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"EL INCO NSCIENTE NUMINOSO"

Desarrollo Original de acuerdo a Rolando Toro Araneda

(Material en construcción, anexo Escuela de Biodanza Tamarugal de Iquique,


Escuela Biocéntrica de Santiago)

Escrito por:

Pedro Labbé Toro


Ricardo Pastene Beytía

Santiago - Iquique, Septiembre de 2010

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EL INCONSCIENTE NUMINOSO

Introducción

Nuestro mundo occidental, tal como lo conocemos hoy, deviene de la


matriz cultural de la Antigua Grecia. Desde ella, la racionalidad no sólo se
irguió como “la” manera de observar al mundo, sino que fue al tiempo la
finalidad de una nueva forma observacional, en que todo se valida y se
construye, si es que se quiere participar de la cultura y la civilización, a
partir de un nuevo concepto fundacional: la inmutabilidad del ser.

“El ser es, el no ser, no es.”

No obstante, en el mismo tiempo del advenimiento de la nueva manera


de observar y definir el mundo, se produjo una disputa intelectual, que tuvo
como adversarios a dos grandes filósofos. Por un lado estaba Parménides
(540- 470 a.C.) adalid de la nueva forma de pensar, y por otro, estaba
Heráclito de Efeso (546-480 a.C.), a quien no lo convenció esa porfía
intelectual por querer descreer de lo que para él, era tan obvio: que el
mundo y la realidad estaban en permanente cambio.

La controversia se fundaba principalmente porque para Parménides,


desde su cuna filosófica, lo único apropiado para observar el mundo era el
procedimiento lógico y no los sentidos, por ende, el agua del río en que
nos bañamos, y que Heráclito decía no sería nunca la misma, para
Parménides, sí lo seguía siendo, porque era agua, y nada más. ¿Ahora nos
preguntaríamos cómo sabía era la misma agua, y que la persona era la
misma?

Para Heráclito sin embargo, la realidad era dialéctica, porque se construiría


a partir del choque de los opuestos: una parte de las cosas siempre
cambia, mientras que la otra, no lo hace. En este sentido, Heráclito no
abandona por completo aquello que de algún modo estaba inserto en el
antiguo régimen anterior al lenguaje escrito: un mundo explicado desde lo
auditivo, de lo vivencial y que enmarcaba toda la existencia de las
personas en un lenguaje común, la oralidad, porque lo que se decía
devenía de las acciones (cuerpo y emociones) y no emergía desde la
mente. Un mundo en el que el orador y la acción que realizaba para
enunciarla, estaban íntimamente entrelazados.

Aun cuando en el tráfago de la historia, ambas corrientes siguieron


palpitando entre los hombres, la de Parménides, se divulgó por el mundo e
hizo crecer las ciencias exactas y la filosofía durante los siglos venideros,
hasta que su propio germen hizo que ella adquiriera ribetes planetarios.

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Durante el siglo XVI, los trabajos de Copérnico, Kepler y Galileo, entre otros,
despojaron a nuestro planeta Tierra de su sitial como el centro del Universo,
generando en esa época que recién comenzaba a salir de la Edad Media,
convulsiones morales, valorativas e ideológicas en una escala propia de
una nueva revolución epistemológica.

Un siglo después, en el siglo XVII, Renato Descartes sentenciaría


definitivamente que sólo mediante la razón es posible descubrir verdades
universales que son innatas, derivándose, a partir de éstas, todas las demás
verdades. Así, llegó a establecer una definición sobre el ser humano, en
quien lo fundamental, es su ser racional:

“Cogito, ergo sum”, “Pienso luego existo,…”

Con ello, Descartes, clausuró inapelablemente, para el mundo científico,


cualquier rol de la emocionalidad y la corporalidad en la interpretación
del mundo. Se diría así que la visión de Heráclito llegaba a su fin.

Cabe destacar que el filósofo y matemático, contemporáneo y seguidor


de Descartes, Blaise Pascal, acotaba, frente al racionalismo cartesiano que
“El corazón tiene razones que la razón no entiende”, sugiriendo que
ámbitos diferentes a la razón se debaten en el enfrentamiento del ser
humano con las “verdades” de la vida.

La culminación del postulado racionalista científico de Descartes se


manifestó plenamente en 1687, con la publicación de la obra de Isaac
Newton “Philosophiae naturalis principia mathematica”, donde el científico
inglés plantea la Ley de la Gravitación Universal, como el gran paradigma
científico moderno (cuya gran propuesta implícita es la posibilidad real
que afuera e independiente de nuestro plano de observadores existe una
realidad “objetivable”), y que no se cuestionaría, sino hasta principios del
siglo XX, con la irrupción de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein y
la Mecánica Cuántica (Max Planck).

Por otro lado, el fundamental trabajo del naturalista inglés Charles Darwin,
“El origen de las especies por medio de la selección natural” publicado en
1859, termina por romper con la tradición que ponía al ser humano,
entendido como especie, en el centro de la vida, el conocimiento y la
verdad. En él, Darwin establece que la diversidad de especies vivas en la
naturaleza, incluida la del ser humano, se explica por modificaciones
acumuladas debidas a la evolución a lo largo de la historia de la especie.
El ser humano, por tanto, debía tener un ancestro común con otras
especies actuales que habían evolucionado de manera diferente.

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Estos hitos señalaban a su modo, que aún cuando no seamos el centro del
universo, aún cuando provengamos de la evolución de la vida, en su
sentido más amplio, aún nos es propia la “razón” y la “objetividad” como
criterios de comprensión del mundo y de “lo que nos ocurre”.

Freud, por su parte, en los albores del siglo XX, con su postulado sobre el
inconsciente, dirá que nuestro comportamiento no es sólo racional, sino
que está impulsado por aspectos no “objetivos” ni racionales, sino
provenientes, conforme a las ideas darwinianas de evolución, de
determinados instintos o pulsiones instintivas propias de nuestra especie (no
individuales puras) no conscientes, aunque sí técnicamente analizables.

Este hecho, el planteamiento de elementos no conscientes que


determinarían en gran parte el comportamiento humano, significó
entonces, un golpe definitivo a la soberbia occidental que había querido
suponer que el ser humano era la piedra de inicio y de tope del universo.

De esta manera, la aceptación de otras maneras posibles de interpretar el


comportamiento del ser humano y su relación con el universo, quedó
abierta desde entonces...

Hoy el nuevo-antiguo paradigma nos conduce ahora a aceptar que la


realidad en la que vivimos, depende finalmente sólo de nuestro presente
como observadores y habitantes de este universo, asumiendo como
principal tarea, el reformular nuestra forma de vida, aprendiendo a vivir y a
vivenciar, desde ese permanente e inmutable cambio, toda nuestra
historia y el devenir de la realidad.

Ahora, parece ser que podemos empezar a entender que “la intuición” u
otros estados de conciencia, que el cuestionamiento de la “objetividad”
como criterio final del consenso, puede ser también una metodología
posible, incorporando tanto el cuerpo como la emocionalidad,
abriéndonos a la humildad de “lo que sentimos de verdad”, dejando atrás
la arrogancia de la “ciencia racionalista” y de sus paradigmas
esclavizantes.

Hoy estamos frente a la posibilidad de una interpretación donde impere


más la paz y la armonía en la diversidad legítima, que la guerra de la
verdad objetiva.

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La Ruta histórico-semántica del Inconsciente

El término “inconsciente” fue empleado por primera vez como término


técnico en lengua inglesa en 1751, -con la significación de no consciente-,
por el jurista escocés Henry Lord Kames (1696-1782), en el siglo XVII Leibniz
habla de “pequeñas percepciones de las que no tenemos ninguna
conciencia

Mientras en el mundo James Watt inventaba la máquina de vapor, en 1775


se inicia una de las transformaciones más profundas en los sistemas de
trabajo y de la estructura de la sociedad. A partir de entonces, se
comienza un tránsito socioeconómico y cultural, que daría paso del viejo
mundo rural al de las ciudades, del trabajo manual al de la máquina y al
estudio del conocimiento.

