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Según Romero aunque no es fácil establecer el grado de decisión que poseían los diferentes
sectores de las colonias hispanoamericanas para adoptar una política independentista en ese
momento, desde el estallido de la Revolución Francesa aparecieron signos de que se
comenzó a pensar en ella. El autor nos muestra como ejemplo a Miranda cuando inició sus
gestiones ante el gobierno Ingles en las que aseguraba que vastos grupos de criollos estaban
dispuestos a la acción. Al respecto nos dice: “Pero era un sentimiento tenue que sin duda
arraigaba en los grupos criollos de las burguesías urbanas sin que pueda saberse, en
cambio, el grado de resonancia que tenían en otros sectores.”5
Nos aclara también que los avances que había logrado la influencia inglesa promovida por
grupos mercantiles interesados en un ingreso al mercado mundial, se encontraban
contenidos por grupos tradicionalistas que veían en los ingleses no solo a los seculares
enemigos de España sino también a los herejes reformistas, puesto que el sentimiento
prehispánico estaba unido al sentimiento católico.
4
ROMERO, José Luis. Op. Cit., Pág. 53
5
Ibíd. Pág. 54
6
Ibíd. Pág. 55
El autor se dispone a llevarnos en un recorrido por las obras, caracteres y acontecimientos
de la Ilustración que para él operaron eficazmente en las situaciones creadas en
Latinoamérica, como la revolución y la posterior instauración de la monarquía
parlamentaria en Inglaterra en 1688, la Declaración de Derechos. De igual forma, nos habla
de autores y sus obras como John Locke, Thomas Hobbes, Montesquieu, Rousseau los
enciclopedistas, Diderot y D`Alambert. Así como también el establecimiento del texto de la
declaración de independencia y la constitución de Los Estados Unidos, la revolución
Francesa que inspiro la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Señala
Romero que todas estas ideas “Llegaron a Latinoamérica no sólo constituidas como un
cuerpo teórico sino como un conjunto de verdades comprendidas y casi de prescripciones
prácticas”7. para él, las ideas de la Ilustración habían penetrado, ciertamente, en ese mundo
colonial pero por vías diversas y en diferentes contextos, a la vez que no faltaron los
hispanoamericanos que frecuentaron directamente las obras de los filósofos franceses,
aunque, el autor nos cuenta que el modelo que más aceptación tenía en el territorio
latinoamericano era el inglés, pues si bien existían varios apasionados del proceso francés,
en la mayoría de habitantes de la colonia la idea de la revolución francesa era vista con
recelo y temor.
Según Romero estas ideas recibidas de fuera se vieron confrontadas con una realidad local
diferente lo que llevo a la modificación de las mismas para adecuarlas al nuevo entorno:
“Eran problemas sociales y políticos suscitados en la entraña misma de la realidad, llenos
de matices locales y de peligrosas incógnitas. Fue necesario inaugurar nuevos criterios
para interpretarlos y entenderlos, acaso apoyados en aquellas ideas recibidas de fuera
pero modificados reiteradamente a la luz de la experiencia de cada día”8. Es aquí entonces
donde según el autor, de repente se vio como crecía en muchas mentes el designio
emancipador. En un principio se uso la “mascara de Fernando XVII” para cubrir este
designio tras una política cautelosa que diera tiempo para convencer a los más indecisos y
para corroborar si efectivamente había llegado la hora definitiva; pero luego este
movimiento emancipador, no sólo afirmo su decisión de separarse de España, sino que
revelo con sus primeros pasos que tenía ya un contenido social y político. Hubo entonces
un pensamiento político de la Emancipación, el cual era acaso difuso y contradictorio.
Explica el autor, que si bien éste manifestaba contradicciones entre la realidad y los
modelos políticos que parecían inspirarle, sus líneas generales eran perceptibles y se volvía
a ellas aunque fuera a través de muchos laberintos. Pero queda claro para Romero el
surgimiento de dicho pensamiento.9
7
Ibíd. Pág. 58
8
Ibíd. Pág. 68
9
Tomado de: ROMERO, José Luis. Ibíd. Pág. 71.
Para Javier Ocampo López este movimiento emancipador no se presenta como un hecho
histórico aislado, sino como un movimiento revolucionario conectado muy estrechamente
con el proceso más amplio y profundo de la crisis de la sociedad occidental de los siglos
XVII y XIX, como búsqueda del cambio del orden tradicional señorial hacia la nueva
sociedad moderna, y nos dice que fueron una serie de fuerzas históricas que durante varios
años se estuvieron intensificando con miras a un cambio profundo, las que confluyeron en
la coyuntura revolucionaria de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX.10
Ocampo localiza una temporalidad que va desde 1770 a 1850 en la que para él se sitúan los
principales hechos, fenómenos y pensamientos que llevan a la transformación radical de la
sociedad occidental. Y en esta coyuntura revolucionaria destaca varios acontecimientos que
se manifiestan en diversos lugares del mundo occidental entre ellos los que se presenta en
las colonias inglesas de Norteamérica entre 1770 y 1783 cuando un movimiento
revolucionario contra la Gran Bretaña dio surgimiento a los Estados Unidos de América.
