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MORAL Y MORALIDAD

El Plano normativo: señala siempre un deber ser. Toda norma, todo imperativo,
como su nombre lo indica, da una orden, manda cómo debe uno comportarse.
Muchas veces se dice que la Ética es la ciencia del deber ser, justamente por eso,
porque estudia normas que valen independientemente de que se cumplan o no, es
decir, tienen un carácter a priori. Cuando se piensa en una disposición, en un
mandato —por ejemplo "Debes acatar la voluntad del Estado"— se está pensando
en el plano normativo de la moral. Este mandato puede ser obedecido o bien,
desobedecido. En la moral entran, pues, los actos aprobatorios (moralmente
buenos) y los actos reprobatorios (moralmente malos). Esta característica de la
moral, el abarcar tanto los actos buenos como los malos o inmorales se llama
bipolaridad de los valores. El plano normativo origina lo que se llama,
estrictamente, moral. La moral es, pues, e! conjunto de normas o imperativos que
existen para ser realizados, y que se consideran valiosos y debidos,
independientemente de que se realicen o no. Este plano normativo es el que
ocupa más la atención de los filósofos de la moral.
El plano fáctico. La moral existe para ser realizada. No tendría sentido prescribir
una norma, sí no fuera posible llevarla a cabo. Cuando se habla de la realización
de la moral, se refiere al plano fáctico (de factum, hecho), al plano de los hechos.
El plano fáctico está formado por los actos concretos que se realizan conforme a
las normas establecidas (plano normativo). Un ejemplo del plano fáctico de la
moral es el siguiente: el hecho de que, teniendo en cuenta la norma "debes acatar
la voluntad del Estado", Sócrates no haya aceptado fugarse de la cárcel cuando su
amigo Crítón le facilitaba todos los medios para ello. Pero también podría haber
sucedido que Sócrates violara esta norma. De todas maneras ambos tipos de
comportamiento pertenecen al plano fáctico de la moral (uno es positivo y el otro
negativo)
La Ética considera al hombre como un ser integral con muchas características o
facetas, es decir, con diversas dimensiones. Estas dimensiones, que cons-
tituyen al hombre, están estrechamente relacionadas e integradas las unas con
las otras de tal manera que en la medida en que el hombre tas realiza va a su
vez realizándose como persona. Ahora bien, la realización plena de las di-
mensiones humanas depende en gran parte de que el hombre conquiste y haga
suyos unos valores fundamentales, sin los cuales no podría alcanzar la
realización plena. A continuación se presentan ocho dimensiones humanas.

VALORES HUMANOS

Para que el hombre se realice en sus dimensiones debe llegar a conquistar una
serie de valores fundamentales. Valor es todo bien digno de ser buscado,
conquistado y desarrollado. Valor humano es una cualidad digna de aprecio
porque lleva al hombre a realizarse en sus dimensiones, es decir, lo lleva a ser
persona. El pleno ejercicio de los valores humanos en forma consciente y libre,
constituye el proceso de personalización. Hay unos valores directamente
relacionados con el hombre corno persona, los cuales estudiará a continuación.
Mientras lo hace, pregúntese hasta qué punto los conoce, práctica y transmite.
¿cuáles considera más importantes y vitales en el contexto colombiano a nivel
personal, familiar, social e institucional.

1. ¿Establezca las diferencias las diferencias ente el plano normativo y el plano factico
que conforman la moral?
2. ¿De ejemplos de normas morales?
3. ¿

LA CONCIENCIA

1. ¿Qué es la conciencia? La conciencia es un juicio de la razón por el que el hombre


reconoce la bondad o maldad de un acto. Por ejemplo dice: "soy consciente de que
este detalle con mis padres es bueno".

2. ¿Qué se necesita para tener conciencia? Para emitir un juicio de conciencia sobre
el bien-mal de un acto, se necesita una inteligencia que juzgue, y un conocimiento
previo que sea la base en que se apoya este juicio moral. Algo similar sucede cuando
el entendimiento dictamina sobre la verdad de algo. Por ejemplo, al escuchar: "las
vacas vuelan", la razón emite un juicio inmediato que dice: "falso". Este juicio está
basado en el conocimiento previo de vacas y vuelo.

