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RAY FIT7.P,\J1UCK
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::11 l ',J'\.; 1'!:.. 1{,\ lfl I /\() \' llÚSQI .i EIJA DE AYUDA
1111(', si se Jt.s ('¡JlI " l dl •.l);1 por 1I1eJio de ritll alcs npropiaous, ¡d cnlifi ei., ban
la f""lltc de la hechicería. Si el oráculo confilmaba (Ju e alguien había
'H..: ll1ad o CO IllO Ilcchi ccro )' provoca J o alg llna en ferm cdad : i.l ese illdividuo
:-;c le har ía el <.:a r ~o y se le exigiría CIue ret irara su influ encia. En caso
Ji CCCS;lrio, I'j(,J'cería vCllgaJlza contra el clIlpable practic ando también
,<;/,,'
magia desqllite,
COIllO
SIlO\V (IU71), I r.m iendo 'lil e e stas iucas pa recieran dcn1nsiado remotas
\' exúticns ('11 cOJnull'¡dadcs dG Occidente, d escribe creencias similares entre
;lCgros de la c lase obre ra t:l'iauos e n las regiones rurales del sur de los
Es tados Unidos. Diee f]u e sus expli c;lciones de la enfermedad caen en tres
ea tcgorÍtls generales; azares naturales y del medio, castigos de Dios, )'
espíritu s y hechiccrías. Ideas similares se encuentran entre las comunida-
J cs ca mpesinas de la América Latina ( Fabrega, 1974), en las cuales 6e
explican las enfcrm euac1es diciendo que se deben al mal do ojo de un
enemi go.
De la investigá ción antropológica de estos sistemas ex 6ticos de creen-
cias s \lr~c n muchas lecciones importantes para nuestros fin es. Claramen-
te revelan la supervivencia de form as de cxplicaci6n de enfermedad qu e
difiercn por cOlll pleto de las interpretaciones que da la ciencia de Occi-
dente. 'M;lS importante ftl'm es que es tas creencias forman una pauta co-
herent e de ideas seglm las cual es se explica la enferm edad. Ideas que
su pcrfic inJmcnle ·pareccll. cxtrni1as tie ne n sentido cuando se conside ran con
más atcnci(m, Evans-Pritd,an.l muestra que las creencias de los azanue!-i
-
sobrc hechicería y orácu los cons tituyen un conjunto de iueas que dan una
ex plicación razonabl e de la renlülad. Así pues, si una consulta determi-
nacla ,>on U1l ur;Ículo producía resultados contradictorios Q no persuasi-
vos, eÍ l.o no hacía IJlIe el individuo pusiera en clucla todo:¡e1 si,tema de
creel) G¡·~s . Más bien se daba por sentado que el veneno e':l jJruticular o
lus pruccdirnicntos rituales empleados tenían alguna falla, Las hipótesis
de hechicería enunciadas por los oráculos solfa n limitarse a las reues so·
ciales inmediatas , entre cuyos ,n)Ír:n1hros e ra lnás probable qu e hubi era
encmi, lades y dvalidades, 'lue venudall a confirmar el sentido de la de-
cisión <le! oráculo.
En términos 111 :íS gl'lIerales, el sistema d e c reencias proporcjona ba ll11a
filo",fía coherente 'J"C ex!,licaba los contratiempos. La c¡¡usa inmediata
de un accidente grave scría interl'rdada del mismo modo por un zande
o por un uccidclltal,- es -decir, una rama que ' se desprende de un ;Írbol.
Sin cllIhargo, la explicación m,\s fUlldamental de por qué tal cosa ocurri,',
en un Iilomentu dadu )' a un indi viduo en particular que se hallaba bajo
el {n-bol se ellconlra.rb en procesos suhyacentes muy distintos para cad a
UIIO el e lus dos o¡'sen '"dores.