El concepto ‘inconsciente’ se popularizó más tarde en Alemania, en la


época romántica (mediados del siglo XIX), designándolo como un
depósito de imágenes mentales, una suerte de fuente de pasiones, cuyo
contenido escapaba a la conciencia. “Reino crepuscular de la
conciencia” (Coleridge), en el “Más allá del psiquismo (Goethe), en “Los
secretos rincones del corazón y de las sombras espirituales donde el sol
nunca penetra (Woodworth)

Introducido en la lengua francesa hacia 1860 por el escritor suizo Henri


Amiel (1821-1881), bajo el significado de “vida inconsciente”, o depósito
donde se encuentran escondidos los secretos del ser humano. El término
“inconsciente” fue admitido así en el Dictionnaire de l'Académie française
en 1878.

Acaso como parte de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial


(1914 - 1918), un conflicto armado que produjo más de 10 millones de
muertos, instalándose como el conflicto más sangriento de la historia hasta
entonces, y que el mundo fue conociendo aterrorizado, es que en 1915, el
doctor austro-húngaro Sigmund Freud (1856 – 1939), propone una teoría
que descolocaría el “ego” de la humanidad.

En su publicación “Lo inconsciente”, Freud propone que el ser humano no


actúa sólo de manera racional como asumió Descartes, sino en gran
medida lo haría de manera inconsciente. Según Freud, el inconsciente se
hace presente como un elemento que actúa “por debajo” de la
conciencia y que es capaz de movilizar al sujeto sin que éste advierta el
origen de su decisión/acción. [Del Volumen XIV - Trabajos sobre metapsicología, y
otras obras (1914-1916), «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico»]

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Desde su óptica médica, -como investigador se centró en el campo de la
neurología, derivando progresivamente sus investigaciones hacia la
vertiente psicológica de las afecciones mentales-, Freud quiso designar
bajo el término Inconsciente, en primer lugar, todo contenido mental que
no se encuentra en la conciencia. Pero, en segundo lugar, lo utilizó para
designar uno de los sistemas del aparato psíquico, como la parte no-
consciente que sólo puede aflorar a la consciencia, con grandes esfuerzos
por parte del sujeto. Tras sus estudios, Freud llegó a sostener que en el
Inconsciente se encuentran entonces los deseos, instintos y recuerdos que
el sujeto reprime por resultarle inaceptables, fundamentalmente a causa
de sus propias valoraciones morales.

“La represión, por su parte, tiene gran importancia en el conocimiento de


lo inconsciente. De acuerdo con Freud, las personas experimentan a
menudo pensamientos y sentimientos que son tan dolorosos que no
pueden soportarlos. Estos pensamientos y sentimientos (al igual que los
recuerdos asociados a ellos) no pueden, según sostuvo, ser expulsados de
la mente, pero sí pueden ser expulsados del consciente para formar parte
del inconsciente, manteniendo lo reprimido su efectividad psíquica y
retornando en forma de alguna de sus producciones.” (Biografía S. Freud,
Wikipedia)

De ahí que el Inconsciente posea una dimensión biográfica, y se nutra de


la memoria, especialmente de los hechos vividos durante la infancia y se
genera, en el encuentro de las tendencias instintivas (pulsiones diría Freud)
con los ecofactores que estimulan o inhiben los potenciales personales. Así
para Freud, el Inconsciente es la capa más profunda de la mente y se
identifica en gran medida con aquel elemento de la psiquis de cada
persona: el ego.

Freud imaginó y definió así el Inconsciente como una estructura que se


mide entonces por sus efectos, y se deduce por las observaciones que se
puede hacer de él: actos fallidos, tropiezos, datos que proporcionan los
sueños, etc.

En medio de la postcrisis de la Primera Guerra, Carl Gustav Jung, (1875 –


1961), ya alejado definitivamente de su maestro Freud, de quien muchos
años atrás se creía iba a ser el “heredero lógico”, publica uno de sus textos
más característicos, “Los arquetipos y el inconsciente colectivo” (1934).

Para llegar a esta publicación, Jung se dio primero a la titánica tarea de


desentrañar “los personajes” que, según sus análisis daban cuerpo a las
acciones que afloraban desde el Inconsciente.

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“A fin de agilizar su experimento con el inconsciente recurrirá a
representarse mentalmente una pendiente con la finalidad de captar
mejor sus fantasías y descender a los estratos más profundos de la psique.
De ahí surgirá el episodio en donde llega a vislumbrar tres nuevas figuras.
Elías, arquetipo del Viejo sabio, encarnación del Logos, el elemento
racional; Salomé, arquetipo del Ánima, o arquetipo de lo femenino,
representada ciega, encarnación de Eros, el elemento erótico; y una
serpiente negra, que anunciaba de nuevo el mito del héroe.

Finalmente, y desde esta misma triada emergerá una nueva figura


derivada del arquetipo del Viejo Sabio a la que llamará Filemón,
describiéndola como «un pagano que aportaba una influencia egipcio-
helenística con matiz gnóstico», «un gurú», «un espíritu», «un maestro del
alma».” (Biografía, C. G. Jung, Wikipedia)

“Filemón y otras figuras de la fantasía me llevaron al convencimiento de


que existen otras cosas en el alma que no hago yo, sino que ocurren por sí
mismas y tienen su propia vida.” Carl Gustav Jung. “Recuerdos, sueños,
pensamientos”.

Será entonces Filemón, quien diera lugar a su recapitulación teórica y a la


validación de la existencia autónoma de los arquetipos, más allá de los
complejos, extendiendo a lo colectivo la adjetivación personal de lo
inconsciente freudiano.

La psicología analítica creada por Jung parte de una estructuración


psíquica constituida por un inconsciente colectivo en la psique de cada
individuo, de tal modo que “la consciencia centralizada en el Yo ya no
establecerá relaciones exclusivas de reciprocidad a nivel de los complejos
de lo inconsciente personal, sino que habrá de vérselas a su vez con los
constituyentes transpersonales de lo inconsciente colectivo: los
arquetipos.” [C. G. Jung, Obra Completa volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente
colectivo, Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo.]

Desde estos pensamientos, Jung se dedica a estudiar los arquetipos cuya


aparición onírica es común a toda la humanidad. Su objetivo es la
revelación del Self (el sí mismo) a través de lo que él llamó el Proceso de
Individuación. Su teoría llegará a establecer que existe un lenguaje común
a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido
por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psiquis
que está más allá de la razón, “el lenguaje simbólico”, nutriente de las
narrativas mitológicas y teológicas de todos los pueblos a través de la
historia de la humanidad.

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El concepto de arquetipo, introducido por C. G. Jung como término dentro
del campo de lo psíquico, alude al hecho de que los seres humanos
compartimos una serie de experiencias, en el curso de nuestra evolución,
que han quedado, por su naturaleza colectiva, incorporadas en la
memoria de la humanidad como patrones de comprensión de la realidad.

Estos esquemas son pura energía inconsciente que busca realizarse y lo


hace, por ejemplo, por medio de los símbolos. Expresan un orden de saber
que la conciencia del hombre desconoce, pero que existe como verdad
en las profundidades de su alma.

Eduardo H. Grecco, Interpretación iniciática de la décima revelación, Ediciones


Continente, Buenos Aires, 1996

De estas propuestas, se desprende que finalmente Jung sostuviera que los


modos de acceso al Inconsciente Colectivo debían ser:

• Un acabado estudio sobre los símbolos de transformación


• Los Arquetipos que conducen y relacionados al proceso de
individuación (self),
• Las Expresiones del Inconsciente a través del Arte: la pintura, poesía o
velatorios tribales.
• El análisis de los sueños orientados (sin interpretación).
• Ceremonias y trabajos con los mitos.

Antecedentes del Concepto “Numinoso”

El antropólogo y estudioso de las teologías comparadas, el alemán Rudolf


Otto (1869 – 1937), en su libro “Lo sagrado”, publicado inicialmente en 1917
como Das Heilige, (Lo Sagrado), define el concepto de lo sagrado como
aquello que es numinoso, misterioso. Explicó el concepto de lo misterioso
como una «experiencia no-racional y no-sensorial o el presentimiento cuyo
centro principal e inmediato está fuera de la identidad». (A diferencia de
Biodanza.)

