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Alonso Tapia

contextuales de la
Jesús, “Condicionantes 15 – Febrero – 2010
motivación por aprender”, en Jesús Alonso Observación y Práctica Docente IV
Tapia y Jorge Samuel Lomelí Martínez
Enrique Cartula Fita. Motivación en el aula.
Madrid.
PPC (Educar), 1996, pp. 31 – 55.

La motivación en el aula

¿Cómo contribuyen nuestros modos de actuación a crear facilitadores de la


motivación por aprender o, por el contrario, inhibidores de la misma? Algo que el
profesor debe conseguir al comienzo de una clase, es captar la atención
despertando su curiosidad y su interés. En cuanto a la curiosidad se refiere, es un
proceso, manifiesto de la conducta exploratoria, activado por su característica de la
información tales como su novedad, su complejidad, su carácter inesperado, su
ambigüedad y su variabilidad, características que el profesor puede utilizar para
captar la atención. El interés, es un proceso distinto a la curiosidad, quizás porque
éste depende de la facilidad con que la información se conecta con lo que ya se
sabe, resulta particularmente motivador.

La determinación del significado de una actividad es algo que depende al


menos de dos factores. Por un lado, del grado en que el alumno es capaz de situar
la tarea en el contexto de lo que ya sabe y, por otro lado, del grado en que es capaz
de determinar las implicaciones futuras de su realización. La motivación, no
depende sólo del alumno, sino también del contexto. De ahí la importancia de que
los profesores evalúen y modifiquen, si es preciso, el tipo de metas que sus
mensajes traen al primer plano de la atención del alumno, metas que definen para
qué es relevante hacer o aprender lo que se le pide.

Para que un alumno sienta que trabaja en lo que el quiere porque él así lo
quiere, es particularmente útil que el profesor dé el máximo de posibilidades, en
donde ellos lleguen a percibir que lo que están prediciendo incrementa sus
capacidades y les abre la posibilidad de elegir cuando antes no podía. La fase de
negociación da la oportunidad de razonar con cada alumno o grupo de alumnos la
viabilidad de sus opciones, así como de ayudarles a planificarse por pasos etc.
Finalmente cuando es necesario calificar al tiempo que evaluar, los alumnos eligen
sus mejores trabajos, realizados aquellos que consideran sus mejores producciones,
señalan los criterios por los que lo hacen, y los presentan para la evaluación.

Las diferentes formas de interacción promovidas por el profesor tienen


diferentes efectos sobre la motivación. La organización de la actividad escolar en
grupos cooperativos bajo ciertas condiciones parece ser un factor especialmente
útil tanto para estimular el interés y el esfuerzo de los alumnos por aprender como
facilitar el rendimiento de éstos. Es preciso señalar que las actividades de
cooperación no se realizan en el vacío, sino en el contexto definido por el clima
general de la clase, dependiente en gran medida de la actuación de los profesores.

Uno de los factores contextuales que más contribuyen a definir la motivación


de los alumnos y a facilitar o dificultar el aprendizaje lo constituyen los mensajes
dados por el profesor antes, durante y después de las tareas escolares,
especialmente si son consistentes y si se dan de forma regular. Los profesores
difieren bastante en el grado en que son conscientes del valor motivador o
desmotivador de tales verbalizaciones.

Con evaluación de aprendizaje nos referimos no sólo a las calificaciones que


reciben los alumnos, sino a un proceso que va desde que el profesor dice – o no
dice – a los alumnos antes de la evaluación para ayudarles y motivarles a
prepararla, pasando por el planteamiento mismo de las tareas y modos de recogida
de la información hasta el uso que hace posteriormente de la información recogida.
Toda evaluación básicamente un juicio sobre la calidad de ejecución de una tarea
por parte del alumno. Toda evaluación busca poner de manifiesto conocimientos y
destrezas relacionados con distintos contenidos y tareas.

La consideración de unos y otros factores tiene obviamente implicaciones


que deberían tenerse presentes a la hora de intentar motivar a los alumnos hacia el
aprendizaje. Por otro lado los profesores deberían evaluar sus pautas de actuación
para ver en qué medida se ajustan a las que, de acuerdo con los principios
expuestos, son deseables. Por otra parte, se podría intentar algo que nos parece
posible pero más difícil: ayudar a los alumnos a tomar conciencia de los factores
que influyen en su propia motivación, para enseñarles a controlarlos, de modo que,
aunque profesores les fallen, ellos sepan como actuar.

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