30 LA VANGUARDIA O P I N I Ó N DOMINGO, 22 ABRIL 2007

LA CELEBRACIÓN MAÑANA DE LA FIESTA DE SANT JORDI, el gran acontecimiento cívico

TEMAS anual en torno al libro y la lectura, brinda la oportunidad de reflexionar sobre una práctica
casi perdida: la lectura en voz alta, la lectura compartida. Una forma de acercarse a los textos
DE DEBATE con una tradición milenaria, pero hoy prácticamente olvidada. Aprovechamos la ocasión

Leer en voz alta

ANÁLISIS JOSÉ ANTONIO MILLÁN

Compartir
la lectura

L
eo libros a mis hijos en voz alta. Mu-
chos padres lo hacen: es una especie
de rito vespertino. Pero lo curioso
de mi caso es que es una práctica
que sigo desde hace bastantes años...
En casa comenzamos a leer cuentos a nues-
tros hijos cuando eran francamente peque-
ños. Quizás sea excesivo hablar de leer: nos
sentábamos con el niño en el regazo y un cuen-
to sin letras, de esos con colores y figuras con-
trastadas, que tanto atraen a los pequeños, y
empezábamos a contárselo: “Éste es un oso, y
...”. En realidad estábamos familiarizándolos
con un objeto, el libro, y un acto: el de hacerle
cobrar vida.
Poco a poco, casi sin darnos cuenta, ya te-
níamos libros con letras grandes, ya distin-
guían la o redonda de la i con un puntito, ya
reconocían algunas palabras, ya leían dificul-
tosamente, ya te corregían cuando te confun-
días en una palabra, ya leían de corrido, ya
devoraban los libros... Llegados a este punto,
era el momento de dejarlos solos. ¿O no?
Tenían ocho o nueve años. Habíamos pasa-
do de los ositos a las brujas, de las brujas a los

‘El Lazarillo’, ‘El Quijote’ están

escritos para la voz, hasta
tal punto que leídos en silencio
no se entienden ciertos pasajes
piratas, a los bosques de Narnia, a los trampe-
ros del Canadá. Habíamos navegado, lucha-
do, explorado pirámides juntos, bajado al cen-
tro de la Tierra... ¿Y ahora íbamos a separar-
nos? Se suponía que uno no leía a los niños
mayores, aunque... ¿por qué no? Los padres
de niños de la edad de los míos estaban dejan-
do de leerles, o quizás los hijos no querían ya
que se les leyera... JOSEP PULIDO
Y, de golpe, lo vi clarísimo. Había que se-
guir. No fue muy fácil al principio, claro: ha-
bía varios retos. El primero, la competencia LA CLAVE MANUEL GUERRERO cos que se han editado con poemas de Sal- Afortunadamente las nuevas generacio-
por el tiempo disponible. Luego, la elección vat. Entre otras cosas, hay que agradecer a nes de poetas han vuelto a la poesía oral. Ya
de las obras. Empecé a tantear con los clási- Guillermina Motta, Rafael Subirachs, Joan hace unos cuantos años que Enric Casasses,
cos infantiles, o, mejor dicho, con los clásicos
que una tradición extraña ha confinado a los
Vuelta a la Manuel Serrat, Xavier Ribalta, Teresa Re-
bull, Lluís Llach, Ovidi Montllor, Ramon
Carles Hac Mor, Albert Roig, David Casti-
llo, Dolors Miquel, Josep Perdrals, y otros,
niños. Eran con frecuencia los mismos ejem- Muntaner, La Voss del Trópico, Toti Soler han devuelto la poesía catalana a la calle, al
plares que leí en mi juventud, y por suerte,
porque resulta asombrosamente difícil encon-
poesía oral o Maria del Mar Bonet su impagable contri-
bución a prestigiar y popularizar la poesía
espacio público. Palau i Fabre es un supervi-

trar en librerías muchos de esos títulos. Se tra- de Salvat, la poesía catalana. Gracias a los
¿Por qué renunciar

