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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA

UNIDAD XOCHIMILCO

LICENCIATURA EN MEDICINA VETERINARIA Y


ZOOTECNIA

TEMA: VIOLENCIA INTRAFAMILIAR DEL


HOMBRE HACIA LA MUJER

PROF.: SANCEN CONTRERAS FERNANDO


JACINTO

ALUMNA: ROLDÁN RIVERA ARIADDNE


ALEJANDRA

GRUPO: TI54

03/DIC/2004
INDICE

MARCO TEORICO. 3

Formas de clasificar la violencia. 4

Conocimiento del problema. 6

Ciclo de la violencia. 7

Los hombres y la violencia. 8

Estadísticas y alza de la violencia en México. 10

PROBLEMA. 11

HIPOTESIS. 11

COMPROBACIÓN. 12

CONCLUSIÓN. 19

BIBLIOGRAFIA. 20

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Marco teórico.

Definir la violencia intrafamiliar del hombre hacia la mujer es aquella violencia que
tiene lugar dentro de la familia, ya sea que el hombre comparta o haya compartido el
mismo domicilio.

Alo largo de los años se ha presentado con frecuencia, que en los hogares, la mayoría
de los incidentes de violencia intrafamiliar están registrados del hombre hacia la mujer.
Se coloca al hombre como emisor de la violencia. Se piensa que la violencia es
unidireccional, donde sólo un sujeto es el emisor y el otro el receptor, sin posibilidad
de modificar.

La violencia en el hogar no necesariamente tiene que ver con la supervivencia del


individuo, sino más bien con la idea de superioridad con que nos educan
culturalmente, la superioridad masculina. Desde pequeños, los niños aprenden a
responder agresivamente mientras que las niñas aprenden a ceder, pactar, cooperar,
entregar, obedecer, cuidar, etc., aspectos que no llevan al éxito ni al poder.

En este sentido, para mantener el “dominio” es más fácil utilizar la violencia que la
expresión de sentimientos y emociones, esta incapacidad para enfrentar los problemas
cotidianos lleva poco a poco a desarrollar respuestas violentas. La violencia familiar es
una conducta aprendida que surge a raíz de inequidades sociales e implica el uso de la
fuerza para causar un daño físico, verbal o sexual a quien la recibe. Se plantea que
puede ser un acto u omisión intencional, ya que está dirigida a alguien con el objetivo
de dominar o controlar a esa persona.

El hombre que ejerce la violencia contra su pareja ha aprendido que puede resolver los
conflictos y conservar el poder por medio de la fuerza. Generalmente se considera la
máxima autoridad dentro de su casa y no es violento con todo el mundo, sino que sabe
utilizar la violencia con personas menos poderosas que él. Es cierto que el padre o
esposo no es la única persona que ejerce la violencia en el hogar, sino que pueden
ejercer otros integrantes de la familia, dependiendo del lugar que ocupe y la autoridad

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que tengan. Sin embargo, las personas más vulnerables de la familia son la mujer y las
hijas e hijos, además de las personas ancianas o con discapacidad.

La violencia familiar está rodeada de prejuicios que condenan de antemano a las


mujeres y justifican a los hombres violentos. Su medición se dificulta ya que la
vergüenza, la culpa y la creencia de que es un asunto privado lleva a la población a
minimizar la magnitud del fenómeno.

Existen diferentes formas de clasificar las manifestaciones de la violencia


doméstica contra las mujeres:

1. Abandono.
Se refiere al incumplimiento de obligaciones por parte de quien está comprometido a
proveer cuidados y protección. Puede reflejarse en la alimentación, higiene, control o
cuidados rutinarios, en la atención emocional y del desarrollo psicológico o en
necesidades médicas atendidas tardíamente o no resueltas. También abarca el
abandono en lugares peligrosos y la negación de ayuda cuando la mujer está enferma o
herida.

