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Para quienes aún piensen en Traslasierra como un lugar donde predomina la naturaleza
“virgen”, sería importante conocer algo sobre las invasiones biológicas ya en curso o en riesgo
de producirse en la región. Tomar conciencia del peligro que significa este fenómeno para la
biodiversidad -y subsecuentemente para el equilibrio ambiental y para todas las actividades
humanas- es primordial, ya que, como es habitual, el hombre es su principal causante.
En Traslasierra
En las Sierras Grandes y el valle de Traslasierra, la invasión por especies exóticas aún no es tan
evidente como en otras regiones de Córdoba (Sierras Chicas, Calamuchita), tal vez debido a
diferencias de clima, precipitaciones, urbanización y en el uso de la tierra. Sin embargo, esas
condiciones están cambiando rápidamente, en especial por el aumento de la población, que
trae aparejado ocupación y modificación drástica de espacios naturales, introducción de
especies exóticas (animales para mascota o producción, y vegetales para jardines, parques,
calles y plazas o producción).
Algunas especies que ya pueden ser consideradas invasoras en la zona serrana de Traslasierra
son los distintos tipos de Crataegus (Pyracantha spp.), la acacia negra, en algunas áreas el
siempreverde (Ligustrum lucidum), la zarzamora (Rubus ulmifolius) y varias especies de pino
(Pinus spp.), todas plantas exóticas cuya abundancia y área de distribución aumenta
constantemente, especialmente a lo largo de cursos de agua y caminos. También la morera, el
paraíso (Melia azederach), la rosa mosqueta (Rosa rubiginosa) y hasta el olivo son posibles
invasoras que ya se encuentran bastante extendidas en nuestra zona, y logran reproducirse y
expandirse sin ayuda del hombre.
Entre los animales, los exóticos invasores más comunes son la liebre (Lepus europaeous), las
especies de rata doméstica (Rattus rattus y R. norvegicus) en las ciudades y en los ríos y
arroyos serranos algunos salmónidos, como la trucha “arcoiris” (Salmo gairdneri) y la trucha
“de arroyo” (Salvelinus fontinalis).
Finalmente y en referencia al título de esta nota, existe un caso probable de invasión detectado
hace poco en el sector del río De los Sauces que va desde el dique nivelador (Boca del río)
hasta el balneario “Centro” de Villa Dolores. Se trata de un anfibio exótico, la rana toro (Rana
catesbeiana), introducida hace ya tiempo en el país para producción comercial de su carne en
criaderos, por su gran tamaño, rápido crecimiento y buena adaptabilidad a distintos ambientes.
En general mal diseñados y manejados, con conocimiento estrecho del ciclo biológico y de las
características de la especie, con nulos conceptos de ecología, y también faltos de controles
oficiales, esos criaderos fueron responsables de la introducción involuntaria de esta especie en
distintos ecosistemas, siempre al este de las Sierras Grandes, ya que hasta el momento no se
registra esa actividad de este lado del cordón montañoso.
Sin embargo, en los últimos meses se han hallado gran cantidad de ejemplares de rana toro en
diferentes fases de su ciclo (larvas, juveniles y adultos) a lo largo del río De los Sauces, en el
sector nombrado. Entre quienes conocen y se preocupan en la región por las consecuencias del
fenómeno de las invasiones biológicas, las sospechas sobre el origen de la introducción
recayeron pronto en la estación de piscicultura de Boca del río, ya que, por un lado los
primeros avistajes fueron en cercanías de ese lugar y, por otro la estación tendría las
instalaciones básicas necesarias para que alguien pensara en un criadero. Aparentemente, el
desconocimiento y la negligencia en el manejo de especies exóticas han sido, otra vez, los
causantes de una incipiente pero casi segura invasión.
Pasados tal vez cuatro o cinco años desde la introducción en la zona, hoy se puede escuchar el
“mugido” característico de esta especie a cualquier hora del día reemplazando al sonido de
algunos anfibios autóctonos, cuya área de distribución disminuye rápidamente debido a causas
que ya operan hace muchos años, como la modificación de su hábitat y la contaminación de
todo tipo, y a las que ahora se sumarían la competencia, posibles enfermedades y la predación,
además de consecuencias indirectas impredecibles. Por ejemplo, la especie invasora puede
resultar fuente de comida adicional para predadores nativos, y estos cambiar su dieta o
aumentar su número en respuesta al nuevo alimento, y en consecuencia ejercer más presión
sobre presas nativas escasas. También es conocido que algunos anfibios invasores pueden
provocar desaparición a nivel localizado de especies nativas sensibles.
Aunque aún no parezca representar un problema grave, este y los demás procesos de invasión
biológica descriptos deberían ser tomados seriamente en cuenta por las autoridades y por cada
uno de nosotros. Reconocer las especies invasoras y su posible impacto, asesorarse para tomar
las medidas de control que puedan aplicarse, no esperar hasta que el problema esté ya
instalado, es de mucha importancia. La ignorancia y la indiferencia son los mayores aliados de
estos enemigos silenciosos.
Lo que está en juego es nada menos que la biodiversidad de la región o, en otras palabras, la
salud de la Naturaleza de Traslasierra, esa que nos enorgullece y queremos ofrecer a los
visitantes.