Las creencias z'lIlde.s conslilllyen un modo euherente de ha llar senti·
do a desgracia, tales co mo la enfermedad. Obviamente, en las sociedades
occidc lludes la f Ufrna Jominnnte de explicar la enfermedad es muy dis-
CONCEl·ros CUMU. Nt;~ vt. J'.NI'l!.ItM.t.Ul\tJ ".
tinta, y en su forma más organizada, que es la ciencia de la medicina, se
basa en un conjunto de conceptos complejísimo e integrado de la etiolo-
gía de la enfermeda d y de mecanismos orgánicos en el funcionamiento
del cuerpo. Sin embargo, hay buenos tes timonios d e que este modo de
int.erpretar la enfermedad no es compmtido unifOlmemente por miembros
de las sociedades occidentales, pues adopta formas diversas en distintos
grupos sociales. La meta de este capítulo es pasar revista a la forma y al
contenido de conceptos comunes en las sociedades occidentales, y exami-
liar hasta qué grado hay diferencias de fondó entre"los conceptos del hom-
bre común y los de los profesionales médicos, así como establecer la tras-
cendencia que para la atención de la salud tienen tales diferencias.
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22 ENFE.RMEDAD Y BÚSQUEDA DE AYUDA
le hobía ped ido que mostra'ra ira. Un grupo de control al qHe se le in-
yectó una solución salina que en general no estimul6 actividad fisiológi-
ca, resultó menos Í11fIuido por su contexto social. Schacter enunció una
teoría en que la nahrraleza y la calidad de las emociones es determinada
SCglUl una interacción entre el estado fisico y las percepciones cognosciti-
vas, que a su vez reciben la influencia del contexto social. Su demostra-
ción ofrece también un modelo para considerar la nahrrnleza de enferme-
dades y males: el significado cognoscitivo atribuido a estados corporales
anonnales es conformado social y cuIturalmente, y a su vez constituye
la experiencia del que sufre. .
El ejemplo de trastornos depresivos se puede usar para desarrollar este
plinto. En muchos culturas no occidcntales, digamos en -China y en el
Medio Oriente (Fitzpatrick, 1983; Katon, Kleinman y Hosen, 1982), la de-
presión y otros trastornos neuróticos se presentan con una concentraci6n
mayor de síntomas fisieos de los que se hallan en las clinicas psiquiátri-
cas de Occidente. Por lo común, los pacientes de tales sociedades, aun
cuando muestran depresi6n, dan cuenta de menos síntomas relacionados
con estados de ánimo internos; más bien se concentran en síntomas físicos
diversos. Kleirunan (1980) halló en sus clínicas para enfermos psiquiábi-
cos chinos en Formosa, que la mayoría a los que había diagnosticado de-
presión presentaban síntomas físicos como su dolencia principal. SeI1ala
que en Formosa el idioma es rico en terminología referente al orgarusmo,
pero que tiene pocos términos que correspondan a la amplia variedad de
estados psicológicos iutemos propios de Occidente.
White . (~.982) examinó la tesis de que hay diferencias cuIn,rrales en
'los conceptos de enferrned~d; se valió de ulla muestra de estudiantes de
Hawai, la tirItad de los cuales eran chinos de Hong Kong y la o\Ta mitad
norteamericano., blancos. A los estudiantes se les dio una lista de proble--
lna . . psico.'i'O<.:jalc.~ tales COJTIO ·'.illsomnio", "sensación de angustia y ten-
sión", "dolores de cabeza" y "sentirse solo". Se les pidi6 que dieran tanto
detalle como pudieran sobre las dusas probables de cada problema. Los '
codificadores clasificaron las explicaciones de los estudiantes. Hespecto a
problemas somáticos como "dolor de cabeza" y a problemas psicosomá-
ticos como "pérdida del apetito", los estudiantes norteamericanos dieron
con más frecuencia explicaciones por estados . emocionales intem05. Res-
pecto a · problemas psicológicos tales como "tristeza" y respecto a proble-
mas somáticos, los estudiantes chinos citaroli con más frecuencia presiones
externas tales como la familia, o las exigencias de los estudios académi-
cos. Es decir, las dos culturas ofrecieron razones conceptuales diferentes
como causa de sus problemas: los hijos de la cultura norteamedcana se
centraron en estados internos de sensaci6n, y los de la culhrra chilla des-
tacaron causas situacionales externas. .
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CONCEPTOS COMUNES DE EN FER~IEDAIl 23
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2·' ENFERMEDi\D Y IlÚSQUEDA DE AYUDA
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CONCEPTOS COMUNE5 DE ENfERMED¡\D 25
'lllC es una perspectiva en la cual los dos reinos son distintos y separados .
.Engel llama a este enfoque el "modelo biomédico":
Así pues, es cn este punto donde se pueden presentar algunas de las ,H-
ferencias más grandes entre las ideas populares y comunes y las entroni-
zadas en la cuhura de la cieucia médica.