2. Violencia física.
Comprende un amplio rango de agresiones: desde un empujón o un pellizco hasta
lesiones graves con secuelas físicas permanentes, o la muerte misma.

Incluye acciones tales como jalonearla, abofetearla, jalarle los cabellos, torcerle el
brazo, golpearla con el puño, patearla, arrojarle objetos, provocarle quemaduras,
apretarle el cuello, o agredirla con algún tipo de arma. Las consecuencias siempre son
traumáticas. Su rango de gravedad desde el punto de vista físico va desde hematomas,
heridas, fracturas, lesiones en órganos internos, hemorragia, abortos hasta conmoción
cerebral y muerte.

3. Violencia emocional o psicológica.


Engloba una serie de comportamientos dirigidos al menoscabo de la autoestima de la
mujer. Comprende acciones de menosprecio a su persona o sus ideas, insultos,
amenazas, celos y posesividad, críticas a lo que hace y la forma en que lo hace, burlas,

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comparaciones desfavorables con otras personas, dejar de hablarle, resaltar defectos,
poner sobrenombres ofensivos, tratarla como menor de edad, destruir objetos
personales, proferir amenazas verbales contra ella o sus hijos e impedirle frecuentar a
familiares y amigos.
Consecuencias del maltrato psicológico son, entre otras, la baja autoestima,
sentimientos de miedo, ira, vulnerabilidad, tristeza, humillación y desesperación.
También puede provocar trastornos psiquiátricos como desánimo, ansiedad, estrés
postraumático: de personalidad; abuso o dependencia de alcohol, tabaquismo y otras
sustancias nocivas; ideación o intento de suicidio entre otros.

4. Violencia sexual.
Son conductas que obligan a la mujer a la realización del acto sexual sin
consentimiento ni deseo explícito, hostigamiento sexual, críticas a su comportamiento
sexual, comparación denigrante con otras mujeres, uso de objetos en la vagina y
violación. También abarca forzarla a relaciones sexuales sin protección contra el
embarazo y/o las enfermedades de transmisión sexual, acusarla falsamente de
actividades sexuales con otras personas, obligarla a ver películas o revistas
pornográficas o exigirle observar a la pareja mientras ésta tiene relaciones sexuales con
otra mujer. Entre las consecuencias físicas del maltrato sexual se encuentran: lesiones
o infecciones genitales, anales, del tracto urinario y oral y embarazo.

Muchas mujeres toman decisiones de interrumpir los embarazos así generados


mediante procedimientos muy riesgosos y sin ningún tipo de apoyo familiar, lo que
representa un grave problema para su integridad física y emocional.

5. Violencia económica.
Es el ejercicio abusivo del poder que incluye el control y manejo por parte del hombre
de dinero, propiedades y, en general, de los recursos de la familia.

Algunas de sus manifestaciones son: exigir a la mujer todo tipo de explicaciones cada
vez que requiere dinero; dar menos del necesario a pesar de contar con él; inventar
falta del dinero; gastar sin consulta previa cantidades importantes; disponer del dinero
de ella; tener a su nombre propiedades derivadas del matrimonio; privar de vestimenta,
comida, transporte o refugio a la familia. Esta violencia se presenta, también,

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asiduamente en la vejez, al ser despojadas las mujeres por sus propios hijos de sus
escasos recursos.
Aunque posiblemente predomine alguno de estos tipos de maltrato, lo más frecuente es
que una mujer violentada sufra, en mayor o menor grado, simultáneamente, todos
ellos, ya que ninguno es excluyente de los demás.

Conocimiento del problema.

La información acumulada durante los últimos años permiten afirmar que:

A pesar de inseguridad publica existente, es el hogar donde las mujeres corren más
peligro de sufrir alguna forma de violencia: agresiones físicas, emocionales y sexuales,
perpetradas no por desconocidos, sino por compañeros íntimos o familiares cercanos.

