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CREANDO CAPACIDADES PARA EL LIDERAZGO CIUDADANO

Enfoques Conceptuales y Metodológicos

Jorge Osorio Vargas

Introducción

EL PROPÓSITO DE ESTE DOCUMENTO es plantear los enfoques educativos


de una estrategia de formación de un Liderazgo Ciudadano en las redes,
comunidades e instituciones sociales.

Centrado en la idea de generar liderazgo a partir de la sistematización crítica


que los (as) líderes hacen de su propio mundo experiencial y de sus
aprendizajes la formación para un Liderazgo Ciudadano es un ámbito de
reconstrucción de saberes prácticos y valóricos, un ámbito intencionado de
conversaciones sobre lo público, y en particular sobre una nueva cultura de la
sustentabilidad.

Estas afirmaciones exigen propuestas metodológicas y estilos de capacitación


distintos a los predominantes, por lo que es sustantivo establecer el mapa de la
“pedagogía del liderazgo” que otorgue un sentido y una racionalidad
integradora a la totalidad de las acciones formativas que se emprenderán.

La formación para el Liderazgo Ciudadano es un proceso de creación y


fortalecimiento de las capacidades de los sujetos y comunidades involucradas
en él, para que ejerzan sus derechos y responsabilidades ciudadanas, en los
ámbitos propios de su actuación pública y de acuerdo a los valores que
inspiran el Desarrollo Sustentable.

Según este enfoque, el Liderazgo Ciudadano no es únicamente una


competencia instrumental, sino que constituye una experiencia reflexiva y
sistemática de apropiación de unas nuevas epistemologías por parte de sujetos
que están insertos en redes y comunidades sociales.

El Liderazgo Ciudadano se desarrolla en el ámbito de lo público, moviliza ideas,


construye agendas de trabajo, articula actores en función de fines públicos, por
tanto su ejercicio siempre es intencionado, busca generar transformaciones a
partir de las dinámicas particulares de las comunidades. Por esta razón, la
formación para el Liderazgo Ciudadano requiere de una “pedagogía crítica” que
sitúe al sujeto en su comunidad como un práctico-reflexivo y como un aprendiz
crítico.
Han primado en la política y en la empresa visiones de Liderazgo, asociadas a
competencias técnicas destinadas a conseguir la “conducción” eficiente y
adaptativa de los grupos sociales. El Liderazgo sería entonces una racionalidad
metodológica que se valida únicamente a partir de una lógica de resultados.
Sin embargo, desde nuestro enfoque el Liderazgo se construye desde una
condición interpretativa de la realidad, implica una práctica reflexiva y una
maestría metodológica orientada por valores explícitamente declarados.

Nuestro propósito es que el Liderazgo Ciudadano contribuya a generar agenda


públicas para el cambio institucional y social y cree una cultura metodológica
que asocie diversas dimensiones del desarrollo de las personas, en particular
el análisis, la interpretación, la reflexividad, la proyectividad crítica y las
capacidades para trabajar en redes sociales.

Enfoques de Formación para el Liderazgo Ciudadano

La formación del Liderazgo como desarrollo de la capacidad de reflexión


sobre la acción y la experiencia propia.

Los saberes y conocimientos que provienen de la acción no son de segunda


categoría. Aún más, es la acción propia, en cuanto un sistema de redes
culturales, de toma de decisiones y de sistematización de aprendizajes
sociales, el ámbito principal de la formación para el Liderazgo Ciudadano. En
sentido estricto una reflexión pedagógica sobre el Liderazgo es
sustantivamente una búsqueda de las posibilidades de la formación desde la
acción.

Este planteamiento requiere comprender entonces el carácter o el estatuto del


saber práctico y cómo organizar las condiciones que faciliten el entendimiento
de la práctica por parte de los sujetos y sus significados.

Es posible definir esta pedagogía como reconstructiva, en la medida que se


propone, como estrategia, cartografíar las redes de significado de cada una de
las actuaciones de los sujetos. Este proceso puede llevar intencionalmente a
que los participantes de un programa de formación logren entender su relación
con comunidades mayores, construyan su concepto de lo público e identifiquen
los distintos escenarios donde se desenvuelven (la cotidianidad, la proximidad,
la institucionalidad, la política).

En este plano, la acción pedagógica debe orientarse a buscar desde el


discurso de los participantes dinámicas metodológicas que hagan integrables el
habla de éstos, que identifiquen las limitaciones de sus apreciaciones, busquen
las maneras de hacer comunicables las opiniones propias, reconozcan la
relación entre sus emociones y sus juicios. La intervención pedagógica debiera
dirigirse a complejizar los contextos y poner a disposición de los participantes
los saberes formales disponibles distinguiendo sus fuentes y su tradición.
En este proceso el rol del Formador será desarrollar “reflexiones sobre la
reflexión en la acción”, haciendo del programa una comunidad de aprendizaje o
comunidad interpretativa.

El Formador será un mediador entre el saber del sujeto y sus “sistemas de


apreciación” que elabora y presenta desde una “alteridad” crítica. Por ejemplo,
ante la construcción de un diagnóstico y su problematización, el Formador
puede presentar contenidos que planteen preguntas a los resultados, o a los
procedimientos usados para realizar el diagnóstico, puede fundamentar sus
preguntas desde conocimientos acumulados en un campo específico de saber
y canalizar tales informaciones hacia una nueva construcción, más compleja,
pero en ningún caso ajena a su mundo de acción práctica.

