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NOMBRE: Mariana Marisol López Vázquez

PAÍS: México
EDAD: 22
EMAIL: marisusi_3023@hotmail.com
TITULO DEL CAPITULO: Mente Versus Cuerpo

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Mente vs Cuerpo
Mientras regresábamos por la carretera traté de darle gusto a Bella y conduje a
una velocidad razonable; aunque la verdad tenía otro motivo, alargar el
momento de estar con ella, no sabía cuánto tiempo más podríamos estar juntos
y si el conducir como una anciana me permitía estar junto a ella aunque fuera
un minuto más, que importaba lo tedioso que resultaba ir tan lento.
No podía apartar la mirada de ese ser tan perfecto que es Bella, aunque creo que
no lo comprende o no se quiere dar cuenta, solté una mano del volante y la puse
sobre la que ella llevaba a su costado, al principio pareció alarmarse porque
condujera con una sola mano, pero cuando vio que no me desviaba ni un poco
relajó su expresión y sonrió con una mueca.
La solté un momento para cambiar la estación en su radio, la verdad es que no
me agradaba mucho aquel grupo pop que teníamos de fondo; de repente
encontré una estación tocando una melodía de finales de los 50´s, reconocí la
voz de Bobby Vee con la canción Devil or Angel y me causó tanta gracia en
pensar en la relación de la canción sobre como me sentía frente a Bella, que
comencé a cantar.
— ¿Te gusta la música de los cincuenta? – me preguntó
—En los cincuenta, la música era buena, mucho mejor que la de los
sesenta y los setenta… ¡Buaj! —me estremecí al recordar los cantantes de
ABBA en sus brillantes y ajustados trajes— Los ochenta fueron soportables.
— ¿Vas a decirme alguna vez cuántos años tienes? —parecía poco
convencida de querer preguntar
— ¿Importa mucho? —sonreí al pensar en el impacto que podría
causarle saber que bien podría ser su tatarabuelo
— No, pero me sigo preguntando… —frunció los labios en una mueca
— No hay nada como un misterio sin resolver para mantenerme en vela toda la
noche.
— Me pregunto si te perturbaría… —como siempre que me hacía
preguntas tan decisivas como esa, maldije mentalmente no poder leer sus
pensamientos. Observé como el sol se ocultaba cada vez más.
— Ponme a prueba
Me olvidé completamente del camino, nada existía aparte de nosotros
dos, hice un esfuerzo por tratar de leer sus pensamientos evitando apartar mis
ojos de su mirada. Tenía esa decisión clavada en ellos, sabía que si no le
contaba en ese momento lo que quería saber, encontraría la forma de
averiguarlo, siempre era igual de terca, pasamos por una parte del camino sin
árboles y el sol se estrelló contra mi piel, llenando el interior de la camioneta
con un destello; decidí comenzar desde el inicio.
—Nací en Chicago en 1901 —me detuve a observar de soslayo su
reacción. Noté el esfuerzo que hizo por mantenerse ecuánime ante tal
revelación, su intento me emocionó y me animó a seguir—: Carlisle me
encontró en un hospital en el verano de 1918. Tenía diecisiete años y me estaba
muriendo de gripe española.

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Escuché como tomaba aire bruscamente, aunque se esforzó por
ocultarlo, o eso me pareció, y voltee a mirarla para encontrar indicios que me
detuvieran en mi relato, pero como siempre, Bella parecía más entusiasmada
que asustada.
—No me acuerdo muy bien. Sucedió hace mucho tiempo y los
recuerdos humanos se desvanecen —intenté hacerle ver que no es que en
realidad recordara mucho mis sufrimientos pasados, aunque la verdad es que a
pesar del tiempo, recordaba vívidamente el dolor físico de mis últimos días
humanos—. Recuerdo cómo me sentía cuando Carlisle me salvó. No es nada
fácil ni algo que se pueda olvidar.
— ¿Y tus padres?
—Ya habían muerto a causa de la gripe. Estaba solo. Me eligió por ese
motivo. Con todo el caos de la epidemia, nadie iba a darse cuenta de que yo
había desaparecido.
— ¿Cómo...? ¿Cómo te salvó?
No podía responderle honestamente a sus preguntas, la creación de los
nuestros es tan secreto como nuestra existencia, aunque después de todo, ya
había infringido las reglas, o quizás no, después de todo, fue la misma Bella
quien descubrió la verdad, digamos que yo solo la confirmé; pero no tenía por
qué alarmarla con semejante proceso, así que decidí contarlo a mi manera.
—Fue difícil. No muchos de nosotros tenemos el necesario autocontrol
para conseguirlo, pero Carlisle siempre ha sido el más humano y compasivo de
todos. Dudo que se pueda hallar uno igual a él en toda la historia —realmente
cada que lo recuerdo, admiro más a Carlisle—. Para mí, sólo fue muy, muy
doloroso.
La verdad es que a pesar de los cuidados de Carlisle, el proceso había
sido sumamente doloroso, no creo que sea tema de conversación con Bella,
aunque lo más seguro es que tenga su buen cantidad de preguntas aguardando
para salir a flote, es extraño que en vez de causarle miedo, le parezca
emocionante nuestra situación. Aunque estar al lado de Carlisle facilita mucho
las cosas, él es en realidad más humano que vampiro.
—Actuó desde la soledad. Ésa es, por lo general, la razón que hay detrás
de cada elección. Fui el primer miembro de la familia de Carlisle, aunque poco
después encontró a Esme. Se cayó de un risco. La llevaron directamente a la
morgue del hospital, aunque, nadie sabe cómo, su corazón seguía latiendo.
—Así pues, tienes que estar a punto de morir para convertirte en...
Otra de las cosas que me encantaba de Bella era esa precaución suya por
evitar llamarme como el monstruo que soy.