3. ¿Cuál es la base de apoyo para la conciencia? El juicio de conciencia se basa en el


conocimiento de la naturaleza humana y de lo que le conviene. Esta sabiduría se
adquiere de dos fuentes:

o Por un lado, la propia naturaleza humana reclama un modo de actuar que suele
llamarse ley natural. El Creador nos ha hecho de una determinada manera y
está grabado en el hombre un conocimiento básico de lo que está bien o mal.
o Además, el Señor ha querido manifestar claramente lo que nos conviene, y
disponemos de los diez mandamientos y las enseñanzas de Jesucristo, que
ayudan a formar la conciencia.

4. ¿Cómo formarse bien la conciencia? El juicio moral de la inteligencia se hace más


certero si el hombre obtiene más conocimientos de las dos fuentes anteriores.

o Para conocer mejor la naturaleza humana irá bien fomentar el deseo de buscar
la verdad y de obrar bien. También esto último, pues a base de obrar mal la
inteligencia se malacostumbra y pierde claridad de juicio.
o Para aprender o recordar las enseñanzas de Jesucristo, habrá que acudir a
medios de formación cristiana: charlas, homilías, cursillos, libros, etc.
o Para la aplicación práctica de esos conocimientos, irá bien escuchar el consejo
de personas buenas y entendidas.

5. ¿Conviene tener una conciencia bien formada? Es importante distinguir el bien del
mal, para acertar en lo que conviene hacer. Los grandes criminales tienen la
conciencia deformada y se dice de ellos que son hombres sin conciencia.

6. ¿Cualidades de la conciencia?

o La conciencia no crea la ley, sino que aplica la ley de Dios al caso concreto.- El
hombre no inventa el bien-mal, sino que juzga basado en la ley natural grabada
en su naturaleza. Un carterista puede autoconvencerse de que robar es bueno,
pero no lo es. Simplemente se equivoca.
o La conciencia es inseparable de los actos humanos.- Se llaman actos humanos
a los voluntarios y libres, y por tanto conscientes. Conscientes de su bondad
sensible -me gusta- y de su bondad moral -me conviene-.
o La conciencia instruye sobre el bien y mueve a obrar.- El juicio de conciencia es
práctico: esto lo puedo o debo hacer; esto lo debo evitar. Y se adquiere
experiencia.
o La conciencia aprueba o reprende.- El juicio de conciencia es principalmente
anterior a la acción, para obrar o no. Pero una persona continúa reflexionando
después de actuar, con un dictamen de aprobación y paz si se obró bien, o de
inquieto rechazo si se obró mal. Por esto el hombre tiene responsabilidad ante
sí mismo.

6. ¿Libertad de las conciencias? Se debe respetar la libertad de las conciencias, pero


esto no significa que la conciencia sea independiente de la ley divina. En este campo
la libertad consiste en ausencia de coacción al buscar la verdad, pero no
independencia respecto a la verdad. Una persona puede convencerse de que robar es
bueno, o de que no existe Pekín. En ambos casos obra libremente pero no acierta con
la verdad -moral o geográfica- (relativismo).

7. Un terrorista asesina de acuerdo con su conciencia. ¿Por qué hace mal? No hace
mal por seguir su conciencia, sino por haberla deformado hasta ese punto. (En
realidad ante casos tan antinaturales, la conciencia sigue protestando y el terrorista
debe doblegar su propio pensamiento cada vez que actúa).

Analiza el siguiente video “Vida, libertad y conciencia”:


http://newmedia.ufm.edu/kofman Realice una síntesis
Documento 4: La condición humana
“Si me hubieran
Luis Carlos Valenzuela, Ex enseñado...”
Ministro de Minas.
Cuenta de cobro educativa del ex ministro en
la ceremonia de grado de la Universidad
Autónoma de Manizales, oportuna al iniciarse
el año académico.
Ensayo aparecido en el periódico El Tiempo,
Lecturas Dominicales, 18 de enero de 2004,
p.4 - 5