taba de obras que ya habíamos dado a nues-
tros hijos para que leyeran autónomamente,
pero muchas veces los habían abandonado
sin acabarlos. Así que cogí La isla del tesoro,
un libro que había pasado por esa triste suer-
te, y empecé a leérselo. En la primera sesión
escuché un comentario que me confirmó que
estaba en el buen camino: “¿Pero eso venía en
el libro? ¡No sabía que estaba tan bien...!”.
Leer en voz alta significa verse inmerso en
una práctica de siglos de antigüedad. Las no-
velas de la saga artúrica se leían a un público
mayoritariamente analfabeto, que luego bau-
tizaba a sus hijos con los nombres de sus hé-
roes. El Lazarillo, El Quijote están escritos pa-
ra la voz (hasta tal extremo que leídos en silen-
cio no se entienden ciertos pasajes). Los obre-
JOSÉ ANTONIO MILLÁN, editor digital;
escribe sobre lectura y edición
en el blog de ‘El futuro del libro’
http://jamillan.com/
S
i desean ofrecer un libro perdurable
este Sant Jordi, les recomiendo fer-
vientemente el magnífico volumen
de la Obra completa. Poesia i prosa
de Joan Salvat-Papasseit, en cuidada edi-
ción de Carme Arenas, acabado de publicar
por Galàxia Gutenberg / Cercle de Lectors,
a partir de ahora, sin duda, de referencia
obligada. Aunque parezca difícil de enten-
der, tratándose de uno de los clásicos más
populares de la poesía catalana del siglo
XX, no existía aún una edición con toda la
obra de Salvat reunida. Les sorprenderá,
nuevamente, el sincero y vibrante optimis-
mo vital de su poesía tierna y cotidiana. En-
tre la exhaustiva documentación incluida
me ha impresionado la gran cantidad de dis-
M. GUERRERO, escritor y crítico. Autor
de la antología ‘Sense contemplacions.
Nou poetes per al nou segle’ (Empúries, 2001)
cantautores la poesía ocupó un espacio pri-
vilegiado en nuestro imaginario colectivo.
¿A quién interesa desterrar a la poesía,
con toda su carga lírica, subversiva y utópi-
ca, del espacio público, de la escuela? Por
suerte, en nuestro mundo altamente tecnifi-
cado, la voz y el cuerpo, signos esenciales de
la condición humana, han cobrado una nue-
va fuerza como emblemas de la libertad
creadora, de la comunicación más directa.
Y voz y cuerpo son los instrumentos básicos
para la difusión oral de la poesía. ¿Quién me-
jor que el poeta para recitar su propia poe-
sía? Ahí está Josep Palau i Fabre, con felices
90 años recién cumplidos. Mientras su voz
no se apague, oír recitar a Palau alguno de
sus propios poemas o de sus autores preferi-
dos es una experiencia única e irrepetible
que enlaza su voz profunda con la poesía ex-
trema de algunos de los grandes poetas que
admiró y trató, como Lorca, Artaud o Foix.
al aprendizaje eficaz y
al saber profundo que
proporciona el arte verbal?
viente de una generación que, por influen-
cia de la educación francesa, acostumbraba
a memorizar las composiciones más destaca-
das de la tradición poética. La casi desapari-
ción de los ejercicios de memoria de nues-
tras escuelas es uno de los grandes despropó-
sitos del sistema educativo. El arte de la me-
moria es una de las fuentes de conocimiento
más poderosas de todas las civilizaciones.
¿Por qué renunciar al aprendizaje eficaz y al
saber profundo que proporciona el arte ver-
bal? ¿Por qué no empezar, en serio, con un
poema de Salvat y otro de Palau?
DOMINGO, 22 ABRIL 2007
para reivindicarla aquí, mostrando no sólo su
modernidad, sino también su inmenso capital
educativo. Otra forma de vivir y aprender jun-
tos, tan necesaria en estos momentos.
ros de los talleres del XIX pagaban a quien les
leyera, y de la lectura de Dumas en los obrado-
res de puros viene la marca Montecristo...
Quien no haya leído en voz alta libros de
cierta complejidad no sabe lo que eso impli-
ca. Hay que marcar con inflexiones de la voz
las diferencias entre pasajes descriptivos y los
de acción. Conviene individualizar a los per-
sonajes que hablan (pero no demasiado: no se
trata de hacer una interpretación teatral), y
además reflejar someramente su estado de
ánimo: indignación, confidencia, demanda...
Hay que acompañar eficazmente las intencio-
nes del autor: el suspense dilatado, la sorpre-
sa. Y todo eso exige cierto virtuosismo (que
por suerte, se va adquiriendo)...
