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Ensayos

La creatividad como realidad alternativa 3


Desprecios los justos 5
Burocracia sexual 9

Reseñas 12

Habitantes

Patxi Irurzun 22
Enrique Fuentes-Guerra 26
Ana Vega 28
Carmela Contreras 34
Pepe Pereza 36
Ángel Muñoz Rodríguez 40
Carlos Pérez Vaquero 42
Luis Sevilla 44
Óscar Varona 48
Adolfo Marchena 50
Begoña Leonardo 52
Esperanza García Guerrero 56
Ana Patricia Moya 58

Visitantes

Juan de Lapala 65
Wanessa Zapiain 68
Rubén Darío López 70
Alfonso Vila 72
Sergio Sarmiento 76
Pat Maestro 79
Héctor Zabala 82
Daniel de Cullá 86
Helena Ortiz 88
Rodrigo Padrón 91
Jorge Barco 95
José Luís Zuñiga 98
Juan Kalvellido 101
Lucia Fraga 104
Pedro Sánchez 106
Tito Manfred 108

Groenlandia número once (Mayo \ Agosto 2011). Directora: Ana Patricia Moya – Vicedirectora primera y administradora de la web:
Bárbara López Mosqueda – Vicedirector y caballero groenlandés de la máxima excelencia: Andrés Ramón Pérez Blanco - Portada y
contraportada: Felipe Solano – Ilustradora de partes: Óscar Cardeñosa - Habitantes: Ana Patricia Moya, Enrique Fuentes Guerra, Manuel
Guerrero (Córdoba), Ángel Muñoz Rodríguez, Luis Sevilla, Óscar Varona (Madrid), Carlos Pérez (Valladolid), Begoña Leonardo (Zamora),
Patxi Irurzun (Pamplona), Ana Vega (Oviedo), Adolfo Marchena (Vitoria), Pepe Pereza (Logroño), Carmen Luisa Contreras, Esperanza
García Guerrero, (Sevilla), Kebrantaversos (Toledo) – Visitantes: Daniel de Cullá (Huelva), Juan Kalvellido (Cádiz), Jorge Barco (Salamanca),
Alfonso Vila (Valencia), Rubén Darío López (México), Lucia Fraga (A Coruña), Juan de Lapala, Héctor Zabala (Argentina), Tito Manfred,
Sergio Sarmiento (Chile), Wanessa Zapiain (Donostia), Patricia Maestro (Membibre), Helena Ortiz, Pedro Sánchez (Sevilla), José Luis
Zúñiga (Cantabria), Rodrigo Padrón (Ávila), – Fotógrafos: Tomás Illescas (Córdoba), Ángel Muñoz Rodríguez, Luis Sevilla, Ricardo Bórnez
(Madrid), Óscar Cardeñosa (Madrid) – Ilustradores: Óscar Cardeñosa, Felipe Solano - Edita: Revista Groenlandia – Apoyos morales:
Angustias Añón, Carmen Serrano Fernández – DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008 – ISSN: 1989-7407
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Parece que ser creativo es algo que nos gusta a todos. Ese niñ@,
ese adulto, esa persona que es creativa, nos interesa y nos
sorprende. A veces no es sencillo comprender, por eso respetar
para entender, es una tarea de tod@s. En la infancia es cuando
se consolida el talento creador. Los niñ@s son más creativos
antes de recibir cualquier educación, las escuelas no favorecen la
diferencia. Por tanto, coartan las ideas diferentes en pos de las
de la mayoría. Se evalúa al niño por unos objetivos generales,
que vienen marcados por las autoridades educativas. Los agentes
implicados en su educación, incluidos padres y tutores, nos
sentimos satisfechos o no en función de unos números que van
del cero al diez, y que desde primaria martirizan al escolar,
acrecentando la competitividad, no siempre buena compañera de
la educación. Para obtener las mejores calificaciones, no sirve
ofrecer la respuesta más creativa, sino la respuesta correcta. La
creatividad consiste en dar respuesta a los problemas que no se
resuelven con soluciones convencionales. Si en primaria ya se
otorga ventaja sobre lo correcto, en la enseñanza secundaria con
el pensamiento divergente, donde se evalúan las capacidades
lingüísticas y memorísticas, se acaba por anular lo poco o lo
mucho de creativo adquirido en las etapas anteriores. “L@s
niñ@s creativ@s molestan, porque son lobos que nos pueden
comer”. Esta frase demoledora fue pronunciada por un docente, y
otros casi a coro acabaron por argumentar: “Nos pueden comer,
por su capacidad crítica, haciendo preguntas inconvenientes que
pueden ponernos en entredicho. Hacer que nos sintamos ridículos,
con el culo al aire”. Ser creativo supone pagar un precio muy
elevado. Apartados del sistema, anulados, abocados al fracaso,
no sólo escolar sino a lo que será, un personal estigma. Ser el
rar@, el anormal. La opción más fácil, ahogar la creatividad.
Por fortuna los que resisten, pueden lograr una felicidad muy
difícilmente alcanzable por el resto de mortales. Acostumbrados a
soportar la desidia y el rechazo, ante épocas de crisis, cuando la
necesidad aprieta, la persona creativa es la que más
probabilidades tiene de salir adelante y hacer frente a la
adversidad porque utilizará sus propios recursos y agudizará el
ingenio ante la mirada perpleja de los que superiores en la
forma, habiendo conquistado metas materiales, sólo compran lo
que se deja comprar. ¿Cuáles son las cualidades para ser

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creativo? No parece muy complicado responder esta pregunta, se
necesita: 1) Curiosidad por el porqué de las cosas; 2) Elegir,
adaptarse y modelar el ambiente donde se vive; 3) Ser una
persona inteligente, no superdotada; 4) Ser capaz de controlar
las emociones, y 5) Estar enamorado de la actividad elegida. Y
algunas más que pertenecen al ámbito individual. Sabemos que
en el inconsciente están las emociones y los miedos, y que es la
sede de la creatividad. De una realidad alternativa. Ser creativo
está íntimamente ligado con tener una buena salud mental...

Hay mucha discusión y polémica con según que estudios y teorías,


como por ejemplo “La regla de los diez años” de Anders Ericsson,
que proclama que un individuo es un genio, un creativo increíble
en la faceta que desarrolla, pero en eso exclusivamente. Para
saber si lo sería en otra actividad, tendría que pasarse diez años
de su vida dedicado a la ella, y así sucesivamente. Los seres
humanos tendríamos que vivir quinientos años para saber si
realmente somos buenos en algo. Cada persona es única y ha de
tener la posibilidad de ejercer su diferencia. Cada uno de nosotros
tenemos una manera de mirar, de reconocernos y a la vez de estar
en el mundo. La imaginación, el potenciar lo invisible y como
descubrirlo, no es algo que ocurre en un día, es necesario que se
ejercite. Potenciar la creatividad, no debería estar reñido con
ninguna disciplina ni enseñanza sino complementarse. Los niñ@s
han de crecer con la certeza de que son libres, individuos
universales sin límites. Tener la necesidad, es tener la
oportunidad. Aprender a quererse, aprender a curarse las heridas
y no desfallecer en el camino, será fundamental para
inmunizarse...

Yo soy creativa, tú eres creativo, nosotros somos creativos...

Begoña Leonardo
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Honestamente, me fastidia la actitud de muchos que desprecian el
titánico esfuerzo de publicar libros digitales. Sabiendo de sobra
que el conservadurismo es muy característico de la empresa
española, en lo concerniente a lo editorial, sigue existiendo esa
inexplicable resistencia a lo novedoso; hay un miedo al futuro que
hasta la política protege con legislación absurda (me refiero, como
no, a la ley Sinde), demostrando que el interés económico (de unos
pocos) está por encima de los innegables derechos de la
ciudadanía. La industria editorial - que justifica una crisis desde
hace años sin poner remedio - escucha los términos “libro digital”
y tiembla, irracionalmente, en vez de agarrar al toro por los
cuernos y envalentonarse con “una posibilidad comercial,
moderna, atractiva”, que se adapta a los nuevos tiempos. Me veo
casi obligada a rebatir algunos argumentos que llevo escuchando
ya desde hace meses, y no sólo lo haré desde mis puntos de vista
como autora, editora o lectora, sino también como alguien que se
preocupa por el trabajo de muchas personas que, con toda la
ilusión del mundo, aportan su granito de arena, o por placer, o
para una difusión necesaria por su condición de novel.

Los libros digitales no atienden al criterio de calidad. Primero:


estoy totalmente de acuerdo con tener en cuenta la calidad. Hay
que arriesgar dinero - no público: por definición, una editorial es
una empresa o entidad privada con financiación propia que
arriesga sus medios, económicos, materiales y humanos, para
ofrecer unos productos o servicios - para editar siguiendo esos
básicos criterios de calidad. Por eso, en Groenlandia, se reciben
entre diez y veinte manuscritos mensuales y en una pequeña
proporción se publican - y subrayo: sin ningún tipo de ayuda
económica pública - los más válidos, a partir de lecturas
exhaustivas y con revisiones en profundidad, dejando para el final
si el autor ha ganado premios literarios, ha publicado libros
anteriores, etc (esto es, que el currículo es accesorio, nos importa
poco si lo que muestra es bueno, o nos agrada, o nos transmite:
tomen nota, señoras y señores, que se tiene que valorar lo que
hacen las manos, no el dichoso currículo). Segundo: la editorial
tradicional (y, con cierta pena, observo como las supuestas

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editoriales independientes están girando en la misma dirección)
debería de reflexionar acerca de lo que se considera como
“calidad”. ¿Ganar un premio literario es sinónimo de calidad?
¿Tener un montón de libros publicados, también? ¿Tener muchos
“amigos”, o ser mediático, ídem? Señores editores: es
indispensable una transformación para no quedarse estancados. Si
hay crisis en el sector editorial será porque continuáis el mismo
plan.

Los libros - digitales o impresos - de autoedición son basura.


Aseveración demasiado grosera por parte de los “privilegiados”
que me enerva porque es fácil hablar sin meterse en la piel de
otros desgraciados que no tienen las mismas oportunidades: la
autoedición, sea por medios propios o con la ayuda de servicios de
impresión o coedición (ojo, que no editoriales), es una posibilidad
tan digna como la edición normal. Si el novel ha buscado una
oportunidad en una editorial (grande, mediana, o “independiente”)
y no se la conceden, ¿no es lógico que pueda utilizar su dinero
para cumplir una ilusión? Quien desea un objetivo, hay que
arriesgar con lo que se posee, incluso es razonable contar con un
pequeño apoyo económico. Aparte: también hay mucha basura
entre los libros de edición “seria”…

Los libros digitales no tienen valor alguno porque son fáciles de


producir. Otro error muy común que me provoca indignación: un
libro impreso o digital no se hace en dos días, requieren una serie
de tareas realizadas por profesionales (corrección, maquetación,
diseño, etc); la ventaja es que el libro virtual no es tan costoso
porque es el proceso previo para que nazca el libro físico por la
imprenta. ¿Valor literario? De la misma manera que hay libros
editados a la vieja usanza que no tienen valor alguno, también
habrá ejemplares electrónicos que pasarán sin pena ni gloria.
¿Valor económico? El libro digital abarata costes y es de mayor
difusión gracias a la red de redes; el deseable libro físico tiene un
precio a veces elevado y la distribución es limitada, y algunas
veces, innecesaria por diversos motivos (encarece el producto, es
ineficaz, etc). ¿Valor purista? Un libro, se lea a través de una
pantalla o en páginas de papel, es un libro por su concepto
esencial: un conjunto de palabras que dan forma a historias,
emociones… el Quijote o Neruda no van dejar de ser Quijote o

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Neruda lo leas en formato impreso o virtual; la rancia mentalidad
mercantilista sigue otorgando la categoría de libro auténtico a un
objeto, lo material, y no a lo verdaderamente importante, que es la
idea, lo que caracteriza a una obra concreta.

Si un libro digital es gratis \ barato no es bueno. Primero: todavía


siguen existiendo artistas que son conscientes de que, por un lado,
es imposible dedicarse al mundo de la escritura, y por otro, al
carecer de padrino \ medios \ amigos influyentes \ enchufes lo
tiene complicado para hacerse un hueco, y por eso acepta que su
obra sea gratuita, para que llegue a todas las partes del mundo,
por puro amor al arte, para mostrar a los potenciales lectores y
usuarios de la red lo que hace; segundo, es barato por ser un paso
previo a la impresión (me remito al punto anterior); y, tercero, hay
libros impresos que tampoco son buenos - gran parte de ellos con
precios de atraco a mano armada - y ahí están, ocupando
estanterías.

El libro digital es una amenaza para el libro en papel. Falso: el


libro tradicional jamás desaparecerá; el encanto del libro en
papel, por su significado e historia, es imposible que se extinga si
bien, en el futuro, la producción en papel se reservará a obras
concretas. Lo repetiré las veces que haga falta: me encanta el
papel, pero, primero, ser pobre no ayuda a realizar obras
impresas y segundo, no tener “amigos” dificulta mucho el publicar
de forma “decente”. El papel será siendo el soporte favorito. Hasta
me atrevo a decir que para el día de mañana la publicación
impresa será un premio con prestigio mayor que el dudoso honor
que conceden, actualmente, muchos premios literarios; ahora bien,
la industria debería pensar en este planteamiento: ¿no será que los
libros digitales no sólo existen por la lógica evolución de Internet,
sino también porque los cauces tradicionales de publicación, por
soberbia, desgana, falta de previsión, etc, están provocando que
aparezcan más libros de está índole? Es decir: falta de
oportunidades para publicar, los precios desorbitados, catálogos
aburridos para el lector. ¿No podría esto ser una consecuencia de
que el libro digital esté en auge? Si el libro digital existe es gracias
a las limitaciones del papel, o mejor dicho, a las limitaciones del
sistema editorial en general. El libro virtual, con sus virtudes - no
ocupa sitio, no es costoso, existe mucha variedad, no se somete a

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un control o censura, etc - es una realidad generada por la
necesidad, y extendida por Internet. Que no se estigmatice tanto al
libro digital, que no tiene la culpa de nada: mejor que se revise la
actitud editorial, tan añeja que se mantiene en sus trece.

Y hasta aquí lo dejo. Como muchos, yo amo al libro en todas sus


manifestaciones. Vamos a ir dejando de menospreciar la labor de
los que hacen posible la creación de nuevos caminos destinados
hacia una cultura plural y alternativa, no sometida a las
imposiciones del sistema. Porque literatura es eso, literatura, no la
que cultivan unos grupos, la que publican unas editoriales
siguiendo el esquema tradicional, la que fomentan los de la cúspide
gracias al control de los medios de comunicación. La literatura es
tan inmensa, tan extraordinaria, tan maravillosa, que escapa a toda
esa mierda que nosotros mismos, las personas, la jodemos por
interés egoísta.

Ana Patricia Moya Rodríguez


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Resulta que ahora las mujeres hablamos de sexo, también de
política, economía, literatura, arte, viajes, documentales, cine,
música, estilismo, terapias alternativas, relaciones sentimentales y
sí, también de sexo. Y no sólo hablamos de ello, nos atrevemos
incluso a nombrarlo en el momento y lugar que nos place con la
facilidad con la que separamos las rebanadas de pan antes de
preparar el sándwich. Hasta ahora (y en el momento en que
escribo esto y usted lo lee) no era algo demasiado frecuente eso
de que una mujer hablase de forma abierta de sus experiencias
en cama propia y ajena, y mucho menos de miembros conocidos,
puestos de honor de dichos miembros o, lo que es más común, su
agrupación en los denominados “verdaderos ineptos en técnicas y
tácticas amatorias”. El sexo tántrico ya ni mencionarlo. Curioso
fenómeno, hombres a lo largo de los siglos compartiendo sus
batallas sexuales, peripecias insólitas, posturas impronunciables,
miembros descomunales y una serie de acontecimientos que por
las medidas que todo habitáculo más o menos normal posee
resultarían imposibles de llevar a cabo, años y años, por tanto,
practicando el sexo en forma de verborrea dialéctica en manada
y hoy llegan hasta nosotras cual folio en blanco, sin conocer
apenas el camino de baldosas amarillas que han de recorrer
hasta alcanzar el orgasmo de aquella que les acompaña. Y no
sólo del orgasmo vive el hombre ni la mujer, todo tiene un inicio,
nudo y desenlace, y uno puede perderse de forma gustosa en
cualquiera de estas partes, demorarse en ellas, algo que a día de
hoy los hombres en general ignoran. Cada sensación, cada
mordisco, cada jadeo es un momento en el que el placer se
cristaliza, se diluye plácidamente.