Estoy acá para pasarle una cuenta de cobro a una educación universitaria en la
que pase diez años de mi vida y que me prometió muchas cosas que nunca pudo
cumplir. Yo creí que con todas esas derivadas e integrales; con los teoremas de
imposibilidad de Arrow; con las covarianzas de Sharpe y Markowitz; con lo
determinístico y con lo estocástico, yo, yo creí que estaba listo; que el mundo era
mío; que todo iba a ser fácil. No podía estar más equivocado, y la vida, sin avisar,
sin compasión alguna, se ha encargado de probármelo una y otra vez. De ahí mi
cuenta de cobro.
Es que no me contaron que nada era tan complejo y tan difícil de entender como la
condición humana. Nadie me dijo que hacer un esfuerzo por entenderla era más
relevante para sobrevivir que todos esos modelitos sofisticados de los que yo tan
orgulloso me sentía. No me enseñaron, por ejemplo, que un señor de nombre
Epicuro, hace mucho más de 2000 años, había entendido que todo el sistema
capitalista era un lamentable error, porque el placer, el hedonismo, está en la
restricción, no en el exceso. Él definía el bienestar, la ataraxia en sus términos,
como la ausencia de dolor. Solo causa placer, aquello cuya ausencia causa dolor.
Si estuviera vivo y si me hubiera dado clase, seguramente me hubiera explicado
que un sistema cuya esencia de bienestar es el exceso y el consumo y que
convirtió al dinero en un bien y no simplemente en un medio de transacción, es un
sistema cuya dinámica está basada en la continúa insatisfacción. El capitalismo
por esencia es ansiedad, hubiera dicho Epicuro. Es la negación misma de la
ataraxia; de la serenidad. Me hubiera dicho que le creyera, que la satisfacción
humana, contrario a lo que las personas creen, no está en el exceso, sino en la
restricción. Me habría leído un pedazo del Tao que dice así: "Demasiado color
ciega el ojo; demasiado ruido ensordece el oído; demasiado condimento embota el
paladar; demasiado deseo entristece el corazón.”
Ninguna de esas versiones de condición humana me fueron enseñadas, Ni
siquiera las más prácticas y menos poéticas: esas que parecen explicarlo todo; las
que describió Hobbes en su justificación del Estado, del Leviatán. Para este
filósofo inglés la esencia del hombre es la maldad; la autoridad absoluta e
incontestable es lo único que detiene la vocación humana de destrucción. Hobbes
decía "que los hombres no encuentran placer, sino, al contrario, un gran
sufrimiento, al convivir con otros allí donde no hay un poder superior capaz de
atemorizarlos a todos. Cada individuo quiere que su prójimo lo tenga en tan alta
estima como él se tiene a sí mismo; y siempre que detecta alguna señal de
desprecio o de menosprecio trata de hacer daño a quienes lo desprecian para que
estos lo valoren más..." La condición natural del hombre, decía Hobbes, es la
guerra y la destrucción originada en la competencia, la desconfianza y la gloria.
Por ello la necesidad de las instituciones, del Estado, del Dios Mortal. La realidad
nos muestra que todos en el fondo somos inquisidores, dueños de la verdad,
descendientes directos de Torquemada. No es bonito, pero es bueno saberlo. Al
menos es útil. No muy lejos de Hobbes, no obstante ser considerablemente más
optimista, está Hume, quien contrario a lo que siempre nos han enseñado,
afirmaba que la razón por si sola nunca puede ser el motivo de ninguna acción de
voluntad. Ese era el origen de su célebre comentario: “La razón no es ni debe ser
otra cosa que la esclava de la pasiones y nunca debe pretender más cargo que el
de servirlas y obedecerlas." Nos enseñan todo sobre las razones. Nos enseñan
nada sobre las pasiones. Y pretenden que así salga uno a enfrentar un mundo
donde las pasiones, las buenas y las malas, arrasan con las razones. Algo está
errado en esta educación.
Para controlar las pasiones Hobbes planteaba la ley como un ejercicio casi
despótico. No así Locke, quien consideraba que de esta forma se estaría
restringiendo la libertad, fundamento mismo del bienestar. Para Hobbes el orden.
Para Locke también el orden, pero el orden con libertad. Locke establece en forma
brillante la diferencia fundamental que hay entre la moral colectiva, la ley, y la
moral individual, al afirmar que "... la libertad de un hombre sometido a un poder
civil consiste en disponer de una regla fija para acomodar a ella su vida, que esa
regla sea común a cuantos forman parte de esa sociedad, y que ella haya sido
dictada por el poder legislativo que en ella rige. Es decir, la facultad de seguir mi
propia voluntad en todo aquello que no está determinado por esa regla; de no
estar sometido a la voluntad inconstante, insegura, desconocida y arbitraria de otro
hombre ....”
Ustedes todavía tienen tiempo de entender la condición humana. No se imaginan
cuán más inteligentes esto los haría; cuán más capaces de enfrentar el mundo.
Pero aún más importante, cuán más tolerantes. La tolerancia es ese concepto tan
olvidado, aún por quienes en este país se dicen liberales. Quien si sabía de esto
era John Stewart Mill, el alumno arrepentido del padre real del capitalismo, Jeremy
Bentham. Mill era enfático en cuanto a la relevancia de la condición humana. Le
tenia terror a ese nefasto personaje que es "todo el mundo dice"; ese que nos
permite destruir con cobardía, asesinar a mansalva. "Tanto mayor es la descon-
fianza que un hombre tenga en su propio juicio solitario -decía Mill- tanto más
confía, con una fe implícita, en la infalibilidad de “el mundo” en general. Y el
mundo, para cada individuo, significa la parte del mismo con la cual está en
contacto: su partido, su secta su iglesia, su clase social.” Triste, mezquino e
intolerante concepto, el de "todo el mundo dice", proclamaba Mill. Es bueno, les
digo, no ser "todo el mundo". Es honesto al menos. Creo como Mill, o creo gracias
a Mill que "... la única parte de la conducta por la que cada uno es responsable
ante la sociedad es la que se refiere a los demás... Sobre sí mismo, sobre su
espíritu, el individuo es soberano.”
Ustedes, crean en lo que les venga en gana, Pero, en lo que les venga en gana a
ustedes mismos. No en lugares comunes. No en prejuicios. Prejuicio. Aquello que
prejuzga; aquello tan humano de repetir para evitar el esfuerzo de pensar, de