También hay que escoger en qué punto se
interrumpe la lectura: hay lugares naturales
para ello, y otros en los que luego cuesta reanu-
darla. Una buena estrategia es cortar en un
episodio de peligro o aventura, que aún no ha
llegado a su desenlace. Pero hay que ser un
auténtico titán para vencer las protestas de
los jóvenes oyentes cuando uno hace eso. Y
luego, al volver (a veces unos días después)
sobre el episodio que dejamos, hay que saber
recapitular, de modo informativo pero conci-
so: “Habíamos dejado a nuestro héroe, perse-
guido de cerca por sus enemigos, colgando de
un arbusto...”.
Para suavizar la crueldad
de algún pasaje de
‘La metamorfosis’ imito la voz
pituda del pobre Gregorio
Y, por supuesto, hay que escoger las lectu-
ras e irlas variando a medida que los hijos cre-
cen y evolucionan, a medida que se agotan los
libros que leímos en nuestra infancia y llega el
momento de empezar a compartir las obras
para mayores. Para mí esto ha supuesto algu-
nos de los mayores retos (y también de las ma-
yores sorpresas). Les he leído cuentos de Bor-
ges, cuidadosamente seleccionados, y les han
encantado. Con Bioy fracasé estrepitosamen-
te. Jack London les gustó y Poe también, pero
Rulfo les deja desconcertados. Los cuentos
fantásticos de Cortázar les apasionan.
Tuve una divertida experiencia con Álvaro
Mutis, cuyos libros de Maqroll el Gaviero ha-
bía leído hacía muchos años. Empecé con
uno de ellos, que les fue cautivando poco a
poco. La lectura había avanzado mucho cuan-
do desemboqué en un pasaje francamente eró-
tico. Por supuesto, no iba a saltármelo, de mo-
do que opté por meter algún “Piiiiiiii” censor
en determinados términos que me resultaba
violento leerles. ¡Ya se las apañarían ellos pa-
ra, si les interesaban, rescatarlos por su cuen-
ta! Y, total, ¡cosas más torpes estarían oyendo
de labios de su compañeros...!
Mis hijos tienen ahora trece y catorce años.
No sé por cuánto tiempo seguiremos con es-
tas veladas, pero ahora estamos leyendo La
metamorfosis. Para mí ha sido una sorpresa
descubrir que mezcla asombrosamente lo di-
vertido y lo siniestro: eso se nota mucho al
leerlo en voz alta. Para suavizar la crueldad
de algún pasaje imito la voz pituda, casi inin-
teligible, del pobre Gregorio (gran éxito). Por
momentos la acción se hace compleja, pero
recuerdo cómo Nabokov decía que la disposi-
ción del piso de los Samsa es clave, y proyecto
mi voz aquí y allí para indicar desde dónde
hablan los personajes. En un momento dado
mi hijo menor me interrumpe y pregunta:
“Pero, ¿qué tamaño tiene el insecto?”. Y yo le
contesto: “Fíjate que usa la boca para...”.
La lectura: ese acto tan privado que es un
placer seguir compartiendo con aquellos a los
que uno quiere.c
O P I N I Ó N
CARLES ESTEBAN
Los seguidores del heavy metal
piden que no se les descalifique
ras una ardua y jugosa polémica so-
T
bre las matinales de pop-rock en Bar-
celona, y a riesgo de convertir esta sec-
ción en monográfica, hoy seguimos
con polémicas musicales. En este ca-
so a propósito de un género menos po-
pular, el heavy metal, que ha conformado un estilo y
una estética propia y con acusada personalidad que
ha calado en un sector del público joven y no tan
joven (aunque eso de la juventud más que una cues-
PARA tión de edad es un estado de ánimo, dicen). No pre-
tendo robar protagonismo a mi colega, amigo y men-
SABER MÁS tor musical Esteban Linés, el especialista en música
LIBROS moderna que nos da noticia en La Vanguardia de las
Cómo hacer
novedades y movimientos de la música contemporá-
hijos lectores nea, pero vamos a hablar de música.
Carmen Lomas Pastor La polémica de esta semana nace a partir de un
Ediciones Palabra atrevido y personalísimo artículo de Kiko Amat en
Madrid, 2005 el suplemento Cultura/s publicado el pasado 4 de
Leer como por arte de abril bajo el título “Flamígera bola de rock” y en el
magia: Cómo enseñar a que el autor trazaba un repaso demoledor del heavy
leer a tu hijo. metal a partir de un concierto de la banda británica
Men Fox Saxon en Razzmatazz el pasado 25 de marzo. Kiko
Paidós
Barcelona, 2003 Amat no dejaba títere con cabeza: “La cultura metal
se basa en una degeneración abyecta del blues negro
