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E-mail: solefernandez2000@yahoo.es
En 1840, Oscar Espinar de la Torre publicó una pequeña narración titulada “La
leyenda de la papa”, en la cual planteó, con una simplicidad envidiable y de manera
exacta, el dilema epistemológico y teórico al que la ciencia arqueológica se enfrentaría un
siglo más tarde. En su relato, Espinar cuenta la historia de un cacique perdidamente
enamorado de una diosa que vivía en una isla. En la historia, el joven de piel oscura
desafía al dios Viracocha nadando hasta la isla para ver una vez más los ojos de su amada.
Al descubrir el amor prohibido entre la diosa y el mortal, Viracocha condenó al curaca a
vivir bajo la tierra y para recordarle su osadía cubrió su cuerpo de ojos, todos ciegos…. lo
había convertido en una papa. En este relato tan corto, este escritor peruano, no sólo ha
reflejado la importancia de las plantas en la configuración de los imaginarios culturales y
sino que ha plasmado la necesidad de verlas como agentes sociales activos en la
construcción y reconstrucción de las tecnologías, los significados, las prácticas y las
historias de las sociedades.
Uno de los temas menos sensible a las nuevas teorías sociales es el estudio del
registro botánico. Curiosamente, esta área se ha convertido en uno de los tópicos más
recurrentes en la ciencia arqueológica y, actualmente, mucha de la literatura arqueológica
examina la correspondencia entre las plantas y las sociedades (ver Browman 1986; Hastorf
1991, 1999; Hastorf y Johannessen 1993; Pearsall 2000; Whitehead 1998, 1999 entre otros).
Los problemas de investigación más comunes de este campo giran en torno a cómo las
plantas fueron utilizadas como alimento y combustible, el nivel de impacto que las
sociedades prehispánicas tuvieron sobre conjuntos vegetales o bien la manera en la que
estacionalidad de algunas especies condicionó algunos sistemas de asentamiento.
Figura 1: Mapa de ubicación de Chiripa, Cuenca sur del Lago Titicaca, Bolivia.
Tabla 1: Cronología del Período Formativo para la cuenca sur del lago Titicaca (sensu
Bandy 2001)
Durante los primeros períodos del Formativo, este sitio floreció como una entidad
política independiente fuertemente interrelacionada con las demás entidades políticas de
la región (Bandy 2001). La evidencia arqueológica señala que el desarrollo Chiripa fue
caracterizado por una interesante secuencia de construcción arquitectónica iniciada
durante el Formativo Temprano (1500-1000 d.C.). En esta época tan temprana una
estructura predominantemente doméstica datada alrededor de 1211-1012 a.C. fue
edificada: Santiago (ASD-17), que es un recinto con un muro de cimiento de piedras y
pared de abobe (Hastorf 2003). Para el Formativo Medio, un tipo de estructura coorporada
es registrada, Llusco, datada alrededor de 800-750 a.C. (Hastorf et al 2005; Paz 1999). Esta
estructura fue descrita como un recinto semisubterráneo abierto con cimientos de cantos
rodados unidos con arcilla y posibles paredes de adobe. Basado en la presencia de un piso
elaborado con arcilla blanca y alto porcentaje de material cerámico finamente decorado
que incluyen trompetas ceremoniales, Paz (1999) concluyó que las actividades realizadas
en el interior de Llusco fueron predominantemente ceremoniales, aunque advirtió que las
actividades domésticas no estuvieron exentas en las ceremonias.
Cuando la estructura Llusco fue abandonada alrededor del 600 a.C. una estructura
más prominente fue construida: el Montículo, que fue utilizado como un espacio público y
ritual donde el culto a los ancestros giró en torno a la elaboración y almacenaje de comida
(Hastorf el al 2001). Esta estructura fue edificado en dos fases, durante el 600-400 a.C. se
construyeron una serie de pequeñas estructuras rectangulares conocidas como “Casas
Inferiores (Kidder 1956), las cuales posiblemente fueron construidas alrededor de una
pequeña plataforma (Browman 1978). Los habitantes cerraron las “Casas Inferiores” cerca
al 400 a.C. y construyeron las “Casas Superiores”, las cuales fueron modificadas y usadas
hasta finales de 100 d.C.
Figura 2: Plan de excavación del área Montículo 1-A (Basado en Bandy 1999:11).
La investigación paleoetnobotánica en Chiripa puede remontarse a las
investigaciones de Bennett (1936) y Kidder (1956), quienes reportaron la presencia de papa
y quinua en los nichos de las estructuras excavadas en el área del montículo. Sin embargo,
fueron los trabajos de Browman (1978, 1986) los primeros en aplicar una metodología para
la recuperación de restos botánicos (flotación) y centrar esfuerzos en la identificación de
taxa.
