Recuerdo el año 2006 cuando ingrese a trabajar en una
institución educativa particular aquí en Chimbote, dentro de
la plana docente había gente de mucha experiencia y también juventud y entre ellos un profesor natural de La Libertad, enseñaba Ciencias Sociales, ya de canas pero muy activo y disciplinado y algo que me llamo la atención de él era que a pesar de no haber estudiado computación (era de suponer que en sus tiempos de estudios no había “tremenda tecnología”) se acercaba a una de las computadoras en la sala de profesores y se concentraba en hacer sus trabajos, con sus limitaciones en cuanto a informática, pero era digno de imitar su empeño y ganas de aprender por sí mismo a utilizar esta maravilla tecnológica llamada computadora, aunque a veces decía “hey Llauri una manito por favor”, o “profesor David ¿Cómo puedo hacer tal cosa?”, o cosas parecidas que necesariamente se referían a la informática y sus aplicaciones, pero sobre todo lo que admiraba y llamaba la atención a su persona como dije anteriormente era sus ganas de aprender.
El tendría por lo menos en aquel tiempo unos 60 años, pero
su espíritu era de un joven entusiasta y con ganas de saber sobre los avances de la ciencia y su aplicación en la educación en la elaboración de materiales educativos, no se daba por vencido así nomas, sino que exploraba las opciones para dar solución a alguna de sus inquietudes, un autodidacta de aquellos, para aprender a aprender y también a desaprender, y esto es lo que debería pasar con todos nosotros los docentes, ser conscientes de que no lo sabemos todo y que aún nos falta mucho por aprender y también a desaprender, porque quizás algunas cosas que sabemos nos bloquean otras que aun desconocemos; es por esto que nuestra actitud de cambio debe permanecer siempre abierta a ella, a dar de nosotros por entender el mundo que nos rodea y que nuestras actitudes reflejen apertura a la influencia de otros y nosotros a ellos, y así conseguir que los demás cambien de actitud, pero en una dirección deseada con mucho respeto y buscando el bienestar de nosotros y la sociedad.
“Con La Vaca, el Dr. Cruz provee a su audiencia con
estrategias para romper limitaciones y nos recuerda que cada uno de nosotros es el arquitecto de su propio destino. Yo recomiendo usar sus dinámicos mensajes motivacionales como herramienta para ayudar a los miembros de nuestros equipos a vivir su vida al máximo, deshaciéndonos de nuestras limitaciones y desarrollando nuevos compromisos.”
La historia de la vaca es un relato sobre cómo deshacernos de los hábitos, excusas y
creencias que nos mantienen atados a la mediocridad . Siempre he creído que el peor enemigo del éxito es el conformismo . Esta metáfora ilustra los efectos tan devastadore s que éste puede tener sobre nuestra vida y los grandes cambios que ocurren cuando finalmente decidimos deshacernos de todas nuestras excusas. No obstante, me gustaría que fuera el propio lector quien encontrara las enseñanzas que se desprenden de la historia. Y aunque, es probable que a estas alturas aún le sea imposible entender el significado de la siguiente afirmación, si resulta que no aprendió nada... ¡Ésa es su vaca!