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Historia Antigua 1

1. LA MÚSICA EN EGIPTO:
En el Antiguo Egipto, la primera teoría musical se remonta a 3150 a.C.
Los egipcios eran muy aficionados a la música, cuyo estudio se basaba en principios
científicos. Era considerada una ciencia importante, siendo estudiada por los
sacerdotes. Hay amplia representación de músicos tocando gran variedad de
instrumentos en tumbas y elementos de decoración.

A la música antigua se la consideraba de


elevado ethos, y constituía un importante
factor educacional. A este tradicionalismo
egipcio se refieren los escritores griegos
clásicos como Heródoto y Platón en su
pensamiento musical, y según esos autores
griegos, los egipcios enseñaban música a
otros pueblos, entre ellos a los mismos
griegos, siendo al parecer los músicos
alejandrinos los más hábiles en su género.
En las reuniones sociales, los músicos
ocupaban el centro del salón y
frecuentemente se acompañaban de
bailarinas o bailarines. La música siempre iba
unida a la danza, y se consideraban
imprescindibles en cualquier fiesta.
En el Antiguo Egipto, el signo jeroglífico que
representaba la palabra "música" era el
mismo que representaba las palabras "alegría
y bienestar". En algunos papiros médicos
egipcios de 2600 años de antigüedad se
habla de cánticos e interpretaciones
musicales para curar diversas enfermedades.
Platón se refería a la música en el Antiguo Egipto como de gran utilidad por sus
beneficiosos efectos sobre la mente de los jóvenes.
Por la propia naturaleza de los diversos instrumentos que utilizaron, por la
afición que hacia este arte tenían, y lo metódico de sus procedimientos, es bastante
lógico pensar que estudiaron el arte de la música con todo detenimiento.
El arte musical estaba muy difundido entre las mujeres, especialmente entre las
más nobles damas, que tenían el privilegio de ostentar el título de “primer cantor
en la mesa de Amón”. Las escenas musicales que han llegado hasta nosotros
parecen demostrar la existencia de una música dulce y refinada, de persuasiva
expresividad. Los griegos, que si bien parcialmente, llegaron a conocer la música
egipcia, no se cansaron de alabar su belleza y se proclamaron seguidores suyos.
Una cosa es indudablemente cierta: en la cultura egipcia, la música brillaba a
gran altura. El número y la belleza de los instrumentos musicales, decorados y
traceados como si se tratara de auténticas obras de arte, dan prueba de un arte
musical muy floreciente.
Nada sabemos, por fuentes directas, de la teoría musical egipcia, pero tuvo que
ser muy compleja y elaborada. Las matemáticas, y en especial la geometría, la
astronomía y la aritmética, eran rigurosamente estudiadas. Es, pues, razonable
suponer que al mismo nivel estaría también la música, considerada
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tradicionalmente como ciencia afín a las precedentes. (No olvidemos que Pitágoras
había estudiado matemáticas y teoría musical, precisamente en Egipto).
En el Imperio Nuevo se produjo el mayor esplendor en las artes, también en la
música. Se construyeron nuevos instrumentos musicales y se mejoraron los de
períodos anteriores. Nos han quedado evidencias en relieves y frescos, aunque
también se conservan instrumentos o partes de éstos.
Tras la XVIII dinastía se produjo una decadencia en todo Egipto, que también
afectó a la música. A partir de ese momento, los instrumentos, así como las
melodías, estuvieron cada vez más influenciadas por las culturas extranjeras.
Hasta nosotros han llegado pocas manifestaciones sobre la música en general
en el Antiguo Egipto, la mayoría de ellas gracias a relieves, frescos o restos de
instrumentos musicales a partir del Imperio Nuevo. El hecho de que podamos
conocer parte de su cultura musical ha sido posible gracias a que los cantantes
coptos han conservado este legado de forma oral, y se ha mantenido intacta
durante siglos gracias al conservadurismo de los sacerdotes.
Sobre este tema, el musicólogo español Rafael Pérez Arroyo ha realizado un
trabajo al respecto, denominado "La música en la era de las pirámides". Se trata de
un libro que forma parte de una serie de cuatro, en el que explica diversos aspectos
de la música en los distintos períodos, reconstrucción de instrumentos, vida de los
músicos, así como una selección de himnos y textos de las pirámides transcritos y
traducidos. Acompaña al libro un CD grabado con cantos rituales, acompañados por
una recreación de los instrumentos de este período. Fue galardonado con el premio
"Mejor libro técnico-científico2002" por el Ministerio de Cultura.

