El barroco es el estilo o período de la historia cultural del siglo XVII, y se
presenta como una familia de tendencias. Podemos definirlo como un complejo mundo cultural que no solo maneja las formas clásicas con criterios y objetivos nuevos, sino que responde a un sistema de vida y pensamiento que posee su propia coherencia. Rige los estilos estéticos en Europa, donde hay más brecha entre ricos y pobres; y en América, donde la conquista comienza a llevarse los recursos naturales, tanto el oro como la plata, y hay una organización económica extractiva y de acumulación. Además, es el momento de la contra reforma política, donde se busca impactar para llegar a la gente, esto es lo que hace el Vaticano. Es acompañado por cambios profundos de mentalidad gracias a los avances científicos de Kepler y Galileo, y de profundas reflexiones filosóficas que manifiestan la pequeñez del hombre en el universo. Dicho cambio se traduce en el interés por lo sensorial frente a lo intelectual, de esta manera hay una acepción del mundo material y de la naturaleza. En la obra artística confluyen varios modos de percepción, a través de la ilusión, buscando la expresión sentimental y emotiva. El barroco es símbolo de arte de la comunicación y del poder, mediante la majestuosidad. Es un eficaz instrumento de propaganda religiosa, del poder de la Iglesia y de la autoridad del Papa. Se configura como un movimiento internacional, a pesar de sus tendencias nacionales. Hay formas dinámicas en todo el movimiento, bajo la ornamentación, espejos, juegos de vidrios, juegos de luces y alfombras. En la arquitectura, se destaca el ilusionismo sensorial, que busca cautivar y emocionar. Son importantes acá los materiales, el color y la textura. Un sentido rítmico de las fachadas y muros con curvas y contracurvas. Columnas salomónicas y entablamientos curvos, y profusión decorativa con motivos vegetales. Con respecto a la escultura italiana del siglo, hay una diversidad tipológica, se utilizan el mármol y el bronce, y es un arte naturalista, con expresividad de los gestos. Tenemos como exponente a Bernini, quien busca captar la tensión del instante como en el David o El Apolo y Dafne. Tiene encargos papales, por lo cual hace esculturas para el Vaticano, e introduce el estilo de tumba papal que se comenzará a utilizar posteriormente. Hace “El éxtasis de Santa Teresa”, con una dramática iluminación cenital. En la pintura, hay dos ramas. Por un lado, el naturalismo, de Caravaggio, con dramático uso de la luz y los gestos, observación de la realidad, y utilización del claro-oscuro, buscando contraste de luces y sombras. A este efecto de sacar al personaje de la penumbra se lo denominó tenebrismo. Y por el otro, el clasicismo, de Carracci, que concibe la pintura como un problema ideal de representación y narración. Su obra maestra es la decoración de la Galería Farnese. Roma, por su lado, sufre la decadencia del imperio español, y numerosas guerras, lo cual hace que el arte aparezca como representación del poder absoluto. El Barroco decorativo tiene como representantes artistas que se dedicaron a completar la decoración de las Iglesias con grandes frescos iluministas. Las arquitecturas junto con figuras que prolongan los límites físicos. También podemos hablar del siglo de oro español, con la decadencia de los Austrias menores, que permitió aún así el gran y original desarrollo de las artes y las letras. Con la llegada de los Borbones hay una mayor internalización de la actividad artística, aunque el concepto de arte sigue siendo el mismo. Podemos reconocer artistas como Velázquez, quien se encontraba al servicio del rey Felipe IV. En su primer viaje a Italia, realiza junto a otros pintores la decoración del Salón de Reinos en el Palacio de Buen Retiro. En su segundo viaje, realiza el retrato del Papa Inocencio X, Las Meninas, y las Hilanderas. En la pintura flamenca se destacan Rubens y Van Dyck. Rubens por un lado, con su cascada de formas y colores. Convergen en su pintura tres aspectos típicos del arte italiano alrededor del 1600: obsesiones compositivas clasicistas, riqueza colorista de los venecianos y recurso de iluminación dramática. Por otro lado, Van Dyck, imprime en sus personajes una aristocrática elegancia, con poses atrevidas y desenfadadas. Posee un gran sentido del color y los gestos y las miradas están impregnados de melancolía. En la pintura holandesa se destaca Rembrandt, que es un gran efectista del claro-oscuro, con luz que produce brillos intensos en una atmósfera dorada. Y por último la pintura francesa, donde se presenta la pintura decorativa de carácter cortesano. Es naturalista, de ascendencia caravaggista que utiliza como recurso plástico un intenso foco de luz. Y por otro lado, es clasicista, con espíritu francés de mesura y orden.