Rudolf Otto utilizó la palabra "numen" para describir al ser sagrado supremo
a quien todas las religiones tienden a intentar conocer y el que generó el
primer sentimiento religioso por medio de experiencias religiosas o
hierofanías.

El término hierofanías fue utilizado por Mircea Eliade en su obra “Tratado de


Historia de las Religiones” para referirse a una toma de consciencia de la
existencia de lo sagrado cuando éste se manifiesta a través de los objetos

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de nuestro cosmos habitual como algo completamente opuesto al mundo
profano.

Para traducir el acto de manifestación de lo sagrado, Eliade propone el


término Hierofanía, ya que se refiere únicamente a aquello que
corresponde a lo sagrado de lo que se nos muestra.

Según explica Eliade, "para aquellos que tienen una experiencia religiosa,
la Naturaleza en su totalidad es susceptible de revelarse como sacralidad
cósmica. El Cosmos en su totalidad puede convertirse en una hierofanía. El
hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible
en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados. En contraste, la
sociedad moderna habita un mundo desacralizado.”

"La nostalgia por el paraíso" es un término también utilizado por Mircea


Eliade para ayudar a la comprensión de lo numinoso. Esta idea se basaba
en la teoría de que una persona tiene una especie de ansia de perfección
o “de paraíso”, lo que crea una plataforma para la experiencia de lo
numinoso.

Rudolf Otto describe lo numinoso como un encuentro impresionante lleno


de la realidad última, un misterio que es a la vez terrorífico y fascinante, y lo
coloca como el atributo mayor de la experiencia religiosa, desde donde lo
numinoso se nos ofrece como una experiencia inefable.

Rudolf Otto nos llama la atención de cómo un concepto inefable como lo


numinoso (Sujeto), es captado y designado con clara precisión a través de
predicados como: espíritu, unidad esencial, voluntad, etc. de modo que
son pensados al mismo tiempo en correspondencia con predicados
racionales que el ser humano ha descubierto en sí mismo. Todos estos
predicados son conceptos claros y distintos, son accesibles al
pensamiento, al análisis intelectual y aún a la definición. No por esto
agotan la esencia de lo numinoso, ya que ellos justamente valen y son solo
por algo irracional y en algo irracional (inefable).

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Los Momentos o Categorías de “Lo Numininoso”

Misterium – Tremendum – Majestas – Beatificante - Energicum

De acuerdo a Rudolf Otto, lo numinoso se caracterizaría por distintos


momentos que él designa en latín y sugiere que se pueden las categorizar
en los siguientes términos: misterioso, tremendo, majestuoso, sagrado,
beatificante, enorme, enérgico entre otras, ya que ante todo es inefable.

En el encuentro con lo numinoso y su grandeza, surge el sentimiento de


criatura, que se hunde y desaparece en su propia nada frente aquello que
está por encima de toda criatura (el tremendo misterio), un sentimiento de
sí mismo, es decir el sentimiento de una determinada determinación de “mi
mismo”, de mi dependencia del misterio, cuando se siente algo de
carácter numinoso puede surgir en el ánimo de “sentimiento de criatura”
un “temeroso respeto” (frente a lo misterioso y tremendo).

• En tanto Mysterium, se refiere a que es imposible de explicar con


palabras, es decir, inexpresable y enteramente diferente a cualquier
otra experiencia de vida, porque su sentido supera los límites impuestos
por el ordenamiento racional del lenguaje, puede por momentos
excitar y llenar el ánimo de manera que casi trastorna los sentidos, este
sentimiento puede penetrar el ánimo con dulce flujo en forma de
devoción absorta del temple del ánimo sereno y en suspenso, puede
llevar a la embriaguez, al éxtasis, tiene formas salvajes y demoniacas
(luz y sombra), y tiene su desarrollo en formas finas purificadas, puede
convertirse en el temblor humilde y silencioso de “la criatura”. “Yo que
he comenzado a hablar, yo, que soy polvo y ceniza” (Génesis 18, 27)

• Tremendum: Como caracterización próxima a Tremendum puede


adjetivarse tremor, que en sí es solo temor, sin embargo solo
analógicamente para un sentimiento reactivo específico que tiene por
cierto semejanza con el temor, pero que en sí mismo es algo
completamente distinto a atemorizarse, es un terror lleno de íntimo
espanto, tal como no puede producir nada creado, ni aún lo más
amenazador ni peligroso, algo “Tremendo”, produce un temeroso
respeto, no es un miedo natural habitual, sino ya una primera
palpitación y sospecha de lo misterioso. Lo Tremendum, denota el temor
humano ante la presencia de una fuerza poderosa, tremenda, terrible,
formidable, digna de respeto. El temor como una reacción ante una
realidad completamente diferente. Lo “Enorme” para Rudolf Otto es

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simplemente a aquello que es muy grande por su medida o cualidad
para nosotros, es en primer término “lo no seguro”. Lo desasogante.
• Majestas (El momento de lo dominante): El momento de lo tremendo es
descrito plenamente como “Tremenda Majestas”, el sentimiento de
criatura se relaciona con un sentimiento de pertenencia y dominación
absoluta de lo numinoso, como contraste a la dominación sentida se
exterioriza con el sentimiento del propio hundirse, ser tierra y ceniza,
lleva por una parte aniquilación del Yo y por otra a la realidad única y
total de lo trascendente. Majestas, se refiere a que provoca o induce
una actitud reverencial. Lo numinoso lleva adherido entonces una
percepción de ‘majestad’ que provoca en el alma la sensación
enriquecedora de una energía trascendente, que excluye toda
interpretación racional.
• Los últimos momentos “Tremendum” y “Majestas” se topan con un
tercer momento, “Lo enérgico” (Energicum)¸ el momento del numen,
que cuando es experimentado, activa el espíritu del ser humano, lo
llena de una enorme tensión y dinamismo (“Sea en celo contra el
mundo y la carne, sea en el hacer y obrar heroicos en que la agitación
palpita hacia afuera. Lo enérgico está vigorosamente vivo, sin descanso
o retroceso.”)
• Fascinans en tanto lo fascinante tiene un valor beatificante, entendido
como gracia y misericordia deslumbrante y abarcadora.
• Gracia Beatificante. Lo profundamente maravilloso yace en el misterio
beatífico de la experiencia del numen, pues al “permanecer en
posesión numinosa, el misterio es vivido en su cualidad íntima y en
verdad como algo que da una dicha inaudita. El temor se traduciría en
veneración o respeto reverencial ante lo inefable que se manifiesta
como un "estremecimiento", supera todo miedo o temor paralizante.”

El momento de lo Misterioso en lo numinoso puede sobrepasar al de lo


Tremendum en las vivencias afectivas y ocupar el primer plano con tanto
vigor que el sentimiento de lo Tremendum casi desaparece. Al misterio
restado del momento de lo Tremendum Rudolf Otto lo llama lo admirable.

Ya hemos visto la distancia que impone lo Tremendum. Pero por otra parte
es evidente algo peculiar, atrayente, cautivante, fascinante, y que
aparece en una extraña mezcla de contraste y armonía en el momento
distanciador de lo Tremendum. La criatura se estremece ante lo numinoso
con humilde timidez, pero tiene siempre al mismo tiempo un impulso de
volverse hacia él. No es sólo admirable. También es fascinante.

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Las representaciones racionales que van paralelas a estos momentos
irracionales de lo fascinante y lo esquematizan, son: el amor, la
misericordia, la compasión, la caridad, todos momentos naturales de la
expresión anímica común, sólo que pensados en su perfección.
“Ser bienaventurado, delicia infinita,
Abismo de la dicha más perfecta
Majestad Eterna, espléndido sol,
Que no conoce cambio, ni alteración”

Bernard de Cluny

Continuidad histórica de Lo Numinoso

Carl Jung tomaría desde Otto también el concepto numinoso en relación


al carácter de los Arquetipos, agregando que “inmediatamente, el temor
es superado de forma chocante, sorprendente” por medio de la
misericordia (sentir o irradiar afecto entrañable) y la gracia. Jung adhiere a
la definición de Otto sobre el carácter numinoso en tanto comparte que es
un ámbito de “lo fuera de lo común”, un modo no ordinario o elevado de
conciencia.

