Professional Documents
Culture Documents
MARIA Y EL CARMELO
Historia
Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido
conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión
de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada.
Los carmelitas son conocidos con el nombre de "hermanos de la Bienaventurada Virgen María del
Monte Carmelo". Y la razón de ello está en que nacieron alrededor de una capilla dedicada a la
Madre de Dios, a Santa María del Monte Carmelo. Este hecho desarrolló el sentido de pertenencia a
la que era la "Señora del lugar".
Ya en el mismo siglo XIII los carmelitas tomaron conciencia de estar consagrados "de manera
especial" a la Virgen María , y que la Orden había sido fundada para alabanza y gloria de la Madre
de Dios. Un autor del siglo XIV expresaba así esta dedicación: ""Los carmelitas se pusieron en
contemplación en honor de María".
Ellos consideraron a María como a su Patrona y Madre: " Madre y decoro del Carmelo". Por lo
mismo defendieron su título de "Hermanos de la Virgen María " y la honraron y solemnizaron sus
fiestas con esplendor. Como fiesta patronal al correr de los tiempos establecieron la
"Conmemoración Solemne" del 16 de Julio, como acción de gracias por todos los beneficios
recibidos de su Madre y Patrona. El santo escapulario, tan difundido entre el pueblo fiel, ha sido
considerado como el compendio y símbolo de estos beneficios y también como signo externo de
consagración a la Madre celestial.
En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió
que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María
poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del
Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.
En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón
Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:
"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando
el escapulario no sufrirá el fuego eterno".
Pío XII dijo cosas preciosas de él. He aquí algunas:
"es un memorial de todas la virtudes, un signo eficaz de santidad y una prenda de eterna salvación"
"entre todas las devociones de María debe colocarse, en primer lugar, la del Escapulario de los
carmelitas, que, por su misma sencillez al alcalde de todos y por los abundantes frutos de
santificación que aporta, se halla extensamente divulgado entre los fieles cristianos"."es como una
librea mariana, prenda y señal de protección de la Madre de Dios"."la devoción al Escapulario ha
hecho descender sobre el mundo un río inmenso de gracias espirituales y temporales".
Pero el carmelita considera, además, a María como modelo ejemplar, estrechamente unida a la obra
de su Hijo, y cuyas virtudes quiere imitar. Desde antiguo ha visto en Ella la "Virgen purísima", y ha
considerado a su virginidad e inmunidad del pecado como disposición para la unión con Dios.
En suma, "en la Santísima Virgen , Madre de Dios, arquetipo de la Iglesia y fuente de inspiración en
orden a la fe, a la esperanza y a la caridad, por su íntegra pureza y la prontitud de ánimo con que se
abrió a la fecundidad de la Palabra de Dios, el Carmelo encuentra la imagen perfecta de todo lo que
anhela y espera ser"
En varias obras se ha recogido su historia, su doctrina teológica y su valor según el Magisterio
(Enquindión del santo Escapulado; Espiritualidad carmelitana; Mi escapulado; El Escapulado del
Carmen; etc...)
María, modelo del carmelita
Juan Bacontorp (+1348), célebre teólogo carmelita, escribió un ingenioso tratadito titulado:
Tractatus super Regulam Carmelitarum, en el que intenta probar que la Regla del Carmelo es copia
de la misma vida de la Virgen y que por ello debe ser sumamente apreciada y meticulosamente
observada por los Hermanos de la Bienaventurada Virgen.
El mismo Bacontorp afirmaba: "Porque María es honrada y glorificada por el Carmelo -Caput tuum
ut Carmelus-, justo es que en el Carmelo, a ella consagrado, tenga carmelitas que la veneren de un
modo especial y así los tuvo desde antiguo". Su doctrina mariano-carmelitana podemos resumirla
en estas dos proposiciones:
1. "Todos los actos del carmelita deben centrarse en la glorificación de la Virgen, pues para este fin
ha querido Dios su Orden".
2. "La vida al servicio de la Virgen exige del carmelita que trate de imitarla en todas sus virtudes, ya
que la conformidad con su vida es la mejor forma de glorificación".
