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Tauromaquia: Confrontación entre la vida y la muerte

en Cochabamba

Tauromaquia: Confrontación entre la vida y la muerte en Cochabamba

El Achyo, o la plaza de toros de San Sebastián | Fue tan famosa y


concurrida que incluso un premio nobel de literatura la recuerda y la
describe en sus artículos. Esta actividad continúa vigente especialmente en
Totora “Subimos a aquella cumbre desde la que se divisaba todo el valle de
Cochabamba y donde estaba la placita de toros de la ciudad para presenciar
la primera novillada de mi vida, yo era ya poco menos que un experto en
tauromaquia. Sabía que una corrida constaba de tres tercios, los nombres
de los pases, que los Miuras eran los bichos más bravos y más nobles, y que
las banderillas y la pica no se infligían al toro por pura crueldad, sino para
despertar su gallardía, embravecerlo y, a la vez, paradójicamente, bajarle la
cabeza a la altura de la muleta. Pero una cosa era saber todo eso y mucho
más, en teoría, y otra ver y tocar la fiesta y vivirla en un estado de trance,
emocionado hasta los tuétanos. Todo era hechicero y exaltante en el
inolvidable espectáculo: la música, los jaleos de la afición, el colorido de los
trajes, los desplantes de los espadas, y los mugidos con que el toro
expresaba su dolor y su furia. Elegancia, crueldad, valentía, gracia y
violencia se mezclaban en esas imágenes que me acompañaron tanto
tiempo. Estoy seguro de que al regresar a la casa de (la) Ladislao Cabrera,
todavía en estado de fiebre, aquella tarde había tomado ya la resolución
inquebrantable de no ser aviador ni marino, sino torero”.
Dice un pedazo de la descripción escrita por el premio nobel de literatura,
Mario Vargas Llosa, en el artículo titulado “La capa de Belmonte”, publicado
en el periódico El País de España el 2 de noviembre del 2003, en el cual
relata con lujo de detalles, la exaltación que provocaba en nuestro pueblo,
cada corrida de toros. Y es que, aunque esta actividad fue prohíba en 1923,
según recuerda el historiador, Gustavo Rodríguez Ostria, en varios
municipios cochabambinos, esta práctica continúa tan vigente como en esos
días, especialmente en Totora durante la fiesta de la Virgen de la
Candelaria, el 2 de febrero, que es la época en la que “se cerraba la plaza
con graderías y se soltaba al toro, cubierto de una manta, llamada
´´enjalma´´, de la cual se pegaban monedas de plata y billetes, tentando a
los participantes a desafiar al toro y aproximarse para arrancarlos, como un
premio a su valor”, dijo el experto al momento de explicar que esta
celebración era tradicional dentro de la ciudad de Cochabamba, “en la
propia plaza de San Sebastián, en el mes de enero, en las fiestas del santo
de ese nombre, patrono de la ciudad se celebraba otro tipo de corrida, sin
buscar muerte del toro”. La tauromaquia, es una palabra que deriva del
idioma griego tauros: 'toro', y máchomai 'luchar', que se refiere a todo lo
relativo a la práctica de lidiar toros, tanto a pie como a caballo, y se
remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la
corrida de toros, un espectáculo que nació en España en el siglo XII y que se
practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de
Hispanoamérica, como México, Costa Rica, Colombia, Perú, Venezuela,
Ecuador, Panamá y Bolivia. Es también espectáculo de exhibición en China,
Filipinas y Estados Unidos. En sentido amplio, la tauromaquia incluye
además todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del
toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del
diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de
carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la
tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Tras una investigación histórica efectuada por Rodríguez Ostria, se sabe que
antiguamente la española tradición se celebraba en nuestra ciudad con gran
impetú7 y que incluso tenía un lugar para llevar a cabo estas actividades: El
Acho. “Era una plaza cerrada construida hacia 1878 para la corrida de toros
bravíos, que se celebraba a la usanza española. Es decir en un duelo entre
el torero y el toro, que debía concluir con la muerte del toro. Es probable
que el nombre fuera tomado del Acho de Lima, la primera plaza de corrida
de toros existente en América introducida por los españoles. A fines del
siglo XIX se la conocía también como Plaza de Toros González Vélez”. Esta
tradición española, según el experto, se remonta al siglo XVII. “La Plaza del
Acho, existió en Lima desde 1766 aunque en Perú hay corridas de toros
desde 1538. En Cochabamba no se disponen de estos registros, pero es
probable que, como ocurrió en otras ciudades de América, las corridas se
celebraran en ocasión de grandes fiestas religiosas o festividades oficiales
como el cumpleaños del Rey. Ya en la República se las organizaba para las
fiestas del 6 de agosto o el 14 de septiembre”, dijo, pues esta celebración
en el centro cochabambino se mantuvo por casi un siglo, durante el período
republicano.

