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Entre Líneas núm.

25 15 Enero 2010

D O S S I E R

Sobre hoyos, camitas y poco más altas. Inmediatamente acudieron me-


dia docena larga de criaturas y algunas entra-
casitas. ron y compartieron espacio y conversación con
la propietaria mientras otras, mayoritariamente
Pautas de construcción chicos esta vez, se dedicaban a destruirla. Tras
reparar los daños construí torres delante de la
en psicomotricidad 2-3 casita para canalizar la pulsionalidad y luego
reorganizar los prismas que se desmoronaban
permanentemente mientras varias niñas charla-
ELENA HERRÁN Y ban placidamente tumbadas.
JUAN IGNACIO MARTÍNEZ DE MORENTIN
El juego de construcción-destrucción desembo-
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Facul- có 20 minutos más tarde en un juego de entrar y
tad de Filosofía y Ciencias de la Educación. Universidad del País salir de un rodillo de espuma colocado vertical-
Vasco. San Sebastián mente, actividad que sacó a todas las criaturas
de la casita. Todas menos la interesada que, a
“De muy niño, en Orio, donde he nacido, mi pesar de mirar intensamente al juego que tenía
abuelo solía llevarnos de paseo a la playa. Yo justo delante, permanecía sentada sobre un úni-
sentía una enorme atracción por unos grandes co prisma de espuma. Al enfocarle la cámara,
hoyos que había en la parte más interior. Solía y tras tocarse el pelo y bajar tímidamente la
ocultarme en uno de ellos, acostado, mirando el mirada y le saludó diciendo: “Hola, tengo una
gran espacio solo del cielo que quedaba sobre mí, casita”. Estaba sentada sobre un único cubo, lo
mientras desaparecía todo lo que había a mi alre- que me hizo pensar que su “casita” en realidad
dedor. Me sentía profundamente protegido. Pero, donde estaba era en su cabeza. La secuencia
¿de qué quería protegerme?” (Oteiza, 1963, 75). completa duró prácticamente hasta el final de
la sesión. A partir de entonces la actividad de

H
ace 11 años una niña de dos años tras salto de esta criatura fue efímera, pero no así las
saltar en la zona sensoriomotriz de la casas que construía, cada vez más firmes, equi-
sala me cogió de la mano y me solicitó padas, estables, duraderas y evolucionadas. Im-
“una casita”. Nos alejamos de los demás niños presionantes es la palabra.
y al otro lado de la sala le hice una casita con
prismas de espuma. Se recostó sobre la fila de Aquel regalo de la vida se quedó en pause es-
prismas central, apoyada contra la pared, mien- perando su momento, y ahora tras estudiar el
tras le construía las dos paredes laterales un salto, le ha llegado su turno. Al ponernos manos

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a la obra también recibimos otro regalo, la refe- sido muy grande y muy movido. De 24 criaturas
rencia de Jorge Oteiza, con la que arranca esta dos no construyen en absoluto. Una -niña, en
reflexión. El vacío y la ocupación del espacio concreto- se dedica a saltar hasta la extenua-
son dos de las grandes preocupaciones de este ción y otra –niño- se dedica fundamentalmente
genial escultor vasco del siglo XX. Nada más le- a relacionarse muy fusionalmente con una de
jos de nuestra intención explicar su obra o sus sus educadoras que participa en las sesiones.
preocupaciones. Humildemente rescatamos un Ambos presentan una hipotonía acusada y la
recuerdo de su infancia que más allá de conver- actividad asociada es opuesta: mientras una
tirse en una de sus preocupaciones artística y descubre el placer del movimiento asociada al
profesional, parece común o compartido con la salto, el otro necesita al adulto para equilibrarse
infancia humana. (Wallon, 1985).

Hemos vuelto a la sala de psicomotricidad per- Nueve criaturas obtienen resultados en todos los
trechados con dos cámaras de vídeo digital para macrocriterios –trozos grandes de la actividad
grabar toda la actividad de construcción de la que observar con significado compartido entre
zona simbólica de la sala en 2-3 años y anali- sus elementos y diferenciado del resto. En con-
zarla sistemáticamente de acuerdo a la meto- creto proponemos tres: preparación, ejecución
dología observacional y hemos encontrado re- y finalización-, lo que indica que son significa-
sultados muy interesantes. El más interesante y tivamente proactivas en la construcción: cons-
primero de todos es que, después de un riguro- truyen mucho y despliegan muchos niveles en
sísimo recorrido metodológico, hemos evaluado cada criterio -grupos de conductas similares,
la actividad de construcción a los 2 años. No que se ordenan dentro de un macrocriterio-.
la describimos, no la interpretamos, ni la con- Un participante presenta has-
tamos, ni tan siquiera la justificamos (Anguera, ta cuatro modalidades en un
2003). Tampoco encontramos nada espectacu- mismo criterio, lo que además
lar. Pero lo fundamental es que explicamos al- de su proactividad, informa
gunas características de dicha actividad, porque de flexibilidad y adaptabilidad
los resultados obtenidos nos lo permiten. a las circunstancias. En con-
creto, es la criatura que más
En esta primera aproximación, no hemos en- construye y que hemos estudiado aparte. Deja-
contrado patrones de conducta constructiva, mos sus resultados para otra ocasión.
pero sí pautas estables en los análisis de todo
el grupo que hemos realizado. La razón de lo
primero tiene que ver con que la muestra se- Criaturas normalmente poco proactivas en cons-
leccionada ha sido el 30% del total, el grupo ha trucción y búsqueda del espacio propio, realizan