Un libro precioso y que mucho influyó en la espiritualidad del Carmelo llamado Institución de los
Primeros Monjes, insiste, sobre todo, en que el carmelita debe tratar de "imitar a la Virgen María" y
que como la vida que llevan los carmelitas se parece tanto a la que llevó la Virgen María, la llaman
su "Hermana".
¿Cuál es la misión del carmelita?
Bellamente contestaba ya en el siglo XIV el secretario de San Pedro Tomás Juan de Hildesheim en
1370: "La misión de la Orden del Carmen en la Iglesia es continuar el amor que Jesús profesó en la
tierra a su Madre María". Esto hace abrir nuevos horizontes en los amores marianos del Carmelo, ya
que por más que amemos a la Virgen María, siempre quedaremos muy lejos del amor que Jesús
profesó a su Madre.
La vida del carmelita está consagrada totalmente al servicio de Maria. El célebre General del
Carmelo Juan Grossi, afirmaba en el siglo XV: "Nuestros Padres en el Carmelo, en obsequio de
Maria, se pusieron en contemplación".
Todos estamos llamados a ser santos. El modelo para alcanzarlo es imitar a Jesucristo con el fiel
seguimiento de su mensaje: "Vivir en obsequio de Jesucristo", como nos dice el Prólogo de nuestra
Regla. Pero Jesucristo nos da también como modelo a la Virgen Maria, su Madre que es quien
mejor supo asimilar su vida y su doctrina. Mucho mejor que San Pablo nos puede decir Ella: "Sed
mis imitadores, como yo lo soy de Cristo." (1 Cori 1,1)
Los autores carmelitas han visto siempre en Maria el modelo y ejemplar de todas las virtudes para
más semejarse con el ideal de su Hijo.
Más que traer preciosos testimonios de casa que hemos recogido en varias obras (Espiritualldad
carmelitana, 1968; ¿Qué es el Carmelo, 1980, etc...) preferimos recordar estas valiosas citas de
autores modernos, ajenos al Carmelo, que ponen en evidencia el papel que María ha desempeñado
siempre en la tarea nada fácil de la santificación en favor de quienes a Ella han acudido dentro del
carisma carmelita.
Tomás Merton, el conocido cisterciense convertido, ha escrito: "Bajo el titulo... de nuestra Señora
del Monte Carmelo, la Sma. Virgen es venerada como Patrona de los contemplativos y sobre todo
de los que procuran dividir con otros los frutos de su contemplación. El fin, en efecto, de la Orden
fundada en su honor es el de hacer alcanzar a sus miembros, bajo su guía, las cimas de la
contemplación mística, y de hacer conseguir también a otros este mismo fin por su intercesión. Por
eso, no hay miembro de la Iglesia que no deba algo al Carmelo".
Roberto de Langeac: "Nuestra Señora del Monte Carmelo es la Patrona de la vida interior, la Virgen
que nos separa de la masa y nos conduce dulcemente hacia las cumbres, en las que el aire es más
puro, el cielo más claro, Dios más cercano... Allí en donde se vive la vida de intimidad con Dios".
Cesar Boccoleri,obispo de Terni y Nami: "Tengo la persuasión que el alma cristiana no sólo debe
ser mariana, sino también carmelitana, porque la vida mariana del Carmelo es la vida mariana del
mundo católico".
En la escuela de la Madre
4. La Virgen María se hace presente de manera especial, sobre todo como modelo de fidelidad en
la escucha del Señor y en su actitud de servicio a Él y a los demás. María es aquella que conservaba
y meditaba en su corazón la vida y las acciones de su Hijo, dando ejemplo de contemplación. Ella
fue quien aconsejó, en las bodas de Caná, que hicieran lo que el Señor les dijera María es ejemplo
de servicio apostólico. Y fue ella, otra vez, quien esperó la venida del Espíritu Santo, perseverando
en oración con los apóstoles, testimoniando la oración de intercesión. Ella es Madre de la Orden. El
carmelita seglar goza de su especial protección y cultiva una sincera devoción mariana.
El aspecto particular de la Virgen María que debe estar presente en cualquier persona llamada al
Carmelo es la inclinación a meditar en su corazón, la frase que el Evangelio de San Lucas usa dos
veces para describir la actitud de María hacia su Hijo. Sí, todos los demás aspectos de la vida
mariana pueden estar presentes, la devoción, el escapulario, el rosario y todas las demás cosas.