Jung hace referencia además a la importancia de la presencia de la


sombra en lo numinoso, y que en ella misma estaría la sanación, donde
tanto los aspectos positivos y negativos de la numinosidad pueden ser
potencialmente útiles para el desarrollo humano psicológico y espiritual.

De acuerdo con Jung también, a través de lo que él describe


metafóricamente como el proceso "alquímico" del desarrollo humano, el
Ser (Self) experimenta algo parecido al desmembramiento de Osiris (Mito
de Isis & Osiris), se "muere" y se desgarra, pero a través de una experiencia
numinosa puede ser también reconfigurado, reconstituido, en sus palabras,
puede ser “redimido”. En lenguaje psicológico, se restaura con un nuevo y
equilibrado sentido de la vida.

“La necesaria y requerida reacción de lo inconsciente colectivo se


expresa, en representaciones formadas arquetípicamente. El encuentro
con uno mismo significa en un principio el encontrarse con la propia
sombra. Por otra parte, esa sombra es un paso angosto, una puerta
estrecha cuya precaria angostura no puede eludir nadie que descienda a
lo hondo del pozo. Pero hay que conocerse a sí mismo para saber quién se
es, puesto que lo que viene después de la muerte es, inesperadamente,

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una ilimitada extensión llena de inconcebible imprecisión, en la que al
parecer no hay ni fuera ni dentro, ni arriba ni abajo, ni aquí ni allá, ni mío ni
tuyo, ni bueno ni malo. Es el mundo del agua, en el que flota, en suspenso,
todo lo vivo, donde comienza el reino del «simpático»*, del alma de todo lo
vivo, donde yo soy inseparable y soy éste y aquél, donde experimento en
mí al otro y el otro me experimenta a mí como al yo.” C. G. Jung, Obra
Completa volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Sobre los arquetipos de
lo inconsciente colectivo.

Este último aserto respecto de la vivencia del sí mismo desde el encuentro


con otro, llevaría a otro filosofo contemporáneo, Emmanuel Levinas (1906 –
1995), desde su propia experiencia (campo de concentración nazi en
Hannover) a sostener que en base a la sacralidad de la experiencia de
vida, era una aspiración equívoca e inconducente la premisa ontológica
de “conocerse a sí mismo, sin transitar ineluctablemente por el encuentro
con otro semejante”, donde según él, afloran las verdaderas noticias del sí
mismo.

“Levinas propuso un humanismo del otro hombre (Alteridad), del hombre


que se responsabiliza y responde totalmente por el otro: Desde el momento
en que el otro me mira, yo soy responsable de él sin ni siquiera tener que
tomar responsabilidades en relación con él; su responsabilidad me
incumbe. Es una responsabilidad que va más allá de lo que yo hago.

Así pasamos, con Levinas, de un yo cerrado (ego cartesiano) a un yo


abierto, ya que la filosofía a partir de ahora no empezará en el yo, sino en
el Otro. Pues, ¿cuándo soy yo? Cuando otro me nombra. Si nadie nos
nombra, no somos nada.

Podemos sustituir, de esta manera el "pienso, luego soy/existo", que


enunciaba Descartes, por "soy amado, soy nombrado, luego soy".
[Artículo de Paula Gil Jiménez, estudiante de cuarto de Filosofía en la Universidad de
Valencia, España, sobre “LA TEORÍA ÉTICA DE LÉVINAS”. Link: http://de-
autores.blogspot.com/2006/08/teora-tica-de-lvinas.html

“El principio fundamental de la filosofía de Levinas nace de una


constatación sagrada: el principio no es el pensamiento como la filosofía
cartesiana se empeñó en mostrar. Poner al inicio de toda experiencia el
pensamiento, implica un aprehender que se adueña de lo aprendido. Si
comenzamos en cambio por la relación, las cosas cambian, encontrarnos

*
No confundir con los Sistemas Nerviosos Simpático y/o Parasimpático

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con el otro es nombrarlo en una relación que rompe la posesividad y al
romperla, trasciende la distancia entre el tú y el yo.

Lo segundo que sugiere Levinas es: La desnudez del rostro del otro me
manifiesta su vulnerabilidad, su indefensión, su impotencia y el miedo, me
prohíbe humillarlo o matarlo; me pide que lo tome a su cuidado.

Lo tercero que nos muestra que es la relación auténtica, la experiencia


irreductible que se da en el enfrentamiento cara a cara, es en ese
encuentro donde me pide que me haga responsable de él hasta la
redención. Lo humano realmente comienza cuando soy capaz de cargar
con esta responsabilidad del otro, cuando sus desgracias y miserias me
persiguen y me siento interpelado, emplazado a responder a sus miserias y
a las miserias de los otros.

La libertad para Levinas se encuentra en la capacidad de posponer la


traición. La capacidad de posponer la traición solo puede explicarse por
algo que trasciende al mismo Yo, y que se manifiesta en primer lugar en los
otros.

No hay nada en este mundo capaz de hacernos renunciar al yo, excepto


el rostro de los otros.

Aunque toda la creación proclama la grandeza del misterio, nadie la


proclama mejor que el prójimo.

El carácter del encuentro para Levinas: La relación con el otro puede


alcanzar estado de epifanía en el encuentro con la mirada y al entrar en
comunión, la manifestación de lo sagrado del otro. El vínculo con el otro
tiene la cualidad de lo infinito, es inabarcable, el encuentro es la
posibilidad de rescatar lo divino del otro”.

Extractos de la tesis para obtención del título de “Facilitador de Biodanza” Escuela


Cordillera de los Andes, nombre de la tesis “La ética de Levinas, una ética para Biodanza”
Autor: Rodolfo Cesar Carter Canales, Año 2009

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Hacia la epistemología de Rolando Toro

Para entender las motivaciones que llevaron a Rolando a adentrarse


dentro del mundo de lo inconsciente hemos de interiorizarnos en uno de
sus principales ejes de trabajo que fue el estudio del aprendizaje y el
conocimiento, y para ello es necesario entonces recorrer un poco su
biografía.

Entre 1924 y 1929, cuando tras la catástrofe de la Primera Guerra Mundial,


la economía mundial conoció una etapa de expansión, en un fresco 19 de
abril de 1924, en la sureña ciudad chilena de Concepción, nacía nuestro
querido Rolando Toro Araneda. Aunque no tan lejos de estos avatares, en
este país pequeño, varias décadas después Rolando profundizaría
rotundamente los alcances de lo que estos grandes pensadores que
hemos sintetizado acá, intuyeron y describieron sobre “lo inconsciente”.

La vida de Rolando posee una matriz de evolución que detona todo el


desarrollo de su historia. De acuerdo a sus palabras, él considera que esta
matriz fue su relación con Berta, su madre, quien, tras morir abruptamente
una de sus hijas, vuelca su vida entera hacia él, desde donde Rolando
recibe lo que posteriormente él llama “un amor incondicional”, en todo el
sentido levinasiano de la expresión. Éste sería para él, años más tarde, la
sencilla pero inconmensurable clave de gestación de toda su mirada
respecto del origen de su propio proceso formativo, existencial y de vida:
la necesidad del continente afectivo en medio del caos existencial, donde
el atractor principal es el amor. Él vivió esta relación como un milagro, pero
lo entendió como el único camino para transitar aquella “sombra
jungiana”. Más tarde él instalaría su experiencia a un nivel cósmico, y la
denominaría bajo la forma de un paradigma universal: el Principio
Biocéntrico.

Esta relación materno-filial la asimiló mucho más allá de la obvia y parcial


perspectiva de una madre con su hijo, sino desde una decidida e inédita
afirmación sobre los valores y méritos innatos de cualquier ser humano
respecto a otro, anterior a él ciertamente: “la valoración del otro, como un
ser sagrado” (Levinas).

