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Artículos Red Del Camino

Del deber ser al permitir ser


Nicolás Panotto

Gálatas es uno de los escritos paulinos que hombres y a las mujeres como tales, más allá
más claramente desarrolla la dinámica ley- de sus situaciones concretas (y del prejuicio
libertad. Es una carta dirigida hacia y que tengamos de ellas). Esta nueva
construida desde una comunidad de fe con perspectiva intenta superar toda rigidez y
dificultades para establecer su (nueva) predeterminación legal.
identidad (cristiana). Se trasluce también en la
carta una búsqueda que no sólo se relaciona Desde esta óptica, podríamos sugerir como
con lo estrictamente religioso, en el sentido de una de las temáticas centrales del libro de
dejar atrás ciertas marcas en busca de otras Gálatas la necesidad de superar la
nuevas. En ella, además, se sugiere la objetivación de la ley por sobre el ser humano
vivencia de nuevas circunstancias suscitadas en la libertad del Espíritu. Pablo no sólo
por el impacto de la fe en Jesucristo en las contrapone dos “estructuras” religiosas sino
experiencias culturales y éticas de una dos maneras de ver la vida. Habla de la ley
comunidad humana. como aquello que “esclaviza” mientras que la
acción del Espíritu es comprendida en un
La discusión se centra en la experiencia de marco de libertad, desde términos como amor,
una comunidad que comienza a caminar en la justicia, fe, esperanza.
fe cristiana. En esta nueva búsqueda se
encuentra frente al desafío de dejar atrás una Dichos términos, que describen la
manera de ver y vivir por una vida distinta. Es manifestación histórica de esta fe que da
la tensión entre lo que Pablo llama “ley” y libertad, deben entenderse desde la
“libertad”. La ley se relaciona con aquello que mentalidad semita de Pablo. Esto se
esclaviza, que condiciona y que no permite la contrapone a muchos intentos de significación
acción del Espíritu de la libertad. Pablo lo moderna y posmoderna que cargaron su
describe claramente: “El que hiciere estas sentido en forma restricta. Lejos de ser
cosas vivirá por ellas” (3:12). El vivir está presentadas desde una perspectiva indivi-
condicionado bajo estas cosas, “objetos” dualista y confesional, éstos buscan carac-
inamovibles que marca un camino y que no terizar una comunidad de hombres y de
permiten la validez de otro. “Pero si sois del mujeres en donde el amor y la inclusión son
Espíritu, no estáis bajo la ley” (5:18). Esta es la características que superan todo cerco
nueva “marca” de la comunidad de fe cristiana. religioso. La fe, la justicia y la esperanza son
Esta libertad marca una comunidad donde no tres palabras cuya significación es
hay distinciones de sexo, de posición social, tremendamente profunda para la mentalidad
de religión, de condición (3:28) y que se semita y que caracterizan a la comunidad de
caracteriza por una búsqueda explícita y Yavé, construida sobre el “shalom” como
comprometida de una comunidad de vida búsqueda de relaciones de justicia.
donde todas las relaciones sean
reinterpretadas en un amor pleno y justo
(caps.5-6). La libertad del Espíritu llama a la Del deber ser al permitir ser
comunidad de creyentes a ver la complejidad Esta puede ser una manera de presentar lo
de la realidad y poner como centro a los que Pablo intentaba invitar. De la sumisión
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estricta a una serie de dogmas y costumbres dentro de dicho marco. Todo aquello que se
que califican la “buena conducta” del creyente encuentre fuera de este “deber” es consi-
(donde, por ende, todo lo que se encuentre derado “extraño”, “perverso”, “pecaminoso”,
fuera de dicho marco es caracterizado como “errado”. El amor, la amistad, la bondad, la
“malo” e “incorrecto”) a un marco donde la corporalidad, la justicia, la entrega, etc. son
inclusión del ser humano es lo primordial, más dejados fuera de estas categorizaciones, o
allá de encajar o no dentro de un orden de absorbidos por ellas. El “deber” implica
conducta preestablecido. imperativo, obligación, restricción; por lo tanto
una existencia (un “ser”) predefinido, obligado
Un aspecto a tener en cuenta es que Pablo en a “ser”.
ningún momento llama a anular la ley como tal
(Ga. 3:21). Más bien invita a ver que la fe en ¿A qué nos referimos cuando hablamos de
Jesús de Nazaret está por encima de ella. Por una ética que “permita ser”?
esta razón, la ley se anula a sí misma cuando Una ética del “permitir ser” busca aquello que
no busca lo prioritario: el amor, la aceptación caracteriza a todo hombre y a toda mujer: la
de las personas y la construcción de una existencia misma. “Permitir” nos involucra a
comunidad donde reine la esperanza y la todos y todas. Nos muestra que la existencia
justicia, características de la comunidad se construye y que dicha construcción se
fundamentada en la fe de Jesucristo. Todo realiza a través de la relacionalidad de unos/as
aquello que no acompañe a la construcción de con otros/as. Por ello, ella no está prede-
una comunidad del “shalom” e intente bloquear terminada o restringida sino que parte de un
el camino, queda en el marco de la esclavitud. juego entre muchos factores: las personas, los
contextos, las historias, las circunstancias, los
La situación no ha cambiado demasiado entre “momentos”. Cada hombre y cada mujer
las iglesias hoy día. Podemos aún encontrar sienten, aman, odian, comparten, ¡viven! Es en
muchos y muchas “judaizantes” que intentan esta existencia, compuesta de todas estas
imponer un cuerpo de ley como único marco experiencias mencionadas, donde la fe se
para juzgar los comportamientos y etiquetar construye y donde la iglesia debería funda-
las personalidades. Promueven una ética del mentar su “ser”. “Permitir” la existencia es
“deber ser” que condiciona la existencia de dejar a un lado todo aquello que no permita
todo hombre y mujer, no solo a su ser lo que el/la otro/a tenga derecho a (o
participación en la comunidad de fe sino, desee) ser. Esta ética parte, precisamente, de
principalmente, en su reconocimiento como aquellos aspectos que caracterizan a todo ser
seres humanos, y por ende como sujetos con humano y a la existencia en general: el
valor propio por la sola razón de existir, de derecho a la plenitud, la posibilidad de amar y
vivir, de ser personas, de amar, de compartir. de relacionarse, la realidad de la diferencia, la
La aceptación se ve condicionada a la necesidad de ser aceptados y aceptadas. Una
aceptación rigurosa de una serie de reglas, espiritualidad que “permite ser” prioriza dar
valores y expectativas que hacen al individuo amor al que lo carece, solidarizarse con el
“persona”. Adjetivaciones como “pobre”, dolor de los demás más allá de su situación y
“homosexual”, “mujer”, “inmigrante”, se tras- su condición, incluye en una comunidad de
forman en subjetivos, en “objetos” de vida y de fraternidad más allá de las
valoración (o mejor dicho, de desvalorización) valoraciones que constituyan nuestra escala
propio que van más allá de la humanidad, de moral
la vida, de la subjetividad como únicos criterios
para determinar el valor de cada uno y de Es desde aquí que podemos comprender la
cada una, hacia la construcción de la idea de una iglesia inclusiva. Pero permítanme
comunidad, la convivencia y la fraternidad. aclarar algo: ley-inclusión no debe compren-
derse simplemente como una bipolaridad. Por
¿Qué significa una ética del “deber ser”? el contrario, considerar las individualidades y
Es una ética encerrada en marcos fijos que las subjetividades implica involucrarse en un
impulsan la acción, cuyo estricto seguimiento mundo complejo donde diversas circuns-
marca lo que es considerado “correcto”. Como tancias pueden recibir distintas respuestas.
toda ética, no implica solo una o varias Esto nos lleva a pensar que no hablamos de
acciones sino una serie de condicionamientos un “todo vale” como muchos y muchas temen.
que “dignifican” a la persona como tal. La Nos fundamentamos en la acción de Jesús,
humanidad, en este caso, es comprendida que se entregó en amor por todos y todas sin
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condición alguna. Y esto no desde la