—No, eso es sólo en el caso de Carlisle. El jamás hubiera convertido a
alguien que hubiera tenido otra alternativa —él no era tan egoísta ni malvado
como él ser que lo transformó a él—. Aunque, según él, es más fácil si la sangre
es débil.
Siempre me preguntó cuanto le costaría a él abstenerse en sus inicios, ya
que realidad no había muchos “vegetarianos” en su tiempo…, vaya por fin
oscureció completamente; ¿Cuánto más querrá sabre Bella? Pareció leer mis
pensamientos y continuo con su interrogatorio.
— ¿Y Emmett y Rosalie?
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—La siguiente a quien Carlisle trajo a la familia fue Rosalie. Hasta
mucho después no comprendí que albergaba la esperanza de que ella fuera para
mí lo mismo que Esme para él. Se mostró muy cuidadoso en sus pensamientos
sobre mí —como si a mi me hubiera gustado alguien como Rosalie—. Pero ella
nunca fue más que una hermana y sólo dos años después encontró a Emmett.
Rosalie iba de caza, en aquel tiempo íbamos a los Apalaches, y se topó con un
oso que estaba a punto de acabar con él. Lo llevó hasta Carlisle durante ciento
cincuenta kilómetros al temer que no fuera capaz de hacerlo por sí sola. Sólo
ahora comienzo a intuir qué difícil fue ese viaje para ella.
Y era verdad, ahora lo comprendía, no solo era sangre humana, sino que
era la sangre humana más deliciosa que podía haber olido ella, era “su marca
personal” mire a Bella y levanté nuestras manos entrelazadas para acariciar su
rostro; pareció agradarle el gesto, aunque esto no la detuvo para continuar con
su interrogatorio.
—Pero lo consiguió
—Sí, Rosalie vio algo en sus facciones que le dio la suficiente entereza,
y llevan juntos desde entonces. A veces, viven separados de nosotros, como una
pareja casada: cuanto más joven fingimos ser, más tiempo podemos permanecer
en un lugar determinado. Forks parecía perfecto, de ahí que nos inscribiéramos
en el instituto —reí al recordar la cara de la secretaria del instituto cuando vio
entrar a Carlisle, Esme y sus cinco “hijos”—. Supongo que dentro de unos años
vamos a tener que ir a su boda otra vez.
— ¿Y Alice y Jasper?
—Son dos criaturas muy extrañas. Ambos desarrollaron una conciencia,
como nosotros la llamamos, sin ninguna guía o influencia externa. Jasper
perteneció a otra familia... Una familia bien diferente. Se había deprimido y
vagaba por su cuenta. Alice lo encontró. Al igual que yo, está dotada de ciertos
dones superiores que están más allá de los propios de nuestra especie.
— ¿De verdad? —me interrumpió con su voz de niña fascinada—. Pero
tú dijiste que eras el único que podía oír el pensamiento de la gente.
—Eso es verdad. Alice sabe otras cosas, las ve... Ve cosas que podrían
suceder, hechos venideros, pero todo es muy subjetivo. El futuro no está
grabado en piedra. Las cosas cambian.
Recordé las visiones de Alice respecto a Bella ¡No! No voy a dejar que
se hagan realidad, las cosas cambian y así será para ella, no voy a arruinar su
vida, no voy a arrebatarle esa mirada tan hermosa para mantenerla conmigo.
— ¿Qué tipo de cosas ve?
—Vio a Jasper y supo que la estaba buscando antes de que él la
conociera. Vio a Carlisle y a nuestra familia, y ellos acudieron a nuestro
encuentro. Es más sensible hacia quienes no son humanos. Por ejemplo,
siempre ve cuando se acerca otro clan de nuestra especie y la posible amenaza
que pudiera suponer.
— ¿Hay muchos... de los tuyos?
—No, no demasiados, pero la mayoría no se asienta en ningún lugar.
Sólo pueden vivir entre los humanos por mucho tiempo los que, como nosotros,
renuncian a dar caza a tu gente —volteé a mirarla y pareció reservada—. Sólo
hemos encontrado otra familia como la nuestra en un pueblecito de Alaska.
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Vivimos juntos durante un tiempo, pero éramos tantos que empezamos a
hacernos notar. Los que vivimos de forma diferente tendemos a agruparnos.
— ¿Y el resto?
—Son nómadas en su mayoría. Todos hemos llevado esa vida alguna
vez. Se vuelve tediosa, como casi todo, pero de vez en cuando nos cruzamos
con los otros, ya que la mayoría preferimos el norte.
— ¿Por qué razón?
Antes de que pudiera contestarle llegamos a su casa, todas las luces
estaba apagadas, esa era buena señal, Charlie aún no estaba ahí y Bella no
tendría que explicar donde había estado, apagué el motor y me dispuse a
recordarle el por qué no podíamos vivir como una gran familia
— ¿Has abierto los ojos esta tarde? —bromeó—. ¿Crees que podríamos
caminar por las calles sin provocar accidentes de tráfico? Hay una razón por la
que escogimos la Península de Olympic: es uno de los lugares menos soleados
del mundo. Resultaba agradable poder salir durante el día. Ni te imaginas lo
fatigoso que puede ser vivir de noche durante ochenta y tantos años.
—Entonces, ¿de ahí viene la leyenda?
—Probablemente –si, lo más seguro es que fuera una forma de explicar
nuestra ausencia durante el día.
— ¿Procedía Alice de otra familia, como Jasper?
—No, y es un misterio, ya que no recuerda nada de su vida humana ni
sabe quién la convirtió. Despertó sola. Quienquiera que lo hiciese, se marchó, y
ninguno de nosotros comprende por qué o cómo pudo hacerlo. Si Alice no
hubiera tenido ese otro sentido, si no hubiera visto a Jasper y Carlisle y no
hubiera sabido que un día se convertiría en una de nosotros, probablemente se
hubiera vuelto una criatura totalmente salvaje.