Las mujeres hablan de sexo, alto y claro, sin tapujos, incluso


alardean de la experiencia y sabiduría que su instinto de mujer
les otorga. Esto provoca el pánico inmediato del macho alfa y su
posterior comportamiento neandertal al intentar de modos y
maneras de lo más variopintas silenciar los secretos más íntimos
protegidos por su manada hasta entonces. Y es en ese momento
cuando ellos explican sus teorías: su mujer ha de ser una
“señora” con mayúsculas ante el mundo pero en su territorio ha
de transformarse en una mezcla explosiva capaz de realizar

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aquellas posturas con las que el porno parece desafiar la ley de
la gravedad, realizar alguna que otra acrobacia, Streep tease con
cierta frecuencia (no demasiada te dirán ellos porque se pierde el
encanto) y estar dispuesta a perpetrar todo tipo de juegos y
prácticas que ellos consideran muy placenteras para nosotras
pues así lo han decidido (nos informan siempre a posteriori), pese
a que la mujer en cuestión se dedique durante el acto a repasar
mentalmente la lista de la compra al tiempo que gime con cierto
ritmo acompasado. Es aconsejable que cada gemido se
acompañe de ciertas frases o palabras que ellos piensan en ese
mismo instante pero que no se atreven a decir, lo cual les ayuda
a corroborar que estaban en lo cierto al pensar que lo que ellos
creían que nos volverían locas ha sido un éxito rotundo, cuando
en realidad es el truco que todas conocemos para que el pistolero
descargue su munición en tiempo record. Luego ellos mismos se
felicitan a sí mismos por la labor realizada. Como compensación
nosotras obtenemos un “te amo” siempre en horizontal y un “te
quiero” siempre vertical. Con el desayuno a media tarde se
alcanza el grado “te quiero mucho”. Dicho grado asciende o
desciende dependiendo de la urgencia o distancia del último
coito. Nos preguntamos entonces si realmente la sangre que
circula por sus venas puede recorrer tan rápido la distancia entre
su cerebro y el pene. Dudamos.

Nosotras, mujeres, amedrentamos a los hombres cuando al borde


de la cama y del precipicio sentimental levantamos la mano como
en el colegio, y mirando fijamente a los ojos a nuestro
contrincante decimos: “Esto no me gusta”. Algunas lo
empeoramos dando indicaciones, otras se atreven incluso a llevar
sus manos al centro neurálgico del placer y las más arriesgadas
les muestran sin tapujos lo aprendido por ellas mismas tras años
de adiestramiento y práctica. Las mujeres hoy conocen sus
cuerpos, disfrutan de su sexualidad, saben mover su cabeza en
sentido afirmativo y negativo, es decir, son peligrosas, saben lo
que quieren. Eso asusta.

Hace algún tiempo, en un descuido, cierto mail de carácter


íntimo, muy íntimo, con detalles precisos acerca de momentos
previos a la cópula, elementos secundarios, preferencias
personales, juegos y una predilección que confieso con total falta

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de pudor por los condones de fresa, fue enviado por error a la
persona equivocada, quedando pues a la intemperie todo aquello
que tantos años había guardado en el cajón de la intimidad de
una cama, de dos jugadores pues, no más. Esa burocracia sexual
que implica que antes de llevar a cabo acto alguno has de
solicitar instancia predeterminada para ese tipo de circunstancia y
ser aprobada y sellada por algún miembro del ministerio de
actividades sexuales que indica hasta que punto la mujer puede
utilizar sus manos o su boca en actividades sólo lícitas cuando se
silencian (pese a la demanda exacerbada de ese tipo de
maniobras), o dictaminar por criterios establecidos siempre por
hombres cuál es la finalidad del cuerpo femenino, que muchos
sitúan aún bajo las sábanas o en la cocina, esa instancia, los
documentos invisibles que siempre nos exigen antes de mover
pieza por ser mujer y tener coraje, se esfumaron al saltarme todo
el papeleo previo e ir directa al grano, algo que los hombres
mantienen como uno de sus enunciados perfectos. Instancia pues
al descubierto. Más allá de la burocracia administrativa, política y
sentimental, todas sabemos que antes de conquistar camas ajenas
es necesario un largo proceso cuyo ring se encuentra entre las
sábanas. El hombre no presenta instancia alguna, simplemente
actúa: él inventó los trámites. La mujer se guía por su instinto,
pero sigue, aún hoy, siendo obligada, de forma tácita, a esconder
bajo su sonrisa lo que el hombre manifiesta en forma de medalla.
Se lanzan mujeres a la hoguera, nunca medallas ni objetos “de
valor”.

Ana Vega
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“La vida de los otros” (drama di rigido y guionizado por Florian
Henckel Von Donnersmarck; Alemania, 2006). Técnica: Según
su director y guionista, el film e s el resultado de una profunda
investigación social de la Aleman ia Oriental antes de la caída del
muro, reflejando la influencia de las visitas que siendo niño
realizaba para ver a los conocid os de sus padres. Esas imágenes
que él vio nos las muestra a trav és de los rostros contenidos,
emociones herméticas y lugares so litarios. La película no tiene
grandes paisajes o admirables perspectiv as, pero si planos intensos,
como el del capitán de la Stasi (seg uridad del estado), sentado en la
oscura habitación, oyendo a través de unos tremendos auriculares la
conversación de los protagonista s; esta escena se repite con
insistencia, haciendo as í remarcar el constante intrusismo del poder
en la privacidad de las personas. Sinopsis: En la Alemania Oriental
de 1984, al capitán de la Stasi, Gerd Wiesler, le ordenan una
misión que influirá de una forma impensable sobre su vida: dicha
misión consiste en espiar al prestigioso escritor Georg Dreyman.
Sobre él no hay ninguna sospecha, es premio nacional y un
simpatizador del régimen, pero el poder duda de su integridad,
pues piensa que todo intelectual es una persona subversiva; por
eso, instalan micrófonos en su vivienda para mantener todas las
conversaciones bajo vigilancia. Desde el inicio de la película se nos
muestra como la censura coarta cualquier forma de expresión y
anula a toda aquella persona que no se atiene a los límites
marcados. El ejemplo más claro lo vemos en la pareja del escritor,
la actriz Christa-Maria Sieland: para ella la manifestación artística
es el único camino de poder escapar de la opresión, estando
dispuesta a cualquier sacrificio para poder ejercer esa posibilidad,
incluso entregarse a los deseos del régimen. Es una película intensa,
pero sin estridencia, con imágenes de gran frialdad tanto de los
lugares como de los personajes, en la que nos refleja el poder que
en aquellos años poseía la seguridad del estado y la impunidad que
los ciudadanos tenían ante ella, asumiendo como cotidiano el hecho
de ser espiados, así como la prohibición de abandonar el país. Son
admirables los giros que se produce en los personajes y en las

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circunstancias, haciendo que el argumento te atrape con sutileza, y
logre mantener la tens ión incluso después de la caída del muro de
Berlín.

Esperanza García Guerrero

“After Sex” (comedia romántica di rigida y guionizada por Eric


Amadio; EEUU, 2007). Dos apasionados amigos que, por orgullo,
no reconocen que se aman; un chico que busca reconocer su
homosexualidad en una primer iza y torpe experiencia; la pérdida de
la virginidad entre dos adolescent es inseguros, tímidos, pero muy
enamorados; dos compañer as de habitación que presumen de su
heterosexualidad y que mantiene n encuentros placenteros en la
cama; un matrimonio de má s de cuarenta años que recuerda con
nostalgia como se conocieron en una orgía sexual; un rockero muy
macho que mantiene una re lación con un entrenador deportivo y al
que le cuesta rechazar los estere otipos gays; un infiel que sigue
encontrándose con una ex novia, a escondidas, en moteles de
carretera; un singular encuentr o entre un prometedor actor español
y una atractiva chica de pa sado misterioso: estas son las nueve
historias que componen “After Sex”, una película de producción
independiente, protagonizada por una plantilla de actores no tan
populares o conocidos por el gran público (a excepción de Mila
Kunis, que despunta en la multipremiada “Cisne Negro”) y que trata
sobre esa delgada línea que separa el amor del sexo. Estupenda:
con diálogos muy inteligentes, en algunas ocasiones divertida, y en
otras, triste. Muy recomendable.

Ana Patricia Moya Rodríguez

El equipo de Groenlandia recomienda:

“El hundimiento”, de Oliver Hirschibiegel


“Balada Triste de Trompeta”, de Alex de la Iglesia
“Ponyo en el lago”, del Studio Ghibli
“Gnomeo y Julieta”, de Kelly Asbury
“Valor de Ley”, de los hermanos Cohen
“Soñadores”, de Bernardo Bertolucci
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“Más allá de la vida”, de Clint Eastwood
“Brújula del insomnio” (por Beatriz Ruiz Granados, Ediciones
Moreno Mejías; 2010). Si tomáramos la cita de Machado,
“Palabra en el tiempo”, pa ra descubrir que este el hilo conductor
de “Brújula del insomnio”, co ncluiríamos que desde la misma
cubierta, un reloj, podemos jugar con esta idea: “Tiempo en la
palabra”.

/ primer concepto /

Vivir es
estirarse en el tiempo
hasta salirse de él

Queda claro que somos tiempo (también lo escribió Borges), pero


con matices: la vida concluye, el tiempo no. Quizá, por esto,
encontramos escasa puntuación en los versos, puesto que el ser
humano puede tener pausas y un punto; caso contrario el del
tiempo, que discurre inexorablemente y al paralelo de la vida, sin
saber en qué momento dejan de serlo.

/ 13:58 /

¿Cómo despedazar el tiempo


si en cualquier fragmento
puede estar mi destino?

Pero el amor, siempre tiene el método para evitarlo.

/ décimo /

[…]
y termino desordenando el tiempo
exigiéndole que se dilate tanto
como mis ganas de ti

Tiempo y universo, todo ello, imprimen coherencia estética y


temática al volumen, que se construye mediante metáforas
delicadas, bellas y extensivas.

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/ elemento constitutivo /

estás hecha
de lo que están hechas las estrellas
de ese material minúsculo
que flota en el agua
las noches de luna llena

En cuanto a la forma, “Brújula del insomnio”, dejando a un lado la


primera sección de “Instrucciones”, se construye según una poesía
fragmentaria, que consigue una gran cohesión como conjunto y
ayuda a la coherencia antes señalada de su voz poética. Muestra
de este fragmentarismo son las “Versotilidades”, ingeniosas y
directas ráfagas de lirismo y metáfora, verdadera aportación
original para la poesía. Precisamente, este apartado parece el
comienzo sugerente de lo que luego serán los “poevas”, la última
sección del libro, de mayor decisión y construcción, donde el amor
se hace más patente. Añadiría que los ”invientos” y
“di(versi)dades”, las secciones intermedias entre las
“versatilidades” y la última parte, se quedan en intentos de
“poevas” (precisamente, sus nombres lo sugieren: invento y
diversión), algo a medio camino. Los “poevas” no son
“versatilidades” aumentados, sino una representación más dilatada
de estos, con otra entidad y otras características cercanas a la
poesía actual, con la peculiaridad de Ruiz Granados de la temática
del tiempo y el universo. Porque precisamente se trata siempre de
un punto del tiempo, del “tiempo en la palabra” como concepto de
esta poesía.

Manuel Guerrero Cabrera

El equipo de Groenlandia también recomienda:

“Y la vida”, de Sergio S. Taboada


“Puta poesía”, antología, Luces de Gálibo
“Breve testimonio de una mirada”, de Ana Vega
“Novela Negra”, de Juan Podestá Arnao
“Niña pluma niña nadie”, de Mar Benegas
15Martín
“La mujer-precipicio”, de Cristina
“La invasión ha comenzado” (por Pablo Álvarez Almagro;
Editorial Pepitas de Calabaza, 2010). Uno de los libros más
frescos, divertidos y honestos qu e han caído en mis manos. Fue
ávidamente devorado en pocos días. Pero no por ello es libro
de usar y tirar, sino un ejer cicio cargado de, como expuse
antes, una frescura que me desbordó . Esta novela es deudora
del género pulp, de los bolsilibro s de antaño, una delicia para
nuestras trasnochadas, aburri das y alienadas mentes. La
narración, muy ágil, nos somete a ritmo de vértigo en una
invasión a nuestro planeta (u na invasión venusiana). Nos
presenta al cuarteto más origin al jamás creado: una periodista
novata que trabaja en una public ación de lo más bizarra, su
primo, fresa a más no poder y propietario de una tienda de
vinilos de coleccionista, el guap eras amigo del primo y Calixto
Tótem, un chiflado encantador , líder del grupo, una mezcla de
druida y músico, el cantante de Los guardianes del Séptimo
Sello. Una novela llena de músi ca, amor, humor y mucha,
mucha lisérgica. Un libro para mentes abiertas. Un libro, sin
duda, para groenlandeses como tú.

“Los millones” (por Santiago Lorenzo; Libros Mondo


Brutto, 2010). A un libro lo hacen grande sus lectores. Un
libro es grande cuando te hace soltar esa lágrima, esa risa, ese
estremecimiento… Los millones es uno de los pocos libros que
ha conseguido ese efecto en mí. Página a página, capítulo a
capítulo, este libro destila VIDA, con toda la miseria posible.
Con todo el corazón. Santiago Lorenzo, su autor, en una obra
muy bien escrita, nos describe una historia acontecida a
mediados de la década de los ochenta del siglo pasado. Una
peculiar historia de un personaje sumamente peculiar también,
permitidme redundancias. Una historia de miseria, una historia
de fortuna, una historia de amor en una jungla urbana no
exenta de peligros. Te sientes llevado por la, excepcionalmente
bien llevada trama desde su principio hasta el final. Te
enterneces con todos los personajes que aparecen. Es un libro
que huele, que late. Es un libro que vive. Espero que tú, que
lees estas líneas, no dejes morir a este libro. Debes leerlo

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cuando tengas ocasión. He aquí la sinopsis: Marzo de 1986. A
uno del GRAPO le tocan doscientos millones de pesetas en la
Lotería Primitiva. No puede cobr arlos porque no tiene DNI.

Andrés Ramón Pérez Blanco

El equipo de Groenlandia recomienda:

“Viscerales”, antología, Ediciones del Viento


“Beatitud”, antología, Ediciones Baladí
“Hilo musical”, de Miqui Otero
“Tengo miedo torero”, de Pedro Lemebel
“La enfermedad del lado izquierdo”, de Esteban Gutiérrez
“Pop”, de Rodrigo Ramos Bañados
“Comentarios de texto”, de Antonio Díez
“Necrospectiva volumen I”, de Pablo Espinoza Bardi
“Lazarillo Z”, de Lázaro González Pérez de Tormes
“Tokyo Blues”, de Haruki Murakami
“Zoombie”, de Alberto Bermúdez Ortiz
“Chump Change”, de Dan Fante
“Asco”, de José Ángel Barrueco
17 Rovin
“Los murciélagos”, de Jeff
Say Hello To Black Jack (por Syuho Sato; Glé nat Cómics;
Colección Seinen Manga). Impresionante drama médico que
homenajea a una de las obras más popula res de Osamu Tezuka
(Black Jack, el cirujano de lo imposible, que trata de las
aventuras y desventuras de un mi sterioso personaje que cura a
pacientes fuera del margen de la ley). Narra las hazañas y
sinsabores de Eijiro Saito, un joven y recién licenciado en
Medicina que comienza sus prác ticas en diversos hospitales de
prestigio. El chaval, a pesar de las penurias, adora su vocación,
pero tiene un espíritu entusiasta , rebelde e idealista que chocará
con los intereses egoístas de cir ujanos, catedráticos, doctores y
demás funcionarios de la salud, más interesados por el dinero y
el honor que en salvar vidas. Las páginas plantean dilemas
acerca de la condición humana y ha ce un retrato, bastante crudo,
de la situación sanitaria del pa ís nipón. Recogida en trece
volúmenes, a un precio más que asequible; notable la evolución
artística del autor, visible en cada tomo. Por desgracia, la
segunda parte se mantiene inédita en nuestro país (y, según la
crítica, supera con creces las primeras historias), y parece ser que
la revista donde se serializaba ha cancelado su edición (la
pregunta es: ¿suspendida definitivamente o censurada por su
excesiva honestidad?). En lo personal, reconozco que me
identifico mucho con el revolucionario protagonista (por su
condición de becario precario y por su afán de no perder la
dignidad como persona). También quisiera destacar la labor del
propio autor, Syuho Sato, que aparte de documentarse
exhaustivamente para crear una obra lo más verídica posible, es
un artista comprometido y tenaz que se ha revelado contra la
nipona industria del cómic y que, a consecuencia de la
explotación, ha decidido publicar sus obras en formato digital. Un
manga admirable, un autor al que no hay que perder la pista.

