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EL SIGLO XX (parte I)

Vísperas del estallido de la 1ª GM → predominio de Europa


capitalista {especialmente los países altamente industrializados del
Oeste} → es el hecho mas relevante del panorama internacional.
EUROPA → concentro el grueso de la capacidad productiva
industrial del mundo:
FRANCIA, INGLATERRA, ALEMANIA → principales importadores
de materias primas de la periferia semicolonias. También
monopolizan los transporte, por lo cual, son intermediarias
imprescindibles del comercio internacional.
LONDRES → principal plaza financiera y monetaria del mundo.

Pero el equilibrio de poder en Europa, surgido de los tratados


de Viena fue quebrado por el rápido crecimiento industrial de
Alemania. Frente a esta situación, Inglaterra reforzó su flota y
estableció con Francia la Entente Cordiale.
Francia satisfecha con esta alianza, incorporo a Rusia (principal
zona de sus cuantiosas inversiones de capital.
La GM fue un conflicto entre dos grupos de naciones:

• Inglaterra, Francia y Rusia → este grupo había comenzado el


proceso de industrialización de Europa y logro construir vastos
imperios coloniales que cumplían el papel de mercados para la
producción industrial y abastecedores de abastecedores de materias
primas;

• Alemania y el Imperio Austro-Húngaro → habían iniciado mas


tardíamente su expansión capitalista y su carencia de colonias lo
enfrentaba con un déficit de mercados que hacia peligrar el ritmo de
su acumulación. De tal modo la guerra que estallo en 1914

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constituyo un conflicto ínter imperialista por el reparto de los
mercados coloniales.

Desde la Primera Guerra Mundial hasta la Gran


Depresión (1914 – 1930)

a) La transformación económica

Las potencias entraron al conflicto sin tener una comprensión


adecuada de las transformaciones sustanciales que el industrialismo
había introducido en las condiciones de la guerra moderna. En la
última guerra librada en el suelo europeo, la franco-prusiana, solo un
pequeño porcentaje de la población había tomado parte de ella.
Además no duro mucho, y la economía de ambos países no fue
gravemente afectada por el conflicto.
Los Estados mayores de las potencias beligerantes en 1914,
creyeron que los hechos transcurrirían en forma similar y no
efectuaron preparativos que tomaran en cuenta las perspectivas de
una larga contienda. No se considero ni siquiera necesario crear un
Estado Mayor económico que reglamentara la producción y el
abastecimiento.
Apenas comenzadas las operaciones, particularmente después
de la batalla de Marne1, en que la guerra se estabilizo en un conflicto
de trincheras de duración indefinible, comenzaron a surgir
problemas de una magnitud absolutamente inédita:

1. el problema de los efectivos, dado el desgaste muy superior al


previsto en hombres y municiones;

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Ha habido dos combates que reciben el nombre de Batalla del Río
Marne (Francia), ambos en el curso de la Primera Guerra Mundial. El término
designa en general a la primera, que sucedió en el otoño de 1914.
La batalla se desarrolló del 5 al 9 de septiembre y marca el fracaso del
plan Schlieffen y el comienzo de la guerra de posiciones o de trincheras.

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2. fue necesario montar una vasta maquinaria para la
fabricación de armas y reconvertir, por consiguiente, la economía
civil a una economía de guerra;
3. debieron ser modificadas las normas laborales para
compensar la mano de obra perdida por la movilización militar, y
subvenir a los urgentes problemas de abastecimiento de las
poblaciones.

