Orar con la naturaleza es sin duda una de las formas
más bellas de oración. No obstante, la mayoría de nosotros hemos perdido la capacidad de poder disfrutar de la naturaleza. Hemos vivido tanto tiempo vida en medio del humo de los automóviles y las fábricas, y de los olores artificiales de las cosas que compramos, que ya no nos impresionan, los olores suaves de las frutas o de la tierra mojada. Muchas personas en la ciudad viven siempre oyendo música en sus grabadoras, mientras trabajan, estudian, platican y hasta para dormir, de tal manera que hasta hemos olvidado como se puede disfrutar de los conciertos de sonidos que Dios da con su creación.
Sin embargo nunca es tarde para recobrar la sensibilidad
por las cosas de la naturaleza. Poco a poco podemos aprender a despertar nuestro gusto por contemplarla y en ella a Dios que la creo.
Hubo un hombre llamado Baden Powell, nacido en
Londres en 1857 y muerto en Kenia en 1941, que pensó que era posible, llegar a Dios, aún para un ateo a través de la contemplación de la naturaleza. Este hombre, convencido de que mirar al cielo es la mejor manera de despertar sentimientos religiosos en las personas, decidió retirarse de ser general del ejército, para dedicarse por completo a promover un movimiento que busca precisamente despertar una fe mayor en Dios mediante el contacto con la naturaleza, el movimiento scout. 1
Vamos a leer uno de sus escritos por grupos para luego
compartir que aprendemos sobre orar con la Naturaleza:
Muchos individuos que viven en las ciudades jamás o
rara vez llegan a darse cuenta de la naturaleza. Sus ojos están acostumbrados a ver escaparates, anuncios y gente. Pero aquellos que han vivido en contacto con la naturaleza se dan cuenta de sus bellezas. El hombre que es ciego a las bellezas de la naturaleza pierde la mitad del placer de la vida. La naturaleza es una escuela donde las diferentes inteligencias aprenden diferentes cosas, uno expresará su concepción de la naturaleza por la poesía, otro por la pintura, pero todos con amor tranquilo.
Puedo comprender que un hombre que pone su vista
en la tierra sea ateo. Pero no puedo comprender que un hombre que levanta su vista al cielo en una noche serena pueda decir que Dios no existe. La contemplación de la naturaleza es el gran antídoto contra el ateísmo.
En el contacto con la naturaleza se fomenta otra
virtud necesaria para una persona religiosa: la humildad. Al contemplar la majestuosidad y grandeza de las cosas, el hombre se siente pequeño y limitado ante todo lo que ve. Pierde un poco de su orgullo y se pone en aptitud de aceptar a alguien superior a él. Las plantas en todas sus especies, con sus flores, cortezas, follaje y frutos. Los animales, con sus 1 especies y hábitos. Las estrellas, con sus órbitas fijas en el espacio, nos dan la primera concepción del infinito y de la inmensa obra del Creador, en la cual el hombre no es más que una ínfima parte. Todo esto tiene gran fascinación para la juventud, lo cual atrae su curiosidad, su poder de observación y le conduce directamente a reconocer la mano de Dios en las maravillas del Universo, con sólo que haya una persona que se las muestre.
Siempre existe un atractivo especial en la vida al «aire
libre». El hombre que ha crecido entre las grandes obras de la naturaleza cultiva la verdad, la independencia y la confianza en sí mismo. Tiene impulsos de generosidad y de lealtad para con sus amigos y con la patria. Los hombres se convierten en caballeros por el contacto con la naturaleza.
«Si fuera rey de Francia, no peritiría a ningún niño de
menos de doce años -cita a Alejandro Diumas- entrar en la ciudad». Hasta esta edad los niños deberían vivir al aire libre, en los campos, en los bosques, en compañía de perros y caballos, cara a cara con la naturaleza que fortalece el cuerpo, abre el espíritu y la inteligencia, poetiza el alma y desvela en ella una curiosidad más preciosa para la educación que todas las gramáticas del mundo. Comprenderían tanto los ruidos como los silencios de la noche, tendrían la mejor de las religiones, la que Dios mismo revela en el espectáculo mágico de sus milagros diarios. Hay que enseñar al niño endeble de la ciudad que, por encima del techo del cine, 1 brillan las estrellas.
Fijándose en el espíritu de la naturaleza, presente en
los bosques, el alma mezquina de los hombres se desarrolla y se abre. La vida al aire libre es, por excelencia, la escuela que enseña a comprender las maravillas de un universo maravilloso.
El vivir en medio de la naturaleza que Dios nos ha
dado, entre montañas, árboles, pájaros, bestias, mar y ríos, nos proporciona salud y felicidad, realidades que no se pueden conseguir entre muros de tabique y el humo de las ciudades. **********************
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Hubo dos santos que se destacaron mucho por haber
descubierto la presencia de Dios en la Naturaleza, ellos fueron San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís. Hay dos oraciones sobre la Naturaleza de cada uno de ellos que vamos a usar en el siguiente ejercicio. Primero se leerán los dos y cada quien escogerá el que más le guste. 1 En seguida escogerás un lugar que te guste donde puedas observar algún elemento de la naturaleza sobre el que quieras orar: las nubes, el cielo, una flor, un animal, el suelo, un charco o un arroyo etc.
Luego de que te buscas una posición buena para ese
lugar, te pones en presencia de Dios y comienza a observar el elemento de la naturaleza que tu escogiste. Observalo bien con calma, hasta los últimos detalles, hasta que puedas reconocerlo y distingirlo de los demás. Disfruta sus colores y texturas, sus sonidos si los tiene, y olores, grabalos en tu memoria, imagina su historia como fue que llegó a estar ahí, trata de desentrañar todos sus secretos. Luego de unos 15 minutos puedes leer el texto otra vez y meditarlo, o completar con tus propias palabras algo en base a lo que te despierta lo que estuviste observando durante tanto rato.
CANTICO ESPIRITUAL
Este cántico es de uno de los más grandes místicos
de la Iglesia, el hombre que estuvo prisionero por la maldad de sus hermanos religiosos, que en la subida al monte Carmelo se encontraba con Dios. San Juan de la Cruz. «¡Oh bosques y espesuras plantados por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado! Decid si por vosotros ha pasado. 1 Mil gracias derramado pasó por estos sotos con presura, y yéndonos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura.
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos».
CANTICO DE LAS CRIATURAS
Este cántico es del pobrecito de Asís. Hermano y
cantor de todas las criaturas, confiado en la palma de la mando del Padre como ellas, dulce, sencillo, pobre servidor. Del Hermano Francisco.
«Omnipotente, Altísimo, Bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo Tú eres digno de toda bendición y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano SOL, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, 1 y lleva por los cielos noticias de sus autor.
Y por la hermana LUNA, de blanca luz menor,
y las ESTRELLAS claras que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado mi Señor!
Y por la hermana AGUA, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano FUEGO que alumbra al irse el sol
y es fuerte, hermoso, alegre ¡loado mi Señor!
Y por la hermana TIERRA que es toda bendición,
la hermana madre tierra que da en toda ocasión las HIERBAS y los FRUTOS y FLORES de color y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu Amor
los MALES CORPORALES y la TRIBULACION: ¡felices los que sufren en paz con el dolor porque les llega el tiempo de la coronación!»