La Isla sin sonrisa (por Enrique Fernández; Glénat Cómics;


Colección Delicatessen). Novela gráfica merecedora del premio
nacional de cómic en Japón. Y no me extraña: “La isla sin
sonrisa” es un cuento lleno de magia, una hermosa fábula que
tiene como protagonistas a un hombre sombrío que se refugia en

18
melancólicos recuerdos, una niña entusiasta y vivaracha, amiga
de los animales del bosque , y un triste pueblo de pescadores
donde la sombra de la muer te siempre acecha. El señor Milander
Dean, un importante geólog o, perdió la sonrisa al morir su hijo y
desaparecer su esposa. Le encargan un trabajo en una isla de
balleneros lejana: es allí donde conoce a la pequeña Elianor,
cuya imaginación desesper a al pobre hombre, incapaz de superar
el pasado y de convencer a la pequeña de la crudeza de la
realidad. Y es que, lo que no sa be realmente Dean, es que todas
las fantásticas leyendas que na rra la niña sobre brujas y seres
extraños procedentes del mar so n verdaderas. Es como ver una
película de animación, con ev identes influencias de las
producciones del Estudio Gh ibli o Disney. Otro motivo más para
decir que el noveno arte españo l es de calidad. Soberbio el
dibujo. Preciosa la historia. Impr escindible para los amantes del
buen cómic.

Ana Patricia Moya

El equipo de Groenlandia recomienda:

“Epidemia de melancolía”, de Tony Sandoval


“Todo 36-29, Malos Tiempos”, de Carlos Gimenez
“Corazones calientes, historias de amor”, de Ralf Köning
“Estoy reventado”, de Fukumitsu Shigeyuki
“Los años dulces”, de Jiro Taniguchi
“Píldoras Azules”, de Frederik Peeters
“Z Mazinger”, de Go Nagai
“Black Jack”, de Osamu Tezuka (nueva edición)
“Todo Los Profesionales”, de Carlos Gimenez
“Devilman”, de Go Nagai
“No te quiero, pero…” de Fermín19 Solis
20
Patxi Irurzun
Enrique Fuentes-Guerra
Ana Vega
Carmela Contreras
Pepe Pereza
Ángel Muñoz Rodríguez
Carlos Pérez Vaquero
Luis Sevilla
Óscar Varona
Adolfo Marchena
Begoña Leonardo
Esperanza García Guerrero
Ana Patricia Moya
21
(Pamplona, 1969). Autor de los libros: “Cuentos de color gris”,
“Cuentos sanfermineros”, “La polla más grande del mundo”, “Ajuste
de cuentos” (relatos y cuentos); “Odio enamorado”, “Cuestión de
Supervivencia”, “Ciudad Retrete” (novelas). Ha participado en
diversas antologías (“Golpes, Ficciones de la Realidad Social”,
“Tripulantes”, etc), ha coordinado algunas (como “Hank Over \
Resaca”, “Simpatía por el relato”, etc) y también ha colaborado en
diferentes medios (“El País”, “ADN”, “Vinalia Trippers”, “Fábula”,
etc). Ha obtenido diversos premios literarios por sus relatos.

Las clases comenzaban con un padrenuestro y un diostesalvemaría.


Después tocaba lenguaje, matemáticas y al mediodía religión. Las
clase de religión las daba un cura de los de siempre que nos hacía
aprender de memoria el catecismo, los mandamientos y nos
enseñaba que había pecados de tercera división, como pelear con
los compañeros o no hacer la tarea; de segunda, como mentir o
sisarle de la cartera a la mamá; y de primera, que eran unos
pecados terribles y que se llaman pecados mortales como insultar a
Dios, matar o pasar un año entero sin confesarse. Los pecados

22
mortales no tenían perdón y te llevaban directamente al infierno.
Los otros no contaban si luego te confesabas.

- Nuestro corazón está limpio - decía aquel cura - pero con cada
pequeño pecado, por ejemplo, con cada palabrota, lo ensuciamos
un poco y se va volviendo negro como el carbón, así que, de vez en
cuando, tenemos que confesarnos para lavarlo y volverlo a tener
limpio, como le gusta a Dios - de modo que aquello de confesarse
era como una tintorería para el alma y lo único malo eran los
pecados mortales, que no se iban ni frotando con lejía.

Recuerdo que una mañana, tras el padrenuestro y el


diostesalvemaría, al santiguarme me toqué entre las piernas ("en el
nombre del pijo", dije) y que mi compañero de pupitre, que me vio,
dijo que aquello era pecado mortal.

El mundo se me vino abajo. Me sentía la persona más malvada del


mundo. Pensaba que me iban a echar del colegio. Desconfiaba de
mi compañero porque creía que se iba a chivar. Tampoco podía
pedirle ayuda a Dios porque era precisamente a él a quien había
ofendido. Hubiera deseado morirme pero tampoco podía porque
iría a parar directamente al infierno. Nunca hasta entonces había
querido y a la vez había aborrecido tanto mi vida.

Los miércoles por la tarde tocaba confesarse. Nos bajaban a la


iglesia y, sentados junto a los confesionarios, esperábamos nuestro
turno haciendo una lista mental de los pecados que ennegrecían
nuestro corazón. Cuando te tocaba te acercabas al locutorio, le

23
decías “Ave María Purísima” a unos ojos que olían a menta,
recitabas la lista de pecados y después una voz cavernosa soltaba
cuatro latinajos y te mandaba rezar varios padrenuestros, dependía
de si tus pecados eran de tercera o de segunda división; luego
cumplías la penitencia arrodillado en algún banco de la iglesia y
entonces ya podías morirte tranquilamente porque como tenías el
corazón limpio ibas al cielo (o sea, que los mejores días para
morirse eran los miércoles a partir de las seis y los peores también
los miércoles pero antes de las seis). Resultaba todo muy sencillo.
Aquella tarde, sin embargo, no se trataba de un pecado de tercera
o de segunda división, sino de un pecado mortal, y cuando fui a
confesarme, mi voz daba volteretas por el miedo.

- He... he pegado a mi hermana pequeña - empecé -, le he robado


un caramelo a mi otra hermana, he insultado a Dios y a mi
hermano, he desobedecido a mi madre y no he hecho los
problemas de matemáticas.

Hubo un silencio que duró siglos. Después aquellos dos ojos con
olor a menta dijeron “bien” y comenzaron a soltar aquella
parrafada que no entendía. Mientras lo hacían yo me deshacía de
miedo.

- Dos padrenuestros y dos diostesalves - sentenció sin embargo la


voz

24
Comencé a incorporarme para ir a todo meter a rezar la penitencia
pero en ese momento la voz volvió a hablarme; no podía ser todo
tan fácil.

- Ah - dijo, y comprendí que alguien tan malvado como yo no


merecía tal suerte - Y a ver si te portas un poco mejor en casa, hijo,
que no cuesta nada - añadió - Puedes irte.

Y por supuesto que me fui. A toda mecha. Recé las oraciones y salí
dando botes de la iglesia. La vida era maravillosa. La vida sería
maravillosa mientras pudieras sentirte limpio y bueno vomitando tus
pecados en un confesionario.

Después de las clase de religión, al mediodía, tocaba ciencias y


sociales y luego a comer a casa. Por la tarde había gimnasia o
pretecnología y también misas, catequesis para la primera
comunión, cosas por el estilo. Las clases acaban con un
padrenuestro y un diostesalvemaría.

Patxi Irurzun25
(Córdoba, 1958). Escritor y poeta. Ha publicado los libros de poesía
“Lo que arde (el s ueño del herido)” y “El laberinto sentimental”. Sus
poemas han apare cido en distintas publicaciones y blogs.

Mis armas son las palabras.


¿Te ríes?
Es una puta sensación de tomadura de pelo.
Empieza por el principio.
¿Quién quiere echar un polvo?
Tíos con el pelo grasiento.
Gente de un lado para otro.
Gente increíblemente original.
Sudando, sudando, sudando….
Mujeres parecidas a gatos
meneando el culo y las caderas.
Hermosas, caníbales, libadoras
especialmente feas pero llenas de energía
haciendo trabajitos por sólo diez pavos
y devueltas al sistema.
Por favor aclárame las cosas.
Ciudadanos de segunda.
¿Aclarándome las cosas? Dónde vamos a parar.
Que se jodan.
Sólo huele a espagueti sexual.
Las cosas viejas por siempre nuevas.
Siempre serán auténticas.

26
Jueces de redonda coronilla
jurando en arameo
intentando que no cambie todo.
Los cuerpos no vagan invisibles.
Ni siquiera los espíritus.
Es divertido hablar con ellos, contarle tus penas.
Sólo quieres que te la chupen.
Dale la vuelta a lo que no te guste.
Tengo ideas, tengo espíritu, tengo aliento de perro rabioso.
Piérdete, aprovecha tu risa de loco… horas, minutos, segundos.
Sobre las olas que suben y bajan
sobre el maíz de hojas amarillentas.
Ese poli lleva una bala con tu nombre grabado
pero yo sólo hablo y como… y bebo… y escribo.
Serás mi liberación, lo sabes y te ríes.
Pero no soy ningún anarquista, ¿o sí?
Ataca, corre y golpea, escóndete, mira a tu alrededor.
¡Anda! Descansa un poco y suspira.
Haz el tonto, ríete de todo.
Billy Idol, Siuxsie, Rotten, Mc Govan,
Jhonny Thunder, Nancy Spungen y Sid, que se la tiraba en el baño
arruinándose con la heroína… chutes, chutes, más chutes
jodiéndose con mucho cariño… besando a Dios.
Cógete algo duro y que aguante, y exprímelos a todos.
Llueve plata en mi cabeza, llueve desencanto… pero satisfecho.

Satisfecho de joder, satisfecho de avergonzar,


…satisfecho de destrozar.

Enrique Fuentes-Guerra27
(Oviedo, Asturias, 1977). Escritora, crítica literaria. Miembro de la
Asociación de Escritores de Asturias. Ha colaborado en diversas
revistas literarias. Autora de los libros “El cuaderno griego”,
“Realidad Paralela” y “Breve Testimonio de una mirada”. Obtuvo el
accésit del XXVI Premio Nacional de Poesía Hernán Esquío (2008).
Posee varias obras inéditas (de poesía y relatos). Ha participado en
recitales y en distintas antologías (la última, editada por Bartebly,
“La manera de recogerse el pelo: Generación Blogguer”). Ha sido
traducida al inglés. Actualmente, organiza eventos culturales y
coordina talleres literarios. Recientemente, ha publicado su nuevo
poemario, “La edad de los Lagartos” (Editorial Origami, 2011).

Suavemente
el poder
de una boca
nos hace
recobrar
la fe
en el instante
que se detiene,
fijo, inmóvil,
en la retina
del amante,
y que nunca,
jamás,
después
de ese bendito
instante
alcanzamos
a recordar,
ni conseguimos
atisbar
siquiera.
La puerta
se cierra
tras nosotros
para siempre.
La fe

28
vuelve
a diluirse
entre nuestras manos
y la boca
que hemos besado
tanto.

Hay ojos
que me miran
sin verme,
y manos
que aún
expertas
en adiestramientos
ajenos,
infinitos, quizás,
nunca hallarán
el punto exacto
en que mi geometría
alcanza
la curvatura perfecta,
cuando pierdo entonces
la conciencia
pues sólo de ese modo
mis piernas
alcanzan
la postura
impronunciable
del viento,
y mi espalda
se arquea
y mis manos
buscan
bajo
la niebla
de la respiración

29
de al lado
un apoyo
donde esconder,
proteger,
aquello
que no tiene nombre:
el presente paralizado
entre dos cuerpos.
La bendita cercanía
vencida por un beso.
Y aún así
hay manos
que desconocerán
siempre
el pliegue
más íntimo
donde
mi cuerpo
se convierte
en una boca hambrienta
y tu cuerpo
en sed infinita.
Hay manos
que nunca,
ojos que
nunca,
nombres que
nunca
sabrán
nunca
jamás
nunca
nada
de mí.

30
Lentamente, de forma sigilosa, el perro se arrastró por el
suelo hasta llegar a ella. La chica estaba llorando, en
posición fetal, sobre la hierba. El perro se acercó despacio y
comenzó a olisquearla, por todo el cuerpo. La chica siguió
llorando sin percatarse de la presencia del perro. Se
encendió la farola que había junto a la chica, anochecía. La
escena parecía reproducir una extraña danza entre el perro
y la chica. El perro se sentó a su lado. Ella siguió llorando,
cada vez más y más fuerte, con algún espasmo corporal
provocado por el frío, hasta que pasadas dos horas su
llanto cesó de golpe. Estiró las piernas, se sentó, y comenzó
a acariciar la hierba que la rodeaba. Fue entonces cuando
lo vio, allí mismo, junto a ella, sin moverse, con su mirada
clavada en sus ojos. Jack había regresado a casa.

31
Muerto, muerto, muerto… Eso le decía la voz que escuchaba
dentro de su cabeza. Muerto, muerto… Una y otra vez, sin cesar,
sin descanso. Apenas recordaba su nariz encorvada y fría, siempre
muy fría, la gabardina colgada en el perchero y el paraguas junto
a la puerta. Le conoció un día de verano, cuando disfrutaba de
unas vacaciones en casa de tía Angélica, en el campo. Eran casi
unos niños. Carmen le susurró al oído que ya había cumplido los
dieciocho. Jaime tenía veinticinco. Tía Angélica pensaba que era
un tipo raro, su familia acababa de instalarse en el pueblo, en la
casa que había junto al lago. La gente decía muchas cosas
entonces. Pasados tres años Jaime y Carmen se casaron en la
ciudad. Una ceremonia íntima, con pocos invitados, los familiares
más cercanos tan sólo. Carmen ya estaba embarazada por aquel
entonces. Primero nació Pablo, luego Mario y la última en llegar
fue Lucía, la más esperada, la princesa de la casa. Felices, podría
decirse que siempre fueron felices, excesivamente dichosos, sin
problemas, sin obstáculos, como si sus vidas siguieran una línea
recta sin sobresalto alguno ni baches, nada. Simple y pura
felicidad. Cuando Lucía cumplió seis años, Jaime y Carmen
organizaron una gran fiesta. Su padre se empeñó en contratar a
un payaso para divertir a los niños. A Carmen no le gustaba nada
la idea. Desde pequeña sentía cierto terror ilógico y desmesurado
por esos extraños seres que vestían ropas de colores chillones. Esa
misma mañana, Carmen se levantó muy temprano, a las siete en
punto. Preparó la tarta, ordenó la casa y salió al jardín a
organizarlo todo. A las once Carmen no había terminado aún con
los preparativos de la fiesta. Le faltaban muchas cosas por hacer,

32
comenzaba a ponerse nerviosa. Se le había pasado el tiempo
volando. Miró el reloj, marcaba las once y cuarto. Los niños
dormían todavía. Le pareció raro que Jaime no se hubiera
levantado. Subió las escaleras hacia el dormitorio, tenía que
echarle una mano en el jardín. Cuando llegó junto a la cama, le
llamó y como no despertaba, le zarandeó. Nada. No se
despertaba. Carmen siguió llamándole: Jaime, Jaime… Entonces
se dio cuenta. Acercó su cara a su boca y no sintió nada: Jaime no
respiraba. Comprobó el pulso. Parecía estar muerto. Entonces
sonó el timbre. Bajó corriendo las escaleras. Cuando llegó al
primer piso se dio cuenta de que había perdido una de las
zapatillas por el camino. Abrió la puerta arreglándose el pelo. Allí
estaba. Allí estaba el payaso, frente a ella. Vengo por lo de la
fiesta de cumpleaños, dijo sonriendo. Muerto, dijo Carmen. Está
muerto, repitió. Cayó de rodillas llorando. Muerto, muerto,
muerto, se repetía a sí misma una y otra vez. El payaso la levantó
del suelo, intentó tranquilizarla. Carmen ya no recordaba apenas
a su marido. Jaime se había transformado en una débil silueta de
nariz aguileña perdida en su memoria. Miró el perchero y vio la
gabardina, y el paraguas, junto a ella. Muerto, muerto, muerto,
escuchaba sin cesar en su cabeza.

Ana Vega33
(Sevilla, 1976). Ama de casa, monitora de guardería, escritora (de
poemas y relatos), a golpes de corazón. Junto a Andrés Ramón
Pérez Blanco, el poemario “No hay prosa” (Groenlandia, 2011). En
su blog, más textos: http://bicheja-pelleja.blogspot.com.

