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Basilea III

Un nuevo desafío

Edgardo Durán Rivera


Senior Manager
Financial Advisory services
Deloitte Chile

Durante las últimas semanas hemos escuchado diversos comentarios respecto a las mayores exigencias
de capital aplicables a las entidades bancarias. Esta mayor exigencia busca dar estabilidad al sistema
financiero y evitar crisis como la ocurrida durante el 2008, y que aún presenta algunos efectos a nivel
mundial.
Los esfuerzos por reforzar la solvencia- nivel de capital- de las
entidades financieras y complementarlas con nuevas exigencias de
liquidez, constituyen lo que se conoce como Basilea III. Este nuevo
acuerdo se resume en mayores exigencias al Pilar de Capital y la
generación de un nuevo Pilar de requisitos de liquidez, manteniendo
los pilares de supervisión y de disciplina de mercado de Basilea II.
En lo que respecta al Pilar de Liquidez, se hace referencia a dos ratios
de liquidez y a las buenas prácticas de gestión de riesgo, donde los
bancos deben mantener un nivel adecuado de activos líquidos - libre
de gravámenes- de alta calidad, para satisfacer sus necesidades de
flujo para un horizonte temporal de 30 días bajo un escenario de
estrés severo; y un segundo ratio de financiamiento estable a un
horizonte de un año plazo.

En lo referente al capital en Basilea III, según datos entregados por el Bank for International Settlement
(BIS), los requerimientos básicos de capital se elevan de un 2% hasta el 7% y los requisitos del
denominado Tier 1, aumenta desde un mínimo de 4% a un nuevo mínimo de 6%, durante un calendario
específico de aplicación.
Los anteriores requerimientos de capital se complementan con un “colchón” anti cíclico que oscilará,
según el acuerdo del 12 de septiembre de 2010, entre 0% y 2.5% de los activos ponderados por riesgo e
incorpora una mayor claridad en la definición de “calidad del capital”, como se puede apreciar en la
siguiente tabla:
La evolución desde Basilea II a Basilea III pareciera ser muy exigente en sus ratios. Sin embargo y por
dicho motivo, esta nueva normativa se aplicará en forma progresiva y no entrará plenamente en vigor
hasta el 2019. Todos estos cambios, si bien están en la dirección correcta, son tímidos en su aplicación,
por lo cual podríamos tener otra crisis financiera antes de la plena aplicación mundial de esta normativa.
En lo que respecta a Chile, es necesario recordar que estamos basados en el acuerdo de Basilea I,
donde el regulador local exige un patrimonio efectivo de un 8% sobre activos ponderados por riesgo y un
capital básico de 3% sobre el total de activos. Si utilizamos las actuales definiciones de capital básico
que rigen en Chile y de los activos ponderados por riesgo, según Basilea I, podemos obtener una visión
sencilla de la situación de nuestro país con respecto a Basilea III, pero orientativa de dónde estamos.

Fuente: Datos financieros publicados por la SBIF, Junio 2010

Los datos muestran una holgura entre el actual límite de Basilea I y el uso de capital por parte de los
bancos (no considera exigencias adicionales que pudiesen tener determinados bancos). Respecto a la
exigencia de Basilea III, observamos una menor holgura, pero toda la banca cumple el ratio,
presentándose oportunidades de hacer más eficiente el uso de capital. Luego de esta mirada, surge la
pregunta ¿qué es lo que ocurría si estuviésemos utilizando Basilea II?, ¿cuánto podríamos ahorrar en el
uso de capital como banco? y ¿estamos capacitados para lograr y solventar ,frente al regulador, dichos
ahorros para poder utilizarlos?.
En conclusión, nos queda un largo camino por recorrer hacia Basilea II y III, ya que la experiencia
internacional muestra que no es fácil su implementación y lleva años llegar a su plena aplicación. Hacer
eficiente el uso de capital en el mediano y largo plazo debe ser parte del enfoque estratégico de la
institución financiera, integrando en su gestión el riesgo crediticio, operacional y de mercado, de acuerdo
a la realidad del negocio. Esta visión no busca “cumplir” esperando que el regulador dicte normas que
apunten a Basilea II/III, sino que pretende mejorar la gestión del negocio y de los riesgos, con un
enfoque que apoye la eficiencia de los procesos (ahorro de costos), como la selección de clientes que
cumplan con la relación riesgo - rentabilidad que el banco se ha fijado.
Cuando la regulación se haya adaptado, sólo los que sean líderes en esta materia podrán sacar amplias
ventajas de este nuevo acuerdo.
Finalmente, debemos tener presente que como país estamos atrasados en comparación con algunos de
nuestros vecinos. Por ejemplo, en países como Perú y Brasil, el regulador está permitiendo a los bancos
presentar sus modelos internos para determinar requisitos de capital. Situación que nos lleva a
reflexionar y a buscar nuestra hoja de ruta hacia Basilea II/III.

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