La violencia intrafamiliar no puede minimizarse. Los daños que provocan, abarcan un


amplio espectro en el plano físico –lesiones que causan discapacidad parcial o total, y
hasta la muerte; en el mental –depresión, baja autoestima, efectos traumáticos
diversos- y en el social, riesgo de perpetuación de conductas lesivas, desintegración
familiar, violencia social.

Se presenta en todos los estratos sociales. Es decir no esta asociada exclusivamente a


bajos niveles educativos o de ingresos, sino que responde a cuestiones más profundas.

La violencia en la pareja tiende a aumentar con el tiempo. La severidad de sus


repercusiones se agrava en la medida en que transcurren los días, las semanas, los
meses y los años y no hace algo para detenerlo.

Existen múltiples razones de índole emocional, social y económica por las cuales una
mujer no abandona a su agresor. Frecuentemente también sentimientos de culpa y
vergüenza.

La mujer maltratada por su pareja busca aislarse y romper sus lazos afectivos y
amistosos. En parte porque así se lo exige su agresor – como mecanismo de control

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sobre ella, y también por la vergüenza sentida ante su situación y evitar dar
explicaciones.

La victima de maltrato tiende a ocultar su angustia, impotencia y miedo, asumirse


como culpable y a proteger a su marido bajo el supuesto de defender la estabilidad de
su familia.

La violencia se ejerce mayoritariamente contra las mujeres, solo en un pequeño


porcentaje se presenta violencia física de mujeres contra hombres; en la inmensa
mayoría de los casos sucede lo contrario. Mientras los hombres emplean la fuerza
física como medio de intimidación o para ejercer el control, las mujeres la usan como
autodefensa, tratando de evitar una mayor agresión, efecto que pocas veces se
consiguen.

El ciclo de la violencia.

Las relaciones violentas constituyen procesos cíclicos en espiral, los cuales van
pasando por diferentes fases. A continuación se describen estas tres fases.

Fase 1. Etapa construcción de la tensión. Estimular a la mujer, por el simple hecho de


que ella acepta que el hombre es más fuerte. Sus relaciones se hacen cada vez mas
tensas, entre más haya avanzado la escala de tensión, mas difícil se hace para ella
evitar la etapa de agresión.
Las peleas se tornan más frecuentes y prolongadas. Las mujeres se vuelven incapaces
de restaurar el equilibrio y se siente indefensa frente a la agresión.

Fase 2. Etapa de explosión del incidente agresivo. El varón comienza tratando de dar
una lección a su mujer no queriendo agredir particularmente. Detiene su contienda
física cuando piensa que ella ya ha aprendido su lección. Cuando esta muy cerca la
explosión, la victima ya no puede controlar su ansiedad y terror, sabe que después de
ese momento sobreviene una etapa de calma y amor, así que prefiere que pase lo más
rápido posible, llegando incluso a provocarlo.
Generalmente esta etapa es mucho más breve, pero las más dañina. Incluye violencia
física, y a veces, abusos sexuales.

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Fase 3. Etapa de “luna de miel”. Esta se caracteriza por que el agresor se da cuenta que
ha llegado muy lejos y trata de enmendar su falta. Es una etapa de absoluta calma.
Le obsequia regalos, le hace promesas de que no volverá a suceder. Su conducta es de
un niño pequeño que llora después de su travesura, implorando el perdón. En esta el
varón entabla sus relaciones amorosas y la mujer vive un sueño fantástico sombre el
esposo increíble. Idealiza la relación y esto la refuerza y mantiene. Su compañero es
todo aquello cuanto ella desea en un hombre. El lugar que ocupa en esta etapa es el que
ella siempre ha deseado y esto la hace convertirse en cómplice de su propia agresión.

Sin embargo el maltrato continuará y seguirá incrementándose, independientemente de


lo que haga la victima para tratar de impedirlo.

Los hombres y la violencia.