4. EL SISTRO:

Entre los principales instrumentos musicales se


halla el sistro. Es sistro era un instrumento musical
hecho de metal, madera o ceramica, con pequeños
discos metálicos que producían el sonido cuando se
sacudía el sistro con la mano.
El sistro producía un sonido parecido al que
produce las cañas de los papiros cuando sopla un
viento suave. Su forma fue cambiando a lo largo del
tiempo, y al más antiguo sistro de Iba, en forma de
herradura, se le sumó entonces el sistro de Naos, con
silueta de templo estilizado.
1. Sistro Sesheshet: Parece ser el más arcaico
con forma de naos (casa o templo). Un mango
coronado con un capitel que suele estar representada
la diosa Hathor, Bat (en el Imperio Medio) o cualquier
otra divinidad relacionada con ellas, que sostenía una
pieza central rectangular o en forma de dintel de
templo con dos bandas metálicas, cerrada a cada lado, y en su interior se
introducían semillas; Sonaba agitándolo como las actuales maracas.
2. Sistro de Iba: (sekhem) Sistro en forma de estribo o arco. Tenía una forma
curvada, es decir era un sistro de batidor y estaba atravesado por tres o cuatro
varillas que, al agitarlas, producían el sonido. Éstas, además, podían tener unos
discos insertados, que, con el movimiento, chocaban entre sí aumentando la
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sonoridad. Al igual que el primero, el mango recogía la imagen de Hathor o de otras


divinidades relacionadas. Algunos autores han querido ver en la forma de este
instrumento un simbolismo añadido y han interpretado que las cuatro varillas que lo
atraviesan representan los cuatro elementos y que la forma redondeada era un
modo de representar el cielo.
Se clasifica en la familia de los Idiófonos, junto con los sonajeros o las varillas, y
como símbolo o amuleto representa la música, las fiestas y los ritos sagrados.
El sistro de la Diosa Hathor que se encuentra en el Museo del Louvre de París, es
de una belleza y fragilidad espectacular, ya que su tamaño no es mucho mayor que
el de un sonajero de mano de los que se utilizan en la actualidad para entretener a
los niños, pero la diferencia radica en la calidad y majestuosidad de sus grabados,
ya que es en estos donde se deja ver la importancia de este instrumento entre las
personas del Egipto Antiguo.
Elaborado sobre metal, lleva engastada la figura de la diosa en el final del
mango, desde donde nace una especie de medio arco con forma de herradura que
lleva engastados unos palos que la atraviesan por el interior donde quedan
colgadas unas arandelas que al ser agitadas producen un sonido muy peculiar.
Como es lógico, no hemos podido oír el sonido de este magnifico instrumento
porque al tratarse de una pieza de una valor incalculable y expuesta tras un cristal
de seguridad no ha sido posible tal cosa, pero los antiguos egipcios lo consideraban
uno de los sonidos mas celestiales del mundo.
La exposición se completaba con todo un conjunto de instrumentos de la época
y algún sistro de menor importancia, ya que este museo contiene una colección
instrumental de la época muy completa.

2. MÚSICA Y DIVINIDAD: La Diosa Hatrhor


Uno de los instrumentos que más se
ha relacionado con las divinidades es
precisamente el sistro, asociado a la
diosa Hathor (aunque se utilizaba en el
culto a otras divinidades como Amón ó
Isis).
La relación entre el sistro y Hathor
está suficientemente demostrada.

Gran número de mujeres que


deseaban convertirse en sacerdotisas
se ofrecían a la diosa Hathor. Su
nombre, derivado de las palabras Hut
y Hor, podría traducirse por "El santuario
de Horus". Era esta, la gran y bella
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diosa Hathor, la madre de las madres, sin igual en el cielo eterno, apreciada en todo
Egipto, y amada sobre todo en la Alto Egipto, donde se hallaba su residencia, en
Dendera.

