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UNA PALABRA POR DÍA

Textos publicados en la columna "Palabras.net" del diario El País.

Por Jorge Bucay


ÍNDICE:

ACTITUD ............................................................................................................................ 34
AMISTADES...................................................................................................................... 44
AMOR ..................................................................................................................................... 4
AMOR VERDADERO ....................................................................................................... 6
BUEN TRATO ................................................................................................................... 36
CELOS .................................................................................................................................. 46
CRITICA ............................................................................................................................. 40
CULPA ................................................................................................................................. 42
DECISIÓN ........................................................................................................................... 2
DESAMOR .......................................................................................................................... 56
DISFRUTAR ...................................................................................................................... 14
DUELOS ................................................................................................................................ 8
EGOÍSMO........................................................................................................................... 10
ENTUSIASMO .................................................................................................................. 30
ENVIDIA ............................................................................................................................ 50
FURIA .................................................................................................................................. 52
LIBERTAD ......................................................................................................................... 38
MAL HUMOR .................................................................................................................... 16
MIEDO I ............................................................................................................................. 24
MIEDO II ........................................................................................................................... 26
MIEDO III ......................................................................................................................... 28
MOTIVACIÓN .................................................................................................................. 58
NO DEPENDER I ............................................................................................................ 18
NO DEPENDER II .......................................................................................................... 20
QUIÉN ERES? .................................................................................................................. 22
REBELDÍA ......................................................................................................................... 32
RENUNCIAS ..................................................................................................................... 48
SENTIDO COMÚN ......................................................................................................... 54
SUEÑOS .............................................................................................................................. 62
TRISTEZA Y FURIA ...................................................................................................... 60
VIVIR EL PRESENTE ................................................................................................... 12

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Una palabra por día: DECISIÓN

Como todos los días Marta tiró su bolso sobre el sofá y colgó su chaqueta
descuidadamente en el respaldo de la silla. En un movimiento automático encendió el
ordenador y siguió hasta la cocina para prepararse un café. Mientras esperaba que el
agua estuviera a punto, el computador le anunció, con el tono de apertura que el
sistema la estaba esperando… "Ya voy" pensó, como si tuviera que darle explicaciones a
la máquina, pero sin prisa volcó el café recién hecho en el largo vaso con hielo y tomó
un par de galletas del frasco de vidrio del primer estante.

Marta volvió al ordenador y abrió su correo electrónico. Tenía algunos mensajes nuevos
de un par de amigos, que no decían nada importante, un mail de su compañero de
trabajo, pidiéndole unos datos, y un mensaje de publicidad que anunciaba: Visítenos sin
cargo.

Con cierto temor de abrirle una puerta a fisgones, hackers y gusanos informáticos miró
el mail confiando esta vez en sus sistemas de seguridad virtual.

No había virus, el mensaje era breve y estaba dirigido a ella con su nombre y su
apellido, decía simplemente:

Ahora y durante un mes usted puede visitar nuestra página en forma gratuita.

www.palabrasalacarta.com

Un poco intrigada por el hecho de ver sus datos de identidad correctamente escritos y
otro poco curiosa por el nombre del sitio, hizo un doble clic con el botón izquierdo del
ratón para entrar en el portal.

La pantalla parpadeó un momento y luego mostró la página: Un gran espacio blanco con
un rectángulo dibujado en el centro, y un cuadrado gris a un costado, con un signo de
pregunta en él. Nada más.

Olvidada de las reglas de seguridad primarias para Internet pulsó dos veces en el signo
de pregunta y vio como se abría una nueva ventana que decía:

Bienvenido/a a

palabrasalacarta.com

Este es un servicio gratuito para usted sin ninguna razón

Si lo desea, durante un mes, puede visitar este portal una vez por día e ingresar en el
recuadro de apertura una palabra o un pequeño grupo de palabras, acerca de cualquier
cosa que le interese y que no encuentre usualmente en las páginas de los periódicos ni

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en las enciclopedias del mercado. El sistema creará una respuesta. Esperamos que le
sea útil en su búsqueda personal. Esperamos que le sirva para vivir un poco mejor.

Marta tildó el cuadradito blanco que prometía no volver mostrar ese mensaje y volvió
así al rectángulo del portal de acceso, que ahora, con una barra vertical que aparecía y
desaparecía, la invitaba a escribir.

- Qué extraño - pensó...

Después de dudar un momento decidió seguir adelante, se acomodó y tecleó una sola
palabra siendo fiel a lo que en ese momento sentía:

DECISIÓN

La pantalla, a los pocos segundos mostraba este texto:

El peor de todos los riesgos es no querer correr ningún riesgo.

La teoría de las decisiones esta estructurada en base a un principio, que es


absolutamente cierto:

Es más importante poder tomar una decisión que ser capaz de encontrar la mejor
opción.

El centauro, mitad caballo mitad hombre tenía hambre, pero no pudo decidir si comer
hamburguesa o alfalfa, y se quedó sin comer. Después tuvo sueño, pero no pudo decidir
si dormir en un establo o en un hotel, y se quedó sin dormir. Sin comer y sin dormir
enfermó, pero no pudo decidir si visitar a un médico o a un veterinario, así que se
murió. La autora del cuento, que tampoco pudo decidir donde enterrarlo, lo revivió.

Y todo volvió a empezar…

El mensaje terminaba con unas letras azules que decían sencillamente…

Hasta mañana.

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Una palabra por día: EL AMOR

Al salir del trabajo Marta se fue directamente a la casa. Usualmente hubiera aceptado la
invitación de Rosa a compartir un café, pero esta vez quería llegar lo antes posible. La
experiencia del día anterior con el sitio de Internet, la tenía sorprendida y encantada.

Se sentó frente al ordenador y escribió en su navegador www.palabrasalacarta.com.

Y luego en la página de apertura:

AMOR

La pantalla se abrió de inmediato…

Se podrían decir muchas cosas del amor y también se podría simplemente contar un
cuento…

Una pequeña casucha, en las afueras del pueblo, un cobertizo con techo de paja, una
prensa rudimentaria y unas pocas herramientas. Esas eran todas las posesiones de
Joaquín, el carpintero. Esa mañana, como todas, se había levantado a las seis para ir
por leña, pero no llegó al bosque, a unos 200 metros de su casa, tropezó con el cuerpo
herido y maltrecho de un joven. Con rapidez, cargó en brazos el cuerpo sucio que olía a
sangre, a mugre y a alcohol hasta su casa. Allí lo tendió sobre su cama, cortó las raídas
ropas y lo higienizó cuidadosamente con agua y jabón. El muchacho, además de su
borrachera había sido golpeado con salvajismo. Tenía heridas en las manos y la espalda,
y una pierna fracturada. Joaquín curó y vendó las heridas, entablilló la pierna y durante
las siguientes semanas, centró su vida en la salud de su huésped.

Bien comido, bien dormido y sin beber alcohol, Manuel, que así se llamaba el joven, se
fortaleció enseguida. Joaquín, que trataba al muchacho como si fuera el hijo que no
había tenido, le ofreció quedarse con él trabajando durante un tiempo y el joven aceptó.
Cada día Joaquín intentaba enseñarle el oficio mientras Manuel intentaba rehuir del
trabajo todo lo que podía. Una y otra vez Joaquín intentaba convencer al joven de las
ventajas del trabajo, del buen nombre y de la vida sana; pero Manuel volvía a quedarse
dormido o se olvidaba de cumplir las tareas que Joaquín le había encomendado.

Una noche, Manuel decidió que seis meses de abstinencia eran bastante y creyó que una
copa en el pueblo no le haría daño. Por si el viejo despertaba en la noche, cerró la
puerta de su habitación desde adentro y salió por la ventana dejando la vela encendida
para dar la impresión de que se encontraba allí. Como siempre… a la primera copa
siguió la segunda, y a esta la tercera, y la cuarta, y otras muchas...

Cantaba con sus compañeros de trago, cuando la muchedumbre pasó por la puerta del
boliche corriendo y gritando. Manuel no asoció este hecho con lo ocurrido hasta que de
madrugada vio a la gente agolpada frente a la casa...

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Sólo una pared y unas pocas herramientas se salvaron del incendio. De Joaquín se
encontraron apenas cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el
cementerio bajo una lápida donde Manuel hizo escribir: "Lo haré, Joaquín. Perdón"

Manuel, reconstruyó la carpintería y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para llevar


adelante el negocio. Siempre sentía que, desde algún lugar, Joaquín lo miraba y
alentaba. Manuel lo recordaba en cada logro: su casamiento, el nacimiento de su hijo, la
compra de su primer auto...

A quinientos kilómetros de allí Joaquín, vivito y coleando, se preguntaba si era lícito


mentir, engañar y prenderle fuego a esa casa tan bonita por amor. Se contestó que sí, y
rió de pensar en la policía de pueblo que confunde huesos humanos con huesos de
cerdo...

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Una palabra por día: AMOR VERDADERO

Durante toda la mañana se había sorprendido pensando en el cuento que su página de


Internet le había contado el día anterior. ¿Sería eso el amor? ¿Una entrega tan
desinteresada como para darlo todo sin ninguna recompensa que no sea el beneficio del
amado? Si efectivamente era eso, ella no había amado nunca y lo que es peor, quizás
nunca había sido amada verdaderamente. Estaba deseando volver a casa para volver a
preguntar sobre el amor.

Recién a las 7 de la tarde pudo llegar a su piso. Se sentó frente al ordenador y abrió la
página de palabrasalacarta.com. Esta vez tipeó en el recuadro:

AMOR VERDADERO

… "Amor" es posiblemente una de las palabras más usadas en los últimos doscientos
años. A su sombra se han justificado las atrocidades más espantosas y se han explicado
las actitudes más solidarias. Los santos, los dictadores, los bondadosos, los asesinos, los
sacerdotes y los hechiceros, los eruditos y los analfabetos, los amantes y los
desamorados; todos hablan de amor y muchos de ellos ni siquiera saben de que están
hablando.

Definir sentimientos es de todas maneras un gran desafío y un reto imposible de salvar


completamente, sin embargo podemos aproximarnos, compartiendo nuestras ideas
acerca de ellos.

No escribiré aquí sobre el amor de las novelas románticas, eterno y excluyente; ni sobre
el amor de las tragedias griegas, dramático e irresistible sino sobre el amor de nuestros
tiempos, sobre nuestro amor; un amor que no es ningún sentimiento sublime, reservado
para unos pocos ni tampoco algo que se siente exclusivamente en un momento de la
vida frente a una única persona.

Un amor posible y real, que está íntimamente emparentado con lo que cotidianamente
llamamos "querer mucho" a alguien. Si definimos el querer como "el más puro interés
por el bienestar de otra persona" podremos entender que amamos cuando sentimos que
nos importa muchísimo el bienestar de otro.

El amor "verdadero" es pues, el verdadero interés por lo que le suceda a alguien; sea
ese alguien tu hijo, tu madre, tu pareja, tu vecino o el prójimo anónimo y desconocido.
Estoy diciendo que si alguien por cercano que sea, no se interesa en lo que te sucede,
no pregunta por tus cosas, nunca tiene espacio para escucharte y mucho menos para
tenderte una mano deberás asumir (aunque sea doloroso) que mucho no te quiere,
aunque ande dejando cartitas y haciéndote regalos todos los meses. Puede sonar
doloroso y contundente, pero así es.

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Por el contrario, la persona que se ocupa de ti y le importas; la que se alegra con tus
logros y te acompaña en un momento difícil pero respeta tus tiempos y tus elecciones;
la que siente interés por lo tuyo sin querer poseerte; esa persona posiblemente te
quiere aunque te grite que nunca te quiso, aunque jure y perjure que ya no te quiere
más.

Todos los filósofos, pensadores, religiosos y terapeutas de la historia han creado su


propia definición acerca del amor.

De entre ellas quiero dejar aquí la que Josef Zinker propone en su libro "El proceso
creativo": El amor es el regocijo por la sola existencia de la persona amada.

Y también, porqué no, la mía.

El amor es la sincera decisión de ocuparse en crear un espacio de libertad para la


persona amada. Un espacio tan grande y no condicionado como para que ella pueda
elegir lo que desee: aun cuando su decisión no me agrade, aun cuando su elección no
me incluya.

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Una palabra por día: DUELOS

Después de leer sobre el amor, Marta recordó a su abuela. Nunca nadie la había querido
así, con tanta entrega, con tamaña incondicionalidad, con semejante presencia. Alguna
vez había leído que el amor de un abuelo es aún más puro que el de un padre, porque
está despojado del rol de educador y de guía obligado: El amor de un abuelo es el que
se define por la posibilidad de consentir, decía la nota, y ella estuvo de acuerdo. Sin
embargo después de la alegría del recuerdo, una enorme tristeza la invadió por
completo. Le asaltaron unas enormes ganas de llorar y no pudo pensar en otra cosa que
no fuera su dolor por la ausencia de su amada abuela.

Al llegar a su cuarto tipeó en el ordenador:

DUELOS

Como su nombre lo indica los duelos "duelen". Y no es enfermizo que así sea. El dolor es
parte del proceso de elaboración de una pérdida, sea esta importante o banal. Elaborar
significa dar un paso adelante en la aceptación de la ausencia de lo perdido y es
condición indispensable para avanzar en nuestras vidas.

Podemos estructurar un pasar sin demasiados logros, si nos ocupamos de ello, pero con
todo nuestro esfuerzo nunca seríamos capaces de evitar que nos conmuevan algunas
pérdidas.