Y la gran profundidad, amplitud y dimensión revolucionaria que conllevo la revolución
Francesa, entre 1787 y 1815 y desde donde la filosofía de las luces se difundió a todo el
Mundo Occidental. El autor nos dice: “allí llegaban en busca de apoyo y protección los
más representativos revolucionarios del mundo”. Nos habla entonces Ocampo de su
influencia en los diferentes movimientos revolucionarios para la temporalidad dada, “en la
efervescencia revolucionaria de las colonias españolas y Portuguesas expresadas en los
movimientos subversivos de las sociedades secretas, en los precursores y planeadores de
la independencia y en la literatura pre-revolucionaria y satírica que inundo el ambiente
explosivo de la segunda mitad del siglo XVIII en América”11.
Javier Ocampo López identifica tres fuerzas históricas o tendencias que confluyen en la
coyuntura revolucionaria de Occidente:
1-La crisis del antiguo régimen feudal y absolutista: el poder absoluto del monarca pierde
su fuerza ante el poder del pueblo. Ocampo nos dice que las nuevas ideas del moliberalismo
se enfrentan a las ideas e instituciones de la monarquía absolutista.
13
Ver: OCAMPO, López Javier. Ibíd. PP. 10-22
14
Ibíd. PP. 82-84
15
Ibíd. Pág. 85
John Lynch, en Los orígenes de la independencia Latinoamericana nos dice: “El período de la
preindependencia vio el nacimiento de una literatura de identidad en la que los americanos
glorificaban sus países, exaltaban sus recursos y valoraban a sus gentes. A la vez que enseñaban a
sus compatriotas cual era su patrimonio, les mostraban cuales eran las cualidades americanas
para ocupar cargos y, de hecho las que tenían para poder autogobernarse”16. Nos dice Lynch que
los términos usados como patria, tierra nación, nuestra América, nosotros los americanos; a fuerza
de repetirlos creaban confianza, y aunque más que un nacionalismo político era un nacionalismo
cultural, preparo a la gente para la independencia, al recordar que América tenia recursos
independientes y que estos estaban en sus manos.17
Para John Lynch, este americanismo tuvo un poder más fuerte que la Ilustración. Las ideas de los
Philosophes franceses no eran desconocidas en el mundo hispánico, pero no contaban con una
aceptación universal y la mayoría de la gente continuaba siendo de convicción católica y fiel a la
monarquía absoluta. Nos cuenta además que la versión española de la ilustración estaba purgada de
contenido ideológico y quedo reducida a un programa de modernización dentro del orden
establecido. Cuestiona entonces el autor si el término “Ilustración” o “reforma” son apropiados para
describir la política imperial española en su entorno ideológico en el periodo de 1765 a 1810.
Según el autor, “había más una necesidad de gente preparada para observar y medir que para
filosofar. Una modernización de este tipo tenía más que ver con la tecnología que con la política”.
Y continúa diciéndonos: “en realidad la Ilustración española fue poco más que un programa de
imperialismo renovado”18. Si bien Lynch no desconoce que la América española pudo conocer la
nueva filosofía directamente desde sus fuentes originales, Inglaterra, Francia y Alemania. Ésta no
sobrevivió intacta, una vez que se implanto en el nuevo territorio, pues su expansión fue mermada
por el conservadurismo y limitada por la tradición, a la vez que escasa. Nos dice también que su
impacto fue tardío y que este sólo es evidente en 1810 cuando empezó a enraizar en
Hispanoamérica.19 “Sin embargo, la Ilustración inspiro en sus discípulos criollos, más que una
filosofía de la liberación, una actitud independiente, ante las ideas e instituciones recibidas,
significo una preferencia de la razón frente a la autoridad, por el experimento frente a la tradición,
por la ciencia frente a la especulación”20.
Lynch expone diversos aspectos que conllevaron a las crisis sufridas por el imperio español, la
pérdida de su monopolio comercial, la duda cada vez más grande sobre su futuro como potencia
imperial, las mismas reformas Borbónicas, las diferencias existentes entre criollos y peninsulares
que cada vez se acrecentaban más con el nuevo imperialismo, en las que los primeros no sólo
deseaban igualdad de oportunidades con los peninsulares o una mayoría de nombramientos, sino
que lo deseaban por encima de todo en sus propias regiones, la ocupación de los franceses a Madrid
donde Napoleón indujo a Carlos y Fernando VII a abdicar y donde proclamo a José Bonaparte rey
de España y de las Indias. Nos dice el autor entonces “En América estos sucesos crearon una crisis
de legitimidad política y de poder. Tradicionalmente la autoridad había estado en manos del rey;
16
LYNCH, John. Op. Cit., Pág.34
17
IDEM.
