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“El lenguaje como resignificación

en las marcas de la memoria cívica”

Abstract:

Enmarcado en el proyecto de investigación Hijos de la Memoria Chile, (identidad de los


descendientes de los afectados por las violaciones a los Derechos Humanos a partir del
golpe de estado de 1973 y la construcción de identidades apoyados en la memoria);
surge la línea de investigación y análisis de sus escritos. La investigación cuenta con el
patrocinio de la Red de Memorias de la Universidad de Chile y se utiliza la metodología
etnográfica virtual.

Los textos recopilados y analizados evidencian la búsqueda de un significante que


permita a los sujetos adscribir el significado de los sucesos vividos y/o transmitidos,
ello dado que el ciudadano se configura como sujeto de la conciencia con las marcas
específicas de los estados victimarios, cuando no se visibilizan a los ejecutores de las
prácticas estatales, la elaboración de los procesos de construcción de identidad, se
complejiza debido a la falta de ritos en la cultura que permitan generar elementos para
darles significación.

Esta imposibilidad de desentrañar la realidad social e individual hace surgir las


producciones en el campo de la comunicación y las artes, con la finalidad de lograr la
resignificación, para la integración de los hechos en una nueva identidad social y
personal.

Se tomarán dos textos (segunda y tercera generación), para evidenciar las huellas
textuales que denotan la búsqueda de este significante ausente, detectándose una
dialéctica metonímica constante que evidencia la imposibilidad de narrar lo inenarrable
y la necesidad del ejercicio escritural como forma de construcción de un significante
inexistente, ausente, callado.

Palabras Claves:

Resignificación – Memoria - Generación

Patricia Pienovi A.
Licenciada Lengua y Literatura Hispánica
P. Universidad Católica de Valparaíso
Santiago, Octubre 2009
Decir que el lenguaje es una herramienta o instrumento que nos permite conocer e
internalizar lo que nos rodea, es iterar lo que de suyo es evidente, de igual forma el
lenguaje permite contarnos a nosotros mismos (dar cuenta de) quienes somos, tomando
protagonismo en la construcción de la identidad; ya desde la infancia se van
instituyendo hechos que nos permiten significar; lo que Matilde Ruderman llama
“marcas”, las que se actualizarán continuamente sobre las originales. Tales marcas
pueden ser asumidas como positivas o negativas de acuerdo a los parámetros
previamente establecidos y relacionados con la sociedad y la cultura; por ello si en esta
visión dejamos de lado la relación de los sujetos con el Estado, dejaríamos fuera las
determinaciones de la historia social y ya que, el estado produce un sujeto con deberes y
derechos, el sujeto de un estado: el ‘ciudadano’, se configurará como sujeto de la
conciencia con las marcas específicas de estos, como refiere el historiador Ignacio
Lewkowicz “el Estado instituye marcas y produce un plus, un algo más que permanece
oculto”.

¿Cómo dar cuenta, entonces, cuando a un sujeto se le presenta en la vida social una
experiencia para la cual carece de antecedentes (marcas)? Es decir ¿Cómo da cuenta de
los horrores del traumatismo histórico (en ambiente de violencia política) cuando el
sujeto estructurado por el conjunto de marcas familiares y del estado, carece de
antecedentes que le permitan resignificar las marcas e incorporarlas al ejercicio
permanente de constituir su identidad?

Las marcas constituyentes (Ruderman), traumatismo histórico o memoria del horror


(Viñar) nos sitúan desde la perspectiva del trauma, como secuelas de las sociedades que
sufren violencia política, visión que ha sido útil en la praxis, por ejemplo, para la
sociedad argentina, ello pues los ejecutores de la violencia han tomado el camino de
hacerse cargo del rol que les tocó jugar en los sucesos acaecidos allende la cordillera.
Según Ruderman, la distancia con los hechos, la visión transgeneracional y la aparición
de los agentes ejecutantes de los actos de violencia, han generado el escenario apropiado
para que la resignificación de los hechos vividos genere, una asimilación con la propia
identidad, dando como efecto final el apaciguamiento de la sociedad en su conjunto, no
sin salvaguardar, los muchos casos sin resolver y la permanente dificultad para
resignificar las desapariciones forzadas (o en lenguaje local, los casos de detenidos
desaparecidos) ello pues no existen elementos con los que se puedan leer tales actos.

