You are on page 1of 5

ISFD Nº 50- EDI I- Prof: V.

Mabel Nadal

Etapas de la redacción académica


1º) Selección de información relevante
En primer término, debe recordarse aquí que, a diferencia de un
texto informal o coloquial—el cual normalmente se redacta de
manera libre y espontánea, tal y como van apareciendo las ideas en
la conciencia--, el texto académico formal requiere un trabajo por
fases sucesivas: en primer término, una tarea previa de selección de
las ideas y de planificación de la estructura jerárquica con la que
estas serán presentadas; luego, una labor práctica de redacción,
propiamente dicha; y, finalmente, un quehacer posterior de revisión y
reelaboración de los detalles del texto.
Para todo este proceso, el primer e indispensable paso es la
elección y delimitación del tema por tratar y la identificación de las
ideas que particularicen con precisión dicho asunto (delimitación).
Aunque parezca lo contrario, este paso no es sencillo. El ámbito de
aplicación del saber humano es muy amplio y, en principio,
cualquier tema puede ser enfocado desde una óptica académica.
Por eso, puede emplearse como primer criterio de elección
temática el interés personal del autor, el cual debe
complementarse con una consideración realista de la posibilidad
de acceso a los medios necesarios para recabar la información
pertinente. Por su parte, la delimitación supone un análisis
elemental del tema elegido en un conjunto razonable de subtemas
—según el grado de extensión y de exhaustividad que se prevea
para el texto final—, los cuales serán luego la base de las ideas
principales del texto. Una vez delimitado el tema y fijados los
subtemas con los que este se desarrollará, se pasa a la segunda
etapa en la planificación del texto: la selección de la información
relevante, es decir, la recopilación de la información pertinente
para la construcción de un mensaje coherente sobre el tema
elegido. En realidad, este paso supone una búsqueda previa de la
información general sobre el tema en fuentes de diverso tipo:
libros, publicaciones periódicas, audiovisuales, páginas de Internet,
entrevistas con especialistas, etc. Eventualmente, se requerirá
también una investigación de campo (encuestas, sondeos de
opinión, etc.). Como es obvio, el nivel de exigencia en lo que se
refiere a las fuentes puede variar según la finalidad a la que se
destine él texto que se esté redactando (así, un examen escrito,
una reseña, un informe, una monografía, una tesis, etc. suponen
distintos grados de exhaustividad en la extensión de las fuentes),
pero, en general, los textos académicos siempre exigen del autor
un cierto manejo de trabajos previos en relación con el tema que
se quiere tratar.
Cuando la información general haya sido reunida bajo la forma
de fichas o copias —las cuales deberán, por cierto, consignar
formalmente las referencias necesarias para establecer su origen
—,- la tarea del redactor consistirá en releer cuidadosamente tales
fichas, de modo que resalte en ellas todas las ideas que puedan
contribuir al desarrollo del terna central y de los subtemas que
previamente haya delimitado. Las ya conocidas técnicas del
subrayado tendrán una muy ventajosa aplicación; recuérdese que
estas siempre deben llevarse a cabo teniendo en mente, con toda
claridad, cuál es el lema central y cuáles los subtemas
previamente elegidos.

