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Las erróneas conclusiones de Bjørnë!  se deben a diversas causas. La principal


es que denota que su conclusión es anterior a su estudio y, como profesor de estadística,
hizo un trabajo concienzudo buscando aquellos datos y argumentos que avalan dicha
conclusión minusvalorando descaradamente argumentos obvios. A pesar de sus
extravagantes conclusiones, el libro es un estudio bastante completo de los problemas
ambientales y, suponiendo que los datos aportados sean correctos y fiables, pues
también merece felicitación por reunirlos en una obra así. Para él, el medioambiente no
tiene problemas graves y pinta un mundo de color de rosa, en el que la humanidad
avanza en un rumbo que podría ser mejor, pero que apenas podemos quejarnos. Los
malos augurios de muchos científicos y ecologistas sólo pretenden, según Lomborg,
asustar a la población para dedicar dinero a salvar el medioambiente mientras otros
problemas mucho más graves se quedan sin dinero. Por supuesto, en sus 25 capítulos y
más de 600 páginas de minúscula letra hay muchos argumentos acertados y, por
desgracia, este libro no ha provocado ni siquiera un debate en profundidad que hubiera
servido para aumentar la conciencia global de los graves problemas de nuestro
medioambiente (aunque para Lomborg sean pequeños). En estas líneas vamos a exponer
algunas de las afirmaciones de Lomborg, para que se vea con claridad cómo su estudio
es largo pero incompleto y partidista.

Para empezar, Lomborg usa mal las palabras, hasta en el título, pues el › ›  es
una de las mayores escuelas filosóficas postaristotélicas (siglo III a.C.), su nombre
significa "
› › ", "indago" y originalmente se basa en la crítica sin prejuicios
de toda la ciencia. Lomborg muestra en su obra un trabajo colosal de revisión de
números (imposible que todos sean correctos, como él mismo sabe), pero se olvida de
" 
› › ". En el mundo de Lomborg todo marcha bien y va mejorando con el
tiempo. En el mundo en el que vivimos, los que "  
› › ", vemos que hay
ríos en los que no podemos bañarnos y menos aún beber, cuando eso sí era posible hace
apenas unas décadas (en el mundo rico ese es el estado de casi todos los ríos después de
pasar por una población). En el mundo de Lomborg hay problemas más importantes que
proteger el medioambiente pues, como él mismo dice, podrían salvarse más vidas
dedicando dinero a cosas distintas de las ambientales. En cambio, en el mundo en el que
vivimos el medioambiente sufre, los ecosistemas se reducen, las especies merman y
sobra dinero para comprar armas, asuntos que no le preocupan a Lomborg. Ya en el
prólogo, Lomborg afirma que su propuesta ha sido rebatir la idea generalizada de que
los ecosistemas están en peligro, una generalización claramente falsa. Hay ecosistemas
que no están en peligro, pero todos conocemos otros que sí lo están. Definitivamente,
Lomborg vive en un mundo diferente. Pasemos a examinar un poco con detalle su
mundo y sus argumentos en un rápido paseo por los capítulos de este libro, y no vamos
a corregir sus datos sino a dar algunos nuevos y a exponer claramente que con sus datos,
llega a conclusiones que, al menos, no son evidentes como él pretende hacer creer:

['
 ( Es un capítulo genérico en el que pretende mostrar que las cosas van
mejorando. Y tiene parte de razón. En muchos aspectos la humanidad ha mejorado
ostensiblemente, pero respecto a temas ambientales hay problemas importantes a los
que el optimismo de Lomborg no ayuda a reducirlos:

¢ Lomborg se fija en detalles    como que el  amazónico en el


período 1998-1999 presentó una deforestación del 0,47%, prácticamente la
mitad que en el valor máximo de 1994-1995. Sin duda, ese dato es positivo, pero
ahí mismo se reconoce que se sigue deforestando a un ritmo que para alguien
podría ser grande, aunque Lomborg evita valorarlo, y la Amazonia es finita. En
1998 ardieron en el Amazonas al menos 3,7 millones de hectáreas, dato que no
aparece en el libro de Lomborg. Lomborg dice que el total del bosque
amazónico perdido desde la llegada del hombre es el 14%. Ese 14% podría ser
poco si fuera el único bosque perdido del planeta pero el porcentaje en Europa es
muy superior (Lomborg dice que entre el 50 y el 70%) y, lo preocupante no es lo
que ya se ha perdido (el 20% mundial según Lomborg), sino lo que se está
perdiendo ahora mismo. Esos porcentajes son los que usa Lomborg en su libro y
NO son correctos según otras fuentes.
¢ Ante el problema del $ que provocan los pesticidas, afirma que la solución
no puede ser prohibirlos, pero no dice nada de usarlos correctamente y hacer
estudios sobre sus impactos. Lomborg se queda en lo genérico, pero si
descendiera a la realidad se daría cuenta que hay muchos acuíferos y pantanos
contaminados por pesticidas y abonos de los agricultores circundantes (en Jaén,
España, hay ejemplos).
¢ Puede ser cierto que algunos informes ecologistas hayan !
  
para exagerar el problema ambiental, eso es algo sin ninguna ética y debe
criticarse, pero lo mismo ocurre con aquellos del bando contrario, los cuales
suelen tener más medios y más dinero que los colectivos ecologistas. Lomborg
afirma que muchas afirmaciones del ecologismo son descaradamente falsas y
aún se las cree la gente, pero sin embargo no dice nada de los miles de
científicos que avalan esas afirmaciones y de que si realmente se lo creyera la
gente, probablemente cambiarían su forma de vida. ¿Acaso se refiere a los
políticos? También critica a los medios de comunicación por dar demasiada
importancia a los problemas ambientales, pero la realidad es que la información
ambiental es muy escasa comparada con otros temas (política o deportes, por
ejemplo). Lomborg cree que mucha gente está realmente convencida sin motivo
de los problemas medioambientales actuales (deforestación, cambio climático,
contaminación...). Es cierto que la concienciación ciudadana en los países ricos
está aumentando, pero es falso que esa concienciación sea profunda y que ocurra
en la mayoría de la gente. Si fuera así, los países ricos dejarían de consumir
exageradamente como lo hacen y, por citar un detalle, reducirían el consumo
eléctrico superfluo e innecesario, que es muy fácil de detectar. Puede que
muchos ciudadanos crean, de palabra, que los problemas ambientales son
ciertos, pero con sus actos cotidianos demuestran que no los ven graves, por lo
que también aquí Lomborg se equivoca.
¢ Afirma que las     son más caras que los combustibles fósiles,
y tiene razón, ya que para los combustibles fósiles contaminar el planeta es
|  , y Lomborg no se atreve a contestar cuánto vale respirar aire limpio.
¢ Con respecto al !   
  y el consiguiente aumento de las
tierras cultivadas, quitándole espacio a la naturaleza, Lomborg ignora el
problema de la superpoblación y no ve grandes problemas ya que la riqueza va
en aumento y utilizando luz artificial, una persona puede abastecerse con una
parcela de tan solo 36 m2, lo cual puede ser cierto, pero es caro y supone
condiciones ideales (sin plagas, siendo vegetarianos, expertos agricultores...).
Otro argumento para tranquilizarnos es que el incremento de la riqueza ha
provocado un descenso en la fertilidad, lo cual es cierto, pero en los países
pobres el crecimiento sigue siendo desmedido y el problema para el planeta no
es sólo la ›
, sino más bien el   , problema grave propio
de los países ricos. Critica con dureza los trabajos en este tema de Ehrlich pues
ciertamente fallaron algunas de sus predicciones, pero también es cierto que sus
trabajos, y los de otros advirtiendo el problema de la superpoblación, han
influido en mucha gente y se ha trabajado para evitar muchos desastres (por
ejemplo, reduciendo la mortalidad infantil se contribuye indirectamente a reducir
la natalidad). En el Capítulo 3 afirma que el número de personas no es el
problema cuando debería haber dicho que no es el  problema, ›
 