Leer y comprender. (desprovisto de cualquier significación y contexto ra-
Psicología de la lectura cial gracias a pioneros del género como Led Zeppe-
Caroline Golder.
Siglo XXI lin), mezclada con iconografía medieval-tolkienia-
México, 2002 na, sexismo ruborizante, banalidad estratosférica,
chuleo de matón de EGB (‘dame las canicas o te afos-
Cómo leer y por qué tio’), glorificación del dinero y, de fondo (o en pri-
Harold Bloom
Anagrama
mer plano, a poder ser), muchas señoras macizas de
Barcelona, 2002 pinta rameresca. Poco más”.
A partir de este atrevido artículo, esta oficina ha
Sobre la lectura recibido dos cartas que merecen atención. La prime-
Marcel Proust ra la firma Jesús García Brotons, de Rubí, junto con
Quaderns Crema
Barcelona, 1996 otras dieciocho personas, y, en síntesis, dice lo si-
guiente: “Quisiéramos expresar nuestro malestar a
WEBS raíz del artículo publicado en Cultura/s. En el perio-
dismo se admite la subjetividad, pero no la ignoran-
www.fundaciongsr.es/sa-
cia; tiene cabida la ironía, pero no la falta de respeto.
lamanca/leemos.swf
Iniciativa ‘Leemos Así lo vemos nosotros. Y de irrespetuoso y falto de
juntos’ de la Fundación información, entre otras cosas, se puede calificar al
Germán Sánchez señor Kiko Amat. El autor sentencia que el heavy
Ruipérez
metal está basado en ‘la ceporrez más extrema’, y en
consecuencia da por sentado que sus seguidores so-
http://presencias.net/in-
dpdm.html?http://presen- mos ceporros. No satisfecho, nos mete a todos en un
cias.net/edu- mismo saco, profundo y lleno de inmundicias:
car/ht1071.html
Cómo leer en voz alta.
tísicos, gordos, machistas, fascistoides y sexualmen-
Trabajos didácticos te estreñidos, ‘condenados’ a desempeñar labores pa-
ra él deshonrosas. El autor tiene derecho a pensar
www.colorincolorado. como quiera y despreciar a quien quiera. Ahora
org/articulo/12875 bien, nos parece fuera de lugar reducir a los aficiona-
Artículo ‘Leer en voz
alta para mejorar la dos al metal, a cualquier tipo de música, a un estereo-
comprensión’ de Judith tipo distorsionado como excusa para llenar dos pá-
Gold y Akimi Gibson ginas de insultos, comentarios clasistas y chistes pa-
ra él graciosos, sazonados con algunas falsedades”.
UN REPORTAJE SOBRE
sistemas anticonceptivos y el
paulatino retroceso de la píldora
no citaba el método Billings
Otro lector, David Sánchez, remite un correo elec-
trónico en el que dice, entre otras cosas, que el artícu-
lo le parece “una grosera falta de respeto tanto al gé-
nero musical heavy como a sus oyentes que poco o
nada tiene que ver con la música; no es más que una
declaración de odio y asco sin fundamentos, de ca-
rácter abiertamente discriminatorio”. Y agrega, diri-
giéndose al autor: “Entiendo que no te guste el hea-
vy, pero eso no justifica esa mediocre caricatura del
género que haces en el artículo. Es curioso, porque
para criticarlo no haces más que compararlo con
otros estilos. ¿Subcultura? ¿Machista? ¿Protofascis-
ta? Te daré una sola palabra para describir tu artícu-
lo: mediocridad. O cómo, en tantas palabras, no de-
cir nada; es muy fácil acusar de todo esto, pero estoy
esperando algún triste argumento (que mucho me te-
mo no existe). En los diez años que llevo escuchando
heavy, y moviéndome en el mundillo, me he encon-
trado muchas cosas, pero nunca un tipo de pseudo-
secta de borregos machistas y desfasados, sin ápice
de inteligencia tal como los pintas. Y es que generali-
zar es muy, muy malo. ¿Ceporro? En fin, yo prefiero
no optar por la vía fácil de los insultos. Buenos y ma-
los músicos te los encontrarás en todos los estilos,
pero decir que el heavy se caracteriza por gente que
no tiene ni idea de música es un error tan zafio como
LA VANGUARDIA 31
tu incursión en un tema del que poco o nada te has
informado”.
Kilo Amat, por su parte, responde lo siguiente:
“Ante todo querría disculparme por las posibles ma-
las interpretaciones del tono de mi artículo. Para mí,
uno de los presupuestos y pilares del articulismo es
el humor, y de este modo debía ser tomado mi escri-
to. En efecto, se trataba de un análisis de una subcul-
tura; pero era un análisis efectuado desde la sana ca-
pacidad de reírse de las cosas. Si todos los artículos
