y le
dieron las gracias, sobre todo Olga, todavía en un
asombroso estado de armonía consigo misma, tras la
maravillosa experiencia recibida en el sanatorio. Después

102
de despedirse condujeron por la autopista hasta que
alcanzaron el desvío que les llevaría el pueblo de
Santiago. Como dicen que las desgracias nunca vienen
solas nada más llegar se dieron cuenta que no iba a ser
única sorpresa desagradable del día. Fue tomar la calle
donde vivía su hermano y encontrarse de frente con un
gran coche de bomberos y varios de la policía que se
encontraban estacionados cerrando el paso. Juanma no
pudo reprimir un grito al ver la escena:

- ¡Diablos!, es la casa de mi hermano - dijo


estupefacto, sin dar crédito a lo que estaba
ocurriendo.
- Está toda quemada – contestó Olga,
igualmente sorprendida.

Llegaron al hospital más tarde de lo que


pensaban, por supuesto no se esperaban el reciente e
infortunado contratiempo. Se acreditaron en la recepción
para que les dejaran subir a planta y llamaron
suavemente a la puerta de la habitación donde
aguardaban su hermano y su mujer. Inmediatamente se
abrió y salió Rosa a recibirles, Juanma le dio dos besos y
presentó a su acompañante:

- Hola, te acuerdas de Olga, de la universidad.


- Sí, claro que me acuerdo, pasad por favor –
contestó, invitándoles a pasar con una
expresiva cara de perplejidad. Desde luego
hoy iba a ser un día para recordar, pensó
aunque no dijo nada por supuesto ¿Que
estaba haciendo ella aquí?
- Traigo malas noticias, hemos tardado tanto
porque al llegar a vuestra casa nos hemos

103
encontrado con los bomberos ¡Se ha
quemado! Le expliqué la situación a la
policía, que el propietario era mi hermano y
había sido encontrado esta misma mañana
inconsciente y nos dejaron entrar para ver si
podíamos contribuir en algo a la
investigación. El fuego ha sido claramente
intencionado y no había rastro del
ordenador, ni del robot, ¿Conoces si tenía
enemigos mi hermano? – preguntó Juanma.
- Creo que necesito sentarme, son
demasiadas cosas juntas – y recostada
hundió su cabeza entre las manos, el tema la
sobrepasaba, se veía protagonista de una
mala novela negra.

104
17

El mar mecía suavemente la pequeña barca,


mientras una suave brisa golpeaba en el rostro a los
dos pescadores. Cubiertos con el típico sombrero
japonés soportaban estoicamente los rigores de la fría
mañana. Partieron al alba de Tomonoura, pequeño
pueblo pesquero al sur de Japón. Llevaban ya un buen
rato contemplando quietos y en silencio el Mar Interior
de Seto, el que separa las islas que dan nombre al
país del Sol Naciente, cuando uno de ellos se decidió
por fin a romper la calma:

- Hace unos años ya tendríamos al menos una


cesta llena y ahora con suerte es lo que
consigo en toda la jornada de trabajo - dijo
Akari, el viejo pescador.

No lo entonó como lamento o enfado, no había


siquiera resignación, se dijo sólo con ánimo de
constatar una realidad, la de un mar que ya no podía
ofrecer los frutos que antaño regalaba con mayor
abundancia.

- Sólo los que viven en contacto con la


naturaleza son realmente conscientes del
enorme daño producido. Poderosa locura la
que lleva al hombre a destruir su propia casa
– contestó el señor Taiko.
- Nos comportamos como si fuéramos dioses,
creemos que podemos disponer y destruir a
nuestro antojo, pero este comportamiento
está arrojando graves consecuencias –
volvió a intervenir serenamente el pescador.

105
- Y sin embargo seguimos sin ser del todo
conscientes del resultado de nuestras
acciones, no queremos aceptar la
responsabilidad de nuestros actos, es más
sencillo buscar a quien echar la culpa –
afirmó Taiko, agachando la cabeza en señal
de humildad.

Akari Matsuyama era el hombre al que más


admiraba en el mundo. Nunca había parecido necesitar
nada, ni siquiera ser feliz. <<La felicidad es un estado y
como todo en la vida es pasajero>>, contestaba cuando
le preguntaban. Una vida sencilla de reflexión y trabajo
duro habían ido tallando en él una singular sabiduría. El
Señor Taiko contaba con una inmensa fortuna,
inagotables recursos y en más de una ocasión le ofreció
trabajo o dinero, pero él siempre rechazó cualquier tipo
de ayuda: << Poco me aprecias, si me quieres privar del
mar, del aire y de mi soledad >>, le respondía riendo a
carcajada limpia, sin saber si era entendido; ni le
importaba, ni lo esperaba. Por fin las cañas tensaron los
sedales, todas al mismo tiempo, y los dos hombres se
incorporaron de un salto para tirar de ellas.

- ¡Un golpe de suerte!, debemos habernos


cruzado con un banco de peces, no te
quedes ahí parado ¡Ayúdame con las de tu
lado! – gritó Akari.
- ¡Hago lo que puedo!, no me pidas tu
destreza, que no soy pescador – protestó
Taiko, mientras se aferraba a una de las
cañas como podía.

106
Con mucho esfuerzo consiguieron tirar de ellas
para recoger el pescado y llenar así de golpe toda una
cesta de Madai, el típico Pargo rojo japonés. Como hacía
siempre, el viejo pescador juntó sus manos y agradeció la
captura, mientras los peces daban golpes con sus colas y
abrían sus bocas a intervalos, intentando respirar fuera
del agua. Cuando acabó levantó la cabeza, sonrió y
despacio, con mucho esmero, como si fuera la primera
vez que lo hacía, empezó a preparar las cañas otra vez,
ante la atenta mirada de su improvisado ayudante.

- Noto antiguos fantasmas en tu mirada, viejo


amigo, ¿Todavía no pudiste desprenderte de
tu anhelo por cambiar el mundo? – preguntó
Akari.
- Los dos sabemos que no se puede. Son los
hombres los que han de cambiar, solo
cuando lo hayan hecho en número suficiente
cambiará…, ni siquiera tengo claro si eso
realmente importa - contestó serio.
- Da la sensación que vuelves a sentirte
abandonado, como el cachorro asustado que
eras cuando nos conocimos, ¿Lo recuerdas?
- dijo alzando hacia él su mirada.

Se miraron por un breve espacio de tiempo, se


sonrieron, y ya no dijeron nada…, quedaron inmóviles,
mirando al horizonte, hipnotizados por la belleza del mar,
mientras esperaban la próxima captura. Pasó tiempo
hasta que el Señor Taiko volvió a romper el silencio
instaurado.

107
- Tener conocimiento y no poder hacer nada
implica cierta frustración – comentó Taiko,
aunque sabía la contestación.
- Es muy importante aprender a aceptar las
cosas como son, sobre todo porque la
mayoría de ellas escapan a tu control. Tu
contribución es importante, la aportación de
cada uno de nosotros lo es, pero no esperes
que estén siempre recordándotelo.
- Como de costumbre tienes razón. Mientras
existe el vínculo de unión con la mente, por
débil o controlada que esta parezca, siempre
acaba valiéndose de estrategias y engaños
para desestabilizar y crear esa falsa
sensación de fracaso, de vacío… ya no es
momento de hacer juicios y valoraciones –
asumió Taiko de manera humilde.
- No te martirices, un fuerte sentimiento de
lealtad hacia los demás impide subir el último
escalón, aquel en el que has de superarte a
ti mismo. Está claro que es muy difícil
renunciar a la identidad que cada uno nos
hemos creado. Provocar un cambio tan
sustancial es en realidad renacer en vida,
“dejar de ser tu mismo” y puede parecer que
abandonas el resto del mundo a su suerte…,
pero los dos sabemos que no hay nada
cierto en ello. Este pensamiento te honra,
pues es puro de corazón, como todos los
apegos, llegará el momento en que sabrás
desprenderte de él, quizás después de tu
muerte..., quién sabe.

Taiko sonrió, qué ladino podía ser su amigo


cuando quería, pero cuánta razón tenía. Nos aferramos a

108
causas perdidas, sin querer reconocer que es el miedo el
que nos impide enfrentar realmente nuestro propósito en
la vida. Tener el conocimiento puede ser una pesada
losa, de la que también hay que saber desprenderse,
para librarnos de la falsa idea de identidad, de todo
aquello en lo creemos, y recuperar así nuestra verdadera
esencia.

- Bueno, mientras me deshago totalmente de


mi inventada personalidad, ¿Podemos al
menos intentar hacer algunas cosas?, como
antes lo intentaron Jesús, Buda y otros
tantos – reflexionó Taiko, no muy convencido
con sus palabras.
- ¿Vas a empezar a hacer milagros? –
preguntó el pescador con ironía
- Ganas me entran.
- Lo que hacía Jesús no eran milagros. Él
pedía para los demás, para que no pasaran
hambre o para que curase el enfermo…, su
nivel de conexión era tan alto que muchas de
sus plegarias fueron concedidas. Intentó
acercar al mundo la esencia de Dios, sin
embargo no entendieron el mensaje,
únicamente vieron una persona muy
especial, que podía hacer cosas increíbles.
Nadie se percató que pretendía enseñar a
explorar la esencia mágica que reside en
todos nosotros. Una vida sin sufrimiento es
posible, ni el que sentimos, ni el que
provocamos – concluyó serenamente este
viejo pescador.
- ¿Y como se explica esto a quien trabaja
todos los días catorce horas para sacar
adelante su familia, a quien ha perdido el

109
ser que amaba…, o quien por no tener no
tuvo ni esperanza? - volvió a preguntar Taiko
ya más serio.
- Ahí está su grandeza, no puedes. Todos
caminamos para aprender, deja que caigan,
pero permanece a su lado para ayudarles a
levantar – le contestó Akari sin inmutarse,
con la vista fija en el mar.

Quedaron callados de nuevo, esperando que los


peces volvieran a morder los anzuelos, cuando oyeron
sonar el móvil del señor Taiko. Tras un instante Akari
pudo escuchar como contestaba a su interlocutor: <<
Enseguida voy, no hagáis nada hasta que llegue >>.

- Me temo que me requieren con cierta


urgencia, muchas gracias por tu compañía,
es un placer poder pasar tiempo en tu
presencia – dijo mientras inclinaba su
cabeza en señal de reverencia.
- El placer es mutuo, ya lo sabes ¿Te acerco a
la orilla?- preguntó el pescador.
- No es necesario, voy un poco apremiado y
además así no te hago recoger, hasta pronto
amigo – y se despidió con otra leve
inclinación.

Casi no había acabado de pronunciar sus


últimas palabras cuando el Señor Taiko se desvaneció,
como por arte de magia. El viejo pescador no se vio
sorprendido por la desaparición de su amigo, parece que
en él era algo habitual esfumarse en el aire. Giró su vista
al mar y se acomodó plácidamente, esperando su
próxima captura.

110
18

Juanma tecleaba frenéticamente en el pequeño


portátil, bajo la atenta mirada de las dos mujeres. Como
su hermano se mantenía profundamente dormido y
continuaba sin mostrar signos de actividad, en cuanto el
sol hizo de nuevo acto de presencia salió
precipitadamente de la habitación; no podía soportar
estar más tiempo allí parado cruzado de brazos sin poder
hacer nada. Tuvo la idea de acercarse al centro de
investigación universitaria que había prestado el robot a
su hermano, con la intención de pedir sus códigos de
acceso y equipo adecuado para rastrearlo. No le gustó ni
pizca a Rosa que marchara así, sin ninguna explicación,
ni razón aparente. Se podía palpar la tensión entre las
dos mujeres, que solventaron su ausencia sin cruzar
palabra. Consciente del peligro de dejarlas solas se cuidó
mucho de volver lo más rápido posible. No se podía
hablar de rencor propiamente dicho, pero la mujer de
Santiago no guardaba un buen recuerdo de Olga,
siempre pensó que era una descarada.

Todos los androides llevan integrado un terminal


GPS que facilita su localización en casos de emergencia,
pero cualquier “cuatrero” de tecnología, mínimamente
capacitado, conoce la existencia de este dispositivo y
como inutilizarlo, por lo que resulta de escasa utilidad en
caso de sustracción. No obstante no todo estaba perdido,
Juanma todavía recordaba las manías de su hermano, no
en vano habían trabajado codo con codo durante un largo
periodo de tiempo, muchos años atrás. Estaba
convencido que habría escondido otro chip de
seguimiento, más difícil de encontrar e identificar. No era
el tipo de persona que arriesgaría años de investigación
por un simple robo o accidente. Recibido en la
universidad consiguió con gran esfuerzo convencer a los

111
responsables que él era sin duda la mejor baza si querían
recuperar tan preciado material. Hizo valer su doctorado
en ingeniería de computación y sobre todo ser el
hermano de tan ilustre y brillante científico, y a
regañadientes obtuvo los códigos de acceso con
inusitada rapidez, sobre todo ante lo extremadamente
cautelosos que suelen ser en estos casos. Estaba claro
que debían estar bastantes desesperados, los fondos
destinados a investigación siempre escasean y cualquier
opción era buena con tal de recuperar un equipo tan
valioso. De vuelta al hospital comenzó a buscar la
manera de establecer conexión y averiguar donde habían
llevado a Eternidad. No le llevó demasiado tiempo
encontrar un rastro. En cuanto estuvo seguro de haber
obtenido lo que buscaba dejó de teclear, levantó su
mirada hacia Olga y exclamó con cara de sorprendido:

- ¡Imposible!, no puede estar bien.


- ¿Qué ocurre? – preguntó Rosa que había
saltado como un resorte.
- ¡Se han llevado a Eternidad a Hong Kong!
Creo que nos enfrentamos a algo más serio
que ciber delincuentes, tened por seguro que
lo que ha encontrado mi hermano debe valer
mucho dinero si son capaces de sacar en tan
poco tiempo un robot experimental fuera del
país – les informó, muy desanimado ante su
descubrimiento.

Un androide de este nivel, el modelo técnicamente


más avanzado que existe, es francamente difícil de
transportar en avión como contrabando, sin que sea
detectado por el servicio de aduanas o la policía de
fronteras. Quienes se lo habían llevado tenían medios
muy sofisticados y grandes recursos, probablemente su
propio avión. Juanma les estaba poniendo al corriente de

112
los detalles de su hallazgo cuando oyeron sonar un
teléfono móvil, Olga se disculpó y salio de la habitación.
Instantes después volvió a entrar, con cara de franco
desconcierto, y sin disimular su tremendo disgusto se
dirigió a ellos:

- ¡Lo que nos faltaba! Era una llamada del


trabajo, ahora me dicen que abandone todo
lo que esté haciendo y me reincorporé
inmediatamente. He intentado hablar con el
director de mi empresa, pero está
ilocalizable por tiempo indefinido – dijo
apesadumbrada.
- Son demasiadas coincidencias, ¿No os
parece? – apeló Juanma pensativo.
- Va siendo hora de que los tres
mantengamos una conversación, creo que
queda claro que no habéis venido a Madrid
precisamente de vacaciones. ¿Tendríais la
amabilidad de explicarme que está pasando?
– dijo Rosa muy enfadada, se veía a punto
de estallar en cualquier momento.

Se miraron con preocupación, sabiendo el


formidable lío en que se habían metido. El enfado de
Rosa podía ser apocalíptico, lo mejor sería actuar con
tacto y contarle todo desde el principio. Le hablaron de la
misteriosa nota en el despacho, el viaje de avión a París
y su traslado, campo a través, desde la frontera con
Francia. Fueron desgranando su aventura, dando
detalles del viaje que finalizó con su llegada al pueblo de
Javier en Burgos, pero se guardaron muy mucho de
contar aquellos pormenores que no consideraron
conveniente relatar. No hablaron mucho de Margarite, y

113
por supuesto obviaron contar la experiencia de Olga en el
sanatorio, ya era bastante complicado por sí sólo explicar
el propósito de su viaje, ¿Intentar convencer a Santiago
para que aceptara fondos privados en su investigación?,
y sobre todo, ¿Cómo justificar que en vez de dirigirse
directamente a Madrid se dedicaron a recorrer el país en
una especie de viaje iniciático?, realmente no tenía
ningún sentido. Rosa se mantuvo con relativa calma
escuchando todo el relato. Cuando terminaron parecía
haberlo encajado con una serenidad y entereza
envidiables…, o eso creían:

- Si lo he entendido correctamente, cuando


recibí vuestra llamada os encontrabais
viajando de Francia a España en una
especie de viaje espiritual, camino de Madrid
para convencer a mi marido de dejarse
patrocinar.
- Sí, más o menos esa puede ser la idea –
contestó Juanma
- Y tuvisteis conocimiento de su investigación
por una nota anónima dejada en el despacho
de tu trabajo.
- Exactamente, así es como empezó todo –
contestó Olga.
- ¡Estáis locos los dos! No se os ocurrió que la
competencia podría estar también detrás de
la investigación. Podíais haber llamado,
ponernos sobre aviso, vete tú a saber lo que
le han hecho con tal de robar su trabajo –
gritó completamente fuera de sí.
- No pensamos que nadie más pudiera
conocer nuestras intenciones…- intentaba
justificar Juanma, sin saber muy bien que
decir para que se calmara.