En todo caso, la salud incluye el aprender a ser capaces de vivir el proceso de


superación y duelo frente a una pérdida. Sea una muerte, un cambio importante en
nuestra forma de vida, un divorcio, una enfermedad o un hecho tan natural como el
envejecer.

Elaborar el duelo consiste en conseguir que ni siquiera el dolor nos impida separarnos de
lo que quedó atrás. Y no hablo aquí de olvidar, sino de seguir adelante. Un trabajo
personal y único, íntimamente ligado al desarrollo en nuestro interior, a nuestro modo y
en nuestros tiempos, de la capacidad de rescatar aquello de bueno que eso, que ya no
está, dejó en nosotros y recordarlo con alegría y gratitud.

Cuentan que había una vez un señor que padecía por lo peor que le puede pasar a un
ser humano: un hijo suyo había muerto. Desde su accidente y su muerte ocurrida hacía
años no podía dormir. Lloraba y lloraba hasta que amanecía.

Un día, cuenta el cuento, aparece un ángel en su sueño y le dice:

- Basta ya.

- Es que no puedo soportar la idea de no verlo nunca más.

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El ángel le dice:

- ¿Lo quieres ver?

Y sin esperar respuesta le tiende la mano y lo sube al cielo.

- Ahora lo vas a ver, quédate aquí.

Por una acera enorme empiezan a pasar decenas y centenares de niños. Miles de chicos
vestidos como angelitos, con alitas blancas y una vela encendida entre las manos.

El hombre dice:

- ¿Quiénes son?

Y el ángel le responde:

- Estos son todos los chicos que han muerto en estos años y todos los días hacen este
paseo con nosotros, porque son puros...

- ¿Mi hijo está entre ellos?

- Sí, ahora lo vas a ver.

Y pasan cientos y cientos de niños.

- Ahí viene -avisa el ángel.

Y el hombre lo ve. Radiante, como lo recordaba.

Pero hay algo que lo conmueve: entre todos es el único que lleva su vela apagada.

El padre siente una enorme pena y una terrible congoja por su hijo.

En ese momento el chico lo ve, viene corriendo y se abraza a él. El hombre lo aprieta
con fuerza y pregunta:

- Hijo, ¿por qué tu vela no tiene luz?, ¿no encienden tu vela como a los demás?

- Sí, claro papá, cada mañana encienden mi vela igual que la de todos, pero ¿sabes lo
que pasa?, cada noche tus lágrimas apagan la mía. Deja de llorarme papá…

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Una palabra por día: EGOÍSMO

¿Quién escribía estas respuestas que mostraba el ordenador? Nadie podía escribir una
réplica tan inmediata ¿Cómo se generaban entonces? Era evidente que la respuesta a
cada ingreso estaba ya determinada. Posiblemente una serie de palabras "clave" pre-
elegidas por alguien, enganchaban con otros tantos textos seleccionados con
anterioridad para cada tema. Era sin lugar a dudas una buena idea.

Se dijo que debía pasarle el dato a sus compañeros todavía más adictos que ella a la
computación… Y después pensó "todavía no".

Quizás por eso en la página de palabrasalacarta.com esa tarde escribió:

EGOÍSMO

… Si intentáramos definir el egoísmo en sentido estricto deberíamos hacerlo como el


amor liso y llano por uno mismo. Aun diferenciando la palabra de sus parientes lejanos,
la egolatría y el egocentrismo, una pregunta aparece en nuestra mente. ¿No es malo
eso?

La creencia popular responde que el problema del egoísta no está en que se quiera sino
en lo desmedido de ese amor, y sigue "si uno se quiere demasiado a sí mismo no tiene
espacio para querer a los otros.. "

Todos podemos darnos cuenta de que no es bueno para nadie individualmente ni para la
humanidad que cada uno se quede centrado en si, mirándose el ombligo; sabemos que
el ser humano es un ser social y entendemos por qué el egoísmo visto así es una cosa
tan mal calificada.

Faltaría saber si es cierto que por quererse mucho uno se queda sin espacio para querer
a los demás. Esta es una idea tan graciosa como falsa que parte de creer que existe una
capacidad de amar limitada. Es como decir que si uno tiene 11,28 unidades
internacionales de amor, y las usa todas en si mismo no le queda nada de amor para los
demás (??). Pregunto: cuando uno ya tiene un hijo y luego tiene otro, ¿debe dejar de
querer al primero para empezar a querer al más chico? ¿De dónde se saca más
capacidad de amar a los nuevos amigos? Si quiero mucho a mi esposa ¿significa esto
que no podré querer a ninguna otra persona en el universo mientras la siga queriendo a
ella?

Afortunadamente la verdad es otra. Nuestra capacidad de amar, no es matemática ni


limitada.

Es falso que alguien "no quiera a los demás" porque se quiere mucho a sí mismo.

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Puede ser cierto que exista alguna persona que no quiera a nadie, pero su motivo no
está en su demasiado amor por si mismo. Será un antisocial, un negado o un resentido,
pero eso no es ser egoísta.

Se habla mucho del peligro de caer en el egoísmo y poco del peligro de hacerle creer a
los niños sobre todo, que quererse a sí mismos es malo.

Cuanto más cuando es justamente al contrario.

La psicología demuestra que el amor por el otro proviene y se nutre de la propia


capacidad de amar que comienza con la capacidad de amarse a sí mismo.

No hay amor que no empiece en el amor que uno se tiene y por lo tanto quien dice que
quiere mucho a los demás y poco a sí mismo, miente.

En todo caso habrá diferentes maneras de ser egoístas, y dependerán de quien soy y no
de cuanto me quiero. Habrá un egoísmo bueno y sano que es el que sienten aquellos de
corazón bueno y sano. Y habrá un egoísmo enfermo, el que sienten los mezquinos, los
envidiosos, los canallas, los miserables, los psicópatas incapaces de conectarse con el
amor al prójimo.

Piense. Cuando alguien le llama egoísta ¿que le dice?

Le dice (aunque no lo diga): - No pienses en ti… piensa en mí!!

¿Quién es, en todo caso, el egoísta?

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Una palabra por día: VIVIR EL PRESENTE

Marta acababa de descubrir que era egoísta, y lo que era peor, se sentía un tanto
orgullosa de serlo. Las "palabrasalacarta" del día anterior la habían dejado muy
contenta. Siempre había sentido que la propuesta de Elevar la Autoestima no alcanzaba
a definir la mejor relación que ella pretendía tener consigo misma. Quizás se debiera a
que esas palabras habían sido tan mal usadas en los últimos tiempos, que terminaron
siendo capturadas por los mercaderes de ilusiones, los publicistas baratos y los políticos
de mala fe. Al salir de su trabajo, había pasado por la tienda de la Avenida para
comprarse esa chaqueta a la que le había echado el ojo desde hacía más de un mes.
Hoy sentía, por primera vez en muchos años, que podía cuidarse y regalarse alguna
cosa que deseaba sin sentirse en falta con los que tenían menos que ella.

Ya habría tiempo para pensar en la culpa, quizás debía preguntarle al portal sobre ese
sentimiento. Por ahora su única sombra era la factura de su tarjeta de crédito. Marta
sabía que esa compra no descalabraba su cuenta bancaria, ni dejaba en rojo su saldo
pero siempre le gustaba tener una reserva. Así había aprendido de sus padres.

Abrió el ordenador y en el recuadro anotó:

GUARDAR PARA MAÑANA

La pantalla se tiñó de un celeste pálido y apareció el siguiente texto:

… Para vivir se necesita estar anclado al presente, ya que la única vida verdadera es
aquella que transcurre aquí y ahora. Nosotros los neuróticos vivimos permanentemente
oscilando entre un qué-lindo-hubiera-sido-si... y un qué-lindo-va-a-ser-cuando...

Usted no podrá disfrutar ahora de la lectura si está pensando que cuando termine de
leer y se libere de todas estas preocupaciones que lo inquietan, va a poder disfrutar de
esa cena maravillosa en el restaurante, que hace tanto tiempo que deseaba conocer. Sin
embargo debo decirle que cuando esté cenando tampoco va a poder disfrutar porque va
a pensar qué lindo va a ser cuando llegue a su casa y pueda finalmente acostarse a
dormir porque está tan cansado. No se haga demasiadas ilusiones. Ya en la cama quizás
no pueda dormir demasiado, pensando cuánto trabajo tiene para el día siguiente.
Trabajo que sería placentero si no fuera porque mientras curra va a estar calculando
cuanto le falta para poder comprar el piso que se quiere comprar.

Y lo peor, sabe qué es lo peor… que el día que lo tenga no conseguirá disfrutarlo del
todo porque lo más probable es se quede lamentándose de aquello-que-debió-haber-
disfrutado-si-antes-se-hubiera-dado-cuenta-de-lo-que-ahora-se-da-cuenta-que-debió-
disfrutar-en-aquel-momento. Y que ahora no tiene arreglo porque ya es tarde…

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Para bien o para mal lo único absolutamente real es el presente, y todo lo depositado
allí, en el pasado o allá en el futuro, es o un recuerdo o una fantasía y no existen en el
mundo real.

Deberíamos desafiarnos a permitir que cada cosa nos sorprenda; vivir cada instante de
experiencia, sin anticipación, sin condicionantes, sin miedos. Proyectarnos al futuro pero
no habitar en él. Siento la misma sensación que frente al viejo chiste del señor que
visitaba un sanatorio psiquiátrico y veía a los pacientes que al grito de "¡Qué bonito va a
estar el jueves!" se zambullían de cabeza en la piscina

El señor preguntó: -¿Qué va a pasar el jueves?

Y le contestaron: -¡El jueves llenarán de agua la piscina…!

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Una palabra por día: DISFRUTAR

Vivir en el presente. Qué difícil terminó pareciéndole la propuesta. Durante todo el día
descubrió a su mente volviendo atrás, buscando excusas para justificar su actualidad,
reprochándose lo que había hecho en el pasado o simplemente regodeándose con el
sufrimiento de otro tiempo.

Marta se dio cuenta de las muchas veces que se atascaba en alguna de las trampas que
ella misma había puesto en su camino Necesitaba dar un paso más a favor de su calidad
de vida.

Esa noche en el rectángulo de palabrasalacarta.com anotó:

DISFRUTAR DE LA VIDA

…El verano se asocia muy frecuentemente a la posibilidad de disfrutar por un tiempo de


las bendiciones de la vida: el sol, las vacaciones, la familia, el merecido descanso
después de todo un año de duro trabajo… casi nadie asocia la palabra "disfrutar" con su
antecesora lingüística la más popular "fruto". Dis-frutar significa, aún desde su origen,
aprender a tomar del árbol de la vida cotidiana sus más preciados frutos y paladearlos.

Saborear cada cosa, cada momento, alegre o triste, extraordinario o cotidiano, siempre
intensamente. Degustar el simple hecho de vivir.

Qué estúpido sería tomarse el trabajo de plantar un árbol, sostenerlo, cuidarlo y


ayudarlo a crecer grande, fuerte, apetitoso y tentador para después, por apuro, por
distracción, por miedo o por culpa, no tomar de sus frutos para deleitarse con sus
sabores. Qué tonto sería tomarse el trabajo de hacer crecer frutos sabiendo que uno
nunca los comerá ni planea dejarlos para que otros coman.

Es triste hablar con gente que cuenta que nada les llama la atención, nada los excita,
nada los apena demasiado ni les da demasiado placer…

Si continúo con la metáfora del árbol, como la vida que cada uno construye y los frutos
como los resultados de todo ese trabajo; me doy cuenta de que muchos son los que se
han pasado toda la vida preparando la tierra, aireando el terreno, comprando abonos y
fertilizantes, viajando para buscar semillas más y más sofisticadas, plantines de los más
raros y tutores muy específicos... y no disfrutan de la cosecha.

Hay personas que han gastado fortunas en el planes de riego y han dedicado un tiempo
y un esfuerzo incalculables para conseguir hacer crecer esos árboles, sacrificando todo
para verlos grandes y fuertes… y ahora cuando se encuentran con los frutos al alcance
de sus manos, prontos para ser saboreados, en ese preciso momento, no pueden, no
saben o no se animan a disfrutar de ellos.

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Hombres y mujeres que parecen ignorar que en gran medida lo que le da sentido a la
siembra es la posibilidad y la decisión de disfrutar de la cosecha o el placer de poder
compartirla con los demás.

El viejo maestro lloraba desconsoladamente sentado en el suelo.

El discípulo le preguntó que le ocurría y el anciano le dijo:

-Sin darme cuenta he perdido una joya inigualable. Se trata de un brillante de valor
incalculable enmarcado entre veinticuatro piedras preciosas, a cual más hermosa y
alrededor de cada una de ellas sesenta pequeños diamantes irreemplazables.

-Te comprendo, yo no se si podría soportar la pérdida de tamaña joya- dijo el discípulo -


pero me sorprendes… siempre pensé que las cosas materiales no te importaban en
absoluto…

- Tú no entiendes - dijo el maestro poniéndose de pié -. La joya que he perdido es un


día de mi vida.

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Una palabra por día: MAL HUMOR

Para quien quiera que fuera el que escribía esos textos de palabrasalacarta.com todo
era demasiado fácil. Posiblemente no tenía ningún contacto con la vida real ni
demasiado interés en tenerlo. Seguramente ignoraba lo que sucedía en la calle y todo lo
que había que sobrellevar para pagar la renta, comer todos los días y sobrevivir en una
ciudad como esa. Por supuesto que era sencillo aconsejar a otros sin involucrarse y sin
asumir ningún tipo de compromiso. Cualquiera podría hacerlo. Ella misma podría
hacerlo. ¿Qué se habían creído?