A este conjunto de nuevos requerimientos se respondió con la


organización de una economía de guerra, en la que el
intervencionismo estatal tenía un papel decisivo. La estatización de
la economía, no implico una tendencia al socialismo; mas bien, se
efectuó en el marco del sistema capitalista y contribuyo a acelerar
las características estructurales de su última etapa: así, la
monopolización se acrecentó en gran mediada, al asegurar el Estado
a las grandes empresas una tasa de ganancia excepcional y un
mercado seguro para sus productos.
En todas partes la economía de guerra presenta las mismas
características: el Estado regula el empleo de la mano de obra, con
frecuencia a través de la utilización de prisioneros; fija los precios;
determina los tipos de producción; interviene de manera decisiva en
los procesos de comercialización. Esto origina un enorme incremento
del nº de los funcionarios, comisiones y oficinas, de todo tipo,
especialmente en Alemania, donde la intervención estatal debió ser
rigurosa en razón del cierre marítimo de las rutas que la conectaban
con sus fuentes de abastecimientos, por parte de las potencias de la
Entente. Además, desde el punto de vista financiero, los grandes
gastos ocasionados por la guerra obligaron a acrecentar las
emisiones, a decretar moratorias de vencimientos comerciales y
bancarias, que acarrearon la inconvertibilidad y la consiguiente
paralización del funcionamiento de las reglas del patrón oro.

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Los efectos inflacionarios se revelarían con toda su crudeza al
concluir el conflicto. Los problemas de abastecimiento dieron origen
a medidas características. En Alemania la población civil fue
sometida a un régimen de tarjetas de racionamiento, en tanto que la
distribución de alimentos básicos se ponía en manos de la Oficinas
de Patatas y de la Oficina de Cereales; en Inglaterra, donde no se
llego a medidas tan rigurosa, el gobierno acabo controlando, sin
embargo, el 94% del total del consumo nacional; en Francia se
adoptaron idénticas medidas, sobre todo en razón de la crisis
económica que implico la ocupación de su region NO por Alemania
durante un prolongado lapso.
El fin del conflicto y la consiguiente derrota alemana
encuentran su explicación en el desnivel productivo entre Alemania
y los países de la Entente, que fue creciendo en perjuicio de la
primera. Alemania había buscado una derrota fulminante en el
oeste, que no se produjo. De ahí en más, la producción de guerra de
Francia e Inglaterra acrecentada por los regulares suministros
norteamericanos, supero a la de Alemania. Finalmente la agresiva
política de guerra submarina, puso al mundo en contra de Alemania
y determino el ingreso de EE. UU. en la guerra.
La primera posguerra se caracterizo por la dificultad de adaptar
los viejos mecanismos automáticos de la expansión capitalista a las
nuevas condiciones de la economía mundial, por un hecho de
singular trascendencia: el retroceso de la situación preponderante
del capitalismo europeo y el paralelo ascenso de los capitalismos
norteamericano y japonés. Al termino de la guerra el total de la
producción europea se ha visto reducido, lo cual, si le permitiría
mantener a duras penas sus colonias de la preguerra, le impedía
continuar su expansión en el mismo ritmo anterior a 1914.
La Revolución Rusa hizo perder, además, al capitalismo
europeo uno de sus mejores mercados, al tiempo que la
industrialización de Europa Oriental se detenía como consecuencia

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de la pequeñez de los mercados internos de los países surgidos de la
desmembración del Imperio Austro-Húngaro.
La importancia de Europa como región exportadora de
capitales disminuyo significativamente.
La decadencia de Europa se refleja en el estancamiento de sus
imperios coloniales. Además, Europa es rápidamente desplazada del
mercado Chino por los EE. UU. y Japón.
En Japón los comienzos de la expansión capitalista a partir de
la Restauración Mejí de 1868, a partir de la cual el estado se
transforma en el principal factor de industrialización. La expansión
capitalista no obedeció, por consiguiente a módulos liberales. Este
proceso había llegado a altos índices hacia 1913, pero aun al fin de
la guerra la producción total de Japón era débil en relación a las
principales naciones europeas. Pero, a diferencia de Europa
experimente desde entonces un impulso vigoroso. Este lo empuja a
inundar de productos el mercado chino y a llevar una agresiva
política imperialista en el Lejano Oriente. En tal sentido, industrializo
de manera acelerada sus posesiones coloniales en Manchuria y
Corea, compensando así la escasa extensión de su territorio: La
producción industrial de Manchuria llego a ser tan importante como
la de toda ala India, pese a tener una población 10 veces menor.
Durante el decenio posterior a la guerra se acrecienta la
importancia económica de EE. UU., que ya antes de ella había
llegado a ser la principal nacion industrial del mundo. Se acelera la
monopolización industrial. Al mismo tiempo adquiere importancia
creciente su participación en el mercado mundial y comienza a
desplazar a Inglaterra de su papel preponderante en Sudamérica.
Paralelamente se produce, en cuanto a su economía interna, una
constante traslación de ingresos del campo a la ciudad. La
agricultura norteamericana no fue prospera durante toda la década
del ´20, lo que anunciaba un desequilibrio pre-anunciante de la crisis
de 1929.