114
- ¡No digas una palabra más!, como Santiago
no se recupere inmediatamente vais a
lamentar el día que tuvisteis tan brillante
ocurrencia, me aseguraré personalmente
que lo recordéis para siempre - estalló roja
como un tomate, atravesándolos con la
mirada.

Por primera vez en mucho tiempo los dos tuvieron


miedo de verdad, tal era el genio que mostraba esta
mujer, por fortuna para ellos si existe un Dios debía
haberse puesto de su parte, porque en ese preciso
momento vieron con alivio como Santiago abría los ojos y
lentamente se incorporaba ante su atónita mirada. Sin
mediar palabra se acercó a su mujer, la besó
suavemente y mediante gestos indicó que le
suministraran un trozo de papel y algo para escribir.
Redactó con pulso aun tembloroso y les entregó una
nota, después abrazó a Olga, a su hermano y se dirigió al
baño. Casi sin capacidad de reacción todos leyeron lo
que el hombre que no hablaba les había escrito:

<<Todo está bien, no tenéis nada por lo que


preocuparos, pero necesito un tiempo para asimilar mi
vuelta y poder volver a hablar>>

Desde luego esto era el colmo, llevaba casi un día


en coma, habían robado años de dura e incesante
investigación, su casa se consumió pasto de las llamas y
él decía que todo está bien. Claramente debían haberle
golpeado la cabeza, no era consciente de la realidad.
Bueno, lo importante era que estaba despierto, ya habría
tiempo de arreglar lo demás después, pensó su mujer.

115
Tras la revisión de rigor por el médico y viendo
que físicamente estaba perfecto, decidieron darle el alta,
entendiendo innecesario mantenerlo por más tiempo en
observación. Seguía sin decir palabra pero sonreía todo
el tiempo, y eso ayudaba en cierta manera a
tranquilizarles. Se vistió lentamente, todavía un poco
entumecido, y abandonaron el ala principal del edificio,
para acabar sentados como colegiales en la escalinata
de entrada al hospital, sin saber muy bien hacia dónde
dirigir sus pasos. Cuatro de los científicos más brillantes
en inteligencia artificial, acostumbrados a resolver las
más complicadas ecuaciones y problemas de toda índole,
se dieron cuenta que no entendían absolutamente nada
de lo que estaba ocurriendo. Como Santiago sonreía
pero no decía palabra, al final fue Olga la primera en
intervenir.

- Nos vamos a Hong Kong, os prometo que


vamos a recuperar ese robot aunque sea lo
último que haga – dijo con entusiasmo, se
notaba que no era una decisión muy
meditada.
- Te echarán del trabajo, no puedes
ausentarte así sin más, además para buscar
Eternidad vamos a necesitar mucho dinero,
no sólo el viaje y alojamiento, sino pagar
bastante por la información – le contestó
Juanma, que dudaba si podían estar ante
una posibilidad real.
- Podemos usar mi tarjeta de crédito de la
empresa, no tiene límite. Total, ya que van a
despedirme démosles motivos de verdad –
ofreció Olga, muy decidida a marchar.

116
- En cuanto no aparezcas por la oficina lo
primero que harán será revisar los cargos de
tu tarjeta, la van a cancelar – objetó Rosa
intentando imponer un poco de cordura.
- No, si la “hackeamos”, puedo hacer que los
importes no aparezcan automáticamente,
que demoren un tiempo en pasar al banco.
Nos daría al menos una semana de tiempo
antes de que detecten el error – dio la opción
Juanma.
- ¡Perfecto! no sólo vamos a perder el trabajo,
sino que también vamos a ir a la cárcel –
replicó Rosa, que no lo veía nada claro.

En ese momento Santiago, que había escuchado


toda la conversación sin intervenir, cogió papel y
bolígrafo y sin inmutarse lo más mínimo escribió:

<< Debemos ir, he de reunirme con Eternidad de


nuevo, mientras permanezcamos juntos no hay nada que
temer. >>

- ¡Estás loco! – gritó Rosa indignadísima –


acabas de salir de un hospital, y nos han
quemado la casa ¡Tú no vas a ir a ningún
lado!

Santiago la miraba sin perder la sonrisa, la abrazó


y la besó cariñosamente. Los cuatro se miraron y
asintieron…, parece que después de todo sí que se iban
a China.

117
19

Parece increíble que únicamente días atrás, al


borde de la depresión por la sequía creativa que
atravesaba, Olga rogaba por una idea que le permitiera
mantener su cargo y ahora sin embargo iba a tirar por
la borda años de duro trabajo intentando recuperar la
quimera de un hombre al que realmente nunca llegó a
conocer. No es consuelo para el alma la seguridad que
otorga creer en la idoneidad de tu propia realidad, y
ella sentía que había llegado el momento de dar un
paso al vacío, confiando que habría unos brazos para
recogerla y amortiguar la caída. Afortunadamente a
treinta y cinco mil pies de altura las cosas se ven
diferentes, sobre todo regadas por el excelente vino
que servían en la clase ejecutiva. Decidieron ir por
Zurich, la ruta más rápida que podían tomar y también
la menos habitual. Santiago y Rosa dormían
plácidamente, sin haber acabado de asimilar todo lo
acontecido en las últimas veinticuatro horas. Juanma
pasó su brazo por encima del hombro de Olga y
acariciando su largo pelo le preguntó:

- ¿No tienes sueño? Deberíamos dormir un


poco.
- El tiempo de dos copas más y no habrá
quien me despierte – contestó ella
susurrando.
- Todavía no me has contado que pasó con
Manuel en el psiquiátrico, llegué a
preocuparme, es bastante inusual pasar con
él tanto tiempo, ¿Sabes a lo que me refiero?
- Teníais razón, fue toda una experiencia, no
se parece a nada que haya experimentando

118
antes. Si no tienes sueño te la cuento, pero
realmente no tengo claro que sea capaz de
expresarlo con palabras – y comenzó a
relatar su encuentro con el hombre
ayahuasca.

Le contó que para ella todo había ocurrido muy


rápido, y sin apenas darse cuenta quedó sumergida en
un profundo sueño. Lo más extraño de todo es que de
inmediato sintió que quien dormía era otra persona. No
era fácil explicarlo, pues tenía la sensación de haberse
convertido en un mero espectador, contemplándose a sí
misma. Entonces empezó a tener mucho miedo, de
pronto no sabía quien era, ni donde estaba, dejó de tener
identidad, tal y como la podemos entender. Existía fuera
de su propio cuerpo, pero no podía darle forma, ni
nombre, no podía verse, era algo que no tenía ningún
sentido. Tardó bastante en acostumbrarse a esa extraña
sensación y cuando pudo tranquilizarse se vio de nuevo,
esta vez desdoblada en alguien muy oscuro. Pudo de
forma muy clara sentir sus envidias y deseos…, sus
prejuicios. Comenzó a sentirse una persona muy
mezquina, y sólo entonces alcanzó a comprender que
verdaderamente no se quería, que todo lo que le siempre
le había importado era en su carrera profesional,
actuando de manera egoísta, sin interesarle para nada
lo que pudiera ocurrirles a los demás. Juanma la
interrumpió:

- Es importante quererse y aceptarse con


nuestros propios defectos, cuando estamos
a gusto con nosotros mismos, también es
más fácil estarlo con el resto, por decirlo de

119
alguna manera. Nadie es perfecto – dijo en
un intento de quitar hierro al asunto.
- No buscaba el bienestar, sólo quería
reconocimiento, prestigio, y eso no tiene
nada que ver con sentirse bien, o encontrar
la felicidad. Deja que continúe – le pidió que
callara besando sus labios dulcemente.

Le confesó que en la universidad la primera vez


que se acostó con él fue porque admiraba su trabajo, en
realidad ni siquiera le gustaba. No podía soportar la idea
que fuese mejor que ella y lo único que quería descubrir
era como lo hacía, como podía conseguir ser más
brillante que él. Ese recuerdo sirvió para entender que
únicamente se esforzaba para ganar la admiración de los
demás. Se echó a llorar, bueno no podía verse llorando,
porque en realidad sólo veía a “la otra”, pero sabía que
estaba quebrada por dentro. Las cosas que realmente le
importaban estaban ahí, al alcance de su mano y las
había ignorado todas, una tras otra.

De nuevo tuvo miedo, esta vez de no entender, y


gritando preguntó: << ¿Quién soy realmente? >> Y le
contestaron, no directamente, no con palabras, la
respuesta únicamente la pudo sentir brotar de su interior:
<<Yo soy todo; soy el árbol, el agua, el bebé que todavía
está en el vientre de su madre…>>. En ese momento se
dio cuenta que podía volar y lo hizo como el viento
mientras peina las olas del mar. Se acercó a contemplar
las estrellas, y desde allí vio nuestro planeta rodeado de
los más vivos colores que se puedan imaginar…,
súbitamente aprendió que formamos parte de un todo
más grande, que cada uno de nosotros es una pieza
infinitesimal de un gran rompecabezas. Mientras exista
un solo niño que pase hambre o el hombre mate en

120
nombre de razón o religión, mientras en alguna parte del
mundo sea considerado normal violar a una mujer, dará
igual tener un gran trabajo, poder o mucho dinero, porque
se estará incompleto. Entendió por fin que las cosas que
realmente importaban no tenían nada que ver con las que
siempre había creído como correctas.

- Entonces agradece haber aprendido esa


valiosa lección. Casi todas las personas
dejan pasar la vida sin saber qué buscar –
reflexionó Juanma.
- A punto de despertar y volver a la realidad vi
a tu hermano, se acercó, me abrazó, me dijo
que no fuera tan dura conmigo misma, que
todos estamos aquí para aprender. No me
preguntes como lo supe pero intuí, a pesar
de su aparente serenidad, que algo no
estaba bien, me dio la impresión que se
hallaba perdido, afortunadamente parece
que se va a recuperar del todo.
- Por supuesto, somos chicos fuertes… y
ahora a dormir – mandó Juanma en tono
paternalista.

El avión aterrizó con puntualidad suiza. Pocas


ciudades guardan tantos secretos como la ex colonia
británica, punto de encuentro entre occidente y oriente.
Fue cuna de piratas y contrabandistas durante décadas y
en cierta forma nunca ha dejado de serlo. Muchas de las
grandes transacciones económicas a nivel mundial se
hacen en Hong-Kong y cualquier empresa tecnológica
que se precie tiene representación a orillas del Mar de
China. Los grandes rascacielos y los coches de lujo del
distrito central contrastan con el millar de angostas

121
callejuelas donde es bastante fácil perderse, e incluso no
encontrar salida, si has tenido la mala suerte de
adentrarte donde no debes. La ciudad de los contrastes,
del opio y del juego, una urbe siempre descontrolada,
agradable para los turistas, pero dura para los negocios y
sobre todo lugar poco apropiado para preguntas
incómodas. Juanma y Olga sabían que no iba a ser
precisamente fácil iniciar la búsqueda de Eternidad con la
necesaria discreción, pero no dijeron nada, para no
preocupar a Santiago y su mujer, claramente ajenos a las
dificultades que les esperaban.

Tras cruzar el control de pasaportes y abandonar


el aeropuerto, Olga les llevó al hotel en el que
acostumbraba alojarse. Como responsable de los
proyectos de su empresa visitaba a menudo la ciudad, en
busca de novedades y alta tecnología, eran viejos
conocidos se podría decir, y esperaba que uno de sus
contactos habituales les pudiera ser de utilidad. Una vez
acomodados, a pesar de que las calles empezaban a
cubrirse de luces, decidió dejar al matrimonio
descansando y acompañado por Juanma salieron en
busca de información. El taxista receló enseguida de la
dirección que le entregaban escrita en una tarjeta. No
quería llevarles, pero Olga en perfecto cantones le
convenció, amén eso sí, de la promesa de una generosa
propina. Dejaron el glamour del distrito de negocios y el
taxi les condujo a toda velocidad entre el entramado de
callejuelas y altos edificios que componen la puerta de
atrás de la gran ciudad. Había empezado a llover y
estaba oscuro, lo que daba un aspecto más tétrico si
cabe a esta parte de la capital.

122
El taxista detuvo el coche, gritaba y gesticulaba de
manera muy expresiva, indicando que por ningún dinero
del mundo iba a esperar en aquel lugar a que volvieran.
Le pagaron y se marchó como alma que lleva el diablo.
Era extraño, tanto las aceras como las terrazas de los
edificios estaban abarrotadas de asiáticos, pero nadie
parecía reparar en el par de extranjeros que acaban de
bajarse del taxi. Olga cogió de la mano a su
acompañante y se dirigieron directos a lo que debía ser
un burdel. Un enorme y colorido letrero de neón cubría
parcialmente la entrada donde dos orientales grandes y
con cara de pocos amigos hacían la función de porteros.
Olga se acercó a los matones y les entregó una tarjeta de
presentación, el más joven de los dos la miró con
detenimiento y sin mediar palabra entró al local. Al cabo
de un minuto volvió a salir, su semblante había
cambiado, ahora lucía una espléndida sonrisa y con una
leve inclinación de su cabeza les flanqueó la entrada, no
hubo preguntas.

Juanma pensó que todos los burdeles en Asia


debían ser iguales a los de las películas, chicas haciendo
la barra, mientras chinos obesos y trajeados babeaban a
sus pies hasta caer derrumbados por la ingesta de
alcohol. Había cortinas de terciopelo rojo por todas
partes.

- Quédate sentado e intenta pasar


desapercibido. Espero que a mi vuelta no
tenga que pelearme con nadie, ya sabes
que soy una chica celosa. No tardaré mucho
– dijo Olga, sabiendo que por fin se
encontraba en su terreno.

123
- Prometo portarme bien si te das prisa, hay
una oriental que no me quita ojo – contestó
sonriendo.

Dejó a su acompañante y se dirigió a una puerta


lateral. El caballero que la guardaba inclinó su cabeza en
señal de saludo y le permitió el paso. Incluso en una
ciudad tan grande, el mundo de la alta tecnología es
relativamente pequeño, si alguien podía tener alguna
idea de donde escondían su androide era Chen, un
británico mitad europeo, mitad chino, que llevaba mucho
tiempo en el negocio. Era grande y fuerte como un toro,
tenía una imponente presencia, incluso decían los
rumores que años atrás en una pelea mató, valiéndose
sólo de sus manos, al menos cinco hombres. Bueno, ya
sabemos como son los rumores. Con Olga siempre había
tenido un trato exquisito, muy educado, trabajar con una
representante de una empresa del tamaño de Biotech
siempre era especialmente rentable.

- ¡Qué agradable sorpresa! ¿Cómo no me has


avisado? – la saludaba mientras le daba un
efusivo abrazo - He conocido un restaurante
nuevo, tienes que probar la deliciosa comida
que hacen
- Estaré encantada de acompañarte, pero
tendremos que posponerlo para mejor
ocasión, no vengo en “viaje oficial”, pero
necesito tu ayuda, y además tengo que
pedirte que te muevas rápido.
- ¿De qué se trata? - preguntó Chen.
- Necesito que encuentres un androide de
clase experimental que nos ha sido
sustraído. Tenía un rastreador, esta es su

124
última ubicación, aquí en Hong Kong – dijo
entregándole una tarjeta de memoria para el
ordenador.
- Extraño, realmente insólito, robar y esconder
un androide es fácil, transportarlo sin que lo
detecte aduanas e intentar ponerlo en
circulación tiene un coste que excede con
creces lo que se puede obtener de él. ¿Qué
tiene de especial tu robot? – le preguntó
dejando claro que sabía que estaba
escondiendo información.
- Todo a su momento, tú encuéntralo.
- ¿Y yo que saco con todo esto?
- ¿Seguir haciendo negocios conmigo? - sabía
que su curiosidad iba a ser motivación
suficiente para que comenzara a buscar de
inmediato.
- Siempre es un placer, ¿me tomo un
descanso y vamos a comer algo?
- Vengo acompañada, si hicieras el favor de
pedir a alguno de tus hombres que nos
lleven al hotel te estaría muy agradecida.
Sabes donde encontrarme, muévete rápido
Chen, mucho me temo que su destino final
no sea la ciudad – y dándole dos besos se
despidió.

125
20

Los primeros rayos de luz se filtraban a través de


los gigantes de acero y cristal iluminando tenuemente la
habitación de hotel. Santiago abrazaba a su mujer, que
descansaba apoyando la cabeza en su pecho, todavía
medio dormida, cosas del Jetlag. Él seguía sin decir
palabra pero mantenía una gran serenidad, la suficiente
para que ella se sintiera tranquila. A pesar del gran
reconocimiento obtenido, nunca fue comprendido de
verdad por la comunidad científica, que no compartía sus
“estrafalarios planteamientos”, y el ser apartado de la
vida activa le hizo experimentar un gran alivio, al fin se
supo libre de hacer lo que le diera la real gana. Había
llegado el momento de dedicarse a la investigación con
plena libertad, sin tener que rendir cuentas…, pero como
todo lo bueno dura poco, pronto empezó a estresarse de
nuevo, cuestión de amor propio y esa necesidad interna
de mostrar la genialidad. En algún momento de nuestras
vidas cada uno de nosotros nos hacemos valedores de
un sueño que guía nuestros pasos, pero siempre al final
nos infligimos la presión suficiente para olvidar que en el
camino y no en el resultado está el éxito. Ahora de nuevo
rebosaba esa tranquilidad e ilusión con la que había
iniciado la investigación con Eternidad, años atrás.