En el bus y de camino a casa Marta empezó a preguntarse qué la tenía tan enojada. No
tenía que ver con su jefe gruñón, ni tampoco con la noticia de la enfermedad de la tía
Gertrudis. Era verdad que estaba en esos días en los que nada parece salir como uno
pretende… pero porqué estaba tan fastidiosa.

Refrescarse un poco le haría bien, pensó y por eso cuando entró en el piso fue directo al
baño. Después de la ducha, se armó un bocadillo, prendió la televisión y se sentó de
espaldas al ordenador a tomar una cerveza.

Pensaba resistir la tentación de buscar la respuesta en Internet.

No pudo

MAL HUMOR

… ¿Cómo vive un neurótico? ¿Cómo es? ¿Cómo se lo reconoce?...

Si tuviera que responder hoy a estas preguntas, señalaría que un neurótico es alguien
que no disfruta de su vida, que no puede vivir en el presente y que interrumpe
permanentemente sus procesos vitales: alegría, pena, ira, goce. Y agregaría que existen
tres conductas estereotipadas y emblemáticas que definen su conducta:

Cierto grado de inseguridad y dependencia de la mirada ajena.

Una actitud casi constante de queja junto a una marcada resistencia al placer.

Y por último, un manifiesto y frecuente mal humor.

¿Estamos diciendo que una persona a la que solemos encontrar de mal humor, que
alguien que se queja con vehemencia de las cosas que no salen, que quien se siente
razonablemente inseguro, dados los tiempos que corren... es un neurótico?

Cualquier contestación a esa pregunta sería una generalización absurda.

Pero aun siendo absurdamente osados, la respuesta afirmativa demanda una


explicación.

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Si bien es cierto que estas formas de reacción son la expresión de un cierto grado de
neurosis, todos somos de alguna manera neuróticos. Y esto no pretende ser ningún tipo
de consuelo "de tontos", sino que intenta establecer que en salud mental como en
muchas otras valoraciones, todo es un tema de grados.

Quizás esté un poco más perturbado de lo que me conviene si percibo (o mis seres más
queridos perciben) que estas reacciones están presentes la mayor parte del tiempo; que
me vuelvo irritable, gruñón e insufrible con razón y sin ella, que estoy enojado a veces
si y otras también, que me quejo con motivo y por si acaso…

No es enfermo estar de mal humor o quejarme de vez en cuando. Lo enfermo en todo


caso es que tales estados sean la norma y no la excepción.

Un hombre fue a ver a un nutricionista para comenzar una dieta. Le dijo que quería
empezar lo antes posible porque si no, dijo, se le venían las fiestas encima y él admitía
que tenía un problema para controlar su ingesta de comida entre Navidad y Año nuevo.

El médico lo miró, lo midió, lo pesó y le dijo:

- Me temo mi amigo que su problema no es entre Navidad y Año nuevo sino entre Año
nuevo y Navidad…

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Una palabra por día: NO DEPENDER I

Lo que pasa es que muchas veces tu estado de ánimo no depende de lo que tú hagas,
digas o seas. Muchísimas veces no puedes más que reaccionar ante el medio y toda tu
vida es como el parche de un gigantesco tambor donde todos los otros se empeñan en
tocar sus peores melodías… Eso pensaba Marta tratando de deshacerse de su propia
imagen de neurótica malhumorada. Se sonrió recordando aquel cartel que alguna vez
vio colgado detrás del mostrador de una pequeña tienda en una pequeña ciudad
gallega:

HACE UN MARAVILLOSO DIA

NO FALTARA QUIEN VENGA A ARRUINARLO

Ojala fuera tan sencillo poder vivir "a tu aire" sin ser víctima de los humores, las
maldades y las incompetencias a tu alrededor. Ojala fuera posible vivir sin depender de
lo que los demás opinan, mandan o critican de lo que el vecino dice, hace o piensa.

Como cada día abrió su navegador y entró en la página de palabrasalacarta.com

Y en el portal de ingreso escribió.

NO DEPENDER

…Pendiente tiene muchas acepciones. Significa: que cuelga suspendido desde arriba, sin
base, en el aire y también significa incompleto, inconcluso, sin resolver. Si es masculino
designa un adorno, una alhaja que se lleva colgando como decoración. Si es femenino
define una inclinación, una cuesta hacia abajo presumiblemente empinada y peligrosa.

Con todos estos significados y derivaciones no es raro que la palabra dependencia


evoque en nosotros estas imágenes que usamos como definición:

Dependiente es aquel que se cuelga de otro, que vive como suspendido en el aire, sin
base, como si fuera un adorno que otro lleva de aquí para allá. Es alguien que está
cuesta abajo, sintiéndose permanentemente incompleto, eternamente sin resolución.

Esta dependencia puede llegar a ser una verdadera adicción a la mirada o a la presencia
de otro, una nueva patología la psicología empieza a llamar co-dependencia (adicción a
otra persona que queda semi-escondida detrás de una falsa sobrevaloración amorosa y
una conducta dependiente que se incrusta en la personalidad bajo la justificación de un
"No podría vivir sin ti").

La interdependencia (yo dependo de ti y tú dependes de mí) no parece una gran


solución sino más bien un premio consuelo y la ansiada Independencia, sería la salida
obvia si no fuera porque está basada en una mentira: nadie puede ser independiente.

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Para serlo totalmente habría que poder prescindir de los demás en forma permanente y
es obvio que necesitamos de los otros, irremediablemente, de muchas y diferentes
maneras.

¿Entonces qué?

Entonces, inventemos una nueva palabra: Autodependencia.

Una palabra que defina a aquellos que sabemos que necesitamos de los otros pero no
los responsabilizamos de nuestra vida, de nuestro éxito ni de nuestro estado anímico.
Aquellos que renegamos de que alguien tenga el poder de hacernos enojar, de hacernos
llorar o de hacernos felices. Aquellos finalmente que nos sabemos responsables últimos
y principales de nuestras propias vidas.

Es verdad que no soy autosuficiente, y tampoco tú lo eres, pero será nuestro


compromiso pedir sin exigir y aceptar que si el otro no puede, no tiene o no quiere
darnos lo que le pedimos; siempre conservaremos la libertad de ir a buscar en otro lado,
de renunciar a ello o de intentar hacerlo por nosotros mismos, asumiendo en todo caso,
que la responsabilidad sobre el resultado final, siempre recaerá en uno mismo.

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Una palabra por día: NO DEPENDER II

Marta empezó a pensar que debería guardar los textos que le aparecían en
palabrasalacarta.com. Se dio cuenta en el trabajo cuando quiso contarle a Rosa algo de
la Autodependencia y no podía precisarlo. Sabiendo que solamente tenía 30 días, y que
solo podía hacer una consulta diaria, le daba pena volver a un texto que ya había leído,
pero no quería conquistar también el espacio neurótico de vivir interrumpida por algo,
asi que cuando llego a su casa, abrió el ordenador y volvió a escribir

NO DEPENDER

Para su sorpresa la página que se abrió no era la del día anterior.

…No depender es sin lugar a dudas uno de los grandes desafíos de los que luchamos
diariamente por una vida plena, por eso que muchos llaman ser feliz.

Pero no depender tiene costos y es necesario saber que estos no son nada baratos. El
autodependiente siempre será acusado por aquellos que todavía transitan espacios
dependientes, de ser soberbios, tontos, crueles o agresivos, cuando no reprochados por
antisociales, desamorados o egoístas.

Es que aquellos que han aprendido a no depender tampoco permiten que otros
dependan de ellos. Saben que de cualquiera de los dos lados de la cadena, el esclavo y
el amo son víctimas de la esclavitud, y la rechazan de plano. Reniegan de ser percheros
de sombreros ajenos y no quieren apoyarse en otros para escalar posiciones.

Un viejo cuento nos ayuda a pensar en ello

En el jardín de una vieja casona abandonada, brotaron el mismo día los tallos de una
enredadera y de un roble.

La primera se dio cuenta enseguida que su camino era el cielo y su destino el sol,
gracias al cual había nacido. Debía consagrar todo su ser para dirigirlo a la luz. Y fiel a
su decisión se arrastró con un poco de asco hacia el muro, el único muro que quedaba
en pie de la vieja casa y empezó a trepar por él.

El segundo tallo, el del roble, sintió que debía toda su existencia a la tierra, al agua y a
los minerales que lo habían nutrido en su época más oscura. Sabía que necesitaba del
sol pero no podía dirigir sus ramas a él si no fabricaba antes un tronco firme sobre el
cual desarrollarlas y su intuición le señaló que necesitaba primero raíces firmes.

Durante un tiempo los dos nuevos habitantes del jardín se ocuparon cada uno a su
modo de su propio crecimiento.

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Desde lo alto un día la enredadera descubrió al sudoroso roble, que apenas despuntaba
entre la hierba.

- Hola enanito - le dijo burlándose - es una lástima que no puedas disfrutar el paisaje
que se ve desde aquí…

- Si... - dijo el roble - pero debo ocuparme de mis raíces si quiero tener un tronco sólido
para crecer con él.

Pasaron los meses y después los años. La enredadera, poderosa, cubría casi todo el
muro y seguía burlándose de vez en cuando de la pequeñez del gordo roble, pura
madera y burdas raíces.

Una noche, sucedió lo que nadie esperaba. Una terrible y furiosa tormenta se desató
sobre la vieja casona.

La enredadera se aferró con sus pequeñas raíces al muro para no ser arrancada por el
viento y el granizo. El roble se afirmó con sus raíces profundamente metidas en la tierra
y las hojas buscaron la protección del propio tronco.

Todo sucedió en un momento, un relámpago iluminó la noche y como en una cruel


fotografía alumbró el instante en el que la última pared de la casa que quedaba en pie,
se derrumbaba estrepitosamente y con ella dejaba en tierra los más altos tallos de la
enredadera.

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Una palabra por día: ¿QUIÉN ERES?

Los textos que estaba recibiendo no eran respuestas únicas ni pautadas por una
computadora. ¿Y entonces?

Marta anotó en el recuadro de la pantalla:

¿QUIÉN ERES?

Pero en lugar de responder a su deseo la pantalla abrió este mensaje:

… Así se llama un maravilloso e inquietante cuento de Giovanni Papini.

Se trata de un hombre mundano, muy popular en su ciudad y en su entorno que se


levanta una mañana y descubre con sorpresa que misteriosamente no ha recibido ni una
carta.

Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, sale a la calle y se cruza


con tres o cuatro vecinos que parecen no reconocerlo. Esa noche el hombre casi no
duerme; algo inquieto se despierta muy temprano y mientras desayuna espía por la
ventana esperando la llegada del cartero. Cuando lo ve doblar la esquina, su corazón da
pero el cartero pasa frente a su casa sin detenerse. El hombre sale corriendo de su casa
y alcanza al cartero para confirmar que no había cartas para él y el empleado le asegura
que nada lleva en su bolso para ese domicilio. Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupa
más todavía. Algo está pasando y él debe averiguarlo. Decide visitar a su amigo Mario.
Apenas llega, se hace anunciar por el mayordomo y espera en la sala de estar a su
amigo. Cuando aparece avanza a su encuentro con los brazos extendidos, pero el dueño
de casa se limita a preguntar: - Perdón, señor, ¿usted quién es? ¿Nos conocemos?

El hombre cree que es una broma y ríe forzadamente presionando al otro a servirle una
copa. El resultado es nefasto. A pedido del dueño de casa, el fornido mayordomo
termina echándolo a empellones a la calle...

Otro tanto le pasa con sus amigos del café, que esa noche lo desconocen tanto como
algunas horas antes lo valoraban. Por más que piensa no puede recordar ningún hecho
que pueda haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucre a toda la
ciudad. Dos días más, se queda en su casa esperando la correspondencia que no llega o
la visita de alguno de sus amigos que nunca sucede. La señora de la limpieza falta sin
aviso y el teléfono deja de funcionar.

Sin saber cómo ni por qué, ha pasado a ser un desconocido, un ausente. Como un
martilleo aparece un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacen y que él
mismo se empieza a hacer: ¿Quién eres?

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¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? El sabía su nombre, su domicilio, el talle
de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los
demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Es más:
aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos
verdaderamente? ¿O eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros
que esperaban que él fuera el que había sido?

Algo empieza a estar claro, es absurdo querer conocer a otros si antes no sabe quien es
uno mismo y para eso tiene hoy una ventaja, saberse solo lo libera de tener que ser de
una manera determinada. Sea como sea, nada cambiará en la respuesta de los demás.

Por primera vez en muchos días algo que lo tranquiliza. El hombre se da cuenta por fin
de que no depender de la calificación de otros, le permite saber más y más de su
verdadera existencia.

Con esta conclusión se duerme sonriendo.

Despierta a la mañana con decenas de cartas que la señora de la limpieza le entrega al


subir a despertarlo porque su amigo Mario lo llama por teléfono.

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Una palabra por día: MIEDO I

Sentía que algunas cosas que la habían frenado durante años en el camino hacia ser ella
misma empezaban a acomodarse en lugares diferentes. Muchas de las ideas que habían
pasado por su cabeza en otros tiempos y que había descartado depositándolas en el
lugar de sus "ideas locas" le volvían ahora resignificadas desde una página de Internet.