Así, su propio desarrollo personal empieza a tornarse en un campo de


estudio. Rolando se sumerge en el mundo de los libros desde temprana
edad, incluso en textos que hasta su propia madre considerada
inadecuados para un adolescente de la época como él.

En ese sentido, marcaron su temprana juventud, un paliforme y ecléctico


conjunto de autores como Einstein, Rilke, Salgari, Kipling, y otros autores

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que unían la historia de la humanidad con el desarrollo del conocimiento
humano. Este hambre por conocer y entender lo marcaron hasta el día de
de su muerte, siempre empapado de saber más, para entender mejor,
especialmente las grandes contradicciones de los procesos históricos y las
desigualdades sociales, que para él sólo han generado guerras, el
verdadero rostro de la miseria humana.

Desde esta insaciable hambre por aprender y conocer, no fue extraño que
tuviera muchas inquietudes vocacionales. Tras 3 años estudiando medicina
en la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, sintió
necesario entregarse a aquello que pulsaba en sus genes familiares: ser
profesor. Gran parte de su familia lo era: su propia madre, siete de sus tías y
dos de sus hermanos fueron profesores también. Cambia todo, y se viene a
Santiago a formar como Profesor de Estado en la reputada Escuela
Normalista José Abelardo Núñez. Rolando pudo empaparse allí de la gran
tradición innovadora de la enseñanza normalista, desde donde inicia una
larga trayectoria docente. Tras egresar como profesor de enseñanza
primaria el año 1943, ejercería alrededor de dieciséis años en Talcahuano,
Valparaíso, Pocuro y Santiago sucesivamente. En cada una de las escuelas
donde trabajó, fue descubriendo aspectos que estaban ausentes en la
educación tradicional.

Su creatividad pedagógica intentaba reproducir su propia forma de


aprender: vivenciando todo lo que conocía. Así enseñó a pintar a niños
campesinos en Pocuro, mostrándoles in situ los eventos que luego iban a
plasmar en la tela. Esa generación, llamada “Los Niños de Pocuro”, vio sus
obras expuestas en Europa en importantes museos, con un impacto inédito
para la época en las esferas pedagógicas del arte. Asimismo, sus alumnos
de Valparaíso aprendieron a leer con un nuevo método de lectoescritura
creado por él, y que producía resultados más rápidos y profundos que los
alcanzados por el método tradicional.

De una carta a su primera esposa en 1952, Pilar Acuña, mientras era


profesor del Internado en Pocuro, se podía leer: “Mi querida Pilarcita: salí al
patio por un momento para mirar hacia arriba, pensando en ti. (...) Aquí la
escuela está muy vacía. El próximo lunes llegarán los niños. Tuve la idea de
una ciencia rítmica-musical para ordenar el movimiento natural del
cuerpo, especialmente en los "actos", de modo que su forma noble y
espiritual, distribuya un tiempo, una intensidad y una fuerza. Algo así como
provocar la musicalidad del Ser".

La concepción pedagógica de Rolando Toro estaba centrada en nuevas


formas de aprendizaje vivencial, a partir de la afectividad y del goce de
vivir. En esta propuesta no se excluían materias de carácter intelectual; se

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trataba de integrar la inteligencia con la afectividad y el respeto
recíproco. Claramente, se puede colegir una especie de “persecución”
obsesiva en Rolando por “descubrir” un camino de transformación, por
llegar al fondo del alma humana y que afianzara su real y profundo
desarrollo.

Corría el año 1952, cuando la connotada doctora Lola Hoffman vuelve a


Chile tras realizar sus estudios con Jung y sus discípulos, para dedicarse
para siempre a la “sanación de almas”, como ella diría, transformada en
una experta en análisis de sueño. Rolando nos reveló que su encuentro con
la Dra. Hoffman dejaría profundas huellas en él y una entrañable
admiración por la “genial maestra”, además de una serie de más de
doscientos análisis de sueño guiado.

Debido a sus revolucionarias concepciones sobre educación, el Decano


en aquella época de la Universidad de Concepción, don Rolando Merino,
invitó a Rolando a dar un Ciclo de Conferencias en la Escuela de
Educación de esa sede, y posteriormente, aceptó el descabellado pedido
de Rolando para crear un Laboratorio de Psicología en la Escuela de
Educación de la Universidad de Concepción,… sin él aun ser Psicólogo.
Desde esta fase de experimentación psicopedagógica, Rolando tomó la
decisión de realizar estudios al respecto, y con la mediación del entonces
Rector de la Universidad Chile, don Jorge Gómez Millas (1953-1963), pudo
entrar a segundo año de Psicología en la Escuela de Psicología del Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile. En este lugar se generó una
encuesta a un gran conjunto de alumnos y profesores, cuyos resultados
fueron estudiados a través de un análisis fenomenológico, y que dieron pie
a determinar las cinco líneas de Vivencia con las que, tiempo más tarde,
estructuraría el trabajo de Biodanza.

A mediados de los años 60’s, Rolando pudo conocer al doctor Claudio


Naranjo, con quien estableció una profunda amistad. Gracias a su
intervención, Rolando Toro ingresó al Centro de Estudios de Antropología
Médica (CEAM) de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile,

La propuesta de trabajo de Rolando fue la organización de fiestas


recreativas, donde los pacientes mostraron un gran interés por
“prepararse” y un entusiasmo inédito por asistir. Allí terminó por comprobar
la transparente permeabilidad de nuestra identidad a la música y al
movimiento (danza), al poder inducir distintos tipos de vivencias con estos
pacientes. La primera fase de ese descubrimiento fue que, muy por el
contrario como pensó, las danzas y músicas euforizantes fueron las que
calmaron los delirios en aquellos, y no las relajadas y suaves que, en los
primeros experimentos, provocaron una alteración marcada en sus

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trastornos, gatillando alucinaciones y delirios. Este primer intento fallido casi
termina con el estudio debido al reclamo general por parte de las
enfermeras que cuidaban de noche a los pacientes. Junto con descubrir
este fascinante y poderoso portal modificador de la conducta humana,
Rolando pudo comprender además que no era sólo una cuestión de
musicoterapia, -la que ya formaba parte de las psicoterapias que se
aplicaban desde el CEAM-, sino que la fuerza principal y responsable de la
transformación estaba en esa conexión profunda y concreta con el sí
mismo, con los otros y el entorno, que la vivencia inducía en cada música-
danza en los pacientes, y que si se continuaban con ella, permanecía en el
tiempo.

A partir de estas experiencias, se generaron las bases para la construcción


del Modelo teórico-operativo de Biodanza, en el que fueron localizados,
en un polo, los ejercicios/danzas de reforzamiento de la Identidad
(“conciencia ampliada del sí mismo y del mundo”), y en el otro, los
ejercicios/danzas de Regresión (“fusión con el Universo”). Con los resultados
de la encuesta diseñada en Concepción, poco a poco se definieron las
llamadas cinco líneas de Vivencia que son los ámbitos de los que se
ocupa, estimula y con las que trabaja Biodanza en cada sesión: la
Afectividad, la Sexualidad, la Creatividad, la Vitalidad y la Trascendencia
(del ego). Todas ella fueron estudiadas en profundidad, y se determinó
que, además de coincidir estadísticamente con los cinco principales
ámbitos de desarrollo humano en las personas, tienen una base genética,
pues se activan o inhiben por efectos de estímulos del entorno o ambiente,
influenciándose entre sí, aumentando recíprocamente la energía de sus
potencialidades.

En esos años, se suma a sus trabajos formales, un encuentro con el mundo


“hippie” chileno. Rolando vio que ese grupo idealista y desenfadado de
personas, “los hijos de las flores”, reflejaba y ejemplificaba una propuesta
demasiado parecida a sus postulados de cambio cultural y de vida,
viendo desprejuiciadamente en casi todos ellos, una identidad bien
integrada: entre ellos, con los otros y con su entorno.