Rosa abrió lentamente los ojos y le dio un beso,


se encontraba a gusto con la nueva faceta de su marido,
medio loco y algo místico, pero que por primera vez en
mucho tiempo la trataba con delicadeza extrema. Ya no
tenía tanta prisa por que volviera a hablar, encontraba
reconfortante el silencio, entendía que era solo algo
pasajero.

126
- No me has contado nada sobre lo ocurrido,
nos hiciste pasar un mal rato - preguntó
mientras se incorporaba.

Él la miró y sonrió, y ella a cambio puso esa cara


que ponen las mujeres cuando necesitan una
respuesta…, para complacerla cogió papel y bolígrafo y
escribió.

- No tengo muy claro que se pueda expresar


con palabras, estuve en la esencia madre de
la que proviene todo.
- Quieres decir que entraste en un estado de
alucinación o paranoia. ¿Algún tipo de
estado mental alterado? – le preguntó.
- Es más bien un estado en ausencia de la
mente.
- ¿Un estado de “no mente”? No lo entiendo,
todo se rige por la mente, no puede existir un
estado en la que falte….salvo la muerte.
¿Quieres decir que estuviste en coma? –
preguntó algo asustada.
- Al contrario estuve más vivo que nunca. Sé
que es difícil de entender, incluso
habiéndolo experimentado no se comprende
mucho la verdad. Trato todavía de ordenar el
conjunto de sensaciones para intentar darle
algún significado, así escrito probablemente
carezca de sentido.

127
Los dos quedaron mirando fascinados a través de
los grandes ventanales, contemplando como el Sol iba
poco a poco haciendo su aparición entre los grandes
rascacielos. Después Rosa nuevamente le beso con
cariño y volvió a preguntar:

- ¿Pero tú estás bien, que es lo que importa?


- Mejor que nunca, sólo necesito un poco de
tiempo, pues de empezar a hablar ahora,
perderé el estado de beatitud en el que me
encuentro – le escribió de nuevo.
- Pues con beatitud o sin ella será mejor que
me consigas un buen desayuno, porque
estoy muerta de hambre…, me voy a la
ducha.
- No puedo pedir el desayuno por teléfono,
sabes que no debo hablar.
- Pues te vistes, bajas y se lo escribes – dijo
sonriendo, y sin darle la oportunidad de
replicar se encerró en el baño.

Alguien golpeaba con insistencia la puerta de la


habitación y Juanma se sobresaltó al escuchar como
desde afuera pedían a gritos que abrieran la puerta. A
duras penas se pudo levantar, aun era temprano y entre
unas cosas y otras no llegaron a acostarse precisamente
pronto. Se acercó casi a rastras a la entrada y al abrir
Rosa se abalanzó sobre él, con un papel en mano y muy
disgustada. No paraba de gritar: << Lo voy a matar, te
prometo que esta no se la perdono, voy a cargarme a tu
hermano. >> Olga asombraba por su gran capacidad
para dormir profundamente casi en cualquier
circunstancia, pero no tanto y obviamente no le quedó
más remedio que abrir los ojos, pues el alboroto era
considerable. Entre los dos consiguieron que se

128
sosegara y le pidieron que al menos les dejara vestirse,
para bajar con premura a la recepción del hotel, donde
releían una y otra vez la nota que Santiago había dejado
para ella:

<< Cariño, en la recepción me aguardaba una


persona que me lo ha aclarado todo, ahora entiendo
porqué se llevaron a Eternidad. No hay tiempo para
explicaciones y si hubiera subido a despedirme sé que no
me habrías dejado marchar. Tienes que confiar en mí,
todo está bien, he empezado a comprender el porqué del
inesperado resultado de mi investigación. Volved a
España y esperad mis noticias, ten por seguro que
estaré bien.
Te quiero. >>

La repentina desaparición de Santiago añadía si


cabe más perplejidad a la ya de por si complicada
situación. En el hall de entrada del hotel les contaron que
un hombre mayor, de rasgos asiáticos y elegantemente
vestido había tenido una breve conversación con él,
después se acercó al recepcionista y pidió escribir un
mensaje, con instrucciones precisas de entregar a su
mujer. En ningún momento hubo señal de forcejeo, ni
parecía que actuara en contra de su voluntad, pero está
nota no solo no arrojaba claridad sobre su extraño
comportamiento, al contrario los dejaba sumergidos en
mar de dudas ¿Por qué había decido desaparecer sin
despedirse, siquiera de su mujer? ¿Una escueta nota por
toda explicación? Podían entender que no deseara
hablar, que se hallara todavía bajo los efectos de su
alucinación, pero ¿Ni siquiera una llamada?, porque eso
habría bastado seguramente para evitar todo tipo de
conjeturas y sobre todo arriesgadas ocurrencias. La

129
primera en romper el silencio fue Rosa, presa otra vez de
una gran ansiedad:

- ¡Un secuestro!, tiene que haber sido forzado


a marchar.
- Creo que ahora lo más importante es que
guardemos la calma, no sabemos que ha
podido ocurrir – la intentaba tranquilizar
Juanma.
- En realidad tiene sentido, si los que robaron
Eternidad conocían que Santiago se
encontraba en la ciudad, pueden haberlo
amenazado o engañado con falsas
promesas. Es la jugada perfecta, con su
inventor les será más fácil obtener los datos
de su investigación, debemos estar
enfrentándonos a un gran holding
empresarial, no entiendo como han podido
tener noticia tan rápido de nuestra llegada a
Hong Kong - dijo Olga apoyando la teoría de
la conspiración.
- ¿Llegó a contarte algo? ¿Sabes porque
puede ser tan importante lo que ha
descubierto? – preguntó Juanma.
- Esta mañana hemos hablado un poco, pero
nada que tenga sentido. Hablaba de un
estado donde no hay mente, la esencia
madre de la que estamos creados, creo que
andaba delirando. Puede que su máquina
sea capaz de borrar el cerebro o programarlo
de alguna manera, quizás pueda tomar el
control de una persona o que sé yo….
Imaginad por un momento que se pudiera
manipular la mente al presidente de un país

130
o de una empresa – dijo Rosa, un poco
desmoralizada ante la nueva situación.
- Puede que haya encontrado el “Nirvana” –
intervino serio Juanma.
- Si seguimos desvariando vamos a acabar
pensando que se lo han llevado los
alienígenas – intervino irónica Olga, igual de
aturdida que los demás – No me miréis así,
no es una teoría, intentaba ser sarcástica, lo
que está claro es que no podemos acudir a
la policía, demasiadas cosas que explicar,
voy a hablar con Chen y en seguida vuelvo.

Salió del vestíbulo del hotel a la calle, para contar


con un poco de privacidad. Estaba bastante incómoda
con la situación, se sentía culpable y aunque la idea
original no había surgido de ella, se arrepentía por ser la
causante de todo este embrollo. Si le ocurriera algo a
Santiago sabía que lo lamentaría el resto de su vida… y
no sólo por ser blanco seguro de la ira de su mujer. Tras
mucho insistir Chen descolgó y espetó en chino una larga
serie de maldiciones, cuyo significado desconocía, pero
podía fácilmente imaginar. Era realmente temprano para
él, sin embargo al escuchar la voz de Olga se disculpó,
ella le puso al corriente de los acontecimientos, entendió
la urgencia de la llamada y se comprometió a hacer
algunas averiguaciones y volver a contactar. No tuvieron
que esperar mucho, al cabo de un par de horas el
teléfono volvió a sonar:
<< Nada de teléfono >> fueron las únicas palabras que
estaba dispuesto a pronunciar, así que acordaron
encontrarse de nuevo en el Club.

131
21

Cuán distinta se mostraba la ciudad al levantar el


día, la calle era un hervidero de orientales circulando con
prisa en todas direcciones; la multitud de niños jugando
en sus aceras y la gran variedad de puestos callejeros
hacían difícil transitar. ¿No iban al colegio? ¿Porqué nos
paramos en estas calles? pensó Rosa. No era el
momento más adecuado para explicar donde la llevaban,
mejor que lo viera por si misma, así que su cara de
estupor fue mayúscula cuando le indicaron que debían
entrar en el local de alterne. Por fortuna el panorama
diurno distaba mucho de ser erótico y se limitaba al
servicio de limpieza y un par de camareros que reponían
las existencias. Salió a recibirles un hombre delgado de
rasgos orientales, no era chino, probablemente tailandés
o camboyano, y aunque vestía impecable, con un caro
traje italiano, le delataba su cara. Daba la impresión de
no haber dormido en condiciones en toda su vida y su
barba a medio crecer intentaba disimular una cicatriz que
le atravesaba la mejilla. No era probable que viniera de
una familia acomodada y sí que se hubiera criado en los
bajos fondos de alguna de las despiadadas urbes del
continente asiático. Lo más probable es que se
encontraran ante el ayudante personal de Chen, quien sin
disimular su enfado les hizo pasar al despacho, estaba
claro que era culpa suya que le hubieran sacado
precipitadamente de su ya de por si poco aprovechable
sueño. Chen se encontraba sentado, más serio que de
costumbre, y se limitó a saludar sin levantarse, no había
efusivos abrazos esta mañana. Les pidió que tomaran
asiento y sin más preámbulo se dirigió directamente a
Olga:

132
- ¿Podemos hablar? – indicó, refiriéndose a
sus acompañantes.
- A estas alturas no debe haber secretos para
nadie – le contestó.
- ¿Eso me incluye? – dijo serio Chen.
- ¿Qué necesitas saber? – preguntó Olga,
dándose cuenta que algo había ocurrido que
estaba incomodando al gigantón.
- Todo – contestó taxativo.

Olga miró a sus acompañantes y ellos asintieron,


efectivamente no era momento para andarse con rodeos.
Le contaron cómo había llegado la nota a su despacho, el
posterior encuentro con Juanma y su viaje en busca de
Santiago, para intentar convencerle que compartiera su
investigación. Le hablaron de la casa quemada, el rapto
del androide y también que no sabían el motivo por el
cual era tan valioso. Lo único que tenían claro es que
debía existir un lucrativo negocio si la competencia se
había tomando tantas molestias en sustraer a Eternidad y
secuestrar un científico de renombre internacional. Su
anfitrión quedó un momento pensativo, algo no estaba
bien en esta complicada ecuación.

- No he podido descubrir quien está detrás de


todo este asunto, pero os puedo asegurar
que es alguien muy importante. No ha tenido
reparo en hacerme saber donde está
vuestro amigo y amenazarme para que deje
de hacer preguntas. Creedme si os digo que
no encajo bien las amenazas, no estoy
acostumbrado – dijo Chen, mostrándose
enfadado.

133
- ¿Dónde está Santiago? – saltó como un
resorte Rosa.
- Fuera de vuestro alcance, y prácticamente
del de casi nadie, partió esta misma mañana
hacia una zona remota del Tíbet, el antiguo
“Reino de Dolpo”, que en está época del año
todavía es prácticamente inaccesible.
Tampoco he podido averiguar como piensan
llegar a estas inhóspitas tierras. Lo que van a
hacer con el androide y vuestro científico, en
una región donde no crece ni el musgo, es
todo un misterio, está claro que algo no
encaja.

Todos callaron, no esperaban una noticia así. Era


más plausible que estuviera retenido en un moderno
edificio de alta seguridad o en un complejo secreto de
investigación, pero ¿En el Tíbet? No había tiempo para
dudas, a Rosa le hervía la sangre y estaba dispuesta a
llegar hasta el final. No sabían lo que era una española
cabreada, no existía montaña suficientemente alta en el
mundo que se pudiera interponer entre ella y su marido.

- ¡Me da igual donde se lo hayan llevado!,


llévanos allí – le dijo con increíble decisión.
- No debo haberme explicado bien. Sólo es
posible acceder a esta parte de la región de
Junio a Octubre, y cuando el tiempo lo
permite. La única manera conocida de
hacerlo es en alguna de las caravanas de
Yak* (animal con cuernos típico de las
montañas del Tíbet) que parten desde Jumla
para negociar con sal. Hay que andar un

134
mínimo de siete horas durante siete días y
en el camino se habrá de superar al menos
dos collados de más de cinco mil metros
para alcanzar Saldang, el corazón de Dolpo.
Si consiguierais llegar hasta allí existe una
región inexplorada del tamaño de un país,
vuestro amigo podría estar en cualquier
parte – decía en su perfecto inglés.
- Me da lo mismo que se lo hayan llevado
hasta el mismísimo infierno, de China no me
vuelvo sin él – insistió Rosa en otro arranque
de cólera.
- Chen tu siempre dices que en esta vida todo
es cuestión de coraje…y dinero. ¿Tienes
algún as en la manga? – preguntó Olga al
tiempo que ponía la tarjeta de la empresa
encima de la mesa.
- Va a ser muy caro y no precisamente fácil
llegar en Mayo a esta remota región, pero si
tan decididos estáis acompañadme.

Se incorporó e hizo una seña a su ayudante, que


había permanecido en silencio observando toda la
escena. El asistente pulsó un resorte y un panel se
deslizó, haciendo visible una puerta convenientemente
disimulada en la pared. Chen tecleo un código numérico y
puso la cara frente a un lector biométrico de retina. La
puerta acorazada se apartó, dejando visibles unas
escaleras que descendían hasta un almacén, tan grande
como el propio club. Parece que no sólo se dedicaba al
negocio de la prostitución y al comercio de alta
tecnología, allí había almacenadas armas de todo tipo,
fusiles de asalto, lanzagranadas y un montón de cajas
cerradas, por cuyo contenido era mejor no preguntar.

135
Siguiendo sus indicaciones le acompañaron hasta una
pequeña sala con las paredes de cristal y que hacía la
función de pequeño despacho.

- Esto que os voy a enseñar son trajes


experimentales del ejército ruso. Nunca se
llegaron a producir en serie por falta de
presupuesto y tampoco está muy claro que
hayan sido “suficientemente” testados.
Externamente se parecen mucho a trajes de
bucear, pero están fabricados con un
polímero muy especial. El traje es capaz de
controlar las funciones corporales y
mantener calor y humedad constante,
independientemente de las condiciones
externas. En una pequeña joroba a la
espalda llevan un acumulador que se
alimenta de la propia energía
electromagnética que emite el cuerpo
humano, o con energía solar si existe tal
posibilidad. Los músculos se activan
mediante impulsos eléctricos y el polímero
del que está fabricado es capaz de captar y
revertir esa energía, evitando la fatiga física
y la sobrecarga muscular. Cuenta con
sistema autónomo de respiración y en altura
puede obtener y comprimir oxígeno,
permitiendo un aporte suplementario si fuera
necesario. Como os daréis cuenta nadie ha
oído hablar de esta tecnología y queremos
que siga siendo así ¿Nos entendemos?
- Perfectamente – contestaron los tres al
unísono.
- Tengo algo que os va a encantar – dijo entre
carcajadas, mientras de forma ostentosa

136
hacía gestos para que le siguieran -
soluciona el problema del transporte del
equipo, porque seguro que con esta pinta
ningún Yak os va a querer acompañar.

Se trasladaron hacia la parte trasera del enorme


almacén. El suculento beneficio que el préstamo del
equipo le iba a reportar debía haber cambiado el humor
de Chen, pues de repente se mostraba alegre y
complacido, apartando cajas a su paso. Llegados al final
de la nave cogió una barra de hierro apoyada en la pared
y la encajó en una enorme caja de madera. Hizo palanca
y uno de los laterales se despegó, produciendo un
enorme estruendo al golpear contra el suelo.

- Aquí tenéis lo último en tecnología militar,


¡Una araña de exploración! ¿A que no
esperabais algo semejante? - dijo
mostrándola con gran satisfacción.

Era un gran robot de cuerpo ovalado y blanco, que


apoyaba en seis patas articuladas de metal. No tenía ojos
ni antenas, pero guardaba cierto parecido a una araña
metálica gigante.

- Este modelo es una adaptación para uso


“doméstico”. En su panza cuenta con una
gran capacidad de carga, suficiente para
llevar el equipo de alta montaña. Salta
bastante y está programado para sortear
ríos, barrancos o buscar rutas alternativas.
Os voy a enseñar como funciona – gritó
dirigiéndose al robot, al tiempo que con sus

137
grandes brazos apartaba al aún asombrado
grupo - ¡Goliath! sube el grupo de cajas y
asegura cable a la pared

El robot siguió fielmente sus instrucciones y


empezó a moverse, escaló un montón de cajas apiladas
en el centro y desde arriba disparó un cable, cuya punta
se clavó sin dificultad en la pared. Un segundo cable
retráctil resbalaba a continuación, gracias a un
mosquetón, hasta llegar al arpón clavado en el muro.

- Como habéis podido observar es muy fácil


de usar. Si os encontráis una grieta, o
necesitáis vadear un río o barranco, le
pedís que llegue al otro lado. Desde allí
lanzará el primer cable y hará deslizar el
segundo, únicamente queda subir por turnos
anclados al mosquetón, él se encargará de
remontaros. ¿Alguna pregunta?, a que
parece fácil ¿Verdad?
- Estoy asombrada, no me decepcionas en
absoluto, veo que has pensado en todo – le
dijo Olga tan sorprendida como todos los
demás.