Camino, no se a dónde llegaré, pero tampoco me importa,


ni siquiera me preocupo, porque ya soy feliz. Rodeo la
playa, desnudo mi frágil cuerpo, lanzando la ropa al
viento, ya no me sirve, ya no la necesito. No estoy triste,
no me interesa lo que dejo atrás, sólo quedan tristes
recuerdos, así que los abandono, los despido con amor y
sentimiento, apartándolos del alma marchita y fría cual
nieve, ya no volverán a atormentarme más. La oscuridad
de la noche me envuelve en suave brisa, y el mar me
susurra al oído poesía; ¿quizás me este llamando? No lo
sé, me quedo atrapada en su aroma a sal, en su dulce
sabor amargo, en su tenue azul, que va llenando mi
espíritu de sensaciones extrañas, pero tan mágicas que
brota de mi interior una sonrisa tierna. Camino sobre la
fina arena, pero más que caminar es como flotar, estoy
dentro de él, como si formáramos un solo ser. Tiemblo,
hace frío y me cuesta respirar, ¿me estoy muriendo? Puede
ser, el mar es posesivo, si te adentras en él se apodera de
la debilidad, se aprovecha de la tristeza, te envuelve en
poesía y te pierdes dentro de su rumor a sal. Estoy muerta,
de ello no tengo duda, pues mi alma se escapa de mi
cuerpo, sonríe y me mira, me habla, pero yo no lo
escucho, no lo siento, se acabó todo el dolor, la angustia
por sobrevivir, la espera y la mentira. Mi alma se marcha,
se despide con un adiós, y yo quisiera explicarle tantas
cosas, aunque sea tarde, sí, sólo decirle que ahora soy
feliz, ya no sufro, ya no siento, ya no temo. La brisa y las
olas serán mi compañía y yo seré parte del precioso mar,
no hay nada más deseado ni más querido.

34
En el silencio de mis largas noches aún oigo tus suspiros.
Entrecortados recorren mis oído s en la búsqueda de tu
recuerdo. Aún anhelo tus suav es y ausentes caricias. Aún anhelo
todo lo que no tuve. Y en mis pasajeras tardes recorro el paseo
por el cual jamás caminamos entr elazando nuestras manos. En
mis noches confundo el roce de las sábanas con el inexistente
de tu cuerpo. Todavía teng o el sabor de tu boca en la mía, el
sabor que desconozco. Mi cabe za responde las preguntas que
nunca mencionaste. Y tú olvida ste que nunca te dije que te
quería. Y ahora grito al vien to que nunca te querré. Que
conseguí olvidarte y nunca te re cordaré. Tú nunca has estado
en mí, digo apenada. Jamá s me besaste con pasión, jamás me
dijiste que me amabas, jamás ten dré esos recuerdos. Tú eres el
culpable de ello, nunca diste op ortunidad a mis caricias, a mis
palabras, a mis abrazos, a mi s besos, a mí. Ahora lamento
haber centrado mi atención a alguien que no supo apreciarla,
ahora lamento la forma en la que me entregué a tus manías, a
tus pretextos, a ti. Me arrepiento de haberme dado cuenta
demasiado tarde. Ahora ni tú ni yo estamos allí, ni tú ni yo
volveremos allí. Es una pérdida de tiempo y espacio recordar
algo que nunca fue mío. En tu mano estuvo la oportunidad de
hablarme largas tardes, de abrazarme como un amigo, de
besarme por primera vez, de hacerme el amor como un amante
desbocado. Y yo me hubiese dejado. No habría encontrado
límite a mi pasión porque por ti era inmensa e infinita. Deseaba
tanto que me hicieses sentir una mujer que no me di cuenta de
que estabas amargando mi niñez. Tus rechazos silenciosos me
empujaron a acciones que ni yo misma me hubiese atrevido a
mencionar pero de las que me enseñaron a vivir, a llorar sin ti,
a reír sin ti, a hacer el amor sin ti, a vivir sin ti. Aún recuerdo
que nunca exististe, aún recuerdo que nunca me besaste, aún
recuerdo que nunca me amaste, aún recuerdo nada.

Carmela Contreras35
(Logroño). Ex – actor, guionista, poeta, escritor y director. Sus
relatos han aparecido en diversas revistas y fanzines como
“Narrativas”, “Lafanzine”, “Al otro lado del Espejo”, “Agitadoras”,
“Cruce de Caminos”, “Deshonoris Causa”, “En sentido figurado”,
así como en diversos blogs: “Crónicas para decorar un vacío” (de
Xen Rabanal), “Hank Over \ Resaca” (Vicente Muñoz Álvarez y Patxi
Irurzun), etc. Ha publicado el libro de relatos “Putas” (Ediciones
Groenlandia; segunda edición, próximamente). En el 2012, la
editorial Baile del Sol publicará su segundo libro, “Amores Breves”.
Aparece en las antologías “Viscerales” (Ediciones del Viento), “Los
rincones más oscuros: antología del miedo”, “Des-amor”,
(Groenlandia), “Beatitud: Visiones de la Beat Generation” (Ediciones
Baladí), entre otras. En breve, publicará en Groenlandia su tercer
libro de relatos hasta ahora inédito: “Momentos extraños”. Su blog:
http://www.asperezas.blogspot.com.

Una habitación. En ella madre e hija. La madre postrada en la


cama se moría lentamente consumida por un cáncer de estomago.
Hacía meses que apenas podía comer, tan sólo agua, papillas y
suero. Sus dolores eran compartidos solidariamente por su hija,
que en todo momento se ocupaba de ella haciendo suyos aquellos
retortijones mortales con la paciencia que da el haber velado
durante cientos de horas al ser querido, sabiendo que la mejor
salida era una muerte rápida que las liberase a ambas.

Esa noche estaba siendo larga y dura, más de lo normal. Su


madre se retorcía en la cama, desesperada, con ascuas al rojo en
el estómago. Los calmantes hacía tiempo que dejaron de hacerle
efecto.

36
- No lo soporto más. - se quejó la madre.
- Ten paciencia.
- ¡Quiero morirme ya!
- Aguanta un poco más.
- Me duele tanto…
- Aguanta madre.
- ¿Pero por qué no me muero?
- Ya no queda mucho…

Le cogió la mano e intentó transmitirle todo su amor, no podía


hacer otra cosa. La madre hizo un esfuerzo y aguantó el dolor en
silencio. Con un poco de suerte mañana estaría muerta.

37
De sus labios pasó a los lóbulos de las orejas, luego bajo por el
cuello para terminar en sus pechos, sus pezones, la tripa, el
ombligo y directo al tramo final. Justo antes de abordar su sexo le
llegó un fuerte olor a amoníaco. De golpe, el deseo desapareció y
salió huyendo hacía quién sabe dónde. Fue bastante embarazoso
dar por terminado lo que en un principio iba a ser una velada de
sexo salvaje.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué paras? – dijo ella.


- Tu coño apesta.
- ¿Qué dices?
- Apesta.

Ella se llevó la mano a su vagina, pasó sus dedos por encima y


luego los olió.

- Tienes razón, huele un montón. Qué raro... si me he duchado


esta mañana.
- No sé que decir.
- Te juro que me he duchado.
- Tranquila, yo te creo.
- Voy a lavarme.

Se levantó de la cama y fue directa al baño. Él se quedó


observando su deshinchado pene. Escuchó cómo ella abría el grifo
y casi sin pensarlo comenzó a hablar:

38
- Un día llegó una mujer de mediana edad a la consulta. Al
examinarla, la sala entera se llenó de un agrio olor que salía de
su coño. Yo no podía creérmelo, le pregunté cuando fue la última
vez que aseó sus partes íntimas y ella me contestó que nunca,
que esas partes no se lavaban porque era pecado tocarlas.
¿Puedes creértelo? Esa mujer no se había lavado el potorro en su
vida. Nos costó muchísimo esfuerzo convencerla para que se
dejase bañar por dos enfermeras... Por fin la asearon y pude
examinarla. Al día siguiente llegó un hombre blandiendo un gran
cuchillo y gritando que donde estaba el hijoputa que le había
quitado el olor a hembra a su mujer. Evidentemente el hijoputa
era yo y el hombre armado era el marido de la mujer del coño
apestoso. Decía que ya no podía hacer el amor con su esposa
porque le habíamos quitado el olor a hembra... Estuvo a punto
de matarme.
- (Saliendo del baño) ¿Por qué me cuentas esa historia?
- No sé. De pronto me vino a la cabeza.
- (Poniéndole el coño delante de la cara) ¿Seguimos donde lo
habíamos dejado?
- Ya no me apetece.
- ¿Lo dices en serio?
- Lo siento, pero así es como funcionan los frágiles mecanismos
del cerebro. Un exagerado olor a hembra apaga o enciende
según qué libido, según qué persona.
- Eres un cretino…

Ella cogió su ropa, se vistió y salió de la habitación dando un


portazo que hizo temblar los cimientos del edificio.

Pepe Pereza39
(Leganés, Madrid, 1977). Licenciado en Historia del Arte. Poeta,
narrador, fotógrafo. Autor de: “Ya no leo Tebeos de Wonderwoman”
(Groenlandia, 2009) y “Como Ulises en una cacharrería” (Bohodón
Ediciones, 2010). Sus textos han aparecido en diversas revistas
literarias, así como en blogs, páginas webs y antologías literarias.
Tiene su espacio en Las Afinidades Narrativas y Electivas. Ha
participado en multitud de recitales y exposiciones. Impulsor del
proyecto poético “Poetrastros: por favor, tratad con cariño”, y editor
de La Vida Rima Ediciones. Tiene varios poemarios inéditos.

Insistencia de agua,
verde,
agua,
verde,
a veces un poste.

Telefónico creo.

Parece mentira no haber aprendido


la lección de la naturaleza
y sólo podamos desvelar
la incógnita de la ecuación
en unos determinados lugares.

40
Lo corrió a pedradas calle abajo. No era un argumento de
peso para achantarse el que aquel hombre le triplicase la
edad, si era un obstáculo tener las piernas tan cortas para
alcanzarlo y propinarle su merecido. La última piedra le
acertó en plena coronilla. Las manos en la cabeza, gemidos,
la sangre brotando, la sonrisa triunfal dibujada.

Su hermana podía estar tranquila. Nadie volvería a


abofetearla de un modo tan brutal por querer obligar un
beso.

Olía a estofado. Las tripas se quejaron. Comería y


satisfecho narraría la hazaña a todos. Oyó conversación en
la salita. Su madre y un desconocido. Cayó en la cuneta. Lo
peor no iba a ser quedarse sin estofado. Esconderse
tampoco.

Ángel Muñoz Rodríguez


41
(Valladolid, 1969). Escritor y jurista. Estudió Derecho y se
especializó en Criminología. Ha escrito artículos y libros en diversos
medios.

Sophie:

Los terribles jacobinos me han encerrado en esta mazmorra y no

creo que mañana me libre de la guillotina.

Amor, nunca pensé que mis últimas palabras te las escribiría en el

muro de una prisión pero es el único medio que tengo de llegar a

ti.

No me queda tiempo, mi vida. Siento el cosquilleo del sueño por

todo mi cuerpo, pero no sufras,

me siento en paz.

Ahora sólo tengo que rezar por mi alma y rogar a Dios que te

proteja, Sophie; mi querida esposa... porque siempre te

amaré

42
hasta la última

gota

de mi

sa

ngr

Carlos Pérez Vaquero 43


(Madrid). Misterioso poeta, narrador, fotógrafo, crítico literario,
misántropo. Ha aparecido en diversas antologías. Mantiene el blog:
www.lacasaenpenumbras.blogspot.com.

Colores como perfumes,


Líneas que atraviesan
Un horizonte marrón,
Triángulos convexos
Sobre vientos fugaces
Descritos sobre lienzo.

Flota una mano


Se sostiene
El aliento
Una línea
Esbozada
En medio
De no se sabe dónde.

Sostenme esta noche,


Mi cuerpo cae
Cuando te mira.

44
Sostenme antes de caer
Como un trazo desvestido
En un océano de olores
Que son como música sostenida
En rojos, amarillos, ocres.

Flotan palabras
Frágiles
Invisibles
El suspiro
De una línea
Que cruza
El hilo de tu mano
Para tocarme
Cuerpo silente
Y amor desbocado
Desvestido
Y manchado en óleo
En medio
De no se sabe dónde.

45
Si por un casual te la encuentras y te pregunta por qué te fuiste,
dile que fui a hacer autostop por carreteras secundarias en busca
de Kerouac y de alguien como Cassidy para escribir mano a mano
con Burroughs una de las mejores novelas inéditas de todos los
tiempos. Dile que me gusta acordarme de ella cuando la lluvia y la
carretera me llevan de una ciudad a otra, que el olor a campo y
arcén quemado de la ciudad en Agosto es ella cuando era toda
agua y su mirada se perdía dentro de mí, como si se preguntara
siempre en qué estaba pensando. En nada, le mentía. Encendía uno
de esos cigarrillos aromáticos. Besaba sus labios como quien
acaricia la frente de un niño. Pensaba en mí lejos de ella pensando
en ella. Dile que aún fumo esos pitillos sin filtro cuando entro en
uno de esos bares llenos de tipos solitarios que sólo buscan
compañía echando unas partidas y bebiendo whisky, cuando la
tarde cae por la ventana como los vestidos de todas las mujeres a
quienes amaron y nunca pudieron tener. Huelo a cigarrillo puro, a
humo denso subiendo de la barbilla al pelo. Una carta detrás de
otra, todas las que no escribieron para que supieran la clase de
tipos que eran en realidad. Me gustaban los pueblos y los bares del
centro, el silencio de las noches que la ciudad no ahogaba con su
alumbrado y sus decepciones. Me gustaba sentarme en los porches
de las casas, escuchando viento y silencio, preguntándome dónde
estarías o con quien estarías, y comprendía que debía seguir yendo
de un lugar a otro para que vieras mi vida como en una novela
barata de hojas amarillas y cuarteadas y unos céntimos en el
quiosco.

46
Dile que me levanto temprano todas las mañanas, antes de que
amanezca, y que me pongo en marcha caminando por el
empedrado de las vías del tren. Una mochila en la espalda y un
termo con café caliente es todo lo que necesito, todo lo que tengo.
Dile eso, que todo lo que tuve se ha ido perdiendo como ella, que
cosas como el amor o el deseo me ha abandonado también. Todas
se olvidaron, ninguna dejó huella, aunque puede que algo de mí sí
se quedara tatuado en todas las cosas que nunca permití que
sucedieran. Levanto la tienda de campaña allí en la montaña,
rodeado de árboles y Whitman. Desde aquí veo las luces de las
ciudades temblar como la boca de un adolescente que acaba de
descubrir el amor. Un cigarrillo y un sorbo de café, puede que
después baje por unas cervezas y me siente a ver jugar mientras
afuera llueve y tú me echas de menos, y yo te echo de menos,
sabiendo que estamos condenados a ser algo imposible, y es que
nací para conocerte y vivir sin ti. Nací como para estar de paso,
escribir que todas las cosas se desvanecen, y cantar en locales de
medianoche canciones tristes que hablan de un hombre que nunca
echó raíces, y que se perdió un día para morir solo, tal y como
había nacido.

Luis Sevilla 47
(Madrid). Bibliotecario. Fumador empedernido. Escritor y dibujante.
Responsable de la publicación artística “Delirio”. Ha publicado los
libros “Síntesis” (compilación de relatos) y “Cómo” (novela), ambos
en la editorial Bubok. Algunos de sus relatos han sido traducidos al
inglés.

Un recuerdo que A cuenta a B sin que éste se inmute o cambie el


semblante de su rostro frío y distante. Tampoco A parece
entusiasmado con la narración que realiza y tal vez hable por no
tener que sufrir el silencio de la compañía. De pie, el uno frente al
otro, sin mirarse directamente, intentando no sentir demasiado la
presencia del otro, sin que esto coarte la verdadera razón por la
que tienen que estar juntos durante un tiempo indeterminado. Una
especie de terapia con la que ni A ni B se encuentran a gusto.
Definitivamente B se aburre del parloteo incesante de A e intenta
que esto se vea reflejado en su mirada. No escucha, apenas
siente. A saber lo que A considera interesante que contar. Aparte
del sonido monótono de la voz, nada se oye o se percibe, ni ruido

48
ni sonido alguno. Tal vez B debería prestar atención, pues es
posible que lo narrado contenga cierta información que le sirva de
interés. Y es que B carece de recuerdos, mientras que A ni siquiera
sabe lo que es el presente. Es por esto que A debe vivir el aquí y
ahora como una prolongación de su pasado, sin pensar en las
consecuencias que esto pueda acarrear. Por el momento ninguna.
B mete las manos en los bolsillos y las vuelve a sacar. No sabe
qué hacer, qué extremidad será la siguiente en mover para matar
un segundo de su tiempo. Y, sin embargo, ¿qué pasaría si A
callase y el silencio les cogiese por sorpresa? B se sentiría mejor,
sin lugar a dudas, aunque sabe que A no podría estar más de dos
segundos callado. Y después qué. Después el silencio. Su relación
probablemente moriría. B existe porque A habla y A existe porque
B escucha. Lo extraño es que ninguno de los dos parece estar
conforme con esta relación, pese a aquello que conllevaría el
mutismo de A o la sordera de B. Sin embargo, ninguno de los dos
hace demasiado caso al otro, cruzando unas pocas miradas
furtivas y de escaso significado. A recuerda, porque para eso le
fue dada la vida. B maldice en silencio que alguien le haya puesto
en esta situación. Puede que B quiera decir algo, mas no se le
ocurre gran cosa, y es posible que A necesite un descanso, pero
eso conllevaría tener que escuchar al contrario. En un momento
dado, B se acerca a A y con un gesto rápido e imprevisible le tapa
la boca con su mano. Los ojos de A delatan un miedo desconocido
mientras su voz se va apagando paulatinamente entre los dedos
de B. De repente, el silencio, que apenas dura un par de
segundos, poco antes de que la luz se apague y la oscuridad se
propague.