de todos. Para no extendernos, los problemas de la superpoblación y el
consumismo consiguiente pueden verse en diversos estudios como los de los
científicos Ehrlich, Nebel y Wrigth, Araújo y muchos otros.
¢ 0!%    
    ! ! 
! !  . Lomborg tiene razón    exclusivamente. Por
ejemplo, Estados Unidos es el país más contaminante y consumista del mundo.
A cambio, tiene las mejores leyes de defensa medioambiental. Su riqueza se
debe a una explotación grande de los recursos naturales (propios y ajenos) y su
desarrollo político y cultural les lleva a tener buenas leyes para su país pero
Lomborg ni se plantea cuánto se contamina en el extranjero (China, Vietnam...)
por productos que se consumen en Estados Unidos. Además de ser una
contaminación grande en valor absoluto, también está exenta de cumplir la
legislación estadounidense, incluso aunque sean empresas de ese país, que fuera
de su país adoptan políticas que allí incumplirían leyes ambientales y sociales
(mano de obra infantil...).
¢ Lomborg minimiza las consecuencias de  
   , como el
producido durante la Guerra del Golfo Pérsico, ya que la naturaleza demuestra
que tiene capacidad de recuperarse. Con sus palabras pretende transmitir
tranquilidad ante esos desastres con el argumento de que existe solución. Por
supuesto que hay solución y ciertamente la naturaleza tiene, a veces, capacidad
para recuperarse, pero también nuestro cuerpo tiene capacidad de recuperarse de
una herida y eso no es motivo para ocasionarnos heridas sin motivo ni
preocupación alguna.
¢ ùespecto al  !   dice que deberíamos alegrarnos porque se
van a alargar los períodos de crecimiento de las cosechas, una afirmación sin
demasiado fundamento y sin tener en cuenta que los efectos del cambio
climático también incluyen muy posiblemente menos agua, más irregular, más
evaporación...
¢ En general, critica los modelos simplistas o retóricos de las tesis ecologistas y
 ›› dice que hay que utilizar y presentar los mejores modelos posibles y
los indicadores más reales. Nadie puede contradecirle una afirmación así, pero
no resuelve nada. Matiza sus palabras diciendo que es necesaria la intervención
ecologista.

['
 (Lomborg critica aquí la   !     que hay en toda
la población y en los medios de comunicación. Eso es cierto y casi inevitable, ya que no
podemos pretender que la sociedad esté formada sólo por expertos en todos los campos.
Más grave es que los periodistas suelen tener sólo una formación genérica, rara vez
especializada en algo mínimamente técnico. También critica a los científicos que hacen
 › ›  para obtener resultados interesantes. También en eso estamos de
acuerdo, pero no dice nada de los estudios que hay pagados por empresas privadas con
claros intereses económicos (farmacéuticas, biotecnológicas, petroleras...). Parece que
sólo se falsean los datos para intereses ecologistas, pero no aclara que difícilmente hay
interés económico en alertar de problemas ambientales, y sí puede haber intereses
económicos en falsear estudios de impacto ambiental de un pozo petrolífero, o en
falsear los daños ambientales y a la salud de cierto alimento transgénico, por citar dos
casos concretos. Afirma que parece increíble que haya tanta gente que crea ciegamente
en las organizaciones ecologistas, que también tienen sus propios intereses. Primero que
la mayoría de la gente no se cree ciegamente eso, como ya hemos demostrado arriba y,
en segundo lugar claro que tienen intereses los grupos ecologistas, pero no son intereses
particulares ni de ánimo de lucro personal (que se sepa), y esto es tan evidente que
puede ser que, como dice Lomborg solamos tender a tratar a las organizaciones
ecologistas con mucho menos escepticismo, pero sólo de forma superficial, pues usando
la publicidad consiguen mayor credibilidad los argumentos políticos o los intereses
empresariales. Para terminar, estamos con Lomborg en que los medios transmiten más
noticias malas porque son más impactantes, y que eso distorsiona la realidad, pero
también es importante evaluar si dichas noticias malas son falsas o no y, Lomborg
concluye que en gran parte son falsas.

['
 )( Dedica un capítulo a demostrar algo obvio, que la   de la gente ha
mejorado en los últimos años gracias al avance de la ciencia y que la esperanza de vida
ha aumentado. Eso es verdad, pero ese no es motivo para minusvalorar los daños
ambientales. Justifica el aumento del cáncer porque aparece con mayor frecuencia
cuanto más anciana es la gente, lo cual parece para él justificación suficiente para no
prestar atención a las causas ambientales de esta enfermedad (radiactividad,
contaminación en agua y aire...). Como el 25% de los hombres y el 14% de las mujeres
mueren por causas derivadas del tabaco, eso le permite a Lomborg minusvalorar la
contaminación atmosférica y sus conocidos
efectos sinérgicos con el tabaco.

['
 *( La afirmación categórica de que la
! es ahora más barata no es compartida por muchísimos ciudadanos del mundo.
Lomborg no supo predecir la crisis alimentaria producida en 2008 debida a motivos
diversos (dedicar alimentos para producir  
› , aumento en el consumo de
carne, cambio climático, aumento en la demanda de petróleo y subida de su precio, todo
eso en parte por el crecimiento económico de China, país que ya ha adelantado a
Estados Unidos del primer puesto en emisiones de CO2...). Lomborg se niega a que la
producción alimenticia tenga un límite que pueda quedarse pequeño ante una población
que crece deprisa y cuyas demandas de carne y otros lujos también crecen deprisa,
incumpliendo las Cuatro Leyes de la Naturaleza. Es cierto que las predicciones de
Malthus no se han cumplido, afortunadamente, pero el mensaje es importante y hay que
tenerlo en cuenta. El optimismo de Lomborg se basa en que ahora tenemos más comida
por persona que antes, a pesar de que la población se ha duplicado desde 1961, pero la
pregunta es si pasará lo mismo en la siguiente duplicación, y en la siguiente... para
Lomborg la caída de los precios es una clara tendencia a largo plazo, pero aunque así
haya sido en el pasado, nada indica que tenga que seguir esa tendencia. Más bien, los
datos apuntan a todo lo contrario como vimos al principio de este párrafo con
argumentos tan aplastantes como que el petróleo tiende a subir u otros tales como que la
fabricación de abonos nitrogenados consumen mucha energía. Como ejemplo de mejora
en el rendimiento agrario, Lomborg pone a China y su ùevolución Verde, que salvó de
morir de ! a millones de chinos, pero Lomborg no tiene en cuenta que hoy China
 es un país autosuficiente (en parte porque ahora los chinos comen más y, ha
aumentado su demanda de carne). Coincidiendo con el economista De Jouvenel y otros,
Lomborg también ve las dificultades del uso del PIB como medida de la riqueza real.