se basaran en la corrección y el ir-de-puntillas-sobre-
todo, el mundo, en mi humilde opinión, sería un
aburrimiento. Por otra parte, que el objeto del artícu-
lo fuera el metal es, desde mi punto de vista, secun-
dario. Hay partes de determinadas subculturas que
son más susceptibles de ser tomadas con sal gorda
que otras: la oscuridad de los goths, la pretensión de
que es 1964 que tienen algunos mods, la languidez
del indie pop, etcétera. Por el mismo razonamiento,
hay determinados significantes del metal que tienen
más gracia que otros. El artículo sólo trataba de sa-
carlos a la luz, de la misma manera que lo hizo la
película Spinal Tap hace años; con sentido del hu-
mor. En ningún momento pretendía ofender a nadie
personalmente, desde luego, y me disculpo sincera-
mente a todo fan que se haya sentido molesto”.
ANTICONCEPCIÓN. En la edición de pasado 13 de
abril, Neus Contreras y Marta Ricart publicaron un
artículo en la sección de Sociedad en el que con el
título “La píldora tiene competencia” hablaban de
los diferentes métodos para evitar el embarazo. Las
autoras señalaban que “tras 47 años de reinado abso-
luto como método anticonceptivo hormonal, la píl-
dora retrocede lentamente ante dos alternativas, el
anillo vaginal y el parche”. En un recuadro que
acompañaba al texto principal, se reseñaban los prin-
cipales métodos anticonceptivos, del preservativo
masculino, la píldora, el preservativo femenino, las
cremas espermicidas, el dispositivo intrauterino
(DIU), a la esterilización, pasando por los métodos
naturales. Respecto a estos últimos, las autoras con-
sideraban que “son poco fiables”. Y citaban el méto-
do Ogino, el de la temperatura basal u otros basados
en estimaciones del ciclo de fecundación femenino.
El suscriptor Vicente García Alonso remite un co-
rreo electrónico en el que señala: “Las señoras Con-
treras y Ricart, al hablar del abanico de métodos de
regulación disponibles, tachan los métodos natura-
les de poco fiables, mentando el método Ogino y el
de la temperatura basal, pero omitiendo, no sé si por
la presión de las industrias farmacéuticas, el método
Billings, que ha sido implementado con éxito en
más de cien países. Dicho método permite a las mu-
jeres identificar los días en que son fértiles mediante
la observación del moco cervical. El método es efi-
caz para espaciar el nacimiento de los hijos y cada
vez es más usado para superar problemas de esterili-
dad femenina y ha sido adoptado por el Gobierno
chino como un método para elegir en su sistema de
planificación familiar”.
Marta Ricart responde al lector: “No citamos to-
dos los métodos anticonceptivos naturales existen-
tes por falta de espacio y es verdad que entre los lla-
mados métodos naturales está el Billings, basado en
el análisis de la secreción mucosa cervicovaginal,
que regula la fertilidad evitando el coito completo
en los días del ciclo femenino en que habría mayor
probabilidad de fecundación. Que los métodos natu-
rales son poco fiables lo dicen muchos ginecólogos,
porque resultan eficaces solamente si se conoce bien
el ciclo de fertilidad y el método, y si éste se aplica
bien, lo que muchas veces no ocurre. En el caso del
método Billings, por ejemplo, exige cierto aprendiza-
je y constancia para analizar la mucosa cada día”.
Al margen de estas consideraciones, la ginecolo-
gía moderna (salvando posicionamientos morales),
tiende a considerar que los llamados métodos anti-
conceptivos naturales acaban siendo antinaturales,
ya que condicionan el deseo sexual a los días en que
supuestamente el ciclo menstrual femenino permite
mantener relaciones sin riesgo de embarazo.
El lector tiene razón. Las autoras del texto se deja-
ron algunos métodos anticonceptivos naturales, aun-
que citaban varios de los más conocidos. De la mis-
ma forma que no tengo vocación de crítico musical,
como decía al principio, tampoco la tengo de sexólo-
go. Pero sin ánimo de ofender a nadie, les transmito
un interrogante sociocultural: ¿no hay formas natu-
rales y satisfactorias de relación afectiva que no pa-
sen obligatoriamente por el coito? Pregunto.c
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector
(defensor@lavanguardia.es) o llamar al 93-481-22-99