Óscar Varona 49
(Vitoria, 1967). Codirige la revista “Amilamia”, junto a José Luis
Pasarín Aristi, con quien publica, en 1992, el libro de poesía
“Cartapacios de Lucerna” (Ediciones Libertarias / Prodhufi). Ha
publicado en revistas literarias impresas y digitales, como
“Cuadernos del Matemático”, “Río Arga”, “Groenlandia”,
“Turia”, “Los Cuadernos del Sornabique”, “Letralia”, “Océano”,
“Haritza”, “El cuervo”, etc. Ha publicado el libro de poesía
“Proteo; el yo posible”. Sus poemas han sido traducidos al
alemán, francés, euskera y árabe. Ha publicado recientemente dos
libros digitales: “La reconstrucción de la Memoria” (Groenlandia,
2008) y “Planta de Neurocirugía” (Editorial Remolinos, 2008).

…festivo se acongoja ante tanta


pulcritud de entresuelos de púlpitos,
el sacerdote regalando homilías
tan lejanas como el tambor de una novela,
la película sobre la vida de un jazzista.
No caer en la tentación de emprender
a horas tempranas esa pieza mayor
no caer en la pronta embestida
del toro jadeando a tus espaldas cuando
todo es de madera como templo budista
o la nariz de Pinocho con la púa a pun-
to de rasgar el firmamento y la corteza.

50
…invadida por los cangrejos
la parada de taxis en la cercanía
la cuerda del bajo rasgaba
el hotel a donde se dirigía
en forma de aguacero.
Una tarde de principio
de mayo el sol regurgitaba
la melodía de una realidad
insoportable.
Fue entonces cuando
sucedió todo.
Se encontró con ella
sin la lascivia de costumbre
y supo ver el gris marengo
en su sombrero
y supo ver el suplicio
de las escombreras
y supo ver la carnaza
de las bocas trashumantes.

51
Adolfo Marchena
(Zamora). Trabajadora de la palabra, poeta siempre y sin opción,
autónoma a ratos, madre a tiempo completo. Escribe para
diferentes medios como freelance y colabora en revistas literarias,
impresas y digitales. Participa en eventos literarios y tiene su
espacio en Las Afinidades Electivas. Es miembro del REMES y sus
letras aparecen en las antologías “Esnifando Letras” y “Des-amor”;
ha prologado el libro “Cosas que nunca te diré” y ha sido finalista
del primer premio de poesía Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ha
publicado los libros de poesía: “Respira, y luego dime que estás
vivo”, “Nadie dirige las palabras” y “No frenes la lengua de los
pájaros”. Mantiene los dos blogs literarios: “Más allá de lo
invisible” (http://pasajera67.blogspot.com) y “Dad aire a mi voz”
(http://aquinohaycerraduras.blogspot.com).

Era mi pared favorita. La abuela la llamaba la pared de los


chicos. De ella colgaban los diplomas, los títulos más o menos
relevantes que mis tíos y mi padre habían ido obteniendo en sus
años de estudiantes. También, algunas acuarelas de papá que
según él, hacía años que tendrían que haber pasado de la pared a
la basura. Mi abuela se resistía a deshacerse de los pequeños
recuerdos de sus chicos. Toda la vida se había sentido a salvo
mirando aquella pared.

Para mí, era la pared del reloj. El reloj de mi infancia, el que


marcaba la hora de la merienda, el tiempo de las siestas en
verano y de la hora bruja, como decía Anita, aunque yo no
entendía nada y lo único que se me ocurría preguntar era cómo
sabía la vieja tata de la familia a qué hora vendrían las brujas, si
no lo sabía ni yo, que era toda una experta en esos temas. Largas
tardes, soñando con las vacaciones de verano, con la Navidad,
con los regalos, o mejor, con los paquetes de los regalos, el papel

52
de celofán, los lazos… Aquellos colores, olores… Y el latido
perfecto de su corazón resonando, a veces con prisa, a días lento
y sosegado y otras pesaroso, siempre atento a lo que en mis
sentimientos de niña yo podía albergar.

Los sábados por la mañana, a eso de las once, mi abuela me


pedía ayuda, dándole la importancia que para una niña de cinco
años requería la operación. Había que darle un repaso a la caja
del reloj. Con un paño suave y de color marrón debíamos quitar
primero el polvo, sacudirlo concienzudamente y acto seguido,
poner un poco de líquido. Un oscuro linimento que yo siempre
relacioné con los dolores musculares de mi abuelo; era lo que
tenía en la mesilla, o eso creía yo, pero claro, yo estaba segura de
que también al reloj había que darle masajes, y eso es lo que yo
hacía, no limpiarlo de una manera mecánica y sin sentimientos
como hacía mi abuela. Yo masajeaba amorosamente al viejo
mueble, que era mi amigo, mi cómplice, mi compañero, cuando a
solas nadie me escuchaba y él me guardaba. Me daba protección.

Hoy recuerdo con una emoción intacta el día que recibí la noticia.
La abuela ya viuda había dejado la vieja casa. Pocos días más
tarde, Anita se presentó en la casa de mis padres. Llamó a la
puerta tímida y triste, mayor respetuosa y pidió hablar con la niña,
su niña. Ella era la única persona en el mundo que sabía de mi
pasión por el reloj. Su mirada me desveló algo que había
presentido justo cuando sonó el timbre. Había ido a la casa, la
abuela la había enviado para dar el último vistazo. Enseguida,

53
sintió su ausencia, no necesitó mirar a la pared. El viejo reloj
había desaparecido.

No paré de llorar en toda la tarde, me urgía una explicación…

Poco antes de la cena, apareció mi padre nervioso y emocionado:

- Asunto arreglado. - dijo - Nadie se quedará con mi reloj.

¡Sorpresa! Papá sentía lo mismo que yo.

- Los futuros inquilinos son muy modernos, lo más probable es que


se deshagan de él…

Qué emocionada estaba, abracé a papá como nunca, me sentí


entre sus brazos tan feliz, notaba su protección; compartía con él
algo que nunca imaginé. Seguro que el viejo reloj había sentido lo
mismo que yo cuando los fuertes y protectores brazos de mi padre
le cargaron hasta casa.

Al día siguiente, elegimos juntos el lugar que merecía. Y aunque


durante un rato estuve empeñada en que se quedara en mi
habitación, mamá se encargó de quitármelo de la cabeza, pues
sus latidos no me hubieran dejado pegar ojo. Decidimos que
desde la pared frente al recodo que hacía el pasillo, podía
observar a toda la casa y a todos sus moradores.

Después de tantos años, ahora me toca a mí recoger el testigo,

54
nunca lo hemos hablad o, pero estoy segura de que mi hija siente
por él lo mismo que yo. A pesar de que la vida es distinta, el viejo
reloj sigue despertand o la misma pasión, la vieja maquinaria
funciona perfecta mente y la caja restaurada brilla igual que ayer.
La historia se repite.

Begoña Leonardo 55
(Sevilla). Forma parte del proyecto Fahrenheit 451 (Las Personas
Libro). Sus poemas aparecen en diversas antologías: “Poemas para
un minuto” (Editorial Hipálage, 2007), “Girapoemas” (2009). Ha
participado en diversas revistas y algunas páginas Web de
Literatura. Ha formado parte del ciclo “Versos Sumados”, dentro del
Festival Cosmopoética (Córdoba, 2009).

Irene detuvo el automóvil en el apeadero de la gasolinera; no


necesitaba repostar, ni le apetecía entrar en la cafetería. Sólo
quería contemplar de lejos como las primeras casas del pueblo
comenzaban a desperezarse con la luz del amanecer. Siempre
supo que, para bien o para mal, algún día regresaría; estaba
pegada a ese lugar porque ella era una prolongación de
aquella tierra. Pero nunca pensó que la vuelta se dilataría
tanto.

Bajó la ventanilla del vehículo, recogió su pelo en un absurdo


moño sostenido tan sólo por un bolígrafo y encendió un
cigarrillo; no le apetecía fumar, sabía que luego lamentaría el
sabor amargo a nicotina que dejaba en la boca y la acidez que
produciría en el estómago, pero no le importó. A veces prefería
imponerse esa sanción, así mientras lamentaba la secuela del
castigo, dejaba descansar su mente.

Dio la última calada, introdujo la colilla en la lata vacía de


coca-cola que llevaba bajo el asiento. Se miró en el espejo
retrovisor, deshizo el moño dejando que la melena cayera con

56
libertad sobre los hombros, exhaló un intenso suspiro e inició la
marcha por aquel serpenteante camino. A medida que recorría
las pronunciadas curvas, entrab a en una espiral que la
deslizaba hacia sus inicios, pero en vez de sentir rechazo por la
situación, para su sorpresa, se despertó en ella la añoranza por
un tiempo que siempre quiso desterrar.

Desde que se marchó, todos lo s recuerdos han confluido en


aquel pequeño pueblo, haci endo que se sintiera unida a su
origen por el cordón umbilical del pasado, y ahora regresaba a
él para recompo ner los jirones del presente, porque si algo le
había ensañado el paso de los años era que, para avanzar,
debía afrontar el ayer, y para es o debía volver a visitar el lugar
donde halló el cuerpo del padr e colgando de una soga.

Esperanza García Guerrero 57


(Córdoba, 1982). Licenciada en Humanidades y Master en Textos,
Documentación e Intervención Cultural (especialidad en Edición).
Pluriempleada. Sus textos - poemas y relatos – han aparecido en
distintas publicaciones (revistas, fanzines, panfletos literarios),
digitales e impresas, de España e Hispanoamérica, así como en
distintas páginas webs, blogs, plaquettes y antologías
(“Heterogéneos”, “Anuncios (Des)Clasificados II”, “Póker de Reinas”,
“Esnifando Letras”; “Poetrastros: por favor, tratad con cariño”,
“Nocturnos”, en prensa). Tiene su espacio en Las Afinidades
Narrativas y Las Afinidades Electivas. Ha publicado el poemario
“Bocaditos de Realidad” (segunda edición del 2010) y “Cuentos de la
Carne”, su primer libro de relatos. Sus poemas han sido traducidos
al catalán, italiano, inglés, francés, portugués y alemán.

Con un poco de esperanza entre las manos / aguardo a la


respuesta más ansiada de mi existencia / ¿eres tú la parada de
este largo y angustioso recorrido? / aposté por arrojar los últimos
naipes a tu favor / carcajadas escucho cuando reflexiono sobre lo
vieja que soy / pero observo mis manos y siento las ausentes
arrugas / (las recientes canas me advierten) / porque el tiempo es
un tirano que somete a las agujas del reloj / la visión del cielo
siempre nublado / sombras expectantes cruzan el umbral de mi
puerta reclamando lágrimas / los tentáculos de la soledad / pero
tú las espantas con tu presencia única / detienes la noria de
emociones de mi pecho / ¿serás tú quien ponga punto y final a la
memoria de esta triste mujer peonza? / nunca fui desleal / (y mis
cuernos son tamaño torres medievales) / nunca dañé a conciencia
/ (siempre fui malvada en defensa propia: no soy - ni quiero ser -
inocente o pura) / y estoy condenada por el destino / el karma /
castigo divino por pecados inexistentes / las prisas de la cobarde

58
época moderna / la desaparición de las tesis de Nietzsche / o yo
qué coño sé / pero estoy sometida a la estúpida ley universal del sin
sentido / y quiero parar en seco / me marean los típicos cuentos
contemporáneos / y quiero saber si tú eres la deseada estación final
/ quiero saber si tú me acogerás con cariño / destrozarás mi
detestable curriculum amoroso del pasado / detendrás el tiempo
con caricias y besos / y harás que siempre brille el sol sobre nuestra
cama.

Quisiera creer que no estaré sola toda mi puta vida

Quiero, debo, puedo, ansío creer en ti

Porque tú eres un milagro

El último pasaporte

59
Padre mío, que trabajas horas y horas
para que no nos falte de nada,
santificado seas, hombre enfermo de amor,
señor del reino de los humildes,
haz tuya la voluntad con esas manos
víctimas de sabañones, quemaduras y cortes,
perdona a Dios por ser tan blasfemo
y a los desgraciados que no merecen
ni unas miserables migajas de compasión,
no me dejes sola en este agrietado camino,
cercado con alambres de espinos,
y libérame de la "poesía" de profetas impostores,

amén.

60
Rafael condujo hacía su apartamento, dispuesto a descansar de la
jornada laboral. En el teléfono, mensajes lastimeros de su anterior
pareja, que exigía explicaciones: Rafael llevaba meses sin
contactar con ella. Ni llamadas, ni mensajes al buzón del correo
electrónico: nada. Y es que, para aquel hombre, ya no había
amor, y su ex, la que con voz desesperada lo reclamaba a través
del aparato, no había asumido que, con esa repentina
desaparición, se confirmaba la ruptura. Rafael borró todos los
mensajes: estaba agotado y no le apetecía escuchar las desgracias
de una mujer abandonada. Con la indiferencia, tarde o temprano,
todas se olvidan de él. Miró el reloj: había invitado a su nueva
novia a cenar en su casa, y por eso, preparó unas exquisitas
especialidades y se encargó de crear un ambiente adecuado –
velas, música suave, luz tenue, pétalos de rosas en la cama - para
que su invitada se sintiera cómoda. Al término de la suculenta
comida, Rafael comenzó con sus insinuaciones: quería hacer el
amor, desde hacía semanas esperó, ansioso, el momento. Y
aquella noche tenia que ser especial para su chica, que se
encontraba nerviosa pues era su primera experiencia sexual. Él lo
sabía: la calmaba con palabras amables, con cariñosos susurros.
Rafael era un extraordinario amante. Después de horas
interminables de besos y caricias, él, con todo el cuidado del
mundo, la penetró. Hubo un poco de sangre, pero no hubo dolor,
sí un placer indescriptible, compartido por ambos; él, que sentía
como al entrar en ella, se convertía en el dueño de todo su ser;
ella, estaba uniéndose a una persona a la que quería de corazón.

61
Todo fue perfecto. Acabaron aquel ritual mágico con bromas y
risas. Ella se tenía marchar: la responsabilidad laboral la
reclamaba. Y cuando la mujer se levantó de su lado, comenzó la
transformación: Rafael dejó de ser gracioso, dejó de ser cálido. La
conquista había concluido. El verdadero Rafael, desde la cama,
estaba deseando que se largase, le metió prisa: ella quería
ducharse, pero él le dijo que lo hiciera en su casa, con el pretexto
de que en breve llegaría la asistenta de la limpieza. Finalmente,
ella se vistió, rauda, le dijo que le llamaría luego, le regaló un
tímido beso en los labios que no fue bien recibido por él que,
malhumorado, en un gesto insensible, le dedicó un “adiós” tan
seco que a la chica le sentó fatal. Sin embargo, no cuestionó
nada, supuso que estaría molesto por haber manchado un poco
las sábanas, y se marchó, cabizbaja: Rafael ni se preocupó en
despedirse acompañándola a la puerta. Él se incorporó del
edredón, sacó su caja de tabaco y empezó a fumar. Dejó de existir
el sentimiento. Sacó su móvil y borró el número de la que acababa
de marcharse, y, para evitar quebraderos de cabeza, también
activó el desvío de llamadas. Luego, se incorporó, tomó su
ordenador portátil, bloqueó su dirección del messenger; miró la
agenda de cosas pendientes – hacer la compra, la cita con el
psicólogo, entregar dos informes al despacho del director - y
mandó su anuncio para una Web de citas: “se busca chica para
relación estable, preferiblemente, virgen”. Mientras miraba como
su mensaje se colgaba automáticamente en la página, Rafael
decidió dejar de asistir a la consulta del psicoanalista: no podía
entender ni evitar esa obsesión de desflorar mujeres y
abandonarlas una vez culminado el acto más delicado del amor.