Alice, tan frágil e inocente, quizá algún día podamos descubrir de donde
viene, quien la creo o por qué la abandonó… aunque sabía que estaba mal
contarle todas estas cosas a Bella, no podía evitar complacerla en todas sus
cuestiones, era como si al responderle, me premiara con esa maravillosa sonrisa
suya; de repente un gruñido poco familiar me detuvo en mis pensamientos.
—Lo siento, te estoy impidiendo cenar.
—Me encuentro bien, de veras.
—Jamás había pasado tanto tiempo en compañía de alguien que se
alimentara de comida. Lo olvidé.
—Quiero estar contigo.
Yo tampoco me quería separar de ella, me había acostumbrado tanto a
su aroma, que no podía desaprovechar la oportunidad de permanecer un poco
más a su lado; una idea loca me surgió de repente.
— ¿No puedo entrar?
— ¿Te gustaría?
—Sí, si no es un problema.
Me apresuré a salir del carro y a abrir su puerta, no fuera a ser que de
último momento se arrepintiera, o peor, que Charlie llegara a casa
—Muy humano —me felicitó
—Esa parte está emergiendo a la superficie, no cabe duda.

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Caminé detrás de ella, pensando en como ese ser tan simple y complejo
a la vez, me estaba devolviendo todas esas sensaciones que creía haber olvidado
muchos años atrás, admirar sus miradas furtivas hacia mi, el rubor de sus
mejillas al apenarse, el nerviosismo que la invadía en ocasiones, eran los
mejores regalos que podía darme. Me adelanté a tomar la llave de su
“escondite” y le cedí el paso.
— ¿Estaba abierta?
—No, he usado la llave de debajo del alero.
Después de encender las luces del porche me miró con cara de
incredulidad enarcando las cejas, me di cuenta que debía confesarle mis visitas
nocturnas.
—Sentía curiosidad por ti.
— ¿Me has espiado?
Su voz, lejos de parecer enojada o indignada, parecía feliz de sentirse
perseguida por mí, eso me dio ánimos para bromear con ella.
— ¿Qué otra cosa iba a hacer de noche?
Entró por pasillo que se dirigía a la cocina, conocía demasiado bien
aquellos espacios como para detenerme a esperar que me indicara el camino.
Tomé asiento en la silla que comúnmente usaba Charlie y mantuve la mirada
fija en su angelical rostro.
Se dirigió al refrigerador y sacó un refractario con un preparado dentro,
tomó un pedazo y lo puso en el horno de microondas, a cualquier otro vampiro
aquello le hubiera parecido aburrido o estúpido, pero a mi me parecía lo mejor
de la noche, estar ahí sentado a la mesa –aún cuando no fuera a comer- me
hacía sentir más humano, más parte de su mundo; aunque la parte desagradable
la ponía ese olor a condimentos que inundó la cocina, de haber podido, habría
dejado de respirar…
— ¿Con cuánta frecuencia?
— ¿Eh? –no comprendí sobre lo que hablaba, estaba de espaldas a mi y
no estaba seguro sobre que iba la pregunta.
— ¿Con qué frecuencia has venido aquí?
—Casi todas las noches. –debí imaginarme que no se quedaría con la
duda, pero me sorprendió lo rápido que se giró para hacerme frente.
— ¿Por qué?
—Eres interesante cuando duermes —al menos es lo más cerca que
puedo estar de saber lo que piensa pensé divertido—. Hablas en sueños.
— ¡No!
Aquella expresión me hizo envararme y pensar en cuan molesta estaría
al saber que la había escuchado, su sangre comenzó a agolparse en su rostro y
su ritmo cardiaco aumento unas cuantas pulsaciones.
— ¿Estás muy enfadada conmigo?
— ¡Eso depende!
Se sentó en la silla que estaba justo frente a mi como si se encontrara sin
defensa alguna, decidí asumir el reto que me presentara.
— ¿De qué?
— ¡De lo que hayas escuchado!

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Pude sentir su desesperación y vergüenza al saberse escuchada por mi,
el tono de su voz al preguntar fue solo una pequeña muestra de eso, me apresuré
a llegar a su lado y tomar su manos entre las mías.
— ¡No te disgustes!
No estaba convencido de que mi súplica surtiera ningún efecto en ella,
parecía que nada de lo que le dijera aminoraría la vergüenza que sentía en esos
momentos; la miré fijamente a los ojos pero ella rehuyó mi mirada; si quería
convencerla de que no tenía por qué avergonzarse, este era el momento de
hablar.
—Echas de menos a tu madre. Te preocupas por ella, y cuando llueve, el
sonido hace que te revuelvas inquieta. Solías hablar mucho de Phoenix, pero
ahora lo haces con menos frecuencia. En una ocasión dijiste: «Todo es
demasiado verde».
— ¿Alguna otra cosa?
Sabía que su intención era saber si se había referido a mi en sus sueños
y no tuve más remedio que admitir aquello que me había producido tan
inmenso placer.
—Pronunciaste mi nombre. –le informé con cautela al momento que ella
lanzaba un suspiro frustrado.
— ¿Mucho?
—Exactamente, ¿cuántas veces entiendes por «mucho»?
—Oh, no.
Volvió a suspirar con frustración y bajó la cabeza, no sabía cuál sería su
reacción, pero la tomé entre mis brazos y la recargué contra mi pecho a fin de
poder hablar a su oído.
—No te acomplejes. Si pudiera soñar, sería contigo. Y no me
avergonzaría de ello.
Debido a la concentración que tenía sobre Bella no alcancé a escuchar
el auto de su padre hasta que las llantas de este rechinaron en los ladrillos de la
entrada y las luces iluminaron el vestíbulo, sentí claramente la tensión en el
cuerpo de Bella y supuse que era hora de partir.
