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Para empezar, Lomborg usa mal las palabras, hasta en el título, pues el es
una de las mayores escuelas filosóficas postaristotélicas (siglo III a.C.), su nombre
significa "
", "indago" y originalmente se basa en la crítica sin prejuicios
de toda la ciencia. Lomborg muestra en su obra un trabajo colosal de revisión de
números (imposible que todos sean correctos, como él mismo sabe), pero se olvida de
"
". En el mundo de Lomborg todo marcha bien y va mejorando con el
tiempo. En el mundo en el que vivimos, los que "
", vemos que hay
ríos en los que no podemos bañarnos y menos aún beber, cuando eso sí era posible hace
apenas unas décadas (en el mundo rico ese es el estado de casi todos los ríos después de
pasar por una población). En el mundo de Lomborg hay problemas más importantes que
proteger el medioambiente pues, como él mismo dice, podrían salvarse más vidas
dedicando dinero a cosas distintas de las ambientales. En cambio, en el mundo en el que
vivimos el medioambiente sufre, los ecosistemas se reducen, las especies merman y
sobra dinero para comprar armas, asuntos que no le preocupan a Lomborg. Ya en el
prólogo, Lomborg afirma que su propuesta ha sido rebatir la idea generalizada de que
los ecosistemas están en peligro, una generalización claramente falsa. Hay ecosistemas
que no están en peligro, pero todos conocemos otros que sí lo están. Definitivamente,
Lomborg vive en un mundo diferente. Pasemos a examinar un poco con detalle su
mundo y sus argumentos en un rápido paseo por los capítulos de este libro, y no vamos
a corregir sus datos sino a dar algunos nuevos y a exponer claramente que con sus datos,
llega a conclusiones que, al menos, no son evidentes como él pretende hacer creer:
['
( Es un capítulo genérico en el que pretende mostrar que las cosas van
mejorando. Y tiene parte de razón. En muchos aspectos la humanidad ha mejorado
ostensiblemente, pero respecto a temas ambientales hay problemas importantes a los
que el optimismo de Lomborg no ayuda a reducirlos:
['
(Lomborg critica aquí la ! que hay en toda
la población y en los medios de comunicación. Eso es cierto y casi inevitable, ya que no
podemos pretender que la sociedad esté formada sólo por expertos en todos los campos.
Más grave es que los periodistas suelen tener sólo una formación genérica, rara vez
especializada en algo mínimamente técnico. También critica a los científicos que hacen
para obtener resultados interesantes. También en eso estamos de
acuerdo, pero no dice nada de los estudios que hay pagados por empresas privadas con
claros intereses económicos (farmacéuticas, biotecnológicas, petroleras...). Parece que
sólo se falsean los datos para intereses ecologistas, pero no aclara que difícilmente hay
interés económico en alertar de problemas ambientales, y sí puede haber intereses
económicos en falsear estudios de impacto ambiental de un pozo petrolífero, o en
falsear los daños ambientales y a la salud de cierto alimento transgénico, por citar dos
casos concretos. Afirma que parece increíble que haya tanta gente que crea ciegamente
en las organizaciones ecologistas, que también tienen sus propios intereses. Primero que
la mayoría de la gente no se cree ciegamente eso, como ya hemos demostrado arriba y,
en segundo lugar claro que tienen intereses los grupos ecologistas, pero no son intereses
particulares ni de ánimo de lucro personal (que se sepa), y esto es tan evidente que
puede ser que, como dice Lomborg solamos tender a tratar a las organizaciones
ecologistas con mucho menos escepticismo, pero sólo de forma superficial, pues usando
la publicidad consiguen mayor credibilidad los argumentos políticos o los intereses
empresariales. Para terminar, estamos con Lomborg en que los medios transmiten más
noticias malas porque son más impactantes, y que eso distorsiona la realidad, pero
también es importante evaluar si dichas noticias malas son falsas o no y, Lomborg
concluye que en gran parte son falsas.
['
)( Dedica un capítulo a demostrar algo obvio, que la de la gente ha
mejorado en los últimos años gracias al avance de la ciencia y que la esperanza de vida
ha aumentado. Eso es verdad, pero ese no es motivo para minusvalorar los daños
ambientales. Justifica el aumento del cáncer porque aparece con mayor frecuencia
cuanto más anciana es la gente, lo cual parece para él justificación suficiente para no
prestar atención a las causas ambientales de esta enfermedad (radiactividad,
contaminación en agua y aire...). Como el 25% de los hombres y el 14% de las mujeres
mueren por causas derivadas del tabaco, eso le permite a Lomborg minusvalorar la
contaminación atmosférica y sus conocidos
efectos sinérgicos con el tabaco.
['
*( La afirmación categórica de que la
! es ahora más barata no es compartida por muchísimos ciudadanos del mundo.