En realidad los tres estaban bastante confundidos,


la muestra de coraje ahora tornaba en miedo. En el fondo
esperaban toparse con un muro infranqueable que les
impidiera seguir, y aun así volver con el consuelo de
haber intentado “lo imposible” para encontrar a Santiago.
Nunca habrían pensado que este chino de casi dos
metros les iba a facilitar tanto las cosas. Aunque los tres
habían practicado escalada y se encontraban en

138
excelente estado de forma, diferente era adentrarse en
terreno desconocido, donde las temperaturas siempre
están bajo cero y el terreno es traicionero.

- Esta es la parte fácil – siguió Chen, que


disfrutaba cada vez más con la situación.
- ¿Más sorpresas? – preguntó Rosa.
- El mejor y más caro de los equipos no vale
para nada sin alguien que os guíe, para ello
únicamente contáis con una posibilidad:
tendréis que convencer a los monjes
budistas Bon. Criados desde pequeños en
las duras condiciones de las tierras de las
nieves perpetuas, son ciertamente hijos de
las montañas, los únicos que conocen sus
secretos. Dicen que son capaces de hablar
con los dioses que protegen las altas
cumbres, y que seguro aguardan vuestra
llegada. Hay un templo en Nepal, en Tíbet
Occidental, muy cerca de vuestro punto de
salida. Únicamente ellos os pueden guiar,
pero os aseguro que si atravesar la helada
estepa tibetana es una hazaña en si misma,
convencer a un monje Bon para que os
acompañe es simplemente imposible. No
creo que tengáis nada que ofrecer a cambio
y el dinero no es su prioridad.

La cara de Juanma cambió por completo,


quedó serio, se acercó al gigante de ojos
rasgados y poniendo su mano en el hombro le dijo
con gran solemnidad

139
- Arregla el transporte del equipo hasta Jumla.
Contáctanos cuando lo tengas todo
preparado, nos volvemos al hotel. Ya no
albergo ninguna duda, ahora sé que es
nuestro destino viajar a esa remota región…
pero antes debemos ir a Dharamsala.

Dicho lo cual agarró a las dos mujeres por el


brazo y las hizo salir. Chen y su ayudante no dijeron
nada, sorprendidos ante tanta determinación. Subieron
todos las escaleras de regreso al club, todavía confusos
por el giro inesperado que habían tomado los
acontecimientos. Los acompañaron a la salida donde se
despidieron prometiendo mantener el contacto. Quedaron
por fin a solas y el asistente, que seguía sin entender
nada de lo que estaba ocurriendo, se dirigió a su patrón:

- No lo entiendo jefe, el dinero que les vamos


a cobrar con toda seguridad habrá que
devolverlo. Biotech no se va a hacer cargo
de una cantidad tan grande sin nada que
justificar a cambio, y además por lo que
sabemos Olga ahora mismo tiene un pie
fuera de la empresa – le dijo.
- Llevo muy mal que me amenacen, eso me
motiva a ayudarles, y además estoy
realmente intrigado con lo ocurrido –
contestó.
- Nos han amenazado muchas veces y nunca
te habías comportado así – replicó su
ayudante.
- Piensa en ello como una oportunidad de
probar el equipo en una situación real, es
caro de vender y necesitamos saber si el
resultado es del todo satisfactorio. Estarás
de acuerdo conmigo que en los negocios es

140
necesario ofrecer cierta seguridad, y para
nosotros el prestigio lo es todo.

No sonó nada convincente, pero el asistente no


insistió más, cuestionar las decisiones de su jefe podría
irritarlo. El mismo Chen no tenía muy claro cual era el
motivo de haberles proporcionado su ayuda. Siempre
había considerado que los occidentales estaban locos y
no había que prestarles mucha atención, pero ahora
algo en su interior decía que debía apoyarles y el
gigantón siempre seguía su instinto, nadie se mantiene
tanto tiempo en este tipo de negocios sin una gran
intuición.

141
22

Juanma llegó a París una lluviosa tarde de abril,


con prácticamente lo puesto y más bien escaso de
dinero. No conocía a nadie, ni tampoco le importaba.
Deseaba con todas sus fuerzas huir de un estilo
aburguesado de vida, hacía bastante tiempo que no
estaba interesado en continuar dedicándose al tipo de
cosas que se esperaban de él, como científico y como
persona. Desde pequeño tenía esa rara habilidad que
poseen algunos sujetos para conseguir todo lo que se
proponen y pronto se pudo ganar la vida decentemente
pintando, escribiendo…, lo que iba saliendo. En general
aceptaba cualquier encargo, el que fuera, sin prestar
mucha atención a su procedencia o condición. Un buen
día, muy a su pesar, dejó de encontrarle sentido a todo.
Creyó que forjándose una prometedora carrera como
artista, escapando de lo que consideraba una aburrida
existencia entre computadores y formulas matemáticas,
se libraría de terminar siendo ese gris y monótono ser en
el que tanto miedo le daba convertirse. Duro fue el
camino elegido para aprender que únicamente el trabajo
interior es capaz de suplir la sensación de desaliento y
soledad que poco a poco nos invade, y que si lo
permitimos se convierte en compañero inseparable en el
inexorable transcurrir del tiempo. Unos años bastaron
para ver como se iba abriendo un gran agujero en su
pecho, fue sintiendo una gran opresión, hasta que un
buen día su corazón quedó totalmente vacío. A partir de
ese momento se encontró a la deriva, sin saber qué
causaba tan tremendo malestar. Los barrios de artistas
del viejo París proveen de consuelo rápido a los
necesitados y apenas sin darse cuenta entró en ese
mundo en el que, por muy fuerte que sea tu voluntad se
acaba doblegando, para iniciar sin remedio una
vertiginosa caída libre. Margarite lo encontró mendigando

142
por las calles, le llamó la atención y se detuvo. Vio en él
algo que sólo una mujer como ella podría reconocer, no
era ni la sombra de lo que había sido, machacado por las
drogas y el alcohol, pero sus penetrantes ojos verdes
tenían todavía esa mirada desafiante de quien lo había
tenido todo y no conservó razón por la que seguir
luchando. Escribió una dirección en un papel y
estrechando sus manos se la entregó, al tiempo que le
besaba dulcemente en la mejilla. No hubo palabras…,
tampoco fueron necesarias pues en ese momento sólo
vio un ángel, de belleza incontestable, que por algún
extraño motivo se fijó en él y quiso darle otra oportunidad.

Consiguió renacer con mucho esfuerzo, acogido


por monjes budistas en un viejo edificio a las afueras de
París. Cualquiera en su situación se agarraría a un clavo
ardiendo y aunque en principio el cariño y cuidados
recibidos fueron ayuda y consuelo suficiente, las
respuestas llegaron después, dedicado al estudio del
budismo. Como monje aprendió el significado de la vida
que no se ve, fue sin duda una etapa que marcó un antes
y después en su vida, pues encontró la serenidad que
ahora le acompañaba. La misma que la mayoría rechaza
pero nadie se atreve a probar. Meses después se
volvieron a ver y ella apenas lo reconoció, ya no era el
muchacho sucio y demacrado con el que una vez había
tropezado en las calles de París. Había recuperado su
atractivo natural, ese que gustaba tanto a las mujeres.
Destinados como estaban a encontrarse, la diferencia de
edad no fue impedimento para que surgiera entre ellos
algo más que simple afecto. En realidad Margarite
siempre parecía “misteriosamente atemporal” y cuando
desplegaba sus encantos era simplemente irresistible. La
relación duró el tiempo que tardaron los árboles en
deshojar, pero quedó una gran amistad.

143
En París Juanma aprendió budismo con monjes
Bon, un tipo bastante desconocido de budismo tibetano.
Su santidad el Dalai Lama habla de cinco tradiciones en
el Tíbet, la Nyingma, Kagyu, Sakya, Gelug y Bon, pero
muchos estudiosos del budismo no creen que se deba
poner al Bon al mismo nivel que las demás, debido a su
carácter chamánico y ocultista. Lo cierto es que entre el
budismo tradicional y el Bon hay gran similitud, los
bonpos dicen que fueron copiados, alegan que sus
conocimientos son más antiguos, por contra los budistas
afirman que el Bon toma de ellos gran parte de sus
enseñanzas. No parece discusión en la que merezca
mucho la pena detenerse, pues es seguro que toda
religión bebe de una fuente común y aunque la forma es
diferente, en esencia todas ellas son iguales, llámese
Budismo, Cristianismo o Islam. Únicamente la ferviente
necesidad de imponer las ideas propias ha creado
desacuerdos entre pueblos. La relación entre Margarite y
los bonpos es sencilla de explicar, pues su monasterio en
el Tíbet es también lugar escogido para conservar
aquello que aun hoy en día no es posible mostrar,
preservándolo hasta el momento en que pueda ser
revelado.

La historia moderna de Tíbet empieza con la


ocupación china en 1950. En principio se planteó una
administración conjunta entre el gobierno chino y el Tíbet,
en aquella época todavía existía un régimen de
servidumbre y la mayor parte de las tierras eran
propiedad de lamas y señores, un régimen muy parecido
al sistema feudal conocido en occidente durante la Edad
Media. Unos años después de la invasión una reforma
agraria trató de cambiar la posesión de los terrenos
cultivables, repartiéndolos según el sistema de trabajo

144
comunista, lo que provocó que estallara la famosa
rebelión reclamando el Tíbet libre, que respaldada y
subvencionada por la CIA llegó hasta la misma Lhasa.
Esta sublevación acabó trágicamente en 1959,
brutalmente reprimida por el ejercito chino. El Dalai Lama
tuvo que huir disfrazado, a pie y a través de las
montañas. Le siguieron sus pasos más de cien mil
refugiados que escapaban en un incesante goteo de
esperanzados tibetanos buscando una salida lejos de la
represión. Muchos no lo consiguieron, víctimas de las
bajas temperaturas o abatidos por los francotiradores
chinos. Ante este drama humanitario India cedió parte de
sus tierras en el Norte, al pie de la cordillera del Himalaya
y allí en Dharamsala se fundó el gobierno tibetano en el
exilio y la residencia de su santidad el Dalai Lama. Los
métodos chinos siempre han sido muy expeditivos. Ha
sido cuna de una extraordinaria cultura, que ha
maravillado en tiempos por sus avanzados
descubrimientos y sus grandes avances en multitud de
disciplinas, pero siempre se les ha acusado de ejercer
con gran crueldad su autoridad como gran nación.
Lamentablemente la historia nos enseña que no lo han
sido más que el resto de los imperios. Todos los pueblos
tienen o han tenido una parte de su tradición escrita en
sangre. Parece que está en la esencia del ser humano
perdurar en el dolor y el sufrimiento.

Cuando Juanma oyó de boca de Chen que


únicamente estos monjes eran capaces de hacerles
atravesar las montañas, comprendió que el destino se
conjuraba una vez más para permitirles continuar, agarró
con decisión a las dos mujeres y sin aclarar sus
intenciones salió a toda prisa hacia el hotel. Ya en el taxi
en el camino de vuelta, intentó resumirles lo mejor que
pudo el porqué de su repentina salida del almacén.

145
- Desde que me fui a vivir a París han ocurrido
muchas cosas que han hecho que se
produzca un profundo cambio en mí, puedo
decir, sin miedo a equivocarme, que soy una
persona totalmente diferente a la que un día
conocisteis en la universidad. Entre los
extraños sucesos que acontecieron todos
estos años, y que sería largo de contar, os
diré que estudié budismo precisamente con
la orden de los Bonpos, por ello cuento con
muy buenos amigos que espero que nos
puedan ayudar. He de mandar un email con
urgencia a Margarite, ella es una persona
muy querida para la comunidad budista y es
esencial si queremos que nos faciliten una
entrevista con el líder de los monjes Bon.
- ¿Qué tiene que ver ella con los budistas? –
preguntó Olga sin entender la relación.
- Se podría decir que ambos guardan un tipo
parecido de “códices” – contestó Juanma,
hablando claramente en clave, para así no
revelar mucha información y evitar las
preguntas incómodas de Rosa.
- ¿Códices?, ahora lo entiendo – contestó
Olga.
- Pues yo cada vez entiendo menos, pero si la
tal Margarite puede ayudar a convencer a
esos monjes para que nos guíen, ya estás
tardando en mandar ese email – apremió
Rosa, preocupada por la suerte que habría
podido correr su marido.

146
23

Recogieron sus pertenencias en el hotel y se


dirigieron al aeropuerto internacional de Hong Kong,
donde embarcaron en el primer vuelo que salía hacia
Nueva Delhi, la capital de la India, grande y asombroso
país en todos los sentidos. Dicen que quien lo visita
nunca vuelve a mirar la vida de la misma manera. La
cantidad de olores y colores aturdía a los recien llegados
que intentaban abrirse paso entre la multitud que
abarrotaba el aeropuerto. Pasaron sin incidencias el
control de pasaportes y encaminaron sus pasos hacia la
terminal de vuelos nacionales. No fue difícil encontrar
quien les llevara, entre esa multitud de pequeñas
compañías aéreas que pelean por transportar a aquellos
valientes que deciden volar hacia alguna de las más
remotas localidades del país, ciudadanos indios en busca
de sus familias, alpinistas, amantes de la aventura, pero
poco turista en general. Ni que decir tiene que no siempre
el estado de sus aviones es todo lo bueno que se hubiera
deseado.

El monótono ronroneo de los motores del viejo


ATR de hélices los sumió en un profundo letargo y sólo la
brusquedad del aterrizaje los hizo despertar,
sobresaltados por el estruendo de las ruedas del avión
golpeando contra el suelo. Habían conseguido dormir, a
pesar de los incómodos y duros asientos y unas terribles
turbulencias, que agitaban el avión arriba y abajo, como
si de una coctelera se tratara. El resultado era el de
esperar, el vuelo había dejado molidos sus ya de por si
maltrechos cuerpos. El pequeño aeropuerto de Gaggal se
encuentra a cinco kilómetros al sur de la ciudad de
Dharamsala, afortunadamente Margarite pudo dar aviso
de su llegada y un monje aguardaba a la salida para
acompañarles a su destino. Lo agradecieron

147
enormemente porque tantos saltos entre usos horarios
tenían completamente desorientado al grupo, cuyo reloj
biológico se había vuelto loco, ya no eran capaces de
distinguir entre la noche o el día, ni cuando debían
descansar.

Su anfitrión les trasladó en una destartalada


furgoneta que avanzaba con dificultad cruzando la
ciudad. Les llevó a través de angostas callejuelas, con
dirección hacia el complejo de templos que se alzaba
majestuosamente en la parte más elevada de esta
apretujada urbe. Para sorpresa de todos Dharamsala era
más parecido a un parque temático, donde todo se había
organizado en torno al budismo. Un verdadero parque de
atracciones con exultante agitación y cientos de tiendas
ofertando las más variadas terapias de adivinación,
masajes, meditación, encuentros espirituales y por
supuesto los utensilios necesarios para la práctica
religiosa. Las calles rebosaban de color y actividad, tal
era la afluencia de público que apenas conseguían
avanzar. Desde luego no era como lo habían imaginado,
lejos de la imagen idílica que se tiene del un lugar de
reposo y retiro que favorezca la práctica de la
introspección. Llegados al templo, y como los mojes no
hablaban ni pizca de inglés les indicaron mediante gestos
que debían permanecer en una austera habitación, que
habían dispuesto al efecto. Al menos les proporcionaron
algo de cenar, pero de Juanma no volvieron a saber.

No llegaba a las cinco de la mañana cuando


oyeron golpear con decisión la puerta de entrada de la
pequeña estancia, sin lugar a dudas había llegado la hora
de despertar. Por el momento ambas habían dejado de

148
lado cualquier atisbo de rivalidad, no hay como enfrentar
juntos situaciones difíciles para que nazca la
colaboración. La necesidad hace extrañas amistades,
lástima que las más de las veces únicamente nos
llenemos de compasión y buenas intenciones ante
situaciones desgraciadas. En cuanto estuvieron vestidas
fueron conducidas a un gran salón, lleno de monjes
cubiertos con el clásico tocado naranja. Sentadas en
silencio, en un rincón, asistieron al comienzo de las
oraciones. Entre la multitud pudieron distinguir a Juanma,
vestido para la ocasión, que seguía rítmicamente el ritual.
Olga se dio cuenta que había algo que la resultaba muy
familiar, recordó el sueño que tuvo en el pueblo de Saré y
se estremeció, la escena era prácticamente igual.

Tras los rezos los monjes empezaron a retirarse y


Juanma por fin se les pudo acercar:

- Buenos días chicas, espero que no os


moleste haberos levantado tan temprano,
pero alojarse en un monasterio conlleva la
obligación de asistir a todos sus oficios.
- Está bien, no pasa nada – contestó Rosa.
- ¿Crees que sería posible….? – preguntó
Olga.
- Si, no hay cuidado, ya he dispuesto para que
podáis tomar una ducha y recorrer la ciudad.
Mientras tanto yo he de prepararme, voy a
ser conducido a presencia de la máxima
autoridad Bon.

Mientras las dos mujeres pasaban la mañana


visitando los encantos de la localidad, Juanma fue
conducido a presencia del lama que regía el monasterio

149
El viejo sacerdote sonrió al verle y se levantó despacio
para abrazarle, como manda la tradición. Juanma
devolvió el gesto inclinando la cabeza en señal de
respeto y agradecimiento. Los dos tomaron asiento entre
cojines, separados por una mesa baja.