Esta plaza de toros cochabambina, funcionaba en la colina de San Sebastián


de la Coronilla, más o menos donde se encuentra actualmente el coliseo
Casto Méndez. “Era una construcción circular de adobe, con graderías,
rematada de una arquería”, recuerda el experto, quien además explicó que
en ella “como en España. Se soltaba un toro bravo, generalmente
procedente de Chuquisaca, Mizque o Aiquile, actuaban los banderilleros
clavando púas en el lomo del toro y luego entraba el torero. En general las
corridas eran organizadas por empresas particulares”. Eran espectáculos
populares a los que concurrían todos los sectores sociales, que se ubicaban
en las graderías, las que se hallaban ordenadas de acuerdo a precios.
“Existió un lugar del sol, mas barato, para los sectores populares indígenas
y mestizos, que llevaban chicha y comida y otro de sombra para los más
ricos, que acompañaban su presencia con botijas de vino. Las mujeres de
este grupo llevaban mantillas y abanicos, como en España”, sostiene el
historiador explicando una situación que actualmente se puede observar en
el estadio Jorge Wilsterman con los sectores de preferencia, graderías y
curvas, en los que los espectadores continúan ubicándose de acuerdo a sus
posibilidades económicas. Como esta es una fiesta típicamente española,
traída al nuevo mundo con la conquista, esta también tenía similitudes con
las celebraciones de una determinada región europea. “La tauromaquía
que se practicaba en Cochabamba tenía características de la modalidad
andaluza y sevillana, de capa y espada, que se perfeccionó en el siglo XVIII
en España”. Esta práctica existió sólo hasta los años 20 del siglo pasado y
posteriormente la frecuencia de las corridas disminuyó. Desde entonces se
las practicaba ocasionalmente por eso fue que Mario Vargas Llosa, recuerda
que el año 1946, presenció en Cochabamba, a sus escasos diez años una
corrida de toros. Describió al Acho como una placita de toros colonial,
acogedora y de sabor inconfundible. Años más tarde escribió que la corrida
es una fiesta de confrontación entre la vida y la muerte

“En verdad desde fines del siglo XIX, las elites cochabambinas de
terratenientes y comerciantes asumieron un discurso modernizador, del
progreso y arremetieron contra la popular y lo tradicional, como el consumo
de chicha o los bailes y la música mestiza en las calles. La tauromaquia, les
parecía igualmente ´´bárbara´´ e ´´incivilizada´´ y el Consejo Municipal
decidió prohibirla. Aunque, como muestra Vargas Llosa y otros testimonios,
de vez en cuando, se la permitió en los años posteriores. No hay que
olvidar que desde 1926 en adelante se dio a la Colina un rol cívico, con la
inauguración del monumento a mas Heroínas, que no era congruente con
practicas consideradas populares y desbordantes”, sostiene Rodríguez.

Corridas de toros

Una corrida de toros se desarrolla en tres partes, llamadas tercios, en las


cuales el toro es lidiado respectivamente por los picadores, «que, montando
un caballo protegido por un peto, utilizan una vara con una puya para
preparar al toro para el tercio de muleta»; los banderilleros, «quienes se
encargan del auxilio al matador, bregan al toro y adornan al toro colocando
pares de banderillas (generalmente son tres pares)»; y el último tercio, y el
más importante, el de muerte, en el que el torero lidia al toro manejando la
muleta y el «ayudado» (espada de madera o de aluminio), que sostiene con
la mano derecha. El torero principalmente empieza a medir la distancia del
toro, lo que se llama «terreno», para empezar a cuajar su faena, hasta
empezar a meterle la cabeza en cada suerte o engaño; después coloca al
burel con los cuartos delanteros parejos, para que se abra y no pinche en
hueso; eso es para asegurar la estocada, y, si es correcta, a petición del
presidente y el respetable, se cortan los trofeos.