Lomborg no supo predecir la crisis alimentaria producida en 2008 debida a motivos
diversos (dedicar alimentos para producir
, aumento en el consumo de
carne, cambio climático, aumento en la demanda de petróleo y subida de su precio, todo
eso en parte por el crecimiento económico de China, país que ya ha adelantado a
Estados Unidos del primer puesto en emisiones de CO2...). Lomborg se niega a que la
producción alimenticia tenga un límite que pueda quedarse pequeño ante una población
que crece deprisa y cuyas demandas de carne y otros lujos también crecen deprisa,
incumpliendo las Cuatro Leyes de la Naturaleza. Es cierto que las predicciones de
Malthus no se han cumplido, afortunadamente, pero el mensaje es importante y hay que
tenerlo en cuenta. El optimismo de Lomborg se basa en que ahora tenemos más comida
por persona que antes, a pesar de que la población se ha duplicado desde 1961, pero la
pregunta es si pasará lo mismo en la siguiente duplicación, y en la siguiente... para
Lomborg la caída de los precios es una clara tendencia a largo plazo, pero aunque así
haya sido en el pasado, nada indica que tenga que seguir esa tendencia. Más bien, los
datos apuntan a todo lo contrario como vimos al principio de este párrafo con
argumentos tan aplastantes como que el petróleo tiende a subir u otros tales como que la
fabricación de abonos nitrogenados consumen mucha energía. Como ejemplo de mejora
en el rendimiento agrario, Lomborg pone a China y su ùevolución Verde, que salvó de
morir de ! a millones de chinos, pero Lomborg no tiene en cuenta que hoy China
es un país autosuficiente (en parte porque ahora los chinos comen más y, ha
aumentado su demanda de carne). Coincidiendo con el economista De Jouvenel y otros,
Lomborg también ve las dificultades del uso del PIB como medida de la riqueza real.
['
+%,( Capítulos dedicados a demostrar que todas las regiones del mundo
han experimentado un notable crecimiento en el PIB per cápita, a pesar de que como él
mismo indica el PIB no es una buena medida de la # (y menos aún de la calidad
de vida) y de que según las Naciones Unidas, la desigualdad ha aumentado globalmente.
Lomborg dice que la creencia popular afirma que la vida en los países en desarrollo se
está deteriorando y que la proporción de pobres se incrementa, pero las pruebas
demuestran claramente lo contrario. A pesar de eso, todo el mundo sabe que en el
mundo hay miseria inaceptable y no es justo culpar en parte a las inversiones en materia
ambiental. Es innegable que el progreso del ser humano en muchas areas ha sido
grande, pero ver sólo lo positivo de ese avance es miope y ese progreso es progreso
netamente j
, medido desde y para nuestro punto de vista global, mientras
muchos pensamos que se podría haber progresado de forma similar, conservando mejor
los ecosistemas naturales, contaminando menos suelo, aire y aguas, y respetando más
los derechos humanos. Está en nuestras manos luchar por esos objetivos o simplemente
contentarnos con que hemos avanzado en muchos aspectos, negando la
de los daños medioambientales.
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-%( Afirma que la humanidad tiene un . / ,
argumentando que tenemos recursos más que suficientes, pero olvidando que por
muchos recursos que haya, son finitos y el problema gordo puede tardar varias
generaciones cuando haya menos recursos en un planeta más degradado. El colapso no
será en una fecha concreta, sino que será progresivo, dentro de un período que
dependerá de si seguimos actuando igual y, encima, pretendemos que todos los
humanos vivan como en los países ricos. Es sencillamente imposible que todas las
familias del mundo tengan tantos coches como la media estadounidense. En su estudio
se centra en precios y reservas de distintos ! (cemento, aluminio, hierro...)
pero sin poner precio a la contaminación y destrozo de la extracción de esos recursos.
Un ejemplo: ¿Cuánto cianuro se vierte para extraer oro sin pagar nada por esa
contaminación?. Afirma que los americanos han reducido su consumo de madera, metal
y plástico en los últimos 20 años pero no dice el brutal aumento de China, India, Brasil,
México... Su conclusión es clara: el agotamiento de los recursos se hace casi imposible
porque cada día descubrimos más, los usamos de forma más eficaz y somos capaces de
reciclarlos y sustituirlos y tiene parte de razón, pero olvida citar la contaminación que
provoca tanto consumo y que se están deforestando bosques primarios por la demanda
de madera y carne de, por ejemplo, China o Europa. Otros tipos de recursos se estudian
en los siguientes capítulos.
['
0(Lomborg sostiene que no se ha cumplido el vaticinio de que la producción
agrícola será incapaz de crecer igual que la población. Pero ignora el precio que la
naturaleza ha pagado por eso, ya que para él no hay contaminación, ni deforestación
preocupantes. Su optimismo le impide ver la posibilidad de que eso pase en el futuro.