Con ellos, Rolando empezó a organizar ahora fiestas de encuentro en su


propia casa (“La casa de Los Olmos”), y un sinnúmero de eventos con las
cuales, aquel primer descubrimiento del CEAM, traspasó la esfera de los
grupos con problemas siquiátricos y se aplicó a otras personas, sin
patologías. Estos eventos, tuvieron una arista muy particular, debido a la
gran amistad que sostuvo Rolando con Albert Hoffman (11 de enero de
1906 - 29 de abril de 2008), químico e intelectual suizo, nacido en Basilea.
Describió la estructura de la quitina, pero es más conocido por haber
sintetizado por primera vez la LSD, mientras estudiaba los alcaloides

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producidos por el cornezuelo del centeno (Wikipedia). Hoffman dentro de
una profunda seriedad respecto del enorme potencial terapéutico y
científico de la nueva sustancia, y de las consecuencias de un uso
inapropiado, confió en Rolando y le entregó un número apropiado de
dosis. Con ellas, Rolando convocó a experimentar en nuevas propuestas
creativas de expansión de conciencia, a través de la ingesta de LSD,
dentro de una línea de absoluta seriedad científica. En ellas se
incorporaron activamente, destacados científicos y artistas de la época,
músicos, pintores y escritores.

“En 1968, un grupo de jóvenes artistas se enclaustró en Villavicencio 349


para “ensayar” con ese poderoso alucinógeno. Bajo la supervisión de
Rolando, cuarenta artistas realizaron una sesión de pintura bajo los efectos
del ácido lisérgico y las expusieron pocos días después con bailes y música
psicodélicas incluidas.” (“Se oyen los pasos 1964 a 1973”, libro de Gonzalo
Planet, periodista e integrante de la banda rock chilena Matorral.)

Estas fiestas experimentales terminarían dando pie al primer esbozo de


implementación de lo que luego sería la Biodanza formal: los Juegos de
Psicodanza. En estos Juegos, participaban entre otros, su familia, los amigos
más cercanos e interesados, y también alumnos de las clases que le
habían solicitado a Rolando desde el Instituto de Estética de la UC. Allí
diseñó un curso sobre Expresión, Arte y Psicología, aplicando los resultados
de las vivencias de las fiestas y sumando un gran estímulo en la
manifestación libre de la expresión personal.

En este sentido, y tras conocerse los efectos de Biodanza en la activación e


interacción con los mismos neurotransmisores que poseen muchas drogas y
plantas enteógenas, Rolando decidió dejar de lado el uso de alteradores
externos de la conciencia. Para él, en ese sentido, Biodanza podía ser un
“expansor de conciencia” mas poderosa y efectiva.

Es así como desde este acercamiento a la biografía de Rolando, podemos


valorar ese “vértigo por la vida” como lo llamaba él, ese goce profundo y
apasionado por desentrañar una nueva forma de aprender y conocer, y
con el cual llegó a desarrollar finalmente un nuevo código de convivencia
entre las personas: restituyendo la profundidad del vínculo humano,
demostrando a lo largo de su vida, una convicción y una fe
inquebrantable en sus amorosos y pacíficos postulados.

Un viaje a principios de los 70’s a la mítica Comunidad de Esalen, en Big


Sur, California, y al pequeño pueblo de Bodega, en San Francisco, Rolando
compartió experiencias grupales, donde el Contacto y la Caricia eran las
propuestas principales como premisas y prácticas sanadoras. Allí conoció

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los trabajos de René Spitz, que ya trabajaba con los llamados “niños
institucionalizados”, es decir de Orfanatos o internados públicos. En
Rolando calaron hondo sus postulados, que sostenían que había una
relación directa entre la estimulación afectiva y el sistema inmunológico.
Los chicos que eran visitados por sus madres continuamente, casi no se
enfermaban respecto a los que permanecían solos y sin visitas. Rolando
volvió a Chile e incorporó indisolublemente a su Modelo operativo, la
presencia sanadora de las caricias y el contacto en sus ejercicios.

“La base conceptual de Biodanza proviene de una meditación sobre la


vida; del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados y de nuestra
vacía y estéril estructura de represión; es decir, proviene con certeza de la
nostalgia del amor.” RT.

Tras todas estas experiencias de los años 60’s, y ya a principios de 1970,


Rolando formula su paradigma aglutinador: el Principio Biocéntrico. No sólo
ya para la Biodanza, sino para las ciencias humanas, y uno de cuyos
axiomas principales, reza: “El Universo existe porque existe la vida, y no al
revés…”, según lo cual "toda vida es sagrada". Esta reflexión condujo a
Rolando con el tiempo, a integrar los resultados de sus estudios en una
escala y profundidad mucho más amplia.

“Biodanza es, entonces, una abierta transgresión a los valores


contemporáneos y a los dictámenes de alienación de la sociedad de
consumo y de las ideologías totalitarias. La Biodanza se propone restaurar
en el ser humano, el vínculo originario con la especie como totalidad
biológica y con el universo como totalidad cósmica.” RT.

Rolando Toro y el Inconsciente Vital

Desde la perspectiva científica, los dos grandes aportes teóricos de los


estudios, observaciones experimentales y bibliográficas de Rolando y que,
en sí mismos, son el gran sustento para entender la profunda mirada desde
donde se estructura Biodanza, han sido el Principio Biocéntrico, que ya
expusimos, y lo que él denominó como el Inconsciente Vital.

Este concepto se nutre, entre otros, de los trabajos y estudios de Humberto


Maturana y Francisco Varela, los que ciertamente vinieron a renovar la
visión mundial sobre el proceso de la vida a partir del abordaje de las
neurociencias.

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Uno de los aportes más importantes de estos dos grandes científicos
chilenos fue enunciar que la "cognición" es la actividad misma de la
autogeneración y de la autoperpetuación de la vida.

La cognición, según estos autores, sería la interacción entre los organismos


y su ambiente, es decir, el proceso cognitivo tendría como soporte base el
acoplamiento estructural con el ambiente. Con ello, instalaron el novedoso
concepto de “autopoiesis” (del griego αυτο-, auto-, "sí mismo", y ποιησις,
poiesis, "creación" o "producción") como una propiedad genética de los
seres vivos y que designa la dinámica de una estructura no estática, pero
capaz de mantener estable su estructura u organización, durante períodos
prolongados.

Rolando profundizará en este ámbito y postulará que existe una forma de


“psiquismo celular” de los órganos, tejidos y células, y que obedece a un
"sentido" global de autoconservación, más allá de constituirse en “los
universos cerrados sólo de los seres vivos”. Sobre la base de este “psiquismo
celular” sugerirá la existencia de un “Inconsciente Vital”. Su distinción como
“Inconsciente” deriva de la gran autonomía respecto a la conciencia y al
comportamiento volitivo (de la voluntad) de las personas.

El Inconsciente Vital daría cuenta de la existencia de los fenómenos de


solidaridad celular, de la formación/creación de tejidos, de la defensa
inmunológica y, en suma, del acontecer exitoso del sistema viviente. Este
"psiquismo" coordinaría las funciones de regulación orgánica y
homeostasis. Así, de acuerdo a Rolando, el Inconsciente Vital se nutre de la
memoria cósmica y organiza la materia (cadenas proteicas, sistemas
orgánicos) sobre la base de una programación presuntiva que puede o
no, generar sistemas orgánicos estables.

Para Rolando, los descubrimientos de la neurociencia, la fisiología y los


aportes de Maturana y Varela, permitían reconocer en el conjunto de
mecanismos que crean las regularidades y los procesos de
autoorganización a nivel celular, en los organismos vivos, a través de un
orden implícito en la existencia del mundo biofísico. Desde esta
perspectiva, Rolando estableció que es posible hablar concretamente de
un Inconsciente Vital, en un plano complementario al Inconsciente
personal de Freud y al Inconsciente colectivo de Jung, donde los tres
interactuarían recíprocamente sobre cada individuo.