La prevalencia de conductas violentas está asociada con las características de los


géneros, por lo que se puede decir que la violencia masculina es una expresión
dramática de la forma en que las instituciones y las culturas establecen la dominación
de los hombres sobre las mujeres que corresponde a los caracteres genéricos de la
masculinidad ya mencionados: restricciones para expresar las emociones e imitaciones
de modelos de control, poder y competencia, y se mantiene cuando existe una
aceptación social y familiar de que se pueden resolver los conflictos y descargar las
tensiones por medios violentos.

Todo ello se refleja en las tres formas básicas de violencia desarrolladas por los
hombres a lo largo de la vida, que Michel Kaufman, denomina como la triada de la
violencia masculina.

• Violencia contra sí mismo, que incluye el enorme esfuerzo que se ven


obligados a hacer, desde que son niños, para aprender a reprimir sus
sentimientos, a no llorar o mostrar ternura, a esconder sus debilidades, a
demostrar su “hombría” asumiendo riesgos, etc.

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• Violencia contra otros hombres, también como reflejo de características
asignadas a su género, como la competitividad permanente, el manejo violento
de discrepancias o conflictos, la exaltación de la fuerza física, etc.

• La violencia contra la mujer, cuyo origen es la subvaloración de lo femenino


ante lo masculino, y el derecho a ser servidos por las mujeres, dando como
resultado “las expectativas creadas respecto a sus relaciones”, y las expresiones
de violencia cuando ellas no se cumplen como fueran sus deseos.

Vale la pena insistir en que estas conductas violentas no son “naturales” sino
aprendidas y por lo tanto susceptibles de ser modificadas.

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Estadísticas y alza de violencia hacia la mujer en México.

Las mujeres económicamente activas, y que viven en unión libre son más violentadas
por sus parejas en el hogar, reveló datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de
Relaciones en los Hogares, realizada por INEGI e Inmujeres en 2003-2004 y dada a
conocer el 1º de junio.

Durante la presentación de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de Relaciones en


los Hogares (ENDIREH), Patricia Espinosa Torres, titular del Inmujeres, señaló que en
el país 47 de cada 100 mujeres han experimentado algún tipo de violencia. Del
porcentaje de mujeres violentadas, 45% tienen estudios superiores a la primaria frente
al 36.9% que no tienen instrucción.

Por condición de actividad la encuesta señala que 49.6% de las mujeres


económicamente activas son las que en mayor medida padecen violencia física y
sexual, además de que 3 de cada 10 padecen violencia económica. En relación con el
estado conyugal, el 54.9% de las mujeres que viven en unión libre manifestaron haber
vivido algún tipo de violencia, frente al 44.5% de las casadas. La titular de Inmujeres
señaló que estas acciones aparecen ante la errónea idea masculina de usurpación de
funciones y roles dentro de las familias por parte de las mujeres.

La ENDIREH reveló que más de la mitad de las mujeres de 15 a 34 años de edad


declararon sufrir algún tipo de violencia; en donde la violencia emocional es mayor
entre las mujeres de 15 a 19 y de 25 a 44 años, en donde la violencia física recae en
mayor medida entre las mujeres jóvenes y en donde el grupo de mujeres entre 40 a 44
años sufre altos índices de violencia sexual, ya que 1 de cada 10 es violentada. Además
una de cada 5 mujeres recibe de su pareja la indiferencia al dejarle hablar, ignorarle, no
tomarla en cuenta o no brindarle cariño.

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Los contrastes se observó en los estados de Sonora y Chiapas, los cuales registran el
mayor y menor nivel de violencia en pareja respectivamente. En Sonora, 49.8% de las
mujeres han sufrido al menos un tipo de violencia y 8.4% violencia física, mientras
que en Chiapas el 27% de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia, y 7.4%
violencia física.

El Universal, El Economista, El Financiero, Milenio, Reforma, 02/06/04.

Problema.

¿En que estratos sociales se presenta la violencia intrafamiliar?

Hipótesis.