Sostiene que la población humana se estabilizará aproximadamente en el doble del
actual (...) deberemos producir el doble de !. Pero para ello será necesario
cultivar el doble de terreno. Según él, el incremento de terreno será sólo del 5,5% que,
aunque fuera cierto habría que contar con los impactos negativos de hacer más intensiva
la agricultura: más pérdida de biodiversidad, más contaminación, más abonos, mayor
peligro de plagas... Su optimismo le lleva a afirmar que no parece que haya «techos» al
crecimiento de las cosechas y que necesitamos menos crecimiento porque también la
población crece menos y porque hay menos individuos que necesiten más comida.
Tendría algo de razón si se promoviera comer !, pero en un mundo donde la
demanda de carne aumenta, se necesita aumentar mucho la agricultura que pueda
alimentar a esa ganadería en expansión. Por supuesto, coincidimos con Lomborg en que
la mejor lucha contra el hambre es facilitar un desarrollo económico que permita a los
individuos ingresos suficientes para acceder a los mínimos recursos, pero eso es una
simplificación. Por otra parte, Lomborg no olvida despreciar los efectos de la erosión
constante en los campos agrícolas debidos a malas prácticas, confiando en que la
producción agrícola avanzará tanto que la erosión no será ningún problema. Lomborg
confía plenamente en avances 100% positivos. ùespecto al pescado, utiliza un
argumento tan falaz como manido: que hay que contar con la producción en
piscifactorías, pero Lomborg ignora que el pescado de piscifactorías come mayor
cantidad de pescado que el que produce. Esto es un grave balance negativo para el mar.
Muchas especies comerciales están en peligro de extinción en estado salvaje (salmón,
dorada, atún...) y para alimentarlos se están poniendo en peligro otras especies no
comerciales. Lomborg no cree que China pueda desequilibrar el mercado mundial de
alimentos, pero China y otros países emergentes están subiendo el precio del petróleo y
eso influye en el precio de los alimentos.
['
( Otro argumento de Lomborg para minimizar el efecto de la
pérdida de es que, a cambio, ahora tenemos más plantaciones para
madera y llega a afirmar que no está tan claro que las plantaciones reduzcan la
biodiversidad. Cualquiera que haya estudiado mínimamente los bosques sabe que tienen
una gran biodiversidad y las plantaciones, más aún los monocultivos, reducen
drásticamente esa variedad. Lomborg dice que los cultivos para madera reducen
considerablemente la presión económica sobre los bosques naturales, un argumento
absurdo para defender tales plantaciones pues esas plantaciones necesitan un terreno
que antes ocupaba algún ecosistema natural que se ha visto sustituido. Lomborg no se
plantea que lo ideal sería consumir menos productos de madera (muebles, papel,
parquet...). ¿Por qué? Posiblemente porque eso sería malo para la economía y él
defiende que el desarrollo económico es vital para alcanzar un nivel de riqueza que nos
permita proteger el medio ambiente. Ese argumento tiene parte de razón, pero
evidentemente no vale cualquier tipo de desarrollo económico y no es fácil un
desarrollo que no dependa demasiado de la explotación de los recursos naturales.
Lomborg se muestra partidario de pagar a los países en desarrollo para que conserven
sus bosques y a usar una certificación para informar a los consumidores de la
procedencia sostenible de la madera o el papel, pero curiosamente no cita la
certificación que ya existe conocida como FSC. Tampoco cita el reciclaje de
papel/cartón como herramienta importante para reducir la presión sobre los bosques, ni
que el Banco Mundial calcula que entre el 70 y el 80% de las talas de bosques como los
de Papua Nueva Guinea son ilegales, o que China ya es el principal importador de
madera tropical, después de Japón.
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( En este capítulo sobre , se centra en el problema del
agotamiento, principalmente de los combustibles fósiles, y deja para otros
lugares temas que no son independientes de las fuentes de energía, como la
contaminación que produce su extracción y uso, o el cambio climático. El argumento
estrella de Lomborg es que la evolución de las reservas supera la demanda y, por tanto,
no hay que preocuparse por las reservas de petróleo pues continuamente se exploran
zonas nuevas y se encuentran nuevos yacimientos. Lomborg olvida el destrozo a la
naturaleza que genera la extracción minera de esos yacimientos y que el problema
principal del petróleo no es su agotamiento sino los problemas que genera su uso.
ùespecto a la energía nuclear se atreve a afirmar que durante su producción apenas
genera contaminación ignorando los residuos radiactivos que se generan y que aún
nadie sabe donde esconder durante los millones de años que dura su peligrosidad.