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En Europa las tentativas de producción se iniciaron de niveles
más bajos que los de EE. UU., debido a los estragos causados por la
contienda. De ahí que la crisis de 1929 haya golpeado en los EE. UU.,
a una economía que había presenciado dos décadas de constante
expansión, en tanto que en Europa afecto a aparato productivos,
que recién estaban alcanzando los niveles de preguerra.
Finalmente durante esa etapa, se produce una transformación
técnica de tal magnitud que ha podido ser denominada la “Segunda
Revolución Industrial” → generalización del uso de motor de,
desplazamiento del carbón por electricidad. El petróleo adquiere una
importancia económica decisiva que permite e gran auge de la
aviación, a la par que el motor eléctrico posibilita la generalización
del sistema de trabajo en cadena, iniciado por Ford antes de 1914.

Las batallas principales de la 1ª GM se desarrollaron en suelo de los


países eslavos (el frente oriental) y de Francia (el frente occidental). En este
frente, durante largo tiempo la lucha se estabilizo en una “guerra de
trinchera”.
A Georges Clemenceau, primer ministro de Francia a partir de 1917,
se le suele atribuir la conducción de su país a la victoria. El mariscal
Ludendorff, militar germano, inicio los primeros sondeos de paz al fracasar
la ofensiva alemana de 1918.
b) La expansión del movimiento revolucionario

El socialismo europeo había confiado en que el estallido de la


guerra ocasionaría un boicot general que habría de conducir a la
revolución. Esta profecía disto mucho de cumplirse. El grueso del
proletariado Europeo y sus partidos socialistas apoyaron a sus
respectivas burguesías al iniciarse las hostilidades: fue lo que se
denomino “Unión Sagrada”. Posición que abarco a los grupos
mayoritarios del socialismo europeo, en razón de dos hechos:

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1. la expansión imperialista, que al permitir a la clase obrera
europea beneficiarse con una parte menor de la explotación colonial,
amortiguo su propia explicación;
2. la debilidad consiguiente de las alas izquierdas, que solo
lograron el apoyo de un sector restringido del proletariado europeo.
Se genero una política que no cuestiona las bases estructurales
de la expansión imperialista, sino que se propuso un mejor reparto
de la riqueza procedente de la misma. El ala revolucionaria fue en
comienzo bastante reducida. Sin embargo, a medida que avanzaba
el conflicto y que las penalidades y el deterioro de la situación
económica se acentuaban creció su influencia.
En mayo de 1915 se celebra en Zimmerwald una conferencia
de internacionalistas, a la que asisten socialistas suizos, franceses,
alemanes, italianos y rusos –entre ellos Lenin y Trotski-, que reclama
una paz sin anexiones ni indemnizaciones. En abril de 1916 se
celebra otra conferencia en Kientaal, en la que se hace un
llamamiento a los proletarios para que impongan un armisticio
inmediato. Poco a poco, la oposición crece: los ministros socialistas
abandonan el gabinete en Francia; en Alemania surge el
espartaquismo; la oposición de las nacionalidades oprimidas crece
en Austria-Hungría, mientras que en Rusia la situación se deteriora
rápidamente. En el curso de 1917-18, las huelgas y los motines
están a la orden del día, y al concluir la guerra existe un estado de
efervescencia revolucionaria en Europa.
Sin embargo, los factores conservadores pesaron más que el
impulso revolucionario generado por la guerra. Así fracasaron las dos
tentativas más importantes de revolución socialista de la posguerra:
• la rebelión espartaquista en Alemania, en enero de 1919, y;
• la Comuna Húngara de Bela Kun. A estas habría que agregar;
• el sangriento paro general del 1º de mayo de 1919 en Francia;
su reiteración en 1920, lleva a poner en la ilegalidad a la CGT;

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• las sucesivas huelgas metalúrgicas, textiles y agrícolas en
Italia, que llevan al país al borde de una crisis y precipitan la
instauración del fascismo;
• la huelga general de 1917 en España y el complejo quinquenio
de disturbios que le sucede y que va a conducir la dictadura de
Primo de Rivera.