Posteriormente a la violencia política, la resignificación que deben realizar los sujetos


de las generaciones siguientes, presenta múltiples diferencias a pesar de las similares
prácticas de represión que ejecutaron los estados durante los largos años de prevalencia
de dictaduras en América Latina. Múltiples factores se pueden argumentar, sin embargo,
un elemento común es el que determinaba a las sociedades antiguas, el mandato del
siglo de Pericles el Mnesikakein “prohibido evocar las desgracias”, que permite
mantener el estado mental de marasmo o parálisis que se da en los tiempos siguientes al
desastre, lo que en palabras de Viñar es equivalente a la pretensión de sofocar la
elaboración de las marcas con las implantación por decreto, de las políticas del olvido.
Sin embargo, la necesidad de dicha elaboración se abre paso generando una dialéctica
metafórico-metonímica ligada al ejercicio del recuerdo, la memoria.

Retomando la experiencia de Argentina estudiada por Ruderman, se produce en el año


1995 un hecho novedoso “la declaración de un marino, el capitán Scilingo, puso letra
concreta a lo que circulaba a voces y en secreto: habían tirado prisioneros con vida al
Río de la Plata”. (Ruderman, 99:4) este hecho permite plantear cómo generar sentido a
través del lenguaje en los sujetos que se ven impelidos a la resignificación de los hechos
en ambientes de violencia política.

Se trata entonces en la terminología básica Saussuriana, de la aparición de un


significante concretizado en el acto de confesión de un sujeto vivo, tangible, que en un
escenario de validación (juicio) reconoce un hecho que es conocido, pero acallado.
Siguiendo con la descripción de Ruderman “los desaparecidos empezaban a tener
lugares y allí fueron las Madres a arrojar flores al río… esta novedad absoluta y
horrorosa tuvo diferentes lecturas en sus efectos” cuáles fueron los variados efectos
producidos, es acápite de otras áreas del conocimiento, no obstante lo que sí fue posible,
fue generar la “lectura” el inicio de la resignificación. No hay objeto tangible que
permita la adscripción de “detenido desaparecido” o “víctima de desaparición forzada”,
sin embargo, la confesión de un sujeto vivo, testigo del objeto de sus actos, genera el
proceso de significación. Se produce un traslado, arrancando al detenido desaparecido
de su estado de tal, transformándolo en muerto, concepto que sí tiene un referente en la
memoria del sujeto y por lo tanto puede resignificarlo e incorporarlo al proceso de
construcción identitaria en el que se encuentra.

En nuestro país, pese a la insistencia de las diversas agrupaciones de Derechos


Humanos y al constante ejercicio de rituales que permitan, de algún modo, generar ese
significante que abre paso a la resignificación de las marcas del horror que generó la
dictadura y las violaciones a los Derechos humanos a partir del Golpe de Estado de
1973, no contamos con un gesto equivalente al realizado por el capitán Scilingo de
Argentina, sólo tras esfuerzos catatónico múltiples e incansables, se han logrado
visibilizar algunos de los lugares o centros de detención, tortura y exterminio que se
instalaron durante la violencia política en nuestro país. Aún cuando existen dichos
significantes estos no alcanzan a transformarse en objetos tan poderosos que logren
abrir paso al proceso de resignificación de los sujetos.

En el contexto de mi trabajo con los hijos, he tomado contacto con la gran cantidad de
material que estos producen en el campo de las comunicaciones de todo tipo, cineastas,
audiovisuales, escrituras testimoniales, poemas y toda clase de producciones en el área
de las artes. Hoy con la perspectiva que da la lejanía de los hechos y los exiguos logros
que se han obtenido por establecer qué ocurrió con los sujetos víctimas de la violencia,
aún no se logran los procesos de resignificación en su totalidad.