El presidente es quien recompensa la actuación del torero. Al término de la


lidia, el presidente enseña un pañuelo de color blanco, si el premio de la
faena es para una oreja, y dos pañuelos para dos trofeos. Al principio de ella
también puede enseñar un pañuelo verde si el toro no es apto para torear
(cojo, cuerno mal, etc.), o uno naranja para indultarlo si el toro es de gran
calidad. La opinión del público es posiblemente de más peso para los
participantes: ha habido corridas en donde el público saca en hombros al
torero sin que el juez haya concedido siquiera la oreja, o por el contrario:
premios del presidente a pesar del descontento de los asistentes.

ACTUALIDAD: Toros en Totora

El sonido de una banda de música, el inusual movimiento de gente que se


congrega en las paredes y casas de la plazuela de Santa Bárbara y una
sinfonía de silbidos que resuenan por el aire, son el marco que rodea a la
tradicional corrida de toros que se celebra en la población de Totora
paralelamente a la celebración de la Efemérides departamental. En
Pamplona-España, se suelta a los toros por las calles, donde la gente corre
detrás del animal, empujándolo a cornear a cuanta persona encuentra a su
paso. Es el comienzo de la Fiesta de San Valentín. En Totora, desde la
época de la Colonia, se celebra la Fiesta de la Candelaria (patrona del
pueblo) donde el evento central es la corrida de toros. El 14 de septiembre
está marcado en el calendario local, para la celebración de esta festividad
que tiene algo de religioso pero también de pagano. Durante la mañana se
celebra una misa en honor de la Virgen y posteriormente se realiza una
procesión, que es acompañada por todo el pueblo y donde los devotos
elevan sus plegarias para pedir la bendición y mejores días para sus
familias. Posteriormente, la imagen es trasladada a la casa del "pasante"
que prepara un festín para los invitados, antes de trasladarse en romería a
la plaza de toros. Es uno de los acontecimientos que más esperan los
totoreños. Hombres y mujeres, lucen sus mejores galas y se dirigen hasta
la espaciosa plaza, donde osados jovenzuelos y uno que otro mayor,
desafían al destino enfrentando a las bestias. La plaza está cercada con
"trincheras", construidas en base bolillos y maderos. Allá se refugia la gente
cuando el toro embiste. En las casas la gente da rienda suelta al consumo
de bebidas alcohólicas, sobre todo de chicha, que en el pasado hizo
famosa a la ciudad colonial por sus "embotelladas". También existe un toril,
donde se concentra a la manada. Uno a uno se suelta a los toros, que son
llevados por campesinos de diferentes comunidades, como parte de la
devoción a la patrona del pueblo. A los más bravos, se les coloca un enjalme
(una pañoleta prendida con dinero ) que constituye el trofeo para los
eventuales toreros. Es en realidad una tentación para los osados, que
intentarán aproximarse al toro, en busca del premio, muchos recibirán
antes una o varias cornadas, otros tendrán mejor suerte. No es extraño que
la fiesta termine con uno o varios heridos. La fiesta taurina se desarrolla
entre las 14.00 y las 18.00 horas y por espacio de tres días. Luego la gente
retorna al pueblo, generalmente en grupo, una vez que los toros han sido
convenientemente guardados. Por la noche, se realizan fogatas ya en el
templo central o en la casa de los pasantes, ocasión propicia para comentar
la fiesta y prepararse para la faena del próximo día. (Artículo escrito por
José Novillo)

Participantes en una corrida de toros

* Matadores

Torero: Quien mata al toro con una espada.

Rejoneador: Matador de toros a caballo

* Picadores:

Lleva la responsabilidad del toreo a caballo en las corridas de toreros de a


pie. Utiliza una vara larga con una punta metálica para puyar al toro y
producir desgarramiento de los tejidos ubicados en la cruz del mismo.

* Banderilleros:

también llamado rehiletero es el torero que durante el segundo tercio de la


lidia asume el protagonismo y pone las banderillas.

* Mozo de espadas:

es aquel hombre que asiste únicamente a un matador durante el desarrollo


de la corrida de toros desde el callejón facilitándole todos los avíos que
necesite (capotes, muletas, montera, estoque

* Alguacilillos: es aquel hombre que asiste únicamente a un matador


durante el desarrollo de la corrida de toros desde el callejón facilitándole
todos los avíos que necesite (capotes, muletas, montera, estoque

* Monosabios: Mozos que ayudan al picador en la plaza.