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2G ENFERMEDAD Y BÚSQUEDA DE AYUDA
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CONCEPTOS COMUNES DE ENFERMEIJ,\D 27
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ENFERMEDAD Y BÚSQUEDA DE AYUDA
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CONCEPTOS COMUNES DI, ENFER~H:DAD
les. lTclmRll scííab que de los gúmenes se ll8bla de J1l()(lo similar, y que
tienen una naturaleza hipotétiuunenle similar a Jos E'spíril\1s (pie en IllU-
chas sociedades agríeobs senc.iIJas son ca,,,,, ,le- la l'lIfcnnctl",l.
Hehmn dice 'l"e hoy día este sistcllla ,le creenci"s es i"esta]'le: en
partie"l;]r, los pacientes mús jóvenes tiellden a considerar que resfria,los
y fiebres se deben a géllllenes y virus, que no son resultado ,le sus pro-
pios actos. Estos cambios en el modo de pensar se deben en pmle a cam-
bios habidos en la medicina, en especial a la mRyor disponibilidad de
antibióticos.
El haher deducido semejante .,ístema de creencias por medio de t,' c-
Jlíea,'; éllltnJpofógicas requirió la inlcrvcncióll uenlélollo.~ illtcrprctat.i\'os
de pautas y tcmas de detección en UI1 bueJl número de Ins opini.ones ex-
presadas. Puede suceder muy bien que nadie sea capaz de explicar todas
las distinciones y principios que el observador afirmaría 'luc existen en las
creencias de una comunidad. Este punto es impOltante porque en la prác-
tica cHnica, o dondequiera que un investigador analiza hs opiniones de
algún entrevistado en particular, puede ser difícil identificar pautas simi-
lares a las que ¡Ielman ha examinado. Los elementos de Jos opinimws de
un individuo sobre la enfermedad casi con seguridall serán más limita-
dos, tentativos, faltos de consistencia y menos complejos. Y01.lng (lUSI)
advierte de los peligros del supuesto de un «Hombre Racional" en este
terreno si s,, huscan con demasiado entusiasmo pantas cognoscitins delr"s
de los enunciados. Los resultados pueden muy bien ser el producto pe-
culiar del intercambio entre el investigador y el entrevistado y no reflejar
ideas que son importantes para el entrevistado en situaciones reales de
enfenmeda d.
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30 ENFERMEDAlJ Y E\JSQUEDA DE AYUDA
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C:O NC f.I'TOS CO I\1 UNES DE Ei\: FF.RI\1ED/\D 31
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ENFE1U I I' 1),\J) y llÚSr¿UEDJ\ lJE J\rUll'\
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-
CONC.EI'TOS COMliNFo;; DE F.NFERM[Di\1) 33
Inayoría de 1,105 pcn>lnl:ts nnlill:l.rias, cspccinlmr.nte uehit10 :l. que 1:1 J1lClli~
ci)la se aticnc :l In tectlología científica, olvú.HIHlose UC los aspectos so-
ciales y psir'oJ6gicos que t:l1lto ;-¡f('C!;11l :1 ](l.~' p;wirntr's. E.o;;l"a opílli!'m se
:lJloya el) los Ir;-tbajo.o.; de ElIgel (JH77) Y otros :l.l1tnrcs '}ue <lllisit'r:lll mn-
.lific"r el Ill"del" hiomédico de la mcdicin".