Era bueno descubrir que había una manera distinta y mejor de vivir y de sentirse.

Y sin embargo durante toda la semana no había podido evitar que aparecieran de la
mano de aquellas viejas ideas rescatadas algunos de sus temores olvidados.

Marta se dio cuenta que una vez más, sus aspectos más enfermizos la conectaban con
el miedo.

Al llegar a su piso se tumbó en la cama. Quería dormir. Dormir hasta el día siguiente o
hasta la semana entrante o hasta el año próximo.

Marta se asustó aún más, ahora de sus propios pensamientos.

Se obligó a levantarse de la cama y a salir otra vez a la calle. Caminó unas ocho calles
sin rumbo fijo y sin disfrutarlo. Su mente no paraba. Giró y empezó a volver. Al llegar a
la esquina de su casa notó casi con sorpresa que se sentía un poco mejor.

Entró en la sala, levantó las persianas, abrió las cortinas y se sentó frente al ordenador.
Por primera vez en estos diez días revisó sus e-mails, quizás solo para confirmar que
todavía seguía existiendo para sus amigos, aunque a decir verdad, era ella quien desde
hacía bastante tiempo, los tenía un poco abandonados.

Contestó brevemente cada mensaje y después hizo clic en el sector de favoritos sobre
palabrasalacarta.com. Al abrirse la página apareció el conocido rectángulo y Marta
escribió

MIEDO

Sabemos que sin ser auténticos nunca podremos ser felices. Nos damos cuenta de que
no ser quienes somos nos ocasiona sufrimiento y consume nuestra energía creativa
tratando de sostener los roles prefijados. Nos quejamos de la falta de contacto afectivo
sincero con nuestros seres queridos. Y en gran medida, somos nosotros mismos los que
no nos animamos a ser quienes verdaderamente somos...

La pregunta obvia persigue a los individuos desde el comienzo de la civilización


incluyendo a filósofos, psicólogos y sociólogos: ¿qué nos impide ser auténticos?

La respuesta también es obvia: El miedo.

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Y más precisamente, todos los hábitos evitativos y paralizantes que hemos adquirido
como consecuencia del anclaje en algún miedo, propio o ajeno.

El miedo es, entonces, causa y consecuencia de la conducta neurótica, y, hasta cierto


punto, también su definición. El miedo condiciona, limita, restringe, achica y distorsiona
nuestras vidas.

¿Seremos capaces de reírnos de nuestro peor enemigo?

Cuentan que un día, la madre despertó a su hijo alrededor de las siete de la mañana y
mantuvo con él este diálogo:

-No quiero ir a la escuela, mamá, no quiero...

-Pero tienes que ir igual, hijo.

-No quiero, mami, no quiero, déjame faltar, por favor...

-Pero, ¿qué es lo que pasa, hijo, que nunca quieres ir al colegio?

-Es que me da miedo el colegio, mami… los chicos me tiran tizas y me roban las cosas
de mi escritorio, mami... los maestros me maltratan... y se burlan de mí... déjame
faltar, mami...

-Mira hijo, tienes que ir por cuatro razones: la primera, justamente para enfrentar ese
miedo que te acosa; la segunda, porque es tu responsabilidad; la tercera, porque ya
tienes cuarenta y dos años, y la cuarta... porque eres el director.

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Una palabra por día: MIEDO II

Estuvo pensando en el miedo toda la noche. Era verdad, la principal razón por la cual a
veces no se animaba a ser, a decir, a hacer, a aceptar o a rechazar era el miedo. Se dio
cuenta de las muchas palabras con las que disfrazaba sus temores para no enojarse
consigo misma. Timidez. Respeto. Precaución. Aprensión. Resistencia. Rechazo.
Inquietud. Ansiedad. Susto. Y se dio cuenta de las otras, de las que preferiría borrar de
su vocabulario: fobia, pánico, espanto, terror…

En palabrasalacarta.com escribió

SUSTO-MIEDO

…El susto, a diferencia del miedo, se refiere a un hecho concreto que está sucediendo en
el momento de la respuesta temerosa; es decir, es siempre una respuesta a una
situación presente. Digo con criterio que estoy asustado cuando se presenta una
situación genuinamente amenazadora que desemboca en esa sensación de inquietud y
movilización que se conoce con el nombre de reacción de alarma, un reflejo corporal y
psíquico frente a una situación de peligro.

Si entrara rugiendo un león en la habitación donde nos encontramos, lo más probable


sería que nos asustáramos; porque la figura del león está asociada en nosotros a una
situación de peligro. Esto es susto, no miedo.

Puedo contarle que me asusté a otra persona y esta lo puede entender, aunque no se
asusta cuando se lo cuento. Lo entiende porque la relación entre estímulo y respuesta
temerosa es lógica.

¿Qué sería el miedo? Continuando con el ejemplo anterior, si el domador se llevó el


león, si lo vi salir del edificio y si espié por la ventana cómo lo trasladaban hacia el
zoológico y a pesar de eso, al día siguiente al ir hacia ese lugar empiezo a pensar que
podría estar ahí el león o una vez en el lugar no puedo concentrarme en lo que hago
porque podría entrar un león; me estoy asustando de mi propia idea. Tener una
respuesta biológica de alarma a pesar de que el peligro no está, no es susto, sino
miedo.
Siendo muy básicos podríamos decir que el susto entra por la percepción y el miedo, por
la imaginación. Y por eso el miedo no siempre está generado a partir de algo verídico.

Se suele llamar al susto el Miedo Sano porque funciona en general como una respuesta
protectora toda vez que nos prepara para conjurar un peligro o una amenaza real. Si no
fuera capaz de asustarme no podría por ejemplo huir rápidamente de un lugar donde
empieza a producirse un incendio.

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Asustarse se convierte en problema, cuando la percepción o la interpretación de la
percepción nos informan mal sobre la peligrosidad de las situaciones. Es decir cuando
percibimos lo inofensivo como ofensivo, lo cotidiano como extraño y lo inocuo como
dañino.

La primera respuesta frente a una situación de peligro es susto, la segunda, desde el


recuerdo vivencial de ese peligro es miedo.

El miedo, dice Krishnamurti, es un invento del pensamiento, que evoca un peligro o


frustración del pasado y lo proyecta en el futuro. La sensación de susto frente a un
pensamiento.

El estímulo de la respuesta temerosa no está afuera sino adentro. Es la percepción de


mi construcción mental lo que me asusta, mis propias fantasías catastróficas y no los
hechos. Aquí también habría que diferenciar unos pocos miedos protectores relacionados
con peligros objetivos y muchos miedos paralizantes siempre ligados a prejuicios y
condicionamientos. Aquellos se aprenden, estos últimos son siempre enseñados por
otros.

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Una palabra por día: MIEDO III

Había prestado mucha atención a esas últimas palabras. Los miedos más enfermizos, los
que son expresión de nuestros peores aspectos insalubres, son enseñados.

Dicho de otra manera alguien o algunos, responsables de la educación de otros, se


ocupaban de trasladarnos, plantar en nosotros, infectarnos con esa horrible sensación
de parálisis y ese irracional deseo de salir corriendo frente a situaciones que deberían
ser motivo de curiosidad, de exploración o de una normal aceptación de lo
displacentero. Y lo peor adivinaba Marta (o lo recordó), era que ese aprendizaje
siniestro se justificaba diciendo que se hacía "por nuestro bien".

MIEDO

Nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, no nacemos con miedo, aunque sí
hemos con la posibilidad de asustarnos -la misma que tienen un perro, un gato o un
canario. Y la mayoría de los miedos que sentimos en la vida cotidiana no son innatos,
los hemos aprendido. Dicho de otra forma, tenemos miedo porque alguien o algo nos lo
ha enseñado.

De los peligros del miedo aprendido nos ilustra esta vieja historia tradicional.

Había una vez una madre que tenía un único hijo. Ella era tan temerosa que vivía
angustiada pensando que no podría seguir viviendo si a su hijito le pasara algo. Tan
asustada estaba de sus fantasías que un día para que su hijo no saliera solo a la calle, le
sentó en los sillones de la sala y le dijo:

- Mira hijo, en la calle vagan unos espíritus malignos que se llevan a los niños que están
sin su mamá. Así que nunca, nunca salgas a la calle sin mí. ¿Entiendes?

- Sí, mami -contestó el chico asustado.

El plan resultó y el chico nunca más salió a la calle sin su madre.

Cuando el chico cumplió quince años, la madre empezó a pensar que algún día ella no
estaría y que su hijo tendría que manejarse en el mundo exterior.

Se sentó otra vez en la sala y le dijo al muchacho:

- ¿Sabes, hijo? Tú ya eres grande y pronto te irás de esta casa en busca de tu camino.

- No madre. Me iré si vienes conmigo. Te recuerdo que afuera están los espíritus
malignos que me llevarían si no estuviera contigo.

La madre pensó que decirle la verdad equivaldría a admitir que su propia madre le había
mentido, así que le dijo:

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- De eso te quería hablar. Los espíritus jamás te llevarán mientras lleves en tu cuello
esta medallita que ahora te regalo - y quitándose la medalla que colgaba en su cuello se
la puso a su hijo - quiero que sepas que desde ahora, podrás salir sin mí porque mi
medalla te protegerá. Tienes que confiar en lo que te digo porque tu madre nunca te
mentiría: Mientras tengas esta medallita, ningún espíritu se acercará a hacerte daño.
¿Entiendes?

- Sí mamá...

El joven le creyó.

Pero de todas maneras, desde que su mamá murió, el muchacho nunca salió de su casa.
Siempre tuvo miedo de perder la medallita....

Mi madre nunca me asustó con los monstruos malignos. Ella lo hacía con una sola
palabra: "Cuídate".

El "Cuídate" de los padres opera como una manera sutil de avisar que el mundo es
"peligroso", una forma de establecer que "debes tener miedo", un antídoto contra toda
conducta espontánea y por lo tanto riesgosa.

Lo hacía con la mejor intención, como lo hice yo muchos años después con mis propios
hijos. Hoy confiaría más en ellos y en lo que pude enseñarles. Hoy en lugar de decirles
adiós con un "Cuídate", intentaría despedirlos con un maravilloso "Diviértete".

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Una palabra por día: ENTUSIASMO

Ya no se trataba del miedo, ni de sus conductas aparentemente calificables de


neuróticas. No era tema de las quejas cotidianas, que motivaban las charlas del tapeo
de los viernes con los compañeros de la oficina ni tampoco el remanido asunto de la
exasperante actitud de algunos hombres, motivo de trasnochadas ruedas de amigas en
tristes noches de sábado. El asunto era más grave y más esencial. Marta estaba harta.
La realidad le parecía un carrusel kafkiano que ofrecía unas pocas sortijas y todas ellas
inalcanzables. Era cierto que la vida había sido relativamente generosa con ella. No
tenía ninguna enfermedad grave, tenía trabajo, una familia amorosa y perspectivas
personales halagadoras, pero cada vez que se encontraba pensando en la humanidad,
en la guerra, en la injusticia o en los desposeídos; cada vez que leía en los diarios la
cifra de los muertos de hambre, de frío o de odio, volvía sentir esas ganas de
abandonarlo todo. Resignarse a un mundo injusto y para nada ético, un mundo
hipócrita, plagado de dictadores y asesinos. Para qué seguir tratando de defender en
cada conversación los derechos de las minorías, para qué su participación en los planes
educativos para inmigrantes, para qué su militancia política, para qué apadrinar niños
hambrientos que viven (¿viven?) en países del tercer mundo privados de todo y
gobernados por dirigentes mentirosos, demagogos y corruptos. Cada vez que Marta
entraba en ese túnel, el de la decepción y el desaliento, se pasaba varios días rumiando
su angustia.

Abrió el ordenador y escribió, otra vez una pregunta

¿LUCHAR HASTA CUÁNDO?

Este cuento lo escuché por primera vez de boca del sacerdote Anthony de Mello.

Había una vez dos ranitas que paseando por el pueblo, cayeron en un recipiente lleno de
crema.

Inmediatamente sintieron que se hundían; era casi imposible mantenerse a flote mucho
tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en
la crema, tratando de nadar para llegar al borde del recipiente pero fue inútil, sólo
consiguieron chapotear en el mismo lugar y hundirse como piedras en el lodo. Al tocar
fondo se impulsaron con las patas traseras y por un momento volvieron a la superficie y
pudieron tomar aire. Pero la tercera vez supieron que cada ida al fondo hacía más difícil
volver a respirar.

Una de ellas dijo en voz alta:

- No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta sustancia no se puede nadar.

- No hables. Nada - le dijo su hermana.

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- Ya que de todas maneras vamos a morir - siguió diciendo -, ¿para qué prolongar este
dolor? ¿Qué sentido tiene morir agotada en un esfuerzo estéril?

Dicho esto, la ranita dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente
tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:

- ¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Pero yo quiero luchar
hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.

Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un


centímetro. ¡Horas y horas!

De pronto...sucedió algo imprevisto. De tanto patalear y patalear y patalear... La crema,


se transformó en manteca.

Sobre la superficie de la manteca la rana sorprendida se deslizó hasta el borde del pote.

Desde allí, saltó al suelo y se fue croando alegremente de regreso a su casa.