A partir de su investigación sobre el modelo de Biodanza, Rolando propone


entonces una visión ontocosmológica donde el sistema autopoyético es
cognitivo en el mismo sentido que el cosmos es cognitivo. El concepto de
Inconsciente Vital permitiría además, como se puede vislumbrar, el

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comprender con mayor profundidad el Principio Biocéntrico como una
"tendencia" cósmica que genera las condiciones para que surja la vida.

Rolando determinó entonces que el Inconsciente Vital, al igual que los


otros dos Inconscientes, tenían medios de expresarse, de visualizarse, y que
en su caso, podemos tener “noticias de él” (esto es, de nosotros mismos) a
través del humor endógeno, el bienestar cenestésico y del estado global
de salud de las personas. En ese sentido, el Inconsciente Vital está en
sintonía con la esencia viviente del universo. Cuando esta sintonía se
perturba, se inicia la enfermedad. El acto de curación será comprendido
entonces, como un movimiento, para recuperar esa sintonía vital, y no con
una patología meramente fisiológica.

Los medios que Rolando sugiere para tener un acceso exitoso al


Inconsciente Vital, nos los heredó en gran parte a través de los ejercicios
que fue diseñando para Biodanza y en sus elementos concomitantes. Estos
son:

• Caricias y erotismo,
• Juegos (humor y risa)
• Alimentación (ceremonia de los frutos),
• Vínculo con la naturaleza
• Éxtasis cósmico
• Despertar de los instintos mediante danzas primitivas
• Mediumnidad para identificarse a través de la danza con la música,
• Masaje no dirigido a la musculatura, sino a las sensaciones
cenestésicas,
• Biodanza Acuática y Biodanza con baños de Barro.
• Regresión mediante el Trance de Suspensión

El camino de Rolando Toro al Inconsciente Numinoso

Hemos visto hasta ahora que hay distintos enfoques sobre lo inconsciente,
todos abrazan ciertos pilares comunes: la complejidad de su acceso desde
lo consciente; ser inefable, es decir, residir bajo el umbral de la conciencia;
el emanar al alero de la teoría de la represión; compartir algunas
acepciones respecto a su ubicación física (aparato psíquico, universo
celular) y ciertamente el esconder ciertos tabúes contraculturales como
parte de su estructura de contenidos.

Estas similitudes llevaron a plantearse a Rolando, que ciertos tabúes como


el sexo u otros, sólo escondían una parte de los efectos de los sistemas

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culturales represivos, y que pasaban a formar parte de los dos tipos de
Inconscientes conocidos hasta entonces. Con una atenta y acuciosa
mirada, Rolando llegó a la conclusión que lo más reprimido a lo largo de la
historia de la humanidad, no eran en rigor aquellos tabúes, sino la ausencia
de reconocimiento desde la especie, respecto de su propia grandeza: la
grandeza humana.

Incorporando los trabajos de Rudolf Otto, y sumados a la nueva filosofía de


la Ética por sobre la ontológica que introdujo Levinas, Rolando instala la
posibilidad de un nuevo Inconsciente, uno que respondiera a esta nueva
mirada. Él lo llamará el Inconsciente Numinoso, otorgándole la
característica de ser el depósito donde se aloja, inefablemente, la esencia
del alma humana, las claves de su existencia, y cuyo contenido primordial
– la grandeza humana-, ha sufrido la mayor y persistente represión por
parte de nuestra civilización a través de la historia.

De acuerdo a Rolando entonces, el Inconsciente Numinoso se manifiesta


como una invitación a re-conectarnos con la grandeza humana.

Rolando por lo mismo, hubo sin embargo de establecer ciertas diferencias


respecto del concepto de “Lo numinoso” que proponía Rudolf Otto. Para
Rolando, lo sagrado y lo profano están en una completa integración. De
acuerdo a él, en esta dicotomía, que se arrastra desde los tiempos del
Logos griego, nos advierte del peligro de “vivir” en esta separación donde
por ejemplo son sagrados los símbolos o lugares religiosos, pero la mujer
que busca en la basura comida para su hijo es profana.

En este sentido se puede encontrar también una diferencia con Rudolf


Otto, en torno a lo inapropiado de confundir lo “tremendo” de la
experiencia numinosa, y que ha llevado muchas veces a miles de
personas, en su búsqueda precisamente de “lo numinoso”, a hacer actos
“tremendos” como la autoflagelación, andar kilómetros de rodillas, ayunos,
etc. Frente a aquello, Rolando antepone como actos “tremendos”, al
actuar desde el placer compartido y recíproco (el dirá en feedback), a los
actos de amor hacia otros, a los actos compasivos del corazón, etc.

Así, de acuerdo a Rolando, el Inconsciente Numinoso (Misterium-


Tremendum-Majestas-Beatificante-Energicum), estaría constituido por 4
pilares fundamentales:

1. Amor en todas sus dimensiones: Uno de los contenidos de la grandeza


humana es el amor en todas sus dimensiones, parte de su misterio es
inefable y paradójico, como algo al mismo tiempo muy concreto.
Porque se pregunta Rolando, ¿qué hay más concreto que todo lo que

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nos pasa cuando amamos o perdemos un amor, o el cambio de tonus
muscular de dos personas al encontrarse?

Rolando nos invita a considerar al amor como una tendencia de


integración a todo aquello que genera, protege y mantiene la vida.
Para él, es la tendencia de integración a la vida y al universo. Por ende,
el Inconsciente Numinoso en primer término nos invita a desarrollar el
amor en todas sus dimensiones: Amor Cósmico, Amor epifánico,
amistad, solidaridad, ternura, empatía, etc. Desde esta
invitación/condición, surge desde Rolando un cambio de paradigma
que para nosotros es inédito y revolucionario: la premisa
contemporánea de que para amar a otros debo amarme a mí mismo
primero, queda obsoleta, porque sería ineficaz, inabordable. El
Inconsciente Numinoso nos convoca entonces en cambio “Amar a
otros, para poder amarnos a nosotros mismos”.

2. El Coraje:

El coraje es entendido como “valor” (en contraposición a lo que


algunos entienden por resentimiento). Rolando ve en el coraje una
virtud humana, y que se puede definir como la ‘fuerza de voluntad que
puede poseer una persona para llevar adelante una acción a pesar de
los impedimentos’. Dichos impedimentos generan miedo. El coraje es la
habilidad entonces de sobreponerse a dichos miedos y perseverar con
la acción que se pretendía realizar.

Esto es muy coherente con la mirada que Rolando tuvo sobre la historia
de la humanidad, que siglo a siglo produjo naciones “enfermas de
civilización”, y que criaron y han criado a sus pueblos en base al miedo
a vivir, al miedo a expresarse, en definitiva, con miedo al amor.

Sabemos que las respuestas al miedo pueden ser al menos cuatro:


“Fuga, Lucha, Parálisis o Desafío”, Este último entendido como
“situación difícil a la que alguien se enfrenta”. Acá la palabra clave es
“enfrenta”. Y para Rolando expresa precisamente parte de la invitación
del Inconsciente Numinoso: acercarse al miedo para abrazarlo y
transformarlo en energía redentora, a la manera de Jung. Es por eso
que en Biodanza, el valor no está en desafiar a otro, el valor radica en
enfrentarse a las propias sombras y ponerlas frente a frente, iluminarlas
para ver donde antes no se veía.

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3. Iluminación de la propia Sombra:

La iluminación a que hace referencia Rolando acá como un


componente esencial del Inconsciente Numinoso es ciertamente la
Iluminación Junguiana. En este sentido, nos advierte con ella respecto
de aquellas posiciones místicas más radicales, que en sus casos más
extremos, niegan y separan la sacralidad de toda y cualquier vida,
instalando “la Iluminación o el ser iluminado” como algo más elevado a
ella, negando el cuerpo, las emociones y cuyo objetivo último es no
reencarnar más en esta tierra. Con ello además se hace una
separación dramática (delirio místico o ego patológico) entre
Iluminados y no iluminados.