18
IDEM.
19
Ver: LYNCH, John. Ibíd. Pág.35
20
IDEM.
las leyes se obedecían porque eran las leyes del rey, pero ahora no había rey a quien obedecer” 21.
Para el autor quedo entonces planteada la cuestión de la estructura del poder y de su distribución
entre los funcionarios imperiales y la clase dominante local. Expone así Lynch la idea de la
emancipación política en Hispanoamérica, en un contexto donde “los criollos tenían que decidir
cuál era el mejor medio para preservar su herencia y mantener su control. La América española no
podía seguir siendo una colonia sino tenia metrópoli, ni una monarquía sino tenia rey” 22.Pues
según Lynch, las objeciones de los criollos ante el poder imperial eran más de carácter pragmático
que ideológico y que en “última instancia, la amenaza más grande al poder español vino de los
intereses americanos y no de las ideas Europeas”23.
CONCLUSIONES
Para Romero no fue por azar la serie de eventos tales como la publicación del Contrato Social por
parte de moreno en Buenos Aires, las ideas de Rousseau resumidas en términos tajantes en los
escritos de los patriotas Ilustrados, la tesis del contrato social que apareció explícitamente en la
constitución Venezolana de 1811 y en el proyecto de constitución para la Provincia Oriental que
inspiro Artigas en 1813. Así como la publicación en Bogotá por parte de Nariño en 1794 de la
Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano y que en Venezuela hicieran lo mismo los
21
Ibíd. Pág.40
22
IDEM.
23
LOC. CIT., Pág.36
inspiradores de la conspiración de Gual y de España en 1797. Nos dice entonces el autor que estas
ideas nutriero las convicciones de quienes buscaban construir los nuevos estados sobre bases
jurídicas, políticas, modernas y avanzadas, recalca Romero, que si bien es cierto que no se aplicó
ciertamente lo escrito, el principio quedo establecido.24
“Eran ideas espontaneas, elaboradas en la experiencia ya secular del mundo colonial en el que el
mestizaje y la aculturación habían creado una nueva sociedad y una nueva y peculiar concepción
de la vida […] Fueron ideas vividas, y por lo tanto entremezcladas con sentimientos y matizadas
con sutiles acepciones hasta el punto de tornarlas, en ocasiones, irreductibles a las ideas recibidas
que fueron sus modelos y puntos de partida”25
Para Javier Ocampo López en este proceso revolucionario se deben considerar las “dimensiones
profundas dentro del cambio integral de la estructura de la sociedad en su conjunto”26. El
pensamiento político en Hispanoamérica “presenta una serie de caracteres generales y
particulares de tanta variedad que es imposible llegar a una generalización, aun cuando no impide
que precisemos sus tendencias predominantes”27. El autor nos habla de una revolución política más
que de una socio-económica, “en donde se combinan conflictos políticos, ideológicos, de
estamentos sociales, problemas económicos, etc. Que se entrelazan en el proceso global”28
Para John Lynch el pensamiento político de la emancipación estaba más cargado de pragmatismo
que de ideología “si bien la Ilustración no fue una causa aislada de la independencia, es parte de
su historia; proveyó algunas de las ideas que la informaron y constituyo un ingrediente esencial
del liberalismo hispanoamericano en el período de la postindependencia. Durante las guerras de
independencia y también después de ellas, hombres de intereses económicos y de posición social
idénticos frecuentemente adoptaron sus principios políticos opuestos. Las ideas tenían su propia
fuerza y las convicciones su propia persuasión”29. Lynch nos habla así con respecto a los intereses
que movían al pensamiento político de la emancipación “Los criollos querían más igualdad para
ellos y menos para las clases inferiores. A medida que la revolución francesa se volvía más radical
y que cada vez se conocía mejor, atraía menos a la aristocracia criolla. La vieron como un
monstruo de democracia extrema y anárquica, que, si era admitida en América, destruía el mundo
de privilegio que disfrutaban”.30
24
Ver: ROMERO, José Luis. Op. Cit., Pág. 71
25
Ibíd., Pág.52
26
OCAMPO, López, Javier. Op. Cit., Pág.82
27
Ibíd., Pág.52
28
IDEM.
29
LYNCH, John. Op. Cit., Pág.36
30
Ibíd., Pág.37
BIBLIOGRAFÍA