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Una palabra por día: REBELDÍA

Marta se resistía a conformarse con la expectativa mágica de que el milagro se


produjera un día y la crema se transformara en manteca como en el cuento; o las armas
se volvieran arados como en la profecía bíblica. Siempre le había dolido la injusticia y
sublevado la prepotencia. Por eso cuando su jefe en la oficina empezó a maltratar al
cadete, ella dejó su escritorio y salió en su defensa. Una situación trajo la otra y cuando
su superior le alzó la voz también a ella, se levantó, dio un portazo y se fue.

Llegó a su casa un poco agitada y sin saber si al día siguiente tendría que tramitar sus
papeles para solicitar la subvención de paro.

Tenía emociones ambivalentes, por un lado se reprochaba haberse metido donde no


nadie la había llamado, por otro se sentía orgullosa de haberse involucrado y de salir al
corte de un abuso de poder.

Por un lado inquieta por la posibilidad de quedarse sin trabajo y por el otro satisfecha de
que, por una vez, su miedo no había podido acallar a sus principios.

Cuando pensó en la palabra que elegiría ese día, no dudó:

REBELDIA

…Dice Erich Fromm que a lo largo de la historia de la humanidad cada vez que alguna
minoría gobernaba a la mayoría, los poderosos se ocupaban de enseñar la obediencia
como paralela a la virtud y la desobediencia identificada con el pecado.

Esta distorsión premeditada y ulterior era imprescindible si los pocos querían conservar
sus privilegios y deseaban que los otros les sirvieran trabajando para ellos.

Como bien lo señala el mismo Fromm, la obediencia puede establecerse por la fuerza;
pero este método tiene muchas desventajas, y la más importante es que hay muchos
trabajos que no pueden realizarse apropiadamente si la obediencia sólo se respalda en
el miedo.

Para lograr que el hombre desee e incluso necesite acatar las normas impuestas por la
minoría las oligarquías debieron asumir las cualidades del Sumo Bien y conseguido esto
proclamar que la rebeldía es un pecado.

Uno no puede evitar preguntarse por qué alguien aceptaría la obediencia ciega y la
sumisión al poder como algo bueno. La mejor respuesta es la respuesta de la psicología
del subconsciente. Solo consagrando la sumisión como algo bueno, los obedientes
pueden evitar detestarse a si mismos por ser cobardes.

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Cuentan que un día, estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas sentado en el
umbral de una casa cualquiera, cerca del mercado.

No había ninguna comida en toda Atenas que fuera más barata que el guiso de lentejas.

Dicho de otra manera, comer lentejas era definirse en estado de la mayor precariedad.

Junto al mendigo pasó Enaendas, ministro del emperador y amigo de Diógenes desde la
infancia. Casi sin querer miró lo que comía filósofo y le dijo:

- ¡Ay! Diógenes, si aprendieras a ser un poco más sumiso y adularas un poco al


emperador, no tendrías que comer tantas lentejas.

- Diógenes dejó de comer, levantó la vista y mirando al acaudalado interlocutor


profundamente, le dijo:

- Ay de ti, hermano. Si aceptaras comer un poco más de lentejas, no estarías obligado a


ser sumiso ni tendrías que adular tanto al emperador.

Este es el camino rebelde que enseñaba Diógenes, el del autorrespeto, el de defender


nuestra dignidad por encima de nuestra enfermiza necesidad de aprobación, el de poder
elegir entre un sí y un no, por encima del miedo a las represalias.

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Una palabra por día: ACTITUD

Esa mañana Marta se levantó con una sonrisa y el mundo pareció notarlo. La encargada
del edificio, en general bastante parca, le dijo Buenos Días cosa que rara vez hacía, en
el tren encontró un asiento libre junto a la ventana, y al bajar, en el recorrido desde el
andén hasta a calle sintió las miradas halagadores de los hombres que iban a sus
trabajos y uno de ellos casi sin querer le soltó un "guapa". Al llegar a la oficina había
una nota de su jefe pidiéndole que pase por su despacho. Para completar su sorpresa,
no la llamaba para despedirla sino para disculparse por la brusquedad del día anterior y
contarle, sin que ella se lo preguntara, el porqué de su malhumor de los últimos días.
Marta volvió a su escritorio y allí se encontró con un ramo de violetas con una nota del
cadete agradeciéndole que el día anterior hubiera salido en su defensa. Ella se dio
cuenta de que todo eso no alcanzaba para cambiarle la vida ni para hacerla sentir feliz,
pero también notó que un día como aquel de vez en cuando, era un buen estímulo para
seguir adelante.

Marta no tenía ninguna duda de que todo había empezado con su sonrisa de la mañana.
Ya había aprendido que el día se sincronizaba en general con su humor matinal. Pensó
que debía tenerlo presente cada día al despertar. Pensó que debía sonreír más seguido.
Pensó que ella se merecía muchos más días como éste. Se acordaba de las teorías de
Henry James que alguna vez había leído con escepticismo. El decía: "Si cuando estoy
triste lloro y cuando estoy alegre canto, debería cantar en mi tristeza y el canto me
traerá la alegría".

El día siguió excepcional y Marta regresó a la casa eufórica. Se duchó y empezó a


vestirse para salir. Sus amigos la habían llamado para juntarse con ellos a cenar.
Cuando estuvo lista y mientras esperaba, encendió el ordenador, leyó los e-mails y
luego entró en www.palabrasalacarta.com. Se detuvo un momento en la pantalla blanca
con el rectángulo en el centro y escribió en él

ACTITUD

…Hasta uno de los portales de acceso a la vieja ciudad llegó un día un joven con un
pequeño atado de ropa cargado en el hombro. Antes de entrar se acercó al guardia y le
preguntó:

- ¿Cómo es la gente de este pueblo?

- ¿Cómo es la gente del pueblo del que vienes? -preguntó el guardia.

- Mi pueblo está lleno de ladrones, aprovechadores, malhumorados y tristes. Cada día la


gente trata de sacar ventaja de sus vecinos. El chisme y el resentimiento son moneda
corriente allí. ¿Cómo es aquí la gente?

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- Me temo - dijo el guardia - que no vas a encontrar mucha diferencia. Aquí la gente es
igual a como era en el lugar de donde vienes. Lo siento.

- ¡Qué pena! - exclamó el joven - Seguiré hasta el próximo pueblo. Adiós.

- Adiós -dijo el guardia.

Pasaron unas horas y otro joven, muy parecido al anterior, se acercó al portal.

- ¿Cómo es la gente de este pueblo? - preguntó sosteniendo su propio atado de ropa.

- ¿Cómo es la gente del pueblo del que vienes? - dijo el guardia.

- Oh… el lugar donde nací está poblado de gente maravillosa. Todos se ayudan unos a
otros. El amor y la compasión son moneda corriente allí y uno siempre se encuentra con
alguien a quien contarle un problema o con quien compartir una alegría. Me dolió tener
que irme. ¿Cómo es por aquí?

-¿Aquí? -dijo el guardia- No encontrarás demasiada diferencia, en este pueblo la gente


es igual a la del lugar de donde saliste. Bienvenido.

Y el joven entró en el pueblo.

Página - 35
Una palabra por día: BUEN TRATO

Marta entró en palabrasalacarta.com y escribió

BUEN TRATO

…El reto es ser capaz de contestar amablemente al que no es ni por aproximación


amable con nosotros, ser capaz de sonreír pacífico ante aquellos que están en "esos días
insufribles", capaces de cruzar la calle para saludar afectuoso al vecino que ni nos vio,
agobiado por la urgencia de sus problemas.

Algún distraído puede creer que este es un tema menor, que es una simple propuesta
diplomática, o cínica o a la expresión de un cierto servilismo idiota; no lo creo.

Este paso es darnos cuenta de lo difícil que sería intentar recorrer el camino de la
realización personal en absoluta soledad, sin compañeros de ruta, sin la mirada de
otros, sin el afecto de algunos. Nadie llega demasiado lejos sin afecto. Nadie ve el
horizonte si no consigue antes relacionarse amorosamente con los que lo rodean. Nadie
triunfa sin ser amado.

Estoy seguro que es responsabilidad de todos empezar a dejar de lado el maltrato


cotidiano a que nos sometemos mutuamente. Es hora de crecer en el respeto a los
demás, y esto implica no hacer pagar a otros el precio de mi frustración o mi fastidio.

Había una vez en un pueblo un peluquero que era famoso por su mal humor, su actitud
agria y su pesimismo eran antológicos. Pero como era la única peluquería, todos en el
pueblo eran sus clientes.

Un día uno de ellos le contaba ilusionado que se iba de vacaciones.

- ¿A Italia? - preguntó el hombre dando un corte profundo en el pelo del cliente - ¿Para
qué va a ir a Italia? Todo viejo y lleno de polvo... y la gente... los del centro son
antipáticos, los del norte son fríos como pescados y los del sur... mejor ni hablar de los
del sur.

- Bueno en realidad, lo cierto es que voy especialmente a Roma...

- ¿A Roma?... ¿cómo se le ocurre?... En Roma todo es complicado, nadie le presta


atención, todo es una reliquia y no puede tocar nada, mirar nada, caminar por ningún
lado...

- Es que me hace mucha ilusión ir al Vaticano, a ver al Papa antes de que...

- ¿Ver al Papa? - contraatacó el peluquero - ¿usted sabe lo que es la plaza de San


Pedro?

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Cientos de miles de personas apiñadas mirando un edificio vetusto. De repente se abre
una ventana y alguien le dice que ese puntito blanco que ni siquiera se ve, es el Papa...
Por favor... viajar hasta allí para esa estupidez... qué tontería!!...

Tres meses después el cliente vuelve al sillón del barbero.

Este le pregunta sarcástico:

- ¿Y? ¿Qué tal?

El hombre bajando la cabeza le dice:

- La verdad es que de muchas maneras usted tenía razón… aunque con El Papa...

- ¿Qué?... un puntito blanco en una ventana...

- Sí, claro. Pero paso algo increíble en la plaza. De pronto vemos que el Santo Padre
desde la ventana, parece señalar a la multitud. Qué le cuento que, para sorpresa de
todos, decide ese día, caminar entre la gente. Se imagina la emoción, verlo de cerca.
Tanto más cuando sale y me doy cuenta que camina hacia el lugar de la plaza donde
estoy yo...

- ¡No me diga!.. - dice el peluquero, con una mueca de fastidio.

- Si… Y eso no es todo... - sigue el cliente emocionado - imagínese mi sorpresa cuando


veo que el Papa, en persona, se detiene frente a mí...

- ¿Y? - pregunta el barbero…

- Lógicamente yo me arrodillé… Fue entonces cuando el Santo Padre me acarició la


cabeza y me dijo algo que nunca olvidaré…

- ¿Qué le dijo el Papa? - preguntó el peluquero

Me dijo...

- ¿Quién es el animal que te corta el pelo?

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Una palabra por día: LIBERTAD

A veces, después de una semana gloriosa y significativa, Marta se ponía "filosófica"


como ella misma llamaba a esos estados reflexivos, que la conectaban con el sentido de
las cosas y sus grandes dudas existenciales. Esta vez le había dado por cuestionarse su
vida como un todo. Ella estaba contenta (de a ratos más y de a ratos menos) con lo que
hacía, como vivía y con quien lo compartía, pero estas circunstancias ¿habían sido
genuinamente elegidas por ella? O por el contrario ella solo se había adaptado más o
menos inteligentemente a los hechos y los condicionamientos que la sociedad le había
cargado. Marta no recordaba haber elegido con convicción vivir en ese barrio, ni en esa
ciudad, ni en ese país y si bien era verdad que lo elegiría hoy, eso no cambiaba el hecho
de que esta no fue originalmente una decisión suya. Otro tanto había sucedido con su
trabajo, con su carrera y hasta con el devenir de alguna de sus parejas. Esta mañana
como algunas antes, Marta sentía que en gran medida ella y casi todos los demás vivían
"con el piloto automático" conectado.

Estos tiempos de reflexión eran agotadores, pero Marta sabía que no podía ni quería
hacer nada para evitarlos, porque siempre terminaban dejando tras de sí cosas ya
resueltas a las que no era necesario volver, por lo menos por un tiempo.

Desde hacía años la búsqueda de estímulos y de nuevos disparadores para su tarea


intelectual siempre incluía al espacio virtual de Internet; cuanto más ahora que existía
en su carpeta de favoritos el sitio de www.palabrasalacarta.com.

Marta sabía muy bien por donde iba su búsqueda

LIBERTAD

Si el primer paso del camino de la autodependencia es conocerse y aceptarse tal como


uno es y el segundo es quererse y valorarse adecuadamente, el tercero y definitivo es
concederse la libertad.

No estamos hablando del concepto infantil de la libertad como "poder hacer lo que a
cada quien se le antoje" porque eso define la omnipotencia no la libertad (Me parece
que a veces nos gusta confundir estos dos conceptos para poder justificar ante nosotros
mismos nuestro "miedo a la libertad" como maravillosamente lo definía Fromm).

Lo cierto es que la libertad, por lo menos tal como la entendemos aquí, es una
posibilidad real y deseable.

Esta libertad "tangible" de la que hablo consiste nada más (y nada menos) que en
nuestra capacidad de elegir dentro de lo posible. Que quede claro: dentro de lo posible.

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Esta libertad incluye la honestidad de no caratular como imposible lo que fácticamente
no lo es y también el coraje de aceptar que alguna elección podría ser posible aunque yo
me niegue a optar por ella, por mis principios, mis temores o mis condicionamientos.