entender. Prejuicio, aquello preestablecido, aquello a lo cual no le cabe raciocinio
alguno. Húyanle a los prejuicios. No transforman. Destruyen.
Sean autónomos, definan ustedes mismos en qué creen y en qué no creen.
Pierdan lo que en una cita de “El miedo a la Libertad” de Erich Fromm, el senador
Carlos Gaviria definía como una característica muy colombiana, la heteronomía:
ese cobarde, mediocre y cómodo placer de que los demás decidan por nosotros.
No se conviertan en eso que con desprecio Cannetti llamaba masa; le dicen
opinión pública.
Tampoco me contaron, talvez porque no era actual ni práctico, que las
contradicciones no eran malas, que no eran sujetos de odios y polarizaciones.
Nunca me contaron que Hegel denominaba dialéctica la conciliación de los
contrarios, tanto en las cosas como en el espíritu y la consideraba como la gran
fuerza transformadora. Si una idea, decía Hegel, suscita la idea opuesta, es
porque la realidad que esta idea representa exige la realidad contraria. Si me lo
hubieran contado de pronto hubiera construido país a través de ese juego de tesis,
antítesis y síntesis, en lugar haber destruido insultándome con mis contradictores,
Pero a mi no me lo contaron y a ellos tampoco. Me dijeron que todo era blanco o
negro; que yo era de [os buenos y que ellos eran de los malos. A ellos les
debieron haber contado lo mismo, pero al revés, como en un proceso dialéctico.
Por eso nos tratamos como nos tratamos. Todos. Creo en la dialéctica, creo en las
contradicciones, creo que esto es lo único que genera dinámica. Creo en el infinito
poder de las ideas. Creo, como un brillante profesor, Isaías Berlín, que son ellas,
no importa cuanto tiempo tome, que son ellas, las únicas que transforman. Me
aterroriza lo práctico; lo actual. Nada de esto es fácil. La condición humana es
compleja; compleja y poderosa.
“El que observa al mundo como se observa así mismo -dice el Tao- es capaz de
controlar el mundo; pero el que ama el mundo como se ama a sí mismo es capaz
de dirigir el mundo."
El estudio de la condición humana ha sido olvidado por su complejidad, más no
por su falta de relevancia. Esto lo expresó en forma brillante alguien mucho más
cercano a nosotros, Estanislao Zuleta, un profesor de filosofía de la universidad
del Valle, en el “Elogio de la Dificultad”. Zuleta, dialéctico por esencia, tenía una
clara explicación para los odios y para la violencia. "Hay que observar, decía, con
cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida per-
sonal y colectiva, la triste facilidad de ejercer una no reciprocidad lógica; es decir el
empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar
cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando
es adversario o disputamos con él. Él es así; yo me vi obligado. Preferiríamos que
nuestra causa se juzgue por sus propósitos y la adversaria por sus resultados.” En
otras palabras, nosotros nos percibimos perfectos, aún en nuestros errores. El
problema está en los demás. "Si tan solo pudieran ser nobles, bondadosos,
sencillos e inteligentes como nosotros." El problema, dice Habermas, en forma
más compleja, siempre está en la otredad; en los demás.
Para entrar en temas más prácticos, la Economía, por ejemplo, es en esencia el
estudio de la condición humana, de la ética. Etica como noción del bien; de estar
bien, de bienestar. El bienestar, originado en una concepción puramente ética, es
el objeto mismo de la economía. La concepción ética que hoy nos rige es la de
Páreto, un famoso sociólogo de derecha para quien los cambios en utilidad, en
bienestar, de diferentes individuos, no son comparables. Entonces, el incremento
del bienestar de quien lo tiene todo, es tan relevante para la sociedad, como el
incremento en bienestar de quien no tiene nada. Es esa falsa neutralidad lo que
determina hoy nuestra noción de eficiencia económica.
John Rawls, el recientemente fallecido filósofo americano, cuyos conceptos
tuvieron enorme influencia en la redacción de la Constitución del 91, se va directo
contra la columna vertebral del sistema: la falsa neutralidad en la comparación de
los bienestares de los individuos en diferentes condiciones. Rawls afirma que
mientras no se satisfagan unas condiciones básicas para los grupos más
desfavorecidos de la población -los derechos fundamentales-, el intercambio o las
cesiones hacia estos grupos debe continuar en forma independiente a que tanta
utilidad marginal o bienestar se les quite a los grupos de mayores ingresos. La
eficiencia se torna irrelevante. Por lo menos secundaria.
Para desarrollar su teoría Rawls plantea el concepto del velo de la incertidumbre.
Este consiste en que la expresión válida de las preferencias de los individuos es la
que se da cuando estos desconocen el rol que van a tener en la sociedad. Cuando
desconocen si van a ser infinitamente ricos o infinitamente pobres. Cuando
desconocen si van a tener una inteligencia extraordinaria o si van a tener una
inteligencia normal. Esa es la noción de bienestar socialmente válida, ya que por
actuar bajo el velo de la incertidumbre, es la única que puede propender por el
bien común. Retirado el velo de la incertidumbre. primará el egoísmo; lo
hobbesiano. El conflicto entre la noción de bienestar de Páreto y la de Rawls es el
conflicto existente entre el poder ejecutivo en Colombia y la Corte Constitucional.
Pocos problemas más prácticos que este. En la búsqueda de la solución a esta
fundamental discrepancia entre las concepciones éticas de los poderes, está el
origen de la viabilidad tanto social como económica de este país. No se imaginan
cuan práctica es esta discusión teórica. Lo que pasa es que como decía Nicolás
Gómez Dávila, "el político práctico perece bajo las consecuencias de la teoría que
desdeña.”
Al principio dije que venía a pasar una cuenta de cobro, a la universidad. En
realidad no hay razón para ello. Como dice una canción muy popular, "lo más te-
rrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida." Eso nos pasa a
todos. Siempre será así. Lo que quería compartir con quienes hoy se están
graduando, es que en materia de educación ustedes no han terminado nada.
Apenas comienzan. Tan solo quería regalarles un poco de bibliografía para que
comiencen a estudiar una clase que les va a tomar el resto de la vida.