Browman (1978) planteó que los antiguos habitantes de la región explotaron tres
recursos mayores de energía: (a) la energía proveniente de recursos lacustres, debido a la
considerable presencia de huesos de suche, carachi y otros peces pequeños, así como aves
acuáticas (b) la energía derivada de los recursos de plantas como quinua, frutos de cactus,
tubérculos y otras plantas y (c) la energía proveniente de recursos de carne de animales
terrestres como la llama, cuy, venados y otros animales.
Sus trabajos reconocieron la importancia de especies como Chenopodium sp,
Amaranthus sp, Oxalis sp, Solanacea sp, Cerus sp, etc. en la dieta diaria de los primeros
pobladores del lago, y concluyó que el régimen alimenticio basado en las plantas
recuperadas en el registro arqueológico contenía los suficiente nutrientes y proteínas para
el mantenimiento de las poblaciones, siempre y cuando se combinará con los recursos
terrestres y lacustres. Sin embargo, pese a los interesantes aportes de esta investigación, los
trabajos de este autor están centrados en interpretar el registro botánico con un enfoque
materialista clásico y, por lo tanto, no son muy útiles a la hora de tratar de relacionar el
registro paleoetnobotánico con las redes sociales de los habitantes de Chiripa durante el
Periodo Formativo.
En la última década, uno de los proyectos que más aportes a la investigación
arqueológica de Chiripa ha efectuado es el Proyecto Arqueológico Taraco (TAP). Este
proyecto ha centrado sus esfuerzos y recursos en excavaciones y análisis de restos de
plantas, en contextos identificados como domésticos, rituales y basurales (Hastorf et al
2001; Whitehead 1998, 1999). Sin embargo, aunque la recuperación sistemática del dato
botánico a través de la flotación y el análisis intensivo de especimenes ha logrado ampliar
la lista de taxa identificada por Browman (1986) y ha formado un sólido corpus
documental, aún es poco lo que se puede decir acerca del rol social que las plantas jugaron
durante el desarrollo de Chiripa como una entidad política del Período Formativo.
Entre los avances más importantes de este equipo de investigación con relación al
registro arqueobotánico se deben recatar las siguientes propuestas:
a) Para la estructura Llusco y el Montículo, Whitehead (1998, 1999) identificó menos
taxa que en la estructura Santiago. Esta primera observación ayudó a confirmar la
idea de que el Montículo y Llusco fueron espacios donde se realizaron -de manera
predominante- actividades ceremoniales. Así, se ha propuesto que la densidad de
semillas carbonizadas es más baja en lugares donde varias actividades fueron
realizadas como los patios o áreas abiertas; mientras que, en lugares con
actividades más especializas, como cocinas, área de almacenes, etc., la densidad de
semillas tiende a crecer; por lo tanto, la diversidad de taxa, también, es más
grande. Esta relación se debe, principalmente, a que los residuos de la comida
carbonizada están más concentrados en espacios de actividades domésticas,
mientras que en las áreas utilizadas en actividades especiales como rituales y
ceremonias se pueden observar procesos continuos de mantenimiento y limpieza
(Hastorf 1991).
b) Pese a que existe una disimilitud en el número de taxa, se debe notar que no existe
diferencia significativa entre los tres recintos excavados (Tabla 2). Esta situación
indica que es arriesgado hablar de un uso exclusivo o restringido de especies en
determinados espacios y/o esferas. Así, se sugiere que –pese a pequeñas
excepciones- las plantas utilizadas en la esfera doméstica de Santiago durante la
fase Chiripa Temprano fueron, también, utilizadas en las esferas ceremoniales de
Llusco y el Montículo durante la fase Chiripa Tardío.
Tabla 2: Taxa identificada en Chiripa (Según Hastorf et al 2001 y Whitehead 1999)
Resumiendo los aportes de este equipo de investigación, se puede señalar que los
conjuntos botánicos del Montículo y Llusco constituyeron, principalmente, parte de las
actividades rituales realizadas en su interior. De manera contraria, durante las fases más
tempranas del Período Formativo, conjuntos botánicos similares integraron,
predominantemente, las actividades domésticas.
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Se entiende agricultura como “cultivo de especies domésticas” (Harris 1989:16 citado en Bruno 2005:40) y
se diferencia del término cultivo, el cual se conceptualiza como “método de producción de plantas
alimenticias que incorpora el arado de la tierra y la labranza sistemática, pero que puede incluir especies no
doméstica” (ídem.).
ii
La cocción de la quinua se realiza después de un proceso intensivo de lavado de los granos. Este proceso es
necesario para retirar el exceso de savia glucosa (glucoside saponin) que puede causar serias irritaciones
intestinales y la destrucción de los glóbulos rojos (ver Browman 1986).