Ar¡ui se corre el riesgo de qne la idea de un abi:-;nlo cllltllfa] entre
moJos pror C'sionalcs y ordinarios ele pens;:¡miC:':nto sea exngerau:l o .mal
entendida. En primer Jug:u. C]l1icncs contrastaron ngucbmpllte el moneJo
m¿.Jico con las perspectivas ordinarias tal vez 110 se dieron clIenta de C)l1C
había gmndes Jiferencias entre Ja medicina consagrada en Jos lihros (le
texto y la prúclica clínica. Lock (lü82) examinó los enf0'lllcS de la me-
dicina hacia la menopallSia. Esta cJlestión, tal como se trata en los libro.,
de texto, cs fonnal, compleja, y está repleta de controver.,ias técnicas no
resueltas. Cuando Lock cntrevisló a ginecólogos 'lite practic.,ban su pro-
oc
rl'si6n, .'>c ('oleró que SllS opiniones sohre ]a Jl1cnopausÍ:1 er;lll nl~S srll-
ciJIas, lJas~(hs ('n unos Cl1clJltOS principios cicntíHcos. y selectivas. Igual-
mente se presentó llna nmplia v:uÍC'clad entre Jos enroques muy hiomédicos
~' psicosociales de los cHnicos. Lock sostiene <:lue las opiniones lle los mé-
(Hcos se entenderí~m mejor si se les viera como HlOdclos ordinarios a los
~lJe se contrasta ra · con modelos te,iuales formales. Los modelos pO[Julai'e.s
médico., debcn ser más sencillos pafa poder hacerse cargo ele las exigencia,-
práctiC;ls del tra haia cHnico. llay pnlebas (Gaines, 1979) de. lo 'lile los mé-
dicos consen!;-mm'llchos SUpllestos e ideas ordinarias solnc enfermC'dades.
que son nnterioref a Sil capacitación. y r¡llC estos SUpl1C'st'Os desemp' ~v"n n
\In panel importaihe en la pr:'!ctica clínicn, jllnto con principios cicntíficps
formales.
L~ pr;\ctica de la medicina .l!/'Twral pllede csl'nr inf1uilln mils dirr.cta-
mente por conceptos on]illarios o populares y puede ser vista como un
sistema ue pcnsamiento situndo a la mitad del camino entre la medicina
oe hospital y las iueas ordinarias. Helman (1978) a[inna 'lllC la práctica
general depende en gran medi,la de que el médico se aecr'lue un poco
a las categorías 'lue son impOliantes para sm pacientes. Esto es obvio,
aFinna, en el caso de fiebres y resfriados 'lue se presentan al médico ge-
neral. Con frecucncia se recetan ¡ambes para la tos a pesar de que la
. evioencia científica indica 'liJe farm-acológiciiriierite tienen muy poco efec-
lo. Sin embargo, según IIn llIouc1o popular 'lIlC ve a los jarabes para la
tos como lavados que arraslran a los gémlenes. sí tienen sentido. Del mis-
mo modo, se recetan antibióticos ínapropiadmnentc para traslonlOS vira-
les porque el médico está respondiendo a la idea del pacicnte de "gér-
menes", que en el modelo popular no se diferencian. Concluye:
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:11 ENFCRXJEIJAU y Bt"'~ QUEDA DE AYUDA
Así p\Jes, por varios razones puede resultar engañosa una' tesis dcma-
!'i iauo gcneral de "oos tnullllos eJe experiencia"', Abismos llc otra cIase so-
lieron sw"gir en muchos cstuuios de comunica ción c ntre médicos y pacien-
les que j(icnliricaron ra7.ones de [;ll1:1s de comunicación diciendo f]l1C se
debían a la ignorancia de los ténninos méd icos por los pacientes y a la-
gunas lle conocimiento entre las dos partes. Aunque es verdad que mu-
cho depende de cómo se mida el conocimiento, también lo es que el es-
tereotipo sencill o del paciente ignorante ha tenido que ser mOllificado "
la luz de los resllltodos de la investigación. Segall y RobePls (1980) exa-
minaron lus niveles de comprens ión de doce términos médicos en una
Illllc"tra ue jJacicntes que recibían atención clínica en un hospital lle Ca·
nadá. La proporción de cnh'cvistados que dieron lo que los investigado·
res aceptaron como interpretaciones correctas fluctlu~ron de 95% para los
"cerebrales" a sólo 2&t para los "tendones". El nivel promedio de com-
prensión correcta fue de 76%. Los renglones usados fueron los mismos
uc un c stulHo uc 1001, y una cornparnción nl0stró nive1es n,(¡s elevados de
respuesto" correclas en la muestra mn,s reciente.
