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Por medio de este artículo pretendemos mostrar una experiencia didáctica sobre la
ortografía llevada a cabo en uno de los cursos a cargo del Departamento de Gramática
de la Universidad Sergio Arboleda, así como propiciar algunas reflexiones a partir de
tal experiencia. Para ello, nuestra labor contemplará cuatro momentos: En el primero
de ellos describiremos la labor que se desarrolló con los estudiantes; en el segundo - a
fin de contar con un marco para la interpretación de los resultados - trataremos de
contestar a la pregunta acerca de cuál es la utilidad de la ortografía; en el tercero
analizaremos algunos resultados del trabajo efectuado y, por último,
proporcionaremos algunas anotaciones a modo de conclusiones. Empecemos
entonces.
1
José Polo, Ortografía y ciencia del lenguaje, Madrid, Paraninfo, 1974, p. 40-42.
importante de un escrito es que se comprenda el mensaje que se pretende comunicar y
no que se cumpla con ciertas “tradiciones o minucias de la comunicación”. De
acuerdo con ellos, si yo escribo que “Oy almorsé codornis”, lo esencial es transmitir
la idea de que “ en el día que todavía corre, a la hora del almuerzo consumí carne del
ave referida”, y para nada se altera el mensaje si escribo “Oy almorsé codornis” o
más bien “Hoy almorcé codorniz”. Según quienes aceptan esta tesis, en el ejemplo
que nos ocupa las dos diferentes grafías comunicarían la misma idea, y entonces no
habría que penalizar una de ellas para privilegiar la otra. La ortografía -según ellos-
apenas sería una convención, una arbitrariedad que, por ser tal, sería de dudosa
importancia aprender2.
7
Ibíd.., p.22-23.
8
Ibíd.., p. 26.
omisión de una consonante y se pueda así lograr la representación escrita
correcta (“septiembre”)”.9
Estos dos casos que menciona Salgado –entre otros tantos- son una muestra de su
tesis: La ortografía no es una mera normativa acerca de cómo se representan
correctamente los grafemas de un alfabeto, sino una oportunidad para que estudiante
y maestro reflexionen sobre otras áreas de la gramática (en los dos ejemplos
referidos, vemos que desde la ortografía el estudiante es llevado a pensar en la
semántica, la morfosintaxis o la fonética) y de este modo adquirir una mejor
comprensión del lenguaje. Un error ortográfico (y en general, la ortografía) es una
excelente ocasión para que el sujeto se haga más consciente acerca del lenguaje, para
reestructurar la oralidad, y (dada la meditación que demanda la escrituralidad)
aprender a pensar de un modo diferente (con la precisión y el análisis propios del
texto escrito).
9
Ibíd..
10
Ibíd.., p. 30-31.
Por último, y para completar las tesis de Salgado acerca de la ortografía,
mencionemos que, de acuerdo con sus planteamientos, cuando menos pueden
distinguirse 3 grandes fases en el desarrollo de la “conciencia ortográfica”.11 En la
primera de ellas, asistiríamos a la “inconsciencia ortográfica”, es decir, al hecho de
que el sujeto comete errores sin percibir que existen “posibilidades de error”. Por
posibilidades de error nos referimos al hecho de ser consciente que en español pueden
existir diversas grafías para un mismo sonido (b/v, s/z, g/j, con h /sin h, etc). Cuando
un sujeto sabe que en el idioma existen posibilidades de error, es cuando entiende que
en la escritura española existen oposiciones ortográficas como las señaladas.
Entonces, en esta fase uno sugerida por Salgado, el sujeto es inconsciente de este
rasgo de la escritura. En una segunda fase, el sujeto adquiere conciencia de la
posibilidad de error (es decir, de las oposiciones ortográficas usuales en la escritura
española) pero, al carecer de la información suficiente, todavía incurre en yerros.
Finalmente, en la fase tres, el individuo accede a una plena conciencia ortográfica; de
este modo, no sólo identifica las oposiciones de grafemas típicas del español, sino que
además cuenta con la información necesaria al respecto que le permite alcanzar una
grafía correcta.
11
Ibíd.., p. 40-45.
12
Aclaremos, eso sí, que no insertamos aquí las fotografías de los avisos publicitarios o volantes en
donde aparecen los errores ortográficos. Nos hemos limitado a transcribir los textos y errores que
necesitamos para el análisis respectivo. Así mismo, anotemos que sólo consideramos una pequeña
En la fase uno de inconsciencia ortográfica podríamos señalar errores como:
En la fase dos (Conciencia de un posible error pero sin suficiente información para la
resolución) podríamos apuntar casos como los siguientes:
muestra de todo el gran cúmulo de errores que el Museo del Horror nos permitió registrar, por cuanto
si examináramos la totalidad de errores, necesitaríamos escribir un libro y no un artículo.
corrigió al menos la primera letra “c” sustituyéndola por una letra “s”(por ello
quedó “Asecinos”). A pesar de que al final comete un error en la grafía de la
palabra, el hecho de haber autocorregido al menos una de las dos oposiciones
s/c incluidas en ella, revelaría que estamos en la fase dos (el individuo es
consciente de las oposiciones escriturales, pero su información aún es
insuficiente para resolverlas de modo apropiado).
b) “El tinbre no cirve”. Es este un texto a mano escrito junto a la entrada de
un apartamento. Es el mismo caso del ejemplo anterior: A pesar de la frase
principal (“El tinbre no cirve”), la fotografía permite ver que hubo una
primera versión mal borrada de la frase que decía “El tinbre no sirve”.
Empero, se ha borrado la “s” de “sirve” y se la ha sustituido por una “c”
(“cirve”). No obstante, es claro que quien escribió dudó entre “c” y “s” para
escribir “cirve”, y ello nos permite inferir que este individuo tenía conciencia
de la oposición c/s pero no disponía de la información necesaria para
solucionarla. Aunque a primera vista “El tinbre no cirve” parece una
expresión más fea que, por decir algo, el error “unico-credito-activate”
señalado en la fase uno, lo cierto es que revela un estadio superior en la
evolución de la conciencia ortográfica (lo que, de paso, nos permite aseverar
que en ortografía, no siempre la mayor “fealdad” de una frase o palabra en
comparación con otra frase o palabra, indica un estadio inferior de desarrollo).
c) “Jéfe- calidád- exámen”. Estas tres palabras donde se emplea mal la
tilde, aparecen en un volante publicitario. De nuevo, lo interesante de estos
errores es que revelan que, quien los cometió, es consciente de la oposición
“con tilde/sin tilde” en algunas palabras, pero desconoce las reglas sobre
agudas y graves que determinan cuándo se puede añadir el acento ortográfico
y cuándo no.
4. ANOTACIONES FINALES