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LA REVOLUCIÓN DIGITAL
A partir de la lectura del artículo del especialista peruano Max Ugaz en la que
expone su pensamiento sobre el fenómeno de la digitalización, responda a la
siguiente grilla de preguntas.
La digitalización
La clave para entender el desafío planteado por el proceso conocido como digitalización,
palabra que aún no está en el diccionario de la lengua pero que significa la acción de
convertir la información, en cualquiera de sus formas, en impulsos eléctricos que podemos
luego almacenar, copiar, procesar e incluso distribuir por las redes de comunicación en
cuestión de segundos. Esos impulsos eléctricos representan unos si son positivos y ceros si
son negativos.
La combinación de unos y ceros hace posible gracias a acuerdos globales poder
representar de esta manera cualquier forma de información, sea ésta datos, textos,
sonidos o imágenes. La digitalización ha venido madurando en los últimos 40 años, a
partir de los llamados procesadores de señal digital, cuyo poder ha aumentando
exponencialmente al punto en el que hoy podemos convertir en unos y ceros desde un
documento de texto hasta una película de cine completa. Pero la digitalización ya no es
sólo la conversión de información en unos y ceros sino que hoy, gracias a la red digital
pública global llamada Internet, la digitalización permite liberar la información de sus
contenedores físicos (desde el papel hasta los propios objetos que retratamos), es decir de
la masa. Además podemos tener acceso a esa información desde cualquier lugar del
La revolución digital
Nada hubiera cambiado si es que no se hubiera producido la denominada revolución
digital. Aquella no ha sido una revolución tecnológica como muchos piensan, sino mas
bien una revolución económica. En un largo proceso de casi cuatro décadas el costo de la
digitalización y de las telecomunicaciones (transmisión digital a cualquier lugar del mundo)
bajó dramáticamente hasta el punto de estar a disposición de prácticamente cualquier
empresa en el mundo sin importar su tamaño, su ubicación geográfica y el capital del que
disponga. A principios de los años 60, un computador IBM 360 costaba dos millones de
dólares aproximadamente. Sólo las grandes corporaciones estaban en condiciones de
aprovecharlas. Hoy un computador muchísimo más potente que aquél se consigue por
menos de 500 dólares. De igual forma las telecomunicaciones pasaron de costar decenas
de miles de dólares al mes a costar menos de 50 dólares al mes en algunos casos. La
revolución digital ha sido el fenómeno económico más importante del final del siglo XX.
Lamentablemente esto no significa que todas las empresas tengan claro sus beneficios. El
poder de liberar a nuestras ideas de las restricciones de espacio, tiempo y lugar debe ser
combinado con la comprensión del potencial que la digitalización nos ofrece y con la
imaginación para explotar este potencial para poder generar riqueza. Este cambio
representa una oportunidad para los empresarios de todo nivel y de todo el mundo. Sin
embargo son pocos los que han empezado a comprender esta revolución en el mundo de
los negocios y lamentablemente son mucho menos los que lo están comprendiendo en el
país. Mientras menos lo entiendan, más ventajas para los que comiencen primero.
El consumidor de intangibles
La caída del costo de producir y el hecho de tener acceso a la información tiene como
consecuencia un enorme impacto en el costo de producción y distribución de productos
intangibles. Los productos intangibles son aquellos cuyos principales atributos son el
diseño, la tecnología y la imagen. Por eso mismo tienen como principal insumo a la
información en todas sus formas: datos, textos, sonidos e imágenes. La caída en el costo
de producir y distribuir intangibles genera a su vez cambios importantes en todos los
sectores. La clave para entender estos cambios está en el propio consumidor. El ser
humano es el único consumidor de intangibles que habita la tierra. Ningún otro ser vivo
los consume. El ser humano está provisto de un cerebro que maneja niveles de
abstracción que hasta ahora exceden nuestra cabal comprensión, pero que muchos
especialistas en mercadeo entienden bastante bien. Desde que el hombre es hombre ha
sido un consumidor insaciable de intangibles. Para graficar la idea basta ver como ejemplo
las pinturas rupestres de las cuevas de Lauricocha. Con más de diez mil años de
antigüedad, en estas obras artísticas podemos apreciar escenas de la caza de camélidos
andinos. ¿Para qué pintaban estos antiguos peruanos las paredes de esas cuevas?
Simplemente para plasmar la experiencia y poderla trasmitir de generación en generación.
Sin embargo hace diez mil años sólo unos pocos elegidos podían tener acceso a esa
experiencia registrada en las paredes. Hoy, la revolución digital ha puesto los productos
intangibles al alcance de cualquiera que tenga acceso al Internet.