— ¿Debería saber tu padre que estoy aquí?
—Yo... —dudó—. No estoy segura...
—En otra ocasión, entonces.
Salí corriendo por la puerta que daba hacia el patio trasero; escuché su
voz contenida llamándome y no pude evitar reirme decidí permanecer en
silencio y escuchar que explicación le daba a Charlie sobre su día; ya era más
que obvio que no le contaría nada que no debiera, pero aún así decidí
permanecer cerca para escucharla.
Aunque en realidad no es que su conversación tuviera algo realmente
importante, ella parecía dispuesta a que no le hiciera grandes preguntas e inicio
el interrogatorio sobre su día de pesca; Charlie era realmente un hombre
sencillo de comprender, su única preocupación consistía en cumplir con sus
obligaciones para con la comunidad y a estas fechas que Bella estuviera
contenta en la casa.
Continuaron hablando de trivialidades y escuché como Bella se
esforzaba por servirle a su padre rápidamente. Seguía sin comprender a Bella,
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sabía que amaba a su padre, pues siempre que lo mencionaba lo hacía con
gran cariño y sobre si amaba a su madre de eso no había duda, el hecho de dejar
todo lo que conocía solo para que ella pudiera seguir a su nuevo marido
hablaba mucho del amor de Bella… pero… ¿Por qué me quería a mi? ¿Por qué
se esforzaba por mantenerme a su lado? ¿Acaso creía que era un juego el
decirle que podía terminar matándola?
De repente interrumpí mis cavilaciones al escuchar aquel nombre que
odiaba tanto “Mike Newton” al parecer a Charlie le agradaba la idea de que
Bella saliera con ese chico, claro, lo pensaba porque la familia Newton vivía en
Forks desde mucho antes de que el naciera y era conocidos por sus buenas
costumbres; pero Charlie no sabía como el sucio y pequeño Newton pensaba
sobre su hija, escuché a Bella negar cualquier relación romántica con el chico y
así zanjar la situación y supe que buscaría salir de ahí; me decidí a subir a su
cuarto como tantas noches lo había hecho antes, aunque esta vez sería diferente.
Escuché como deseaba buena noche a su pare y como este pensaba en
revisar su habitación antes de dormirse para asegurarse que seguía ahí, después
los pesados pasos de Bella al subieron despacio los escalones; me recosté en su
cama para esperar que viniera a mí, sin embargo, entró directo a la ventana.
— ¿Edward?
Su voz parecía cautelosa, aunque su expresión denotaba hastío por lo
que no pude evitar reírme al responder.
— ¿Sí?
Se giró tan rápido cayó al suelo, al tiempo que llevaba su mano a la
garganta como si algo hubiera estado a punto de escapársele, seguía siendo tan
cómica que continúe riendo.
— ¡Oh!
—Lo siento –parecía tan confundida con la situación, que en lugar de
haber dicho que lo sentía me hubiera gustado decirle lo linda que lucía al caer.
—Dame un minuto para que me vuelva a latir el corazón.
Me incorporé despacio para evitarle otro sobresalto y acerqué al filo de
la cama y extendí mis brazos para atraerla a mi lado.
— ¿Por qué no te sientas conmigo? —la senté a mi lado y puse mi mano
sobre la suya a fin de tranquilizarla un poco—. ¿Cómo va el corazón?
—Dímelo tú... Estoy segura de que lo escuchas mejor que yo.
Y que si lo escuchaba, podía escuchar hasta el torrente sanguíneo que
corría por cada una de sus venas, pero al concentrarme en escuchar su corazón,
me pareció estar escuchando la mejor tonada jamás compuesta, supe cual era el
acorde justo que me hacía falta para completar mi última composición, era
Bella, era el latido de su corazón la nota faltante y perfecta para terminar la
melodía.
— ¿Me concedes un minuto para ser humana?
—Desde luego. –le indiqué una reverencia con un ademán.
—No te muevas —me ordenó queriendo parecer severa.
—Sí, señorita.
Me quedé completamente quieto, era un alivio abandonarme de pronto a
seguir todas las poses humanas posibles, dejé de respirar y eso me produjo una
extraña sensación, era como si me hubiera librado de una gran carga, pero al
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mismo tiempo, era como separarse de algo amado, la vi coger unas prendas del
piso y un maletín del escritorio para después apagar la luz y salir de la
habitación para entrar en el cuarto de baño.
Escuché correr el agua del grifo y el rápido movimiento de su cepillo
dental, la imaginé igual de encantadora y descoordinada; abrió la llave de la
regadera y se adentró en el agua caliente, aunque no pudiera escuchar sus
pensamientos, escuchaba el agua chocar contra su cuerpo y comencé a
experimentar algo que nunca había sentido antes, imaginaba sus perfectas
formas bajo el chorro de agua, su cabello desprendiendo ese dulce olor frutal,
sus angulosos y delgados hombros, la redondez de sus pechos, la brevedad de
su cintura y la magnífica longitud de sus piernas, esto era lo que debía significar
desear a una mujer… no la sangre de esa mujer, sino su cuerpo… la experiencia
se prolongó por varios minutos, hasta que al fin el agua dejó de tener contacto
con su piel y la escuché vestirse y bajar corriendo las escaleras para desearle
buenas noches a su padre, quien pensó que esta era una treta de su hija para
poder escapar en la noche; Bella volvió a subir aunque ahora con menos
estrépito que a la bajada, cerró la puerta y se plantó frente a mi sonriendo,
sonreí al ver su aspecto desenfadado.
—Bonita ropa –señalé al ver su camiseta floja y su pantalón, pareció no
agradarle mi comentario- no, te sienta bien –me apresuré a decirle.
—Gracias —me respondió al tiempo que volvía a sentarse a mi lado.