Lomborg resalta que las energías renovables no son competitivas frente a los
combustibles fósiles y que la mayoría de los proyectos de energías renovables han sido
financiados con dinero público. En eso tiene razón, pero olvida mencionar por un lado
que los combustibles fósiles no pagan por contaminar (emisiones, cambio climático,
devastación minera...) y, por otro, que también en muchos casos esos tipos de energía o
las empresas han sido subvencionadas con dinero público (en España, al menos). Es
curioso que Lomborg afirme que quizá sería más efectivo aplicar un gravamen fiscal a
la energía que reflejara los verdaderos costes sociales derivados de la producción y las
emisiones generadas, pero él no incluye los costes medioambientales. Parece claro que
su interés es solo para con la sociedad y no para con la
naturaleza.
['
1( ùespecto al también Lomborg es
extremadamente optimista: No es cierto que nuestros pozos se estén secando; tampoco
estamos a las puertas de una escasez insalvable, pero los datos, en algunos lugares
indican lo contrario (en España, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel está
amenazado por falta de agua y podría perder su condición de ùeserva de la Biosfera,
debido a una mala gestión del agua por parte de los ciudadanos y de los gobernantes).
Acertadamente dice que debemos gestionar mejor el agua, aumentar drasticamente su
precio y aceptar que no se pueden producir alimentos en las zonas áridas del planeta.
Tras comentar el desastre del mar de Aral dice, optimistamente que ahora ya hemos
aprendido la lección, pero es imposible saber si todos los líderes políticos han aprendido
la lección, por lo que esa afirmación es otro ejemplo más de su derroche absurdo de
optimismo sin sentido. ùespecto a la falta de agua dice que la mayor parte de las
industrias devuelven entre el 80 y el 90% del agua, pero
mencionar que NO
suelen devolverla con la misma
, sino !. Contrariamente a todas las
tesis de buena gestión del agua, Lomborg dice que la solución no pasa por reducir el
consumo actual, sino por incrementar el futuro, olvidando que para cualquier recurso
(agua, energía o lo que sea) el ahorro y mejorar la eficiencia es mejor que aumentar las
reservas (la famosa ley de las 3 erres). Otro argumento para tranquilizarnos es que
gracias al calentamiento global habrá mayor evaporación lo que traerá más
precipitaciones, pero no tiene en cuenta que mucha humedad quedará en el aire y que
los estudios indican que el cambio climático traerá precipitaciones irregulares que
podrán provocar inundaciones y sequías en sitios dispares.
['
)( Como conclusión a los capítulos anteriores éste empieza así: No es
cierto que estemos sobreexplotando nuestros recursos, pero evita hacer un estudio serio
sobre recursos tan importantes como los pesqueros. Afirma que cerca del 80% del
bosque original sigue intacto, cuando la realidad es que el 80% de los bosques ya han
sido destruidos o alterados (según GreenPeace). Es imposible creer que haya tantos
bosques originales intactos pero, aunque fuera así, ese es un argumento muy cruel para
despreocuparse de los bosques: Para Lomborg, como tenemos muchos bosques
podemos aún vivir como si no fueran importantes. Falla la premisa, pero también el
argumento. Puede que tengamos grandes reservas de recursos energéticos, pero es
evidente que no debemos emplearlos contaminando el planeta excesivamente. Es fácil
comprobar que en muchas ciudades del mundo la calidad del aire es muy mala. Lo que
nos preocupa es las consecuencias del uso de energías sucias, y no su mero
agotamiento. Lomborg dice que nuestra sociedad futura
será capaz de
producir mucha más comida por persona, sin necesidad de amenazar a los bosques (la
cursiva es nuestra, porque también
eso es imposible). La experiencia ha
demostrado y está demostrando que el hombre arrasa bosques para obtener campos para
la agricultura: En Indonesia y Malasia se están reemplazando selvas para plantar la
palma de aceite africana (
|
), la semilla oleaginosa más productiva, cuyo
aceite se usa para biocombustibles y como condimento para miles de alimentos
diferentes (mire los ingredientes de lo que come y busque más información por
Internet). Lomborg tiene en mente, evidentemente, los grandes avances en las técnicas
agrícolas y aunque eso es cierto, también hay que contar con que las técnicas de la
agricultura extensiva son costosas en cuanto a energía y contaminación, como ya hemos
comentado antes. Lomborg usa multitud de datos del Banco Mundial, a pesar de la
dudosa reputación de esta organización, pero lo más curioso es la definición de
Desarrollo Sostenible que Lomborg usa del Banco Mundial: desarrollo que dura.
Definición claramente absurda porque no es sostenible lo que meramente dura «algo»
pues entonces todo es sostenible, ni tan siquiera lo que dura «mucho», sino lo que no
compromete a las generaciones futuras (y de paso tampoco a las actuales). Basándose en
el Banco Mundial, Lomborg afirma que nuestra sociedad parece, sin duda alguna
sostenible, aunque demuestra cierta duda al decir que es posible que lleguemos a
contaminar tanto que en realidad estemos menospreciando nuestras vidas, algo con lo
que estarían de acuerdo científicos de la talla del fallecido Carl Sagan.