La explicación al porqué de la predilección ante esta diosa es sencilla. La


diosa con cabeza de vaca engendraba al sol en cada amanecer, llenaba los
corazones de felicidad, colmaba los deseos de los amantes, otorgaba la belleza y la
juventud. Desvelaba los secretos de la danza, y en compañía de su hijo Ipi,
descubría la belleza que se oculta tras las notas musicales. Un papel que Hathor
tenía, y que era muy apreciado por los egipcios, era el de la protectora de los vinos.
Cuando se celebraba esta festividad, corrían por los campos egipcios litros de vino,
y las gentes de henchían de felicidad, sabiendo que la bella Hathor festejaba con
ellos ese día tan especial. Era la diosa celeste muy querida y apreciada, hasta tal
punto que su importancia se vio reflejada con los Textos de la Vaca Divina, donde
se explicaba y relataban los hechos acontecidos al Ojo del Sol, y como esta diosa
universal, que en los últimos días del reinado faraónico se fundió con la sombra de
Isis, formaba parte de la historia de la creación, escrita tantas dinastías atrás.

Las iniciadas en los misterios de Hathor utilizaban objetos determinados,


como el collar de la resurrección, la clepsidra ó el sistro. Las sacerdotisas de
Dendera convirtieron al sistro en instrumento hatórico pro excelencia. La función
que tenían los sistros, con su delicado sonido, era la de unir al país de las Dos
Tierras con la materia del Universo. Desde el interior del mammisi se celebraban los
misterios del divino nacimiento de Horus, donde se ofrecían a la diosa cántaros de
leche y miel. Era este el alimento celeste que alimentaría al Ka de Hathor, y
rejuvenecería a la diosa por la eternidad. En la frente de la diosa, las sacerdotisas
colocaban una corona de oro, que el propio Ptah había fundido en los albores de los
tiempos.

Hathor poseía una naturaleza dual, por un lado proporcionaba la fertilidad y la


vida nueva, pero por otro la destrucción. En sus cultos una parte se dirigía al
apaciguamiento de su lado peligroso y el sistro se sacudía como medio de control.
Diosa que se manifiesta en forma de vaca, o como una mujer con orejas de vaca y
un disco solar entre los cuernos. Su nombre significa "morada [cósmica] de Horus".
Se la veneró bajo múltiples aspectos a lo largo de toda la historia de Egipto y en
todo el país, hasta en los lugares más apartados.
Originalmente era la vaca celeste y la madre universal, pero la posteridad la
conoció más como la diosa del amor, de la música y de la alegría. Los monumentos
más importantes entre los erigidos en su honor son los templos de Dendera y
Philae, una capilla en Deir el-Bahari y el templo de la reina Nefertari en Abu Simbel.
En Tebas era la diosa del Desierto Occidental, la puerta del Más Allá. En Menfis se
manifestaba en un sicomoro sagrado. Hacia el final del periodo faraónico, los
griegos la asimilaron a Afrodita.
En muchos casos se relaciona también con su hijo Ihy, que suele llevarlo en las
manos. También se utilizó en las ceremonias de otras divinidades y en el culto
funerario, ya que su sonido agradaba a los dioses y espantaba las influencias
negativas y malignas. En ámbitos funerarios estaba relacionado con el
renacimiento.
En multitud de ocasiones el sistro está acompañado de un instrumento/collar de
percusión llamado menat, también relacionado con la diosa Hathor. Han sido
interpretados por muchos autores como dos símbolos sexuales: la oposición entre lo
masculino y lo femenino. Así relaciona la forma itifálica del sistro en contraste con
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las formas redondeadas del menat, propias del sexo femenino; todo ello guarda
relación con ritos de fertilidad y fecundidad.
El sistro se mantuvo vinculado al culto de Isis en la época grecorromana. Son
famosos los ejemplares de bronce hallados en el templo de Isis de Pompeya,
siguiendo la tipología egipcia tradicional.

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