En este enfoque pedagógico el “resultado” de la “reflexión en la acción” es un


“conocimiento en y de la acción”, una reflexión crítica sobre las rutinas, un
cuestionamiento de las formas de pensar y de actuar, un redimensionamiento
de la relación de los sujetos con su entorno, un potenciamiento de la capacidad
de análisis e interpretación de la propia experiencia, un saber decir acerca de
las acciones que el sujeto realiza y una apertura a la concepción transformativa
de la realidad, es decir una sistematización de las acciones propias como
posibilidades de cambio, que es la condición primera del Liderazgo.

La Formación para el Liderazgo Ciudadano como creación de sujetos


competentes para actuar transformando.

Si la condición del Liderazgo es la existencia de un sujeto que se apropia de la


posibilidad transformativa que tiene la realidad, es preciso señalar que, desde
el punto de vista pedagógico, para que ello se despliegue como un proceso
social, es preciso que la dinámica identitaria del sujeto se potencie a través del
desarrollo de competencias para la acción social.

En este enfoque lo que prima es una idea de formación como una maestría
práctica, como un “saber hacer” resultante de una acción reflexiva y
sistematizada, con pretensiones de establecer patrones de interpretación, que
aunque provisorios actúen como herramienta de complejización de las
acciones y de las relaciones entre el sujeto y su comunidad o entorno. De
acuerdo a este punto de vista, el “saber hacer” está sostenido en una reflexión
ética acerca de los fines y valores de la acción propia y de las instituciones.

La metodología que se propone es deliberativa, haciendo explícitos los


procedimientos de conversación y de resolución de las controversias.

El “hacer” no refiere a prácticas instrumentales, sino a una acción


transformativa sujeta a valores construidos y adoptados en los espacios
sociales. Es una pedagogía que se desarrolla sobre las posibilidades de
establecer una crítica a los sistemas sociales y abrir a los sujetos a nuevos
mundos. Eje de este enfoque es la idea de “posibilidad”, asociada a temas
generadores como “interés”, “sistemas”, “globalidad”, ”transformación”, “acción
colectiva”. El “saber hacer” se dimensiona en el “saber qué” y en “saber para
qué”.
El papel del Formador está en plantear a los participantes estrategias de
problematización, que lo sitúen como actores de cambio, que movilicen sus
dinámicas de identificación con acciones colectivas, creando condiciones para
que el sujeto de la Formación construya contenidos para su Liderazgo. Hay un
tránsito desde la condición de posibilidad del cambio (enfoque anterior) a la
construcción de un horizonte de aproximación que lo distingue a él como actor
competente y responsable de sus propios desempeños.

La metodología dialógica es la que permite construir los significados del


Liderazgo Ciudadano: el Formador introduciendo mapas conceptuales
pertinentes y el participante procesando la información como necesidad crítica
de su proceso formativo. En este enfoque, los procedimientos metodológicos
deben ser objeto de análisis para potenciar en los participantes un estado de
alerta que les permita avanzar en procesos como son: las disposiciones
necesarias para aprender de manera eficiente y las disposiciones para
entender lo nuevo del aprender y los mecanismos de su “acumulación”
(linealidad, globalización, fractalidad, etc.).

En este momento del proceso, el Formador puede tener una actitud más
directiva (o provocativa) para articular el Querer Hacer (interés, motivación), el
Hacer (solución de problemas), el Pensar el Hacer (reflexión de la acción
propia) y el Generar Saber a través de invitaciones como: proponer desafíos y
compromisos, proponer ensayos y proyectos nuevos, proponer la constitución
de redes y acciones de cooperación horizontal.

Según este enfoque, un programa de formación entendido como la generación


de una comunidad

interpretativa puede llegar a ser una “plataforma de reflexión-acción”,


construyendo agendas propias e incorporando nuevos temas a la propuesta
curricular preliminar. Los responsables del programa serán los encargados de
procesar estas nuevas situaciones generadas por la propia lógica generativa de
la intervención pedagógica.

Formación del Liderazgo Ciudadano como Estrategia Transformativa

Una estrategia de formación para el Liderazgo Ciudadano tiene los siguientes


atributos:

§ Está orientada al futuro, busca generar capacidades de proyectación


entre sus participantes y plantea el Desarrollo Sustentable como un ámbito de
búsqueda y de actuación pública de estos.

§ Entiende la formación como una experiencia dialéctica, deliberativa y


colaborativa, como una búsqueda mutua y plural de nuevos significados para el
Liderazgo Ciudadano.
§ Desarrolla competencias desde la experiencia de las(os) líderes, para
mejorar la capacidad de problematización de la realidad, la identificación de
problemas y el diseño de estrategias de transformación social.

§ Pone a disposición de los(as) líderes las teorías existentes para explicar


y complejizar sus propias experiencias, a través de la reflexión epistemológica
y el conocimiento de los debates neoparadigmáticos en las ciencias sociales y
en las políticas del Desarrollo Sustentable.

§ Valora y analiza la situacionalidad de los conocimientos y promueve


una reflexión crítica de las acciones propias, de tal modo que las atuaciones de
los sujetos no sólo cambien las situaciones, sino que permitan las
modificaciones de las formas y de los contenidos de los conocimientos acerca
de éstas.

§ Elabora el “sentido” a los saberes que traen los participantes y


contextualiza las acciones individuales como parte de acontecimientos y
procesos.

§ Investiga las motivaciones y los intereses particulares y delibera a través


de procedimientos públicos acerca de los compromisos que cada uno puede
asumir a partir de las propias prácticas del Liderazgo.

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