Rolando siempre mantuvo una gran preocupación de que desde


Biodanza se considerara a todos como seres sagrados. Rolando
propone entonces la instancia de la luz como aquella necesaria para
“ver-nos”, para conectar con la propia sombra y llevar a ella ‘esa’ luz.
Para ver donde no antes no veíamos. Rolando consideró esto porque se
convenció, al igual que Jung, que aun en la propia sombra se
encuentra la semilla de la sanación. “Ver la Luz” (la Luz del otro),
también en el sentido de conectar con la sacralidad del otro e iluminar
su vida reconociendo sus virtudes (Levinas). Esto en contraposición de
generar continuamente juicios, críticas, ironías, descalificaciones, las
que finalmente sólo ayudan al otro a transformarse en algo que no
quiere ser. Con esa forma implacable, lo ubicamos en un lugar en que
no desea estar.

Por eso, para Rolando el desafío y objetivo esencial de Biodanza es


ayudar a las personas a transformarse en lo que siempre han sido, seres
sagrados, únicos e irrepetibles.

La luz se necesita para poder ver a los otros, para alumbrarlo y


conectarse con ellos en y desde la luz.

4. Conciencia ontocosmológica (Íntasis):

A través del Inconsciente Numinoso, Rolando reformula la pregunta


cartesiana que derivó en su “Cogito ergo sum”. Ya no basta
preguntarse por ¿quién soy? La pregunta trascendente para Rolando
ahora es: ¿quiénes somos?

Con ello, Rolando plantea que la forma de existir y de mirar al mundo


de los seres humanos no se limitaría a simplemente “mirarse a sí mismos”,
sino a mirar al cosmos, desde una nueva consciencia ontocosmológica.

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Rolando plantea entonces que esta nueva consciencia puede
aprehenderse a través de la experiencia del Íntasis. La experiencia del
Íntasis se vive como un vuelco hacia el sí mismo, pero un sí mismo que
pertenece al todo. Es la súbita ampliación de conciencia, unida a la
vivencia emotiva de “estar vivo” por primera y única vez, concentrando
todas las posibilidades del ser. Esta vivencia va acompañada de un
sentimiento de belleza y plenitud. Es sentirse parte vivo de una totalidad
orgánica, junto a un sentimiento de eternidad, es decir, atemporal.

Estos cuatro pilares fundamentales del Inconsciente Numinoso son


asequibles a toda persona de acuerdo a Rolando, quien ciertamente
intuía cuál era el camino para incorporarlos a la propia vida. Su vía regia
de acceso es la vivencia.

Para finalizar este documento, la mejor forma de descubrir el camino de


Rolando hacia el Inconsciente Numinoso, quizás sea presentar un texto
publicado por él, el año 2008, donde él mismo nos brinda una preclara
orientación hacia dónde apuntaban y desde dónde arrancaron sus
propuestas. Este artículo, forma parte de su homenaje a quien fuera su
gran amigo Alfred Hoffman, y que precisamente lleva por título “La
Grandeza del Hombre”:

“… En todo ser humano palpitan las formas de grandeza humana. En


todo ser humano duerme un titán, un genio, un amoroso.

Los efectos que tienen las drogas expansoras de conciencia sobre el


hombre común, arrojan mucha luz sobre la comunicación de la
grandeza interior, dormida o latente; lo instalan en la Experiencia de
Totalidad.

El sentimiento de íntima vinculación consigo mismo, con la naturaleza


y con el prójimo, es una experiencia cimera* que se tiene rara vez en
la vida. Experimentarla una sola vez, permite iniciar un cambio de
actitud frente a sí mismo y frente a los demás.

El saber con “certeza” que no somos seres aislados, sino que


participamos en el movimiento unificante del Cosmos, basta para
desplazar nuestra escala de valores. Pero este saber con certeza no es
un saber intelectual, es un saber más conmovedor y trascendente.

*, Cimera, ra: (De cima). adj. Situado en la cima o en la parte más alta o destacada de algo. En este caso “la experiencia más alta”.

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Los egipcios en el Libro de los Muertos hacen referencia al poderoso
sentimiento de unidad ontocosmológica:

Soy la parcela de las parcelas, de la Gran Alma Incandescente.

Para los hombres de esta civilización, amenazados, deprimidos,


tiranizados por el maquinismo y las ideologías, la posibilidad de
alcanzar un estado de conciencia ampliada es casi imposible.

Nuestros hábitos mentales nos han desligado de la totalidad…

“LA GRANDEZA DEL HOMBRE”


Artículo de Rolando Toro, publicado en el Boletín Bimestral Nº 9 de IBF, Abril – Mayo
de 2008, Sitio WEB IBF.

Una nueva etapa en Biodanza

Para Rolando, como nos lo dice en sus propias palabras, el Inconsciente


Numinoso viene consolidar el Modelo Teórico de Biodanza, instalándolo
como un paradigma de la existencia humana en una perspectiva
ontocosmológica.

Rolando infiere que el desarrollo y evolución existencial de la especie,


desde la expresión de nuestros potenciales genéticos hasta el acceso a la
conciencia epifánica y ética, estarían sustentados por el acceso y
reconocimiento del Inconsciente Numinoso.

Acceder a la conciencia ontocosmológica es sentirse parte del universo y


no en frente de él. Así, quien que se siente parte de la naturaleza pasa a
convertirse en un ser esencialmente ecológico.

Con ello, Rolando nos deja un escenario de profunda trascendencia, y que


repercutirá en la forma y el impacto que adquiere Biodanza, como
herramienta de desarrollo humano.

En este sentido, nos parece que la praxis de Biodanza, a partir del legado
de Rolando respecto al Inconsciente Numinoso, debiera incorporar desde
la progresividad de su metodología a Grupos regulares, esta visión de
iluminar las sombras, de enfrentarnos a ellas. Una propuesta plausible para
ello, la intuimos a partir de las fases de profundización y radicalización de
los procesos de cada grupo.

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En los grupos de inicio, las personas tienen depositada parte de su vida en
las sombras y basta la estimulación metodológica de los potenciales
genéticos para reflejarlas. En grupos más avanzados (fases de
profundización y radicalización), cada cierto tiempo podemos recurrir a las
posiciones generatrices, danzas secuenciales, etc, como herramientas
para enfrentar las sombras, llevando la luz, siempre en y desde el contexto
ver-nos.

Desde nuestra perspectiva, el legado de Rolando en ese sentido es


también una noticia de esperanza profunda para el mundo y la
humanidad entera: si existe alguna razón para la existencia de nuestra
especie en el Universo, ésta sería para expresar rotundamente la cualidad
amorosa de la grandeza humana; si compartimos con el Cosmos, el
milagro de la vida, es para recorrer y disfrutar, el camino del Amor.

Para amar hay que tener coraje.


Para caminar por la vida necesitamos coraje.
Para ser tu mismo y expresarse hay que tener coraje.

“El único éxito que existe, es cuando amaste y fuiste amado.”


Roland Toro A.

, PLT/rpb

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BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:

1. Material del registro audiovisual (13 cintas DVCam) del Documental en proceso “Íntasis
del renacido” sobre la vida y obra de Rolando Toro Araneda. Autores: Pedro Labbé y
Ricardo Pastene.
2. Cuadernillos de Formación de Facilitadores de las Escuelas de Biodanza Sistema
Rolando Toro.
3. Biodanza, Rolando Toro, libro, Editorial Cuarto Propio.
4. Eliade Mircea (1978) Historia de las creencias y de las ideas religiosas
5. Rudolf Otto (1980) Lo santo lo racional y lo irracional en la idea de dios. Madrid
editorial Alianza
6. Rudolf Otto “LO SAGRADO” Editorial: Claridad
7. Lo inconsciente (1915) Sigmund Freud
8. Conciente inconciente individuación (1939) Carl Gustav Jung
9. MATURANA, Humberto y VARELA, Francisco (1984). El árbol del conocimiento. Bases
biológicas del entendimiento humano. Edición revisada (1992) The tree of knowledge:
biological roots of human understanding
10. MATURANA, Humberto y VARELA, Francisco. De máquinas e seres vivos. Autopoiese, a
Organização do Vivo. Porto Alegre: Artes Médicas, 1997.

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