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Universidad Alberto Hurtado

Carrera: Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales


Curso: Literatura Contemporánea
Profesora: Marcela Sáiz
Ayudante: Marcela Morales
Estudiante: Gabriel González Segura
ENSAYO “EL ÁRBOL”: LA ESTRUCTURA MANÍQUEA ENTRE
NATURALEZA, LUZ Y CONOCIMIENTO
En el cuento de María Luisa Bombal, el personaje de Brígida constituye un estereotipo
en cuanto a la visión machista de la sociedad y un vínculo entre la naturaleza y la
conciencia femenina. Hay que tomar en cuenta que el contexto de la autora se sitúa en una
dicotomía constante entre lo femenino y la sociedad, en el clímax del feminismo como una
lucha por la participación política de las mujeres. Paola Bianco ilustra acertadamente en
cuanto al contexto: “La docilidad y pasividad de Brígida, protagonista del cuento,
transparentan las relaciones de género en una época histórica en la que la mujer se sentía
marginada en todos los órdenes de su vida, tanto pública como privada” (77).
Debido a tal marginación, la mujer encuentra refugio en la naturaleza. Pero no es
cualquier naturaleza. Además de tener un matiz idealizado, típico de la poesía renacentista,
donde el “Locus Amoenus” es el que prima, la naturaleza forma parte de una red muy
compleja e inextricable que configura una visión muy singular: ¿Cómo la mujer es capaz
de construir la visión del hombre sobre la mujer, pero desde su perspectiva? ¿Cómo la
mujer se apropia del discurso machista, adaptándolo según su conciencia? Entonces, es
posible plantear esta hipótesis: La naturaleza, la luz y el conocimiento tienen un matiz
maniqueo, en la medida que la naturaleza, la luz y el conocimiento tienen cada uno una
propensión al bien y al mal. Y esto se debe justamente a que la mujer adapta la visión del
hombre sobre la mujer, es decir, el estereotipo machista se feminiza.
Partamos diciendo que, según el consenso, la naturaleza representa el vínculo que hay
entre el ser humano y Dios. Si la naturaleza es divinizada, como hicieron los pre-socráticos,
entonces la naturaleza significaría “el todo”. Tomás de Aquino consideraba que el ser
humano ejecutaba una abstracción de la naturaleza, para así conocer a Dios. En tanto, San
Agustín de Hipona consideraba a la luz interior como medio para conocer la naturaleza.
¿En que incumbe esto en la visión que tiene el hombre sobre la mujer y que la autora
retoma e interpreta?
La naturaleza se presenta en el texto como distractora y alienante para Brígida. No
obstante, si se muestra una visión masculina “feminizada”, se deduciría que las mujeres
encuentran el sosiego en la naturaleza, a pesar de que actúe como alienante en Brígida. El
término “alienante” debe ser considerado como positivo, ya que permite a Brígida alejarse
de la realidad. Sin embargo, la naturaleza permite a Brígida mantener el status quo de su
ignorancia: “Pero ella no contesta, no se detiene, sigue cruzando el puente que Mozart le ha
tendido hacia el jardín de sus años juveniles” (Bombal, 1). Si la naturaleza mantiene la
ignorancia de Brígida, se pierde la visión ortodoxa sobre la naturaleza, ya que el cierto
panteísmo del vínculo entre el ser humano y Dios, deja de ser válido. Sin embargo, la
abstracción de la naturaleza en Brígida, apoyaría el pensamiento de Tomás de Aquino. La
mujer encuentra un Dios en la naturaleza, pero un Dios que no es Dios, ya que no tiene la
sabiduría que simboliza el Dios cristiano. Entonces, el maniqueísmo de la naturaleza es
evidente: Desde el punto de vista de la mujer, reinterpretando la del hombre, la
contemplación de la naturaleza no es perjudicial, ya que aleja a la mujer de los problemas
de la sociedad machista. Pero el hombre pensaría: “La naturaleza para nosotros no es
perjudicial, si la mujer la contempla, será perjudicial porque la abstrae de todo quehacer”.