Todos ellos, sin embargo, son aspectos secundarios en la devoción mariana. María es nuestro
modelo de oración y meditación. Este interés en aprender a meditar o la inclinación a la meditación
es la característica fundamental de cualquier Seglar Carmelita, y, quizá, es la más importante.
María es, para los miembros de la Orden Seglar, el modelo de actitud meditativa y de
disponibilidad. Ella atrae e inspira a los carmelitas, de una manera contemplativa, a entender la vida
del cuerpo místico de su Hijo, la Iglesia. Esto es, ella atrae a la persona al Carmelo.
La anunciación a María transcurre en una aldea ignorada, en la humildad de su casa. No hay alusión
alguna a títulos familiares, ni méritos de Dios. Tampoco se mencionan grandes marcos exteriores,
ni que el motivo de la visita del ángel sea una petición anterior de María, a la que el Señor accede
favorablemente. Todo está impregnado de la sencillez y de la transparencia propia del PROFUNDO
ENCUENTRO PERSONAL…
LA VIRGEN OYENTE
María ha escuchado en el silencio el anuncio del ángel. Ella es la Virgen oyente. Deja que Dios le
hable, y esa Palabra penetra en su corazón como lluvia en tierra fértil. No la aturden sus propias
palabras, no se apresura a expresar opiniones personales, no la confunden sentimientos
subjetivistas. María se nos muestra en la Anunciación plenamente dueña de si misma, con la
sabiduría de la mujer que sabe oír y penetrar un mensaje, con la riqueza interior que solo otorga el
silencio y la contemplación. Ningún gesto espectacular, ninguna reacción extemporánea arruina la
profunda interioridad de toda la escena.
La anunciación no es solo la revelación de que algo extraordinario ocurrirá en ella. Es un
ofrecimiento, de ningún modo es una mera notificación de una orden directa de un Dios soberano.
El ángel espera una respuesta. Se trata de un diálogo, y falta la contestación. Porque Dios no
monologa. No lo hace en el misterio mismo de la Trinidad y tampoco lo hace con los hombres. Su
amor de Padre consiste en el ofrecimiento de un Don y en solicitar la respuesta libre del hijo
En la visitación se mezcla la ternura del encuentro familiar entre dos primas, con el gozo de los
favores obrados por Dios en ellas. María va a prestar ayuda, y como buena ama de casa atiende las
necesidades de un matrimonio ya anciano y en vísperas del nacimiento de un hijo. Es la Virgen
servicial, la que no duda en abrirse a los demás para compartir sus alegrías y dolores. La servidora
del Señor se hace servidora de sus semejantes. No podía ser de otra manera, porque no hay
separación entre entrega a Dios y compromiso con los hombres. El primer mandamiento de Jesús
encuentra en María una encarnación preclara: el amor a Dios es fuente del amor al prójimo.
MARIA EVANGELIZADORA
Este servicio prestado con naturalidad y sencillez, se transforma en canal de gracia divina. La
virgen servicial es simultáneamente la virgen evangelizadora, la portadora de Cristo a sus
semejantes. Ella no permanece pasiva en Nazaret, se siente urgida a transmitir los dones recibidos.
María no los retiene para si los comunica con generosidad. Lo contemplado en el encuentro
personal e íntimo con su Dios, se vuelve en ella mensaje fecundo e irradiación espontánea.
María nos ha dejado participar de su interioridad. Toda ella es encuentro personal con un Dios
manifestado en su propia historia y en la de su pueblo. Es contemplación del misterio de un amor
misericordioso de la acción divina experimentada en carne propia.
DE NUESTROS SANTOS
CAMINO 13.3
Parezcámonos, hijas mías, en algo a la gran humildad de la Virgen
Sacratísima
MANUSCRITO A CAPITULO 3
DIARIO CAPITULO 6
Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús largo rato. Pero mi devoción especial era la Virgen. Le
contaba todo. Desde ese día la tierra para mí no tenía atractivo. Yo quería morir y le pedía a Jesús que
el ocho de diciembre me llevara
Bibiografía