Pero a medida que avanza 1920 y que el sistema capitalista se


consolida, la posibilidad de una revolución socialista en Europa se
hace cada vez más lejana.
Hacia fines de la década, con la consolidación del capitalismo
en Europa y con el fracaso de a revolución China de 1927, concluye
el primer ciclo de la revolución mundial, que obedeció al
impulso expansivo de la revolución de Octubre en Rusia. El 2º ciclo
revolucionario se inicia recién a partir de la 2ª posguerra y se
verifica en un escenario muy distinto: será la era de las revoluciones
nacionales en los pueblos coloniales.

c) La restauración política y social de posguerra

La onda revolucionaria que agita a la Europa de posguerra lleva


a las clases dominantes a introducir reformas que hacen cada vez
más ficticio el funcionamiento de la democracia liberal. El
intervencionismo estatal producido por la larga contienda se
continúa después de su conclusión a través de dos fenómenos
característicos. El primero de ellos es la importancia creciente de la
dirección general del Estado de la administración y de los
organismos técnicos. Estos restringen la importancia del Parlamento
y lo reduce a un papel secundario respecto del que había
desempeñado en la preguerra. La libertad de prensa experimenta,
también, notables restricciones en razón del proceso de

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monopolización de los instrumentos de difusión que se verifican en
esta época. Surge así, la “industria de la opinión publica”.
EE. UU. → 1910-12, el nº de periódicos disminuye en tanto el
tiraje aumenta.
Siete grandes Trusts dominan la casi totalidad de la prensa
inglesa, fenómeno que con menor intensidad se repite en otros
países. Solo la prensa de izquierda se mantiene, en general, al
margen de este proceso.
La importancia de la publicidad comercial en el periodismo
pasa a se decisiva.
La amenaza revolucionaria exacerba las diversas formas del
nacionalismo y racismo en las metrópolis imperialistas. Mientras
el naciente nacionalismo de los pueblos semicoloniales es
progresista en cuanto expresa la tendencia a liberarse de la
opresión imperialista, el nacionalismo de las potencias imperialistas
se transforma en una justificación reaccionaria del mantenimiento
de los lazos de dominación.
• En los EE. UU., un puritanismo xenófobo de carácter
antisemita, antinegro, anticomunista da origen al KU-KLUX-KLAN;
• En Francia el maurraismo de la ACCION FRANCESA, acrecienta
su influencia en Alemania;
• En Alemania, el rechazo del “Diktat”2 de Versalles es utilizado
por una propaganda racista que encuentra formulación ideológica en
típicas expresiones irracionalistas como “La decadencia de
Occidente” de Spengler o la Fundamentación racista del II Reich,
predicada desde 1922 por Moeler van der Bruck;
• En Italia, Gabriela d´ Annunzio pregona un nacionalismo
fundado en reivindicaciones territoriales, que rápidamente coincide
con el fascismo;

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Una imposición es un castigo severo o solución impuesta a un partido
derrotado por el vencedor, o un decreto dogmático. Históricamente, se usaba
sobre todo en Alemania para referirse al Tratado de Versalles.
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• En el Japón, la expansión imperialista se une a la acción de
organizaciones secretas terroristas de ultraderecha, tales como la
Asociación del Dragón Negro o la Sociedad de Reservistas.
En suma, la vida política del capitalismo restaurado se
caracteriza por la misma ambigüedad que hemos visto en la vida
económica: las viejas formas y los viejos moldes se adecuan mal a
una situación nueva, signada por el deterioro. En algunos países se
tolera aun una ficción democrática (Francis-Inglaterra). Pero llevar la
democratización más allá de los límites fijados por los monopolios
experimenta un estrepitoso fracaso. El poder los monopolios fue tan
grande en estos países que no requirió la liquidación del aparato
parlamentario para asentar su dominación.
En un solo caso, en este periodo, el gran capital requirió la
instauración de un Estado autoritario que consolidara su papel
predominante (la Italia Fascista).

