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TEMA 3 ORAR CON LA NATURALEZA

Orar con la naturaleza es sin duda una de las formas


más bellas de oración. No obstante, la mayoría de nosotros
hemos perdido la capacidad de poder disfrutar de la naturaleza.
Hemos vivido tanto tiempo vida en medio del humo de los
automóviles y las fábricas, y de los olores artificiales de las
cosas que compramos, que ya no nos impresionan, los olores
suaves de las frutas o de la tierra mojada. Muchas personas en
la ciudad viven siempre oyendo música en sus grabadoras,
mientras trabajan, estudian, platican y hasta para dormir, de tal
manera que hasta hemos olvidado como se puede disfrutar de
los conciertos de sonidos que Dios da con su creación.

Sin embargo nunca es tarde para recobrar la sensibilidad


por las cosas de la naturaleza. Poco a poco podemos aprender
a despertar nuestro gusto por contemplarla y en ella a Dios que
la creo.

Hubo un hombre llamado Baden Powell, nacido en


Londres en 1857 y muerto en Kenia en 1941, que pensó que
era posible, llegar a Dios, aún para un ateo a través de la
contemplación de la naturaleza. Este hombre, convencido de
que mirar al cielo es la mejor manera de despertar sentimientos
religiosos en las personas, decidió retirarse de ser general del
ejército, para dedicarse por completo a promover un movimiento
que busca precisamente despertar una fe mayor en Dios
mediante el contacto con la naturaleza, el movimiento scout.
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Vamos a leer uno de sus escritos por grupos para luego


compartir que aprendemos sobre orar con la Naturaleza:

Muchos individuos que viven en las ciudades jamás o


rara vez llegan a darse cuenta de la naturaleza. Sus ojos
están acostumbrados a ver escaparates, anuncios y gente.
Pero aquellos que han vivido en contacto con la naturaleza
se dan cuenta de sus bellezas. El hombre que es ciego a las
bellezas de la naturaleza pierde la mitad del placer de la
vida. La naturaleza es una escuela donde las diferentes
inteligencias aprenden diferentes cosas, uno expresará su
concepción de la naturaleza por la poesía, otro por la
pintura, pero todos con amor tranquilo.

Puedo comprender que un hombre que pone su vista


en la tierra sea ateo. Pero no puedo comprender que un
hombre que levanta su vista al cielo en una noche serena
pueda decir que Dios no existe. La contemplación de la
naturaleza es el gran antídoto contra el ateísmo.

En el contacto con la naturaleza se fomenta otra


virtud necesaria para una persona religiosa: la humildad. Al
contemplar la majestuosidad y grandeza de las cosas, el
hombre se siente pequeño y limitado ante todo lo que ve.
Pierde un poco de su orgullo y se pone en aptitud de aceptar
a alguien superior a él. Las plantas en todas sus especies, con
sus flores, cortezas, follaje y frutos. Los animales, con sus
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especies y hábitos. Las estrellas, con sus órbitas fijas en el
espacio, nos dan la primera concepción del infinito y de la
inmensa obra del Creador, en la cual el hombre no es más
que una ínfima parte. Todo esto tiene gran fascinación para la
juventud, lo cual atrae su curiosidad, su poder de observación
y le conduce directamente a reconocer la mano de Dios en
las maravillas del Universo, con sólo que haya una persona
que se las muestre.

Siempre existe un atractivo especial en la vida al «aire


libre». El hombre que ha crecido entre las grandes obras de la
naturaleza cultiva la verdad, la independencia y la
confianza en sí mismo. Tiene impulsos de generosidad y de
lealtad para con sus amigos y con la patria. Los hombres se
convierten en caballeros por el contacto con la naturaleza.