perspectiva utilitarista del “alcanzar” o del
“llegar” a tal o cual, sino más bien de aceptar e
incluir a todos y a todas por el solo hecho de
ser personas que viven en un contexto
complejo y que actúan de una u otra manera
por miles de razones que construyen su
subjetividad y su contexto. Podríamos decir
que cada persona se guía por un “deber”. Pero
dicho “deber” ser construye (no se impone)
desde circunstancias que cambian y que viven
un proceso histórico determinado. Y por ello,
dicho “deber” debe ir transformándose. Por
otra parte, y esto es lo más importante, este
“deber”, esta opción de vida, nunca pasa por
encima de la existencia del otro/a, de sus
decisiones, de su derechos.

Una iglesia inclusiva es una iglesia que


permite ser. Es una iglesia donde el amor es la
prioridad, donde la aceptación no encuentra
restricción, donde el diálogo prima a la
confrontación. La invitación a la inclusión no es
la aceptación de un modelo eclesiológico más.
Es la invitación a un camino con muchas idas
y vueltas, con algunas piedras que en
momentos pueden molestar, con lapsos de
quietud, de apresuramiento, de parar y de ver
cómo proseguir. Pero más allá de todo esto, lo
más importante es el simple hecho de
caminar, de ser invitados a nuevos desafíos,
de estar todos y todas juntos y juntas en dicho
camino, descubriéndonos y redescrubrién-
donos, permitiéndonos ser y siendo permitidos
ser.

Modificado de la publicación original en


www.otraiglesiaesposible.es/vocesdelsur

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