1
ISFD Nº 50- EDI I- Prof: V. Mabel Nadal

2º) Organización jerárquica de las ideas en un texto


propio
Antes de abordar la siguiente etapa, conviene recordar que el
objetivo final de todo el proceso de redacción que se está
revisando aquí es la creación de un texto propio a partir de las
fuentes. En consecuencia, no se trata simplemente de hilvanar de
cualquier modo ideas ajenas tomadas de aquellas ni de unir las
síntesis parciales de las fichas textuales; tampoco se pretende que
el estudiante elabore una suerte de "gran resumen" de los pasajes
seleccionados. Más bien, la labor de redacción debe asumirse
corno una tarea esencialmente creativa, que ciertamente se apoya
en lo dicho por otros, pero que exige de cada autor al menos un
mínimo nivel de aporte personal. Por eso, la labor propia e
intransferible de todo proceso de redacción se inicia --aun cuando
fuera de manera indirecta— en el momento de seleccionar y
jerarquizar las ideas que van a ser expuestas. Con mucha
frecuencia ocurre que, en el esfuerzo por ordenar las ideas que se
quiere consignar en un texto, su autor se verá precisado a incluir
en el esquema, cuadro sinóptico o mapa mental otras ideas que no
necesariamente estuvieron consignadas en las fuentes de partida;
estas últimas, precisamente, por ser el fruto de la reflexión
personal, constituyen el aporte original directo del autor.
Tal como se ha evidenciado en la unidad anterior, un buen texto
académico se caracteriza por seguir un orden prefijado por su
autor, en el que la aparición de las ideas no es casual, sino que
está diseñada para transmitir, del modo más claro que sea posible,
el pensamiento del emisor. Se sabe ya, además que no todas las
ideas de un texto académico tienen la misma jerarquía: así, las que
se vinculan más directa mente con el terna central se consideran
ideas principales mientras que las que lo hacen a través de estas
últimas se tratan más bien corno ideas secundarias, lógica mente
dependientes de aquellas. Siendo esto así, resulta natural plantear
aquí la necesidad de generar un esquema, cuadro sinóptico o
mapa mental que incluya todas las ideas centrales del texto y que
represente las relaciones de jerarquía entre ellas antes de iniciar la
redacción del mismo y que sirva como guía para esta labor.
Como es obvio, el punto de partida para la elaboración del
esquema, cuadro sinóptico o mapa mental-es el tema central que
se ha fijado con claridad en el paso anterior (el que se coloca,
habitualmente, corno título) y los subtemas principales que hayan
sido considerados pertinentes. Sobre esta indispensable base,
existen al menos dos vertientes que constituyen algo así como la
materia prima del esquema, cuadro sinóptico o mapa mental: por
un lado, las sumillas o notas que se han obtenido de la selección
de fuentes y, por el otro, las ideas propias que el autor ha
considerado pertinentes respecto del tema que quiera desarrollar.
En este momento, el autor ya está en condiciones de juzgar la
pertinencia de las ideas, su secuencia y las relaciones de jerarquía
que les corresponden: todo eso debe quedar reflejado en el
esquema, cuadro sinóptico o mapa mental, cuya confección, como
se ha visto, es, necesariamente, un acto de creación personal del
autor del texto.

3º)Redacción del borrador


Una vez elaborado el esquema, cuadro sinóptico o mapa mental,
el paso siguiente es la redacción, propiamente dicha, del texto.
Cabe notar aquí otra diferencia importante entre el texto
académico y el texto informal: mientras que este se considera

2
ISFD Nº 50- EDI I- Prof: V. Mabel Nadal

terminado una vez elaborada una primera (y única) versión, aquel


está sujeto a un número no determinado de revisiones sucesivas,
que modificarán la versión inicial en diversos aspectos, con el
objetivo permanente de lograr cada vez mayor claridad y precisión
en las ideas. De allí que a una primera versión de un texto
académico se la considere, en rigor, como un borrador y nunca
como el texto final.
Existen dos consideraciones que deben tomarse en cuenta en
esta etapa:
A)en primer término, que, si bien se redacta a partir de un
esquema, cuadro o mapa mental, el trabajo de redacción no se
reduce a reproducir dicho esquema, cuadro o mapa mental de
manera lineal (una frase tras otra) y menos aun se trata de
elaborar una lista de ideas separadas por guiones; en segundo
lugar, que, como un principio general de organización textual,
puede plantearse la regla según la cual a cada idea principal le
corresponde un párrafo del texto, y viceversa. Respecto de la
primera observación, hay que sella-lar que el redactor debe
vincular una idea con otra por medio de los conectores lógicos y de
los elementos referenciales que resulten más apropiados para las
relaciones que ha prediseñado. En efecto, en toda lengua, existe
una amplia gama de términos cuya función textual es servir como
medio de enlace de las - ideas; conocer dichos términos y
emplearlos adecuadamente, sin caer, por ejemplo, en la repetición
excesiva de un mismo conector suele ser la base de mi buen estilo
académico. La redundancia puede evitarse también si se usa
convenientemente palabras como los pronombres o ciertos
adverbios que se caracterizan por su capacidad de referirse a
términos ya mencionados en un mismo párrafo del texto.
B) En segundo lugar, el redactor debe observar atentamente que
el texto, que se elabora siga en todo momento el diseño que le
sirve de sustento, pues solo así conseguirá el objetivo de producir
mi texto coherente. Otra recomendación, es el empleo de un buen
diccionario con el fin de aclarar las dudas que puedan aparecer en
el terreno del vocabulario. Evidentemente, cuanto mas
especializado sea el tema, mayor será la presencia de palabras
propias del léxico particular propio de la disciplina ("términos
técnicos"); en tales casos, será muy conveniente la utilización de
glosarios o diccionarios técnicos que permitan al redactor un
empleo preciso de los términos. De cualquier modo, el autor de un
texto académico siempre debe tomar en cuenta el nivel de
conocimientos de sus potenciales lectores respecto del tema que
esté siendo tratado. Así, por ejemplo, en un texto de nivel
promedio de divulgación científica, si con el objeto de ser preciso
un autor debe emplear un término poco común (o uno que, siendo
común, tiene un significado particular en el mareo .de cierta
disciplina), conviene que aclare su sentido por medio de una nota
(o, si son muchos los términos en esta condición, por medio de un
vocabulario) a pie de página o al final de cada artículo o capítulo
del texto.