La violencia ejercida hacia la mujer se presenta en todos los estratos sociales.

Es decir no está asociada exclusivamente a bajos niveles educativos o de ingresos.

Comprobación.

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Mi investigación la abordo acerca de una investigación ya realizada debido a que no
contamos con el tiempo necesario para hacer la practica de campo.

La muestra en que se baso la investigación estuvo compuesto por cinco hombres. El


nivel de escolaridad heterogéneo: Adolfo (45 años), pintor automotriz, no termino la
primaria; Joel (36 años) comerciante, concluyo los estudios de secundaria; José (50
años), analista programador, no concluyo la carrera de medicina, pero realizo estudios
en contaduría pública; Rodrigo (38 años), ejecutivo de ventas tampoco termino sus
estudios universitarios; Ezequiel (48 años) realizó estudios superiores y concluyó la
carrera de leyes.

Los entrevistados proviene la mayoría de familias cuyos padres y madres migraron de


diferentes estados de la republica a la capital; sus hogares estaban conformados por
familias nucleares, con padres que se desempeñaron proveedores (aunque con largas
ausencias del hogar) y con madres que asumieron prácticas de ama de casa, pero
también realizaron trabajos extradoméstico.

En el caso de la madre de Rodrigo que era abogada, y la madre de Ezequiel, trabajaba


de comerciante.
Por su parte, la mamá de José elaboraba tortillas y tejía ropa para vender. Las madres
de Adolfo y Joel no realizaron trabajo remunerado.

Las condiciones materiales de la familia de origen estuvieron regidas por ocupación de


los padres y las medres. La familia de Rodrigo fue la que tuvo mayores posibilidades
económicas, debido ha que ambos padres tenían estudios de posgrado y ejercían sus
profesiones lo que le permitieron vivir con ventaja económicas y hogar en una zona
residencial. Los primeros años de Ezequiel transcurrieron en condiciones económicas
similares a las de Rodrigo, pues su padre era dueño de varios negocios de comida. Su
mamá trabajaba en los establecimientos del padre, y atendía los asuntos domésticos de
la casa.

En relación con la familia de José, el padre trabajo como obrero textil y la madre se
dedico a las labores domésticas, para obtener dinero extra hacía tortillas y tejía ropa.
Durante la niñez la estabilidad económica no se presento. El salario mínimo que

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recibía su padre no le alcanzaba por lo que José tenía que salir a trabajar. Esta
situación se agudizaba ya que su padre tomaba alcohol con frecuencia.

En el caso de Joel, su familia vivió en Chihuahua, su padre era campesino; más tarde
migraron al centro del país y éste se empleo como albañil. Su madre era ama de casa.
La difícil situación económica lo orilló a trabajar desde chico para generar ingresos.
Una situación que agudizo la estrecha economía fue el consumo de alcohol por parte
de su padre.

El padre de Adolfo vivió en el Estado de México se dedico a la agricultura, cuando


migro al Distrito Federal se empleo como obrero. Su madre no realizó trabajo
extradomestico. Las condiciones económicas de su familia fueron de una marcada
pobreza, y se agudizo por el alcoholismo de su padre, por lo que se empleo desde
niño.

La violencia física en contra de la mujer.

La violencia en contra de la mujer tuvo una trayectoria que inició desde el noviazgo,
pero durante la etapa de la convivencia conyugal los varones agredieron con mayor
frecuencia e intensidad. El ejercicio cotidiano de la violencia estuvo asociado a
elementos detonantes que fueron vividos como un atentado a sus creencias e ideas de
cómo se debía llevar la relación de pareja y de su posición jerárquica.

En estos casos la convivencia conyugal superó los diez años y el promedio del tiempo
de unión fue de 14 años. Se trato de relaciones que perduraron a pesar de los conflictos
y de la violencia, en donde hubo largos periodos en que éste se ejerció de manera
frecuente y aguda.

Vivir en pareja: inicio de la violencia.