El proyecto de investigación Hijos de la Memoria Chile que trata de la identidad de los


descendientes (segunda y tercera generación) de los afectados por las violaciones a los
Derechos Humanos a partir del golpe de estado de 1973 en Chile y cómo se han
construido esas identidades apoyándose en la memoria; hace surgir la línea de
investigación que desarrollo en relación al análisis de los escritos. La investigación
cuenta con el patrocinio de la Red de Memorias de la Universidad de Chile y se realiza
mediante la metodología etnográfica en el espacio virtual.

Específicamente referido a la producción de textos ya sea en narración o poesía, los


sujetos de las generaciones posteriores evidencian el ejercicio de la resignificación a
través de sus escritos:
Texto 1:

“Las risas y las voces de mi padre” - Homenaje a Marcelo Concha Bascuñán de María
Paz Concha Traverso – 2° Generación (23/01/74) – Hija DD

María Paz nos adentra en las vivencias que le producen la escucha de una cinta de
audio, en la que por vez primera escucha la voz de su padre que la conoció recién
nacida. El texto deja traslucir la necesidad de construir la imagen del padre ausente
cuando nos dice “hoy sentí tu voz, el único registro vivo”, es necesario notar que usa el
verbo “sentir” por “oír” dejando en el lector la idea de lo envolvente que es el acto de
esa escucha. Luego de detallar el registro de los vestigios que le permitieron construir la
imagen de su padre nos señala “hoy día por fin supe la verdad, esa que estaba en mi
cabeza…Por eso tengo tu primera foto del campo de Chacabuco” para finalmente
señalarnos que existe un testigo presencial de la vida de su padre en el campo de
concentración: “el <Cachorro>, el único testigo que te vio en 1976” para concluir el
relato con la sentencia que debela esa búsqueda del objeto físico, del significante que le
permita abrir paso a la resignificación aún pendiente: “si pudiera encontrar al
cachorro, si supiera dónde está, si por lo menos supiera su nombre, si tuviera alguna
pista, alguna huella, algún lugar donde restaurar tu imagen y bendecirte a la luz del
día”

Las risas y las voces de mi padre


María Paz Concha Traverso
http://www.lashistoriasquepodemoscontar.cl/lasrisas.htm
Hoy por primera vez he escuchado tu voz. La cinta vieja y desconocida me ha permitido conocerte un
poco: Marcelo cantando en Moscú, haciendo sonar la guitarra con cuecas para los estudiantes de la
Universidad Lumunba, el negrito muy fino y la amada prenda querida de Violeta Parra.

Hoy sentí tu voz, el único registro vivo aparte de tus fotos, las fotos de Marcelo con Aminta en Temuco, en
esa casa sencilla donde vivieron el único tiempo legal que tuvieron para amarse, ese tiempo vertiginoso
que parece que se hubiera ido con la lluvia o que nunca hubiese existido. Marcelo grande, crespo, moreno
y sonriente, al que le hacían descuentos en Patronato porque lo creían de la «colonia» y que tardaba días en
encontrar zapatillas de su número para hacer deporte.

Marcelo nadador en la Universidad de Chile, con las copas y trofeos que quedaron escondidos en las
bodegas de nuestras casas junto con los libros en ruso y las cartas de Chacabuco. También están las otras
cartas, ésas en que hablabas del cansancio y la pena que te produce dejar a Aminta sola cuando tú te
pierdes en esos campos tratando de ayudar a los campesinos en sus líos de las tierras. Pero para eso
estudiaste, para eso vives; sin embargo la chica que se queda sola y dejó Santiago jurando acompañarte
toda la vida, también te necesita y, a sus diecinueve años apenas sabe cocinar, por eso llama a su madre
para preguntarle cómo se hacen las cazuelas, es que sabe de tu apetito y sabe también que en las casas de
los compañeros te comerás las uvas y la harina tostada.

