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La guerra de independencia de los EUA, que culminara en las últimas décadas del siglo XVIII,
indudablemente ayudó a la cohesión de la nueva clase burguesa norteamericana, a la definición del
Estado nación, y por tanto, a la aceleración del paso en el desarrollo capitalista. Es la consolidación del
modo capitalista de producción, y con ello la necesidad de la extensión del mercado, lo que conlleva a
que la burguesía norteamericana perciba como enemigos a vencer (tanto en el terreno económico,
como en el político-militar) a las potencias colonialistas europeas, presentes como fuerzas dominantes,
en ese entonces, en el continente Americano. Es en este contexto de la dinámica capitalista que EUA
plantea la doctrina Monroe (1823), con la que prepara el argumento diplomático para respaldar a los
procesos de independencia de los Estados latinoamericanos, pero en los hechos, será una amenaza a los
viejos colonizadores, en tanto que, con la declaración: ͞c   
  
Œ, la burguesía
norteamericana define al continente americano como territorio de su dominio, marcando desde
entonces a América Latina (AL) como su ͞patio traseroŒ.

Es evidente que el dominio de los EUA en el continente, se debe, a las dificultades económicas presentes
en AL, que impidieron que la dinámica de acumulación se condujera con la misma velocidad y
características presentes en el norte, pero además, hay que señalar, que ese retraso tiene que ver con
las diversas dificultades políticas, que impedían la cohesión de la burguesía y la conformación de un
proyecto que permitiera la consolidación de los Estados-nación latinoamericanos. Tal era el grado de
dispersión que, todavía a mediados del siglo XIX, en gran parte del territorio latinoamericano existían
conflictos internos que desgarraban el tejido social e impedían que el sistema capitalista pudiera
avanzar destruyendo los vestigios de las formas antiguas de producción. En la comprensión del retraso
que provocan esos conflictos en el desarrollo de la historia, Engels (siguiendo la misma idea expuesta
por Marx en ͞ 
  
Œ nº 1, Londres-1847) en su texto ͞Los Movimientos revolucionarios de
1847Œ, escribe: ͞
 
         

            



 
  
  
   
     
    
  


 
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Así pues, el desarrollo capitalista de Norteamérica y el retraso del resto del continente posibilita que
desde la fase expansiva del capitalismo([1]) se afirmen los lazos de dominio del Tío Sam. De esta
manera, para fines del siglo XIX, los EUA ya habían ampliado su extensión territorial a través de la
invasión militar del territorio mexicano, y afirmado el dominio de Puerto Rico y Cuba con el tratado de
París (1898)... sin duda, esta tendencia es reforzada cuando el sistema capitalista entra en su fase de
decadencia, la cual va definiéndose en las primeras décadas del siglo XX. Es en esa tendencia que, para
justificar su derecho de invadir los territorios latinoamericanos en los que considere está en peligro la
propiedad de ciudadanos norteamericanos, aplica el ͞corolario RooseveltŒ (1904), exponiendo así, de
forma cada vez más abierta su actitud amenazadora y belicista, que se confirma en la extensión de su
dominio económico y militar, por ejemplo en Panamá y su canal interoceánico.

De manera que si los EUA quedaron fuera de la primera carnicería imperialista iniciada en 1914, en
cambio, terminaron de consolidar su poderío en toda América. Es con su participación en la segunda
guerra cuando su poder puede ampliarse a nivel mundial, fortificando su dominio en el accionar del
bloque occidental, que se expresa en la llamada ͞guerra fríaŒ. En esta fase de las pugnas imperialistas
concentradas en la lucha de bloques (EUA-URSS), la vigilancia y la actitud de agresión hacia sus
͞aliadosŒ, los ͞pequeños imperialistasŒ latinoamericanos, no deja de exponerse, de manera que vigila
con especial atención el que fuerzas imperialistas del bloque opositor (URSS) no se entrometan en el
continente([2]), es en esa vertiente que da forma a la Organización de los Estados Americanos (OEA), a
programas como la ͞Alianza para el progresoŒ, pero también la estructuración de la ͞Escuela para las
AméricasŒ (fundada en 1946 en Panamá para el entrenamiento militar y de ͞enseñanzaŒ de la tortura a
soldados latinoamericanos), las incursiones militares, entre otras: Guatemala (1954), Dominicana
(1965), Granada (1983)... sin olvidar, por supuesto, la larga lista de golpes de Estado comandados por los
EUA en los países del sur de América durante los años 70. Pero si estas acciones eran justificadas por los
EUA aduciendo el ͞peligro del bloque soviéticoŒ, cuando éste bloque se desploma, el nuevo ͞orden de
pazŒ que auguraban, no llegó en AL, ni en el resto del mundo.