Ana Patricia Moya Rodríguez62


63
Juan de Lapala
Wanessa Zapiain
Rubén Darío López
Alfonso Vila
Sergio Sarmiento
Pat Maestro
Héctor Zabala
Daniel de Cullá
Helena Ortiz
Rodrigo Padrón
Jorge Barco
José Luís Zuñiga
Juan Kalvellido
Lucia Fraga
Pedro Sánchez
Tito Manfred
64
(Buenos Aires, Argentina, 1975). Cursó estudios de Historia y
Lengua. Ha publicado los libros de poesía: “Poemas de un poeta”,
“Haikus”, “El torturador”, “Yuyal”, “Moto”, etc. Actualmente se
dedica a corregir y difundir el manifiesto “Protopoética”. Su blog
personal: www.poemasdelapala.blogspot.com.

Magoya: ¡la comida para llevar no llega nunca


según el libro del Feng Shui esta maceta no va ahí
la cuarta temporada de Lost está en DVD
el Viagra es como las bisagras
la electricidad y la sangre no se mezclan nunca
en el Cartoon Network la
presidenta de los argentinos dijo:
rojo unifica bárbaro en hombre
red unifica civilizado en máquina
nylon bajo la sábana por si falla el pañal o el puñal
lavavajillas Alá
rajá de la India, tómatelas Budá
descomunales conejos delirantes
comunal consejo deliberante
dos sillas vacilantes se quejan
de culos pesados y viejos
la roca mutilada de esculapio
y el paralítico Doctor Cerebro
los juguetes rotos y un gato blanco
que no cruzó toda la calle
una avalancha de chanchas en la lancha

65
una perra pare y a la intemperie
viejos que toman mate con la boca llena
de masitas Traviattas!

66
Tiempo que no eres Troya.
Tiempo marchito,
despintado.
T i e m p o partido
por relojes y almanaques.
Tiempo y tus fechas,
fechas de batallas,
fechas de cumpleaños,
fechas de latas vencidas.
Tiempos de antaño.
Tiempos de cambios.
Tiempos de vacas gordas.
Tiempos de cocción.
En tiempos de Homero
y
en tiempos de Cristo.
Tiempo que insistes
con tu eternidad
y tus instantes.

Juan de Lapala
67
(Donostia, 1981). Comercial de seguros y estudiante de
criminología, desarrolló su alter ego cuando un insecto sin
identificar le inoculó el virus de la poesía, y así nació Enea. Después
de varios blogs, este último año se ha afincado en
www.sirenasdescalzas.blogspot.com. Participa todos los miércoles en
las Jam de poesía del Leize Gorria (Donostia), recitando poemas
propios y recomendando ajenos.

Al principio no podía imaginarlo


cuando llegó aquel
que cantaba al hablar.
Me hacía cosquillas con su barba
entre los muslos
y me empapaba
de su mano en el Paseo,
con su mano, en oleadas.

Luego aprendí
que había mares
más salados.

Costa da Morte fue una re(li)gión


que abarcada de una nuca
a la cadera
salpicada de tinta toda su espalda

68
y supe que Finisterre
no era un cabo
sino una golfa
pelirroja
con piercing en la lengua.

Empecé a sospecharlo con


aquel producto importado
Made in Argentina
con acento de sábado por la noche
que se diluía entre el café,
y su leche
por la mañana.

Y en un ascensor
al sur del sur
“tú y yo aquí encerraos”
terminé por confirmarlo:

Tengo una extraña debilidad por los acentos


o
el punto G pegadito al tímpano.

Wanesa Zapiain69
(México, 1979). Cursó estudios de Administración de Empresas
Turísticas y realizó la maestría en Desarrollo Turístico por la
Universidad Autónoma de Guerrero (México). Actualmente, es
investigador de dicha institución. Participó en un taller de creación
literaria y es aprendiz de pintor en la Academia de Artes Ignacio
Altamirano (Chilpancingo, Guerrero).

Causas, efectos, desencuentros;


sinergias arcaica, vidas jodidas,
guerras, odio, amoríos,
follar sin sentido…

Túnel del tiempo,


paralelismo desastroso,
recuerdos pletóricos
es cagarse de hastío…

Arde el cielo cenizo


anunciado un final desdeñoso
subir por la escalera al infinito,
y arrojar tu recuerdo al vacío,

70
sin piedad,
sin moral,
con frialdad,
indolente,
me libero,
que saciedad…

descender por un cráter


al centro del abismo,
sin importar mi vida jodida…

Inermes mis ganas,


fuertes mis vicios,
tus sarcasmos se funden en la lava,
tus bajezas me fortalecen más,
jódete jodido carajo,
Jalo la palanca al retrete
y te disuelves como defecación en el mar…
rompen furiosas las olas en los acantilados del diablo,
completas tu ciclo de transformación de la materia,
eres ahora sutil brisa marina impregnando el ambiente de sexo y
clímax
eres el cálido rose amoroso de los amantes revolcándose en la
arena indecente.

Y las sinergias arcaicas continúan magnificándote…

Rubén Darío López71


(Valencia, 1970). Ha vivido en Orihuela (Madrid) y Debrecen
(Hungría); actualmente, reside en su ciudad natal. La literatura es su
vicio: ha escrito en muchas revistas, ha ganado premios literarios.
En breve, publicará con Groenlandia su primer libro de relatos, “La
vida mientras tanto”.

Cuando la cinta se rompió suavemente y los vecinos congregados


empezaron a aplaudir, Alvarado Fernández pensó que le había
ganado la partida al cura. El pueblo por fin disponía de un
cementerio civil. Un cementerio construido por y para los vecinos,
un cementerio donde las familias podían enterrar a sus difuntos
sin el oprobio de tener que pagar de un modo abusivo por los
nichos. Un cementerio donde…

(Como buen orador, Alvarado Fernández preparó un gran


discurso para aquella tarde, y los vecinos no dejaron de aplaudir
y luego se marcharon tranquilamente a sus casas).

Al final, en el cementerio sólo quedaron el alcalde y el nuevo


enterrador. Se miraron un momento en silencio, y el alcalde,
eufórico, exclamó:

- ¡Tu primo se va a quedar sin trabajo!

El alcalde se refería al viejo enterrador, el que continuaba


trabajando en el cementerio parroquial, que curiosamente era
primo del enterrador del nuevo cementerio. Al alcalde le hubiera
gustado que su empleado le diera la razón, pero el enterrador no
respondió nada. Se limitó a bajar al cabeza y encender un pitillo.

Mientras volvía a su casa, Alvarado Fernández pensó en su padre.


Además de su nombre y su apellido, Alvarado Fernández hijo
había heredado de su padre su ideología política. Ahora podía
por fin doblar los papeles del discurso y respirar satisfecho. Aquel
cementerio había costado mucho. Para sus conciudadanos tal vez

72
supusiera una sustancial mejora en su pecunio, pero para él era
mucho más: era una cuestión de honor. En su cementerio, el
cementerio del pueblo, todo el mundo tendría cabida. Los pobres
suicidas no serían enterrados fuera, junto al muro, sin nicho, sin
lapida, sin flores, sólo con una sencilla cruz en el suelo, tal y
como los sucesivos curas habían obligado a hacer hasta ahora. Y
los fusilados en la guerra tendrían un sitio de honor.

(El alcalde pensaba hablar con sus familias. “Se acabaron las
humillaciones”, les iba a decir. “Mataron a vuestros hijos y
maridos y vosotros tuvisteis que suplicar para que os permitieran
enterrarlos. Pero ahora se hará justicia…”, y al pensar esto el
alcalde recordaba a su padre, que no murió en la guerra pero se
pasó quince años en la cárcel.)

- Le he ganado la partida - le dijo el alcalde a su mujer. No le he


quemado su iglesia, pero se acabaron sus abusos…

Y el alcalde pensó de nuevo en su padre, que había visto arder


muchas iglesias y pese a todo era un hombre pacifico, que
pensaba que con las palabras se conseguía más que con la
violencia y desde la cárcel había animado a su hijo a lo largo de
toda su carrera política. “Mi padre estaría orgulloso de mí”,
pensó satisfecho. Aquel era un de los días más importantes de su
vida.

- Las cosas van a empezar a cambiar… - sentenció.

Pasaron los años. El pueblo olvidó el nuevo cementerio. Las


viudas continuaban visitando a sus difuntos como siempre. Y
cuando les llegaba la hora pedían ser enterradas en el antiguo
cementerio, el de toda la vida, a poder ser al lado de sus
esposos. Y continuaban pagando el precio que marcaba el cura.

Alvarado Fernández estaba desesperado.

- ¿Cómo pueden pagar tanto por algo que pueden tener gratis? –
le preguntaba a su mujer.

73
Lo cierto es que el cementerio civil estaba vacío. El alcalde había
ofrecido trasladar sin coste alguno los restos de los difuntos de
las familias que lo pidieran, pero nadie en el pueblo había
formulado jamás petición alguna. Ni siquiera las familias de los
fusilados, a las que tanto se las había humillado en el pasado,
habían querido desenterrar a sus muertos para trasladarlos al
vistoso mausoleo que el alcalde había construido para ellos.

La situación era tan grave que el alcalde se vio obligado a


despedir al enterrador.

- El problema, señor alcalde, es que no está bendecido. Nadie


vendrá a enterrarse hasta que el cura lo bendiga.

De pronto, el nuevo enterrador, un hombre taciturno por lo


general, había roto su silencio y le había dado la solución.

Pero el alcalde no estaba dispuesto a hablar con el cura. El


enterrador le dio las buenas tardes y se despidió.

El alcalde sabía que aquel hombre taciturno pero valiente iba a


ponerse a trabajar con su primo. Al final el cura le estaba
ganando la partida.

Las cosas siguieron como estaban. Hasta que ocurrió algo


inesperado. El pobre alcalde se puso enfermo y se murió. Fue
visto y no visto, una enfermedad muy rápida, casi ni se enteró de
que se iba a morir.

Pero no tan rápida como él quisiera.

Aún le dio tiempo a ver entrar al cura por la puerta de la


habitación.

- ¿Pero qué…?

Tenía la boca seca. Intentaba hablar y las palabras le abrasaban


la lengua. El cura se dispuso a iniciar el rito de la extremaunción.
El alcalde pido un papel y logro garabatear una frase. Después,
por señas, logró que el papel llegara a las manos del cura.

74
En el papel ponía: “La religión es el opio del pueblo”.

El cura lo leyó y sonrió.

El alcalde fue enterrado en el cementerio parroquial. Su mujer


pagó religiosamente el nicho.

Alfonso Díaz75
(Santiago de Chile, 1963). Poeta y narrador chileno. Ha publicado
los siguientes libros: “El fervoroso festín”, “Mutante” (poesía), “El
refrigerador de Bernardita” (poesía), “Capital” (relatos). Sus textos
han obtenido distinciones en certámenes literarios nacionales e
internacionales, siendo además becario del Fondo Nacional del Libro
y la Lectura (Chile). En 2008 se estrenó una obra teatral, dirigida
por Hernán Lacalle, basada en sus textos. Dirige la revista literaria
“Esperpentia” desde el año 2000.

Se ha extraviado la gracia, la mesura,


la pasión por construir un arte sublime,
puro y eterno, que encarne el Ideal.

El estilo es el vómito - indica el Sr. Lihn -.

Y en vez de alabar el armonioso


vuelo de las aves, para qué hablar
de la plástica ligereza del cisne, se limita
a describir el excremento de los pájaros.

En el extremo norte, W. C. Williams


- con telegráfico estilo -
bastante más sano resalta
la belleza de la vida cotidiana.

Pero no ve cisnes, sólo gorriones,


simples gorriones, piojosos gorriones,
como lo reconoce el mismo autor.

76
A Osvaldo Ulloa

Hemos tenido cortes de luz


Hemos tenido cortes de agua
Hemos visto crecer la maleza
Y volverse patria de polillas
A vetustos árboles de sombra
Hemos visto el robo de ángeles
Y de magdalenas de terracota
Y de manillas de firme bronce
Hemos visto huesos desnudos
Metacarpos, costillas, omóplatos
En el mausoleo de las monjitas
Los panteones se caen a pedazos
La fosa común no tiene escuelas
Hacen falta comedores infantiles
Tumbas dignas para los pobres
Y planes de seguridad peatonal
El futuro de la muerte está en peligro
Necesitamos cadáveres con garra
Necesitamos cadáveres con liderazgo
Cadáveres con intensas ganas de morir

77
El lenguaje está viciado
Los armarios donde se almacena ban las metáforas
Sufrieron el saqueo de jovencit os de espíritu altruista
Inoculados con el virus del amor
Ahora sólo quedan las más ho rribles
Las de segunda selección la s picadas las putrefactas
¿Cómo vamos a hacer en tonces lo nuestro?
¿Cómo encontrar las epifanías?

Tendremos que ser el gusano

Sergio Sarmiento
78
(Bembibre, 1988). Estudió bachillerato de Humanidades y
bachillerato artístico (en Ponferrada). Se traslada a Valladolid,
donde actualmente estudia Filosofía y co-edita, junto a Adriana
Bañares Camacho, el fanzine literario independiente LaFanzine.

Quiero quemarme.

Descansar entre mis cenizas.

Y a la mañana siguiente,

resurgir.

Siendo otra.

O quizá volviendo a ser yo.

Pero al despertar

sólo soy la misma.

79
Cuando paro,
cuando miro a mi alrededor
y echo la vista a atrás
veo las imágenes sostenidas en el tiempo,
tan quietas y nítidas y a la vez tan distantes...

El día, pronto es noche,


las noches pronto meses y los meses,
años y después más tiempo.
Que pasa igual de rápido.
Luego ya, la muerte, la nada, el no tiempo.

Él se acabó tu tiempo.
Y con él se van tus recuerdos,
todo lo que amabas y odiabas.
El único tiempo que queda de ti
es tu recuerdo en la gente que quisiste.

Así que, según esto, deberíamos dedicarnos sólo


a querer a los demás, ya que es el único tiempo útil. 80
Me siento al Sol,

a ver si se me seca

la tristeza.

A ver si se me calienta

el corazón.

Vestida de negro.

Luto.

Porque mi esperanza ha muerto.

Me siento al Sol,

a ese que nace cada mañana

brillando.

Intentando comprender

cómo lo consigue.

Pat Maestro
81
(Buenos Aires, 1946). Contador público nacional, narrador y
ensayista; dirige la revista literaria “Realidades y Ficciones” y es jefe
de redacción de la revista “Sesam”. Ha ganado diversos premios por
sus cuentos. Ha participado en revistas literarias (digitales o en
papel) y ha reeditado algunos de sus relatos y artículos.

Dana Kozlowski, Danusha para sus padres, era una típica polaca. Mejor dicho,
una típica hija de polacos, que para los nacidos allende los mares es
exactamente lo mismo. Hija única, nacida con un pelo rubio casi blanco, que
primero se tornó oro para luego dar paso al amarillo ceniza (el agua de Buenos
Aires, ¿vio?; en Varsovia no sucede), piel blanca hasta la exageración con un
leve tinte rosado, ojos celestes y su cara eslava, redonda, de nariz respingona;
era la niña de sus padres. Y de los ojos de sus padres también. Creció en ese
ambiente tan característico de la colectividad donde se aprende y practica el
idioma polaco a la par del castellano, aunque este último sólo en el colegio
argentino. El Club Polaco se encargaba los sábados de hacerla practicar todas
las actividades propias de la juventud de su raza, mientras diez millones de
polacos (¿tantos?) repartidos por el mundo esperaban volver a su lejana tierra
algún día también lejano. Es decir, Danusha (Danusza para la grafía eslava y
Danielita para los argentinos) era una polaquita con todas las letras.

– Danusha, ya tienes veinticinco años, ¿cómo puede ser que no te guste ningún
muchacho del Polski?
– Mamá, déjese de hinchar con los muchachos del club. Cuando quiera
ponerme de novia ya veré. ¡No me presione, por favor!
– Pero Danusha, ¿lo miraste bien a Maciej? Es buen mozo, hijo de polacos,
rubio, ojos celestes, ingeniero, buena posición y... ¡sin novia!

82
– ¡Basta, mamá! - contestaba con voz respetuosa, pero firme, la hartada
Danusha.
– Pero nena, te queremos ver casada. Tu padre y yo ya no somos tan jóvenes.
Eres nuestra única hija. No veo la hora de revolver esos hermosos cabellos
rubios que tendrán mis nietos, los únicos nietos que tendremos, jugar con...
– ¡Basta, mamá! ¡Por favor! - cerraba en tono cortante.

Todo esto dicho en el más puro acento varsoviano, variando apenas algún giro
o palabra de tanto en tanto, pero repitiendo lo esencial día tras día.

Una tarde llega una carta de Varsovia. Es de tía Janusza: “Krystyna, ¡mira qué
mala hermana eres! No conozco a tu hija Dana, salvo por fotografía. ¿Cuándo la
mandas para acá, a pasar la temporada? ¡Vamos, que aquí hay miles de
muchachos casaderos!”