['
*%+( ùespecto a la !! se limita a afirmar que
el aire del mundo occidental nunca ha estado tan limpio como ahora, pero no sólo se
refiere al aire del mundo occidental, sino también al aire de las ciudades, comparándolo
con la ùoma de la que se quejaba el cordobés Séneca (siglo I) y el Londres del siglo
XIII y XIV (parece que se llegó a ejecutar a un londinense por quemar el prohibido
carbón, aunque la norma no llegó a cumplirse nunca) o incluso de mediados del XX
(murieron unos 4000 londinenses en diciembre de 1952). Es fácil comprender cómo en
esas épocas y lugares el aire estaba peor que ahora, pero a nivel global es imposible
pensar que hoy esté nuestra atmósfera mejor que hace 2000 años. Más aún, hoy día hay
ciudades con graves problemas de contaminación atmosférica que Lomborg no estudia
pero conoce pues sólo dice que trece de las quince ciudades más contaminadas del
mundo están en Asia. ùesulta paradójico que Lomborg estudie el Londres
, su
| y sus problemas, pero no estudie los problemas
de Ciudad de México o
Pekín. ùespecto a los oxidos de azufre y de nitrógeno, ensalza su contribución gratuita
al abonado de los bosques y sobre todo de los campos de cultivo, despreciando su
contribución a la $, aunque cita datos de la EPA afirmando las miles de vidas
salvadas cada año por la reducción de dióxido de azufre y dice que la contaminación
local es causa de que mueran más bosques que la lluvia ácida, aunque en el capítulo 21
sí reconoce los daños de la lluvia ácida a los lagos. De nuevo el escepticismo de
Lomborg no lo aplica a los datos del Banco Mundial para relacionar los ingresos (PIB
per cápita) con la contaminación, concluyendo que la pobreza conlleva poca
contaminación, la cual sube conforme suben los ingresos y, a partir de cierto nivel de
ingresos se alcanza una contaminación máxima que disminuye si los ingresos aumentan.
Efectivamente, a mayores ingresos la gente se vuelve más consciente, más exigente y
con más mecanismos (democracia, ONGs...) para demandar políticas ambientales, con
lo que consiguen no tanto reducir la contaminación (como quiere hacernos creer
Lomborg) como llevarla a otro lado, esconderla. Como se ha dicho antes, gran parte de
la contaminación que se produce en los países pobres habría que contabilizarla a los
ricos, porque son ellos los que compran los productos que generan esa contaminación.
['
,%-( A nivel mundial la ! supone un riesgo
mucho mayor para salud que la contaminación atmosférica exterior. Eso es así porque la
contaminación de interiores tiene mayores concentraciones de contaminantes como el
humo (leña, cigarrillos...), amianto, radón y miles de productos químicos que llevamos a
nuestras casas directa o indirectamente. La mejor solución es ventilar la casa, y aunque
Lomborg dice que las plantas de interior no ayudan, según científicos de la
NASAresultan sorprendentemente útiles. El incremento de casos de %
!Lomborg lo achaca a que pasamos más tiempo en interiores que antes, pero no
dice nada explícitamente de la influencia limpiadores y otros productos, dejando para
otro apartado los productos químicos, y los OMG.
['
0( ùespecto a la contaminación del ! reitera los argumentos del primer
capítulo, despreciando los derrames petroleros con la mala excusa de que la naturaleza
tarda décadas en recuperarse y así, nada dice de mejorar las leyes o reducir el consumo
para evitarlos. Más aún, sostiene que, según los datos, limpiar los derrames petroleros es
peor que dejar el petróleo sin control. Para Lomborg, el estado del agua marina mejora
cada dia, aunque ignora que no es raro que el pescado esté contaminado por mercurio.
No obstante, defiende la reducción en fertilizantes y la creación de espacios y
humedales ribereños para reducir la eutroficación costera y en ríos, confiando en la
mejora del : es muy probable que los ríos experimenten mejor calidad del agua
cuanto mayores sean los ingresos. Efectivamente, la lógica y la razón afirman eso, pero
también Lomborg olvida que cuidar los ríos supone evitar grandes proyectos hidráulicos
(trasvases, pantanos, grandes centrales hidroeléctricas...). En este grueso documento, no
hay espacio para ese tema.