* Areneros: Mozos encargados de mantener acondicionada la arena del


ruedo durante la lidia.

* Mulilleros: se encargan de las mulas que arrastran el cuerpo muerto del


toro para sacarlo de la plaza.
Fiestas Taurinas en Cochabamba antigua.

El investigador social, Humberto Solares, logró recuperar algunos rastros de


la fiesta celebrada con la sangre del toro en nuestra ciudad, que quedaron
impresas en los periódicos de la época.

1) Cumpleaños del presidente Manuel Isidoro Belzu en 1854

Estábamos en la Plaza Mayor (14 de Septiembre) que contenía un número


de más de 12.000 almas concurrentes. El terreno estaba preparado como
para los ágiles movimientos del cuerpo. Las galerías y balcones brillaban
con la gala y el ornato de aquéllas hermosas damas. Este es el teatro
preparado para el audaz protagonista (...) Se anima la música cada vez más
y un estruendo declara la salida de la fiera lujosamente engalanada. Las
gentes se precipitan unas sobre otras, los gritos y la algazara se elevan y
esparcen por los aires, y en medio de este ruidoso espectáculo, el furioso
animal después de dar una vuelta la plaza, ocupa el centro. Acá un
esforzador adorador de Baco lo desafía a gritos y el toro sacude la cabeza y
prepara las armas, da un salto espantoso y hace huir al intrépido lidiador.
Tal espanto infunde este bravo que aquél corre despavorido hasta
estrellarse contra las trincheras. Los demás toros o corren hasta perder el
aliento o sirven de burla al pueblo (El Orden, nº 54, 03/06/1854).

2) Fiesta de San Sebastián

Federico Blanco (“Diccionario Geográfico”, 2003) sostiene, que por largo


tiempo, la fiesta de San Sebastián ha sido una de las más concurridas y
lucidas; entre las diversiones que en este día se presentaban al pueblo,
había corridas de toros, carreras de caballos, sortijas, etc.; el cerro, la Plaza
de San Sebastián y los balcones en las aceras de dicha plaza, solían en
estos días estar materialmente repletos de gente de toda condición y clase.
Se cree que en todo el Perú, durante el coloniaje, hubiera podido haber
fiesta más concurrida y de mayor lucimiento.

La memoria de la infancia de un testigo más contemporáneo que alude a la


segunda o tercera década del siglo XX, monseñor Walter Rosales (citado por
García Mérida en: “Un siglo en Cochabamba”, 1995), nos permiten rescatar
estas escenas:

La fiesta de San Sebastián se celebraba con corrida de toros. Eran corridas


elegantes, las damas iban bien trajeadas, las niñas emperifolladas. Los
caballeros desde sus monturas o en sus carruajes, alentaban a los del
ruedo. Los heladeros vendían sabrosos raspadillos en sus carritos de hielo.
Un día haciéndome el quite de mis hermanas, salí de casa y me fui a la
plaza. Entré al ruedo atraído por las libras esterlinas entre los cuernos del
toro embolado. Poco a poco me aproxime al toro que era hostigado por los
matarifes, quienes ya estaban algo 'aceitaditos'. Uno de ellos iba a sacarle
las libras esterlinas pero el toro se embraveció y yo aparecí bajo un
cochecito con un moretón en el cuerpo.(Obra cit: 48).

3) Cochabamba mestiza

Como se puede percibir, la Plaza de San Sebastián no era un sitio privativo


del mundo mestizo-cholo, aquí, por el contrario, los caballeros en montura y
las damas muy bien trajeadas, fueran días festivos o no, compartían con
libertad este espacio. La fiesta taurina, sin embargo fue desplazada, según
García Mérida, a fines del siglo XIX, por la aparición del foot ball, el deporte
más popular del siglo XX, convirtiéndose la plaza en el sitio de las primeras
prácticas de este deporte, al punto que se construyó una nueva plaza de
toros en las faldas de la colina. Se trataba de la famosa plaza de toros de El
Acho, inaugurada en 1893 y demolida décadas más tarde para dar paso a
una de las tantas intervenciones municipales para realzar el monumento a
las Heroínas de la Coronilla (H. Solares, “Sociedad, ciudad y espacio público
en Cochabamba (1825-1960”, inédito).

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