['
 +%,( Capítulos dedicados a demostrar que todas las regiones del mundo
han experimentado un notable crecimiento en el PIB per cápita, a pesar de que como él
mismo indica el PIB no es una buena medida de la  # (y menos aún de la calidad
de vida) y de que según las Naciones Unidas, la desigualdad ha aumentado globalmente.
Lomborg dice que la creencia popular afirma que la vida en los países en desarrollo se
está deteriorando y que la proporción de pobres se incrementa, pero las pruebas
demuestran claramente lo contrario. A pesar de eso, todo el mundo sabe que en el
mundo hay miseria inaceptable y no es justo culpar en parte a las inversiones en materia
ambiental. Es innegable que el progreso del ser humano en muchas areas ha sido
grande, pero ver sólo lo positivo de ese avance es miope y ese progreso es progreso
netamente j  , medido desde y para nuestro punto de vista global, mientras
muchos pensamos que se podría haber progresado de forma similar, conservando mejor
los ecosistemas naturales, contaminando menos suelo, aire y aguas, y respetando más
los derechos humanos. Está en nuestras manos luchar por esos objetivos o simplemente
contentarnos con que hemos avanzado en muchos aspectos, negando la
  de los daños medioambientales.

['
 -%( Afirma que la humanidad tiene un .   /  ,
argumentando que tenemos recursos más que suficientes, pero olvidando que por
muchos recursos que haya, son finitos y el problema gordo puede tardar varias
generaciones cuando haya menos recursos en un planeta más degradado. El colapso no
será en una fecha concreta, sino que será progresivo, dentro de un período que
dependerá de si seguimos actuando igual y, encima, pretendemos que todos los
humanos vivan como en los países ricos. Es sencillamente imposible que todas las
familias del mundo tengan tantos coches como la media estadounidense. En su estudio
se centra en precios y reservas de distintos !   (cemento, aluminio, hierro...)
pero sin poner precio a la contaminación y destrozo de la extracción de esos recursos.
Un ejemplo: ¿Cuánto cianuro se vierte para extraer oro sin pagar nada por esa
contaminación?. Afirma que los americanos han reducido su consumo de madera, metal
y plástico en los últimos 20 años pero no dice el brutal aumento de China, India, Brasil,
México... Su conclusión es clara: el agotamiento de los recursos se hace casi imposible
porque cada día descubrimos más, los usamos de forma más eficaz y somos capaces de
reciclarlos y sustituirlos y tiene parte de razón, pero olvida citar la contaminación que
provoca tanto consumo y que se están deforestando bosques primarios por la demanda
de madera y carne de, por ejemplo, China o Europa. Otros tipos de recursos se estudian
en los siguientes capítulos.

['
 0(Lomborg sostiene que no se ha cumplido el vaticinio de que la producción
agrícola será incapaz de crecer igual que la población. Pero ignora el precio que la
naturaleza ha pagado por eso, ya que para él no hay contaminación, ni deforestación
preocupantes. Su optimismo le impide ver la posibilidad de que eso pase en el futuro.
Sostiene que la población humana se estabilizará aproximadamente en el doble del
actual (...) deberemos producir el doble de  ! . Pero para ello  será necesario
cultivar el doble de terreno. Según él, el incremento de terreno será sólo del 5,5% que,
aunque fuera cierto habría que contar con los impactos negativos de hacer más intensiva
la agricultura: más pérdida de biodiversidad, más contaminación, más abonos, mayor
peligro de plagas... Su optimismo le lleva a afirmar que no parece que haya «techos» al
crecimiento de las cosechas y que necesitamos menos crecimiento porque también la
población crece menos y porque hay menos individuos que necesiten más comida.
Tendría algo de razón si se promoviera comer !   , pero en un mundo donde la
demanda de carne aumenta, se necesita aumentar mucho la agricultura que pueda
alimentar a esa ganadería en expansión. Por supuesto, coincidimos con Lomborg en que
la mejor lucha contra el hambre es facilitar un desarrollo económico que permita a los
individuos ingresos suficientes para acceder a los mínimos recursos, pero eso es una
simplificación. Por otra parte, Lomborg no olvida despreciar los efectos de la erosión
constante en los campos agrícolas debidos a malas prácticas, confiando en que la
producción agrícola avanzará tanto que la erosión no será ningún problema. Lomborg
confía plenamente en avances 100% positivos. ùespecto al pescado, utiliza un
argumento tan falaz como manido: que hay que contar con la producción en
piscifactorías, pero Lomborg ignora que el pescado de piscifactorías come mayor
cantidad de pescado que el que produce. Esto es un grave balance negativo para el mar.
Muchas especies comerciales están en peligro de extinción en estado salvaje (salmón,
dorada, atún...) y para alimentarlos se están poniendo en peligro otras especies no
comerciales. Lomborg no cree que China pueda desequilibrar el mercado mundial de
alimentos, pero China y otros países emergentes están subiendo el precio del petróleo y
eso influye en el precio de los alimentos.

['
 ( Otro argumento de Lomborg para minimizar el efecto de la
pérdida de   es que, a cambio, ahora tenemos más plantaciones para
madera y llega a afirmar que no está tan claro que las plantaciones reduzcan la
biodiversidad. Cualquiera que haya estudiado mínimamente los bosques sabe que tienen
una gran biodiversidad y las plantaciones, más aún los monocultivos, reducen
drásticamente esa variedad. Lomborg dice que los cultivos para madera reducen
considerablemente la presión económica sobre los bosques naturales, un argumento
absurdo para defender tales plantaciones pues esas plantaciones necesitan un terreno
que antes ocupaba algún ecosistema natural que se ha visto sustituido. Lomborg no se
plantea que lo ideal sería consumir menos productos de madera (muebles, papel,
parquet...). ¿Por qué? Posiblemente porque eso sería malo para la economía y él
defiende que el desarrollo económico es vital para alcanzar un nivel de riqueza que nos
permita proteger el medio ambiente. Ese argumento tiene parte de razón, pero
evidentemente no vale cualquier tipo de desarrollo económico y no es fácil un
desarrollo que no dependa demasiado de la explotación de los recursos naturales.
Lomborg se muestra partidario de pagar a los países en desarrollo para que conserven
sus bosques y a usar una certificación para informar a los consumidores de la
procedencia sostenible de la madera o el papel, pero curiosamente no cita la
certificación que ya existe conocida como FSC. Tampoco cita el reciclaje de
papel/cartón como herramienta importante para reducir la presión sobre los bosques, ni
que el Banco Mundial calcula que entre el 70 y el 80% de las talas de bosques como los
de Papua Nueva Guinea son ilegales, o que China ya es el principal importador de
madera tropical, después de Japón.