['
( Cuanto más ricos somos, más generamos, pero para Lomborg
eso no es un problema ya que cabe toda en los vertederos. En sus propias palabras: el
vertedero capaz de albergar toda la basura generada en Estados Unidos durante este
siglo ocuparía un cuadrado de tan solo 22,5 kilómetros de lado. Ese inmenso cuadrado
lleno de basura, a Lomborg le parece pequeño. Para muchos sería pequeño si fuera
relleno de bosques naturales... pero de nuevo Lomborg se va por las ramas dando una
solución absurda al problema y eludiendo los problemas principales de las basuras: que
generan contaminación (lixiviación...), que suponen un derroche de recursos (materiales
y de energía), que nadie quiere un vertedero junto a su casa, y que cada vez las basuras
se transportan más (el grave problema de basuras de Italia en 2008 se solucionó
trasladando su basura a Alemania), que muchas basuras jamás acaban en vertederos,
sino en los fondos marinos, en bosques, en ríos... Incomprensiblemente, Lomborg ataca
hasta el reciclado de papel: los estudios más recientes parecen indicar que en realidad
sale más caro reciclar el papel que fabricar papel nuevo. A eso se puede objetar que ni
siquiera asegura nada y es una afirmación vaga y sin fundamento claro, pero además,
Lomborg sólo tiene en cuenta factores económicos, no ambientales, pues el reciclaje es
uno de los 4 principios básicos de la sostenibilidad.
['
( Según este autor, el temor a los pesticidas fue la base para que se
asentaran temores hacia los
!, pero eso es una verdad a medias
porque es cierto que mucha gente teme ingerir o inhalar productos químicos, pero es un
temor que se traduce en pocos o nulos actos más allá de expresarlo verbalmente en
conversaciones informales. Para demostrar que el cáncer no es un problema, Lomborg
hace malabarismos con los números y con los argumentos. Por ejemplo, afirma que el
aumento de los casos de cáncer se debe a que ahora envejecemos más y, para que le
salgan mejor los números, considera sólo los cánceres ajustados por edad, elimina los
atribuibles al tabaco y sólo considera las muertes por cáncer y no otros efectos
negativos. No entendemos por qué no quita también los cánceres infantiles,
considerando los niños que hubieran muerto al nacer, ya que ahora mueren menos niños
al nacer. Esto último es un sarcasmo para destacar las burdas manipulaciones de
Lomborg. La realidad es que el cáncer mata a mucha gente en la situación actual y la
contaminación influye mucho (tal vez menos que el tabaco, pero negar sus efectos es
una necedad). Por supuesto, coincidimos en que las decisiones personales (la comida, el
tabaco...) son aún más importantes que la contaminación ambiental y para la mayoría de
no fumadores, las ventajas que la sociedad moderna aportan a la salud superan con
creces a los nuevos peligros, pero esa no es razón para no quejarse de esos peligros e
intentar hacer las cosas mejor, máxime cuando ello es perfectamente posible.
Según Lomborg, es infundado nuestro temor a la contaminación por pesticidas pues este
tema está profundamente estudiado y analizado y los límites legales en los alimentos (de
la ONU, EE.UU o la UE) son más que suficientes, aunque recuerda que se han
encontrado pesticidas en concentraciones superiores al límite de 0.1 µg/l en más del
50% de los lugares analizados y el 1% de frutas y verduras lo supera. Además,
continuamente salen nuevos productos y es muy complejo estudiar sus peligros a largo
plazo en humanos y en el medio ambiente. Las pruebas rutinarias se basan, como él
mismo reconoce, en experimentos realizados con animales cosa que parece no
importarle a pesar de que en en una de las notas afirma que tiene el firme
convencimiento de que los animales y las plantas tienen derecho a no ser lastimados o
eliminados de forma innecesaria (por eso soy vegetariano). Tampoco en este asunto
comenta nada de cómo la agricultura ecológica puede ayudar a reducir la contaminación
ambiental y el cambio climático. Lomborg asegura que muchos de los alimentos que
ingerimos a diario no superarían el control que utilizamos para los productos químicos
sintéticos y pone el ejemplo del café y de la lechuga que, con su contenido en ácido
cafeico representan un riesgo de cáncer del 0,04%. De nuevo Lomborg busca
argumentos sin demasiado fundamento, olvidando que hay alimentos (como el café y la
lechuga) que se consumen desde hace cientos de años sin apenas detectar peligros.
Además, uno decide si toma o no café, pero no si toma o no pesticidas y, por último,
podemos citar el famoso lema: Más vale prevenir. Para terminar, Lomborg aclara que
los pesticidas ayudan a abaratar el precio de las frutas y las verduras, y se vuelve más
comprensivo ±sin perder su interés en la economía± al afirmar que es posible con un
bajo coste reducir parcialmente el uso de los pesticidas y parece
prudente hacerlo.