ScgalJ y Roberls pülierbn tambi"n a los médicos participantes (jue es-
timaran la proporción de sus pacientes que entendían correctamente cada "I
renglón. Hrspecto a algu nos renglones, los médicos subestimaron muchí-
simo a sus pacientes: por ejemplo, 83% de los médicos sub estimó la ap'
- titud para entender "cercbral". En general, 47% de los médicos fueron
exactos, 12% sohrcestimaron y 41% subestimaron la comprensión de los pa-
cientes. Es posible que el estereotipo del paciente con poca o ninguna
capacidad para comprender el lcn ~uaje médico se esté autoperpehwndo;
dic)¡o en otras palabras. sucede que los méd icos, dando por sentado que
el paciente esbí mal informado, evitan ampliar el 'análisis en la cons ulta,
lo cua l oca"iona 'l"e 1m es tercotipos se perpetúcn (McKiulay. l!l75). Lo
IJue aquí 'lucremos destacar es 'l"C la itlea de abismos insalvables, sea en
lérminos de ccnlodmicnto-contra-ig nor:lIlcia. () de 11na teoría m;'ls culll.lml
lle mun llos separados ele experiencia, puede ser enga ñosa o daíiina. Sin
duda, la ,kbilidad principal de estos modos de ver las cosas es que pm-
bablemente no son capaces de hacer justicia plena a los com plejos proce-
sos (jllC entran en juego en la comunicación.
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CONCE/TOS CO~/UNF"~ DE ENFF. R~/Elli\n J5
145
ENFE.R~JF.DAD Y núSr.2l!EDA DE AYUDA
un pncicnte haco de sí mismo como "bilioso" y ponerJe dentro ele ]OS !':ínto-
mas de náusea, n.norexb, molestí,ls inkstinnles y tn l Vf>.7. eruc tos ... y lu egu
JClltro de una c:1tegoria uc ui:1gnósli<.:o de medkina cosmopolita, 1111e la ffin -
yoría ele los méJicus hnccn lal traducción inconscientemente .
... no uebe colcgirsc Ijue lém illos jdc"nlicos tengan n~rerentcs itl f.nüeos
en Jus uos sLoc; l orna s ... cuando lIn p:1ciclJle habla (fe "rcwn;llismu" pO'r Jo
general no se cstú refiriendo a ninguna de las t'IIIcn ncdadcs H.:'t1lllúlic;lS qne
son conocidas de 105 moojcos.
STEVENSON, ]!)80: 1
146
CONCEI'TOS COMUNES IlE f.NFE RMEIlMJ 11
enfermedad ni d mal son enfrcn!ados por el méd ico (Uali nt, 1957; Zola,
1973). Un interés cons!a"t" por las id eas <)ue se h allan trns los p ruble-
Jll;¡~ p r('.'\('III ;\(JO,l; es 1111 nlOdo de pres tar <llendón t~nlo nI JJ131 como a ]n
rel'l ncd;¡U.
l: 11
Una de las fun cioncs m{,s imporlantes u d mélico es dar nombre" los
problemas y tina explicación del Hombre. No es comú n q ue cs!a informa-
ción sea la única fuente para pacientes qu e están descubliendo el signi-
ficado ,le sus problemas de sa lud . Es importan!c percibir los significados
que los pacientcs acaban atribuyendo a los diagnósticos que se les Iwcen.
Baynes )' sus colegas (1978) mostraron 'Iue una de las consec uc1lcias im-
prcvi ,'\tas de un programa para· ide ntificar y lral:u pncj(;'nte.'i con alta pre-
sió n S:lngníll r:1 fue que varios hombres, q 1le nntcs no tenían la menor iJea
de sufdr algún problema de sa lud, se h a)'a n definid o d~sJlués a sí mismos
como p" fermos y ']ue u cjamn de as istir a su s !mu'jos. El grauo ,le inca-
paciu:rcl 'lue asociaron con su es!a,lo pUllo lllU)' biell h,ber si do exage-
rado y ciertamen te pu do ser c Ul'3llo por el médico. ilIOOlll y Monteros.,a
(1981) identificaron un gmpo de p ersonas que habían participado en una
investigación sobre presión sangu ín ea en una eOOlUllielad de bajos ingre- ,!
sos en Ca lifornia. Ell la jiwes tigación, un médico lC's dijo que eran hi- 1;;
pertcmos. pero b,ego, con I'\mse en tres m ediciones ,lirerentes, se les juzg,)
norma les. Se vio que tenl,,'n más síntomas depresivos y mostraron Ulla
condici,,,, inferior ue salud general 'lue un g rup n de comparación, lo cual
.,ólo pudo atribuirse al efecto que tuvo sobre cIlos el que' se les hubicra
eonsid er;rdo hipertensos. Ambos estudios sugicren un diferente conjunto
de int erpretaciones del nombre médico: diferentes ue la medicina o uc la
hi per-tensión de nIumhagcn . Hay razones de sohra para suponer que ex-
plicar los signifi ca dos atri buiclos a tales n ombres habría ayudado a redu-
cir esas inc~lpacicJaues secundarias.
