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Monumento de Baja Altura, Cuarta Aproximación

De Esteban Córdova

Por
Lynda Avendaño Santana

Documento para la Feria de Arte Contemporáneo. Centro Cultural Borges. Buenos Aires-Argentina. Noviembre de 2006.

Colección Publicaciones [Esteban Córdova]


Monumento de Baja Altura, Cuarta Aproximación de Esteban Córdova ,Escrito por Lynda Avemdaño Santana se
encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Chile.
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http://www.estebancordova.com.

Colección: Publicaciones

Registro de ISBN: 978-956-345-184-9

Editado en PDF en Santiago de Chile, el 21 de Febrero de 2011


Monumento de Baja Altura, Cuarta Aproximación.

Ernst Gombrich en su ensayo Meditaciones sobre un Caballo de Juguete o las Raíces de la Forma
Artística (1951), esclarecía con claridad el magnetismo que poseen los juguetes, en tanto cuerpos de
carácter simbólicos-metafóricos, que en su activación por medio del juego, conminan diremos
gloriosamente a los niños (as), a ocuparse de utilizar su imaginación , en un proceso donde la libertad se
convierte en la herramienta fundamental para vivenciar una gama innumerable de sutiles, intensas y
fuertes emociones, y junto a ello, a experimentar placer estético .

Abandonando la infancia nuestra relación tan directa con los juguetes se aquieta y extravía, pero la
memoria de los vivido se mantiene en nuestro ser como una ráfaga fresca de viento. Pero en ese paso
de la infancia a la pubertad, luego a la adolescencia, y después a otros diversos estados etáreos, se
desarrolla en muchos un sumidero que la propia cultura propicia al demarcar una contraposición entre
fenómenos propios del juego y los juguetes, como son los sueños (los cuales, en muchos casos
involucran la utopía), y los aprendido, lo señalizado como correcto, tornándose irremediable la relación
ilusión y cultura. Provocándose con ello, un desgastante estancamiento del ser, cuestión muy común
en nuestros días, que sólo ciertos peculiares fenómenos como el arte son capaces de soslayar, al punto
de restituir desde otra dimensión , experiencias como las vividas en la infancia , cuando éramos capaces
des-cubrir e inventar el mundo sin tantos miedos, a través, del juego con nuestros juguetes, que
podían ser una simple rama, una piedra, o artículos elaborados por nosotros, por nuestros padres o por
la industria.

Desmantelando las nociones de monumento, estado, nación, patria, bandera, nos encontramos con la
obra de Esteban Córdova (Santiago de Chile, 1982. Reside actualmente en dicha capital), quien se
inscribe dentro de una de los trayectos más sugerentes para la creación artística desde inicio del siglo
XX (téngase presente experiencia como los títeres de los Futurista Italianos), la relación de los juguetes
y el juego, generando una instalación marcada por una sutileza expresiva que requiere necesariamente
para su activación de la participación del público (de los niños (as) que llevamos dentro), para
constituirse y consumarse.

Córdova despliega para nosotros en un gesto meditado y pausado un juguete y un juego, y con ello, una
serie de reglas para poder jugar este juego. Así nos convoca a un evento que es parte de una serie que
lleva seis aproximaciones, donde la utilización de elementos seriados (por ejemplo: barquitos de papel
armados a mano, arbolitos plásticos pequeños de diversos colores), la alusión a los lugares donde se
instalan las obras, la utilización en ocasiones de la imagen de la bandera chilena, el sentido del viaje, lo
efímero, el peso de la cotidianidad, el problema de la memoria personal e histórica que se porta, en
tanto ciudadano, el monumento , en tanto referente que delinea a todo un país, y el ser parte de un
Estado, se hacen presente. Dándose que en su Monumento de Baja Altura, Cuarta Aproximación, el
artista emplaza aleatoriamente a cien soldaditos de plástico, de aproximadamente cinco centímetros
de alto cada uno, de color plomizo, de terminaciones toscas, hechos industrialmente para el público
infantil (no olvidemos, que todo juguete construido por adultos no puede abandonar dicha carga,
sobre todo este tipo de juguete de orden bélico que recrea el mundo de los adultos y no el de los niños,
más que mal, no son los niños quienes desatan las guerras, la violencia o el exterminio como ha
ocurrido tantas veces en Latinoamérica), de cuatro formas distintas (unos apuntan un fusil, otros tiran
granadas, otros apuntan su revolver y otros parecen tirar una bazuca o un mortero), los cuales, en su
disposiciones se ubican formando líneas que restituyen la imagen pétrea y rectangular de la bandera
chilena, que en tanto icono o monumento de carácter conmemorativo para el ciudadano chileno, se
mantiene perenne en su memoria semántica y remota, en tanto símbolo inculcado por un Estado que
busca internalizar – a veces a cualquier precio, pues como dice Max Weber el Estado tiene el monopolio
sobre la violencia legítima-en el habitante de un país, una identidad colectiva común que en variadas
ocasiones no existe.

¿Pero es sólo a esto lo que apunta la obra de Córdova?, evidentemente no, su obra aparte de hacer
patente la nefasta entrega a los niños de valores equivocados como los propiciados por juguetes como
aquellos soldaditos que incluye al artista, toca sin nostalgia, pero con crudeza y refinamiento, la propia
realidad de su Chile actual, donde la democracia arrastra las secuelas lógicas de no haber resuelto a
tiempo una serie de problemáticas acunadas en la dictadura, y donde para mantener un adecuado
orden de cosas como reclaman los Estados modernos, cuestión que majadera y constantemente dice
los gobiernos concertacionistas1 , se prefiere esconder la basura bajo la alfombra, omitiendo lo máximo
que se pueda lo inadmisible. En ello, Córdova extiende por medio de la bandera que elabora, la
soterrada frustración de muchas generaciones chilenas, las cuales, son citadas a votar por alcaldes,
concejales, parlamentarios, presidente (a), etc., de manera obligatoria, pero no pueden realmente
intervenir en la fabricación de un constructo cultural como es su propio Estado, quizás por la propia
incapacidad de este, y por la de los ciudadanos mismos, de comprender que un Estado no es el reciclaje
de una esencia, sino una realidad por inventarse. A esto apunta la obra desacralizadora de Córdova,
atrapándonos en un juego de análisis y cuestionamiento de la herencia no siempre admirable que
poseen los Estados, disparándonos sus soldaditos a la pregunta por lo que deseamos íntimamente que
sea el constructo antes mencionado, y llevándonos a buscar salidas concientes y lúdicas para levantar
otras miradas primeramente en nosotros mismos. 2
1
En Chile, después de la dictadura encabeza por Augusto Pinochet, los tres gobiernos que han salido elegido por votación
popular han sido parte de una coalición formada por grupos de centro y centro izquierda
2
Documento para la Feria de Arte Contemporáneo. Centro Cultural Borges. Buenos Aires-Argentina. Noviembre de 2006.
Lynda E. Avendaño Santana
Teórica e Historiadora del Arte

Santiago, Chile

Noviembre de 2006.

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