['
1( ùespecto a la , Lomborg de nuevo cae en
simples manipulaciones de datos y en contradicciones: Afirma, en el mismo párrafo que
nunca ha habido tantas especies como en la actualidad, a pesar de reconocer que los
casos de extinción han aumentado. Expone una tabla con el número de especies y
extinciones, pero es una tabla muy incompleta pues olvida grupos de seres vivos tales
como los arácnidos, las algas o los hongos. En el libro (y en el resumen de
www.resumelibros.tk) de Nebel y Wrigth puede verse una tabla más precisa y cinco
grandes argumentos para conservar la biodiversidad, además de ser otro principio básico
de la sostenibilidad. También Lomborg reduce el número de extinciones conocidas.
Lomborg afirma que el argumento de que debemos conservar las plantas como
potenciales fuentes de medicamentos no es válido, pues teniendo en cuenta que no
hemos sido capaces de analizar ni siquiera una porción apreciable de las plantas que ya
conocemos, no podemos utilizarlo para defender la protección de todas las especies, por
ejemplo, de la selva tropical. Por supuesto que sí podemos usar ese argumento que,
además de no ser el único podría salvar muchas vidas. Lomborg reconoce que la
humanidad ha sido sin duda la causa principal de la extinción de muchas especies desde
1600, pero afirma que la cifra de cuarenta mil especies desaparecidas dada por N. Myers
es exagerada y pretende quitarle importancia argumentando que más del 95% del total
de las especies corresponde a escarabajos, hormigas, moscas, gusanos microscópicos y
hongos, además de bacterias, algas y virus. Es verdad que los grupos con más especies
amenazadas no son los mamíferos o las aves, pero incluso en esos grupos no dejan de
incrementarse las listas de animales en peligro: lince ibérico, tigre, elefante africano, la
foca del mar Caspio, el demonio de Tasmania... El Congreso Mundial de la Naturaleza
de la UICN (Barcelona, 2008, IUCN en inglés) arrojó estos datos: Un 25% de las
especies de mamíferos se encuentran en peligro de extinción (un 38% considerando
todas las especies de animales), la Lista ùoja elaborada por más de mil expertos
internacionales denuncia que 188 mamíferos se encuentran en la categoría de "amenaza
máxima".
['
)( Al ! dedica un largo capítulo pero intentaremos ser
breves. Lomborg reconoce que la concentración de CO2 ha aumentado un 31% desde la
época preindustrial pero afirma que aunque no cabe duda de que en el último siglo las
temperaturas han sido más altas que en siglos anteriores, no se puede tomar como
indicador de un abrumador calentamiento global, negando así totalmente las evidencias
del cuarto informe del IPCC que data del 2007, posterior al libro de Lomborg, aunque
del tercer informe del IPCC dice que utiliza un modelo simple y que sobreestima
sistemáticamente el calentamiento que él lo situa en el rango 1,2-4,8ºC, pero que el
cuarto informe del IPCC lo precisa con datos más actuales en 1,9-4,6ºC. Por citar
algunas de las afirmaciones más sorprendentes, Lomborg dice que parece razonable
pensar que los países ricos (y a finales de este siglo prácticamente todos los países)
protegerán a sus ciudadanos a un precio tan bajo que en realidad nadie estará expuesto a
las inundaciones marinas anuales por la elevación del nivel del mar. Más optimismo aún
desborda al decir que el problema se solucionará porque la humanidad ha sido capaz de
ir haciendo frente a los problemas que se le han ido presentando y aunque realmente se
han resuelto algunos de esos problemas, también es cierto que la humanidad ha sido
incapaz de resolverlos sin recurrir a guerras, a esclavitud y a otros medios poco
aconsejables. El problema térmico tiene para Lomborg fácil solución y dice literalmente
que un mundo más rico será más capaz de proporcionar a más personas el acceso al aire
acondicionado, argumento que dudo mucho que tranquilice a gran parte de la población
mundial. En general, Lomborg no ve grandes efectos negativos y todo lo resuelve con
dinero procedente de que cada vez somos más ricos. ùeconoce que los efectos del
calentamiento global serán costosos, pero también lo serán los de la reducción de CO2,
aunque el coste de reducción de la primera tonelada de carbono es prácticamente nulo y
consumidores y autoridades podrían unirse para conseguir grandes ahorros. Argumenta
que combatir el calentamiento global puede salir más caro que combatir sus efectos y
que sólo se justifica por un exagerado pánico al riesgo, aunque otros prefieren ver ahí un
| respeto por la Naturaleza y las siguientes generaciones.
Lomborg aboga por cambios en nuestra estructura energética que convendría llevar a
cabo independientemente del asunto del calentamiento global y efectivamente el
calentamiento global es sólo un argumento más entre otros muchos (contaminación...).