Era la oportunidad de la madre de Dana. Si en el pequeño Club Polaco de


Buenos Aires no era posible conseguirle marido (porque... ¡a esta hija mía
ninguno le viene bien!), en Varsovia habría cientos para elegir. Sí, hay que
enviarla a Polonia para que elija y se case a su gusto.

Danusha, aunque de mala gana por la traviesa (sin atreverse a quitarle la “tr”)
intención de sus padres, acepta para desenchufarse un poco de los últimos
exámenes de la Facu. Viajará ese verano - en realidad, ese invierno del norte -
a la lejana Varsovia. Al fin y al cabo conocer la tierra de sus padres y abuelos,
los lugares donde nacieron, donde vivieron, ver en persona a tantos familiares y
parientes apenas recordados de amarillentos retratos... no dejaba de tener su
atractivo para la rubia “polaca”, ahora flamante doctora de la Universidad de
Buenos Aires.

83
Eso sí, antes de soportar el cruel frío del norte (Porque, ¿sabe usted? Eso es frío,
¡hasta veinte grados bajo cero!), pasaría una semana de vacaciones en alguna
playa.

– La nena se lo merece, Ladislao. Puso mucho empeño para recibirse tan joven.
Unas pequeñas vacaciones en alguna playa de Río le harán muy bien. Ya verás.
Luego irá a Polonia. Vas a ver que para cuando vuelva... ¡ya tiene novio en
Varsovia! - y mientras decía esto, los ojos de la buena Krystyna se iluminaban.

Dana se quedó en Polonia un año entero antes de escribir la carta, que el


correo demoraría un mes para salvar la distancia a Buenos Aires (el correo de
los comunistas es muy burocrático, ¿se da cuenta? - diría don Ladislao, aunque
después, con Solidaridad, las cartas igual seguirían tardando lo mismo). En la
misiva, Dana anunciaba que se casaría la semana entrante:

“...es decir, para cuando lleguen estas líneas, queridos padres, ya estaré
felizmente casada. Desde que nos conocimos - hace ya un año - nos flechamos
mutuamente. Él me adora y yo a él. Es el ser más encantador, tierno, cariñoso,
formal y divertido que conocí en mi vida. Trabaja en Varsovia, pero está
confirmado su traslado a las oficinas de Buenos Aires en breve. En la próxima les
enviaré las fotos de la ceremonia religiosa y la gran fiesta que nos preparan los
tíos y primos, etc., etc., etc. Perdonen, no tengo más tiempo. Con tía Janusza y
las primas ya salimos para lo de la modista. Besos. Muchos besos. Dana”.

Doña Krystyna tocaba el cielo con las manos, mientras secaba sus lágrimas con
el pequeño pañuelo bordado a lo polaco y era abrazada por un emocionado
Ladislao. No sólo conoció a un excelente muchacho en Polonia, además residirá
con su esposo en Buenos Aires, cerca de nosotros y ¡otro polaco más en la

84
familia! Así era el orgulloso comentario para quien quisiera oírlos, sea por todo
el Club Polaco, sea en su coqueta casa de Buenos Aires, abierta siempre para
paisanos y parientes.

Casi un mes después llegó la segunda carta con las ansiadas fotos. Un enorme
ejército de primos y primas, tíos y tías, todos rubios, con atuendos festivos,
manos y copas en alto, sonrientes o a las carcajadas, sin faltar alguno con la
nariz demasiado roja, escoltaban a una hermosa novia, rubia, cuyo vestido
rivalizaba con el blanco de su propia tez, abrazada a un muchacho buen mozo,
pero de piel casi tan negra como la tela de su elegante esmoquin.

“Como verán, la del vestido blanco soy yo. Sí, mamá, ya sé, estoy muy delgada.
Bueno, para dentro de dos años, que es para cuando esperamos encargar,
prometo engordarme... Él es João, mi adorado maridito. Su nombre completo es
João Airton Ferreira Barbosa do Santos Neto. Lo conocí después de mis
vacaciones en Río de Janeiro, en mi vuelo a Polonia. En esas pocas horas me
conquistó y lo conquisté, nos enamoramos para siempre. Él es agregado cultural
en la embajada brasileña aquí, en Varsovia, así que noviamos durante todo este
año hasta que no aguantamos más vivir separados y decidimos casarnos. Pero
en un par de meses lo trasladan (¡nos trasladan!) a Buenos Aires. ¿No es
hermoso?”

Sus padres no podían quejarse, la habían enviado a Polonia a casarse y ella...


¡obedientemente, como siempre, había cumplido!

Héctor Zabala
85
Daniel de Cullá (1955). Poeta, escritor, pintor y fotógrafo, miembro
fundador de la revista literaria “Gallo Tricolor”, así como de la
Asociación Colegial de Escritores de España. En la actualidad,
participa en espectáculos que funden poesía, música y teatro. Dirige
la revista de Arte y Cultura “Robespierre”, moviéndose entre Burgos,
Madrid y North Hollywood (USA). Ha realizado performances en
Burgos, Madrid, Alemania, Bruselas, Suiza. Ha colaborado en el
segundo libro de “Literatura y Creación Artística” (La Bañera con
Trampolín). Ha realizado diversas exposiciones colectivas.

De vuestro leer
Queda demostrado con ejemplos
Y pruebas manifiestas
Que nada habéis aprendido
De Miguel Hernández
Pues seguís tan hijos de puta
En los valles y en los cerros
En las calles
Las cuadras y corrales
Y en la presente edad
Mostráis lo mismo
Y lo mismo en la venidera
Desde el cabo de Creux al Finisterre
Y desde Cantabria al Estrecho
Que no sois más que
Caterva de gente

86
Facult ativa en Rebuznos
Una prenda de Asno
A la so mbra de un pesebre
Y a Re buznos
¿Quién os gana?
¡Esa glo ria tenemos!

Daniel de Cullá
87
(Sevilla, 1981). Trabajadora social. No participa en recitales
poéticos, no gana concursos importantes, pero escribe. Sus poemas
aparecen en el blog personal “El aplastador de hormigas”. En
breve, publicará con Groenlandia la segunda edición digital de su
primer libro de poemas, “En el invierno de la lluvia”.

Son como besos.


Besos de tu boca
que me imagino roja y húmeda y gruesa...
me imagino tu boca
y me la beso y me la muerdo
y te tengo dentro entero todo mío
y te quedas
y te haces jugo
y te bebo y te sorbo y te chupo
y te meto dentro entero todo mío
y te vuelves boca
y te me comes tú.

88
Hablamos,
y yo voy constatando
que no te conozco,
que no me querías,
que para todo,
fui para ti,
una cualquiera más.
Y pienso en el tiempo juntos
y me siento ridícula
y abandonada de tu amor
y del mejor lugar del mundo,
y de aquel concierto de Los Escarabajos
en el que me cantabas en los labios Mr. Postman,
y lloro.

Y pienso, otra vez,


que no nos compartimos;
y te quería tanto.

Te he querido tanto.
89
Tengo el sofá en la terraza.
Ninguna tromba de agua lo ha destrozado
aunque yo he puesto mi empeño.
Una metáfora.
De ti; de mí;
de los dos juntos.
En el sofá.
Diciéndonos que nos queremos
pero no tanto,
cuánto nos importamos
pero no tanto,
cuánto nos excitamos,
pero no tanto...

Una metáfora.
Sólo nuestra.
Y yo he puesto mi empeño en que la lluvia
lo destroce.
Pero no la dejas.

Helena Ortiz
90
(Ávila, 1987). Además de estudiar Derecho, escribe. Ha colaborado
en distintas publicaciones (periódicos y fanzines culturales). Blog:
www.jamaspensé.blogspot.com.

El poeta dijo que no volvería a hablar de amor. Cerró su cuaderno


con violencia y abrió una cerveza.

Estaba tan harto de aquella poesía convencional a la que había


dedicado la mayor parte de su tiempo, que decidió en aquel mismo
instante que ya no le interesaba.

¡Qué coño ni que poeta! Poeta es una palabra manida por los
artistas sin arte y los bohemios con alardes. Odia esa palabra.

Leer un libro que hable de un poeta le produce nauseas. Está tan


jodídamente usado ese término (dice para sí), que no encuentra
originalidad en los textos que lo contienen.

Tiene miedo de haber perdido el tiempo rellenando aquellas


estúpidas cuartillas. Todos los sentimientos expresados en sus
cuadernos no son ni tan siquiera verdaderos, son embellecedores,
como los de los automóviles.

Su única misión ahora es abrir la puerta hacia un nuevo sitio, ya


sea al interior de un coche, el de una mujer que le acepte, o la
puerta a un nuevo mundo en el que sus preocupaciones no sean
tan obsesivas.

No bebe cerveza con el objetivo de ahogar las penas en alcohol.


Bebe cerveza porque le agrada su sabor amargo.

- Ahogar mis penas en alcohol y encima esperar de ese acto


alguna solución a mi falta de creatividad está demasiado visto.

Se dice a sí mismo que odia a los bohemios.

91
Enciende un cigarrillo, no porque crea que inhalar el humo del
tabaco le haga parecer más interesante, sino porque es un adicto
a la nicotina como muchos otros. Le gustaría dejarlo por el sólo
hecho de desprenderse de ese absurdo tópico.

Se está volviendo loco. Ansía sentir lo que escribe es sus versos


pero no puede. No puede ni volver a abrir el cuaderno de poesía
porque hace un momento decidió que ya no le interesaba.

Anda por la calle encogido de frío. Mira a la gente pasar. Los mira
fijamente a los ojos. No sabe el por qué de su actitud pero le
divierte. Intenta descubrir qué se esconde tras esas mentes
abrigadas hasta las cejas.

De repente mira al suelo y encuentra un billete de 50 euros; lo


pisa, hace un gesto de abrocharse los cordones de las zapatillas y
lo recoge.

Mira a la gente de nuevo mientras acelera sus pasos excitado. Se


ha olvidado de la poesía. Ha encontrado la felicidad material en la
calle y eso le reconforta.

FIN

-¿A donde quieres llegar a parar con esto? Pregunta su profesora


de literatura.
-Creo que he encontrado la belleza en un billete de papel y, no hay
mayor poesía que su tacto en mis manos.
-¿Crees que te aprobaré si sigues entregando esta mierda de
redacciones?
- Creo demasiado poco en su asignatura como para creer en sus
aprobados.
- ¡Fuera de la clase ahora mismo!

Lo ocurrido oprime su pecho, como si de una prensa se tratase.


Una prensa como la que le gustaría que se usara para fabricar,
algún día, millones de obras suyas.

92
Vuelve a mirar el billete, esta vez tras una esquina, cobijado
estúpidamente por si apareciera su dueño.

En un segundo plano, sigue recordando su primera y única


expulsión del aula sin llegar a ninguna conclusión. Ahora ya no
importa demasiado aquel estúpido brote de rebeldía juvenil. Ahora
sólo importa el dinero y la poesía.

Vuelve a enamorarse de los versos y reitera su amor por el dinero


una y otra vez.

El endecasílabo que una vez consiguió convertirse en premio, le


recuerda que poesía, llevada al plano de concurso literario, puede
ser igual a dinero; por eso la ama, porque es su única manera de
materializar un arte tan inservible en algo tan necesario.

Odia la poesía más que nada en el mundo y, mientras lo hace,


vuelve a escribir en su cuaderno versos y versos repletos de
enemistad hacía el soporte que lo devuelve a la vida, que le hace
regresar al mundo de lo abstracto, que le apea a medio camino
entre el agrio sabor de la reflexión y el arduo reflejo de la
frustración.

-Amor y odio se entrecruzan en mi camino. Soy un idiota. Esto es lo


que he sacado de provecho en una tarde: he bebido cuatro cafés,
fumado innumerables cigarrillos y esta mierda es la que he sacado
en claro. Decididamente dejo la escritura. Probaré con otra cosa,
no se, tal vez la caligrafía. Ya que carezco de creatividad, por lo
menos que mi letra sea bonita - Pensaba para sí con impotencia.

El poeta dijo que no volvería a hablar de amor. Cerró su cuaderno


lentamente, con un gesto de derrota y abrió una cerveza. Actuó
como si aquella tarde no hubiese existido y quemó el folio en el
que había escrito semejantes tonterías.

Pagó la cuenta de los cafés e intentó distinguir entre realidad y


ficción. Observó que ambas, cuando proceden de él mismo,
carecen de interés.

Terminó la cerveza de un trago.

93
Corrió hasta su casa.

Llenó la bañera hasta arriba.

Sacó una cuchilla de afeitar.

Se metió desnudo en el agua caliente con el arma en la mano y,


cuando concedió al narrador una oportunidad para salvar el texto
con un final trágico, lo miró desde su posición de personaje
principal y, con una sonrisa maligna, comenzó a afeitarse allí
tumbado.

Entonces es el narrador el que deja de escribir y cierra el cuaderno


y abre una cerveza y tira todo por la borda y se cabrea y piensa
que su historia no vale para nada, que ni siquiera sus personajes
le tienen respeto y se va abrumado a la calle, abrumado por las
circunstancias y ya no sabe si realmente podrá volver a clase o si
nunca estuvo allí, porque al igual que el tipo que sigue afeitándose
dentro del cuaderno, tampoco quiere distinguir entre qué es
realidad y qué ficción.

Rodrigo Padrón
94
(Salamanca, 1977). Asiduo colaborador en medios de comunicación:
ha publicado artículos de opinión, entrevistas y ha ejercido la crítica
literaria y musical. Fundador y codirector de la colección poético-
artística "Cuadernos para Lisa" (editorial que publicó a José Hierro y
a Antonio Colinas, entre otros poetas). Ha publicado "El rastro de
mis lágrimas" (2000), "Recuerdos de lo mío y de lo ajeno" (2000),
"Grandes éxitos" (2005) y "Algún día llegaremos a la luna" (Premio
de la Academia Castellano-Leonesa de poesía 2007). Ha participado
en diversas lecturas y encuentros (Homenajes a Gloria Fuertes en
Salamanca o el Encuentro de poetas Jóvenes en Portugal). Tiene su
espacio en las Afinidades Electivas y sus poemas han aparecido en
distintas publicaciones literarias y páginas Webs y blogs. Sus poemas
han sido traducidos al alemán.

Cuando el leve viento que acaricia tus cabellos


se vuelve puto frío que te hiela las sienes.
Cuando la hermosa nieve algodonada
te cala las botas y sientes congelados
los dedos de los pies.
Cuando el inmenso y maravilloso mar
donde se pierde y relaja tu vista,
un verano, nadando hasta las boyas,
ves que se ahoga tu mejor amigo.
Cuando gracias a la hermosa y ardiente
chimenea que adorna tu salón
se te incendia la casa y quema todos tus libros,

es que has vuelto al mundo real.

95
Esto, que me quede claro, que no significa nada,
ha sido abrazarte como un niño en el sofá,
esperar a que termine la película,
y te he besado en los labios lentamente.

He cubierto tu cuerpo de caricias,


he surcado con mis manos tu cintura,
recorrido cada poro de tu cuerpo
con mis labios.

Y me abrazabas
mientras me iba deshaciendo de tu ropa,
mientras iba descubriendo tu hermosura
en plenitud.

Esto, después de diez meses de sueños


y cinco de intentos negados,
me queda claro, no ha sido nada.

Pero es lo que tiene liarse con un poeta,


que luego lo cuenta, y por escrito.

96
Arrastras esta hoja con los dientes mientras cuento
que te has portado mal y tú lo sabes.

No pido que comprendas las materias


de filósofos y genios elocuentes.
No aspiro a que te creas que hay un dios
y comulgues con la fe en la que he crecido.
Quizá nunca distingas los conceptos de izquierda ni derecha,
ni qué es sentir amor.

Me conformo, querido Goya


con que no te mees en el sofá, en las alfombras,
en el suelo de la cocina,
o cualquier lugar que encuentres
menos en los que te hemos asignado.

Tú no lo entiendes.
Tú sólo entenderás por nuestros gritos
que en casa tienes que ir a los periódicos
y que la calle es grande y tienes ancho mundo.

Si yo pudiera, si me dejaran
mear sobre la prensa diaria,
salir a la calle y cagarme en el mundo,
si yo pudiera, querido Goya, sería feliz.

Tú no me entiendes.
No sabes la envidia que te tengo.

Jorge Barco
97
(Torrelavega, Cantabria, 1949-2011). Antiguo funcionario de
Estado, se jubiló para dedicarse plenamente a la actividad artística.
Ha publicado numerosos poemarios, todos recogidos en el libro
recopilatorio “Era otro hoy” (Ediciones del Primor, 2008). En 2009
publicó “Tiempo a Destiempo” (Finalista del Primer Premio de la
Editorial Poesía Eres tú), y en el 2010, en Argentina, “Patrias Parias”
(Ediciones Encendidas). Como cantautor, ha actuado en salas como
“Libertad 8”, “Trovadicta” o “Clamores”; en el 2010, presentó su
último trabajo discográfico, “Besos y Gatos”.