— ¿A qué venía todo eso?
—Charlie cree que me voy a escapar a hurtadillas.
—Ah —en eso sí atinaba—. ¿Por qué? —veamos cuál es su teoría.
—Al parecer, me ve un poco acalorada.
La verdad es que eso Charlie ni se daba cuenta, Charlie pensaba que
quizá Bella le ocultaba una relación con algún chico, en eso si le atinaba
Charlie, por fortuna –para mí- Bella permanecería en casa toda la noche, sin ver
a ningún hombre… al menos no uno vivo, pero la verdad es que la carrera que
había hecho para salir regresar rápido le había enarbolado el rostro
—De hecho, pareces bastante sofocada.
—Hum….
Comencé a retirar los mojados mechones de cabello que le caía sobre el
rostro, aprovechando esto para rozar su piel.
—Parece que te resulta mucho más fácil estar cerca de mí.
— ¿Eso te parece? —me acerqué a su cuello rozando su piel con la
punta de la nariz, ese simple roce de mi marmolea piel contra la calidez de la
suya me hacía sentir en un estado de completo éxtasis, pude percibir de cerca el
dulce aroma de su piel y sus cabellos; aparté los mechones que caían libremente
sobre su oreja para poder besar su cuello sin ninguna barrera.
—Sí. Mucho, mucho más fácil —parecía agitada, mientras yo seguía
encantado.
—Humm.
—Por eso me preguntaba...
— ¿Sí? —comencé a percibir una alerta en su tono
— ¿Por qué será? —preguntó con voz temblorosa, aunque decidida—.
¿Qué crees?
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Me reí, pues pensé que su pregunta irá dirigida a otro aspecto totalmente
diferente.
—El triunfo de la mente sobre la materia.
Parecía que no comprendía mi explicación y se quedó totalmente seria,
se separó y se quedó mirándome fijamente, claro que entendía a lo que me
refería ¿o no? ¿era posible que no comprendiera que para mi importaba más
mantenerla a mi lado que satisfacer mis instintos más básicos? No pude evitar
preguntarle.
— ¿Hice algo mal?
—No, lo opuesto. Me estás volviendo loca
Me pareció que por primera vez podía comprender al cien por ciento la
posición y las sensaciones que debía estar experimentando.
— ¿De veras? –sonreí triunfalmente.
— ¿Querrías una salva de aplausos? —me preguntó con sarcasmo.
—Sólo estoy gratamente sorprendido —le aclaré sonriendo de una
forma más abierta—. En los últimos cien años, o casi —bromeé— nunca me
imaginé algo parecido. No creía encontrar a nadie con quien quisiera estar de
forma distinta a la que estoy con mis hermanos y hermanas. Y entonces
descubro que estar contigo se me da bien, aunque todo sea nuevo para mí.
—Tú eres bueno en todo.
Nos reímos de buna gana, pero procuramos hacerlo en silencio para
evitar llamar la atención de Charlie.
—Pero ¿cómo puede ser tan fácil ahora? Esta tarde...
—No es fácil—le expliqué—. Pero esta tarde estaba todavía... indeciso.
Lo lamento, es imperdonable que me haya comportado de esa forma.
—No es imperdonable
—Gracias —sonreí al ver que me defendía aún en su contra—. Ya ves
—traté de explicarle, pero sabía que debía evitar el contacto directo con sus
ojos color chocolate—, no estaba convencido de ser lo bastante fuerte... —tomé
su mano y la llevé a mi rostro, sentir la suavidad de su piel, me animaba a
explicarle con claridad el por qué de mi procedencia—. Estuve susceptible
mientras existía la posibilidad de que me viera sobrepasado... —llevé su mano
hasta mi nariz e inhale profundamente—. Hasta que me convencí de que mi
mente era lo bastante fuerte, que no existía peligro de ningún tipo de que yo...
de que pudiera...
— ¿Ahora ya no existe esa posibilidad?
—La mente domina la materia
—Vaya, pues sí que era fácil.
No pude evitar la carcajada ante la perspectiva que Bella me presentaba,
¿Qué si era fácil? Claro que no, al menos para mí no lo era.
— ¡Fácil para ti! —Le corregí- lo estoy intentando. Si resultara...
insoportable, estoy bastante seguro de ser capaz de irme.
Me dolía pensar en despedidas, había pasado casi cien años
despidiéndome de cosas y personas, pero sabía que si me separaba de ella eso
sería el acabose.
—Mañana va a ser más duro —continúe—. He tenido tu aroma en la
cabeza todo el día y me he insensibilizado de forma increíble. Si me alejo de ti
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por cualquier lapso de tiempo, tendré que comenzar de nuevo. Aunque no desde
cero, creo.
—Entonces, no te vayas —me respondió con su tono infantil de deseo.
—Eso me satisface. Saca los grilletes... Soy tu prisionero.
Estiré mis manos en un ademán de ofrecerlas para que me tomara
prisionero, pero me adelante y fui yo quien la tomó de las muñecas, evitando así
su movimientos, reí ante la cara de satisfacción que puso.
—Pareces más optimista que de costumbre. No te había visto así antes.
— ¿No se supone que debe ser así? El esplendor del primer amor, y
todo eso. ¿No es increíble la diferencia existente entre leer sobre una materia o
verla en las películas y experimentarla?
Cuantas veces no había leído ya sobre el amor, y a diario veía las
demostraciones del mismo en casa, sin embargo, todo lo que descubría me
parecía nuevo, intenso y emocionante.
—Muy diferente —admitió—. Y más fuerte de lo que había imaginado.
—Por ejemplo —me adelante a responder, no iba a dejar pasar el
momento para exponer mi punto sobre otros chicos—, la emoción de los celos.