Paola Bianco considera que “El sistema patriarcal, como es sabido, relega a la mujer a la
esfera doméstica del hogar, marginándola de la vida pública e intelectual” (81). Entonces,
la mujer, según el hombre, debería volver a la realidad concreta del quehacer doméstico, no
de la realidad natural. Esta realidad debe ser considerada de dos formas: La realidad del
hombre en la ciudad y la de la mujer en el hogar. Un ejemplo nos da el texto sobre esto: “Y
los hombres empezaban entonces a errar por las calles de la ciudad, a sentarse en los
bancos de las plazas, cada día peor vestidos y con la barba más crecida” (Bombal, 3). Por
lo tanto, la oposición entre naturaleza y ciudad representa la pugna entre mujer y hombre,
ya que se deduce del texto que para la mujer, la vida en la ciudad es perjudicial (cada día
peor vestidos y con la barba más crecida). En consecuencia, la naturaleza representa una
visión no ortodoxa, ya que la mujer encuentra en la naturaleza al “Dios femenino”. Un
ejemplo de este Dios sería el árbol, ya que Brígida le presta atención más al árbol que a
Luis. Sin embargo, aquí también se presenta una dicotomía, ya que el árbol representa el
conocimiento femenino de la naturaleza. Y cómo tal, pierde todas las características
perfectas de un Dios machista, como por ejemplo la eternidad y la inmortalidad. Esto queda
claro con la caducidad del árbol al llegar el otoño: “Y vino el otoño. Las hojas secas
revoloteaban un instante antes de rodar sobre el césped del estrecho jardín, sobre la acera
de la calle en pendiente. Las hojas se desprendían y caían... La cima del gomero
permanecía verde, pero por debajo el árbol enrojecía, se ensombrecía como el forro gastado
de una suntuosa capa de baile. Y el cuarto parecía ahora sumido en una copa de oro triste”
(Bombal, 6). Pero luego Brígida supera su desasosiego debido a los problemas con su
marido, gracias a la temporalidad del árbol. Desde una primera lectura, puede resultar
perjudicial, pero el texto confirma el carácter negativo y positivo de la caducidad del árbol:
“Por el contrario, se había apoderado de ella una inesperada sensación de plenitud, de
placidez. Ya nadie ni nada podría herirla. Puede que la verdadera felicidad esté en la
convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad” (Bombal, 6). El cambio de
conciencia en Brígida, luego de sus problemas con Luis, comienza cuando empieza el
otoño, y la caducidad del árbol es evidente. Es más, la actitud “misteriosa” de Brígida llega
a su cenit cuando el árbol es cortado de cuajo: “Le habían quitado su intimidad, su secreto;
se encontraba desnuda en medio de la calle, desnuda junto a un marido viejo que le volvía
la espalda para dormir, que no le había dado hijos” (Bombal, 7). Aunque claramente se ve
a una Brígida triste por la eliminación del árbol, no lo es tan así. Paola Bianco menciona
que: “A raíz de esta experiencia, la vida de Brígida experimenta un giro decisivo, un punto
de inflexión en el que ella se ve desnuda, sin la máscara que tiene que mantener frente a la
sociedad patriarcal, se enfrenta a su propia existencia, y decide vivir una vida de
independencia plena sin Luis” (87). En cierta medida, la caída del árbol representa un
hecho positivo, puesto que Brígida se libera del yugo patriarcal. Pero hay cuestiones más
profundas que una simple emancipación. Como dijimos anteriormente, el Dios femenino
que representa el árbol es mortal, y tal condición es necesaria para el fin de los problemas
femeninos. El Dios mortal es una naturalidad, no es una rareza que surja de la conciencia
empírica femenina. El hecho de que el árbol haya sido destruido es una normalidad dentro
de las aspiraciones de Brígida por la independencia. La eliminación del árbol tiene mucha
semejanza con el sacrificio de Jesús en la cruz, en la medida que como éste intentaba
eliminar el pecado a través de su muerte, el árbol muere y logra la independencia de
Brígida. Es probable que la relación de Brígida con Luis sea un simple medio para que
aquélla tenga una mejor relación con la naturaleza. Y es probable también que esa relación
haya sido instrumentalizada en pos de ese fin. En consecuencia, el maniqueísmo de la
naturaleza es un hecho.