- Margarite es una vieja y valiosa amiga, nos


ha pedido que atendamos tu petición, pero
estamos muy extrañados ante lo inusual de
tu solicitud – comenzó diciendo en un
aceptable inglés.
- Entiendo que es mucho lo que pedimos y
sólo podemos ofrecer a cambio nuestras
vidas y el esfuerzo necesario para culminar
con éxito nuestra misión – contestó Juanma.
- Sin embargo no es de vuestras vidas sobre
las que he de decidir, poner en riesgo la de
dos hermanos únicamente en una situación
extrema debería hacerse. ¿Que es tan
importante que no puede esperar al
deshielo? No sois hombres de las montañas,
¿Que es tan importante para correr un riesgo
tan grande? – volvió a preguntar
- Comenzamos un camino y perdimos un
compañero en él, intuyo que si queremos
continuar primero debemos encontrarlo –
contestó, sabiendo que no iba a ser razón
suficiente.
- Debéis esperar entonces, pues la paciencia
es la mejor ayuda para andar – replicó el
viejo monje sin perder la sonrisa.
- Hay algo más, no solo perdimos un
compañero, se llevaron a estas tierras un
objeto que hemos de recuperar. Es difícil de
explicar, pero creo que puede servir para
entrar con cierta facilidad más allá de la tela

150
que cubre nuestra realidad – explicó Juanma
intentando sonar convincente.
- Raro es lo que dices, escasísimas son las
ocasiones a lo largo de la historia en las que
se ha documentado algo así. Si fuera cierto
lo que dices es peligroso, pues en manos
incorrectas podría romper el frágil equilibrio
existente entre los dos mundos. No se debe
traspasar el velo que los separa sin la debida
preparación.

El anciano dejó de sonreír, cerró los ojos y quedó


en silencio. Juanma se relajó, no era predecible el tiempo
que podría tardar. Al cabo de un buen rato, levantó la
cabeza y mirando a Juanma comentó:

- Los monjes Bon aprenden desde pequeños


a hablar con las montañas, pueden abriros
paso, pero únicamente funcionará si sois
puros de corazón y no buscáis beneficio
propio. Antes de mandar que os acompañen
debo comprobarlo, seréis sometidos a una
prueba, si la superáis contareis con mi
ayuda.

Había caído la tarde y un monje conducía a los


invitados a través de una de las largas galerías que
cruzaban el monasterio. Ellas marchaban entusiasmadas
sin rechistar, esta aventura cada vez se parecía más a
una película de Indiana Jones, no hay nada más
atrayente para una mujer que resolver un acertijo y
ambas eran especialistas en logaritmos de computación,
por lo que suponían iba a ser relativamente fácil resolver

151
puzzle, juego de lógica o cualquier prueba que les
quisieran plantear. Juanma acompañaba sin decir
palabra, pero se le veía menos confiado, sabía en que
podría consistir la prueba, y no era algo que les fuera a
gustar. Entraron en una habitación, una sala de reducidas
dimensiones, sin apenas decoración y tenuemente
iluminada con candeleros de velas que colgaban de sus
paredes. Les indicaron que sentaran entre cojines y
varios monjes acercaron una mesa baja, sirviendo en ella
tres pequeñas tazas de una bebida parecida al té. En el
fondo de la estancia un monje se encontraba en estado
de meditación. El viejo sacerdote habló:

- La bebida que os ofrezco permite entrar en


un estado profundo de relajación, lo llaman
“el jugo de los muertos”. Tiene la facultad de
dejar inconsciente a quien lo bebe, cuyas
constantes vitales bajan a la mínima
expresión. El monje en trance que veis al
final de la estancia servirá de guía de este
particular viaje. Debo advertiros de sus
peligros, durante esta experiencia sucumbir
al miedo puede marcar vuestro corazón de
tal manera que nunca lo recuperéis. No
debéis tomar a la ligera esta advertencia
¿Estáis convencidos de querer continuar?

Se miraron entre si con vacilación, sin saber muy


bien a lo que realmente se refería el viejo monje.
Juanma y Olga, ya habían pasado antes por experiencias
parecidas y sin pretenderlo los dos se quedaron mirando
fijamente a Rosa, a quien supuestamente todo debía
parecerle más extraño y desconocido. En el fondo

152
deseaban descubrir en sus ojos la existencia de la más
mínima duda que sirviera como excusa para retroceder.

- ¿Qué estáis mirando? No puede ser más


difícil que pelear con la pandilla de
burócratas que me dan financiación – dijo
Rosa, indignada con la sola idea de tener
que rehusar.

Acto seguido, y sin encomendarse a nadie, tomó


la pequeña taza y bebió su contenido de un trago. Olga y
Juanma se miraron y resignados la siguieron, habían
llegado demasiado lejos para echarse atrás. Se fueron
recostando al notar como un profundo sueño se
apoderaba poco a poco de ellos. Entraron en ese apenas
perceptible y estrecho espacio donde reside nuestra
imaginación, en la que apenas somos capaces de
distinguir lo real de lo que no lo es, aunque para muchos
está sería la descripción más acertada de nuestra propia
existencia…

Trepaba con mucha agilidad para lo abrupto que


era el terreno, pero a medida que ascendía la dificultad
de la montaña se iba incrementando, ya no podía ir tan
rápido, estaban apareciendo tramos en los que era
necesario escalar entre las rocas. La suave pendiente
progresivamente se iba transformando en una alta pared
de granito, casi vertical, afortunadamente lo
suficientemente irregular para subir con alguna
seguridad, agarrado a salientes y grietas. Alcanzada
cierta altura instintivamente pensó que sería preferible no
mirar hacia abajo, hacia el abismo que se abría bajo sus
pies. Rosa estaba sola y desconocía el tiempo que

153
llevaba intentando encontrar a sus compañeros, pero ya
veía la cima. Tenía la esperanza que desde la cumbre
podría visualizar su situación, pues ignoraba por
completo en que extraño lugar se encontraba. Consiguió
alcanzar su objetivo sin signos aparentes de cansancio.
Un gran valle se abría ante sus ojos, anclado entre
montañas, y desde allí al fin fue capaz de distinguir las
figuras de un hombre y una mujer. Juanma y Olga
también la pudieron reconocer en la lejanía y todos
corrieron al reencuentro.

- ¿Alguien sabe dónde nos encontramos? –


preguntó al alcanzarles.
- No lo sé, parece una alucinación colectiva, y
a la vez asombrosamente real – especuló
Juanma.
- Estamos dentro de un sueño, donde sabes
que te hallas dormido y sin embargo eres
dueño de tus propias acciones. Es alucinante
que los tres nos podamos comunicar
¿Seguimos andando? – preguntó Olga,
bastante tranquila dadas las circunstancias.

Empezaron a caminar hacia el valle, había algo


que no acababa de encajar en este paisaje, se
percataron que había demasiada calma para ser real, no
podían escuchar el sonido del viento, ni murmullos de
pájaros… había demasiado silencio. Decidieron bajar por
una estrecha garganta, siguiendo el discurrir de un
pequeño riachuelo que a duras penas se abría paso entre
los árboles que comenzaban a hacer su aparición.
Súbitamente se abalanzó sobre ellos una extraña
criatura, una mezcla entre un enorme perro negro y
alguna especie de oso, con grandes garras y aterradores

154
colmillos que mostraba al abrir su gran boca, mientras un
ronco alarido surgía del fondo de su garganta.
Sinceramente no se lo esperaban, se quedaron sin
capacidad para reaccionar. Juanma se interpuso
instintivamente entre las dos mujeres y las fauces del
animal, moviendo sus brazos intentando espantarlo, pero
sólo consiguió enfurecer más a la bestia, que se deshizo
de él de un zarpazo. El golpe lo lanzó por los aires y
acabó estrellándose contra las rocas. Sintió como se
astillaban varios de sus huesos, dolía como si le clavaran
cientos de agujas por todo su cuerpo, quedó allí tendido
en el suelo retorciéndose de dolor. Olga intentó correr en
su auxilio, pero asistió horrorizada como trepaba por sus
piernas una enorme hiedra que la dejó inmovilizada,
impidiendo que pudiera prestar cualquier tipo de ayuda.
Entonces Rosa, lejos de amilanarse, consciente que todo
estaba en su imaginación, invocó el poder de los sueños
y en voz alta pidió un arma con la que derrotar a su
adversario. Una espada en llamas surgió en su mano y
empuñándola con fuerza gritó con la confianza del
guerrero, que hubiera participado en mil batallas:

- ¡Voy a acabar contigo, monstruo del


demonio! No hay dificultad en este mundo
imaginario suficientemente grande que
impida rescatar a mi marido. ¡Prepárate a
morir! – Le chilló, como si fuera la
protagonista de una película de acción.

De pronto Juanma quedó quieto, algo no estaba


bien, todo era demasiado obvio y terrorífico. Una voz en
su interior le susurró, << Recuerda una valiosa lección,

155
sólo se pueden ganar aquellas batallas que luchas con
el corazón. >>

- ¡Detente! no lo ataques – gritó Juanma en el


preciso instante que Rosa estaba a punto de
atravesar con el acero en llamas el pecho de
la bestia.
- ¿Estás loco? Quieres que deje que nos
devore a todos – contestó Rosa pensando
que había perdido la cabeza.
- Este sueño es como la vida misma, nada es
lo que parece, tienes que tener fe en mí,
¡Suelta la espada y abrázalo! – pidió
Juanma.
- ¿Qué lo abrace? ¡Tú estás mal de la cabeza!
- Tienes que confiar en mi, haz lo que te digo.
- Espero que no te equivoques – contestó sin
ninguna convicción.

Soltó la espada, se acercó al animal, que seguía


en posición amenazante, cerró los ojos y sin más se
lanzó en sus brazos. Sintió como las garras se clavaban
en la carne desgarrándola, pero en vez de gritar o huir,
apretó aun más los ojos y se dejó caer, se rindió sin más.
De pronto sus heridas dejaron de sangrar, Olga se vio
libre de ataduras y Juanma se pudo incorporar. El dolor
había desaparecido y el monstruo tan aterrador se había
convertido en aquel pacífico monje que encontraron
meditando al entrar en la pequeña sala en el monasterio.
Sonriendo les pidió que se cogieran de la mano y les
habló:

156
- Hemos terminado, debéis saber que lo
habéis hecho muy bien, ya podemos volver.

Fueron gradualmente abriendo los ojos, ahora se


encontraban de nuevo en la pequeña habitación del
monasterio. El monje que les había acompañado en esta
particular aventura había salido de su estado de
meditación y les sonreía desde el fondo de la estancia. El
máximo responsable de los Bon esperó que recobraran
del todo la conciencia y sólo entonces el anciano lama se
dirigió de nuevo a sus invitados:

- Desplegasteis gran determinación y valor,


pero sobre todo veo que habéis aprendido a
actuar con el corazón y eso sin duda es lo
más importante. Me da la sensación que de
alguna manera Margarite ayudó – dijo
mirando a Juanma – y espero que no se
equivoque, porque difícil será el camino que
habéis elegido. Entregad este manuscrito en
el monasterio Bon de Jumla y dos monjes os
acompañarán.

Les entregó un documento enrollado y atado con


un gran lazo rojo, sellado de puño y letra por él mismo, y
con una leve inclinación se despidió, deseándoles suerte
en la que búsqueda que iban a emprender.

157
24

La región del Alto Dolpo ha permanecido intacta


en el tiempo, protegida por el olvido, al resguardo de la
mirada indiscreta de la civilización. Esta remota región
del Tíbet, a medio camino entre Nepal y la China más
occidental, se esconde entre montañas, siendo
inaccesible la mayor parte del año. En el viaje aguardan
dos collados de más de cinco mil metros que aíslan el
pueblo de Saldang del resto del mundo, alzándose como
una gran muralla natural. Sólo es posible llegar a pie, en
alguna de las caravanas de yaks que comercian con sal,
ya que los helicópteros no pueden volar tan alto, donde la
densidad del aire es menor y pierden sustentación.

Los dos monjes avanzaban firmemente mostrando


el camino, seguidos de cerca por Juanma, las dos
mujeres y un incansable Goliat. Raramente hablaban
entre sí, en parte por el cansancio acumulado, pero
también por el sobrecogedor paisaje que iban dejando
atrás. Poco a poco se adentraban en una región de
cumbres impenetrables, las mismas que dan vida a la
cordillera del Himalaya, pero se abrían paso con decisión,
bajando y subiendo collados cada vez de mayor altura.
La recompensa a su dura travesía, el mundo en estado
puro, el regalo del silencio y la soledad…, la belleza de
verdad.

Al cabo de cuatro días de incansable caminata


pudieron vislumbrar el primero de sus objetivos, el
monasterio de Shey, punto de peregrinación budista al
pie de las Montañas de Cristal. Los pocos monjes que lo
guardaban no daban crédito a sus ojos cuando vieron

158
aparecer tan extraño grupo. Fueron recibidos con alegría
y sorpresa al mismo tiempo, esta época del año no se
prodigaba en visitas y cualquier distracción es
bienvenida. Los guías intercambiaban abrazos con los
habitantes de este remoto lugar, estaba claro que eran
viejos conocidos. Salieron a recibirles media docena de
sufridos y resistentes monjes, comandados por un
anciano casi ciego y cojo de una pierna, que no paraba
de repetir una extraña palabra, que por supuesto no
entendían. Más tarde les explicaron que su traducción
más probable vendría a ser algo parecido a la de “locos”.
Prepararon la estancia en una de las casas bajas,
aparentemente deshabitada y la calentaron quemando
excremento de yak, el combustible natural en estas
tierras. Ya a resguardo se quitaron la ropa de travesía
que cubría los trajes bioenergéticos y los pobladores del
asentamiento se quedaron boquiabiertos. Nunca en toda
su vida habían visto nada parecido, los recién llegados
parecían hombres-rana cubiertos por un traje negro
ajustado, muy similar al neopreno, con esa pequeña
joroba a su espalda desde donde partían dos pequeños
tubos, uno a cada lado de la cabeza y que se insertaban
en un pequeño cilindro que colgaba a la altura del cuello.
Les explicaron que eran trajes para aguantar mejor las
bajas temperaturas y que el pequeño cilindro era un
respirador, que convenientemente colocado en la boca
servía para ayudar a oxigenarse en altura. Mientras les
eran dadas las explicaciones, traducidas de manera
improvisada por sus guías, el resto de monjes del
pequeño monasterio tocaban con curiosidad los
uniformes y no paraban de reírse entre ellos. Como
empezaba a hacer calor solicitaron un poco de intimidad
y se despojaron de las vestiduras que tanto revuelo había
organizado. Cuando acabaron de vestirse se les invitó a
reunirse en el templo, una pequeña y elaborada
construcción levantada en el punto más alto de este

159
diminuto pueblo, de hecho el santuario apenas era
rodeado por cuatro o cinco casas más. El viejo lama
orquestó la ceremonia, acompañados en los rezos y
cánticos por el resto de monjes, incluido Juanma, con la
esperanza de poder captar la atención de los dioses y
conseguir un voto de favor que les ayudara a superar con
éxito tan dura travesía, después cenaron y marcharon a
descansar.

Todos dormían el suelo de paja, al abrigo de las


mantas de lana de YAK menos Juanma, que a pesar del
cansancio acumulado no podía conciliar el sueño. Había
una energía muy especial en el lugar en el que se
encontraban, que le perturbaba y reconfortaba a la vez. A
pesar del frío salió a tomar el aire y pudo ver al anciano
en la puerta del templo fumando en una larga pipa. Se
acercó y se sentó a su lado, el anciano le miró y se limitó
a sonreír. Millones de puntos de luz parecían estar
saludando con sus destellos intermitentes, pensó que
merecería la pena soportar los rigores de la fría noche
ante semejante espectáculo. Llevaban ya un buen rato
sentados en silencio cuando el lama apagó despacio su
pipa y rebuscando en sus bolsillos extrajo un viejo
colgante de forma circular, atado con un cordón negro
para llevar al cuello. Buscó palpando a Juanma, su
ceguera no le permitía ver nada en la oscuridad de la
noche, y se lo entregó estrechando con él sus manos. En
un inglés muy rudimentario le explicó que quería que se
lo quedara:

- Este amuleto siempre me dio las fuerzas


necesarias para continuar. Mi tiempo toca a
su fin, me gustaría que lo tuvieras tú

160
- Agradezco mucho su regalo, pero no tengo
nada que ofrecerle a cambio – Le contestó
Juanma bastante sorprendido.
- Tu compañía, sentir tu energía cuando
contemplabas el cielo en silencio ha sido
obsequio suficiente, lo he sentido como si yo
también pudiera ver las estrellas otra vez – le
dijo y ayudó a colgarlo en su cuello – Ojala te
cuide tan bien como lo hizo conmigo.

Tras pronunciar estas palabras se agarró a él con


una mano y apoyándose con un bastón en la otra se
levantó, con mucho esfuerzo…, se abrazaron y se
despidió. Juanma se fue a dormir, mañana esperaba un
día realmente duro.