Una libertad que nadie me puede dar si yo no me la concedo. Una libertad que empieza
por los mínimos derechos que me corresponden por el solo hecho de ser persona y que
para Virginia Satir son cinco.

— La libertad de estar donde estoy y no donde otros creen que yo debería estar.

— La libertad de pensar lo que pienso y decirlo si me apetece o callarlo si no.

— La libertad de sentir lo que siento y no lo que a otros les parecería más apropiado que
yo sienta en estas circunstancias.

— La libertad de correr los riesgos que yo decida asumiendo plena responsabilidad sobre
las consecuencias de mis elecciones.

. La libertad de salir a buscar lo que necesito en lugar de esperar que alguien lo adivine
y me lo conceda

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Una palabra por día: CRITICA

Nadie podría estar en desacuerdo con defender las libertades individuales, y aunque
Marta no desconocía el doble discurso liberador-esclavizante de las sociedades
consumistas, la preocupaban las otras limitaciones de las libertades personales, aquellas
que no eran legisladas por jueces ni perseguidas por la policía. Acciones que no se
castigaban con multas o cárceles sino simplemente con el desprecio crítico de los demás
o con el propio auto-reproche.

Nuestra madre anciana, ya no puede vivir sola, nosotros no podemos vivir con ella
porque tenemos nuestra propia familia, ni podemos llevarla a nuestra casa por falta de
espacio y, entonces, decidimos ingresarla en un geriátrico, en contra de su voluntad.
Aunque el lugar sea óptimo, aunque la atención sea inmejorable y la vayamos a ver
todos los días, igualmente muchas veces, nos sentimos culpables o acusados por la
mirada de nuestros amigos o vecinos. No ha habido error, ni descuido, pero la culpa
aparece.

Marta se dio cuenta de que se trataba de un miedo más que también le visitaba con
demasiada frecuencia. Un miedo especial, se dijo, pero miedo al fin.

Escribió en palabrasalacarta.com:

TEMOR A LA CRÍTICA

…Como siempre, cualquier miedo es la expresión de un imaginario.

Para la mente da igual si la acusación del otro respecto de mi actitud es real o


fantaseada.

Nuestro temor solo necesita que aparezca alguno de estos componentes, y todos ellos
son internos:

— Sobrevaloración del poder del otro de hacernos daño y/o menosprecio de nuestros
argumentos o nuestra capacidad de defendernos.

— Identificación con su desprecio; imaginamos que el otro siente lo que sentiríamos


nosotros si estuviéramos en su situación. (Nos sentimos acusados por su dedo porque
sin duda le acusaríamos si se cambiaran los papeles).

— Frustración de nuestra enfermiza necesidad de valoración, de reconocimiento o de


aprobación.

El famoso Conde Lucanor cuenta la historia de un anciano que regresa del mercado con
su joven nieto llevando su mula cargada con la compra.

A poco de andar dos hombres pasan a su lado y uno comenta con el otro:

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- Qué idiotas esos dos, van caminando en lugar de turnarse para montar la mula.

El joven le hizo notar al abuelo el comentario y diciendo que les asistía razón, montó en
las ancas del animal.

Otros dos hombres pasaron a su lado. Uno dijo:

- Habrase visto, el viejo caminando a sus años y el otro con toda su juventud sentado
en la mula.

El joven le dijo al abuelo que los hombres tenían razón y le invitó a cambiar lugares.

Un carruaje se cruzó con el grupo y desde el pescante uno le gritó al anciano:

- No le da vergüenza, aprovecharse así de su nieto. Usted de lo más cómodo allí sentado


y el pobre muchachito caminando como un esclavo.

El joven por tercera vez pensó que los hombres tenían razón y le sugirió al abuelo que
los dos montaran la mula. Y lo hicieron.

No pasó mucho tiempo antes de que escucharan a los granjeros al costado del camino
diciendo:

- ¡Salvajes! Pobre animal. No era suficiente con cargarlo con la compra…

Ahora fue el abuelo el que habló y le dijo al nieto:

- Ojalá aprendas esto que hoy la vida te ha mostrado. Es imposible conformar a todos.
Hagas lo que hagas siempre habrá quienes te critiquen.

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Una palabra por día: CULPA

Marta conocía por experiencia propia cómo se siente la culpa. Pero muchas veces se
había preguntado que era esa sensación ¿Un reflejo condicionado por la educación? ¿Un
pensamiento? ¿Un sentimiento?

Todo parecía indicar que no era un verdadero sentimiento, sino una respuesta
condicionada educativamente. Un subproducto antinatural inventado por nosotros y los
que nos precedieron.

Pero por qué la educación es tan culpógena. Quizás si no sintiéramos culpa seríamos
todos psicópatas, autoritarios, criminales antisociales. Quizás la culpa es una especie de
bozal para evitar que nos mordamos los unos a los otros.

En todo caso, ella estaba segura de que no era la culpa la que la frenaba para cometer
un asesinato o lastimar al prójimo. Parecía que si la metáfora del bozal era acertada, la
culpa resulta ser un bozal que le ponen solamente a los perros que no muerden.

Marta entró en su casa y fue directo a su ordenador. Esta vez tecleó solo cinco letras

CULPA

… Seguramente junto a su hermano de nacimiento: el miedo, la culpa es el símbolo


emblemático de la neurosis. Creo que la culpa no tiene nada elogiable y no ha
beneficiado a la humanidad en nada. Más bien ha dañado mucho a muchos individuos y
con ello ha producido enormes pérdidas desde el punto de vista social.

Si decidiéramos crear una nueva sociedad y partiéramos del preconcepto de un hombre


esencialmente malo, dañino, cruel y destructivo, tendremos que crear los mecanismos
para controlarlo (la represión y el castigo) y también por supuesto los mecanismos para
que se autocensure (la culpa).

Pero si partiéramos de la idea de un ser humano esencialmente noble, generoso,


amoroso, solidario y creativo, entonces no habría ninguna necesidad de inculcar la culpa
ni educar represivamente.

Pues bien, está claro desde que concepto del mundo y de la humanidad, ha partido
nuestra cultura y está claro también que partiendo de allí, la culpa sólo puede servir
para conflictuarnos, volvernos más neuróticos y por tanto menos auténticos.

La secuencia del camino de la culpa es ésta:

Hago (o dejo de hacer) algo que daña (o imagino que daña) a otro o a otros (porque a
mí me hubiera dañado).

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Me hago cargo de haber defraudado al que esperaba otra cosa de mí (o imagino que él
esperaba, porque en su lugar yo esperaría otra cosa de él).

Me juzgo sin piedad (como juzgaría a otros en mi situación) y me encuentro culpable del
daño producido porque podría haberlo evitado (o me imagino que debería ser capaz de
haberlo evitado).

Me condeno a cargar con mi propio desprecio (como te condenaría a ti en una situación


equivalente).

En la medida en que cada uno de nosotros empiece a revisar sus propias exigencias,
dejará de colocar la crítica y la acusación en el afuera, aprenderá a encontrarse
responsable y no culpable y aceptará que no somos infalibles y en nuestros errores a
veces lastimamos a los otros. Conquistará pues la posibilidad de perdonar y de
perdonarse.

Ese será el primer paso. El segundo será dejar de compadecernos del sufrimiento de los
"pobres" llorosos que aparentemente llevan sobre sus hombros la eterna tortura de la
culpa y del miedo a ser juzgados. Debemos aprender que demasiadas veces, detrás de
muchos de ellos se esconde un autoritario, exigente y omnipotente proyectando su dedo
acusador en el afuera.

La culpa no es necesaria y se puede vivir sin ella.

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Una palabra por día: AMISTADES

A veces a Marta le parecía que el mensaje de palabrasalacarta.com era demasiado


contundente. Pensaba que también existen los martirizados por una educación
culpógena, educados por padres incompetentes o gravemente enfermos. Lo que los
textos decían era verdad, pero no era toda ni la única verdad, cuando mucho, era el
reflejo de una pequeña porción de ella.

Ciertamente ella respetaba las ideas ajenas, pero como todos le gustaba pensar en los
demás como compañeros de ruta. Hombres y mujeres a los cuales uno elige o no, para
caminar hacia el futuro.

Marta recordó aquella anacrónica recomendación de su madre, de la que tanto se


burlaba con sus hermanos. Todo se trataba de tener cuidado con las Malas Compañías.

En un arranque de positivismo abrió ese día el buscador y anotó

BUENAS COMPAÑÍAS

…Quizás parezca demasiado infantil pensar que siempre existirán aquellos con quienes
acompañarse. Tal vez suene ridículamente optimista. Pero en fin, cada uno es lo que es
y debe convivir con ello.

Es cierto que queda mucho por hacer, pero el mundo está muy lejos del irremediable
punto caótico de no retorno. Y para probarlo bastará esta pequeña historia real que
sucedió hace pocos años.

En una escuela de niños especiales, que tenían en común padecer de síndrome de Down
se organizó en primavera una jornada Olímpica. Todos los alumnos participaban en
alguna competencia y muchos de ellos, en varias.

El fin de la fiesta era en la pista central de la escuela, donde se correría, delante de


padres e invitados, la competencia de los cien metros llanos.

El profesor de educación física había reunido unos minutos antes a los diez corredores,
que tenían entre 8 y 12 años de edad, y con buen criterio educativo les había dicho:

- Jóvenes a pesar de ser una carrera, lo importante es que cada uno de ustedes dé lo
mejor de sí. No es importante quien gane finalmente, lo que verdaderamente importa es
que todos lleguen a la meta. ¿Comprendieron?

- Sí, señor - contestaron los niños y las niñas a coro.

Con gran entusiasmo y ante el griterío de familiares, compañeros y maestros, los


corredores se alinearon en la partida. Y tras el clásico ¿preparados?... ¿listos?, el
profesor de gimnasia disparó una bala de fogueo al cielo.

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Los diez empezaron a correr y desde los primeros metros dos de ellos se separaron del
resto liderando la búsqueda de la meta.

De repente la niña que corría en penúltimo lugar tropezó y cayó.

El raspón en las rodillas fue menor que el susto, pero la niña lloraba por ambas cosas.

El muchachito que venía detrás se detuvo a auxiliarla. Se arrodilló a su lado y le besó


las rodillas lastimadas.

El público se fue tranquilizando al ver que nada grave había pasado.

Sin embargo, algo fantástico sucedió. Los otros niños, todos ellos, giraron sus cabezas y
al ver a sus compañeros detenidos en el suelo volvieron sus pasos atrás.

Al juntarse consolaron a la jovencita que cambio su llanto en una risa cuando entre
todos tomaron la decisión:

Recordaron que el maestro les había dicho que lo importante no era quien llegara
primero, sino que todos terminaran la carrera, así que entre los 9 alzaron en el aire a la
niña y la cargaron en andas rompiendo la cinta de llegada todos a la vez.

Puede que sea intimidatorio darse cuenta de todo lo que tenemos que aprender; pero
hay también algunas noticias alentadoras, por suerte tenemos de quien aprender.

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Una palabra por día: CELOS

La capacidad de amar y de renuncia de algunas personas no dejaba de sorprenderla.


Marta sabía que ella no era "tan buena" como muchos de sus amigos y sobre todo como
su pareja. De hecho le molestaba hasta ideológicamente pensar en renunciar a algo que
quería hacer, "por otro". Nunca había tenido esa vocación de sacrificio de la cual su
madre tan orgullosa se sentía y que en su familia era condición inexcusable para parir
hijos (quizás por esa razón, ella no los tenía). Sin embargo lo que había traído el tema a
su cabeza no era una decisión tan trascendente. Sus compañeros de oficina de su
trabajo anterior habían decidido reunirse una noche, para charlar y verse las caras. Era
un grupo humano fantástico y Marta los quería mucho a todos. El tema se complicó
cuando Rafa, su actual pareja, la invitó a tomar un café y con expresión de pocos
amigos le pidió específicamente que no fuera a esa reunión. Ella sabía la razón, entre la
gente invitada estaba Antonio, un muchacho con el que había tenido un fugaz encuentro
amoroso. Rafa lo sabía porque ella en su momento se había contado y ahora estaba
haciendo un ataque de celos. ¿Debería ella renunciar a aquella invitación, que por otra
parte no era tan importante, para complacer a Rafa? ¿O sería claramente más sano
ayudar a que él entienda lo absurdo de sus celos y soportar el riesgo de un enojo o lo
desagradable de hacer doler a quien uno ama?

Los celos eran ciertamente una complicación dentro de las relaciones de pareja. Ella no
era demasiado celosa, pero recordaba con claridad algún, a la distancia ridículo, reclamo
de su parte en algunos momentos de sus parejas, incluso con Rafa.

Marta pensó en consultar palabrasalacarta.com junto con él, pero lo descartó. Ya había
decidido que esta experiencia de Internet era propia y quería agotarla como había
empezado.

Así que al llegar a la casa se sentó sola frente al ordenador y allí escribió

CELOS

Los celos son siempre la expresión de un problema del celoso y nunca una expresión de
su amor o su interés. Sean la manifestación de un deseo de ser el elegido o la elegida, o
la materialización de sus inseguridades o la primera señal de su deseo de poseerme
como si fuera una propiedad, los celos no construyen, amenazan.

Cientos de parejas juegan con los celos, como manera de expresar deseo, sin llegar a
hacer de eso un problema. Habrá que tener cuidado cuando uno juega con cosas
peligrosas.