4º) Redacción de la versión final


No existe un limite fijo para el número de versiones previas que
puede redactar-se cuando se trata de un texto académico (primer
borrador, segundo borrador, etc.). Lo usual es que la revisión del
texto se haga por partes, tomando en cuenta diversas
características. Así, por ejemplo, en primer lugar, debe verificarse
todo lo referido a los aspectos de ortografía y normativa, luego el

3
ISFD Nº 50- EDI I- Prof: V. Mabel Nadal

uso de léxico académico preciso, en el que se evite el empleo de


términos vagos y ambiguos, la secuencia lógica de las ideas, evitar
las redundancias (repeticiones innecesarias de un mismo
término) . Finalmente, conviene verificar también el estilo, para
lograr una redacción académica formal.

Errores en el plano del contenido


El contenido de un texto académico se caracteriza por ser producto de un
trabajo exhaustivo de investigación y confrontación de fuentes;
por ello, en este tipo de texto, no se debe incorporar información que no
sea extraída de estudios o investigaciones serias. Otra carac- terística del
texto académico es exponer o enunciar una idea adecuadamente
fundamentada o justificada. Finalmente, es muy importante que se
explicite el propósito que se persigue con el texto. Entre los errores más
frecuentes en el aspecto del contenido, se encuentran los siguientes:
la desviación del tema o tópico tratado, la redundancia o repetición
innecesaria de la informa-ción, la falta de consistencia o de
fundamentación de la información, y la incongruencia temática o
contradicción entre ideas.

Errores en el nivel de la estructura


El texto académico se caracteriza por la organización de ideas basada en
las leyes de la lógica y el raciocinio; por esta razón, por más sólida e
importante que sea una información, si esta no es presentada de modo
coherente, se enturbia de modo considerable su valor y eficacia. Por ello,
si se quiere escribir un texto académico, las ideas deben presentarse de
modo tal que evidencien un hilo conductor. Para lograr este objetivo, es
necesario que siempre se diseñe antes la secuencia en que aparecerán
las ideas del texto. Por último, no hay que olvidar que es preciso disponer
la información organizada en unidades temáticas claramente
diferenciadas; esto es, en párrafos. Esto último, precisamente, conforma
uno de los principales errores que se presenta en la
elaboración de textos con relación a su estructuración.

Errores en nivel de la expresión académica


El texto académico se caracteriza por revelar un gran cuidado en la
presentación de las ideas, tanto en los aspectos de formato cuanto en el
estilo del discurso elegido. Por ello, son consi- derados errores de este
tipo los siguientes: escribir sin distribuir simétricamente la información en
la página; no tener en cuenta la caligrafía o la tipografía; no respetar los
márgenes, las sangrías o los subrayados; hacer borrones o tachones;
emplear abreviaturas informales, entre otros.
Otro error de este mismo tipo se manifiesta cuando no se elige el estilo o
nivel de lengua ca- racterístico del mundo académico (estilo objetivo,
serio, técnico, científico, etc.) y se escribe expresando coloquialidad,
subjetividad, cualidad o informalidad. Entre los errores más frecuentes,
están el uso de la segunda persona ("tuteo"), el uso de calificativos que
expresan emotividad, el empleo de un léxico impreciso, coloquial,
informal o impropio, el descuido en el empleo variado de referentes y
conectores, etc.

Errores en el ámbito de la normativa española


El texto académico, por su naturaleza convencional o formal, tiene como
característica
guiarse por las normas vigentes del idioma en el que se escribe: reglas de
puntuación,
reglas gramaticales, reglas ortográficas, etc. Un error muy frecuente, al
intentar escribir
un texto de este tipo, es considerar solamente el contenido corno lo único
importante, y

4
ISFD Nº 50- EDI I- Prof: V. Mabel Nadal

olvidar o no ser conscientes de las exigencias en cuanto al manejo de


"formas" que son
propias del estilo académico.

You might also like