Temprano al alba agradecieron el descanso y la


hospitalidad recibida y reanudaron la marcha. El arduo
ascenso entre las imponentes montañas les hacía
sentirse insignificantes, pero a la vez agradecidos por
formar parte de algo tan extraordinario. El silencio y un
esfuerzo continuado en ocasiones permiten percibir con
claridad que formas parte de algo más grande y, con
suerte, experimentar verdadera humildad. En altura se
valoran las cosas de forma diferente, incluso el simple
hecho de respirar cobra un significado especial, pues son
muchos los momentos en los que crees que no vas a ser
capaz de dar un paso más. Todos los amantes de las
alturas han aprendido, a su manera, que para avanzar es
necesario aceptar y reconocer que siempre te encuentras
a merced de las montañas y de sus enigmáticos
designios; ya no existe el miedo, incluso perecer te da
igual, porque por fin luchas por superar lo más difícil en el
mundo, luchas por cambiar, por tener la fuerza y valentía

161
suficiente para salirte del camino, de lo supuestamente
racional.

Con gran esfuerzo tomaron cima y empezaron a


descender, apresurando el paso para llegar antes del
anochecer; apenas tuvieron el tiempo justo para montar
el campamento y comer algo caliente, antes de caer
rendidos por el cansancio. Debajo de la ropa de montaña
los trajes bioenergéticos estaban cumpliendo con creces
todas las expectativas, por contra la vestimenta de los
monjes era de lo más rudimentario, pero haberse criado
entre montañas confiere a sus moradores una resistencia
especial. Habían superado su primer gran obstáculo, el
primero de los collados de más de cinco mil metros,
podían estar realmente orgullosos, ahora había que
descansar.

No había comenzado a clarear, cuando los dos


monjes empezaron a gritar y gesticular fuera de las
tiendas de campaña de manera muy aparatosa. Juanma
despertó a las dos mujeres vociferando para hacerse oír,
pues el viento había empezado a soplar con fuerza.

- ¡Creo que nuestros guías quieren que nos


movamos!
- ¿Tan temprano? – protestó Olga.
- ¡Hagámosles caso!, ellos son los que
conocen mejor estas montañas - asintió
Rosa.

Desmontaron el campamento y se apresuraron a


seguir los pasos de sus guías, caminaron durante horas,
sin apenas hacer pausas para descansar. El tiempo

162
empeoraba por momentos y ahora se les hacía más difícil
avanzar. El terreno era muy irregular, lleno de rocas y
fuertes pendientes, y tuvieron que valerse de los arpones
de Goliat en varias ocasiones para conseguir salvar
desniveles y grietas de glaciar. Al finalizar el día se
encontraban completamente exhaustos. Los monjes
señalaron una gran oquedad, protegida entre rocas y se
apresuraron a montar de nuevo el improvisado
campamento, justo momentos antes que desapareciera
el último rastro de esa tibia luz de sol que les acompañó
todo el camino. Una última barrera se alzaba imponente
ante ellos, un último esfuerzo para superar el paso de
montaña de más de cinco mil metros tras él que se
escondía Saldang. La siguiente jornada prometía ser
especialmente dura, calentaron la comida liofilizada y
prácticamente cayeron desmayados por el cansancio.

Esa misma noche se desató un infierno en forma


de nieve y viento, las tiendas parecían que iban a echar a
volar azotadas por el aire, que rugía como si no les
quisiera perdonar. Se mantuvo el mal tiempo durante
días, sin permitirles hacer nada más que permanecer en
el interior de sus refugios de lona. Llevaban cuatro
interminables jornadas, hastiados por tanta inactividad,
cuando en mitad de la noche, mientras todos dormían,
Olga abrazo a Juanma y susurrando le preguntó:

- ¿Estás dormido?
- Ahora no, ¿Cómo te encuentras? – contestó
con ironía, aunque en realidad no había
llegado a dormirse.
- Un poco nerviosa la verdad, ¿Qué crees que
va a pasar? – preguntó.

163
- ¿Cuándo encontremos a Santiago, te
refieres? – le dijo para tranquilizarla.
- ¿Crees que vamos a morir?
- No, no hubiéramos llegado tan lejos, sólo
tenemos que aguantar. La montaña nos está
probando, necesitamos ser pacientes y
esperar una señal. Aprovecha para relajarte
y permanecer tranquila, no pienses en lo
que nos deparará el futuro, nadie puede
saberlo – contestó con firmeza y serenidad.
- Es muy duro estar aquí tantas horas sin
hacer nada – se lamentaba Olga - yo estoy
acostumbrada a mucha actividad.
- Estupendo, ya tienes algo por lo que
trabajar, aprende a tener paciencia y
aprovecha para meditar. En realidad los
momentos más duros son siempre los que
más recompensas dan, no los veas como
malos, piensa más en obstáculos que hay
que sortear, y de los cuales siempre puedes
obtener valiosas lecciones. Acepta y
agradece cada momento, si ocurre es
porque todavía es necesario – le decía
dándole ánimos.
- Te quiero – dijo, y le plantó un inesperado
beso - fue un acierto volverte a encontrar.
- Yo también te quiero – le contestó - lo que
tenga que ocurrir sin duda sucederá, no
pienses más en ello e intenta dormir.

El quinto día al despertar descubrieron con


estupor que sus dos guías habían desaparecido.
Temiéndose lo peor salieron apresuradamente de la
tienda en su busca, era temprano y aunque el viento
aminoraba su fuerza, la tormenta no terminaba de

164
amainar. El temor se apoderaba de ellos, ¿Habían sido
abandonados a su suerte? Terminó de amanecer y
tímidamente unos rayos de sol hicieron su aparición. En
la lejanía pudieron distinguir la figura de los monjes
inspeccionando el terreno. Juanma se acercó e
intercambio unas palabras con ellos, después se dirigió
de nuevo hacia las dos mujeres y comentó la
conversación mantenida:

- Es necesario buscar otra manera para pasar


al otro lado de la montaña, el camino
habitual es impracticable, es necesario que
ascendamos más arriba, de esta forma
podremos evitar las avalanchas. Me temo
que retroceder tampoco es una opción,
estamos literalmente atrapados.
- Propongo que nos dividamos, así
abarcaremos más terreno – propuso Olga
- Me parece una excelente idea – aprobó
Rosa.

Los dos monjes partieron hacia la cara sur,


Juanma y Rosa lo hacían por una vertiente y Olga
marchaba hacia el lado restante con Goliat; era sin duda
la que mejor se manejaba con el robot, muy familiarizada
con las órdenes y los procesos de comunicación.
Acordaron encontrarse de nuevo en el campamento en
un par de horas, tras verificar la posibilidad de abrir una
nueva vía que les permitiera progresar.

Olga subía con decisión, clavando con fuerza las


raquetas (instrumento que permite andar sobre la nieve)
para no resbalar, pero a pesar de ello en muchos tramos
se hundía en la nieve y casi no podía avanzar. Después

165
de poco más de una hora de ímprobo esfuerzo consiguió
alcanzar unas rocas y se detuvo a descansar. El cielo
volvió a cerrarse y el sol no quiso salir más. En ese
momento se sintió muy sola, tanto silencio era
abrumador, el tipo de soledad en el que se puede oír
hasta tu propia alma, pero lejos de asustarse empezó a
sentir una paz indescriptible. No veía forma de continuar,
así que decidió gastar el tiempo que restaba disfrutando
de la sensación de extrema calma que se había
apoderado de ella, mientras Goliat esperaba inmóvil a su
lado. Cerró los ojos y empezó a sentir la esencia misma
de las montañas, el espíritu latente de todas las cosas
que la rodeaban..., la nieve volaba arrancada de sus
laderas por el viento. En su cabeza surgían imágines que
creyó tener enterradas para siempre y con melancolía
pensó que no quería morir, su vida había cobrado un
sentido especial, que broma tan cruel sería perderla
ahora. Sin casi darse cuenta se encontró rogando en voz
baja << Por favor no nos dejes morir, ayúdanos a salir de
esta montaña. >> Desconcertada por la situación tuvo
que admitir que en realidad estaba rezando ¿Pero a
quien?, ella no tenia Dios conocido. Instantáneamente
recordó las palabras de Javier, el psiquiatra amigo de
Juanma:

<< Sólo le diré que usted se sorprendió de verme


rezar. ¿Se ha planteado siquiera si puede funcionar? >>

Milagro o casualidad, su plegaria fue escuchada


cuando escurridizo y agazapado surgió entre las rocas
un gran gato, de mirada transparente y grandes rosetas
negras en el pelaje. Se detuvo el animal sorprendido, no
debían ser muchos los humanos que paraban allí a
descansar. El felino arañó con sus patas la nieve y en un
instante desapareció. Olga corrió hacía el lugar, ¿Le

166
había jugado una mala pasada su imaginación? Para su
sorpresa descubrió que era posible abrirse paso entre las
rocas, justo por donde surgió tan bello animal. Pidió a
Goliat que marcara en el GPS la posición y ambos
bajaron corriendo a relatar su esperanzador
descubrimiento al resto del grupo.

167
25

Pocos animales son tan desconocidos y a la vez


provocan tanta fascinación como el leopardo de las
nieves, uno de los más legendarios y maravillosos
animales que moran la faz de la tierra. Su hábitat natural
se encuentra a cuatro mil metros de altura; si a ello le
añadimos su extraordinaria capacidad de camuflaje, es
fácil comprender porqué apenas contamos con
imágenes o información de este extraordinario felino.
Tanto es así que podríamos contar con los dedos de una
mano los occidentales que tuvieron la fortuna de
contemplarlo vivo, cazando en libertad entre las nevadas
cumbres de la cordillera del Himalaya. El más famoso de
ellos es Peter Matthiessens, un naturalista que se
aventuró durante meses en estas tierras, soportando los
rigores de la altura, el intenso frío y unos porteadores que
ante la más mínima dificultad le dejaban abandonado. No
tuvo reparo en someter su cuerpo a las condiciones más
extremas, con tal de vislumbrar este desconocido animal.

Hay toda una leyenda forjada alrededor de este


felino, sin duda razón de peso para que los monjes no
dejaran de murmurar entre ellos, desconfiados ante el
relato que ofrecía la mujer que manejaba la gran araña
de metal. Juanma chapurreaba algo de tibetano y con su
limitado vocabulario hacía de improvisado traductor,
intentando hacerse entender. Era ayudado por el pobre
inglés que los monjes se esforzaban en pronunciar, pero
los nervios estaban a flor de piel y en esta precipitada
comunicación ninguno tenía la seguridad que el otro
estuviera entendiendo algo. Los monjes se miraban
refunfuñando, movían sus cabezas a un lado y a otro, y
farfullaban en voz baja algo que más o menos se podría
interpretar como:

168
<< Tiene que ser una mala jugada de los
demonios de las montañas. El gran gato de las nieves es
un espíritu invisible, no se deja ver, así sin más >>

Olga en cambio lo tenía muy claro, esta era sin


duda la señal que estaban esperando y debían
aprovecharla. Muy a su pesar, aunque existiera un
pasadizo por donde atravesar entre las rocas, en ese
punto la montaña tenía un gran desnivel, se ofrecía difícil
caminar por ella, nada que ver con los caminos de
cornisa y pasos de alta montaña que les habían servido
para librar los otros collados. Parecía claro que si querían
alcanzar la cumbre tendrían que escalar. ¡No había
tiempo para meditar la decisión!, para llegar a Saldang
tenían que alcanzar la cima y descender antes de que
cayera la noche. Exasperada ante la indecisión del grupo
Rosa se adelantó y tomó la iniciativa:

- Con el peso del equipo no se puede subir,


dejémoslo todo aquí, de esta forma Goliat irá
más ligero y puede tirar de nosotros, hará de
improvisado remonte.
- Es una idea arriesgada, si fracasamos en el
intento no tendremos como guarecernos,
pereceremos de frío. Incluso con los trajes
no seremos capaces de aguantar las bajas
temperaturas de la noche en lo alto de la
montaña, sin el resguardo de las rocas –
expresó con preocupación Juanma.
- Rosa tiene razón, estamos atascados y las
posibilidades de rescate son escasas, puede
que la montaña no nos conceda otra tregua,

169
además ¡La vida, para los valientes! ¿No es
así? yo estoy de acuerdo en arriesgarnos –
arengaba Olga mostrando gran entusiasmo,
quizás demasiado forzado dada la situación
en la que se encontraban.

A veces las decisiones más difíciles se convierten


en sencillas de tomar, cuando las opciones son tan
desesperadas. Con la aprobación de los guías dejaron el
campamento atrás, pertrechados sólo con lo
imprescindible para realizar el ascenso. Subían despacio
pero con paso firme, dosificando las fuerzas para no
desfallecer a mitad de camino. Procuraban llevar un ritmo
constante, conscientes que ya no habría posibilidad de
vuelta atrás. El estrecho paso entre las rocas
descubierto por Olga les llevó directamente hacia una
pared de nieve dura y con mucha inclinación. Allí se
aseguraron los unos a los otros mediante cuerdas y
mosquetones, ajustaron los crampones de sus botas, e
hicieron que Goliat avanzara despacio tirando de ellos.
Habían ordenado al robot que fuera abriendo camino,
pero cubrir cada centímetro de terreno requería un
esfuerzo casi sobrehumano. Gracias a Dios contaban con
los respiradores de los trajes, que les aportaban ese
suplemento extra de oxígeno tan necesario para poder
realizar esfuerzos en altura. Aunque estaban siendo
prácticamente remontados, eran muchas las veces que
perdían apoyo y literalmente acababan hincando la rodilla
en suelo, agotados por la dureza de la ascensión. Los
dos monjes, que subían en cabeza tras el robot, se
apresuraban siempre a ir en su busca para ayudarles a
levantar, menos mal que sus porteadores parecían
inmunes a los efectos de la falta de oxígeno y las bajas
temperaturas. El tiempo transcurría, avanzaban tan
lentamente que empezaron a temer que no llegarían

170
nunca a la cumbre…, pero no era humanamente posible
ir más rápido. En sus cabezas se reflejaba un único
pensamiento, debían continuar, costara lo que costara.

Su gran tesón, la capacidad de sacrificio y sobre


todo no permitir que el desánimo se apoderara de ellos
estaba dando sus frutos, pues afrontaban sus últimos
metros con el ánimo y energías de quien se sabe
vencedor. Por fin veían cumplido su objetivo, unos pocos
pasos más y alcanzarían la cima. Sin embargo no es
prudente cantar victoria demasiado pronto, para su
desgracia la montaña había decido pelear hasta el final e
iba a vender cara su derrota. En el momento en que el
robot se hallaba a punto de coronar vieron con pavor que
empezaba a resbalar, movía sus patas adelante y atrás
pero lo único que conseguía era lanzar nieve hacia ellos.
Juanma poniéndose en lo peor gritó todo lo fuerte que le
permitían sus asfixiados pulmones:

- ¡Olga, da instrucciones para que se


detenga!, qué clave las patas y enganche el
arpón a esas rocas. Va a provocar una
avalancha.
- Goliat, asegúrate al terreno, ¡Rápido! – gritó
a su vez la mujer, dirigiéndose con presteza
al gran autómata de metal.

Sus rápidos reflejos y la intuición sin duda les


salvaron, pues en el preciso momento en que habían
gritado al robot para que se detuviera, vieron
horrorizados como el suelo se abría bajo sus pies y
empezaban a caer rodando montaña abajo. Goliat pudo

171
clavar el arpón a tiempo y el cable se tensó, evitando la
caída al vacío, aun así Rosa quedó literalmente
suspendida en el aire. Una enorme grieta se había
abierto, una caída de más de treinta metros en la que
casi no se veía el fondo. Juanma clavó con fuerza sus
extremidades, agarró la cuerda e intentó subirla con
ayuda de Olga, pero pesaba demasiado. Oyeron un grito
por encima de sus cabezas pidiendo que aguardaran.
Los monjes habían soltado los mosquetones con los que
se aseguraban a la cuerda, la misma que había salvado a
la mujer de una muerte segura evitando que se
precipitara al precipicio. Bajaban por la pendiente
valiéndose de los piolets, que clavaban con destreza para
ir deslizando hasta el borde de la grieta. Allí entre los tres
pudieron alzarla, pálida como la misma muerte por el
miedo a tan fatal caída. Olga, en cuanto vio que su
compañera estaba a salvo, no dudó un instante, se giró y
gritó de nuevo al robot:

- ¡Goliat, intenta subirnos! Recoge cable muy


despacio y asegura cada pata antes de
mover la siguiente.

Consiguieron finalmente remontar, con el corazón


acelerado, a punto de estallar por culpa de tan formidable
esfuerzo, por supuesto el cansancio físico era terrible.
Los monjes, hijos de las montañas, acostumbrados a vivir
entre sus altas cumbres, esta vez se supieron
perdonados de una muerte segura y no dejaban de
agradecer en voz baja a los dioses su suerte.
Permanecieron en la cima recostados en unas piedras el
tiempo imprescindible para retomar fuerzas, para
después, pasados unos minutos y sin resuello para
enarbolar palabra alguna, totalmente exhaustos,

172
decidieron reanudar la marcha. Se apresuraron a bajar
la cara norte del collado, lo más rápido que las fuerzas
les permitían. Habían perdido mucho tiempo y caía la
noche, pero a lo lejos ya veían las luces de Saldang. Es
necesario dar pasos valientes para dejar la comodidad de
nuestras casas, de nuestras vidas…, se habían
arriesgado más allá de lo razonable, hasta el punto de
casi perecer en la tierra de las nieves perpetuas. En un
verdadero viaje apenas casi nada permanece
inalterable…, y ¿que es la vida sino un hermoso y duro
viaje? <<Quien lo inicia sabe que regresará diferente. >>

Llegaban agotados y doloridos, como no


recordaban haberlo estado nunca. Tenían principio de
congelación en varias partes de su cuerpo, pero al fin
pudieron divisar con alivio como a lo lejos un pequeño
grupo de personas se acercaban para ofrecer su auxilio.
Juanma intentaba distinguir quien eran los desconocidos
que salían a recibirles, cuando se vio súbitamente
sobrepasado por Rosa, que a la carrera y sacando
fuerzas de flaqueza, se lanzaba en brazos de uno de los
hombres que se acercaban. Había reconocido a su
marido, no se podía creer que hubieran conseguido
encontrar a Santiago. Él la abrazó y besó con cariño, le
echó por encima una manta para resguardarla y
claramente emocionado le dijo:

- Nos enteramos que habíais salido a


buscarme ¿Cómo estáis tan locos? Si te
hubiera pasado algo nunca podría
perdonarme – dijo el científico, sin parar de
abrazarla.