En la India hay un hongo de colores muy vivos y aspecto apetitoso que a pesar de ser
venenoso se utiliza como condimento. Lo usan solamente los cocineros de mucha
experiencia porque ese polvito anaranjado entraña grandes peligros si se lo emplea sin

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cautela. Una pequeñísima cantidad incorporada a la comida, consigue darle a ésta un
sabor excepcional y muy especial. De hecho nada puede igualar la particularidad de su
influencia. Sin embargo apenas un poquito demás, hace que la comida se vuelva tóxica
y se arruine su aroma y su sabor. Un poco más, aun, el equivalente de una cucharada
de café, puede transformar el plato más saludable en un veneno mortal.

Así son los celos. Una pequeñísima cantidad, administrada con absoluta conciencia,
puede darle a la relación un sabor y un aroma maravillosos. Un poco más, puede volver
tóxica a las relaciones y lastimar lo que quieres cuidar. Y un descuido en su
administración puede envenenar hasta la muerte a la mejor relación amorosa, sea una
pareja, una amistad o cualquier otro vínculo.

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Una palabra por día: RENUNCIAS

Marta entendía lo patológico de los celos pero hay momentos en los que razonablemente
nos planteamos ¿Qué me cuesta renunciar a esto, es un tema tan poco importante, y
para él parece tan fundamental?... ¿Para qué hacer de esto una cuestión, no vale la
pena? No vale LA "PENA".

Marta quería más, así que en su ordenador buscó

PEQUEÑOS SACRIFICIOS

…Queremos convencernos de que la lucha por la libertad es la batalla de las grandes


cosas y no de las minucias. Y sin embargo, habrá que temerle a estas "pequeñas"
renuncias, cuando no son elegidas con nuestro corazón, con conciencia y con
responsabilidad. Si así no fuera....

El pueblo de Hamelín, con el fresco recuerdo de la catástrofe dejada atrás por cierto
flautista, decidió contratar para librarse de una manada de jabalíes que asolaba las
afueras del pueblo, a un extraño personaje que prometía por un precio muy razonable
atrapar a las peligrosas bestias y entregarlas vivas y sin dañar su piel.

Nadie creía que tal hazaña fuera posible, dado que un jabalí es siempre un animal
peligroso y agresivo pero cuando a las dos semanas lo vieron entrar en el pueblo con
diez jabalíes encerrados en un jaulón de madera y sin daño físico, tuvieron que aceptar
que lo habían menospreciado. El pacífico hombre recibió el dinero pactado y se
comprometió a regresar con más animales.

Un joven del pueblo intrigado por el mecanismo utilizado para atrapar a los peligrosos
cerdos, se dedicó a seguir y espiar al misterioso cazador. Así fue como se enteró de su
método.

El primer día el hombre salió de su casa llevando una bolsa con mazorcas de maíz y una
estaca. En el valle clavó la madera en la tierra y a su lado dejó varias mazorcas antes de
irse. El joven permaneció escondido y vio como al poco tiempo algunos jabalíes se
acercaban venteando el olor humano y con cautela, viendo que no había peligro se
comían las mazorcas.

Al día siguiente el cazador puso otra estaca y abandonó más mazorcas entre ambas,
para regocijo de los jabalíes.

Al tercer día trajo un tablón que clavó uniendo ambas estacas y dejando a su lado las
consabidas mazorcas.

A partir de allí cada día el hombre clavaba una estaca o ponía un tablón, formando de a
poco un pequeño círculo en cuyo centro siempre dejaba maíz fresco para los animales.

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El décimo día casi cerró el círculo y después de dejar dos bolsas llenas de mazorcas en
el centro se quedó escondido aguardando. No pasó mucho tiempo antes de que 12
confiados jabalíes entraran en el improvisado corral a comer, sin siquiera notar que el
cazador colocaba un último tablón con el que los encerró a todos.

La libertad es tan importante como para no renunciar a ella ni siquiera por un momento.
Tan trascendente que para algunos pensadores es lo que define nuestra esencia
humana. Solamente aceptando que rara vez hay una sola opción, aceptaremos que casi
siempre debemos elegir. Así encararemos nuestra vida con absoluto protagonismo y con
responsabilidad sobre todo lo que nos ocurre y entenderemos los hechos de nuestra
vida como una consecuencia deseada o indeseable de alguna o varias de nuestras
decisiones.

Es el derecho que me doy de elegir una u otra respuesta sumado a aquellas libertades
de Virginia Satir lo que me hace definitivamente libre o me mantiene esclavo.
Seguramente por eso el gran Octavio Paz decía que la libertad es simplemente la
diferencia entre dos monosílabos: SI y NO.

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Una palabra por día: ENVIDIA

Ella siempre había llamado celos a la envidia, pero ahora se daba cuenta de que si bien
tenían puntos en común, definían cosas diferentes. Para no depender de
palabrasalacarta.com buscó envidia en el diccionario y allí se enteró del origen del
vocablo (literalmente provenía de "en vista de") y simplificando definía "el deseo de
poseer lo que otros tenían". Lo que tenían en común era que ambas junto al odio, el
rencor, y el deseo de venganza, constituían un grupo de emociones a las que
últimamente ella también llamaba tóxicas. Sentimientos y vivencias que siempre dañan
más a quien las siente que a aquellos a quienes tienen como destinatarios.

La envidia seguramente por ser la más cotidiana había terminado siendo comprendida y
aceptada con una irritante naturalidad.

Marta escribió en recuadro una sola palabra

ENVIDIA

Es difícil pensar en los sentimientos verdaderos como perjudiciales. Nuestras emociones


forman parte de nuestra vida y no sería muy bueno renunciar a ninguna de nuestras
capacidades. Lo "malo" por llamarlo de alguna forma, no son los sentimientos, sino en
todo caso lo que yo decido hacer con ellos.

De hecho, a pesar de ser dueños inequívocos de cada uno de nuestros sentimientos y


pasiones porque de alguna manera nos pertenecen y nos definen; no podemos ser del
todo responsables de lo que sentimos porque nuestro aspecto emocional no está bajo
nuestro control. Sin embargo somos absoluta y totalmente responsables de cómo
actuamos a partir de ellos.

Si tomamos por caso la envidia nos encontramos con un sentimiento despreciado y


criticado en algunos ámbitos, disimulado y escondido en otros, casi avalado en algunos
en los que se habla de "la envidia sana". Una vez más la misma emoción puede ser
usada como excusa para justificar la intención de dañar al prójimo o para ser el
disparador que me anime a trabajar por algo mejor.

Puedo envidiar diciendo "si yo no tengo que tú no tengas", pero también puedo pensar
"si tú pudiste, yo también puedo". Otra vez, como en el egoísmo, la maldad no está en
lo que se siente, sino en la calidad de las personas.

En el barrio de casas bajas y pobres apareció Antonio con un imponente automóvil rojo,
fabricado en Alemania, convertible y con señales claras de costar muchísimo dinero. El
pequeño Pepe, que tenía 12 años y que conocía a Antonio de toda su vida, le preguntó
como había conseguido semejante "joya".

- Me lo regaló mi hermano - contó el muchacho.

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- ¿Tanto dinero tiene tu hermano?

- No - siguió Antonio -, lo que pasa es que choqué con mi viejo auto, y él que sabe que
yo adoro los autos, pidió un préstamo y me compró éste. ¿Quieres dar una vuelta?

- Me encantaría - admitió Pepe.

El muchacho le abrió la puerta al niño y haciendo sonar un poco los neumáticos,


arrancaron a un paseo que duró algo casi media hora.

Cuando el auto se detuvo Pepe estaba deslumbrado. Nunca había subido a un auto tan
lujoso, tan cómodo, con tantos relojes y con un tapizado tan suave…

- ¿Y te lo regaló tu hermano, pidiendo un préstamo? - preguntó, como para confirmar.

- Sí - respondió Antonio -, le llevará casi 5 años terminar de pagarlo.

- Qué envidia - dijo Pepe -, cómo me gustaría….cuando sea grande…

- Te gustaría tener un hermano que te regale un auto así - dijo Antonio poniendo en
palabras lo que parecía obvio.

- No - dijo el pequeño Pepe - me gustaría, cuando sea grande… llegar a ser como tu
hermano.

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Una palabra por día: FURIA

Cuánto le molestaba a Marta encontrarse frente a dificultades, más que imprevistas,


impredecibles. Buscar la carta que acababa de escribir y no encontrarla, revolver la casa
buscando el libro que contiene el dato necesario, encontrar atasco de tránsito el día que
más temprano debe llegar a su trabajo, que se borre de la pantalla irreversiblemente y
porque sí, el documento en el que estuvo trabajando toda la mañana…

Eso acababa de pasarle. Algo debió hacer sin darse cuenta, pero no acertaba a adivinar
qué. Dos carillas y media escritas en inglés, con el esfuerzo de un titán, esfumadas en el
aire sin dejar rastro.

En lugar de llorar o patalear en un berrinche decidió entrar en la página de palabras… y


escribió

FURIA E IMPOTENCIA

…Marta Morris una escribana nacida en Costa Rica, vivía en una casa en las afueras de
Nueva York. Ella había sido elegida para elaborar y fiscalizar la firma de un contrato
muy importante entre dos enormes empresas. Había trabajado durante semanas
puliendo ese contrato para que todo llegara a buen término.

El lunes pactado para la firma, ella despidió a sus hijos y a su esposo, tomó su maletín y
salió, cerrando la puerta detrás de sí.

Apenas bajar la escalera de la entrada, notó que había olvidado el maletín con el
contrato dentro de la casa… Cuando volvía a buscarlo recordó que las llaves de la puerta
también estaban dentro del maletín.

Desesperada por lo que representaría para su futuro profesional no firmar el contrato


ese día, empezó a empujar la puerta para ver si conseguía abrirla.

Intentó hacer palanca con una rama, miró buscando una ventana olvidada abierta, quiso
girar la cerradura con una horquilla... pero no tuvo éxito.

Marta cuenta que empezó a gritar de furia. Tanto que el cartero que traía la
correspondencia se detuvo a preguntarle qué le pasaba. Marta Morris le contó toda la
historia y el hombre conmovido intentó ayudarla, pero la puerta no cedía.

- ¿Nadie tiene otra llave?- preguntó el hombre del correo.

- Sí, mi vecino -contestó Marta-, pero tuvo la mala idea de irse el fin de semana afuera.

Genuinamente apenado el cartero dijo que lo lamentaba, dejó sus cartas y se fue.

Marta volvió todavía a patear la puerta, pero no pudo abrirla.

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Después se sentó en el primer escalón de la entrada llorando desconsolada.

Tanto esfuerzo, tanta ilusión, tanto trabajo, para nada.

De reojo miró la correspondencia y vio una estampilla de Australia, donde vivía su


hermana Nancy. Quizás para huir de su angustia Marta abrió la carta y leyó:

Querida hermana, te escribo esta carta para contarte lo bien que me sentí estas dos
semanas que pasé con tu familia... y también para pedirte disculpas. Resulta que el
jueves anterior a mi partida llegué muy temprano a la casa y como no había nadie me
animé a pedirle la llave de tu casa a tu vecino. Con la emoción de la despedida me
olvidé de devolvértela. Dentro del sobre te envío la llave que me traje, ojalá no te haya
ocasionado problemas mi descuido... Nancy

Quizá podamos aprender algo de esta historia. Quizás que terminar de llorar lo que no
fue y dejar de patear nuestro enojo nos deje más a las puertas de donde queremos
estar. Quizás que sea la serenidad y no la desesperación la que nos acerque
verdaderamente a encontrar la llave o aunque más no sea nos permita buscarla más
inteligentemente.

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Una palabra por día: SENTIDO COMÚN

Qué difícil era encontrar el punto justo de cada respuesta. Cuándo apurarse, cuándo
esperar, cuándo esperar pacientemente y cuándo asumir el protagonismo que
demandan las urgencias. ¿Cómo hacer para conquistar la sabiduría imprescindible para
adecuar la respuesta a lo que la circunstancia impone y nuestra esencia demanda?

El problema era tan difícil que Marta ni siquiera podía encontrar la palabra de ese día.
Finalmente optó por anotar

RESPUESTA JUSTA

Parece que el desafío de todos aquellos a los que nos importa que nuestra respuesta sea
congruente, es poder sumar con precisión en cada conducta, lo que somos, pensamos y
sentimos a la realidad de lo que sucede a nuestro alrededor.

Para hacerlo es importante poder diferenciar lo que hay de lo que deseamos que haya y
separar los hechos de la interpretación que hacemos de los mismos. Una vieja anécdota
cuenta el caso de dos jóvenes que vienen a gran velocidad por una carretera y a
seiscientos metros de entrar en una curva, ven un automóvil que sale de la misma
haciendo peligrosos zigzag entre una vía y la otra. El automóvil parece recuperar el
control y baja la velocidad. Al pasar a su lado los hombres ven que es una mujer la que
conduce y entonces le hacen gestos obscenos y le gritan insultos relacionados a su
género. La mujer baja la ventanilla y al paso del auto de los jóvenes les grita: ¡CERDOS!

Ante lo cual y sin bajar la velocidad los muchachos gritan ¡VACA! Y entran en la curva a
toda velocidad, chocando de frente con un grupo de cerdos que cruzaban
descontroladamente la ruta.

Descartar los prejuicios y tener una mentalidad abierta.

- Maestro - preguntó el hombre - quiero aprender de tu sabiduría. Quiero poder tomar la


decisión adecuada en cada momento. ¿Qué debo hacer? ¿Por dónde empezar?