He leído sobre los celos un millón de veces, he visto actores representarlos en
mil películas y obras teatrales diferentes. Creía haberlos comprendido con
bastante claridad, pero me asustaron... —sí, era difícil admitirlo, pero me
asustaron—. ¿Recuerdas el día en que Mike te pidió que fueras con él al baile?
—Fue el día en que empezaste a dirigirme la palabra otra vez.
—Me sorprendió la llamarada de resentimiento, casi de furia, que
experimenté... Al principio no supe qué era. No poder saber qué pensabas, por
qué le rechazabas, me exasperaba más que de costumbre. ¿Lo hacías en
beneficio de tu amiga? ¿O había algún otro? En cualquier caso, sabía que no
tenía derecho alguno a que me importara, e intenté que fuera así.
Claro que lo había intentado, después de todo ella tenía una vida antes
de llegar a Forks, nadie me aseguraba que no tuviera un novio en Arizona o que
le gustara alguien más en la escuela, volví a expresar todos mis sentimientos de
aquel día
—Entonces, todo empezó a estar claro —reí entre dientes—. Esperé,
irracionalmente ansioso de oír qué les decías, de vigilar tus expresiones. No
niego el alivio que sentí al ver el fastidio en tu rostro, pero no podía estar
seguro.
—Ésa fue la primera noche que vine aquí. Me debatí toda la noche,
mientras vigilaba tu sueño, por el abismo que mediaba entre lo que sabía que
era correcto, moral, ético, y lo que realmente quería. Supe que si continuaba
ignorándote como hasta ese momento, o si dejaba transcurrir unos pocos años,
hasta que te fueras, llegaría un día en que le dirías sí a Mike o a alguien como
él. Eso me enfurecía.
—Y en ese momento —recordé la escena de manera casi exacta—,
pronunciaste mi nombre en sueños. Lo dijiste con tal claridad que por un
momento creí que te habías despertado, pero te diste la vuelta, inquieta,
musitaste mi nombre otra vez y suspiraste. Un sentimiento desconcertante y
asombroso recorrió mi cuerpo. Y supe que no te podía ignorar por más tiempo.

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Así fue, sabía que estaba perdido ante Bella, ese ser tan deliciosamente
frágil, el latido de su corazón volvió a tomar el ritmo musical y no pude evitar
detenerme a escucharlo.
—Pero los celos son algo extraño y mucho más poderoso de lo que
hubiera pensado. ¡E irracional! Justo ahora, cuando Charlie te ha preguntado
por ese vil de Mike Newton...
—Debería haber sabido que estarías escuchando —se quejó
—Por supuesto.
— ¿De veras que eso te hace sentir celoso?
—Soy nuevo en esto. Has resucitado al hombre que hay en mí, y lo
siento todo con más fuerza porque es reciente.
—Pero sinceramente —sonrió—, que eso te moleste después de lo que
he oído de esa Rosalie... Rosalie, la encarnación de la pura belleza... Eso es lo
que Rosalie significa para ti, con o sin Emmett, ¿cómo voy a competir con eso?
—No hay competencia.
Era increíble se sintiera competencia frente a Rosalie, sobretodo porque
esta última sentía ¿celos? De la misma Bella, bueno quizá no fueran celos, sino
sentía que todos debíamos caer rendidos a sus pies, y yo nunca lo había hecho,y
de repente llegaba esta chica humana y ocupa ese lugar en mis pensamientos…
no era fácil para ella; llevé las manos de Bella a mi espalda y la deje a mi lado.
—Sé que no hay competencia —murmuró—. Ese es el problema
—Rosalie es hermosa a su manera, por supuesto, pero incluso si no
fuera como una hermana para mí, incluso si Emmett no le perteneciera, jamás
podría ejercer la décima, no, qué digo, la centésima parte de la atracción que tú
tienes sobre mí —¿acaso no veía que yo no tenía ojos para nadie más?—. He
caminado entre los míos y los hombres durante casi noventa años... Todo ese
tiempo me he considerado completo sin comprender que estaba buscando, sin
encontrar nada porque tú aún no existías.
—No parece demasiado justo —volvió a susurrar desde mi pecho, las
vibraciones de su cuerpo al hablar me hacía sentir más vivo—. En cambio, yo
no he tenido que esperar para nada. ¿Por qué debería dejarte escapar tan
fácilmente?
—Tienes razón. Debería ponértelo más difícil, sin duda —cambie de
posición y tome sus dos muñecas con una mano, a fin de poder acariciar su
cabello desde su coronilla, hasta la cintura, era lo más que me podía permitir—.
Sólo te juegas la vida cada segundo que pasas conmigo, lo cual, seguramente,
no es mucho. Sólo tienes que regresar a la naturaleza, a la humanidad...
¿Merece la pena?
—Arriesgo muy poco... No me siento privada de nada.
—Aún no.
Que pasaría cuando quisiera visitar a su madre en aquel clima tan
soleado, como explicaría a Charlie si algún día nos descubría en su habitación,
como suprimiría los sentimientos que ahora mismo yo tenía a fin de mantenerse
a salvo, como enfrentaría mis periodos de ausencia para ir de caza…
— ¿Qué...?
Esta vez alcancé a escuchar los pasos de Charlie subiendo las escaleras
y sus pensamientos esperanzados de que Bella hubiera escapado hacia el baile;
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la solté de las manos y me moví rápidamente a una de las esquinas de la
habitación.
— ¡Túmbate! –alcancé a susurrarle para que completara su “actuación”
de chica dormida, Charlie abrió poco a poco la puerta que crujió levemente; en
la mente de ese hombre no cabía esa razón… se preguntaba por qué Bella era
tan extraña y evitaba las relaciones con sus compañeros, o si acaso ocultaba a
alguien en ese mismo instante… me envaré ante esa suposición, aunque sabía
que podía escapar si decidía encender la luz. La respiración –exagerada- de
Bella pareció convencerlo y cerró la puerta sin que crujiera esta vez, me
apresuré para aprovechar el momento y tomé a Bella aún acostada, para
abrazarla y besarla en la oreja.
