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Antes de 1987 se pensaba que el gen determinante del sexo era el antígeno H-Y
pero en 1900 se cuestionó esto. En 1991 se dijo que el gen estaba en el SRY. Lo
demostraron experimentalmente inyectándolo en 11 embriones de ratones que estaban
destinados a ser hembras los cuales cambiaron de sexo.
Otro de los efectos que pueden ejercer las hormonas es a nivel fenotípico. La
Testosterona afecta a la diferenciación en este nivel, es crucial para el desarrollo del
aspecto posterior masculino. Si a una hembra, antes del décimo día de nacer, se le
administra esta hormona puede manifestar un fenotipo masculino a pesar de que su
dotación genética sea femenina. Parece que esto se produce porque en ese periodo el
ovario apenas segrega hormonas. Todo esto no quiere decir que tenga testículos sino que
su cerebro y su comportamiento va a ser masculino. Aunque no tenga testículos sí es
posible que tenga un clítoris más desarrollado. En la pubertad también es posible que
aparezca mucho vello.
Hay una sustancia a nivel periférico, α-feto-proteína que impide que el Estradiol
llegue al cerebro y actúe en él, por lo que la hembra no se desfeminiza.
En 1968 Porner vislumbró que podría haber algunas diferencias entre machos y
hembras. Comprobó que el volumen de los núcleos de las neuronas del área preóptica
anterior es mayor en machos que en hembras. En 1971 Raisman encontró que en esa
zona había más sinapsis en el caso de las hembras que en el de los machos. En 1978
Gooski describió una región en el área preóptica distinta en hembras y machos: el área
preóptica medial tiene un volumen 6 ó 7 veces mayor en machos y por ello ese núcleo
se ha llamado núcleo sexodimórfico del área preóptica (SDN-POA). El causador de esta
diferencia es el Estradiol obtenido como metabolito aromatizado de la Testosterona en
el periodo perinatal.
Las zonas que se han estudiado para ver si hay diferencias entre machos y
hembras han estado relacionadas con la conducta reproductora, por ello las
investigaciones sobre dimorfismo se han dirigido al hipotálamo.
Además de las mencionadas con anterioridad, hay otras estructuras en las que se
han encontrado diferencias entre machos y hembras, por ejemplo, en un haz de fibras
llamado “estría terminal”, en concreto el núcleo de la estría terminal (NET) es mayor en
machos. Otra estructura que también parece dimórfica es la región posterior y dorsal de
la amígdala que también dobla el tamaño en el caso de los machos. Incluso a nivel de la
médula espinal hay un núcleo llamado núcleo espinal bulbo cavernoso (NEBC),
formado por motoneuronas situadas en la zona lumbar de la médula, que controla los
músculos estriados bulbo cavernosos situados en la base del pene.
Hay otras zonas dimórficas en estructuras relacionadas con otras conductas. En
los machos se observa más asimetría cortical: la parte derecha es más gruesa. También
en la corteza occipital, la zona que controla la visión binocular es más grande en
machos. También hay estructuras mayores en las hembras, sobretodo las comisuras
(comisura anterior, comisura del cuerpo calloso, masa intermedia...), lo que supone una
mayor traspaso de información de una lado al otro y, por tanto, menos lateralización.
En el caso del ser humano no hay tanta evidencia de que exista dimorfismo
sexual, se puede intuir por el comportamiento. En Holanda se creó un banco de cerebros
en los años 80 que han servido para estudiar el dimorfismo. Se sabe que el cerebro
masculino al nacer es un poco más grande, pero parece que esto no tiene demasiada
repercusión. También se encontró que en el área preóptica medial hay diferencias entre
hombres y mujeres: es mayor en los primeros. Esa diferencia se va modificando con la
edad.
Goodski, a finales de los 80, distinguió cuatro núcleos dentro del hipotálamo que
parecían dimórficos: los núcleos intersticiales del hipotálamo anterior (NIHA). Estos
núcleos rodean al tercer ventrículo y los núcleos 2 y 3 son mayores en hombres. Ello
enlaza con unos hallazgos que ha llevado a cabo un científico llamado Le Vay. Este
hombre es homosexual y quería saber si tenía una base cerebral o era una cuestión
cultural. Descubrió que el núcleo 3 es mayor en hombres heterosexuales, pero en
hombres homosexuales es de igual tamaño que el de las mujeres.
En 1975 McEwen realizó un estudio con ratas que iban a ser machos. Antes de
nacer les administraron un inhibidor de la 5-α-aromatasa y lo que consiguen es una
bisexualidad. Por ello se piensa que esta conducta también puede tener una base
orgánica. En el caso del ser humano no se sabe si esto ocurre.
Somos iguales en sexo, sólo que el hombre busca distintas estrategias que las
mujeres, pero las capacidades son iguales. Las diferencias en las gónadas, en los genes,
en las hormonas, en el cerebro..., todo ello se tiene que reflejar en la conducta.