Hoy día por fin supe la verdad, ésa que estaba en mi cabeza y que nunca quise preguntar quizás porque en
realidad lo sabía y sólo necesitaba confirmar detalles. Por eso tengo tu primera foto del campo de
Chacabuco junto al grupo folclórico y al capellán, donde te volviste a reír y a tocar la guitarra y, cuando
Aminta viajó esos miles de kilómetros para que me vieras recién nacida, pudiste conocerme. Me cantaste
entonces, y les cantaste a tus compañeros, ésos con los que compartías el horror supremo de las prisiones, y
que se burlaban de ti porque no creían que un turco tan negro pudiera tener una hija tan blanca; si parecía
de leche entre tus manos grandes.

Y después el reencuentro con la libertad, ésa que duró tan poco antes de que partieras de nuevo dejando a
Aminta, a mí y a ese hijo póstumo que nació después que tú te fuiste y, que al igual que yo, no conocía tu
voz hasta ahora; con la diferencia que él no sabe lo del «Cachorro», el único testigo que te vio en 1976,
cano y con la barba blanca, desquiciado en alguna casa de tortura en algún lugar de Santiago entre las luces
de las vendas. Yo te imagino y reconozco así Marcelo sentado, cabello cano, pero no con ese pelo crespo,
negro; sí con tu barba blanca. Si pudiera encontrar al cachorro, si supiera dónde está, si por lo menos
supiera su nombre, si tuviera alguna pista, alguna huella, algún lugar donde restaurar tu imagen y
bendecirte a la luz del día.

Texto 2:
“Mi Abuelo” – Eustorgio Bravo Encina – Fernanda Bravo - 3° Generación (12/12/89) –
Nieta de Preso Político y Torturado

Fernanda interpelada e identificada con el grupo “Encuentro Hijos del la Memoria


Chile” escribe acerca de lo que significa para ella su abuelo, preso político y torturado
durante la dictadura. Comienza evidenciando la dificultad que tiene para comprender los
hechos vividos por su abuelo: “como entender lo que te hicieron”, continúa con el
detalle del contraste de la imagen que construyó de él en vida con la que lo hizo
“merecedor” de la prisión política y la tortura, el contraste y la perplejidad se dan en el
uso de la afirmación condicionada : “cómo entender… si recordarte… si tú eres… si
gracias a ti..” frente a las interrogantes sin respuesta, surge el concepto de justicia que
paradójicamente provino de su abuelo y de la que no pudo ser objeto: “nos enseñaste a
entender la verdad y la justicia. Esa justicia que es justa solo para algunos” Ya en el
plano íntimo, Fernanda reconoce que no tiene sentido reunirse en familia sin la
presencia de este abuelo que encarnó los valores fundantes del núcleo familiar: “debo
admitir que ya no me reúno con mi familia, porque sin ti no es lo mismo”, la presencia
ausente del abuelo es fundante en su identidad a tal nivel que expresa: “eres mi abuelo
y tengo memoria por ti”, como si la memoria sólo se justificara por la historia
truculenta que vivió este personaje fundante en su identidad, sólo por y gracias a su
existencia. Las preguntas quedan sin respuesta, no puede entender, comprender, generar
un significado elaborado acerca de los sucesos vividos. Finalmente, ante tal
imposibilidad los adscribe al concepto genérico de la injusticia: “si gracias a ti
aprendimos que el mundo no es justo”.