['
 ( En este capítulo sobre  , se centra en el problema del
agotamiento, principalmente de los combustibles fósiles, y deja para otros
lugares temas que no son independientes de las fuentes de energía, como la
contaminación que produce su extracción y uso, o el cambio climático. El argumento
estrella de Lomborg es que la evolución de las reservas supera la demanda y, por tanto,
no hay que preocuparse por las reservas de petróleo pues continuamente se exploran
zonas nuevas y se encuentran nuevos yacimientos. Lomborg olvida el destrozo a la
naturaleza que genera la extracción minera de esos yacimientos y que el problema
principal del petróleo no es su agotamiento sino los problemas que genera su uso.
ùespecto a la energía nuclear se atreve a afirmar que durante su producción apenas
genera contaminación ignorando los residuos radiactivos que se generan y que aún
nadie sabe donde esconder durante los millones de años que dura su peligrosidad.
Lomborg resalta que las energías renovables no son competitivas frente a los
combustibles fósiles y que la mayoría de los proyectos de energías renovables han sido
financiados con dinero público. En eso tiene razón, pero olvida mencionar por un lado
que los combustibles fósiles no pagan por contaminar (emisiones, cambio climático,
devastación minera...) y, por otro, que también en muchos casos esos tipos de energía o
las empresas han sido subvencionadas con dinero público (en España, al menos). Es
curioso que Lomborg afirme que quizá sería más efectivo aplicar un gravamen fiscal a
la energía que reflejara los verdaderos costes sociales derivados de la producción y las
emisiones generadas, pero él no incluye los costes medioambientales. Parece claro que
su interés es solo para con la sociedad y no para con la
naturaleza.

['
 1( ùespecto al  también Lomborg es
extremadamente optimista: No es cierto que nuestros pozos se estén secando; tampoco
estamos a las puertas de una escasez insalvable, pero los datos, en algunos lugares
indican lo contrario (en España, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel está
amenazado por falta de agua y podría perder su condición de ùeserva de la Biosfera,
debido a una mala gestión del agua por parte de los ciudadanos y de los gobernantes).
Acertadamente dice que debemos gestionar mejor el agua, aumentar drasticamente su
precio y aceptar que no se pueden producir alimentos en las zonas áridas del planeta.
Tras comentar el desastre del mar de Aral dice, optimistamente que ahora ya hemos
aprendido la lección, pero es imposible saber si todos los líderes políticos han aprendido
la lección, por lo que esa afirmación es otro ejemplo más de su derroche absurdo de
optimismo sin sentido. ùespecto a la falta de agua dice que la mayor parte de las
industrias devuelven entre el 80 y el 90% del agua, pero 
 mencionar que NO
suelen devolverla con la misma 
 , sino !. Contrariamente a todas las
tesis de buena gestión del agua, Lomborg dice que la solución no pasa por reducir el
consumo actual, sino por incrementar el futuro, olvidando que para cualquier recurso
(agua, energía o lo que sea) el ahorro y mejorar la eficiencia es mejor que aumentar las
reservas (la famosa ley de las 3 erres). Otro argumento para tranquilizarnos es que
gracias al calentamiento global habrá mayor evaporación lo que traerá más
precipitaciones, pero no tiene en cuenta que mucha humedad quedará en el aire y que
los estudios indican que el cambio climático traerá precipitaciones irregulares que
podrán provocar inundaciones y sequías en sitios dispares.

El problema del 


 , Lomborg lo resuelve usando el modelo de Kuwait, que
obtiene más del 50% de su demanda mediante ›
  que, según él, puede
producir cantidades ilimitadas de agua. Argumento poco serio sabiendo que si algo es
caro no puede ser ilimitado. Hay que tener en cuenta que Kuwait tiene gran cantidad de
energía y que ese sistema genera mucha contaminación. Lomborg quiere demostrar así
que la pobreza, no el medio ambiente, es el principal inconveniente para solucionar
nuestros problemas, pero eso es una simplificación que olvida que la contaminación
afecta a todos y suele ocurrir que afecta más a los pobres, en un mundo en el que parece
que siempre habrá pobres. Para solucionar el problema energético de la desalinización
dice que en principio, podríamos obtener toda el agua que se consume en el mundo
mediante una única planta desalinizadora instalada en el Sahara, que se alimentaría con
energía solar. Un proyecto tan bonito como utópico y absurdo que olvida los costes del
transporte de ese agua. Además, hay que tener también precaución al construir en el
desierto, pues el desierto es también un ecosistema vivo con gran biodiversidad.
Lomborg es consciente de la deficiente gestión que hacemos del agua, por ejemplo por
el enorme porcentaje de agua desaprovechada por fugas en la conducción, y propone
que los países con poca agua reduzcan su agricultura y aumenten sus importaciones de
cereales, pero lo curioso es que muchos países con déficit alimentario  dedican la
agricultura para alimentarse sino principalmente para su venta a los países ricos (café,
té, cacao...). Lomborg demuestra su optimismo desmedido al decir que es muy
improbable que no seamos capaces de utilizar y distribuir mejor el agua y aunque hay
muchos ejemplos que corroboran su argumento también hay muchos otros que lo
desmienten (salinización de acuíferos, ecosistemas naturales que se pierden porque se
les roba el agua...). En general, Lomborg no tiene nunca en cuenta que los ecosistemas
también necesitan agua y que el agua no está aquí sólo para que la usemos los humanos.