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)8 ENFLRMEDAIJ Y Bú S(~UEDA DE AYUDA
Tal vez el médico quiera rollSiderar el estado del paciente conforme a tér-
mino!) métlicos <le referencia; a (':'ita se le llama proceso patológico. En cam-
bio, Jos términos d e rdl:rcncia del p<lciente comprenden Jo q\le le c~c;¡lá pa-
sando y no se tr;lJlCjuilizará i1 mellos que sien ta que el médico 10 perciba y
10 en tiende.
)(E.<SEL, 1979: 1131
Con frecuencia, Jos Jnt-.uicos infieren Jos sf!lltimientos e ideas de los pa-
cientes sobre sus síntomas con base en pistas tan indirectas como el tono
de Sil voz. No siempre esta cstm tegia es la más Conveniente. En el estu-
dio tic pacientes COII dolor de cabeza, el especialista 110 reconoció las pre-
ocupaciones de 39% de ellos. Sapira y Kessel reeomienuan estrategias sen-
cillas para conocer los pensamientos ue! paciente, tales como: "Dígame
más sobre las razones de por qué esle síntoma le preocupa". En todos
los casos, conocer el pensar del paciente cla al médico una idea más clara
de las preocupaciones <¡ue neces ita desvanecer y da al paciente la sensa-
ción de <¡ue los pasos posteriores tranr¡uilizadores son apropiados a su
personalidad.
Hoy día, las enfermeoades crúnicas son el mayor problema de salud que
enfrenta la medicina. M ils largos periodos ell que el individuo convive COIl
SIl en fermedad signifi ca n también mas tiempo en que puede Teinterpretar
la .,ignificaciÓn tle sus sílltomas y tic su tratamiento. Por lo tanto, el mé-
dico tiene ante sí una tarca mayor en cuanto a mantener su cooperación
en lratamientos, especialmente cuanuo, como en el caso de la terapia prr>-
148
CONCEPTOS COMUNES DE ENFf~ r(,\If;r)¡\])
149
10 ENFERMED~D y BÚSQUEDA DE AYUDA
den sugerir que los jugos de frutas se tomen con suplementos, pues de
ese modo lo "frío" neutralizará lo "caliellte".
En términos más generales, la sensibilidad a los conceptos de enfcr-
meJad de los pacientcs puede res ultar esencial en cuanto a mantener una
percepción de la gran yariedad de tratamientos empleados, especialmente
para quienes s~fren enfermedades crónicas, que puede tener sentido dcn-
tro de los conceptos ordin3.lios de una enfeImedad y su tratamiento, pero
(lue para el médico puede ser vista como causa de problemas pGrque tal
vez interactúe con su propia terapia. Ha.'Yta qué punto este tratamien to
aHenlo es común, se muestra en un estudio de ultritis reumatoicle y ·ósea
'lno revel6 que no menos del \)5% de los enfcnnm habian usado terapias
"altcmas", con un promedio de más de tres elementos diferentes en cada
una de ellas (Kronenfeld y 'vVasncr, lfJ82).
150
CONCEPTOS COMUNES DE ENFERMEDAD 11
CONCLUSIONES
Los testi mol\ios de este capítulo indican (IBe las interpreLaciones quc Jos
paciente." dan a sus SJlltomas están gooern<1uas por cunceptos e ¡Jeas uc
gran complejidad y varie,¡"d. Se necesita dar m;1S atención al modo en que
tales idé'as ¡n[Juyen sobre la marcha de problemas específicos de salud.
Este nuevo campo de estudio ha presentado por razón natural un punto
ele \~sta preliminar, general y hasta un poco estático de la funcíún que
los conceptos tienen en el tratamiento ele la cnfemledad, y de sus rela-
ciones dimímicas en pacientes que sufren alguna enfennedad y que bus-
can tratamiento. Sin embargo, hay bases firmes para sostener que prestar
atención a his intclvretaciones que los paciP11tC's dan a sus problemas de
salud Iw dado buenos resultados en la clínica, por cuya razón se debe
incorporar en la prúdica de la atendón de la salud.
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