—Eres una actriz pésima... Diría que ése no es tu camino.
— ¡Caray!
Su corazón parecía volverse loco y comenzó a latir ruidosamente, o al
menos para mí era ruidoso, esta vez no dejé pasar la oportunidad y comencé a
acompañarlo con los acordes que había pensado para su canción.
— ¿Debería cantarte para que te durmieras?
—Cierto —sonrió—. ¡Cómo me podría dormir estando tú aquí!
—Lo has hecho todo el tiempo —le recordé divertido.
—Pero no sabía que estabas aquí —quería parecer enojada, aunque sin
mucho éxito.
—Bueno, si no quieres dormir... —me parecía excelente un poco de
compañía nocturna.
—Si no quiero dormir..., ¿qué?
Volvía a parecer una niña que está a punto de recibir un regalo
sumamente esperado.
—En ese caso, ¿qué quieres hacer?
—No estoy segura.
—Dímelo cuando lo hayas decidido.
Volví a retomar mi recorrido por su cuello, el electrizante aroma que
despedía ahora era mucho más intenso que anteriormente, quizá se debiera a los
latidos tan rápidos de su corazón que intensificaban la sangre, o quizá sería el
deseo por ella que ahora parecía más grande.
—Pensé que te habías insensibilizado. –me indicó
—Que haya renunciado a beber el vino no significa que no pueda
apreciar el buqué. Hueles a flores, como a lavanda y a fresa —le indiqué—. Se
me hace la boca agua.
—Sí, tengo un mal día siempre que no encuentro a alguien que me diga
qué apetitoso es mi aroma.
Reí ante esa perspectiva que le daba a las cosas, intentando convencerse
o convencerme de que no pasaba nada.
—He decidido qué quiero hacer —exclamó—. Quiero saber más de ti.
—Pregunta lo que quieras.
— ¿Por qué lo haces? Sigo sin comprender cómo te esfuerzas tanto para
resistirte a lo que... eres. Por favor, no me malinterpretes, me alegra que lo
hagas. Sólo que no veo la razón por la que te preocupó al principio.

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¿Por qué lo hacía? Había ocasiones que ni yo lo sabía realmente, pero
ahora me parecía la mejor decisión que había tomado nunca, de no haberme
decidido por esta vida, nunca la habría encontrado.
—Es una buena pregunta, y no eres la primera en hacerla. El resto, la
mayoría de nuestra especie, está bastante satisfecho con nuestra suerte... Ellos
también se preguntan cómo vivimos. Pero, ya ves, sólo porque nos hayan
repartido ciertas cartas no significa que no podamos elegir el sobreponernos,
dominar las ataduras de un destino que ninguno de nosotros deseaba e intentar
retener toda la esencia de humanidad que nos resulte posible.
— ¿Te has dormido? —me extrañó no escuchar una letanía de preguntas
más.
—No.
— ¿Eso es todo lo que te inspira curiosidad?
—En realidad, no.
— ¿Qué más deseas saber?
— ¿Por qué puedes leer mentes? ¿Por qué sólo tú? ¿Y por qué Alice lee
el porvenir? ¿Por qué sucede?
Me encogí de hombros. No sabía que responder a eso, tampoco yo sabía
el por qué de esta habilidades… aunque sabía que no éramos los únicos.
—En realidad, lo ignoramos. Carlisle tiene una teoría. Cree que todos
traemos algunos de nuestros rasgos humanos más fuertes a la siguiente vida,
donde se ven intensificados, como nuestras mentes o nuestros sentidos. Piensa
que yo debía de tener ya una enorme sensibilidad para intuir los pensamientos
de quienes me rodeaban y que Alice tuvo el don de la precognición, donde
quiera que estuviese.
— ¿Qué es lo que se trajo él a la siguiente vida? ¿Y el resto?
—Carlisle trajo su compasión y Esme, la capacidad para amar con
pasión. Emmett trajo su fuerza, y Rosalie la... tenacidad, o la obstinación, si así
lo prefieres —reí al pensar que diría Rosalie al respecto—. Jasper es muy
interesante. Fue bastante carismático en su primera vida, capaz de influir en
todos cuantos tenía alrededor para que vieran las cosas a su manera. Ahora es
capaz de manipular las emociones de cuantos le rodean para apaciguar una
habitación de gente airada, por ejemplo, o a la inversa, exaltar a una multitud
aletargada. Es un don muy sutil.
Como poder explicar a Jasper… en realidad no se podía,
afortunadamente no hizo más preguntas respecto a él, o al menos eso parecía.
— ¿Dónde comenzó todo? Quiero decir, Carlisle te cambió a ti, luego
alguien antes tuvo que convertirlo a él, y así sucesivamente...
— ¿De dónde procedemos? ¿Evolución? ¿Creación? ¿No podríamos
haber evolucionado igual que el resto de las especies, presas y depredadores? O,
si no crees que el universo surgió por su cuenta, lo cual me resulta difícil de
aceptar, ¿tan difícil es admitir que la misma fuerza que creó al delicado
chiribico y al tiburón, a la cría de foca y a la ballena asesina, hizo a nuestras
respectivas especies?
—A ver si lo he entendido... Yo soy la cría de foca, ¿verdad?
—Exacto.

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Reí ante su razonamiento acerca de mi explicación, era tan linda y de
reacciones tan encantadores que no pude evitar besar su cabello, era tan difícil
contenerme para no besarla más allá que procuré no ir más lejos.
— ¿Estás preparada para dormir o tienes alguna pregunta más?
—Sólo uno o dos millones.