['
 )( Como conclusión a los capítulos anteriores éste empieza así: No es
cierto que estemos sobreexplotando nuestros recursos, pero evita hacer un estudio serio
sobre recursos tan importantes como los pesqueros. Afirma que cerca del 80% del
bosque original sigue intacto, cuando la realidad es que el 80% de los bosques ya han
sido destruidos o alterados (según GreenPeace). Es imposible creer que haya tantos
bosques originales intactos pero, aunque fuera así, ese es un argumento muy cruel para
despreocuparse de los bosques: Para Lomborg, como tenemos muchos bosques
podemos aún vivir como si no fueran importantes. Falla la premisa, pero también el
argumento. Puede que tengamos grandes reservas de recursos energéticos, pero es
evidente que no debemos emplearlos contaminando el planeta excesivamente. Es fácil
comprobar que en muchas ciudades del mundo la calidad del aire es muy mala. Lo que
nos preocupa es las consecuencias del uso de energías sucias, y no su mero
agotamiento. Lomborg dice que nuestra sociedad futura  
››› será capaz de
producir mucha más comida por persona, sin necesidad de amenazar a los bosques (la
cursiva es nuestra, porque también  
››› eso es imposible). La experiencia ha
demostrado y está demostrando que el hombre arrasa bosques para obtener campos para
la agricultura: En Indonesia y Malasia se están reemplazando selvas para plantar la
palma de aceite africana (
› | ››  ), la semilla oleaginosa más productiva, cuyo
aceite se usa para biocombustibles y como condimento para miles de alimentos
diferentes (mire los ingredientes de lo que come y busque más información por
Internet). Lomborg tiene en mente, evidentemente, los grandes avances en las técnicas
agrícolas y aunque eso es cierto, también hay que contar con que las técnicas de la
agricultura extensiva son costosas en cuanto a energía y contaminación, como ya hemos
comentado antes. Lomborg usa multitud de datos del Banco Mundial, a pesar de la
dudosa reputación de esta organización, pero lo más curioso es la definición de
Desarrollo Sostenible que Lomborg usa del Banco Mundial: desarrollo que dura.
Definición claramente absurda porque no es sostenible lo que meramente dura «algo»
pues entonces todo es sostenible, ni tan siquiera lo que dura «mucho», sino lo que no
compromete a las generaciones futuras (y de paso tampoco a las actuales). Basándose en
el Banco Mundial, Lomborg afirma que nuestra sociedad parece, sin duda alguna
sostenible, aunque demuestra cierta duda al decir que es posible que lleguemos a
contaminar tanto que en realidad estemos menospreciando nuestras vidas, algo con lo
que estarían de acuerdo científicos de la talla del fallecido Carl Sagan.

['
 *%+( ùespecto a la !!  se limita a afirmar que
el aire del mundo occidental nunca ha estado tan limpio como ahora, pero no sólo se
refiere al aire del mundo occidental, sino también al aire de las ciudades, comparándolo
con la ùoma de la que se quejaba el cordobés Séneca (siglo I) y el Londres del siglo
XIII y XIV (parece que se llegó a ejecutar a un londinense por quemar el prohibido
carbón, aunque la norma no llegó a cumplirse nunca) o incluso de mediados del XX
(murieron unos 4000 londinenses en diciembre de 1952). Es fácil comprender cómo en
esas épocas y lugares el aire estaba peor que ahora, pero a nivel global es imposible
pensar que hoy esté nuestra atmósfera mejor que hace 2000 años. Más aún, hoy día hay
ciudades con graves problemas de contaminación atmosférica que Lomborg no estudia
pero conoce pues sólo dice que trece de las quince ciudades más contaminadas del
mundo están en Asia. ùesulta paradójico que Lomborg estudie el Londres › ›
, su
| y sus problemas, pero no estudie los problemas 
› de Ciudad de México o
Pekín. ùespecto a los oxidos de azufre y de nitrógeno, ensalza su contribución gratuita
al abonado de los bosques y sobre todo de los campos de cultivo, despreciando su
contribución a la $, aunque cita datos de la EPA afirmando las miles de vidas
salvadas cada año por la reducción de dióxido de azufre y dice que la contaminación
local es causa de que mueran más bosques que la lluvia ácida, aunque en el capítulo 21
sí reconoce los daños de la lluvia ácida a los lagos. De nuevo el escepticismo de
Lomborg no lo aplica a los datos del Banco Mundial para relacionar los ingresos (PIB
per cápita) con la contaminación, concluyendo que la pobreza conlleva poca
contaminación, la cual sube conforme suben los ingresos y, a partir de cierto nivel de
ingresos se alcanza una contaminación máxima que disminuye si los ingresos aumentan.
Efectivamente, a mayores ingresos la gente se vuelve más consciente, más exigente y
con más mecanismos (democracia, ONGs...) para demandar políticas ambientales, con
lo que consiguen no tanto reducir la contaminación (como quiere hacernos creer
Lomborg) como llevarla a otro lado, esconderla. Como se ha dicho antes, gran parte de
la contaminación que se produce en los países pobres habría que contabilizarla a los
ricos, porque son ellos los que compran los productos que generan esa contaminación.

['
 ,%-( A nivel mundial la !  supone un riesgo
mucho mayor para salud que la contaminación atmosférica exterior. Eso es así porque la
contaminación de interiores tiene mayores concentraciones de contaminantes como el
humo (leña, cigarrillos...), amianto, radón y miles de productos químicos que llevamos a
nuestras casas directa o indirectamente. La mejor solución es ventilar la casa, y aunque
Lomborg dice que las plantas de interior no ayudan, según científicos de la
NASAresultan sorprendentemente útiles. El incremento de casos de  %
!Lomborg lo achaca a que pasamos más tiempo en interiores que antes, pero no
dice nada explícitamente de la influencia limpiadores y otros productos, dejando para
otro apartado los productos químicos, y los OMG.

['
 0( ùespecto a la contaminación del ! reitera los argumentos del primer
capítulo, despreciando los derrames petroleros con la mala excusa de que la naturaleza
tarda décadas en recuperarse y así, nada dice de mejorar las leyes o reducir el consumo
para evitarlos. Más aún, sostiene que, según los datos, limpiar los derrames petroleros es
peor que dejar el petróleo sin control. Para Lomborg, el estado del agua marina mejora
cada dia, aunque ignora que no es raro que el pescado esté contaminado por mercurio.
No obstante, defiende la reducción en fertilizantes y la creación de espacios y
humedales ribereños para reducir la eutroficación costera y en ríos, confiando en la
mejora del : es muy probable que los ríos experimenten mejor calidad del agua
cuanto mayores sean los ingresos. Efectivamente, la lógica y la razón afirman eso, pero
también Lomborg olvida que cuidar los ríos supone evitar grandes proyectos hidráulicos
(trasvases, pantanos, grandes centrales hidroeléctricas...). En este grueso documento, no
hay espacio para ese tema.

['
 ( Cuanto más ricos somos, más   generamos, pero para Lomborg
eso no es un problema ya que cabe toda en los vertederos. En sus propias palabras: el
vertedero capaz de albergar toda la basura generada en Estados Unidos durante este
siglo ocuparía un cuadrado de tan solo 22,5 kilómetros de lado. Ese inmenso cuadrado
lleno de basura, a Lomborg le parece pequeño. Para muchos sería pequeño si fuera
relleno de bosques naturales... pero de nuevo Lomborg se va por las ramas dando una
solución absurda al problema y eludiendo los problemas principales de las basuras: que
generan contaminación (lixiviación...), que suponen un derroche de recursos (materiales
y de energía), que nadie quiere un vertedero junto a su casa, y que cada vez las basuras
se transportan más (el grave problema de basuras de Italia en 2008 se solucionó
trasladando su basura a Alemania), que muchas basuras jamás acaban en vertederos,
sino en los fondos marinos, en bosques, en ríos... Incomprensiblemente, Lomborg ataca
hasta el reciclado de papel: los estudios más recientes parecen indicar que en realidad
sale más caro reciclar el papel que fabricar papel nuevo. A eso se puede objetar que ni
siquiera asegura nada y es una afirmación vaga y sin fundamento claro, pero además,
Lomborg sólo tiene en cuenta factores económicos, no ambientales, pues el reciclaje es
uno de los 4 principios básicos de la sostenibilidad.