173
- Tienes mil cosas que explicarnos, hace
tiempo que hemos dejado de entender nada
– contestó entre sollozos su mujer.

Varios habitantes del poblado repartían mantas


de lana de yak entre los recién llegados y ofrecían su
ayuda para cubrir los últimos metros hacia el merecido
cobijo. De entre ellos asomó un hombre pequeño,
parecía mayor, pero con tanta ropa encima era difícil
calcular su edad real. Se abrió paso con decisión,
desprendió la capucha de su anorak y a rostro
descubierto les habló:

- Me temo que yo soy el culpable de este


monumental lio. Habréis de perdonarme,
nunca imaginé que podríamos llegar a
encontrarnos ante semejante situación –
dijo con voz tranquila.
- ¡El señor Taiko! ¡Qué se me lleven los
demonios! No me lo puedo creer – dijo Olga
atónita, como si hubiera visto una aparición.
¿Qué hacía su jefe en este remoto lugar,
perdido de la mano de Dios?
- Es una larga historia, pero primero tenéis
que entrar en calor y descansar, ya vendrá el
turno de las explicaciones – contestó el Sr.
Taiko con su acostumbrada amabilidad.

El japonés realmente no lamentaba para nada su


forma de actuar, no podía explicar porqué, pero sentía
que ahora todo empezaba a encajar, que al fin todo se
encontraba en el lugar que le correspondía.

174
26

No hay reposo para el que busca


consuelo en sus creencias, pues siempre son
verdades a medias; pero el que alcanza el alma
obtiene la paz de quien renace en vida.

El amanecer se mostraba frío y duro, el sol


apenas se quería presentar, todavía viento y nieve
pretendían adueñarse del tiempo. Habían llegado con
claros signos de hipotermia y principio de congelación en
nariz y dedos, se encontraban completamente
extenuados, y a pesar de todo ello no hubo quejas
cuando el Sr. Taiko dispuso temprano la marcha. No
tenían preguntas, ya no albergaban más dudas. El gran
esfuerzo realizado para encontrar a su amigo, su
hermano, su esposo… hizo nacer el convencimiento de
haber acertado el camino elegido; quien confía en si
mismo, confía en los demás. Dejaron a buen recaudo a
Goliat, ya habría tiempo de devolverlo a Chen, y entre
abrazos se despidieron agradecidos de sus guías. Los
dos monjes habían decidido permanecer lo que restaba
de invierno en Saldang, antes de reemprender vuelta al
monasterio.

Empezaron a caminar juntos, más bien despacio,


porque todavía las fuerzas no acompañaban. En las
lindes del poblado encontraron estacionado un vehículo
oruga, una maravillosa sorpresa que hizo que todos
dieran las gracias en voz alta, entusiasmados ante la idea
de no tener que andar más. El magnate japonés abrió la
cabina y educadamente cedió el paso a su interior. En
cuanto todos habían terminado de sentarse se acomodó
en el puesto de conducción y arrancó. Este peculiar

175
“automóvil” era un ingenio increíble, diseñado
especialmente para moverse en los abruptos y
desconocidos valles que componen la cordillera del
Himalaya, en el antiguo Reino del Tíbet. Era parecido a
un pequeño minibús, pero en vez de ruedas iba montado
sobre grandes cadenas de eslabones articulados. A
diferencia con otros vehículos de su clase contaba con un
sotisficado sistema hidráulico, capaz de analizar y
compensar en tiempo real la inclinación de la cabina, así
podía hacer contrapeso, lo que le permitía ascender y
transitar por desniveles imposibles a otros todoterrenos.
Calculada la inclinación del terreno unos enormes
amortiguadores se encargaban de elevar el habitáculo,
haciendo que la cabina y sus ocupantes se mantuvieran
lo más nivelado posible en relación al horizonte natural.
Simple pero muy eficaz…y tremendamente caro.

Viajaron durante horas, bajando y subiendo cerros,


adentrándose por estrechas gargantas y salvando lo que
a primera vista parecían impracticables y escarpadas
laderas. El Señor Taiko conducía con destreza,
¿demasiada para un hombre de su edad?, aunque no
decían nada les inquietaba que pilotara con excesiva
confianza, sobre todo por la dificultad que presentaba el
terreno. No eran pocas las ocasiones en las que daba la
impresión que se iban a despeñar.

- ¿Por qué atravesamos estas deshabitadas


tierras? – preguntaba tímidamente Olga.
- Hay cosas que no se pueden contar, hay que
verlas por uno mismo – contestaba el Señor
Taiko, mirando de soslayo y con complicidad
a Santiago.

176
Perdieron la cuenta del tiempo que estuvieron
viajando por este paisaje casi lunar, hasta que por fin se
detuvo el vehiculo en lo alto de una colina y Taiko
permitió bajar a sus ocupantes. Podían contemplar un
cerrado valle, uno de tantos en estas apartadas tierras.
No tendría nada de especial sino fuera por la escena que
se abría ante sus ojos, algo simplemente increíble, del
todo indescriptible. Una colosal pirámide, de un blanco
deslumbrante y con una estructura similar a las egipcias,
se alzaba ante sus ojos, en un claro intento de entrelazar
cielo y tierra. Estaba recubierta con piedra caliza, tan
pulida que parecía fundirse con la nieve de las montañas
que la circundaban.

- Tiene que ser una ilusión, un espejismo –


dijo Juanma.
- Continuamos drogados, todo ha sido un
sueño, nunca salimos del monasterio en
Dharamsala - coincidió Rosa, mientras
abrazaba fuertemente a Santiago, que se
limitaba a sonreír.
- No, no estamos soñando, es tan real como
vosotros mismos, como las piedras sobre las
que pisáis al caminar - aclaró Taiko tan
misterioso como de costumbre - Sabía que
no os iba a decepcionar. Vamos a descender
hasta el pequeño poblado que se ve a su
lado, estaréis impacientes por comer algo
caliente, únicamente os pido un poco de
paciencia, todo será aclarado a su debido
tiempo.

177
Descendieron en el automóvil y al llegar a la base
misma de la pirámide se dieron cuenta que desde abajo
era aun más impresionante. Todos se preguntaron cómo
habrían podido esconder al mundo algo así, pues era
imposible que nadie hubiera reparado en ella con
anterioridad, ¿Es posible que se hallaran en Sangri La, el
mítico lugar que describe James Hilton en su novela? No,
faltaba la exuberante vegetación y sus maravillosos
paisajes. Detrás de las pocas casas humeantes que
jalonaban la gran construcción salían a su encuentro un
pequeño grupo de niños, que a la carrera se abrazaban al
japonés, mientras gritaban, reían y miraban con
curiosidad al resto de recién llegados. Pronto se les
unieron un grupo de mujeres y hombres, que acogieron y
saludaron efusivamente a sus todavía perplejos
visitantes. Con un caminar pausado, pero con pasos
firmes, emergió entre ellos un hombre de imponente
figura, muy alto, con la cabeza rasurada y un manto
blanco como única vestimenta. Se hacía poco para las
bajas temperaturas del lugar. De la mano, como si un
niño pequeño se tratara, caminaba a su lado una figura
metálica: ¡Era Eternidad!, no se podían creer que el
sonriente androide hubiera confraternizado con los
habitantes del lugar. El señor Taiko se detuvo unos
instantes, intercambió unas palabras con el lama y
después de hacer las pertinentes presentaciones les
dirigió unas palabras:

- Antes de acomodarnos me gustaría que


entrarais conmigo en la pirámide, actúa
como receptor de energía y ayudará a
reponer vuestros maltrechos cuerpos – dijo
con solemnidad – después podremos comer
algo y descansar, prometo contaros todo
desde el principio.

178
- Creo hablar en nombre de todos si digo que
el cansancio supera con creces nuestra
curiosidad, habiendo encontrado a Santiago
el resto puede esperar. Si la pirámide puede
ayudar a reponer nuestras fuerzas no lo
dudemos y entremos – dijo Olga que iba
tomando confianza con su insólito “jefe”.

Una gran abertura, a modo de enorme marco sin


puerta, permitía el acceso libre a una gigantesca sala
rectangular, con las paredes exquisitamente pulidas. La
luz del sol atravesaba el umbral, permitiendo una
atenuada luminosidad, la suficiente para poder ver sin
dificultad en su interior. El monje se acomodó entre
cojines frente a un pequeño altar, cruzó sus piernas en
posición de meditación y cerró los ojos. El resto lo imitó,
tomando asiento en esterillas preparadas al efecto. El Sr.
Taiko pidió silencio llevándose el dedo a la boca. Al
principio la situación era un poco incómoda, pero poco a
poco fueron sintiendo una gran fuente de energía que
recorría su cuerpo. Era muy placentero reposar allí, así
que se limitaron a dejarse caer, en un estado de completa
relajación, mientras iba desapareciendo el dolor en sus
maltrechas piernas. Al cabo de escasa media hora el
japonés se levantó y con sigilo les invitó a salir, el lama
permanecía en el mismo sitio, con los ojos cerrados. Una
vez afuera y con una sensación de recuperación casi
completa, comentaron entre ellos con satisfacción:

- Este lugar es una pasada, me siento como


nueva – dijo Rosa.
- Nunca había percibido tanta energía, no se
puede explicar el conjunto de sensaciones

179
que he sentido, es como si el universo entero
aguardara dentro de mí – Dijo Juanma.
- En tiempo de los antiguos existía un
conocimiento que permitía hacer cosas que
hoy en día parecerían increíbles, pero
desgraciadamente apenas queda nada de
ese viejo saber. El gran Lama que habéis
conocido se preparó desde pequeño con un
único propósito, alcanzar un alto nivel
vibratorio. Él utiliza la pirámide como un
gigantesco amplificador, dentro de ella es
capaz de emitir altas vibraciones, que a su
vez elevan el nivel de vibración colectivo en
el mundo – aclaró Taiko.
- Es exactamente lo mismo que me dijo
Manuel en el sanatorio, que éramos como
recipientes y cada uno vibrábamos de una
forma determinada – dijo Olga mirando a
Juanma.
- Sí, es así, en realidad todos somos energía y
trasmitimos en un determinado nivel de
oscilación, la única diferencia es que aquí la
cantidad de energía es muy grande. Aunque
es bastante sencillo no se suele entender,
pues estamos más acostumbrado a pensar
en términos de lo que vemos, oímos…pero
no de lo que sentimos, parece que perdimos
esa capacidad, pero esa es otra historia,
vayamos a comer que todavía queda mucho
de lo que hablar - concluyó Taiko

180
27

Es posible que algún momento a lo largo de la


vida, cuestionemos hasta la propia existencia, puede que
ello ni siquiera se haga de manera consciente. La mente
comienza entonces a confabular, intentando descubrir
que se esconde tras la muerte, que somos en realidad,
que es eso que llaman alma..., Olga recordó de nuevo las
palabras del japonés en el primero de sus encuentros:

<< Siempre hay más, Olga, siempre hay algo más,


sólo hay que aprender a mirar, y a veces para poder ver,
se necesita parar y olvidar. >>

Cuan ciertas se le hacían ahora esas palabras,


cuando la más de las veces nos hallamos tan inmersos
en nuestra propia realidad, que nos perdemos todo lo
demás.

La pequeña población estaba compuesta por una


docena de edificaciones bajas, de planta circular todas
ellas, y en cuyo techo habían construido una amplia
terraza. Sobre su superficie se levantaba una especie de
cobertizo de madera, seguramente destinado a hacer la
función de despensa o pequeño cuarto de almacenaje
donde guardar los aperos u otros utensilios. Por supuesto
todo esto eran meras suposiciones, porque a primera
vista no habían podido apreciar tierras de labranza, y la
verdad es que se les hacían duras estas tierras para
cultivar.

Les invitaron a entrar en una de las casas, donde


varios de sus habitantes se esmeraban en preparar una
especie de celebración y poder así agasajarles con una

181
calurosa bienvenida. Por dentro la vivienda engañaba, su
interior era más amplio de lo que parecía a simple vista.
Un acogedor fuego ardía en la chimenea y los recién
llegados pudieron hacer descansar sus debilitados
cuerpos sobre un confortable suelo, tapizado por entero
con pieles de animal. Durante el tiempo que duró la
improvisada fiesta comieron y rieron con las gentes de
este inexistente poblado y ahora degustaban un delicioso
té, especialmente preparado para la ocasión. Nada del
típico té de yak, en la práctica manteca rancia derretida,
que con su sabor tan amargo horroriza a los occidentales
que han tenido la “fortuna” de probarlo. Se iba haciendo
tarde y poco a poco el jovial y pequeño grupo de
habitantes fue marchando a sus respectivos hogares. Por
fin quedaron solos en la casa, con la única compañía de
Eternidad y su exquisito anfitrión, el Sr. Taiko. Fue
entonces cuando depositó despacio su taza y se dirigió
de nuevo a ellos, que aún muertos de cansancio
demandaban una explicación:

- Supongo que todos os estaréis preguntando


porque he traído al androide a tan misterioso
lugar.
- Sí, es bastante extraño, la verdad, pero
después de todo lo que hemos visto creo
que ya nada nos puede sorprender – le
contestó Olga.
- Santiago encontró a través de Eternidad, la
forma de ir más allá de la mente, una puerta
para traspasar los umbrales de la realidad
manifestada. Estoy seguro que no lo
pretendía, pero acabó encontrando la
esencia madre, la fuente de la que emanan
todas las cosas – aclaró Taiko.

182
- ¡Por supuesto que no es lo que buscaba! Si
ni siquiera sabía de su existencia. Yo
trabajaba en un programa muy avanzado de
realidad virtual, con el que se pudiera
visualizar con la mente “en primera persona”.
Quería que se pudiera crear un mundo
hecho a la medida del usuario, un lugar
donde una persona pudiera materializar sus
objetivos, su futuro, sus deseos… - explicaba
Santiago - y sin pretenderlo, las preguntas
me trasladaron a otra realidad, más allá de
las formas y de la materia, algo
absolutamente desconcertante.
- El viaje hacia otras dimensiones siempre
producen gran transformación y
desconcierto, sin el entrenamiento y la
orientación adecuada puede resultar
altamente peligroso. Cuando me informaron
que habían hallado a Santiago inconsciente
intuí lo que había podido ocurrir. Entonces
decidí poner a resguardo toda la
investigación, no es algo que deba estar al
alcance de cualquiera o que se deba
manipular, así sin más. Entenderéis que no
se me ocurre lugar en el mundo mejor para
esconder a Eternidad. No obstante, si no
estáis muy cansados, será mejor que os
explique todo desde el principio - y Taiko
comenzó a desmigar su parte de la historia.

Confesó ser ferviente admirador de Santiago,


cuyas publicaciones seguía con entusiasmo desde hacía
muchos años, además cualquier empresa de tecnología
que se precie debe de contar con una nutrida red de
informadores, atentos a descubrir “que se cuece”, en

183
cuanto a novedades se refiere, y como dicen que hay que
tener amigos hasta el infierno, obviamente la empresa
que dirigía no iba a ser menos. Él personalmente se
había preocupado de contar siempre con un espléndido
sistema de contactos. Pronto llegaron noticias desde
España informándole que el famoso científico, a pesar de
encontrarse retirado de proyectos oficiales, había iniciado
por su cuenta un estudio sobre determinados procesos
de la mente. Le llamó la atención que había recibido en
préstamo un equipo muy especial, particularmente raro…
y caro. Se refería por supuesto al androide y el software
para manejarlo.

- ¿Contactos? Porqué no llamarlos


directamente espías - interrumpió Rosa,
mostrando con el sarcasmo de sus palabras
su completo desacuerdo ante está acción.
- Es bastante normal que todas las empresas
se vigilen entre ellas, es lo que tiene la
competencia – aclaró Olga, intentando que
sus palabras no sonaran a reproche por
haber interrumpido la explicación.