«Si fuera rey de Francia, no peritiría a ningún niño de


menos de doce años -cita a Alejandro Diumas- entrar en la
ciudad». Hasta esta edad los niños deberían vivir al aire libre,
en los campos, en los bosques, en compañía de perros y
caballos, cara a cara con la naturaleza que fortalece el
cuerpo, abre el espíritu y la inteligencia, poetiza el alma y
desvela en ella una curiosidad más preciosa para la educación
que todas las gramáticas del mundo. Comprenderían tanto los
ruidos como los silencios de la noche, tendrían la mejor de
las religiones, la que Dios mismo revela en el espectáculo
mágico de sus milagros diarios. Hay que enseñar al niño
endeble de la ciudad que, por encima del techo del cine,
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brillan las estrellas.

Fijándose en el espíritu de la naturaleza, presente en


los bosques, el alma mezquina de los hombres se desarrolla y
se abre. La vida al aire libre es, por excelencia, la escuela que
enseña a comprender las maravillas de un universo
maravilloso.

El vivir en medio de la naturaleza que Dios nos ha


dado, entre montañas, árboles, pájaros, bestias, mar y ríos,
nos proporciona salud y felicidad, realidades que no se
pueden conseguir entre muros de tabique y el humo de las
ciudades.
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Compartir entre todos las siguientes preguntas:

¿Qué sentimientos te deja este texto?


¿Qué piensas de él?
¿Qué aprendizajes nuevos tienes?

Hubo dos santos que se destacaron mucho por haber


descubierto la presencia de Dios en la Naturaleza, ellos fueron
San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís. Hay dos
oraciones sobre la Naturaleza de cada uno de ellos que vamos
a usar en el siguiente ejercicio. Primero se leerán los dos y cada
quien escogerá el que más le guste.
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En seguida escogerás un lugar que te guste donde
puedas observar algún elemento de la naturaleza sobre el que
quieras orar: las nubes, el cielo, una flor, un animal, el suelo, un
charco o un arroyo etc.

Luego de que te buscas una posición buena para ese


lugar, te pones en presencia de Dios y comienza a observar el
elemento de la naturaleza que tu escogiste. Observalo bien con
calma, hasta los últimos detalles, hasta que puedas reconocerlo
y distingirlo de los demás. Disfruta sus colores y texturas, sus
sonidos si los tiene, y olores, grabalos en tu memoria, imagina
su historia como fue que llegó a estar ahí, trata de desentrañar
todos sus secretos. Luego de unos 15 minutos puedes leer el
texto otra vez y meditarlo, o completar con tus propias palabras
algo en base a lo que te despierta lo que estuviste observando
durante tanto rato.

CANTICO ESPIRITUAL

Este cántico es de uno de los más grandes místicos


de la Iglesia, el hombre que estuvo prisionero por la
maldad de sus hermanos religiosos, que en la subida al
monte Carmelo se encontraba con Dios. San Juan de la
Cruz.
«¡Oh bosques y espesuras
plantados por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
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Mil gracias derramado
pasó por estos sotos con presura,
y yéndonos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.

Mi Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos».

CANTICO DE LAS CRIATURAS

Este cántico es del pobrecito de Asís. Hermano y


cantor de todas las criaturas, confiado en la palma de la
mando del Padre como ellas, dulce, sencillo, pobre
servidor. Del Hermano Francisco.

«Omnipotente, Altísimo, Bondadoso Señor,


tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo Tú eres digno de toda bendición
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,


y en especial loado por el hermano SOL,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
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y lleva por los cielos noticias de sus autor.

Y por la hermana LUNA, de blanca luz menor,


y las ESTRELLAS claras que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana AGUA, preciosa en su candor,


que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!

Por el hermano FUEGO que alumbra al irse el sol


y es fuerte, hermoso, alegre ¡loado mi Señor!

Y por la hermana TIERRA que es toda bendición,


la hermana madre tierra que da en toda ocasión
las HIERBAS y los FRUTOS y FLORES de color
y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu Amor


los MALES CORPORALES y la TRIBULACION:
¡felices los que sufren en paz con el dolor
porque les llega el tiempo de la coronación!»

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