['
 ( Según este autor, el temor a los pesticidas fue la base para que se
asentaran temores hacia los
!, pero eso es una verdad a medias
porque es cierto que mucha gente teme ingerir o inhalar productos químicos, pero es un
temor que se traduce en pocos o nulos actos más allá de expresarlo verbalmente en
conversaciones informales. Para demostrar que el cáncer no es un problema, Lomborg
hace malabarismos con los números y con los argumentos. Por ejemplo, afirma que el
aumento de los casos de cáncer se debe a que ahora envejecemos más y, para que le
salgan mejor los números, considera sólo los cánceres ajustados por edad, elimina los
atribuibles al tabaco y sólo considera las muertes por cáncer y no otros efectos
negativos. No entendemos por qué no quita también los cánceres infantiles,
considerando los niños que hubieran muerto al nacer, ya que ahora mueren menos niños
al nacer. Esto último es un sarcasmo para destacar las burdas manipulaciones de
Lomborg. La realidad es que el cáncer mata a mucha gente en la situación actual y la
contaminación influye mucho (tal vez menos que el tabaco, pero negar sus efectos es
una necedad). Por supuesto, coincidimos en que las decisiones personales (la comida, el
tabaco...) son aún más importantes que la contaminación ambiental y para la mayoría de
no fumadores, las ventajas que la sociedad moderna aportan a la salud superan con
creces a los nuevos peligros, pero esa no es razón para no quejarse de esos peligros e
intentar hacer las cosas mejor, máxime cuando ello es perfectamente posible.

Según Lomborg, es infundado nuestro temor a la contaminación por pesticidas pues este
tema está profundamente estudiado y analizado y los límites legales en los alimentos (de
la ONU, EE.UU o la UE) son más que suficientes, aunque recuerda que se han
encontrado pesticidas en concentraciones superiores al límite de 0.1 µg/l en más del
50% de los lugares analizados y el 1% de frutas y verduras lo supera. Además,
continuamente salen nuevos productos y es muy complejo estudiar sus peligros a largo
plazo en humanos y en el medio ambiente. Las pruebas rutinarias se basan, como él
mismo reconoce, en experimentos realizados con animales cosa que parece no
importarle a pesar de que en en una de las notas afirma que tiene el firme
convencimiento de que los animales y las plantas tienen derecho a no ser lastimados o
eliminados de forma innecesaria (por eso soy vegetariano). Tampoco en este asunto
comenta nada de cómo la agricultura ecológica puede ayudar a reducir la contaminación
ambiental y el cambio climático. Lomborg asegura que muchos de los alimentos que
ingerimos a diario no superarían el control que utilizamos para los productos químicos
sintéticos y pone el ejemplo del café y de la lechuga que, con su contenido en ácido
cafeico representan un riesgo de cáncer del 0,04%. De nuevo Lomborg busca
argumentos sin demasiado fundamento, olvidando que hay alimentos (como el café y la
lechuga) que se consumen desde hace cientos de años sin apenas detectar peligros.
Además, uno decide si toma o no café, pero no si toma o no pesticidas y, por último,
podemos citar el famoso lema: Más vale prevenir. Para terminar, Lomborg aclara que
los pesticidas ayudan a abaratar el precio de las frutas y las verduras, y se vuelve más
comprensivo ±sin perder su interés en la economía± al afirmar que es posible con un
bajo coste reducir parcialmente el uso de los pesticidas y parece
prudente hacerlo.

['
 1( ùespecto a la  , Lomborg de nuevo cae en
simples manipulaciones de datos y en contradicciones: Afirma, en el mismo párrafo que
nunca ha habido tantas especies como en la actualidad, a pesar de reconocer que los
casos de extinción han aumentado. Expone una tabla con el número de especies y
extinciones, pero es una tabla muy incompleta pues olvida grupos de seres vivos tales
como los arácnidos, las algas o los hongos. En el libro (y en el resumen de
www.resumelibros.tk) de Nebel y Wrigth puede verse una tabla más precisa y cinco
grandes argumentos para conservar la biodiversidad, además de ser otro principio básico
de la sostenibilidad. También Lomborg reduce el número de extinciones conocidas.
Lomborg afirma que el argumento de que debemos conservar las plantas como
potenciales fuentes de medicamentos no es válido, pues teniendo en cuenta que no
hemos sido capaces de analizar ni siquiera una porción apreciable de las plantas que ya
conocemos, no podemos utilizarlo para defender la protección de todas las especies, por
ejemplo, de la selva tropical. Por supuesto que sí podemos usar ese argumento que,
además de no ser el único podría salvar muchas vidas. Lomborg reconoce que la
humanidad ha sido sin duda la causa principal de la extinción de muchas especies desde
1600, pero afirma que la cifra de cuarenta mil especies desaparecidas dada por N. Myers
es exagerada y pretende quitarle importancia argumentando que más del 95% del total
de las especies corresponde a escarabajos, hormigas, moscas, gusanos microscópicos y
hongos, además de bacterias, algas y virus. Es verdad que los grupos con más especies
amenazadas no son los mamíferos o las aves, pero incluso en esos grupos no dejan de
incrementarse las listas de animales en peligro: lince ibérico, tigre, elefante africano, la
foca del mar Caspio, el demonio de Tasmania... El Congreso Mundial de la Naturaleza
de la UICN (Barcelona, 2008, IUCN en inglés) arrojó estos datos: Un 25% de las
especies de mamíferos se encuentran en peligro de extinción (un 38% considerando
todas las especies de animales), la Lista ùoja elaborada por más de mil expertos
internacionales denuncia que 188 mamíferos se encuentran en la categoría de "amenaza
máxima".

Según el profesor Ehrlich no sabemos cuántas especies se extinguirán realmente, pero


no es preciso tener datos exactos para reconocer que la vida está entrando en un colapso.
Lomborg critica esa afirmación porque libera a los científicos de la responsabilidad de
aportar pruebas, pero en realidad los científicos no paran de aportar pruebas que no son
nunca suficientes para Lomborg y, los datos exactos sobre el número de extinciones
reales no los tendremos jamás. Sería un error esperar a tener esos datos para actuar y el
mismo Lomborg se contradice cuando en sus conclusiones afirma que la extinción de
especies provocada por el hombre continúa a un ritmo alarmante (Cumbre de ùío, 1992)
y esto nos obliga a introducir la conservación de las especies en el proceso de la política
nacional, aunque luego matiza que una pérdida del 0,7% cada 50 años no es una
catástrofe, sino un problema. Lo triste es que ese 0,7% no coincide con el 38% de la
UICN.

