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“INCIDENCIA DEL LENGUAJE Y METALENGUAJE EN LAS

NORMAS JURÍDICAS TRIBUTARIAS”

Marisa Araya Zárate


Alexis Castro Saravia
Estudiantes de Derecho UAC.

I.- Tema: “Lenguaje y Metalenguaje”

A) Planteamiento del problema:


“Inciden, El lenguaje y el metalenguaje, en la formulación de las proposiciones contenidas en
las normas jurídicas del derecho tributario” si la interrogante anterior es afirmativa, se
determinará el contenido de dicha incidencia, es decir, si tiene un carácter directo o indirecto
en su vinculación con la norma jurídica tributaria, posteriormente y a la luz del análisis
determinar el grado de incidencia en su estructura interna estableciendo la complejidad de de
dicha norma.

II.- Introducción:
El Autor Paulo De Barros Carvalho, plantea “(…) donde exista derecho habrá
siempre normas jurídicas y donde existan normas jurídicas habrá, ciertamente, un
lenguaje que le sirva de vehículo de expresión” 1. De la mano de esta reflexión
podemos asegurar que el lenguaje al que se hace referencia no es el lenguaje lego, si
así fuera no habría nada más que decir y menos aún que analizar, puesto que -sería el
lenguaje jurídico- inteligible para todos sus destinatarios y como no es este el caso,
nos abocaremos a desentrañar la compleja relación entre el lenguaje y el metalenguaje
desde una perspectiva jurídica, utilizando para ello un ejemplo de fácil entendimiento
con el que podamos finalmente establecer un paradigma que nos permita llegar a otro
tipo de análisis, pero esta vez referido en especifico a la norma jurídica del Derecho
Tributario.
III.- Desarrollo:
El lenguaje en su concepto más genérico, es un conjunto de signos articulados con que
el hombre expresa lo que siente y piensa. Más sucintamente, el lenguaje es un verdadero
código de comunicación que permite establecer relaciones entre las señales y los significados
y expresar esa relación de acuerdo a las necesidades de cada uno de los integrantes de una
determinada convención, a esto último, estudiosos tales como, el matemático y filósofo, Alfred
Tarski, lo ha llamado “Lenguaje Objeto”. Por otro lado, el lenguaje en el que hablamos sobre
el primero (lenguaje objeto) se llama “metalenguaje" y posee un mayor poder expresivo
puesto que es el lenguaje hablando del lenguaje.
1
De Barros Carvalho, Paulo; Derecho Tributario, “Fundamentos jurídicos de la incidencia”, Buenos Aires, Editorial Ábaco de
Rodolfo de Palma, 2º edición, 2004, pag.50.
Cuando hablamos de metalenguaje estamos expresando algo que va más allá del
lenguaje, estamos refiriéndonos a un nivel superior de lenguaje. Cuando se trata de distinguir
entre el “lenguaje objeto” y la descripciones que éste lenguaje hace de la realidad, tanto el
uno como el otro van a estar referidas a expresiones lingüísticas y por eso decimos que
estamos frente a dos niveles de lenguaje, -lenguaje y metalenguaje- cuando una investigación
se realiza en un determinado lenguaje, llamamos a este lenguaje ‘objeto de la investigación’
y al lenguaje en el cual los resultados de esta investigación se formulan lo vamos a llamar
‘metalenguaje’. A continuación expliquemos esto con un ejemplo muy sencillo: Si
enunciamos: “Las hormigas se arrastran por la tierra” esta proposición la estamos
expresando en “lenguaje objeto”, (tiene referente en la realidad) pero, si formulamos esta otra
proposición: - “ ‘las hormigas se arrastran por la tierra’ es un oración bien construida del
idiomas español”, estamos utilizando metalenguaje. Como puede verse el uso de las
comillas hace que los signos entrecomillados no sean considerados según su referencia
directa a objetos sino como parte de un lenguaje objeto.
Para Ricardo guivorg “una buena teoría debe servir para mejorar e interpretar la
realidad, para guardad eficazmente la practica hasta los objetivos fijados, por otro lado una
buena practica es capaz de examinar resultados para promover la revisión de la teoría, de tal
modo que ambos por los del conocimiento se auxilian para el avance del conjunto”2.
Según Barros carvahalo esto seria posible, mediante una capa intermedia de lenguaje
que permita o que sirva de unión entre teoría y practica aunque ambos lenguaje tanto el de la
teoría como el de la practica van concadenados y son uno respecto del otro imprescindibles
al conocimiento solo se realizara plenamente mediante una tercera dimensión del lenguaje y
esta es la de la experiencia. La relación que postula Barros respecto al lenguaje es la
siguiente: el lenguaje teórico tiene como soporte a la experiencia y desemboca en un lenguaje
práctico.
Esta claro que sobre estos tres niveles del lenguaje teórico, practico, experiencial,
incide el lenguaje prescriptivo del derecho positivo y es a partir de allí, donde aparece el
lenguaje como lenguaje sobre nivel o metalenguaje separando profundamente lo social con lo
jurídico, en suma el lenguaje reduce al mundo y en cambio el sobre lenguaje lo separa desde
una perspectiva de la realidad y de la sociedad.
Referida a la función pragmática que conviene al lenguaje del derecho, establece que
es la prescriptiva de conductas, por que su objetivo sería alterar los comportamientos en vista
a valores que determina la sociedad. El lenguaje de las normas para Barros Carvalho, altera
el mundo social pero desde una perspectiva del derecho puesto que él advierte sobre
conductas intersubjetivas, las otras, las intrasubjetivas, no entrarían en el campo de la acción
sino de en el campo de la moral o de la religión. A este respecto lo que nos interesa a