Pero a la vez, Lomborg no ve bien dedicar recursos a ese cambio porque hay infinidad
de proyectos que necesitan inversiones sobre todo en el Tercer Mundo y la aplicación
del protocolo de Kioto es muy cara, según Lomborg. Pero, por otra parte, no aplicar
planes como el protocolo de Kioto no significa que ese dinero vaya a proyectos del
Tercer Mundo y ya podría dedicarse a ese fin la mitad del presupuesto militar, por
ejemplo. Para Lomborg el IPCC dice que necesitamos cambiar nuestro estilo de vida
personal y apartarnos del consumismo, adoctrinados por los medios de comunicación y
cita un estudio que afirma que el consumo se ha duplicado en Estados Unidos desde
1957, pero su nivel de felicidad ha descendido. Como conclusión, Lomborg apoya una
tímida lucha contra el calentamiento global que nos permita ayudar también a los países
en desarrollo.
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*( A modo de en este capítulo se expone que los principales
problemas siguen siendo el hambre y la pobreza y que cuando somos suficientemente
ricos podemos empezar a pensar y a preocuparnos por los problemas del medio
ambiente. Esto último es una verdad , porque es evidente que si hay hambre,
no puede preocupar mucho el medio ambiente, pero hay sociedades que viven de forma
respetuosa con el medio ambiente sin aspirar a ser ricos. La cuestión clave es qué es lo
que se entiende por suficientemente ricos y mientras eso no esté definido y se interprete
libremente, dicha afirmación es vana. Ya hemos dicho antes como Lomborg arremete y
critica duramente al IPCC y, en este capítulo también lo hace contra el exvicepresidente
de Estados Unidos, Al Gore y su libro jj
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(1992). Seguro que Lomborg se quedaría de piedra al conocer que el IPCC con su IV
informe, y Al Gore con su película documental "Una Verdad Incómoda" (2006)
consiguieron juntos el Premio Nobel de la Paz 2007, por su difusión del problema del
cambio climático.
Lomborg dice que no sabemos cuáles son las consecuencias del uso de genes procedentes de
organismos no alimenticios, pero lo mismo ocurre de genes procedentes de organismos alimenticios,
porque los genes tienen influencias compartidas y no se fácil aislar los efectos de cierto gen y
mucho menos a largo plazo. De hecho, el propio Lomborg añade que tendremos que realizar
estudios de alergias a estos organismos, pero como ignoramos qué es lo que estamos buscando,
nunca estaremos absolutamente seguros de saberlo todo, por lo que los GM pueden suponer un
riesgo por la incorporación de nuevos alérgenos, aunque, olvidando su dice que la
tecnología se ha comprometido a eliminar muchos de los alérgenos más habituales. También ve
otros riesgos en los OMG, como la resistencia a antibióticos o el riesgo de malas hierbas resistentes
a los pesticidas, pero los califica como riesgos poco probables. Según Lomborg la FDA ha
declarado que los casos nuevos de alergias pueden proceder tanto de alimentos GM como de los
tradicionales, una evidencia que no necesita grandes demostraciones. El problema es que si alguien
es alérgico a un producto natural aprenderá a no consumirlo, pero si alguien es alérgico a un
transgénico, será imposible para el consumidor descubrir si lo que come es o no transgénico.
Además de que esa sensibilidad alérgica es inducida artificialmente, lo cual es, sin duda, más grave
y está ocurriendo que campos agrícolas tradicionales están siendo contaminados por polen de los
campos transgénicos, ya que el polen no entiende de fronteras.
Finalmente, Lomborg concluye que las ventajas aportadas por los alimentos GM (...) superan con
mucho a los riesgos que suponen pero el principal problema es que ignoramos tales riesgos a medio
y largo plazo y su afirmación supone una contradicción con otra afirmación hecha dos párrafos
antes: Solo cuando dispongamos de toda la información podremos valorar los riesgos y los
beneficios a la hora de tomar las decisiones más acertadas.
Como conclusión final, podemos extraer que Lomborg quiere demostrar que no hay
ninguna catástrofe ecológica esperándonos a la vuelta de la esquina, a pesar de los
muchos científicos que opinan lo contrario y de que ya estamos viendo algunos
desastres, como hemos indicado en las líneas precedentes. Lomborg también alude al
principio de precaución pero él asume que siempre se asumen riesgos, pero debemos (si
es posible) dar libertad a todos (incluso los no nacidos) de asumir los riesgos que
decidan. Lomborg simplifica diciendo que somos más ricos porque hemos establecido
una exitosa economía de mercado, pero el citado De Jouvenel le matizaría que también
se debe a que "estamos explotando el mundo" pues ¿de dónde viene y a dónde va todo
lo que usamos?. Pero para Lomborg, los problemas derivados de la contaminación no
son motivo suficiente para creer que el crecimiento económico esté destruyendo el
planeta. Y es que no es sólo el crecimiento económico, sino el tipo de crecimiento el
que está arruinando el planeta poco a poco, y por lo que ArcadiOliveres pedía una
economía más justa.