Taiko no hizo ningún caso a estos comentarios,


miró a Santiago con humildad, como pidiendo disculpas
por no haber sido capaz de gestionar mejor toda la
situación, y continuó su relato. Les contó que en cuanto
tuvo en su poder esta información, no dudó ni por un
momento la necesidad de observar más de cerca el
resultado. Tenía que reconocer que estaba un poco
obsesionado en todo lo referente a Santiago, siempre le
consideró un visionario. En su opinión nunca nadie se
había atrevido a lanzar líneas tan atrevidas de
investigación. Dejándose llevar por su intuición realizó un

184
discreto seguimiento, pero durante años no dijo ni hizo
nada que le pudiera involucrar. Cuando consideró que la
investigación debía encontrarse lo suficientemente
avanzada para una primera toma de contacto, hizo llegar
el sugerente sobre al despacho de Olga, sabiendo que
ella atravesaba un momento delicado y se agarraría a un
clavo ardiendo; cual perro de presa, no dejaría escapar
esta oportunidad, pero ¿Por qué ella? Porqué todos los
trabajadores de su empresa son investigados a fondo
antes de ser contratados y por supuesto conocía que
ambos habían trabajado juntos en la universidad, de
hecho fue uno de las razones para que se decidiera su
contratación.

Gracias a ese sobre Olga pudo salir airosa de su


reunión anual con el Consejo de Dirección. Fue entonces
cuando recibió la invitación de viajar a Tokio, para
conocer al propietario de la empresa en la que llevaba
tantos años desarrollando su labor. Mantuvieron el corto
pero agradable encuentro en su oficina y tras la
despedida Taiko tuvo que reconocer que la perdió la
pista, dejó de saber donde se encontraba, aunque en ese
momento no le dio mayor importancia. A los pocos días
sus hombres le llamaron para explicarle que Santiago
había entrado en coma y era trasladado al hospital,
entonces si que pensó: ¡Menuda situación para que se
esfumara su directora de proyectos!, pero a veces el
destino es caprichoso. No le quedó más opción que dar
instrucciones precisas para que se hicieran cargo de la
investigación, incluyendo a Eternidad:

- Tengo que pedir disculpas, mis muchachos


son muy eficaces, pero demasiado
expeditivos. Quemar su casa para no dejar

185
rastro fue exagerado, por supuesto serán
resarcido por todos los daños – aclaró Taiko.
- ¿Instrucciones precisas? ¿Resarcir los
daños? Me devolverá los recuerdos, las
fotos, los documentos quemados… – saltó
Rosa como un resorte, aunque en realidad
no parecía enfadada, la alegría del
reencuentro todavía prevalecía sobre
cualquier otra emoción.
- Me temo que eso es físicamente imposible –
contestó Taiko, como buen japonés no llegó
a captar la ironía de sus palabras.

El resto de la historia ya era por todos conocida,


nadie se percató de la existencia de un segundo
dispositivo de seguimiento y ello permitió que pudieran
rastrear el androide hasta Hong Kong. Hizo una pausa en
el relato para pedir a Olga que le recordara dar un tirón
de orejas a sus expertos en robótica…, todos supusieron
que estaba bromeando, aunque era difícil de asegurar a
ciencia cierta. Para evitar que la situación se le escapara
de las manos mandó preparar su avión privado y marchó
en persona, con intención de explicar todo a Santiago. Se
encontraron en la recepción del hotel, pudieron al fin
hablar de tú a tú sobre lo ocurrido, se excusó por el
“accidente” de su casa, y prometió llevarle junto a
Eternidad. Resultaba una gran ayuda encontrar a alguien
que entendiera el inesperado resultado de la
investigación, no fue ni mucho menos difícil convencerlo.
Dejaron la nota de despedida en recepción y marcharon,
sin darse cuenta del peligro de abandonar a su mujer,
que quedó en tal estado de ofuscación que ha sin duda
fomentado consecuencias imprevisibles. El mundo de la
alta tecnología es pequeño, supuso que no se iban a
quedar de brazos cruzados ante la precipitada y
desconcertante partida de Santiago, por lo tanto filtró la

186
noticia del lugar al que se dirigían, imposible llegar por
sus propios medios, y para terminar de aderezar un poco
más la situación dejó claro lo inconveniente que sería
seguir haciendo preguntas incómodas. Lo que ninguno
de los dos, ni Taiko, ni Santiago podían haber
sospechado es que iban a ser capaces de ponerse a
buscar el robot en tan lejanas e inaccesibles tierras.

- Esto es a grandes rasgos lo ocurrido. Me


disculpo con todos, pero tenía mis razones
para no desear que se me relacionara con
Santiago, de ahí la misteriosa nota en tu
despacho, Olga, así evitaba muchas
preguntas. Prometo que no llegamos
siquiera a plantearnos que existiera la más
mínima posibilidad de que nos pudierais
seguir. En este caso podéis realmente estar
orgullosos por conseguir llegar hasta aquí,
pero no sé si felicitaros o recomendar
haceros vigilar vuestra salud mental. Pocos
valientes se aventuran en invierno a
atravesar la región de las eternas nieves,
hay que tener una buena razón o muy poco
apego a la vida – finalizó Taiko, no era un
reproche, todos sintieron que les estaba
reconociendo su extraordinaria valía.
- ¡Que poco conoce a las españolas! No hay
mujeres tan testarudas en el mundo – le
contestó bromeando Rosa…, pero que cierto
era, vaya si lo era.
- Nunca quise hacer nada que os pusiera en
peligro – dijo Santiago abrazando a su mujer
y su hermano.

187
El japonés se incorporó lentamente y se acercó a
la ventana. Fuera ya era noche cerrada y prometía hacer
un frío terrible, volvió la mirada al grupo y les habló.

- El conocimiento es como el buen té, se


cultiva con paciencia y se toma a sorbos
pequeños. Todavía hay algo que os quiero
mostrar, pero por el momento descansad,
mañana al alba daremos un agradable paseo
- tras lo cual se despidió con una leve
inclinación de su cabeza.

188
28

Era temprano y el sol apenas se dejaba sentir


pero el valle quedaba protegido entre sus altas
montañas, al resguardo de los vientos, por lo que el frío
era aceptable. Les prometió que no habría que andar
mucho, así que obedientes le seguían. Se había creado
una gran expectación por ver que les tenía preparado,
en realidad esperaban encontrar un poco de sentido a
las palabras del día anterior. El pequeño japonés subía
con una agilidad y resistencia impensables en un
hombre de su edad y a duras penas podían mantener el
ritmo tras él. En escasamente un par de horas
alcanzaron la cima. El espectáculo era extraordinario,
había merecido la pena el esfuerzo, hasta donde
alcanzaba la vista únicamente se divisaban montañas.
La pirámide se alzaba majestuosa, oculta en el fondo,
un oasis en este mar de cristal blanco. Su guía y mentor
les indicó que paraban a descansar, dejaron en el suelo
las mochilas y señaló con el dedo hacia una gran piedra,
un monolito de casi tres metros de altura, erosionado
por las inclemencias propias de años de nieve y viento
golpeando en la roca. Aún así, había resistido bastante
bien el paso del tiempo. Tallados en la piedra se podían
apreciar extraños petroglifos de diseños geométricos,
signos completamente desconocidos para ellos y que
probablemente han de provenir de algún olvidado
dialecto. Además sus escultores cincelaron en cada una
de sus esquinas la esvástica invertida, la insignia de la
religión Bon. Olga recordó haber visto antes símbolos
parecidos ¿Pero donde?

- Este lugar, el monolito que os acabo de


mostrar y la gran pirámide son los últimos
vestigios de una civilización más antigua que

189
la historia conocida – dijo Taiko, juntando las
manos en señal de respeto.
- Es enorme ¿Cómo ha podido mantenerse
oculta al resto del mundo? – preguntó
Juanma.
- Su especial disposición entre montañas hace
que sea muy difícil de ver desde el aire y por
tierra no hace falta que os describa la
dificultad que entraña llegar…, pero podría
existir una teoría que explicaría mejor porque
nadie llegó antes aquí. Es posible que nos
encontremos en la remota Shambhala, la
ciudad que inspiró la leyenda del Shangri La
– contestó Taiko.
- ¿Es posible…? – preguntó esta vez Rosa.
- Sí, ciertamente en el poblado nadie me lo ha
podido aclarar, aquí no se piensa mucho en
el pasado…ni en el futuro la verdad.
- ¿Por muy mítica que sea la ciudad en la que
nos hallamos, no entiendo como en pleno
siglo veintiuno ha sido capaz de permanecer
escondida? – inquirió bastante incrédula
Rosa.
- La antigua leyenda sobre el reino de
Shambhala relataba que era inexpugnable
para sus enemigos, simplemente porque no
la podían localizar. El motivo de permanecer
inalcanzable tantos años puede deberse a
que este lugar posee una energía especial,
sólo aquellos que han alcanzado una cierta
preparación la pueden encontrar. Los
budistas hablan de “asociación karmica”,
para describir a ese tipo especial de
personas que se hallan en afinidad y que
podrían llegar a conocerla…, en la práctica
es como si estuviera en otra dimensión.

190
- ¿Cómo la encontró entonces? – preguntó
Olga.
- Si os lo cuento no me vais a creer.
- Inténtelo por favor, no nos subestime –
insistió la mujer, que no se iba a dar por
vencida tan fácilmente.
- Tras muchos años de estudio sobre distintas
disciplinas he llegado a dominar las viejas
técnicas de meditación trascendental, que a
su vez me ha permitido desarrollar
habilidades, que podríamos definir como un
tanto… ¿peculiares? Una de ellas es la de
poder viajar a cualquier lugar con solo
visualizar el destino. ¿Cómo llegué aquí? Me
tele transporté, no intencionadamente, no
conocía este lugar, lo que ansiaba era
encontrar un sitio especial, así que me
concentré e involuntariamente me trasladé
hasta aquí. Lo más extraño fue que sus
habitantes no se asustaron cuando me
vieron aparecer de la nada, era como si me
estuvieran esperando – contaba Taiko, ante
la incrédula mirada del resto del grupo.
- ¿Consiguió la disgregación molecular,
construyó una máquina? Pero en el poblado
no había nada ¿Qué usó como receptor? –
preguntaba Rosa, entusiasmada ante la
idea, pero sin poder aceptar que una
persona pudiera desaparecer, así sin más.
- No, no construí ninguna máquina, sólo utilicé
el pensamiento. Existe un gran abanico de
posibilidades, de las que creemos
imposibles, que se pueden alcanzar con
entrenamiento, un esfuerzo sincero y mucha
dedicación – aclaró Taiko.

191
Todos guardaron silencio, ya no se sorprendían
con facilidad y aunque incesantes preguntas surgían en
su cabeza ya nadie deseaba formularlas. En lo alto de
esa montaña se encontraban en paz, no había cabida
para preocupaciones, no había inquietudes. De pronto
todo era perfecto, no importaba quien seas, que
haces…que vas a hacer, dejarse llevar era suficiente. Un
suave viento se empezó a levantar, agitando un poco su
estado de serenidad, lo que posibilitó que el Sr. Taiko
pudiera continuar con su explicación:

- Un adecuado aprendizaje permite obtener el


conocimiento sobre el funcionamiento de las
cosas. La sabiduría implica conseguir utilizar
esa información de manera eficiente y
constructiva. Sólo a través de ella sabremos
que hacer con lo aprendido, cómo convertir
el conocimiento en una actuación más
adecuada, “el verdadero actuar consciente”.
- No sé muy bien donde quiere llegar –
preguntó Rosa.
- Déjeme que me explique, creemos tener una
sólida percepción de nuestro mundo, pero en
verdad es más parecido a un descomunal
programa de ordenador, una realidad virtual
de grandísima complejidad. Es un entorno en
el que desarrollamos nuestra actividad y en
la que cada uno de nosotros vamos creando
nuestra propia historia – contestó Taiko.
- Es cierto que muchos estudios cuestionan la
forma en la que evaluamos nuestro hábitat –
coincidía Juanma - los científicos más
atrevidos incluso han lanzado una teoría: la
mayor parte de lo que percibimos a través de

192
los sentidos no proviene del exterior, por
increíble que parezca es creado dentro de
nuestra cabeza.
- Para muchos parece una locura que nuestra
vida sea como la “pensamos”, no es fácil
aceptar tanta responsabilidad – continuó
Taiko – si esto fuera cierto, pronto nos
daríamos cuenta que cada uno de nosotros
tenemos una importante aportación, con
nuestra forma de pensar, decir o actuar, ya
que del pensamiento colectivo surge el
mundo en el que vivimos. ¿Existirían las
guerras si nadie pudiera pensar en ellas?
¿Nos haríamos daño si pudiéramos recordar
que estamos unidos por la misma conexión,
que en esencia todos somos iguales y no
sólo “ante los ojos de Dios”?
- Puede que tenga razón, por extraño que
parezca tengo la sensación de que es algo
que todos intuimos, sólo que necesitamos
que alguien nos ayude a recordar – en parte
era la forma que tenía Olga de dar las
gracias.
- Cuando se está preparado siempre llega el
momento de recordar este sentido universal
de las cosas. No creáis que es tan especial
esto que os descubro, muchas personas lo
han sabido antes que vosotros, es un
“secreto” muy antiguo, casi como la propia
existencia. Pero conocerlo sin más, apenas
os aportará nada, por eso quiero haceros un
regalo, lo merecéis por el esfuerzo realizado
para llegar hasta aquí, y no me refiero
únicamente al viaje a través de las montañas
– dijo Taiko.
- ¡Un regalo! – exclamaron al unísono.

193
- Espero que mi propia experiencia pueda
ayudar a matizar sobre lo que acabo de
hablar: todo fue creado como un juego, sólo
en el mundo que conocemos existe la
dualidad, lo bueno y lo malo, el frío y el
calor…., muchos pensarán que es cruel y
despiadado, pero en realidad lo que se nos
ofrece es la oportunidad de aprender a
elegir.
- Siempre podemos elegir, en el fondo todos
sabemos lo que está bien o lo que no es
correcto – contestó Juanma.
- No es exacto, estamos demasiado
condicionados por nuestros pensamientos
egoístas, aun sabiendo lo que está bien, la
mayor parte de nuestro comportamiento
resulta involuntario, “nos dejamos arrastrar”.
Comprender que somos dueños de nuestra
realidad ayuda a conseguir lo que
deseamos, pero el dinero, la fama o el
prestigio no van a eliminar el miedo, ni el
vacío interior que muchas veces todos
hemos sentido. Con trabajo duro podemos
incluso llegar a hacer algunos “milagros”,
pero desaparecer, levitar o caminar sobre el
agua, tampoco nos va a valer de mucho.
Sólo si conseguimos aprender a actuar de
una manera más acorde con la verdad de
nuestra propia existencia, encontramos la
paz duradera. Entonces, es en ese
momento, si alcanzamos un estado interior
“consciente”, cuando la vida toma un nuevo
significado. Es similar a subir de nivel en un
videojuego, se adquieren nuevas
capacidades que permiten que cada uno de
nuestros actos, por pequeños que puedan

194
parecer, cobren una dimensión especial –
concluyó Taiko.
- Y como aprendemos a actuar de manera
más acorde con la verdad – preguntó Olga
- Ese es un camino que no puedo andar por
vosotros, pero para empezar probad a actuar
con más tranquilidad y amor, tan sencillo
como querer a todo y a todos ¿No os suena
de algo?- sugirió Taiko, que se tomó un
breve descanso antes de continuar - Se está
haciendo tarde, debemos bajar antes de que
empiece a hacer frío de verdad.

Santiago y Rosa dormían plácidamente,


arropados al calor del acogedor fuego que ardía en la
chimenea. Habían decidido quedarse lo que restaba de
invierno en tan maravilloso lugar, eso daría tiempo a
reconstruir su casa y podrían acompañar a Eternidad
mientras decidían que iban a hacer con ella, pues ya no
era factible devolver el androide a la universidad. Juanma
y Olga en cambio regresarían desde Saldang y
restituirían a Goliat a su dueño. Taiko había ordenado
preparar una caravana que les llevaría hacia el reino de
Mustang, a través de un paso de montaña que permite
transitar incluso en invierno, pero que desgraciadamente
convertía la travesía en un largo viaje, necesitarían
muchos más días para llegar de nuevo a Hong Kong …,
luego directos a casa.

El cielo estaba totalmente despejado y mostraba


un increíble mosaico de puntos de luz. El techo de la
vivienda hacía de improvisada terraza y a pesar del
intenso frío, Olga y Juanma subieron a contemplar tan

195
inigualable espectáculo. Se abrazaban bajo las mantas,
con la ilusión de saber que una nueva etapa se abría
ante ellos Hasta el momento habían evitado hablar del
futuro, pero en su interior ambos reconocían que a partir
de ahora ya nada sería igual. De pronto Olga se
incorporó y exclamó exultante:

- ¡Ya sé donde he visto los signos!


- De que me estás hablando – preguntó
Juanma.
- El monolito en lo alto de la montaña,
recuerdo haber visto los mismos símbolos en
la portada de un libro, en la biblioteca de
Fontevraud – explicó Olga.
- ¿La biblioteca de la abadía?
- Creo que voy a aceptar convertirme en
alumna de Margarite, quiero estudiar con ella
¿Qué te parece?
- Siempre podría hacer un esfuerzo y
trasladarme desde París, ¿Si tú quieres? –
preguntó, confiando en obtener una
respuesta afirmativa.
- ¿Que si quiero?, pues claro que si tonto, que
ibas a hacer tú sin mi – respondía, mientras
le besaba.

196
197
Autor: UshaaTayak

Página personal: http://ushaatayak.bubok.com

Página del libro:

http://www.bubok.com/libros/200056/EL-JUEGO-DE-DIOS

You might also like