Representación sobre “ser hombre esposo” y “ser mujer esposa”

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Ser hombre esposo. Ser mujer esposa
Rodrigo. El que proveía y ejercía el Ser sumisa, dominada o que se dejara
dominio. dominar, que no cuestionara; adoptar un
papel sumiso simplemente.
Ezequiel. El que proveía y ejercía Ser la encargada de las labores en el
autoridad en una familia, a la que la hogar, atender la casa y tener los
esposa le da la razón siempre aunque no alimentos.
la tenga.
José. Se le debe obedecer, la parte …que me sirviera… que me sirviera
esencial de toda la familia, lo principal en sexualmente, que me escuchara; que
todos los aspectos, que no se le debe obedeciera.
agredir , que se le debe respetar por
parte de la mujer.
Joel. El que mandaba en la casa y el La persona que asistía al hombre, que se
proveía la casa; el que más trabajaba para casaba con él y que hacia todo el hogar,
mantener a su familia , que se embriagaba las cosas que se tenían que hacer para, los
y que andaba con viejas. hijos y procrear hijos.
Adolfo. El hombre tenia que hacerse Una mujer no tiene los mismos derechos
responsable del trabajo, de dar un gasto. que un hombre, un concepto de ama de
casa.

Las características de la pareja como edad, ocupación escolaridad no cambiaron


sustancialmente al momento de unión.

En el cambio radical que se dio en el aspecto laboral se observó en las mujeres:


Cuatro de ellas abandonaron la ocupación que realizaban; dos abandonaron sus
estudios y las otras dos dejaron de trabajar.

Para los hombres, el primer asunto a resolver fue el lugar donde vivirían, así coma el
manutención de la esposas. Ezequiel y Adolfo llevaron a vivir a la mujer con la suegra,
mientras que José, Rodrigo y Joel se establecieron de forma independiente, aunque
con cercanía geográfica a ambas familias de origen.

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Para la mujer, la convivencia con la suegra fue conflictiva, como le sucedió a Ezequiel:
La madre regreso al año, y a todos los (hermanos) les hizo la vida imposible en la
relación de pareja. Ella quería solo atención para ella. A veces metía cizaña ¡ah, es que
tu mujer no me quiere! Ten cuidado, tu no sabes, cundo se va al mandado, lo que
puede hacer una mujer; cuando vivió con ellos se volvió un infierno.

Los celos de la madre y su intento de dominar a la pareja influyó de manera negativa


en la relación nuera/suegra esto llego a fomentar conflictos, que algunas veces
derivaron en violencia física, sobre todo cuando la suegra hacia comentarios que
promovía celos e inseguridad en el esposo. La violencia en contra de la mujer ocurrió
desde el principio del matrimonio de Ezequiel y se trataba más de una violencia verbal
y física.

La suegra con frecuencia cuestionaba la conducta de ella, lo que colocaba al hombre


en una situación complicada respecto a la credibilidad de su madre o a la de su esposa.
Pero el mismo señalaba “su madre era incapaz de mentir” en cambio, a su pareja la
creía capaz de engañar por la desconfianza que prevalecía desde la falta de evidencia
de la virginidad de su esposa y sus dudas sobre la paternidad.

Pero cundo cambiaron de domicilio y la madre ya no estaba con ellos, esto no


representó la desaparición de los celos ni el cese de los malos tratos hacia la mujer.

Adolfo también vivió en el mismo terreno donde vivía la madre al respecto señalo.
Antes de casarme lo único que me preocupo era tener un cuarto privado, porque no iba
a estar teniendo relaciones sexuales donde estuvieran mis hermanos o en este caso, mi
madre.

Para Adolfo, la vida conyugal no representó una separación con la familia de origen.
Durante 20 años vivió en el mismo lugar de origen fue hasta después que la pareja
empezó a construir una vida alejada de familia. Adolfo continuo trabajando en la
ladrillera, pero empezó a buscar otro trabajo porque se salario era insuficiente para
mantener a su familia.