nosotros es establecer de que manera el lenguaje y el metalenguaje actúa en las
interrelaciones lingüísticas entre los sujetos.
Ahora bien, En lo referido al sistema normativo jurídico, también distinguiremos estos
mismos niveles de lenguaje. Cuando hablamos del lenguaje-objeto remitiéndonos a realidades
semántico-jurídicas, lo hacemos desde una perspectiva del lenguaje técnico que expresa un
cierto carácter de especialidad resultante de expresiones lingüísticas que sólo son manejadas
o entendidas por individuos que hablan en ese tipo de lenguaje, si bien es cierto, el lenguaje
legal o jurídico no puede dejar de ser técnico y a veces, incomprensible para el ciudadano
común -ya que los juristas piensan y escriben para juristas- no se justifica entonces, que la
imposición de una norma que tiene carácter de obligatoriedad no pueda ser formulada de
manera tal que no sólo los juristas la entiendan, sino que pudieran entenderla precisamente
sus destinatarios. No se justifica que el lego tenga que recurrir a un docto para que interprete
la norma prescriptiva que él, debe tener por conocida y que bajo esta perspectiva, se requiera
de un metalenguaje para interpretar, explicar o hablar del lenguaje jurídico mismo.
Por una parte, las propias normas destinadas a mandar, permitir o prohibir ciertas
conductas, constituyen en sí misma un determinado tipo de “lenguaje objeto” cuyo referente
ciertamente está en la realidad. Por otro lado, este lenguaje a más de una vez deberá ser
susceptible de interpretación y para ello deberemos recurrir a dos clases de metalenguaje
referidos expresamente a las normas.
a) Un metalenguaje prescriptivo2: que habla acerca de las normas, en un sentido
determinativo, esto es: normas que preceptúan o establecen métodos para crear o
modificar e interpretar otras normas y la proposición estará expresada en una suerte
de lenguaje perentorio, por ejemplo: el articulo 2° del Código Tributario establece
en su tenor literal:
Artículo 2°.- “En lo no previsto por este Código y demás leyes tributarias, se aplicarán las
normas de derecho común contenidas en leyes generales o especiales”.
Este artículo señala que el lenguaje del Código Tributario es un lenguaje exclusivo y
excluyente de cualquier otro lenguaje y tiene para su interpretación los propios sistemas de
signos considerados como códigos privativos de las normas que se comentan. Leído el
articulo 2° por cualquier sujeto no inserto en la convención jurídica, requerirá necesariamente
que este “lenguaje objeto” sea interpretado por un especialista en la materia y ante ese
acto de interpretación, estaremos en presencia de un metalenguaje, por lo tanto concluimos
en este primer apartado, que efectivamente el lenguaje y el metalenguaje tiene una
significativa implicancia para la proposición y formulación de las normas tributarias.
b) Un metalenguaje descriptivo 3: por otra parte, todo enunciado jurídico expresado
en un lenguaje objeto aparece también manifestado como un metalenguaje que
describe normas. Respecto a este tema podemos usemos como ejemplo el articulo
4° del Código Tributario que es una clara descripción de las características, de las
implicancias, consideraciones y contexto, por el cual se rige LA LEY TRIBUTARIA
CHILENA.
Artículo 4°.- “Las normas de este Código sólo rigen para la aplicación o interpretación del
mismo y de las demás disposiciones legales relativas a las materias de tributación fiscal
interna a que se refiere el artículo 1º, y de ellas no se podrán inferir, salvo disposición
expresa en contrario, consecuencias para la aplicación, interpretación o validez de otros
actos, contratos o leyes”.
Este artículo describe su propio lenguaje, es el lenguaje tributario hablando de sí mismo
e interpretándolo a fin de darle una caracterización que permita reconocer su ámbito de
aplicación, circunscribirlo además, a todo otro lenguaje cuyo referente sea la Ley de
tributación fiscal.
El Articulo 4° es un “lenguaje objeto” en la medida en la que se esté refiriendo a una
realidad interna, que encuentra sentido en su propia lectura. Sólo se percibirá su
trascendencia en virtud de la interpretación por vía del metalenguaje, de tal modo, este
esfuerzo interpretativo nos va a permitir reconocer signos que pueden ser considerados
válidos en un referente externo, es decir, en otros actos contratos y leyes no de índole
tributarias.
IV.- Conclusión:

Desde la perspectiva del lenguaje y del metalenguaje como métodos de análisis tanto para la
formulación de la proposiciones de una norma jurídica tributaria y para la interpretación de
éstas, podemos afirmar, entonces que el grado de incidencia de estas dimensiones
lingüísticas no solo son imprescindibles sino que están dentro de la esencia no solo de las
normas tributarias sino de todo el sistema jurídico normativo formulado en cualquier sistema
de signos o código. Es imposible concebir la formulación de proposiciones normativas sin que
en ella se incida tanto el lenguaje como el metalenguaje.
Puede afirmarse, al tenor del problema planteado, que existe una positiva incidencia tanto del
lenguaje como del metalenguaje en la proposición y formulación de una Norma Jurídica
Tributaria, ello se desprende de su estructura lingüística interna en relación con el “lenguaje
objeto” y la explicación e interpretación que utiliza como instrumento metodológico al
"metalenguaje” para satisfacer la necesidad del sujeto de derecho, quien es el destinatario de
dichas normas tributarias.

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