Tal vez necesite tu amor


para barrer algún rincón
en mi diario de soldado raso.
Quique González

Quisiera verte despacio.


Quisiera ver cómo el tiempo
envejece
el contorno de tus labios,
tus pupilas, seguramente tu risa
sonará glauca, yo quiero
verte despacio, volver
a verte. La vida
tiene aristas de nostalgia:
es mejor la lentitud, la que da el tiempo
pasado. La vida.

Quisiera verte despacio.

98
Estos últimos días
la furia se ha metido en mis almohadas
y ha velado mis noches.
Ha dormido a mi lado, no furtiva
compañera de lecho
sino dulce dolor, de los que gritan.

No seré yo quien diga que me haya incomodado:


agradecí el calor, niño de fríos
en busca de nodriza.
De noche hemos gozado, la furia y yo, del miedo
poco antes de dormirnos. Sin pijama

99
se goza mucho más,
así que nos quitamos los ropajes.
Transparentes los dos,
desnudamos el alma de alguien que era tan yo
que el alma se encogía.

¿Que de qué hemos hablado en estas noches?


Del tiempo no: ella me preguntaba
por mi sombrero y yo
por sus recónditos arcanos.
Luego fue la cuchilla cortando vena a vena,
me brotaba el dolor a borbotones
y estaba tan vacío…
Vacío de tristezas, de alegrías,
de olvidos, de presencias, de ti también, tampoco.
Me hice fragmento.
Anoche
se retiró la furia a sus cuarteles
y yo fui emborronando trazo a trazo,
aliviado del miedo,
esta página en blanco de mi vida.

Os lo quise contar.
Estas cosas se cuentan y se olvidan
como si fuera un sueño.

José Luís Zuñiga


100
(Cádiz, 1968). Reside en Fuengirola, Málaga. Creador de los
fanzines “Por amor al arte”, “Vamos a reír”, “Los zulos del estado”,
“Entre la España y la pared”, etc. Ha dibujado portadas para cd´s de
grupos musicales, logos, carteles, y también ilustra libros (de poesía,
novelas, relatos). Trabajó en la revista de cómics “Malaimpresión” y
“Akelarre Subversivo”; actualmente colabora con sus dibujos en
revistas y periódicos diversos. Más información en la página Web del
autor: w ww.kalvellido.net .
H H

101
102
Juan Kalvellido
103
(A Coruña, 1979). Traductora y asesora lingüística. Actualmente,
estudia psicología. Licenciada en Filología Hispánica por la
Universidade da Coruña. Especialista en el área de Teoría de la
Literatura; posee diploma de Estudios Avanzados y un curso de
especialización en “Teatro, Cine y Audiovisuales”. Ha elaborado
diversos trabajos sobre escritores de lengua gallega y cine.
Coeditora del proyecto de investigación poética “Cien Años de
Poesía”. Ha residido en Alemania, donde impartió clases de
literatura contemporánea y literatura aurisecular. Miembro fundador
del grupo poético “Los Vándalos”, y de su revista “Méster de
Vandalía”. Sus textos han aparecido en diversas publicaciones:
“Coolcultural Galicia, “La Bella Varsovia”, “Piedra de Molino”, “Al
otro lado del espejo”, etc. Ha participado en antologías poéticas.
Ha publicado el poemario “Nostalgia del acero”. Administra su blog
personal con poemas: w ww.luciafraga.blogspot.com .
H H

Camino descalza con cautela.

No quiero ver a la mujer del espejo que sonríe amargamente.

Se le ha caído ya el velo de la risa que ocultaba su boca

Y llora, en voz baja, para que ni los reflejos la oigan.

Una luz se ha quebrado contra el grito estridente del niño asustado.

En plena desnudez me abro como una flor sobre el sofá y la manta.

104
Ya han cubierto todos los espejos de las estancias,

Aunque sus suspiros llegan como aire de rabia ponzoñosa.

Yo delimito los espacios de mi piel con la punta de un lápiz

Que libera cada pedazo de piel de las cadenas del tiempo.

¿Quién me pide que me asome a la ventana?

Yo luzco el escaparate de mi desnudo sin pudor y sin avaricia

Porque tan sólo soy el reflejo perdido de un espejo que llora.

Mis formas, hechas por un alfarero, son livianas redondeces

Sobre las que caen las lágrimas de una imagen

A la que han destapado el velo de la sonrisa.

Lucia Fraga
105
(Sevilla, 1970). Residente en Jerez de la Frontera, donde trabaja
como profesor. Ha publicado la plaquette “Islas de la Memoria”
(Oviedo, 2001), así como los libros “Ciudadela Sitiada” (Huelva,
1998), “Nocturno en Amaranta” (Sevilla, 1999) y “Las huellas en la
nieve” (El Puerto de Santa María, 2003). Sus poemas han aparecido
en diversas publicaciones: “Alhucema” (Granada), “Tierra de Nadie”
(Jerez), “Pliegos de Poesía” (Sanlúcar de Barrameda).

Si alguna vez asomas por mis fueros


contoneando tus caderas de pecado,
mojando tus dos labios diamantinos
en el almíbar de tu dulce lengua,
me entregaré sin remisión a ti,
llama, presencia atronadora, trampa,
máscara de tragicomedia griega.
Y pasadas las mil noches y un día
de mi condena bajo tu yugo animal
enroscado junto a tu bello sexo,
para anunciarte a los paseantes fortuitos
de mi calle, recitaré los versos
de Pasternak: y a mi vida sacada
de la biblioteca / el polvo quitaste.

106
Ya son las doce y veinte y la mañana
se deshace en aguas y conjeturas.
Me pregunto si sus dedos están
tocando el piano de la sala
o acariciando palabras en los estantes.
En esta hora exacta, tan diluida,
los poetas añoran el aire de abril
desde sus torres oscuras de octubre.
Yo tan sólo me ocupo de sus manos
ausentes, porque sobre ellas reposan
los signos descifrables del amor
y el arbusto donde florecen las respuestas.

Pedro Sánchez
107
(San Marcos de Arica, 1983). Poeta chileno licenciado en Lenguaje y
Comunicación por la Universidad de Tarapacá. Ha publicado el libro
“La Danse Macabre” y la plaquette “Musarañas”. Sus textos han
aparecido en diversas publicaciones de Chile y el extranjero
(“Cinosargo”, “Letras S5”, “Mondo Kronhela”, etc). Ha participado
en recitales y encuentros de poesía en distintas ciudades de Chile y
Perú. Ha formado parte de talleres literarios. Actualmente, prepara
su próximo libro, “Fría ciudad en llamas”.

Pero hace tanta soledad / que las palabras se suicidan, lees por
milésima vez en la infinitesimoprimera noche de tu abandono, como
si esa operación (o cualquier otra) fuera a traerte de vuelta a la
pequeña Báthory que perdiste y que aun después de escribirle un
libro fuiste incapaz de recuperar. Eso te jode, ¿cierto? Pensar que
alguna vez fue tuya, que ya no lo es… Maldices a pobres, tullidos y
huérfanos. Qué saben esos hijos de puta de dolor. Piensas en Cristo,
en ese flaco que allí, en su cruz, con su corona de espinas, no debe
haberlo pasado tan mal como tú. No, no. A quién perdió ese
huevón, a nadie… salvo a aquella maraca, pero las maracas no
cuentan. Únicamente cuentan las niñas, porque sólo ellas saben
pronunciar abandono. Las niñas crecen o se van con otros niños. Las
niñas aprenden rápido a susurrar obscenidades en otros oídos
además de los tuyos. Pero hace tanta soledad/ que las palabras se
suicidan, vuelves a leer para no desviarte del tema. Qué habrá
querido decir Alejandra con esas líneas (por no decir ‘versos’, que
suena tan cursi), te preguntas haciéndote el imbécil, tratando de
pensar en nada, pero nada te recuerda más a la niña que fue tu
universo que su antónimo absoluto. Pero insistes: Si las palabras se
suicidan, qué hace utilizándolas, qué hace jugando con ellas, qué

108
hago yo escribiendo sobre las palabras suicidas de Alejandra con
palabras aun más muertas, suicidadas, podridas, anotas en tu
agenda 2007… Irremediablemente, recuerdas el tabaco, la noche,
los besos caníbales y cuán lleno de flores estaba el mundo aquel
verano… mientras la necrosis hace lo suyo desde la mano con que
escribes. Y el puto reproductor de Windows te quiere bien muerto,
parece, o si no cómo explicas que el modo aleatorio elija siempre la
misma canción: The New, track 10 de Turn on the Bright Lights,
álbum debut de la banda neoyorquina Interpol. Podrías cantarla de
memoria, pero buscas la letra en Internet para hacer más patética la
experiencia: escuchar-leer-cantar que one day we’ll live together es
demasiado para ti y terminas con espasmos de llanto y convulsiones
en el suelo. Creo que exageras. Ya levántate. Una o dos horas
después, te reincorporas para volver a recorrer la senda del
perdedor creyendo que es el camino de regreso a Ítaca, pero nadie
te espera en esa otra orilla, nadie está tejiéndote un chaleco para
matar el frío. Pero hace tanta soledad / que las palabras se suicidan,
repites una y otra vez para calmar los remordimientos… pero
consigues todo lo contrario: imaginas a Gabriela en cementerios
municipales y lugares clandestinos de Buenos Aires, París,
Jerusalén… desenterrando cadáveres de niñas que apila en una
carreta desvencijada por el silencio. Es tanta la urgencia por
palabras que mezcla niñas suicidas con niñas parturientas
enterradas en patios traseros de familias bien. Es tanta la urgencia
que confundes los nombres.

109
hoy no tengo fuerzas para escribir
no tengo fuerzas para contarte
a la manera de los perros viejos
camino al patíbulo
que la vida sin ti
me hizo mal
me molió a palos
me sacó la conchetumadre
y que sin embargo
sigo rengueando como un cancerbero redimido
que olfatea y rastrea olfatea y rastrea
las huellas que va dejando en el pantano
la Grétel huérfana de cariño que una noche
le lanzó un mendrugo de pan y un corazón dibujado en él

Tito Manfred
110
Groenlandia, revista cuatrimestral de Literatura, Opinión y Arte en
general número nueve (Mayo \ Agosto 2011)

Junto con esta publicación, se presenta el suplemento de Groenlandia


correspondiente (suplemento Groenlandia número once,
correspondiente a los meses de Mayo \ Agosto). Todos los textos e
imágenes pertenecen a sus respectivos autores. Los textos pertenecen a
Enrique Fuentes-Guerra, Ana Patricia Moya, Andrés Ramón Pérez
Blanco, Carlos Pérez, Ana Vega, Pepe Pereza, Luis Sevilla, Ángel
Muñoz, Esperanza García Guerrero, Adolfo Marchena, Manuel
Guerrero Cabrera, Lucia Fraga, Patxi Irurzun, Helena Ortiz, Begoña
Leonardo, Óscar Varona, Carmela Contreras, Juan de Lapala, Wanessa
Zapiain, Rubén Darío López, Daniel de Cullá, Alfonso Vila, Patricia
Maestro, Héctor Zabala, Tito Manfred, Rodrigo Padrón, Pedro Sánchez,
Jorge Barco y José Luís Zuñiga. Para el diseño de esta publicación se
han utilizado fotografías e ilustraciones, extraídas de la red,
pertenecientes a los siguientes artistas consagrados: Laurei Lipton (22,
66, 87 y 110), Henri Cartier Bresson (31, 41, 43 y 94), André Kertestz
(35), Michael Reedy (37), Jack Vettriano (45), Louise Fryers (48),
Claudio Napolitano (55 y 84), Francesca Woodman (57, 89 y 107),
Chema Madoz (59), Heile Grüsse (68), Mariana Palova (78), Robert &
Shana Parkeharrinson (80), Matthew Scherfenberg (96) y Nan Goldin
(99).
111
También se han empleado obras de Felipe Solano (portada y
contraportada, páginas 111 y 112), Óscar Cardeñosa (20 y 63), Ángel
Muñoz Rodríguez (26, 51, 70 y 75), Juan Kalvellido (101, 102, 103 y
119), Tomás Illescas (2), y Alejandro Serna Rodríguez (104).
Groenlandia respeta las opiniones de sus colaboradores – las cuales
son de su total responsabilidad – y defiende la autoría de sus obras.
Groenlandia aboga por la total libertad de expresión, sin censuras.
Groenlandia es, desde el número cero, una publicación que no busca
lucro. Groenlandia defiende la cultura gratuita. Todas las publicaciones
son de descarga gratuita desde las distintas plataformas de la red
(página Web oficial, SCRIBD, ISSUU). Todos los contenidos de esta
revista corresponden a sus respectivos autores; desde el número cero,
todas las obras que contienen las publicaciones están protegidas.
Groenlandia respeta los derechos de autor: para proteger nuestra
cultura, es esencial proteger las ideas originales de sus autores porque
las mismas son un trabajo de imaginación y esfuerzo únicos.

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DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008


ISSN: 1989-7405

112
Groenlandia presenta sus nuevos libros de poesía: “No hay prosa”,
poemario escrito a cuatro manos entre Andrés Ramón Pérez Blanco y
Carmen Luisa Contreras Manzano, y que contiene variadas
colaboraciones (Mery Larrinúa, David García, Marcos Canedo Abad,
Kutxi Romero, Gsús Bonilla, David Laso García, Julio Vegas, Ángel
Muñoz Rodríguez, Ana Patricia Moya, José Diego Samaniego, David
González y Lutxospina Manzano); “Urbe desta Historia”, primer
poemario de Rubén Casado Murcia, con portada y contraportada de
César Nevado Linos, y prólogo de Ana Vega; “Feto Oscuro”, poemario
de José Ángel Conde, con prólogo de Jorge Heras García y arte de
Felipe Solano; y “Carne”, segundo poemario del escritor Daniel Rojas
Pachas, con arte de Iván Izquierdo y prólogo de Eduardo Jeraldo
Farias Alderete. También editamos el segundo libro de relatos de Pepe
Pereza, “Momentos Extraños”, con prólogo de M.J Romero (Alfaro),
epílogo de Adriana Bañares Camacho y arte de Óscar Cardeñosa.

Próximamente:

Poesía

“Escupí Sangre”, de Abel Isaac Contreras


“En el invierno de la lluvia”, de Helena Ortiz
“Material de Desecho”, de Ana Patricia Moya
“Emisión analógica”, de Tomás Illescas
“El salto del cojo”, de Danilac

Narrativa

“Contrafábulas”, de Franco Dimerda


“Mientras tanto la vida”, de Alfonso Vila
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LIBROS DE GROENLANDIA

Poesía
La reconstrucción de la memoria (Adolfo Marchena)
Bocaditos de Realidad, segunda edición (Ana Patricia Moya)
El Gotero (Luis Amézaga)
Las aguas y las horas (Saúl Ariza)
Autorretrato sin óleo (Pablo Morales de los Ríos)
La conspiración de la sirena (David Morán)
Ya no leo tebeos de Wonderwoman (Ángel Muñoz)
Cosas que nunca te diré (Eva Márquez)
Te lo verso a la cara (Ada Menéndez)
Transeúntes del olvido (Velpister)
Apología de la muñeca de Bellmer (Jorge Heras García)
No hay prosa (Andrés Ramón Pérez & Carmen Luisa Contreras)

Narrativa
Putas (Pepe Pereza)
Realidad Paralela (Ana Vega)
Cuentos de la Carne (Ana Patricia Moya)

Antologías
Los rincones más oscuros: antología del miedo
Poetas Guerreros (antología jóvenes poetas mexicanos)
Un poema siempre será nada más que un poema
Lo que habita en el cristal (antología poetas españoles)
Des-amor: antología literaria groenlandesa

TODOS ESTOS LIBROS DISPONIBLES EN:

w ww.revistagroenlandia.com
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www.esperpentia.cl
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http://elsoldadocaballero.blogspot.com/
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http://www.toreteo.com/
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Editorial Origami presenta sus tres primeros libros: “Escombros”, de
Antonio Pérez Morte, “La edad de los Lagartos”, de Ana Vega, y
“Nocturnos: Antología de los poetas y sus noches”. Ya disponibles en E-
PUB y formato impreso. Más información, en www.editorialorigami.com.
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“Es cierto que escribo sobre mí mismo.
¿A quién otro conozco mejor?
Dónde se juntan más sangre rosas rojas y basura de cocina.
Qué más tiene mi grueso corazón, hepatitis o hemorroides.
¿Qué otro vivió mis setenta años, mi vieja Naomi?
Y si por casualidad escribo sobre política norteamericana,
sabiduría, meditación, teoría del arte
es porque leí un periódico amé
a los maestros leí libros por encima y visité un museo”.

(Tema Objetivo, de Allen Ginsberg)

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