La luz y el conocimiento van de la mano son respecto a que la luz simboliza el
conocimiento. Brígida es una mujer ignorante, joven y bella. Tales características calzan
con el estereotipo de mujer construido por la sociedad masculina. La relación entre
ignorancia y juventud muestra que la experiencia de la conciencia femenina ha sido nula o
ha transitado en una eterna intemporalidad. En Brígida, el tiempo no existe, solo existe en
ese Dios femenino que simboliza el árbol. Una cita del texto lo muestra claramente: “Se
acercó a la ventana, apoyó la frente contra el vidrio glacial, Allí estaba el gomero
recibiendo serenamente la lluvia que lo golpeaba, tranquilo y regular. El cuarto se
inmovilizaba en la penumbra, ordenado y silencioso. Todo parecía detenerse, eterno y muy
noble” (Bombal, 5). Entonces, la no existencia del tiempo conduce al no-saber. Como
dijimos anteriormente, el desasosiego de Brígida con respecto a la relación con Luis, se
empieza a romper con la temporalidad del árbol. Cuando existe el tiempo, volvemos a la
realidad concreta no natural y nos emancipamos de la ignorancia. La ignorancia de Brígida
se rompe definitivamente con la destrucción del árbol, ya que la luz irrumpe en su
habitación: “No. Ha quedado aprisionada en las redes de su pasado, no puede salir del
cuarto de vestir. De su cuarto de vestir invadido por una luz blanca aterradora. Era como si
hubieran arrancado el techo de cuajo; una luz cruda entraba por todos lados, se le metía por
los poros, la quemaba de frío. Y todo lo veía a la luz de esa fría luz: Luis, su cara arrugada,
sus manos que surcan gruesas venas desteñidas, y las cretonas de colores chillones” (6).
Con respecto al pasado, el hecho de quedar atrapada en el pasado ya demuestra una cierta
movilidad temporal, aunque haya sido una regresión. La luz del conocimiento disipa la
ignorancia de Brígida. Con la caída del árbol y el fin de la oscuridad, Brígida se desabstrae
de la naturaleza y empieza a conocer la realidad. El fin del árbol también tiene un fin
epistemológico. Bianco nos ilustra que: “Esta luz, en ambos planos narrativos, apunta a un
mismo fin: la comprensión por parte de Brígida de su enajenación, la irrupción de la
realidad exterior en su vida y la iniciación de una vida independiente, fuera de la clausura
del salón de vestir y liberada de la opresión patriarcal” (87). La luz y el conocimiento,
desde el dualismo que queremos plantear, tienen una connotación positiva y negativa.
Positiva porque permiten efectuar un cambio de conciencia en Brígida, el cual es terminar
con su ignorancia e independizarse del hombre1. Y negativa porque el placer que ofrece la
naturaleza es finito. Se pierde el placer de vivir alejado de la realidad. La fría luz ilustra
esto, ya que el conocimiento tiene el factor positivo de emancipación y el negativo de
negación y destrucción de la naturaleza. Esto tiene cierto parecido con la “alegoría de la
caverna” en La República de Platón, ya que en una primera instancia, el fuego del
conocimiento cegaba a quienes intentaban salir de la caverna. Pasado esto, los prisioneros
pueden seguir avanzando hasta salir de la caverna. Hay que tomar en cuenta también que el
contexto de María Luisa Bombal es de una creciente urbanización de las ciudades en Chile,

1
De aquí podemos inferir que la ignorancia permite mantener la dependencia de la mujer en la sociedad
patriarcal. Cuando la mujer conoce su situación pasada, presente y futura, cuando conoce sus derechos y
deberes, cuando es consciente de las injusticias que se han hecho con respecto a su género a través de la
historia, la mujer es capaz de emanciparse. El proceso ocurre para ambos géneros, sobretodo en los procesos
históricos como la Revolución Francesa, las guerras de Independencia Latinoamericana y las protestas
obreras influidas por el marxismo.