Mi Abuelo
Fernanda Bravo B.
http://www.facebook.com/Vittoriaenatto?ref=name#/wall.php?
id=14172602871&page=1&hash=39d080cce03cd891801b0d48d5567790
Como entender lo que te hicieron
Si recordarte significa dulzura
Si tú eres quien nos marco el camino
Si gracias a ti aprendimos que el mundo no es justo
Pero que pese a eso hay que luchar y vivir cada momento con alegría
Nos enseñaste a entender la verdad y la justicia
Esa justicia que es justa solo para algunos
Pero que hay que cuidar porque sin ella estaríamos peor
Y no digo que estemos mal
Tenemos vida, salud y cariño
Pero no te tenemos a ti
No tenemos tus brazos, los que jamás volveré abrazar
Tus ojos cansados de luchar
Pero llenos de vida para dar
Esas manos y ese humor
Que era capas de llenar toda una habitación
Apenas se advertía tu presencia
Alegraste las reuniones familiares
Debo admitir que ya no me reúno con mi familia
Porque sin ti no es lo mismo
Porque tu recuerdo lo tengo muy dentro
Y me duele
Me duele saber los detalles de lo que tuviste que pasar
Tengo vagos recuerdos de ti pero son fuertes
Eres mi abuelo y tengo memoria, por ti.
(22 de febrero de 2009 a las 2:39)

Esta pequeña muestra evidencia la necesidad aún presente, de las generaciones


posteriores a los sujetos que sufrieron la represión de estado en Chile a partir de 1973,
de resignificar los “marcas del horror” generadas por el estado victimario. Si tales
marcas estuvieran ya internalizadas como “marcas constituyentes” tanto cuanto generan
identidad, nos encontraríamos con generaciones en las que la resignificación habría
dado paso a la constitución de una identidad completa. La suma de estas identidades
fragmentadas en constante tensión por la búsqueda del significante, es lo que
precisamente mantiene el daño en la memoria cívica.

Podemos plantear entonces a partir de este momento conceptos ya trabajados en el área


de lo psicosocial y la salud mental tales como “daño transgeneracional” o
“intergeneracional”. Los hijos e hijas son de variada índole, algunos conocieron a sus
padres e incluso fueron testigos de la violencia ejercida, otros ante la ausencia de uno o
ambos progenitores, comienzan la búsqueda permanente del significante que les permita
resignificar la marca. Igualmente en la tercera generación, aún aparece dicha necesidad,
que si bien pareciera no ser tan imperiosa, sí determina la construcción identitaria de los
sujetos.

Por último es necesario señalar que no sólo los afectados directos por la violencia
política del estado son los que, en la etapa posterior, se ven impelidos a la
resignificación, también los victimarios y su descendencia se encuentran en el mismo
proceso, por lo que el ejercicio de la resignificación abarca a la sociedad en su conjunto,
es lo Matilde Ruderman concluye ya en 1999: “Quizás el duelo sea imposible de cerrar
hasta que se encuentren palabras que permitan instituir un nuevo universo de discurso
donde nada nos sea ajeno”

La etapa de construcción de este nuevo discurso en el que podamos incorporar como


referentes las marcas iniciales para resignificar en “marcas constituyentes”, se inicia en
la producción que realizan los afectados directos y sus descendientes. Este ejercicio
imperativo y constante no sólo debe ser realizado por un segmento de la sociedad sino
por la sociedad en su conjunto, todos fuimos afectados por existir en un universo
imposible de significar, frente a dicha imposibilidad se mantienen vigentes las
constantes demandas de las agrupaciones de Derechos Humanos, ya que en la memoria
cívica se encuentran los significantes que permitan resolver la tensión. Sin un ejercicio
serio las sociedades que han vivido violencia política “arrastran” las secuelas por
generaciones.
Referencias:

- Lewkowicz, Ignacio (2004): Pensar sin Estado, La subjetividad en la era de la


fluidez. Buenos Aires, Paidós.
- Magariños de Morentín, Juan (2007): La semiótica de los bordes. Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Méjico
- Peirce, Charles (1984): ¿Qué es un signo? - http://www.unav.es/gep/Signo.html
- Ruderman, Matilde (1999): Marcas del horror, inscripciones instituyentes. Congreso
de Psicología Social de la Liberación. El Salvador.
- Viñar, Marcelo (2006): Represión, Silencio y consecuencias Psíquicas. Universitat
Progessista D’Estudiu de Catalunya (UPEC). Barcelona.
- http://www.lashistoriasquepodemoscontar.cl/lasrisas.htm
- http://www.facebook.com/group.php?gid=14172602871

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