d) La transformación cultural de la posguerra

La conmoción provocada por la guerra rompió las esperanzas


positivistas en la infinitud del progreso humano y en la unidad de las
ciencias sociales.
Tanto el futuro abierto y mejor, como el conocimiento unitario
de la sociedad suponían una clase social en ascenso, y la burguesía
había perdido tal impulso. El irracionalismo filosófico y literario que
expresaba lo antedicho, generaliza su influencia a partir del conflicto
mundial.
El clima intelectual estaba signado por:
• La destrucción de los marcos intelectuales y estéticos
heredados del pasado,
• Y la afirmación de la propia autenticidad a través de la
primacía de la experiencia inmediata.

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La lucha contra las formas tradicionales de la moral burguesa
absorbe el esfuerzo central de muchos escritores de la época:
Cocteau, Gide, Huxley, Proust, Joyce. La crítica más global
de la sociedad adquiere expresión en Malraux, Saint Exupery,
Martin du Gard, Sinclair Lewis, Dos Passos, Scott Fitzgerald,
Hemingway.
En Alemania la necesidad de reconstrucción hace que el
expresionismo ceda lugar a una “nueva objetividad”, en tanto que el
carácter enajenante de las estructuras objetivas proporciona su
temática a las obras de Thomas Mann, Wassermann, Werfeld y
sobre todo Kafka. En 1919, se divulga el Manifiesto Dadá y en
octubre de 1924 el Manifiesto del Surrealismo.
Desde el punto de vista pictórico pasan a primer plano las
tendencias constituidas en la preguerra, que renovaban las nociones
perspectivistas dominantes desde el Renacimiento. Picasso,
Matisse, Derain, Duffy, Leger y Braque son los grandes nombres
de la época, junto a los surrealistas: esta tendencia, con obras de
Ernst, Miró, Arp, Picabia, Chirico, Klee, efectúa su primera
exposición en Paris.
En el campo filosófico bajo un ataque generalizado a la razón
como instrumento de conocer el mundo, se formulan a comienzos
del siglo nuevas propuestas basadas en la intuición directa (Dilthey,
Bergson) y el pragmatismo de William James, fundado en el criterio
de utilidad; al tiempo que la fenomenología de Huserl antepone el
saber mostrativo al demostrativo: de ella se desprende “El ser y el
tiempo” de Heidegger, la filosofía de los valores de Scheler, la
metafísica del conocimiento de Hartmann.
En las ciencias humanas de los avances producidos el más
importante y significativo es la psicología profunda de Freud.
El marxismo a su vez teoría general de la realidad social que
expresa el ascenso del proletariado, no presenta desarrollos teóricos

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suficientemente profundos (excepto, “Historia y conciencia de clase”
de Georg Lukacs).
En las ciencias físicas y naturales, a partir de las nuevas
nociones sobre el espacio y el movimiento material, y
descubrimientos decisivos en la genética y la microbiología, también
se da un vuelco fundamental, pero preparado a fines del siglo
anterior y en la preguerra.
Pese a las diferencias que se producen en el plano de la
filosofía de las ciencias existe una línea general: la del conocimiento
ligado a la experimentación, que no sufre la dispersión que se
observa en las ciencias sociales. Y es que mientras las verdades
físicas de Descartes, Galileo, Copérnico o Bruno, cuestionaban el
orden aristocrático medieval no sucede lo mismo ahora en la
relación entre las disciplinas naturales y el orden capitalista. En esta
época se desarrolla la teoría de la relatividad de Einstein, Heisenberg
anuncia el principio de indeterminación y de Broglie y Schrodinger
fundan la mecánica ondulatoria.

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