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Su esposa dejo de trabajar de empleada domestica y apoyo un tiempo a Adolfo en las
ladrilleras. La razón por la que ella abandono esta actividad fue porque el se lo
prohibió.

El hecho de negarle que trabajara era porque la consideraba incapaz, el siempre ha


pensado que una mujer es más débil que un hombre. El comentaba porque tienes que
trabajar, mientras yo viva tú no vas a trabajar, yo me case contigo para mantenerte.
Los pleitos siempre se presentaban porque ella quiere libertad y esto lo hace sentir
inseguro.

Desde los inicios de la vida conyugal hubo elementos que apuntaban hacia un claro
intento de ejercer poder, al restringir a su mujer tanto en su movilidad social como en
la toma de decisión, a lo que la mayoría de las veces ella se subordino. Adolfo agredió
a su pareja desde el principio.

Iban hacia su casa y discutían por una cosa insignificante, le daba coraje y terminaba
dándole una cachetada por el simple hecho de no hacerse responsable de hacer un café.
El pensaba yo soy hombre; y porque en su niñez yo el veía a su padre o a los otros
hombres que decían que un hombre tenía el derecho de pegarle a una mujer.

La falta de cuestionamiento por haber golpeado a la mujer en gran medida fue


producto de las creencias e ideas sociales estructurales sobre la relación conyugal. El
derecho al que se refiera Adolfo esta basado en la creencia de que la mujer debería ser
una persona sometida a la tutela masculina.

José quien al regresar de su luna de miel encontró todo organizado, pues la familia se
había cooperado para ponerles un departamento amueblado. La ubicación de la casa
era estrategia ya que estaba cerca de ambas casas.
José empezó a ver la necesidad de buscar un trabajo, pero no tenia idea en que podría
emplearse porque nunca antes había trabajado.
Para el era un conflicto el hecho de tener que trabajar en algo que fuera diferente a lo
que estaba estudiando, no podía ejercer la medicina porque no había terminado. En
aquel entonces, iba en cuarto año de la carrera y debía materias, razón por la que no

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podía hacer el internado, aunque para su pareja y familia él estaba a punto de recibirse
de médico.

Después de unos meses, Isabel empezó con malestares por el embarazo. por el vomito
le daba mucho asco besarla, si tenia un antojo le contestaba, si, mi amor, te lo voy a
traer, el se levantaba enojada, iba al baño y empezaba a pegarle a la pared.

El quería tener relaciones pero ella se resistía al final el terminaba violándola, un que
con el embarazo le daba mucho asco.

El conflicto que planteó el embarazo se generó por tres circunstancias: por falta de
planeación del embarazo, por el limitado ejercicio de la sexualidad en esta etapa y por
el desinterés mostrado hacia el hijo y la salud de la mujer que derivó en prácticas
sexuales, que ponían en peligro la salud de su esposa. El veía la paternidad como algo
ajeno a su vida. José se sentía desligado de la crianza y su papel se limitaba al de
proveedor económico de la casa.

Rodrigo desde el inicio de la vida en pareja tuvo una vivienda independiente de la


familia de origen. En el hubo una mayor planeación para el establecimiento del hogar.
Rodrigo empezó a trabajar junto con su pareja y rentaron un departamento ubicado en
un lugar intermedio de ambas familias.

Cuando Rodrigo se casó estaba en cuarto semestre de la carrera de relaciones


internacionales. Por su parte, la mujer era empleada en un almacén y el no tenia
inconveniente en que ella trabajara. A pesar de que estaban en un lugar aparte de la
familia, Rodrigo buscó mantener alejada a Luisa del contacto familiar. El primer
problema de violencia surgió a los 15 días de casados. Uno de los problemas era
cuando ella visitaba a su madre.