—Tenemos mañana, y pasado, y pasado mañana... —le recordé ella
sonrió con su forma encantadora
— ¿Estás seguro de que no te vas a desvanecer por la mañana? —
inquirió con curiosidad—. Después de todo, eres un mito.
—No te voy a dejar —le prometí.
—Entonces, una más por esta noche...
Sonreí, ya se me hacía raro que se quedará tan tranquila, pero por más
que esperé la pregunta, esta no llegué, sentí la tensión en que se puso su cuerpo
y el calor que invadió su piel.
— ¿Cuál?
—No, olvídalo. He cambiado de idea.
—Bella, puedes preguntarme lo quieras.
Continuó callada y no pude evitar un gemido de curiosidad, ahora era
yo, el que quería que hablara.
—Intento pensar que no leerte la mente será menos frustrante cada vez,
pero no deja de empeorar y empeorar.
—Me alegra que no puedas leerme la mente, ya es bastante malo que
espíes lo que digo en sueños.
—Por favor.
Intenté persuadirla desplegando encanto a su alrededor, pero ella siguió
negando con la cabeza.
—Si no me lo dices, voy a asumir que es algo mucho peor que lo que es
—comencé a pensar en que tan grave sería su duda, como para evitar preguntar
con tal fervor—. Por favor —volví a suplicar.
—Bueno... —comenzó dudando, ahora extrañaba su creciente
curiosidad.
— ¿Sí?
—Dijiste que Rosalie y Emmett van a casarse pronto... ¿Es ese
matrimonio igual que para los humanos?
Al escuchar su pegunta, todas las piezas encajaron, su resistencia a
preguntar, el calor de su cuerpo y su tono de duda. No pude evitar reír con
ganas.
— ¿Era eso lo que querías preguntar?
Se revolvió inquieta bajo mi abrazo y no me respondió, decidí que no se
lo iba a hacer más difícil.
—Sí, supongo que es prácticamente lo mismo. Ya te dije que la mayoría
de esos deseos humanos están ahí, sólo que ocultos por instintos más
poderosos.
—Ah —ella nunca contestaba con un simple: ah.
— ¿Había alguna intención detrás de esa curiosidad?
—Bueno, me preguntaba... si algún día tú y yo...

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Me alarmé ante tal perspectiva, Bella no sabía lo que estaba ofreciendo,
si ya suficiente era con que me permitiera estar en su cama, mucho más difícil
sería si ella buscaba esa oportunidad.
—No creo que eso... sea... posible para nosotros...
— ¿Porque sería demasiado arduo para ti si yo estuviera demasiado
cerca?
—Es un problema, sin duda, pero no me refería a eso. Es sólo que eres
demasiado suave, tan frágil. Tengo que controlar mis actos cada instante que
estamos juntos para no dañarte. Podría matarte con bastante facilidad, Bella, y
simplemente por accidente —bajé la voz, a mi también me entristecía pensar en
el hecho de no poder consumar físicamente aquel amor que me abrasaba por
dentro. Moví mi mamo hasta su mejilla y la acaricie suavemente—. Si me
apresurase, si no prestara la suficiente atención por un segundo, podría extender
la mano para acariciar tu cara y aplastarte el cráneo por error. No comprendes
lo increíblemente frágil que eres. No puedo perder el control mientras estoy a tu
lado.
Volvió a permanecer callada, sinceramente eso me asustaba más que sus
insistentes preguntas sobre todos los temas… me horrorizaba el haberla
asustado.
— ¿Estás asustada?
—No. Estoy bien. –respondió después de un breve espacio, parecía
querer ser precavida. Esperé unos momentos y decidí aventurarme a preguntar.
—Aunque ahora soy yo quien tiene una curiosidad. ¿Nunca has...? —
esperaba no tener que explicarle a que me refería, me sorprendió descubrirme
tan avergonzado como ella.
—Naturalmente que no. Ya te he dicho que nunca antes he sentido esto
por nadie, ni siquiera de cerca.
—Lo sé. Es sólo que conozco los pensamientos de otras personas, y sé
que el amor y el deseo no siempre recorren el mismo camino.
—Para mí, sí. Al menos ahora que ambos existen para mí.
—Eso está bien. Al menos tenemos una cosa en común.
Me complació saber que Bella pensaba de ese modo, ahora la amaba
aún más, si es que eso se podía.
—Tus instintos humanos... —volvió a detenerse—. Bueno, ¿me
encuentras atractiva en ese sentido?
Reí nuevamente, como era posible que ella dudara de su atractivo, de
esa sensualidad que emanaba de ella a cada paso, le revolví el cabello para
evitar intentar algo más.
—Tal vez no sea humano, pero soy un hombre —le aseguré.
Esta vez soltó un sonoro bostezo, muy a mi pesar, recordé que ella no
podía permanecer despierta toda la noche.
—He respondido a tus preguntas, ahora deberías dormir.
—No estoy segura de poder.
— ¿Quieres que me marche?
— ¡No! —gritó
Reí ante la negativa tan rotundamente expuesta, la acune en mis brazos,
procurando arroparla bien y no causarle más frio del que pretendía protegerla,
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se tranquilizó y los latidos de su corazón alcanzaron nuevamente mi oído,
recordé su canción y comencé a entonarla nuevamente a fin de que durmiera.
No tardó en quedarse profundamente dormida, al examinarla vi que
sonreía en sueños, y esperé fervorosamente que fuera yo el que estaba en su
mente en esos momentos, pero por más que esperé, no la escuché nombrarme;
por un momento me alarmó el hecho de que quizá pudiera reprimir el hecho de
hablar en sueños ahora que se sabía vigilada, pero al recordar el tono de súplica
que había en su voz la noche que me llamó, imaginé que sabía que ahora yo
estaba con ella y que no me iría a ningún lado.

Fin del Capitulo

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