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visitas a otras casitas. No acuden directamen- abandono de la construcción, mientras que la


te sino que se acompañan de rodeos (Wallon, mirada autocentrada acompañada de parada,
1980) y pueden realizar visitas coyunturales o lleva bien a que al seguir añadiendo elementos,
permanentes dependiendo del atractivo de la se le desmorone o bien cuando considere des-
construcción y/o de la criatura anfitriona y de truya su construcción proactivamente o incluso
la capacidad imitativa-incorporativa (Rizzolatti y la abandone, antes de que cualquier destroyer
Sinigaglia, 2006) de la visitante. se aproxime amenazante. La acomodación o
espera perceptiva asociada a la vida afectiva
Una tercera parte del grupo sigue construyen- (Wallon, 1980) es esencial para la adaptación
do a pesar de que le destruyan su propia cons- exitosa al contexto. A partir de aquí viene lo de-
trucción. Este dato confirma la presencia de la más: la calma afectiva, el aprendizaje, el placer
pulsionalidad y agresividad asociada a la inma- de pensar, etc., etc.
durez e incapacidad ejecutiva, por una parte, y
la tenacidad de los ejecutores, por otra. once La gran mayoría de las construcciones tridimen-
criaturas continúan construyendo mientras que sionales coinciden con el final de la sesión. Lo
cuatro abandonan su construcción de motu pro- que nuevamente confirma que la evolución de
prio, lo que indica que parece ser más fácil re- la pulsión agresiva y de la
sistir cuando existe alguien a quien oponerse, propia sesión de psicomo-
que dar continuidad a la propia acción de mane- tricidad: las construcciones
ra autónoma (Kamii, 1982; Pikler, 1985). más estables y complejas
exigen una calma psicoló-
Suceden dos conductas cuya asociación es es- gica o actitud perceptiva
pecialmente significativa de cara a la conquista (Tran Thong, 1979; Wallon,
simbólica de la verticalidad: cuando la criatura 1980, 1985) incompatible
presenta la mirada autocentrada –alterna mira- con la agitación motriz ini-
da perceptiva y movimiento para ajustarse a la cial, tanto para emerger como para mantenerse
acción en ciernes- con parada la construcción en el tiempo y en el espacio.
que realiza es vertical; hace torres, mientras que
la mirada periférica –sus ojos van por delante En definitiva, esta investigación muestra las pri-
de su cuerpo y la acción que ejecuta es ines- meras fases del trasvase de la acción sensorio-
table- con desplazamiento construye caminos motriz a simbólica en la construcción en psico-
o series horizontales a modo de prolongación motricidad a los dos años, sus tendencias, los
material de su propio movimiento en el espacio niveles de acción desplegados y la dirección de
(Wallon, 1979). Además la mirada en derredor la construcción hacia niveles progresivamente
o periférica incluso con parada se asocia con más simbólicos.

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Ahora nos ponemos con el análisis de la cons- gico y educación, I. Psicología Evolutiva (pp.113-
trucción del segundo año, y si encontramos de 130). Madrid: Alianza.
qué necesita protegerse la criatura humana ya · Rivière, A. & Sotillo, M. (2003). Comunicación,
os lo contaremos. suspensión y semiosis humana: los orígenes de
la práctica y comprensión interpersonales. En
M. Belinchón, A. Rosa, M. Sotillo, I. Marichalar
REFERENCIAS: (Comp.). Angel Rivière. Obras escogidas Vol. III.
Metarepresentación y Semiosis. (pp. 181-201)
·Anguera, M. T. (2003). La observación en la Madrid: Médica Panamericana S.A.
Educación Infantil. En J. L. Gallego Ortega y E. · Rizzolatti, G. & Sinigaglia, C. (2006). Las
Fernández de Haro (Dirs.), Enciclopedia de Edu- neuronas espejo. Los mecanismos de la empatía
cación Infantil, I. Archidona: Aljibe. emocional. Barcelona: Paidós.
· Kamii, C. (1982). La autonomía como objeti- · Tran-Thong (1979). La théorie des attitudes de
vo de la educación: implicaciones de la teoría de H. Wallon et ses conséquences éducatives. Les
Piaget. Infancia y aprendizaje, 18 (2), 3-32. sciences de l’éducation. (Spécial), 237-275.
· Oteiza, J. (1963). Quousque tandem! Ensayo · Wallon, H. (1979). Los orígenes del carácter en
de interpretación estética del alma vasca. Pam- el niño. Los preludios del sentimiento de perso-
plona: Pamiela nalidad. Buenos Aires: Nueva Visión.
· Pikler, E. (1985). Moverse en libertad: desarro- · Wallon, H. (1980). Psicología del niño. Una
llo de la motricidad global. Madrid: Narcea. comprensión dialéctica del desarrollo infantil.
· Rivière, A. (1990). Origen y desarrollo de la Madrid: Pablo del Río.
función simbólica en el niño. En J. Palacios, A. · Wallon, H. (1985). La vida mental. Barcelona:
Marchesi, y C. Coll, (Comp.). Desarrollo psicoló- Crítica.

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