El lo único que quería era buscar la manera de iniciar el pleito para agredirla, para
insultarla, para lastimarla. Y de hecho así se dio. Rodrigo la agredía, la escupía y
después la golpeaba. En el fondo buscaba partes blandas, pero era difícil porque el ya
lo que quería era lastimarla, dejarla golpeada. Después de eso ella llamo a sus padres,
el ya estaba preparado, tenía un arma blanca, paso por su mente agredirlos físicamente;

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lo que hizo fue invitarlos a que se retiraran de su casa, lo hicieron y a ella la amenazo
para que se olvidara de su familia y, de hecho ella así lo hizo.
Rodrigo señalo que detrás de esta agresión había miedo de que ella empezara a tomar
decisiones.

Joel fue el único que estableció su hogar independiente de ambas familias.


Inicialmente vivieron en una casa que rentaban en el norte del Distrito Federal; él
aceptó hacerse cargo de los cuatro hijos de ella de su primer matrimonio, los cuales se
sumaban a los dos hijos que Joel tuvo con su anterior pareja. Los seis hijos y la pareja
vivían en la misma casa. El primer año la relación fue buena.

Según Joel, no hubo golpes en el primer año, sin embargo, maltrataba a la mujer
verbalmente. Hubo situaciones que le causaban malestares; una de ellas refería a las
diferencias en las experiencias sexuales que existen entre él y Lucía. En la
representación de Joel su pareja tenía más experiencias sexuales. Esto le generaba
coraje e inseguridad:

Comenta que le daba mucho coraje, cuando tenían relaciones sexuales: que hacia cosas
que el no sabia, le daba coraje recordar que a lo mejor así hacía el amor con su otra
pareja.; sentía coraje y a la vez sentía miedo, temor que a lo mejor no le estuviera
cumpliendo como se merecía.

Además, por sus experiencias en la niñez y la adolescencia y la separación de su


esposa, esto le cuestionó su desempeño sexual y su valor como hombre: el sentía que
no valía como hombre, que no era hombre para ella, que no la llenaba haciendo el
amor, que a la mejor otro hombre la había llenado mejor que el.
Conclusiones.

La hipótesis que planteo al principio de mi investigación es verdadera ya que


compruebo que la violencia que se ejerce contra la mujer no se presenta en un solo
estrato social, sino que se presenta entre personas ricas o pobres de todos los niveles,
económicamente, culturalmente y socialmente.

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La violencia ejercida hacia la mujer se produce en todas las clases sociales, sin
distinción de factores sociales, raciales, sexo, económicos, educativos o religiosos.
Las mujeres maltratadas de menores recursos económicos son más visibles debido a
que buscan ayuda. Suelen tener menores inhibiciones para hablar de este problema, al
que muchas veces consideran "normal". Las mujeres con mayores recursos buscan
apoyo en el ámbito privado, cuanto mayor es el nivel social y educativo de la víctima,
sus dificultades para develar el problema son mayores.

La violencia contra la mujer ha sido justificada social e históricamente por lo que los
golpes, insultos, chantajes, presiones emocionales, relaciones sexuales sin mutuo
acuerdo e indiferencia son para muchos hogares hechos cotidianos pero además
asuntos privados e íntimos. Las conductas violentas no son naturales sino aprendidas
y por lo tanto no se podrán erradicar.

Bibliografía.

Elu Maria del Carmen. Santos Pruneda Elsa. Atención a los Servicios de Mujer
Victima de Violencia. Editorial. Organización Panamericana de la Salud. México,
2002.

19
Ramírez Solórzano Martha Alida. Hombres Violentos. Editorial Plaza y Valdez.
Guadalajara 2002.

Navarro, Roberto, Mujeres Mexicanas que Sufren y Aman Demasiado, Editorial


Pax, México, 2004.

Centro de Atención a la Violencia Doméstica del Instituto Latinoamericano de


Estudios de la Familia, A.C. (CAVIDA)
Av. México no. 191 col. del Carmen Coyoacán
Tel: 56-59-05-04

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