Actividad 4a:

1. Cite un caso en el que una persona no obra de manera racional.


2. ¿Explique de qué es consciente el hombre?
3. ¿Qué valor humano se desprende de la racionalidad?
4. Explique el concepto de libertad.
5. ¿Por qué la libertad se deriva de la capacidad de ser racional?
6. ¿Qué significa la individualidad?
7. ¿Por qué tener en cuenta la individualidad es importante para el desarrollo de la
personalidad?
8. ¿Qué compromisos se pueden formular del hecho de que cada hombre es un
ser único e irrepetible?
9. ¿Qué compromisos puede generar la dimensión ser-en-el-mundo?
10. ¿Qué significa la expresión “El existir con otros es un convivir”?
11. ¿Qué actitud ética puede uno asumir del hecho de que el hombre es un ser-
con-otros?
12. Cuándo se dice que la persona ha llegado a su completa perfección? ¿Por
qué?
13. ¿Por qué se dice quo el hombre es un ser en proyecto?
14. ¿Qué otro valor humano exige el valor libertad?
15. Mencione una situación donde se le niegue al hombre su libertad.
16. ¿Qué compromiso ético implica el valor de la responsabilidad?
17 ¿Cuál es el fundamento de la dignidad humana?
18. Elabore un ensayo de la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre"
y su aplicación en el campo de la salud. Considere su papel como alumno del
PASS.

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