lo que implica la destrucción del entorno natural. Esta visión positiva y negativa de la luz y
el conocimiento, tiene que ver con lo que mencionamos anteriormente, de que el cuento
ilustra la visión masculina sobre la mujer, re-interpretada por la mujer misma. El personaje
de Brígida es una “máscara” que ilustra un estereotipo proveniente del hombre, pero detrás
de esa máscara está la mujer que critíca la sociedad masculina. Tal mujer es la misma
autora. Por lo tanto, el último punto se referirá al vínculo entre el dualismo maniqueo y la
relación máscara (falsedad)-rostro (sinceridad).
La forma en que Brígida actúa es consecuente con la descripción que nos hacen de
ella: bella, ignorante y joven. Sin embargo, en una cita se nos muestra un quiebre en la
actitud de Brígida, en relación a la presencia de una máscara: “—Ya sé que es invierno en
Europa cuando aquí es verano. ¡Tan ignorante no soy!” (Bombal, 3). Entonces, es posible
que la actitud de Brígida como un estereotipo sea fingida. Al demostrar que no es tan
ignorante como Luis pensaba, se puede sospechar sobre la verdadera personalidad de
Brígida. El dualismo maniqueísta entre naturaleza, luz y conocimiento encuentra su sentido
en la máscara de Brígida. La naturaleza temporal (rostro) e intemporal (máscara), la luz fría
(negación de la naturaleza) y la luz per sé (emancipación del hombre) y el conocimiento
negativo (falsa Brígida) y positivo (verdadera Brígida). Entonces, es posible establecer que
desde la perspectiva masculina, Brígida es dependiente y desde la perspectiva femenina,
Brígida “aparenta” ser dependiente, pero que en estricto rigor es independiente. No es
posible asegurar que Brígida fuese independiente, inteligente y astuta, pues se presenta
muy someramente. Sin embargo, las circunstancias jugaron a su favor y logró lo que quería
que era independizarse de la máscara machista que le puso el hombre: “Le habían quitado
su intimidad, su secreto; se encontraba desnuda en medio de la calle, desnuda junto a un
marido viejo que le volvía la espalda para dormir, que no le había dado hijos” (Bombal, 7).
En conclusión, con la caída del árbol, Brígida muestra su verdadero yo. Influida por
la luz exterior (luz de la ventana) e interior (cambio de conciencia), no solamente se
independiza del hombre, sino que se independiza de “sí misma” (su máscara) y de la
naturaleza, teniendo como prerrequisito una posible independencia a priori y de un
maniqueísmo2 de la naturaleza, de la luz y del conocimiento.

2
“Los maniqueos, a semejanza de los gnósticos, mandeos y mazdeístas- eran dualistas: creían que había una
eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el Bien y el Mal, que eran asociados a la Luz
(Zurván) y las Tinieblas (Ahrimán) y, por tanto, consideraban que el espíritu del hombre es de Dios pero el
cuerpo del hombre es del demonio”. http://es.wikipedia.org/wiki/Maniqueísmo Pero en este ensayo, el
maniqueísmo se aplica a la naturaleza, a la luz y al conocimiento. En Brígida solo se da un dualismo.
BIBLIOGRAFÍA
- Bianco, Paola. “Dicotomías narrativas en “El árbol” de María Luisa Bombal”. Acta
Literaria Nº 27. Concepción: Universidad de Concepción, 2002. Web.
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/237/23702707.pdf
- Bombal, María Luisa. “El árbol”. Redescolar. Web. 05-11-10
http://www.redesc.ilce.edu.mx/redescolar/memorias/escritoras_hispano01/el%20arbol.doc

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