['
 )( Al  !   dedica un largo capítulo pero intentaremos ser
breves. Lomborg reconoce que la concentración de CO2 ha aumentado un 31% desde la
época preindustrial pero afirma que aunque no cabe duda de que en el último siglo las
temperaturas han sido más altas que en siglos anteriores, no se puede tomar como
indicador de un abrumador calentamiento global, negando así totalmente las evidencias
del cuarto informe del IPCC que data del 2007, posterior al libro de Lomborg, aunque
del tercer informe del IPCC dice que utiliza un modelo simple y que sobreestima
sistemáticamente el calentamiento que él lo situa en el rango 1,2-4,8ºC, pero que el
cuarto informe del IPCC lo precisa con datos más actuales en 1,9-4,6ºC. Por citar
algunas de las afirmaciones más sorprendentes, Lomborg dice que parece razonable
pensar que los países ricos (y a finales de este siglo prácticamente todos los países)
protegerán a sus ciudadanos a un precio tan bajo que en realidad nadie estará expuesto a
las inundaciones marinas anuales por la elevación del nivel del mar. Más optimismo aún
desborda al decir que el problema se solucionará porque la humanidad ha sido capaz de
ir haciendo frente a los problemas que se le han ido presentando y aunque realmente se
han resuelto algunos de esos problemas, también es cierto que la humanidad ha sido
incapaz de resolverlos sin recurrir a guerras, a esclavitud y a otros medios poco
aconsejables. El problema térmico tiene para Lomborg fácil solución y dice literalmente
que un mundo más rico será más capaz de proporcionar a más personas el acceso al aire
acondicionado, argumento que dudo mucho que tranquilice a gran parte de la población
mundial. En general, Lomborg no ve grandes efectos negativos y todo lo resuelve con
dinero procedente de que cada vez somos más ricos. ùeconoce que los efectos del
calentamiento global serán costosos, pero también lo serán los de la reducción de CO2,
aunque el coste de reducción de la primera tonelada de carbono es prácticamente nulo y
consumidores y autoridades podrían unirse para conseguir grandes ahorros. Argumenta
que combatir el calentamiento global puede salir más caro que combatir sus efectos y
que sólo se justifica por un exagerado pánico al riesgo, aunque otros prefieren ver ahí un
› |›  respeto por la Naturaleza y las siguientes generaciones.

Lomborg aboga por cambios en nuestra estructura energética que convendría llevar a
cabo independientemente del asunto del calentamiento global y efectivamente el
calentamiento global es sólo un argumento más entre otros muchos (contaminación...).
Pero a la vez, Lomborg no ve bien dedicar recursos a ese cambio porque hay infinidad
de proyectos que necesitan inversiones sobre todo en el Tercer Mundo y la aplicación
del protocolo de Kioto es muy cara, según Lomborg. Pero, por otra parte, no aplicar
planes como el protocolo de Kioto no significa que ese dinero vaya a proyectos del
Tercer Mundo y ya podría dedicarse a ese fin la mitad del presupuesto militar, por
ejemplo. Para Lomborg el IPCC dice que necesitamos cambiar nuestro estilo de vida
personal y apartarnos del consumismo, adoctrinados por los medios de comunicación y
cita un estudio que afirma que el consumo se ha duplicado en Estados Unidos desde
1957, pero su nivel de felicidad ha descendido. Como conclusión, Lomborg apoya una
tímida lucha contra el calentamiento global que nos permita ayudar también a los países
en desarrollo.

['
 *( A modo de   en este capítulo se expone que los principales
problemas siguen siendo el hambre y la pobreza y que cuando somos suficientemente
ricos podemos empezar a pensar y a preocuparnos por los problemas del medio
ambiente. Esto último es una verdad ›  , porque es evidente que si hay hambre,
no puede preocupar mucho el medio ambiente, pero hay sociedades que viven de forma
respetuosa con el medio ambiente sin aspirar a ser ricos. La cuestión clave es qué es lo
que se entiende por suficientemente ricos y mientras eso no esté definido y se interprete
libremente, dicha afirmación es vana. Ya hemos dicho antes como Lomborg arremete y
critica duramente al IPCC y, en este capítulo también lo hace contra el exvicepresidente
de Estados Unidos, Al Gore y su libro  jj›
›
|  j›  
(1992). Seguro que Lomborg se quedaría de piedra al conocer que el IPCC con su IV
informe, y Al Gore con su película documental "Una Verdad Incómoda" (2006)
consiguieron juntos el Premio Nobel de la Paz 2007, por su difusión del problema del
cambio climático.

ùespecto a los A A ! 


  !   !  ,
Lomborg expone el aumento en la producción en países como Estados Unidos, Argentina, Canadá y
China (en ese orden) de cultivos de soja, maíz, algodón y canola. Se afirma que las posibilidades son
enormes, pero también lo son sus problemas potenciales. Lomborg no ignora que la causa
fundamental del hambre es la pobreza pero dice que probablemente los OMG puedan contribuir al
suministro de comida. Por supuesto que sí, pero eso no implica que esa comida llegue a los que más
la necesitan porque los alimentos fluyen en la dirección de la demanda, no de las necesidades
nutricionales. De hecho, cuando en los países ricos hay una buena producción agraria no es raro que
destruyan parte de la producción para mantener los precios. En la UE la población es más reacia a
los OMG que en EE.UU. por sus implicaciones en la salud y en el medio ambiente las cuales pueden
leerse en este › 
 (accesible desde www.resumelibros.tk). Lomborg parece creer en otro
complot contra los OMG, pero no aclara qué intereses tienen los contrarios a los OMG, mientras que
los intereses de los que son favorables son evidentes, pues se trata principalmente de empresas
biotecnológicas que están ganando mucho dinero vendiendo sus semillas y sus pesticidas. Lomborg
incluye algunos ejemplos controvertidos, como el de las patatas transgénicas tóxicas, y aunque
parece que le cuesta reconocerlo, al final concluye que no podemos estar seguros, lo cual es, para
muchos, un argumento suficiente para no exponerse a riesgos innecesarios porque, realmente no
necesitamos mejorar las patatas ni otros alimentos que ya han demostrado durante miles de años que
son ya suficientemente buenos. Comenta el ejemplo de que las mariposas monarcas mueren al
atravesar campos de maíz transgénico, al cual se le ha modificado para que produzcan la toxina Bt.
Lomborg afirma que no es el maíz OMG el culpable de la muerte de las mariposas, sino la toxina
Bt, pero parece olvidar que dicha toxina no es natural en el maíz tradicional.