En lugar de contestar, el sabio le formula una pregunta

- De una chimenea salen dos hombres. Uno con la cara tiznada y el otro con la cara
limpia, ¿cuál de los dos se lava la cara?

- Es evidente -dice el hombre- se lava la cara el que la tiene sucia.

El sabio contesta:

- No siempre lo evidente acerca la actitud adecuada. Ve a casa y piensa.

El hombre se va y regresa a los quince días para decirle al sabio:

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- ¡Qué estúpido fui! El que se lava es el que tiene la cara limpia. Porque al ver que el
otro tiene la cara sucia piensa que él mismo la tiene sucia y se lava. En cambio, el que
tiene la cara sucia ve al otro con la cara limpia y piensa que la de él también debe estar
limpia y por eso no se lava.

- Muy bien -agrega el sabio- aunque no siempre la inteligencia y la lógica pueden darte
una evaluación sensata de una situación. Sigue pensando.

El hombre regresa a su casa a pensar. Y pasados quince días vuelve:

- ¡Ya sé, maestro! Los dos se lavan la cara. El que tiene la cara limpia, al ver que el otro
la tiene sucia, cree que la suya está sucia y se lava, y el que la tiene sucia, al ver que el
otro se lava la cara después de verlo, comprende y también se lava la cara.

El sabio hace una pausa y luego añade:

- No siempre la analogía y la similitud te servirán para llegar a la evaluación correcta.

- No entiendo -dice el hombre -. ¿Y entonces?

El sabio lo mira atentamente y le dice:

- ¿Cómo puede ser que dos hombres bajen por una chimenea, uno salga con la cara
sucia y el otro con la cara limpia? Para comprender la realidad debes usar antes de
analizar, el sentido común.

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Una palabra por día: DESAMOR

Esa mañana su jefe volvió a llamarla a su despacho. Desde aquella discusión por el
tema del cadete y su disculpa posterior, no habían vuelto a hablar más que lo necesario
para cumplir la tarea. Marta no se había quedado resentida, simplemente no había
sentido ninguna necesidad de acercarse demasiado. Apenas entrar lo vio desencajado.

Ella le preguntó si le pasaba algo y él lacónicamente contestó:

- Estoy viendo a un terapeuta.

Marta se rió, para obligarlo a sonreír con ella

- Ese no es motivo para estar de duelo - dijo.

- Pues eso es lo que te quería preguntar, tú has estado en terapia durante años. Yo he
ido solo una vez y me siento fatal. Hace dos noches que no duermo y no hago otra cosa
que revisar las cosas que dije en esos 45 minutos.

- Es normal - había dicho Marta, con la actitud de una experta - luego se te pasará. ¿De
qué hablaste?

- De mi padre - dijo en un timbre casi inaudible.

- Ahh - dijo Marta.

Y sin mediar nada más, le contó con demasiados detalles, las atrocidades que había
pasado en su infancia.

Marta llegó a su casa preguntándose porqué tenían hijos aquellos que en realidad no
querían ocuparse verdaderamente de ellos. Pero mientras terminaba de ducharse un
pensamiento más desagradable se le coló sin quererlo. ¿Qué consecuencias pagarían los
hijos de su jefe, por las actitudes del abuelo sobre su padre?

Abrió la página de todos los días y escribió:

APRENDER EL DESAMOR

… Esta historia se conoce como conflicto de tres generaciones.

Cuenta de un anciano internado en un geriátrico, su hijo, importante funcionario de una


empresa multinacional y su nieto, adorable muchacho que ama a su abuelo.

Un día el joven pasa por la oficina de su padre.

La secretaria le anuncia y lo hace pasar.

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- ¿Qué necesitas? - le pregunta de un modo muy hostil - ¿otra vez te metiste en
problemas? Porque si estás aquí…

- Yo no necesito nada - contesta el joven - ya te dije que no pensaba pedirte nada más
si lo puedo evitar. El tema es el abuelo.

- ¿Qué pasa con tu abuelo? Él debe estar bien porque si no, me hubieran avisado…

- Te llamaron tres veces del geriátrico, pero no reciben respuesta. Les dicen que estás
ocupado.

- Y es la verdad… Será alguna tontería. Le diré a mi secretaria que llame.

- Ya averigüé yo - dice el joven - el abuelo quiere que le mandes un pequeño calefactor,


para su cuarto.

- ¿Calefactor? - contesta el hombre a los gritos - ¿Calefactor? Con el calor que hace, por
favor.

- Yo estuve ahí papá… el lugar es bastante fresco y él pasa demasiado tiempo quieto. De
todas maneras es el abuelo quien lo pide.

- Mira, yo no trabajo como trabajo para tirar el dinero - dice el padre -, si quiere un
calefactor que se lo den en el geriátrico y si no te satisface mi respuesta, cómprale una
manta con tu mensualidad.

El joven sale de la oficina sin decir una palabra. Esa noche cuando el padre llega a la
casa, ve al muchacho tendido en la sala con una manta extendida sobre la alfombra.
Para su sorpresa está cortándola al medio.

- Esa no será la manta que compraste para tu abuelo - le dice.

- Sí - contesta el joven sin mirarlo.

- ¿Y por qué la cortas al medio?

- Anticipación - contesta el joven - Una mitad es para él y la otra para ti, cuando tengas
su edad.

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Una palabra por día: MOTIVACIÓN

Marta se dio cuenta de que contando este, faltaban apenas tres días para terminar el
mes. Con él se acabaría la suscripción de la página. Para estas alturas los cerebros
ideadores del servicio www.palabrasalacarta.com ya deberían haber mandado un
formulario, ofreciendo el pago para continuar, o al menos incluido en el mismo portal
una dirección de mail; pero nada de eso había pasado. Aunque ella deseara pagar para
seguir teniendo acceso intuía que dentro de pocas horas la conexión desaparecería, tal y
como empezó.

Entro una vez más en el portal de bienvenida y escribió otra vez una pregunta:

¿PORQUÉ HACES ESTO?

…En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el
viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras.

Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos


y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

- ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.

- Contigo -contestó Eliahu sin dejar su tarea.

- ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?

- Siembro -contestó el viejo.

- ¿Que siembras aquí, Eliahu?

- Dátiles -respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.

- ¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor
estupidez comprensivamente-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven,
deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.

- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...

- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?

- No sé...sesenta, setenta, ochenta, no sé...lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?

- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de
ser palmeras adultas durante muchos años llegan a estar en condiciones de dar frutos.
Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú

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sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y
ven conmigo.

- Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con cosechar
de su siembra. Voy a sembrar aunque sea para que otros puedan comer mañana los
dátiles que hoy planto... Y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la
pena terminar mi tarea.

- Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas
esta enseñanza que hoy me diste -y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo
una bolsa de cuero, llena de tintineantes monedas.

- Te agradezco tus monedas, amigo. Los designios de Alá son insondables. Tú me


pronosticabas con buen criterio que no llegaría a cosechar lo que sembraba fíjate….
todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un
amigo.

- Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y
es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección
con otra bolsa de monedas.

- Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de
monedas- sembraba pensando en no cosechar y antes de terminar de sembrar ya
coseché no sólo una, sino dos veces.

Hakim le tapó la boca y dijo:

- Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que
no me alcance toda mi fortuna para pagarte.

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Una palabra por día: TRISTEZA Y FURIA

Marta estaba enojada. Siempre la irritaban las decisiones unilaterales que la incluían.
Era el anteúltimo día y ella no podía hacer nada, más que ingresar en el acceso la
palabra que mejor expresaba su emoción

FURIOSA

En un reino encantado al que los hombres y las mujeres nunca pueden llegar, o quizás
donde las mujeres y los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... En un reino
donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas... había una vez una laguna de agua
cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores y donde miles de verdes y
rojos y amarillos se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua


compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas... y desnudas las dos… entraron al agua.

La furia, de prisa (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó
rápidamente y más rápidamente aún, salió del estanque...

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que,
desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró, que resultó no ser la
suya, sino la de la tristeza...

Y así vestida de tristeza, la furia desapareció en el bosque.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está,
la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del
tiempo), con pereza y lentamente, salió del agua

Ya en la orilla se encontró con que su ropa no estaba donde ella la había dejado.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así
que, sin otra forma de ocultar su desnudez, se puso la única ropa que había junto al
estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, cuando uno se encuentra con la furia, ciega, cruel,
hiriente y enfadada… debe tomarse el tiempo de mirar bien, porque podríamos descubrir
que esta ira y enojo que vemos sea tan sólo un disfraz. Si así sucede, atención, porque
detrás del disfraz de la furia, en realidad... siempre está escondida la tristeza.

Así nos sucede a todos. Avasallados por un dolor que nos inunda o resistentes a una
impotencia inaceptable, decidimos cambiar sin ser concientes de lo que hacemos
nuestro dolor por el enojo.

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Seguramente pensamos que manejaremos mejor a éste que a aquel.

Nos enojamos con la muerte de un ser querido.

Nos ponemos furiosos con la infidelidad del ser amado.

Conectamos con la ira cuando las cosas públicas no terminan de acomodarse.


Reprochamos enojados a nuestro mejor amigo que nos tiene un poco olvidados.

Nos irritamos porque algo bueno… se termina.

Detrás de todas estas reacciones una emoción más auténtica nos invade. Nos duele, nos
apena y nos lastima: La tristeza.

Hoy proponemos dejar de escondernos para siempre detrás de nuestra furia.


Proponemos llorar en vez de gritar, si es llorar lo que quiero. Proponemos poner en
palabras lo que siente en lugar de dañar a los que quiere para tapar su dolor.
Proponemos no romper afuera para intentar ocultar lo que se ha roto adentro.

No es un camino fácil ni placentero pero es, sin lugar a dudas, el camino más corto a
nuestro desarrollo como personas y a la conquista del mayor de los desafíos, aquel que
plateamos hace hoy 30 días: animarnos a ser auténticamente quienes somos.

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Una palabra por día: SUEÑOS

Era el último día. Y hubiera querido equivocarse, pero tal como ella lo había
pronosticado, no había ninguna noticia de la continuidad del sitio.

Marta estaba desde el texto anterior más triste que enojada, aunque también debía
reconocerlo, estaba se sentía muy agradecida por todo lo recibido.

Había tratado de encontrar la última palabra, y no había llegado a ninguna conclusión.


Es cierto que volvería a escribir unas cuantas palabras y que muchas eran las que había
postergado una y otra vez, dejando que su emoción guiara sus preguntas.

Encendió el ordenador y entró muy lentamente en www.palabrasalacarta.com, como si


asistiera a un ritual funerario.

Para su sorpresa en el rectángulo del centro ya aparecía una palabra.

Marta supo que estaba de acuerdo

SUEÑOS

Todos nuestros sueños, sobre todo aquellos que tenemos sin cerrar los ojos y en medio
de nuestra vida cotidiana, son la materia prima de nuestras ilusiones y fantasías. Estas
dos compañeras fieles sirven para construir sobre ellas nuestros deseos. Un vez que
tenemos claros nuestros deseos y antes de ponernos en acción debemos transformarlos
en proyectos.

¿Qué sería de nuestra vida, si nos privaran de proyectos?

¿Qué sería de nuestros proyectos si nos priváramos de soñar?

Había una vez un gusano que vivía en un jardín y que estaba enamorado de una flor.

Cada noche el gusano soñaba que se acercaba a su amada y la besaba larga y


amorosamente. Cada mañana cuando despertaba miraba a la flor, tan alta en la punta
de su tallo.

Cansado de resignarse a soñar, el gusano decidió empeñarse en cumplir su sueño. Cada


mañana al despertar trepaba con todas sus fuerzas por el tallo de su flor. Claro, pobre
gusano, el tallo era tan largo que al hacerse la noche, exhausto sólo había recorrido una
pequeña porción de todo el recorrido.

Lo desmedido del esfuerzo nunca lo hubiera frenado. Lo peor era que durante la noche
el pobre gusanito resbalaba en el talo humedecido por el rocío y amanecía cada mañana
en el punto de partida.

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Sus amigos los escarabajos se apenaban de él y le decían:

- Olvida ya esa flor. Tú eres un gusano y vives en la tierra, ella es una belleza y vive en
los cielos. Basta ya de sacrificios inútiles.

- El gusano escuchaba y sabía que sus amigos le decían la verdad porque lo querían de
verdad. Pero él siempre contestaba:

- Ya sé que es imposible, pero si renuncio a mis sueños, ¿como podré despertar cada
mañana?

- El gusano siguió así durante semanas y semanas. Trepando de día y resbalando de


noche. Y mientras resbalaba alejándose de la flor soñaba que se acercaba a ella y la
besaba larga y amorosamente.

Una noche pasó algo maravilloso. Mientras el gusano dormía, sus sueños se volvieron
alas y el gusano se despertó mariposa. Más contento que sorprendido y más
sorprendido que contento, el enamorado voló hasta la flor y la besó… larga y
amorosamente.

Cuando Marta terminó de leer el mensaje, las letras negras se fueron desvaneciendo y
en el centro gris de la pantalla se dibujó una "i" de color azul. De los cuatro ángulos del
monitor aparecieron letras. Primero fue una "d" roja, después una "s" amarilla, luego
una "o" anaranjada y por último una "A" mayúscula verde. Las letras orbitaron
alrededor de la "i" y se acomodaron para formar la palabra

Adiós…

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