   
 

 

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La caída del bloque estalinista, a diferencia de lo difundido por la burguesía, no trajo el ͞reino de la pazŒ,
por el contrario, la pérdida de argumentos para aglutinar a las fuerzas imperialistas en un bloque, hace
prevalecer la tendencia del enfrentamiento continúo entre todos, sin tener un marco duradero para la
cohesión. En este ͞nuevo ordenŒ el liderazgo de los EUA, ha sido cuestionado y presionado por las
diversas fuerzas imperialistas, al grado que han logrado tomar presencia en AL, ͞osandoŒ violar el patio
trasero del Tío Sam. Así desde la caída del bloque del Este se han visto proliferar expresiones anti-EUA
dentro de la misma burguesía de AL; no sólo ha sido Fujimori y su apertura al imperialismo japonés, en
el mismo sentido se encuentra la aparición del EZLN (sostenido por diversas fuerzas imperialistas de
Europa), el apuntalamiento que el mismo capital europeo ha hecho de Cuba, y en los últimos tiempos H.
Chávez de Venezuela, se ha convertido en un problema para los EUA, no porque su gobierno ponga en
cuestión las relaciones de producción capitalistas, sino porque se convierte en cabeza de playa por la
que pueden intervenir fuerzas imperialistas que rivalizan con los EUA.

Ante la amenaza continua de sus rivales imperialistas, los EUA pretenden recobrar su liderazgo
mediante golpes de mano, como lo muestra su accionar en Irak, y aunque AL no guarda el mismo nivel
de conflicto, de estrategia política, militar o económica como el medio oriente, y no requiere, por tanto,
acciones de la misma magnitud, no deja de ser considerada la necesidad de reforzar su dominio. Por ello
con el llamado Plan Colombia (Pl-Co,([3])) pretende refrendar su dominio en el conjunto del continente.

Así, teniendo como pretexto el combate al narcotráfico y a la guerrilla colombiana (que vienen
saliéndose de su control y abriendo pautas para el apoyo o intervención del capital europeo), el
gobierno de los EUA ha implementado un proceso de militarización, con el que de paso ͞recordarጠa la
burguesía de la región cuál es la alineación política que debe seguir, porque esta presencia militar es una
amenaza viva para las expresiones anti-EUA... Si bien no puede poner en acción a una gran cantidad de
efectivos militares (sólo ha destacado, oficialmente, a 500 soldados), en tanto se encuentra clavada su
atención y el uso del mayor número de sus fuerzas militares en el medio oriente, en cambio, utiliza a
militares de Colombia, Ecuador, Perú y Panamá, en una unidad militar que busca mantener bajo control
el cono sur, abriendo el cerco a partir de Colombia.

Este proyecto militar, evidentemente expresa la desesperación del capital norteamericano por
recuperar el terreno perdido (o en peligro de serlo), pero sobre todo expone la barbarie a la que el
capitalismo ha llegado, porque no sólo se activan bombardeos de poblaciones civiles (en niveles tal vez
mayores a los realizados en El Salvador, durante su enfrentamiento con la guerrilla en los 80), sino que
se llevan a cabo ͞fumigacionesŒ para eliminar los cultivos de la coca y amapola con productos químicos
de alta nocividad([4]), y ha llevado al desplazamiento de una numerosa masa de población, que ve
agudizado con ello su proceso de pauperización.

La aplicación del Pl-Co, lleva una dinámica relativamente lenta, pero continua, que no se ha detenido a
las impugnaciones que fuerzas imperialistas europeas han hecho de éste: en octubre del 2000, el vocero
de la Unión Europea (UE), Renaud Vignal, en una abierta critica al proyecto norteamericano decía: ͞
    
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  Œ. De la misma forma en la II Cumbre América Latina, el Caribe y la Unión
Europea (ALCUE, 2002), en forma ͞sutilŒ, las fuerzas imperialistas europeas externaban su crítica al Pl-
Co, llamando a la ͞
  ! Œ. Ante esto, los EUA se han alertado, por lo que se adelantan a
cubrir los flancos que pueden ser motivo de duda a su proyecto o de descontento en las filas de la
burguesía latinoamericana. De manera que es en la misma III ALCUE (mayo-04), aún sin estar presente el
gobierno de los EUA, hace notar su presencia por el anuncio de que el gobierno mexicano (que
tradicionalmente ha cumplido el papel de su ͞hombre de confianzaŒ en AL) establecerá un acercamiento
con sectores de la guerrilla colombiana, fundamentalmente con el ELN para negociar el desarme (y no
con las FARC, que han tenido mayor cercanía con la UE, al grado que cuando se l evan la mesa de
diálogo, en el 2000: gobierno-FARC, la UE está de acuerdo en discutir con la guerrilla el uso de su apoyo
financiero), lo que permite anular algunas fuerzas que se han dispersado de su control, pero al mismo
tiempo prepara el terreno para un mejor desarrollo de su aventura militar.
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