Lomborg dice que no sabemos cuáles son las consecuencias del uso de genes procedentes de
organismos no alimenticios, pero lo mismo ocurre de genes procedentes de organismos alimenticios,
porque los genes tienen influencias compartidas y no se fácil aislar los efectos de cierto gen y
mucho menos a largo plazo. De hecho, el propio Lomborg añade que tendremos que realizar
estudios de alergias a estos organismos, pero como ignoramos qué es lo que estamos buscando,
nunca estaremos absolutamente seguros de saberlo todo, por lo que los GM pueden suponer un
riesgo por la incorporación de nuevos alérgenos, aunque, olvidando su › ›  dice que la
tecnología se ha comprometido a eliminar muchos de los alérgenos más habituales. También ve
otros riesgos en los OMG, como la resistencia a antibióticos o el riesgo de malas hierbas resistentes
a los pesticidas, pero los califica como riesgos poco probables. Según Lomborg la FDA ha
declarado que los casos nuevos de alergias pueden proceder tanto de alimentos GM como de los
tradicionales, una evidencia que no necesita grandes demostraciones. El problema es que si alguien
es alérgico a un producto natural aprenderá a no consumirlo, pero si alguien es alérgico a un
transgénico, será imposible para el consumidor descubrir si lo que come es o no transgénico.
Además de que esa sensibilidad alérgica es inducida artificialmente, lo cual es, sin duda, más grave
y está ocurriendo que campos agrícolas tradicionales están siendo contaminados por polen de los
campos transgénicos, ya que el polen no entiende de fronteras.

Finalmente, Lomborg concluye que las ventajas aportadas por los alimentos GM (...) superan con
mucho a los riesgos que suponen pero el principal problema es que ignoramos tales riesgos a medio
y largo plazo y su afirmación supone una contradicción con otra afirmación hecha dos párrafos
antes: Solo cuando dispongamos de toda la información podremos valorar los riesgos y los
beneficios a la hora de tomar las decisiones más acertadas.

Lomborg se centra en maravillarse de los logros de nuestra civilización: aumento de la


esperanza de vida, disminución de la mortalidad infantil y del analfabetismo,
disponemos de más alimentos y de acceso a más comodidades, desde agua potable a
teléfonos, ordenadores y automóviles. Y eso son verdades que nadie cuestiona. Pero
además de eso, parece evidente que Carl Sagan tenía razón cuando afirmaba que
"nuestra tecnología se ha hecho tan potente que estamos convirtiéndonos en un peligro
para nosotros mismos". Pero luego, Lomborg sigue afirmando, sin evaluar la atmósfera
globalmente, que hemos reducido la contaminación atmosférica en las ciudades del
mundo desarrollado y tenemos motivos para pensar que también lo conseguiremos en
los países en desarrollo. Dice que nuestros ríos están cada vez más limpios, pero ignoro
de qué ríos habla y desde cuando están más limpios. Los datos indican que ahora los
ríos están más sucios que hace sólo 50 años.

A pesar de su optimismo, Lomborg dice que las cosas no van ››››› y


apoya la donación del 0,7% del PIB para ayuda a países pobres, que hasta ahora sólo
cumplen Dinamarca, Noruega, Holanda y Suecia y dejar de subvencionar en los países
ricos sectores como la industria textil o la agricultura para que los países pobres puedan
competir en condiciones más igualitarias. Pero también propone que se gaste menos
dinero en defender el medio ambiente y más en los hospitales, las guarderías, etc., pero
resulta curioso que no pida que se reduzcan también las inversiones en defensa, en
armas o en carreteras e infraestructuras que dañan el medio ambiente y son causa de
muerte directa de muchas vidas. A Lomborg se le escapa que en muchos casos para
defender el medio ambiente lo que hay que hacer es gastar MENOS dinero (en
carreteras, puertos y aeropuertos...). Buscando argumentos para demostrar que no
merece la pena gastar dinero en la protección del medio ambiente compara el coste
medio por año de vida salvado en distintas inversiones, y efectivamente invertir en
medio ambiente no es la forma más eficiente de salvar vidas humanas, pero es evidente
que el objetivo de proteger la naturaleza no es sólo para salvar vidas humanas, sino
salvar ecosistemas, mejorar nuestro medio ambiente para mejorar también en salud,
además de otras ventajas a largo plazo. Lomborg afirma que a todos nos preocupa el
medio ambiente, pero parece ignorar que no nos preocupa a todos de la misma forma.
Lomborg cree que existe un complot entre grupos ecologistas y medios de
comunicación que utilizan los resultados científicos de forma selectiva para confirmar
nuestros temores ambientales y, según él, eso nos impide razonar correctamente. Sin
embargo, Lomborg no mete en el complot a políticos ni a científicos, algunos de los
cuales son tan importantes como Stephen Hawking que, en Septiembre de 2008 decía
que "el futuro del hombre está en el espacio, ya que va a ser muy difícil, a estas alturas,
evitar un desastre en el planeta Tierra en los próximos cien años".

Como conclusión final, podemos extraer que Lomborg quiere demostrar que no hay
ninguna catástrofe ecológica esperándonos a la vuelta de la esquina, a pesar de los
muchos científicos que opinan lo contrario y de que ya estamos viendo algunos
desastres, como hemos indicado en las líneas precedentes. Lomborg también alude al
principio de precaución pero él asume que siempre se asumen riesgos, pero debemos (si
es posible) dar libertad a todos (incluso los no nacidos) de asumir los riesgos que
decidan. Lomborg simplifica diciendo que somos más ricos porque hemos establecido
una exitosa economía de mercado, pero el citado De Jouvenel le matizaría que también
se debe a que "estamos explotando el mundo" pues ¿de dónde viene y a dónde va todo
lo que usamos?. Pero para Lomborg, los problemas derivados de la contaminación no
son motivo suficiente para creer que el crecimiento económico esté destruyendo el
planeta. Y es que no es sólo el crecimiento económico, sino el tipo de crecimiento el
que está arruinando el planeta poco a poco, y por lo que ArcadiOliveres pedía una
economía más justa.

El mismo Lomborg, en el prólogo a la edición española, resume diciendo que reconoce


que existe una pérdida de bosques tropicales, que sigue habiendo millones de personas
que mueren de hambre, que la desaparición de especies camina a una velocidad mil
veces mayor que la de la naturaleza, y que el calentamiento global es una realidad y un
reto para la humanidad, pero que hay problemas peores y hay que afrontarlos por orden
de prioridad. Aunque esos problemas no fueran graves, si hay dinero para gastar en la
destrucción del medio ambiente también tiene que haberlo para su protección. Si se
gastan miles de millones en armamento, también puede haber dinero para la naturaleza.
Aunque eso no sea una prioridad para Lomborg, sí lo es para miles de científicos y la
ONU ha alertado en muchos documentos de los graves problemas ambientales. Lo más
curioso es que para defender el medio ambiente muchas veces no hay que invertir
dinero en su defensa, sino dejar de invertirlo en tareas que dañan el medio. En muchos
casos defender el medio ambiente es barato, ahorra dinero en efectivo, ahorra
enfermedades y gastos sanitarios y nos permite sacar fondos para otros problemas. Todo
esto nos muestra que Lomborg cae en muchas contradicciones y aunque algunas de sus
afirmaciones son incuestionables, deja de lado aspectos clave que preocupan a mucha
gente aunque para él tengan poco interés.

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